CAPÍTULO: 39
LUKÁS
Verano, hace aproximadamente dos años.
Las despedidas nunca han sido mi especialidad. La estúpida y predecible marcha triunfal del joven en busca de sí mismo, persiguiendo un futuro que resulta inalcanzable, huyendo del pasado, atormentado, sintiéndose un completo imbécil por haber dejado marchar a la chica de sus sueños. La misma que, minutos después en pantalla, aparece en la última escena, ya sea en la estación de tren o en un inmenso aeropuerto, cruzan sus miradas y, nuestro protagonista, comprende que su mejor plan es mandarlo todo a la mierda después de mantener la intriga que la trama requiere hasta el final. Perdurando en el tiempo un desenlace que, en menos de cinco minutos, puedes tener resuelto si silencias tu cabeza y escuchas a tu instinto por un segundo. Pero no deja de ser todo una película. La vida real resulta mucho más complicada.
Yo era igual que aquel chico imaginario, con la desafortunada diferencia de que, el pasado siempre me persigue, el futuro me paraliza y cinco minutos no son suficientes para mi historia.
La única semejanza que nos relaciona es que, indudablemente y por una sencilla razón, soy un completo imbécil por dejar pasar a la chica por la que he perdido completamente la cabeza. Y no. Ella no va a detener el avión que me llevará de vuelta a Viena, a mi realidad, después de vivir el verano más intenso e inhóspito de toda mi existencia.
¿Cómo estoy tan seguro de qué eso no va a suceder? Muy fácil. Porque ella no lo sabe, y es mejor así. Reconozco que, con esto, he subido varios puestos en la escala al premio de gilipollas del año.
Estoy irracionalmente loco por Lola, pero no puedo permitir que ella siga el mismo camino conmigo. Merece algo mejor, a su alcance, y yo no lo estoy. Nunca podría estarlo. No con todo lo que mi pasado supone. Un pasado que, a día de hoy, continúa persiguiéndome, pegado a mí, como si se tratase de una segunda sombra.
En aproximadamente lo que dura un verano, Lola me ha hecho sentir lo que nunca antes había podido experimentar, sensaciones totalmente nuevas para mí. Y eso me aterra. Me aterra hasta el punto de huir, porque soy consciente de la adicción a la que me he expuesto. Y lo peor de todo es que, ni me he molestado en interponer ninguna clase de barrera o remedio para evitar que, tarde o temprano, terminase perdiendo la cordura por ella. Tal vez, detrás de todo ese pánico que me hace cerrar la maleta con todas mis pertenencias lo más rápido que puedo, una parte de mí deseaba sentirse así.
Esto es lo más próximo al amor que he conocido.
Caer en las redes, exponerme a conocer a una mujer como ella, trae sus consecuencias. Una mujer, simplemente por el mero hecho que eso implica, es someterte irremediablemente a su magnética y preciosa revolución. Y es una puta locura, pero qué bien sienta vivirla.
Sin embargo, eso no deja de ser un lujo que, en mi caso, no puedo permitirme. No con ella. Por mucho que me duela, esa no es mi realidad. Lola merece ser feliz, libre, y yo vivo dentro de mi propia cárcel donde solo queda sitio para uno. Cada uno de mis barrotes los he forjado yo mismo, con mis propias manos. Situaciones que podría haber evitado de no ser como soy, de no actuar como lo hice...Y, hoy, se añade una nueva reja a la prisión. La que me recordará que perdí a la chica que siempre he esperado, dejándole el corazón destrozado y miles de cuestiones que, si la vida me lo permite, espero responderle algún día. Pero no este verano. Este verano ha terminado para mí por un devastador motivo.
Mi madre ha vuelto a caer en una fuerte depresión. Otra vez, después de la desaparición de mi hermano mayor. Yo no puedo dejarla sola, no con mi padre. Me necesita a su lado.
Explicarle todo esto a Lola implica retroceder más de dos años en el tiempo, implica remover un pasado del que soy culpable, implica que cambie su visión de mi persona. Y no la juzgo por eso, yo también lo haría. Lo hago de hecho.
Cada mañana, al despertar, el recuerdo de mi hermano acude a mi mente como un castigo auto infligido. Nadie me conocía mejor que Fynn, ni siquiera mi madre, ni Lola. Y, a cambio de protegerme de mi padre durante tanto tiempo, yo se lo devolví llevándole conmigo a esa estúpida fiesta...
