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[ O X Y G E N ]

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Dive so deep in the ocean
I ain't no life-vest protection yeah
hundred meters down below,
Even when it's a hundred hours long

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"Solo lo preguntaré una vez más: ¿Dónde está mi esposo?" Su voz salió rasposa, enojada, cargada de toda esa frustración que se había acumulado en sus entrañas desde hacía tres días porque no tenía pista alguna de su amante.

El joven castaño escupió sangre, intentando con sus pocas fuerzas mantener la cara en alto, jadeante por la anterior patada que recibió en su estómago. Era el único con vida en ese lugar y el único que sabía del paradero del esposo de Min. todos sus compañeros yacían muertos sobre el suelo.

¿Honor o la vida? ¿Q era más importante? ¿Tener un nombre limpió, sin ser recordado como un cobarde o ver de nuevo la sonrisa de su pequeño hijo, quien era todo en su vida?

Entonces lo supo: Nada en el mundo se podría comparar a su pequeño hijo.

"Templo Donghwasa" Un jadeo salió por sus morados labios, y con un suspiro cansado prosiguió "A las afueras de la cuidad, 9 kilómetros después de la carretera"

En ese momento, Yoon Gi sintió como el nudo de su garganta se aflojaba un poco, ahora sabiendo donde podría encontrar a su esposo. Pero aún sin cantar victoria, pues, aunque el nudo se haya aflojado, no significaba que ya podría respirar. Aún necesitaba de su oxígeno para hacerlo.

"Kristian planea irse al amanecer, e-es mejor que te apresures" Habló entrecortadamente el malherido, haciendo presión en su costilla izquierda, intentado mantener el conocimiento.

Yoon Gi escuchó atento a lo que dijo aquel castaño, viéndolo por última vez antes de darse media vuelta, en dirección hacia la puerta, al momento que se quitaba aquel puño americano de su mano derecha.

"Creo deberías tomarte la noche" dijo por último el pálido, cruzando aquella puerta de la oficina, esquivando aquel cuerpo sin vida que yacía en medio de la salida, con un charco de sangre a su alrededor, causando que los zapatos de Min dejaran marca al caminar por el pasillo.

Aquel hombre en el suelo suspiró, al momento que se recostaba en el suelo, sintiéndose agradecido y con un poco de suerte al saber que el hombre pálido le perdonó la vida. Y poco a poco sus párpados fueron cayendo, solo escuchando el sonido de aquellos zapatos alejándose de esa oficina.

Pronto Yoon Gi cruzó una puerta de madera al final del pasillo y volvió a pisar la capilla. ¡Ja! Que poca vergüenza tenían esas personas para disfrazar su mierda con un poco de oraciones. Pero tomando eso como un chiste, Min caminó sin mirar atrás hasta la gran puerta de aquel lugar, aun dejando un poco de sangre con sus pisadas.

Al salir, su cuerpo fue cubierto por una manta de viento helado, provocando que sus manos se volvieran puños y apretara sus dientes con fuerza. Pero poco le importó, que, al caminar a su auto, fue quitándose de encima su saco bañado en sangre, ayudándose con éste mismo para también limpiar su rostro. Sintiendo esa desagradable sensación de asco en su estómago, como todas esas veces en que sangre de otras personas bañaban su cuerpo. Simplemente algo tan repugnante.

Cuando por fin pudo entrar a aquel mustang 67, aventó su saco en los asientos traseros, suspirando por un momento, antes de tomar el volante entre sus manos y poner su cabeza sobre él. Todo esto era una mierda. ¡Una grandísima mierda! ¿Por qué Jeong Guk? ¿Por qué no mejor él?

El dolor, la frustración y el enojo no son buenos sentimientos que se deban combinar, provocando que, con ello, Yoon Gi apriete con fuerza el volante y gruesas lágrimas salgan de sus ojos, además de gritos que destrozaban su garganta, solo dejando que el nudo se tensara más.

