Historia XII
Sinopsis: "No olvides nunca que el primer beso no se da con la boca, sino con los ojos" – Bernhardt.
Advertencias: Lenguaje Ofensivo e implicaciones de homofobia.
Número de palabras: 4545
Notas: Quiero un capítulo de Denki apreciando la belleza de Katsuki. Será cortito. Aja.
[...]
Desde que tiene memoria Denki ha sentido debilidad por las caras bonitas; aun en pañales encontraba fascinante la dulzura en la cara de los niños y niñas de su edad, sus mejillas redondas, sus bocas de capullo y sus ojos inmensos. Por supuesto las caras de los adultos eran todo otro mundo, y sin saberlo sus ojos se fijaban en la cara más bonita que cruzaba frente a él, entonces extendía las manos para tocar y casi siempre esas caras guapas emitían un sonido de ternura al ver sus dedos regordetes agitándose hacia ellos. Si tenía suerte los dueños de esas caras bonitas lo alzaban ellos para que Denki los tocara a gusto, y siendo un bebe risueño y energético casi siempre tenía suerte para conseguir su objetivo.
Esa suerte fue desvaneciéndose al crecer. Las niñas dejaron de mirarlo con asombro, en cambio le ofrecían bocas fruncidas antes de alejarse. Los niños lo miraban con entrecejos fruncidos antes de enviarlo al suelo por su osadía. Los adultos empezaron a ignorarlo y Denki aprendió que la ternura que despertaba siendo un bulto de carne no funcionaba después de que aprendías a ir al baño por cuenta propia.
Para cuando fue consciente de que las niñas eran diferentes a los niños la mente de Denki había hecho las paces con la idea de que había caras guapas en ambos extremos y que las diferencias entre ambos solo avivaban su interés por conocerlos, sin predilección por un grupo en específico. No obstante, por esa época los adultos a su alrededor empezaron a dejarle en claro que era correcto admirar la belleza de un género, pero no la del otro.
—Las chicas son guapas —decía su padre—, pero no los chicos.
—Los chicos también son guapos —solía decir Denki a una edad en la que el mundo parecía muy simple.
—Claro que los chicos son guapos —intervenía su madre con su dulzura característica—, tu padre es un hombre guapo.
—¿Sí? —preguntaba Denki alzando la cara para mirar a su padre que le fruncía el ceño en respuesta.
—Lo que tu madre quiere decir es que ella puede decir que los chicos que son guapos.
—¡Yo también! —intervino su hermana
—Si —concedió su padre sin mirarla—. Las chicas pueden decir que los chicos son guapos, y los chicos pueden decir que las chicas son guapas, pero como chico nunca puedes decirle a otro chico que es guapo.
—¿Por qué?
—Porque no.
El 'porque' era la respuesta favorita de su padre. Porque no. Porque sí. Porque yo lo digo. Porque lo dice tu madre. Porque así son las cosas. Pero no fue hasta que entró a la escuela que Denki descubrió por qué un chico no podía decirles a los otros chicos que eran guapos.
—Tienes una cara muy bonita —fue el desafortunado comentario que hizo durante un receso cuando se encontró con un rostro inusual y llamativo. La respuesta que recibió fue un puñetazo en la cara, detención por comentarios inapropiados y un largo sermón de su padre sobre modales y cómo no abordar a desconocidos.
Denki supuso entonces que el problema había sido que el chico no lo conocía, así que pensó en una solución y cuando se encontró con otra cara bonita ni siquiera dudó en abordarlo.
—¡Hola! Soy Denki —le dijo extendiendo la mano con toda formalidad—. Y creo que tienes una cara muy bonita.
El resultado fue otro puñetazo y otra llamada atención, pero eso no consiguió amedrentarlo así que la nariz de Denki tuvo que soportar varios encontronazos antes de que este empezara a entender que a los chicos no les gustaba que los llamaran guapos. Sus reacciones parecían dejarlo bastante claro. Sin otra alternativa Denki tuvo que contentarse con expresar su admiración por los rostros femeninos mientras suspiraba en secreto por esos otros rostros que no aceptaban los cumplidos en voz alta.
