CAPÍTULO: 54
LOLA
El humeante café con vainilla y aroma de naranja, creado por Nico exclusivamente para aquellos momentos que merece la pena celebrar, viaja electrizante hasta mis fosas nasales. Hoy es una de esas tardes donde el Muse's disfruta deleitándose con las fugaces conversaciones que comparten sus clientes más fieles entre sus paredes. Este lugar siempre ha encerrado cierto encanto especial, a la vez que único. Una vez que pones un pie en su interior, pasas a formar parte de él. Se aloja dentro de ti como el intenso calor de una fogata en tus huesos. El Muse's se ha convertido en una gran familia. Una familia que crece cada día que pasa. Sin mencionar que no es posible tomar un café igual de rico en cualquier otra cafetería de la ciudad.
—¡Nena! ¡Alegra esa cara!— le grita Gala, sentada en una de las altas butacas más próximas a la mía, a Abril.
—¿Qué estamos celebrando?— interviene Bruno tras servir la comanda del último grupo de universitarios que se sientan en una de las mesas redondas del fondo del local.
Tras el fallecimiento de nuestra madre, Nico accedió a encargarse el mismo de la cafetería. Ambos consideramos que, después de dedicarle tantos años de mi vida al negocio, era hora de tomar las riendas de mi vida y emplear a fondo mí tiempo en la fotografía. Así que, sintiendo como una parte de mi corazón se deshacía en diminutos fragmentos, firmé una tregua con el Muse's, prometiéndole a todos los recuerdos guardados aquí que volvería en un tiempo. Volvería siendo la Lola que siempre quise ser.
A raíz de esto, Bruno se presentó como voluntario para echarle una mano a Nicolás aquellos días en los que la clientela era mayor. Los jueves de tertulia feminista, viernes por la tarde y los fines de semana. Lo veía como una especie de deuda que tenía que saldar con, y por, América.
Por su parte, mi atrevido y descarado amigo no tuvo ningún inconveniente en aceptar la propuesta de mi hermano. De la misma forma en la que tampoco lo tuvo para pedirle su número de móvil una media de cuatro veces por jornada. ¿Qué si lo consiguió? Es Nico, la duda ofende.
A pesar de la indudable euforia de Gala, Abril permanece sentada sobre su butaca, dándole vueltas con una pajita de cartón a su batido de fresa, doble capa de nata y sirope.
—Hoy he tenido el primer examen del curso y nos han enviado las notas hace unos minutos.
—¿Y?— presiona Gala entusiasmada.
Abril, por el contrario, resopla tan fuerte que uno de sus rubios mechones cae sobre la nube blanca de nata montada, manchándose las puntas. Mientras ella se lamenta a base de pucheros, alcanzo el servilletero que Bruno, tras la barra de la cafetería, me ofrece y dejo que ella desprenda una par de trozos de papel para limpiar su cabello.
—He obtenido la mejor nota de mi promoción.
—¡Una maldita matrícula de honor!— exclama Gala alzando los brazos al aire—. ¡Eres tú la que tendría que estar gritando de felicidad! Ya he perdido la cuenta del número de matrículas que has obtenido en menos de dos años en la universidad.
—Estamos muy felices por ti, Abril— le felicito, estrechando sus hombros con mi brazo mientras toma el primer sorbo de su bebida espumosa.
—Tengo una amiga enfermera, otra a un paso de convertirse en la mejor fotógrafa del siglo y la futura abogada más preciosa del país— recalca Nico—. Estoy muy orgulloso de poder presumir de vosotras.
—¿Y qué hay de ti Nico?— pregunta sugerente Bruno, lanzando con un hábil gesto uno de los paños limpios sobre su hombro derecho.
—Yo estoy a punto de convertirme en tu mayor perdición, cariño.
Un grito de alabanza y asombro por mi parte y por la de Gala, termina sonsacando una tímida risilla a Abril, quien alza su bebida a la vez que Nico termina de un solo trago su zumo de piña en bote.
—Tocado y hundido— sentencia mi hermano mellizo, quien guiña un ojo en mi dirección antes de cobrar a una joven pareja que, inevitablemente, observarles me recuerda a Lukás y a mí.
Removiendo con una cucharilla plateada los posos de café depositados en el fondo de mi taza, espero impaciente a que Bruno termine de tramitar un par de cuentas de dos grandes grupos de clientes. Siento como mi estómago se retuerce, siempre me ocurre cada vez que tengo una noticia importante que dar. Una de las mejores noticias. La noticia, en mayúsculas.
—Una de mis profesoras me ha pedido participar en una de sus exposiciones aquí, en el museo del Foro.
Pronuncio aquellas palabras tan sumamente rápido que, incluso, me hago dudar a mi misma de que guarde un cierto y lógico sentido todo lo que he dicho.