Pero aún con todo ese fuego quemando dentro de su pecho, se quitó las lágrimas de su rostro de una forma brusca, respirando de una forma errática junto con temblores desde sus manos hasta la punta de sus pies.

Y tratando de respirar todo lo que sus pulmones le permitían, con sus manos temblorosas abrió la guantera del copiloto para de ahí sacar una fotografía de él y su esposo. Apreció por un momento la bella sonrisa del castaño, recordando esos votos matrimoniales que le repitió al momento de tener su luna de miel.

No, no dejaría que nadie se atreviera a hacerle daño a aquel hombre, que sería capaz de dar la vida por él.

Y mirando por última vez aquella imagen, la guardó donde pertenecía; ahora viendo su reloj de muñeca, revisando cuánto tiempo le quedaba.

03:57 a.m.

Tomando de nuevo el volante y mirando hacia al frente, encendió el auto, emprendió marcha hacia el templo donghwasa. Poniendo sus ojos sobre la presa.

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Can't breath for now I might die
Just hoping you be mine
Come back to my life
Come back to my life

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Expulsó el aire de sus pulmones y tomó otra calada del cigarrillo que descansaba entre los dedos de su diestra, manteniendo en todo momento su mirada fija en esa ventana.

Ninguna expresión demostraba su rostro, como si estuviera vacío, o simplemente muerto. Con su cabello azabache cubriendo los laterales de su rostro y un poco su frente, Jeong Guk aún podía distinguir su rostro entre la oscuridad del lugar y la luz de la luna que golpeaba sin piedad el rostro del joven ruso. Jeon estaba atento a todos los movimientos que realizaba Kristian, de alguna forma él sabía que no le haría algo, pero la beretta 92 que descansaba junto con los cigarrillos en esa mesita, no decía lo mismo.

De alguna forma Kristian sabía que Jeong Guk no le quitaría la mirada en ningún momento, pero eso era lo de menos. Parecía un pequeño corderito asustado.

"¿Sabes?" Su voz sonó seca, como si simplemente hablara sin que él se diera cuenta "Yoon Gi no es un buen hombre."

Jeong Guk, en ese momento se tensó al escuchar el nombre de su esposo; sintiendo miedo y curiosidad al saber porque tan de pronto Kristian soltaba palabra.

El ruso, por primera vez en toda esa noche, dejó de ver la ventana para poder mirar a Jeong Guk, quien se encogió ante sus ojos. Kostov sonrió de lado, sin gracia alguna, dejando en el cenicero el cigarrillo a medio terminar que aún descansaba en su mano, para después acomodarse un poco mejor en ese sofá de piel.

"A puesto toda mi fortuna a qué sabías que Yoon Gi se dedicaba a toda esta mierda." Continuó con un muy marcado acento en su hablar, manteniendo la mirada más dura sobre Jeong Guk. "Y también, te puedo asegurar, que tengo la certeza que ha matado a muchas personas inocentes." Lo último lo dijo en un susurro, pero de alguna forma tan extraña, que provocó que a jeongguk se le cristalizaran los ojos.

"Cállate." Le tembló la voz, pero no se quedó callado; no iba a permitir que hablaran falacias de su esposo.

"¿Entonces vas a negar que Yoon Gi es un lobo que mata a quien se meta en su camino, con tal de someter a su presa?" Su voz sonaba igual de vacía que al comienzo, pero aun así perecía imperturbable. Kristian de nuevo rio sin gracia y negó con la cabeza. "¿Acaso es mentira?"

¡Joder! Claro que lo sabía; sabía que mataba y manchaba sus manos de sangre. Pero no era algo que él gustara hacer, al contrario, era tan desagradable, que Jeong Guk siempre estuvo con él cuando los ríos de culpabilidad lo invadían.

"Yoon Gi no es un mal hombre." Las lágrimas ya se estaban deslizando, sintiendo impotencia por no poder hacer algo más qué decir unas pobres palabras al viento.