Por desgracia para él la adolescencia trajo otro problema a su vida.
—Deja de decirle a las chicas que te gusta su cara —le dijo su hermana una vez mientras volvían de la escuela—, es creepy.
—¿Por qué?
—Está bien si se lo dices a una sola chica, eso significa que te gusta y es tierno, pero si vas y se lo dices a toda persona que se cruce en tu camino entonces deja de ser bueno y te convierte a ti en un acosador. No lo hagas.
—¿Funciona también para los chicos?
—Eww, ¿otra vez con eso? No seas raro.
Como no había resulto su duda Denki decidió preguntarle a su madre.
—Mamá, Mika dice que no debo decirles a las chicas que me gusta su cara.
—¿mmm? —respondió su madre de forma distraída porque en ese momento estaba cocinando y toda su atención era para el libro de cocina que tenía abierto junto a la estufa y la olla que en ese momento estaba revolviendo.
—Mika dice que no debo alabar la cara bonita de cada chica que veo.
—¿No?
—No, dice que es raro.
—mmm
—¿Lo es?
—¿Qué? Ahhh..., haz lo que dice tu hermana.
—¿Solo está bien si se lo digo a una sola chica?
—Aja
—¿Y a un solo chico?
—mmm
—¡Mamá!
Ante el grito su madre apartó la vista del libro de recetas para mirarlo, entonces parpadeó un momento como si estuviera buscando una respuesta o buscando en su cerebro los detalles específicos de esa conversación. Al final pareció darse por vencida porque suspiró.
—¿Tu hermana te está molestando?
—No
—¿Cuál es el problema?
—Ella cree que solo debo alabar la cara de la chica que me gusta.
Ella asintió como si estuviera de acuerdo aunque era obvio que seguía rebobinando la conversación a la que evidentemente no había prestado atención. Finamente sacudió la cabeza en un gesto de desconcierto.
—Si esto es un dilema de chicas ¿por qué no vas y le preguntas a tu padre?
—Pero tu eres una chica, me gustaría tu opinión. ¿Es raro?
Su madre abrió la boca y como suele suceder en esa clase de situaciones el contenido de la olla que seguía en el fuego decidió que era el momento justo para hervir y desbordarse como si le alterara que nadie le hubiera puesto atención en los últimos cinco minutos.
—¡Ah! —gritó su madre asumiendo de inmediato una modalidad de control de desastres. Redujo la intensidad del fuego y empezó a revolver con más ímpetu mientras luchaba por evitar que su libro se manchara.
—¿Es raro? —insistió Denki
—¡Habla con tu padre!
Así que Denki dio un suspiro y se fue a su alcoba donde eventualmente recibió la visita de su padre tras ser informado por su esposa que su hijo lo necesitaba.
—Muy bien, campeón, tu madre dice que andas en un lío de faldas, ¿cuál es el problema?
—¿Qué es un lío de faldas?
—Cuando te has metido con más de una chica y alguna de ellas te ha descubierto.
—No me he metido con nadie.
—¿Y por qué tu madre está hablando de chicas?
—Le pregunte si no debía decirles a las chicas que eran guapas.
—¿Y por qué no? Les gusta recibir cumplidos.
—Mika dice que es creepy.
—¿Qué clase de cumplidos haces?
—Les digo que me gusta su cara.
—¿Es todo?
—Sí
—Entonces no importa.
—Pero ella dice que solo debo decírselo a la chica que me gusta.
—¡Ah! —su padre suspiró y rodó los ojos—, es una costumbre, sí. A las chicas les gusta la exclusividad, les gusta sentirse especiales. Ya sabes. Mi consejo es que si le dices a una chica que te gusta procura no ofrecerle cumplidos a otra mientras estas con la primera. Si no está contigo puedes hacer lo que quieras.
—¿Es lo mismo con los chicos?
—¿Lo mismo? ¿De qué hablas? ¿Quieres decir que si las chicas andan con varios chicos al mismo tiempo? Eso creo. Hay mujeres muy fáciles.