Hace aproximadamente una semana y media, Kenia, mi profesora de Introducción al Lenguaje Visual, nos propuso hacer un trabajo individual de carácter voluntario que ella tendría en cuenta a la hora de presentar las calificaciones finales de la asignatura. Por supuesto, más de la mitad de la clase nos interesamos en saber en qué consistía el trabajo.
La temática del trabajo éramos nosotros mismos. Quiénes éramos. Cómo nos representaríamos ante un desconocido si, únicamente, pudiéramos presentarnos mediante la fotografía. Debo decir que la idea me sedujo desde el primer momento, puesto que supe cómo enfocar mi obra mezclando la fotografía, mi pasión, con la pintura.
Mi trabajo consistía en un autorretrato mío, la imagen de mi rostro desde una perspectiva frontal, en gamas de grises, salvo el rojo inconfundible de mis labios perfectamente perfilados. Todo tras un fondo blanco, simple y limpio donde, después de formar un collage con la fotografía, cubriría de una nube de acuarela oscura que, a medida que ascendía hacia la parte superior del lienzo, tornaba en tonos claros y cálidos. Con ello, quise reflejar la constante búsqueda que de mi identidad. Una búsqueda que, a medida que he ido avanzando y creciendo, he visto con mayor claridad. Al igual que esa nebulosa de color. Recorté imágenes de mi infancia, del Muse's, de mi madre. Plasmé al óleo el celeste dentro de los ojos de Bruno, la palabra "lucha" e "igualdad" escritas por un color púrpura intenso. La fotografía de "La noche estrellada" de Vincent van Gogh, mi cuadro favorito. Las manos de dos amantes entrelazadas por un hilo rojo que envuelve todos los elementos del lienzo, formando un perfecto equilibro. Aunque, a pesar de que todo lo que da vida a mi obra, me representa, el broche final decidí dejarlo para el título: Un salto al vacío.
Yo, Lola, toda mi vida, ha estado inculcada por los valores de mi madre, por grandes mujeres que me hicieron creer en la imperiosa necesidad de lograr una igualdad tan recriminada a la vez que anhelada. Por las vivencias y aprendizajes retenidos en el seno de una pequeña cafetería. Incompleta hasta toparme con la intensa mirada de mí hermano, tal real que todavía me provoca escalofríos. La sacudida a todos mis esquemas de un verano que no quisimos dejar ser hasta que el calor y la magia nos envolvieron, irremediablemente, hasta el punto de reencontrarnos. Y bendita nuestra suerte.
Esa era yo, sencilla, bajo una escala de grises degradados. Pero empoderada, dueña de mi propio destino, disfrutando de la viveza que los colores aportan al cuadro. Y a la vida.
—¡Lola!— exclama Abril, quien parece alegrarse mucho más por mi noticia que por su gran logro—. ¡Eso es fantástico! ¿Cuándo pensabas decírnoslo?
—Tan solo llevas mes y medio dentro de EEMPC y ya quieren que formes parte de las grandes galerías— aporta Bruno, sin borrar su sonrisa del rostro.
—¡Ya puedo verlo!—se sobresalta Nico, juntando sus manos en el aire, sobre su cabeza, para luego extenderlas como si mostrase el título de la película más taquillera de todos los tiempos—. En grandes letras doradas y brillantes: ha nacido una estrella de la fotografía.
—¡Venga ya!— río ruborizada—. Nadie ha hablado de grandes galerías de exposición. Son tan solo dos o tres fotografías dentro de la exposición de Kenia, mi profesora. Es como una especie de favor.
—¿Y a cuánta gente le ha premiado con ese favor?—pregunta Gala sarcástica, arqueando las cejas repetidas veces.
—No quiero hacerme demasiadas ilusiones, chicos.
—Lola, que te entre de una vez en la cabeza, eres buena. Todos lo ven, tienes que sentirte muy satisfecha de que te hayan escogido a ti para esto— me apoya mi hermano mellizo bajo la atenta mirada de mi ex compañero de trabajo—. Y déjales boquiabiertos a todos.
—Que se caigan de culo al ver tus creaciones— Gala propicia un pequeño golpe en la mesa y levanta su vaso medio vacío de refresco para hacer un brindis en mi honor—. Queremos entradas VIP para el evento. ¿Habrá que ir de gala? Abril, tenemos que ir de compras.
—Ni que esto fueran los Oscar— estallo en carcajadas y mi risa hace que, uno por uno, todos acaben contagiándose de ella. El brillo de sus ojos me reconforta. Me dice que hay algo que estoy haciendo bien, que este es el camino correcto. No puedo evitar acordarme de mi madre, ni de Lukás—. Chicos, voy a tomar un poco el aire. Ahora nos vemos. Gracias por todo.
Dejando atrás a las figuras de Nico y Bruno limpiando tres mesas ya vacías que no tardan en completarse, y a Gala enseñándole a Abril una serie de fotos que no logro distinguir en su Smartphone, me abrigo lo justo con una fina chaqueta color beige y salgo a la calle.