Kristian miró atentamente a Jeong Guk, apretando los puños y tensando la quijada. Se parecía tanto a él.

Kostov cerró los ojos y negó con la cabeza, suspiró por un momento y lentamente abrió sus ojos, ahora concentrando su mirada en el anillo en el dedo anular de su mano izquierda. Tragó en seco, cerrando su puño, devolviendo la mirada al corderito frente a él.

"Los dos sabemos qué eso no es verdad." Jeong Guk apretó los dientes y se contuvo para evitar hacer una estupidez que podría costarles la vida. "A Yoon Gi no le interesa en lo más mínimo a quién mata y a quién hace daño al hacerlo. No tienes ni la menor idea del dolor que me causó, y por ello, pagará muy caro." Terminó de hablar en un profundo susurro, levantándose del sofá, caminando hacia la puerta de la habitación, con la atenta mirada de Jeong Guk sobre su espalda, sintiendo una opresión en el pecho después de escuchar aquello.

"Yoon Gi no tenía otra opción más que matar a tu padre." Habló fuerte y claro, temblándole los labios y sintiendo su pecho ser golpeado por su corazón cuando vio a Kristian mirándole por sobre su hombro.

"Yo nunca estuve hablando de mi padre." Susurró kristian, mirándole de una forma tan descarada, pero aun así se podía ver en lo más profundo el intenso dolor que le agonizaba; llevándose con él, el aliento de Jeong Guk al cruzar la puerta de roble.

04:47 a.m. Y el tiempo seguía.

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Time keep passing by
I'm just gonna slowly close my eyes
Can't breath for now i might die

Just hoping you be mine
Come back to my life
Come back to my life

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Kristian Kostov, hijo de Dmitry Kostov, ex-líder de la mafia rusa en Daegu. Mushekka, se hacían llamar.

Si le hubieran dicho a Yoon Gi que, al matar a aquel hombre, causaría el secuestro de su esposo, de paso también hubiera matado al hijo.

Matar a uno más, matar a uno menos, era lo mismo, la misma mierda. De todas formas, él ya no estaba ligado a nada y no estaba obligado a hacerlo, pero esto era lo que más deseaba. Yoon Gi quería matar a Kristian Kostov, cueste lo que cueste, él haría que su corazón dejara de latir; cómo lo hizo con su padre.

Con su mirada fija en la carretera, pasando su lengua sobre sus labios, como un lobo a punto de enterrar sus colmillos sobre el pequeño siervo que sería su cena. Junto al motor del carro y su respiración agitada, hacían de eso una manta de adrenalina, que viajaba por todo su cuerpo; queriendo ya llegar a ese lugar y poder manchar de sangre sus manos.

Maldiciéndose en todo momento por aceptar aquel trato, pero de cierta forma estaba obligado a hacerlo; además de que sería el último. Algo que él sabía perfectamente los riesgos, desde que él podría haber muerto, hasta completar con ello de una forma placentera, sin más. Pero todos esos pensamientos de las posibilidades caían sobre él, no sobre Jeong Guk; y ahora dándose cuenta del último riesgo que ignoró, aun teniendo los ojos abiertos.

Pero qué más daba, de alguna u otra forma, algo malo hubiera pasado; todos sabían de mala manera que, al salir de ese juego, era de dos formas: una era la muerte y la segunda era incierta, casi una fantasía.

Jackson Wang, líder de los Wang, una organización china basada en la venta de órganos, droga y armas. Yoon Gi trabajaba para esa organización, hasta que decidió partir. Yoon Gi y Jackson fueron buenos amigos, por lo que el chino accedió a su petición, pero con la condición de hacer un último trabajo: Matar al líder de los Mushekka, Dmitry Kostov.

Jackson era codicioso, por lo que siempre deseó controlar toda Daegu, pero esto no era posible porque gran parte del territorio estaba en manos de esos rusos. Pero, ahora todo era distinto, llevándose con ello el oxígeno de Yoon Gi.