Después, todo fue humo y al despertar, Fynn había desaparecido del mapa. Lo primero que recuerdo es el sonido de la mano de mi padre impactando con fuerza contra mi mejilla junto al desesperanzado llanto de mi madre. Una madre que, tras meses de exhausta búsqueda, había perdido a un hijo.
Una vez en la calle, cierro los ojos con fuerza en respuesta a los fuertes rayos del sol incidiendo sobre mi figura. Jamás me acostumbraré al terrible calor de esta ciudad en pleno Agosto, por mucho tiempo que pase. A estas horas de la tarde, las calles permanecen desérticas, lo cual agradezco, pues ir arrastrando la maleta a mis espaldas no resulta cómodo si, además, tuviese que esquivar a la gente.
Un torbellino de emociones me atraviesa el pecho cuando, inconscientemente, me sitúo delante de la puerta del Muse's. Lola está sirviendo una taza llena de café al señor Collins, para luego, retirar otra ya vacía. Sus labios color rojo carmín le favorecen, en contraste con su tez blanca y su cabello negro intenso, como al azabache. Joder, es preciosa.
Aprovechando que, su compañero de trabajo, le deja una nueva comanda sobre la barra de la cafetería, saco la cámara de fotos de mi mochila y, sonriendo, capturo ese instante. Una fotografía donde solo se contempla a la joven, su camiseta de rayas y la mirada más transparente que he visto nunca.
Mi último recuerdo de Lola con sabor a café y aroma a cítricos.
—Reconozco que, en el Muse's, servimos un café excelente. De los mejores e la ciudad, me atrevería a decir. Pero desconocía la fama que los trabajadores podían desencadenar, en especial, mi hija.
Sobresaltado, giro mi cuerpo en la dirección proveniente de una voz femenina, no lo suficientemente madura como para relacionarla con nada menos que, la madre de Lola. Una mujer, a la que no le achaco más de cuarenta años, se encuentra ante mí, con sus expresivos y grandes ojos azules analizándome. Me mantengo paralizado, contemplando su inusual cabello corto de colores anaranjados y rojizos, como una llamarada. Ahora mismo, desearía que la tierra se abriese y me trague hasta desaparecer.
—Yo, disculpe, no sabía que...—tartamudeo—.Yo no...
La mujer estalla en carcajadas, dejándome totalmente fuera de juego. Si es que eso aún es posible después de su inesperada aparición. Frunzo el ceño, esperando a que sea ella quien vuelva a intervenir en la conversación.
—¡Tendrías que verte la cara muchacho!—con el dorso de la mano, la mujer retira pequeñas lágrimas de emoción que descuelgan en sus ojos a causa de la exagerada risa—. Me llamo América, soy la dueña de la cafetería y madre de la chica que acabas de fotografiar—señala con el dedo la imagen instantánea que guardo en mi mano izquierda—. Muy buena, por cierto.
—Yo...—carraspeo, intentando calmar mis nervios—. Soy Lukás, un amigo de Lola.
—Es un placer—estira su mano como señal de saludo cordial, por lo que no dudo en estrechar mi mano con la suya de manera firme—. Lola no me ha hablado mucho de ti, es bastante reservada para estas cosas.
América levanta las cejas con rapidez, mostrando una mueca graciosa y sugerente en su rostro.
—¡No!—exclamo—No es lo que piensa, Lola y yo somos amigos. Solo amigos.
—Muy bien—concluye, no muy convencida de mi respuesta. Ni siquiera yo estoy convencido de mis palabras—. ¿Necesitas algo? ¿Por qué no pasas a tomar un café? Seguro que Lola se alegra de verte, vamos, invita la casa.
—Gracias por su invitación pero me vuelvo a mi casa, en Viena. Ha surgido un problema familiar y me necesitan allí.
América dibuja una expresión de asombro las facciones de su rostro. Antes de que pueda decir nada, me adelanto, deshaciendo la presión que oprime mi pecho.
—Quería llevarme un último recuerdo de Lola, ha sido un placer conocerla. Tiene una hija excepcional y, estoy seguro de que volveremos a encontrarnos. Pero no puedo...
No puedo decirle adiós. Solo pensarlo me destroza por dentro. Admito que es un acto cobarde, de los más cobardes que he podido cometer, pero es la mejor solución que se me ocurre. Recordar sus ojos marrones transmitiendo esa luz, esas ganas de vivir que solo Lola sabe reflejar, lo increíble que le sienta el granate sobre sus labios pero, en especial, la alegría que desprende con una cámara de fotos entre sus manos. Esos mechones oscuros donde, últimamente, tanto he soñado perderme. Su perfume o el sonido de su risa. Quiero guardar todo de Lola tal y como la conozco, aunque suene egoísta. Cobarde y egoísta, pero es la mejor solución.