Una fuerte ola de ilusión y cosquilleos me invade al desbloquear el patrón de la pantalla de mi teléfono móvil y descubrir un nuevo correo de Lukás. Me apresuro a abrirlo.
Asunto: No ha sido mi mejor día.
¡Chica de la butaca trece! ¿Sabes esas personas que dicen que dormir está sobrevalorado? ¿Qué es una pérdida de tiempo? Hoy puedo corroborar que están locas de remate. Como un cencerro que decís en España.
El trabajo no ha ido del todo mal. He dado, junto con dos compañeros más, una charla en un par de colegios, hablando sobre la inclusión en la literatura y los nuevos formatos de lectura disponibles. Y, sinceramente, me ha sorprendido la respuesta de los estudiantes. Todos han participado con muchas preguntas, de todo tipo. ¡Una niña incluso ha querido saber donde me he comprado un bastón verde tan chulo! Creo que eso ha sido lo mejor de mi día.
EL ambiente en casa de mis padres sigue sin mejorar. Mi padre no me dirige la palabra y, si lo hace, es para reprochar incluso la cantidad de aire que respiro. Por no hablar de lo insufrible que le resulta escucharme tocar la guitarra. En fin, Lola, menos mal que tengo a mi lado a la abuela y, sobretodo, a mi madre. Hoy le he acompañado por primera vez al cementerio, a llevarle un ramo de flores frescas a Fynn. Todavía no me atrevo a ir solo. ¿Soy egoísta por ello?
Te extraño, muchísimo. ¿Cómo ha ido tu día?
Una ligera ráfaga de viento sacude mi cabello corto y me hace estremecer a la atura de la nuca. La noche está comenzando a caer. Tecleo lo más rápido que puedo, repiqueteando con mis uñas el protector que cubre la pantalla. Me duele percibir así a Lukás, sobretodo el párrafo donde se refiere a su padre. Sé que mantienen una complicada relación, especialmente desde que el joven abandonó la carrera que su padre siempre había querido para él para dedicarse en cuerpo y alma a lo que, desde niño, ha deseado. Y no es justo. No es justo que una figura tan importante como la de un padre sea un completo desconocido para su hijo.
Con mis palabras, trato de animar al chico que sujeta firme nuestro hilo rojo, a más de doscientos kilómetros de aquí.
Asunto: ¿Ya puedo considerarme artista?
Esta noticia viene sin anestesia, sin avisar: Kenia quiere que forme parte de su próxima exposición de fotografía en la ciudad.
¿Qué me dices? ¿Sorprendido? Ojalá pudiese ver tu reacción en este instante. ¡Estoy muy emocionada! Aunque serán tan solo será dos o tres obras mías pero, he hablado con mis amigos, y se han emocionado con la noticia. Y yo también, Lukás. Me siento como en una nube.
¿Recuerdas ese trabajo que hice? ¿Una creación que hablase de mí misma? Le encantó. Ella ve mucho talento en mí y quiere ver hasta donde soy capaz de llegar. Tengo varias ideas para la exposición pero quiero hacer un homenaje a la lucha de la mujer, así que he pensado en hacer un reportaje a las chicas de Voces Violetas. Algo artístico, tengo que darle alguna vuelta más a la idea. Y también decírselo a las chicas. Ojalá quieran formar parte de mi pequeño proyecto.
Pero me faltas tú, aquí, conmigo. Tenemos que celebrarlo por todo lo alto. Y también tus progresos en la editorial. ¿Les has hablado ya de "Oxitocina" a tus compañeros?
Quiero abrazarte, Lukás. Abrazarte tan fuerte que te haga olvidar esa idea tan absurda de creer que eres un egoísta. Sé que te cuesta hacerlo pero, me gustaría saber todo lo que pasó. Con tu padre, con Fynn... Siempre que tú te sientas preparado. Quiero ayudarte y entenderte.
Tu madre y tu abuela parecen unas personas encantadoras por todas las cosas buenas que hablas de ellas por correo.
Yo también te echo de menos. Pensar que ya hace más de un mes que no nos vemos todavía hace que se me forme un nudo en la garganta. Pero merecerá la pena.
Tú y yo la merecemos. Que descanses.
Enviar.
¡BONICOS MÍOS! ❤ ¿Cómo estáis? ¡FELIZ AÑO NUEVO! Espero que este año 2021 se llene de buenos deseos, metas y salud para todos vosotros y vuestros seres queridos. ¡Contadme! ¿Qué tal el comienzo de enero?
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Os gusta la dinámica que tienes Lola y Lukás con los correos electrónicos? ¿Y la gran noticia de Lola? Ya sabéis que me encanta saber vuestras teorías ❤❤
Buenas noches, bonicos ❤ Me voy ya a dormir, pero no quería dejaros más tiempo sin nuva actualización. Ojalá la disfrutéis mucho ❤
Os adoro. Nos leemos ❤❤
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