Tiró un gruñido al aire y apretó el volante con violencia. ¡No! Él ya no tenía que recordar aquello, intentó tranquilizarse al momento de bajar la velocidad y cerrar por un momento los ojos -la carretera seguía en línea recta, así que podría hacerlo sin que él se estrellara-.

Suspiró, y devolvió su mirada hacia al frente, tratando de concentrarse y de aflojar el agarre de sus manos. Frunciendo un poco el ceño y tragándose ese nudo en su garganta para no terminar llorando. Lo extrañaba, más de lo que pudo haber extrañado el ser libre.

Vaya, quién iba a imaginar que él, Min Yoon Gi, tendría sentimientos y podría llorar, o simplemente haberse enamorado de aquel mocoso. Qué giros daba la vida, ¿cierto?

Tres años atrás, si le hubieran dicho que se enamoraría de aquel chiquillo, que atendía aquella tienda 24 hrs., él hubiera lanzado una carcajada, una verdadera carcajada. Pero míralo ahora, sufriendo y llorando porque ha sido su culpa lo que sucedió. Debió cuidarlo mejor y él lo sabía.

Suspirando una vez más, negó con la cabeza y fijó aún más su mirada, como un halcón. Bueno, ya no importaba nada, solo llegar a ese lugar y ver a Jeong Guk; aunque sea una vez más y poder apreciar esos encantadores ojos chocolate, que cuando los vio por primera vez, le robó el latido de su corazón.

05:07 a.m.

Tragó en seco y aumento la velocidad, sintiendo de nuevo como su respiración se aceleraba.

"Todo lo que deseo es que el reloj vaya en cámara lenta"

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Deep in your shadow i dive
Want to you be in my life
'Cause i
'Cause i
'Cause i live off you

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05:47 a.m.

Han pasado exactamente una hora desde que Kristian dejó aquella habitación.

Jeong Guk en todo momento estaba con la guardia en alto, viendo fijamente el arma que aún descansaba sobre aquella mesita. Debía tomarla, sin duda tenía que hacerlo.

Con temblores en las piernas y con la respiración en un baile frenético en su boca, se levantó del sofá en el que se encontraba sentado. Caminó con pasos temblorosos y miradas nerviosas hacia la puerta. Lo que menos quería es que le descubrieran con el arma en manos. Y tan rápido como pudo, mordiéndose los labios, tomó el arma y la guardó en su espalda, entre el pantalón y su camisa.

Soltando un suspiro tembloroso, se alejó de ahí, yendo lentamente hacia la puerta al creer escuchar algo. Pegó un poco su rostro hacia la madera para poder escuchar mejor, pero lo único que pudo identificar fue la voz de Kristian junto a otra persona, los dos hablando en ruso, por lo que no entendió nada.

Pronto el silencio invadió el lugar, por lo que Jeong Guk lo tomó como una señal para alejarse de la puerta, solo unos cuantos pasos. Asustándose cuando de pronto entró Kristian, dejando la puerta abierta detrás de él.

Tal vez era el momento perfecto para sacar el arma y dispararle, salir corriendo y solo evi-...

"Es hora de irnos." Fuerte y seco, fue como sonó, dando pasos grandes y rápidos hacia el sofá donde anteriormente estaba sentado, tomando su saco del respaldo de éste.

"¿Q-qué?" Logró decir Jeong Guk, aun no entendiendo a que se refería.

Kristian terminó de ponerse su saco y le miró. Caminó hacia él, poniéndose frente a frente, casi mezclando sus respiraciones.

"Dije: Es hora de irnos." Le susurró cada palabra, viendo fijamente los ojos chocolate de Jeong Guk, provocándole un temblor por todo el cuerpo, aprovechando ese momento para tomarlo de las muñecas.

"P-pero..." Intentó hablar, aunque fue interrumpido por la detonación de un arma.

Kristian enseguida se puso en guardia, mirando la ventana y después la puerta, sabía que era él.