Ella debe ser feliz, tal y como es, con alguien que le haga sentir especial cada mañana. Yo debo seguir mi camino, un camino que me depara en Viena, donde tampoco será fácil regresar. Y tengo que hacerlo solo. Ya ha sufrido demasiada gente por mi culpa, no voy a permitir que Lola sea una más. Quiero que me recuerde tal y como soy, ella ha tenido la oportunidad de conocer al verdadero Lukás.
—Entiendo, tienes tus motivos—me interrumpe—. Mi humilde opinión es completamente distinta pero, respeto la tuya. Algo dentro de mí me dice que Lola te importa, mucho, no estarías aquí parado si no fuese así.
—Lo último que quiero es hacerle daño a Lola.
—Lo veo en tus ojos. No hace falta que me des explicaciones—sonríe de forma leve, lo que me reconforta—. Espero que puedas volver y tenga lugar vuestro reencuentro. Aquí tienes tu casa siempre que lo necesites.
América desvía su mirada hacia el Muse's. Es en este momento cuando comprendo que, nunca, olvidaré nada de este lugar. Que nunca podré olvidar los días que he compartido con Lola. Que juro volver, por encima de todo.
La fotografía que sostengo entre mis dedos es el renacer del hilo rojo que nos une, el aliento que nos hará comprender a ambos que se mantiene intacto, vivo.
—¿Sabe una cosa? Quédese la fotografía—le tiendo la imagen en papel a la mujer, quien la acepta con seguridad, regalándome una sonrisa tranquilizadora—. Le pido, por favor, que la guarde. Esa fotografía es mi billete de vuelta a casa, al Muse's, a Lola. Prometo que volveré, y usted lo sabrá.
—Todo el correo postal que llega a la cafetería, pasa por mis manos—cómo si tuviese la capacidad de leer mis pensamientos, América se encarga de rematar el plan. Seguramente, el plan más imperfecto, inesperado y peor planificado de la historia. Pero es mi última carta, me juego demasiado. Y América parece querer ayudarme a toda costa—. Envíame una carta, cuando sepas con seguridad cuando vas a regresar, házmelo saber. Esa será mi señal para colocar la fotografía a la vista de Lola. Es una chica inteligente, no necesita más información que esta para dar contigo. Una promesa es una promesa, Lukás.
—Le doy mi palabra, señora.
—América—rectifica ella.
Un coche blanco, con un letrero sobre la parte superior, junto a una pequeña luz de color verde, se detiene junto al paso de cebra más próximo a nosotros. La madre de Lola es quien se encarga de levantar el brazo para darle a entender al conductor que, un nuevo pasajero, requiere de sus servicios.
—Nos vemos pronto—me despido de ella.
—Eso espero. Creo que eres un buen chico, Lukás. Los ojos nunca mienten—la mano de América alcanza mi hombro, donde se aloja por unos instantes antes de adentrarme en el taxi rumbo al aeropuerto—. Quiero que sepas, que nunca he visto a Lola sonreír como lo ha hecho este verano.
¡HOLA HOLA! ❤ ¿Cómo estáis bonicos míos? Espero que estéis todos muy bien y que, los que podáis, diafrutéis mucho del verano. Eso sí, siempre con precauciones y medidas por favor (ya me sale la vena enfermera jajaja) ❤ Ahora en serio, cuidaros mucho mucho.
¿Qué os ha parecido el capítulo? Estoy bastante contenta con el resultado. Desde el primer momento que me lancé a escribir esta historia, decidí que América, jugaría un importante papel en el reencuentro de Lola y Lukás. Pero, todavía queda alguna sorpresa más ❤
Espero que os haya gustado muucho, ya sabéis que me encanta saber vuestra opinión. ¿Os gusta como va tomando forma la historia?
Ya tengo más o menos planeado el final de Oxitocina pero, todavía quedan varios capítulos para conocer el final de esta historia ❤
Os dejo aquí la cuenta de Instagram que he creado dedicada a la historia, por si os apetece seguirme: oxitocina_wattpad
Por enésima vez, muchísimas gracias por leerme, por apoyarme, por creer en la oxitocina ❤
Nos leemos pronto, bonicos ❤
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