—No, no me refería a eso. Quiero decir que si es correcto solo decirle al chico que te gusta que te gusta su cara.
Toda apacibilidad se esfumo del rostro de su padre, frunció el entrecejo y sacudió la cabeza.
—No vamos a empezar de nuevo con esto, ¿verdad? Creí que lo habíamos superado.
Denki no estaba seguro cómo podía superarse la apreciación de la belleza humana así que no dijo nada.
—Te gusta una chica, díselo —continúo su padre sujetando su pie y sacudiéndolo—. Te gustan dos chicas, procura que no se conozcan. Sé discreto.
Eso no resolvía la duda de Denki pero viendo la seriedad de su padre asintió y lo dejo estar.
Curiosamente pasarían algunos años antes de que Denki comprendiera enteramente la diferencia entre "gustar" y "gustar" ('Me gusta tu cara' / 'Me gustas') y del por qué sus apreciaciones estéticas podían confundirse inmediatamente con un interés romántico. Lo descubrió a la mala, por supuesto, cuando le tocó encontrarse con un rostro precioso que cautivo inmediatamente su atención, sacudió su sangre y lo hizo sentir lo que muchos llaman las famosas mariposas en el estómago. Y careciendo del filtro vocal necesario para evitar vergüenzas Denki no perdió tiempo en plantarse frente al susodicho para confesarle algo que parecía muy simple.
—Me gustas.
La respuesta que recibió fueron tres puñetazos –estómago, cara y costado–, un empujón que lo envió al suelo y una palabra terrible cuyo significado abriría otro universo de posibilidades. Fue entonces que Denki entendió que su adoración por las caras bonitas iba un escalón más allá de un simple reconocimiento artístico, que por desgracia le confería a su situación un tinte más trágico.
Hacia el final de su pubertad Denki había aprendido –a base de prueba y error–, que era correcto apreciar la belleza femenina de forma personal, sin grandes aspavientos ni gestos grandiosos. No todas las chicas apreciaban cumplidos vocales pues los consideraban denigrantes, pero en ciertos momentos un cumplido simple podía hacerlas sonreír y enternecerse. Les encantaba ser admiradas, pero más que eso lo que conseguía derretirlas era sentirse apreciadas y queridas.
Los chicos por el contrario se dividían en muchas más categorías, a todos les gustaba recibir halagos de las chicas, pero los halagos que recibían de los chicos –amigos y familiares– se inclinaban más hacia el reconocimiento o admiración de alguna de sus habilidades en lugar de una mención a su aspecto físico. No obstante, había algunos chicos –chicos como Denki–, que apreciaban los cumplidos y encontraban placer observando la belleza masculina como algo que se podía adorar y querer. Como algo que hace tintinear los dedos de anhelo.
Para desgracia de Denki su iluminación no había simplificado su vida, en cambio la había limitado enormemente pues ahora era consciente de la clase de comentarios que no se toleraban en su casa o sus alrededores –además de que ahora sabía la razón de todo ese repudio–. Así pues, aunque su adoración por las caras guapas seguía se había vuelto más cuidadoso al momento de expresarla; eso no evitaba que en ocasiones su interés meramente estético se transformara en otra cosa que usualmente (la mitad del tiempo) terminaba con él suspirando de tristeza por la imposibilidad de conseguir algo más. Y por eso, cuando conoció a Katsuki, Denki se alistó para lo que a todas luces iba a ser el corazón roto más agonizante de su vida.
Había iniciado de la forma en la que todo iniciaba: Un atisbo del personaje en cuestión mientras cruzaba por el campus.
Denki se detuvo en el acto y de haber sido más dramático se habría llevado la mano al corazón para exclamar al aire "Virgen Santísima, han abierto las puertas del cielo y los ángeles se han salido", aun si no era un hombre de fe no debemos dudar que lo habría dicho con el mayor sentimiento del mundo. En todo caso, el muchacho tenía una pizca de control sobre sí mismo por lo que en lugar de orarle a Dios, tomó una bocanada de aire súbito como si acabaran de exprimirle los pulmones y lo único que alcanzó a exclamar en voz alta fue algo muy simple.