"Jefe." Miró hacia la puerta y ahí estaba uno de sus hombres -el mejor de todos- desangrándose del estómago. "É-Él es-..." y cayó muerto, dejando ver a la persona que estaba detrás de él.

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Topless walking to the frontline with no ammo
know i might get shot but i still go though (go though)
Go hard go hard go hard in beast mode

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05:17 a.m.

Yoon Gi miró a su alrededor antes de salir del auto, asegurándose que nadie le viera, tenía que ser silencioso.

Dando un suspiro pesado se vio por el espejo retrovisor, viendo en él, al hombre que jamás creyó conocer; una mirada oscurecida y tan fija, que pareciera no tener vida.

Y no queriendo ver más a ese hombre, desvío la mirada hacia la guantera, para de ahí tomar una revolver con silenciador y una navaja. Sabía perfectamente que no estaba equipado correctamente, pero con poco haría todo lo que fuera para salvar a Jeong Guk.

Tomando una gran bocanada de aire, guardando la navaja en su cinturón y viendo por última vez el reflejo en el espejo, salió del auto.

Con el plan en mente, pasándose la lengua sobre sus labios, manteniendo la respiración baja y pesada, caminó hacia el bosque, adentrándose en él. No era tonto, sabía perfectamente que había varios hombres rondando por los alrededores del templo, por lo que decidió dejar el auto a 400 metros del templo, desde ahí él iría caminando.

Siendo tan sigiloso y silencioso como solo él sabría serlo, mantenía su mirada danzante entre punto y punto, teniendo el arma en manos y en posición de disparo.

De pronto escuchó un crujido de una rama, sabía que alguien andaba cerca, por lo que se puso con la espalda en un árbol grande y grueso, lo suficiente para protegerlo. Miró a sus costados, tomándole un poco de trabajo ya que la oscuridad aún era densa, pero eso le favorecía.

Y mirando el arma entre sus manos, de nuevo observó por su lado izquierdo, asegurándose que aún estuviera cerca.

"Sólo un poco más" Susurró para sí mismo, esperando que se pudiera acercar más. Pero al ver que el tipo no se movía, decidió agacharse y tomar una roca para lanzarla al lado contrario del ruso.

Enseguida aquel hombre se puso en guardia y comenzó a caminar hacia donde se escuchó aquello. No teniendo idea que, al pasar por aquel árbol, Yoon Gi lo tomaría por el cuello y rasgaría su yugular con una navaja.

Yoon Gi podría ser delgado, y a comparación del tipo, un poco bajo, pero era ágil y rápido, lo que hacía uno de los mejores.

Min dejó salir un gruñido cuando la sangre de ese gigantón baño en su totalidad sus manos, pero sonrió satisfecho cuando cayó de rodillas a la tierra.

Y sin querer perder más tiempo, guardó de nuevo la navaja y tomó su amar que había dejado en el suelo. Sin importarle la sangre de sus manos, caminó unos cuantos metros más, hasta que escuchó una voz.

"Hey, Alek" De pronto el tipo ya estaba a cuatro metros delante de él, Yoon Gi sin pensarlo le disparó en la cabeza, siendo más rápido que aquel sujeto.

Una bala, quedan cuatro.

Sin tomarle mucha importancia, de nuevo emprendió caminó, ahora con más cuidado. Ya había dos muertos, cualquiera se daría cuenta que algo estaba pasando, por lo que debía ser un poco más rápido.

Con la respiración un poco más acelerada y con el corazón en una frenética carrera, llegó a las afueras del templo, agradeciendo mentalmente que no hubiera lugares altos para francotiradores. Respirando grandes bocanadas de aire, sintiendo como si estuviera tragando fuego.

Mirando a sus alrededores, dándose cuenta de que estaba más cerca de la entrada de lo que creía. Viendo como estaba otro hombre de Kristian, pero mirando hacia la carretera, dándole una gran ventaja a Yoon Gi.

Y sin esperar más, caminó con pasos lentos hacia aquel hombre rubio, tomándolo del cuello cuando estuvo lo suficientemente cerca de él, para después dispararle en la sien.

Dos balas, quedan tres.

El hombre cayó muerto, dejando sobre la tierra y el pavimento un poco de su sangre. En este punto Yoon Gi ya sentía gran parte de su ropa siendo empapada por aquella sustancia rojiza. Y mirando con asco la escena frente a él, prefirió seguir su camino, adentrándose al templo, viendo perfectamente a la estatua de buda en el centro. Miró a sus alrededores, dándose cuenta de dos hombres más, uno en la entrada al templo mayor y otro junto al buda.

Yoon Gi caminó con sigilo hasta una pared de roca, que era una decoración. Puso su espalda contra la estructura y vio sobre la orilla de la roca a los dos tipos, quienes cargaban en manos un ak-47. Y sin poder evitarlo, apretó los dientes mientras intentaba encontrar un punto muerto, donde él no pudiera ser visible, pero que pudiera atacar.

Pero para su desgracia no lo encontró. Haciendo una mueca y volviendo su mirada al arma entre sus manos, contó mentalmente las balas que utilizó; solo le quedaban tres, si fallaba, se acababa todo.

Negó con la cabeza y suspiró. No, él no podría perder.

Tragando un poco de saliva, sintiendo como poco a poco su boca se iba secando. Miró otra vez por la orilla de la pared, enfocando su mirada en el tipo junto al buda, viendo atentamente como sus manos empuñaban el arma.

Examinó por completo a ese hombre de traje negro, intentando encontrar un punto débil, intentando ingeniar un plan donde más de dos balas no estén implicadas. Y por un momento desvió sus ojos de él hacia el templo, donde ahí, ya no había nadie en la entrada. Sonriendo hacia sus adentros cuando vio al tipo darle la espalda.

Era momento de actuar.

Salió de su escondite, caminando rápido hacia el tipo, y antes de que éste pudiera dar la vuelta, Yoon Gi le disparó en la pierna derecha, solo escuchando el gruñido que lanzó al aire al caer de rodillas. Y Yoon Gi sin pensarlo mucho, lo tomó de su cabeza y le tronó el cuello.

Enseguida cayó muerto cuando Yoon Gi lo soltó.

Tres balas, quedan dos.

Min miró al cuerpo frente a sus pies, intentando tranquilizar su respiración, mientras se pasaba su antebrazo sobre su frente para quitar el sudor. Y guardando su revolver entre su cinturón y pantalón, tomó el ak-47 del muerto.

Se puso recto en su lugar, viendo a todas partes para asegurarse sino habría alguien más, pero todo estaba tan silencioso que dudó por un momento que Kristian estuviera ahí. Tal vez eso era una trampa y Yoon Gi cayó sin darse cuenta.

Pero no se iría de ahí hasta revisar cada maldito espacio en aquel lugar.

Con la respiración irregular y pesada, con los ojos fijos en el templo y las manos firmes en el arma; sus pasos fueron fuertes y pesados, haciendo saber a quién sea, que Yoon Gi iba por él.

Subiendo lentamente los escalones del templo mayor, mirando por un segundo sobre su hombro para asegurarse que nadie estuviera ahí y con el corazón golpeando su pecho, por fin llegó a la puerta de aquel lugar; donde tal vez podría estar su esposo.

Pasando lentamente su lengua sobre sus labios, tragando un poco de saliva y con la decisión de matar a quien sea que esté detrás de esa puerta.

Primero se acercó lo suficiente como para poder escuchar si realmente hubiera alguien cerca, pero todo estaba en silencio, lo único que podía escuchar era su propia respiración y los latidos de su corazón. Sin más, empujó lentamente la madera, esperando no encontrarse con alguien, pero un golpe en el rostro tan fuerte y rápido, que Yoon Gi se tambaleó hacia atrás, soltando el arma de sus manos y cayendo en el acto.

El ruso pateó el arma de Yoon Gi, tirándola a un lado del templo, en todo momento apuntando a Yoon Gi.

"Realmente no creí que llegarías aquí vivo" Escupió con arrogancia el ruso, viendo atentamente como el labio de Yoon Gi se desangraba.

Min lo veía desde el suelo, intentando ingeniar algo, para de ahí salir vivo. Pero una patada en su estómago fue lo suficientemente para sacarlo de sus pensamientos.

"¿Recuerdas esto?" Pregunto el ruso, al momento de tomar la cabellera de Yoon Gi y señalar la cicatriz en su rostro.

Yoon Gi miró la cicatriz con arrogancia y sonrió, enojando más al alto, haciendo que lo golpeara nuevamente en el rostro, tirándolo por las escaleras.

Yoon Gi cayó con el pecho en el suelo, aprovechando aquello para tomar el arma de su cinturón.

"Será todo un placer poder matarte" Escuchó al ruso reír, y ese era el momento de voltear.

Los dos dispararon al mismo tiempo y los dos recibieron el impacto.

El ruso empezó a desangrarse del estómago, mientras que Yoon Gi del hombre izquierdo.

Cuatro balas, queda una.

Pero no era momento para el dolor, por lo que Yoon Gi se sentó rápido en el suelo, viendo como aquel cobarde se adentraba al templo. Yoon Gi enseguida tomó el arma y disparó, pero no le dio.

Cinco balas.

"¡Carajo!" Maldijo Min, chasqueando la lengua y poniéndose de pie, tirando el arma al suelo; subiendo las escaleras, siguiendo el rastro de sangre.

Sin municiones, sabiendo que le podrían disparar, pero aun así seguía. Tan fuertes sus puños como el de una bestia. Ahogado por la impotencia y muriendo por la falta de oxígeno, Min Yoon Gi no permitirá que le quiten lo más preciado de su vida.

Con la respiración a tope y los latidos de corazón tan frenético, que no dudaba que podría parar y causarle un paro cardíaco. Sintiendo la sangre hervir por sus venas.

Y supo que había llegado cuando vio al cobarde enfrente de una puerta.

"Jefe." Lentamente se puso detrás de él, tomando la navaja de su bolsillo, "É-Él es-..." y enterró con fuerza la navaja en su cráneo, matándolo al instante.

Todo quedó en silencio, Yoon Gi lentamente entró a la habitación, fijando sus ojos en los de su esposo, asegurándose también de que estuviera bien.

"No des un paso más." Escuchó la voz de Kristian, quien tomó a Jeong Guk por el cuello y apuntó con su arma a la cabeza.

Yoon Gi enseguida se detuvo, temiendo por la vida de Jeong Guk.

"Déjalo." Sus ojos se fijaron en la mirada de Kostov, quien lo veía con tanto odio, que aún a ese punto no entendía. "No le hagas nada a él, yo soy el culpable de la muerte de tu padre, no él."

Kristian rio sin gracia, negando con la cabeza y poniendo en sus labios una sonrisa tan cínica, que a Yoon Gi le dio un escalofrío.

"Ese viejo decrépito no me interesa en lo más mínimo, de hecho, me hiciste un favor al matarlo, ahorrándome de hacerlo yo." Y la sonrisa que tenía en sus labios desapareció, solo dejando unos oscuros ojos viéndole con rencor. "Pero hay algo que nunca podría perdonarte y lo único que me mantendría tranquilo es hacerte daño"

Yoon Gi mantuvo su rostro inexpresivo, intentado mantener la calma y procesar las palabras que dijo Kristian. mirando por un segundo a su esposo, quien no le quitaba la mirada.

"Y al parecer no sabes lo que hiciste" Escupió sin más el ruso, sabiendo que el silencio de Yoon Gi era su desconcierto. "Deja que te refresque la memoria: Cuando fuiste a matar a mi padre, también mataste a muchas personas, y en realidad no me interesa en lo más mínimo. Lo único que me importa fue que mataste en ese momento a Luka, mi prometido."

Y Yoon Gi entendió todo, comprendiendo el enojo del ruso y su enfermizo deseo de matarlo; era obvio que Min también hubiera hecho lo mismo si mataban a Jeong Guk. El amor te vuele enfermo, ¿no?

"Mátame." Dijo fuerte y claro Yoon Gi, ignorando en todo momento los ojos suplicantes de Jeong Guk. "Eso es lo que quieres, ¿no?" Su voz estaba tan firme y ronca, que pareciera no tenerle miedo a la muerte. "Pero lo único que te pido es que lo dejes a él." Su mirada se chocó con la de Jeong Guk, quien ya lloraba y apretaba con fuerza el brazo de Kristian.

Kristian admiró por un momento esa valentía del pálido, que, si no hubieran sido por las circunstancias y se hubieran conocido de otra forma, hubieran sido buenos amigos. Pero eso estaba muy alejado.

"No es tan fácil como parece, Yoon Gi" susurró Kristian, viendo como los ojos de Yoon Gi brillaban en decisión.

"Sí lo es, ya me has hecho sufrir todo este tiempo al separarme de mi esposo; solo tienes que apuntarme con el arma y matarme." Fácil y sencillo, así es como pensaba Yoon Gi.

Kristian bajó por un momento la mirada, manteniendo más fuerte el agarre en el cuello de Jeong Guk y alejando lentamente el arma de su cabeza. "Tienes razón." Susurró, alzando la mirada, poniendo una sonrisa en sus labios y apuntando con el arma el pecho de Yoon Gi.

"Te amo." Susurró para Jeong Guk, viendo por última vez a su esposo de ojos chocolate.

"¡No! ¡ Yoon Gi!" Gritó Jeong Guk, viendo en cámara lenta como el cuerpo de su esposo caía gracias al impacto que tuvo en medio del pecho.

Jeong Guk cayó al suelo cuando Kristian aflojó su agarre. Estaba en shock, sintiendo como su corazón dejaba de latir y su respiración se cortaba. Vio atentamente como Kristian se acercaba al cuerpo de su esposo, queriendo inspeccionar si estaba muerto.

Pero Jeong Guk con temblores en todo el cuerpo, sacó el arma de su espalda y disparó sin temor a la espalda de Kristian cuatro veces, matándolo al instante. Fue tan rápido, que no lo pensó, solo lo hizo; fue el dolor quien lo controló.

Lentamente Jeong Guk se levantó del suelo, dejando el arma ahí y acercándose al cuerpo de su esposo, que al parecer aún respiraba. Se arrodilló a un lado de su cuerpo, llorando y sollozando, sintiendo como su pecho se perforaba, como si algo estuviera muriendo.

"Y-yoon Gi" Llamó el menor, tomando entre sus manos, las de su esposo. "E-es ho-ra de ir a ca-sa." Los sollozos no lo dejaban hablar y lo que sus ojos miraban lo dejaban con la boca seca. Yoon Gi lentamente abrió los ojos, aturdido por todo. "N-no puedes dejarnos solos, vamos, levántate." Animó el menor con una sonrisa, ignorando ese sentimiento de estar perdiendo a su esposo.

Yoon Gi no respondió, solo veía los ojos de su esposo, él también llorando, solo sintiendo como su vida se estaba yendo. Quería complacer a su esposo, pero no podía, su cuerpo no respondía.

"Yoon Gi, va-mos a s-ser p-papás." susurró el menor, poniendo las manos de su esposo en su vientre. "P-por fa-vor, n-no nos de-jes."

Min solo pudo sonreír, llorando y sintiendo más dolor. "C-cuida d-de é-él" Logró murmurar, cerrando lentamente los ojos. Llevándose con él, la seguridad de que Jeong Guk y su bebé estarían bien.

06:07 a.m. El amanecer se dio paso y fue el sol, el testigo de que Min Yoon Gi había muerto.

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live of you
live of you
'cause you my
oxygen

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