—Joputa.
De haber estado en sus cabales Denki se habría dado cuenta de la decena de cabezas que se giraron hacia él pero no tenía ojos más que para la aparición que se había desvanecido a lo lejos.
—¡¿Qué carajos, Denki?¡ —murmuró Sero Hanta, su mejor amigo, que había chocado con él derramando su café por toda su chaqueta.
Tras sacudirse la ropa, destrozar la pequeña servilleta que traía con el café, tirar la taza y volver, Sero se dio cuenta de que Denki seguía en la misma posición con una expresión que, tras tres años de amistad, empezaba a resultarle conocida.
—No de nuevo —murmuró sacudiendo a Denki que salió disparado como si acabaran de conectarle la batería y fuera un cochecito de juguete que se mueve solo en una dirección. Por desgracia la visión se había ido y Denki se quedó únicamente con su recuerdo.
Al final fue suerte –o el destino– que se encontrará con la visión que lo había atormentado unos meses atrás –la cual descubrió se llamaba Katsuki– con quien compartía una de sus clases. Una clase que Denki termino reprobando cuando le resultó imposible concentrarse.
Katsuki era...
Y el resto de la frase parecía poner el cerebro de Denki en pausa como si de pronto fuera demasiado estúpido para explicarse así que sus amigos intentaban ayudar.
—¿Es guapo? —le preguntaban.
—Si por guapo te refieres a 'tan guapo que me hace querer tragarme la lengua porque no dejo de mirarlo como pez fuera del agua' entonces sí, por supuesto que es guapo.
—¿Más guapo qué-?
Pero Denki no los dejaba terminar, su respuesta era terminante.
—Sí.
—No te he dicho con quien estoy comparándolo.
—No importa. Es más guapo que cualquier persona que hayas conocido, conozcas o conocerás. Es más guapo que cualquier guapo que nazca en los siguientes ciento cincuenta años.
Por supuesto sus amigos creían que exageraba.
—Tal vez sea bonito, pero-
—Es bonito. Es precioso. Es guapo. Es el puto adonis hecho vida. ¿Has oído hablar de adonis? Bueno, pues en lugar de llamarse adonis debió llamarse Katsuki. En lugar de decir, 'oh, mira, es todo un adonis', la gente debería decir, 'oh, mira, es todo un Katsuki'.
Al ver las miradas incrédulas que sus amigos intercambiaban Denki se limitaba a suspirar. Bien podría haber enlistado todas las cosas que le gustaban de esa cara. Los pómulos altos. La boca de coral. La piel perfecta. Los ojos afilados. La frente alta. Las delicada nariz. Podría haber enumerado todas las armonías que encontraba en ese rostro cincelado, o los pequeños detalles que lo completaban. Podría haberles explicado que la forma de la mandíbula le daba un aspecto duro y recio, que el tamaño de sus orejas era perfecto para asomar entre las hebras de pelo rubio como secretos que esperan ser descubiertos, que la forma de sus ojos le conferían una intensidad a su mirada que te hacía estremecer. Sí, Denki podría haber dedicado horas a describir cómo la diminuta cicatriz que le cruzaba la ceja izquierda le daba a su cara un aire único y absolutamente hipnótico. Y todo habría sido en vano porque no habría podido explicarles que esa cara era tan solo la punta del iceberg.
—No es para tanto —decían y él se limitaba a dejarlo pasar.
Es posible que la adoración que Denki sentía por las caras hermosas formara parte de una habilidad nata para detectar lo que se escondía más allá de simpe vista, o es posible que a lo largo de los años Denki cultivara una habilidad única para detectar voluntades asombrosas ocultas tras sus máscaras mortales. Es imposible saberlo, lo único que parecía claro era que la belleza y singularidad de Katsuki habían tocado la fibra más sensible de Denki y que este había sido incapaz de resistir su llamado.
En ocasiones, ante la insistencia de sus amigos, intentaba explicarse.
—Es guapo, ¿sí? Tiene estos pómulos perfectos que te hacen creer en la mitología griega y su boca, que armoniza perfectamente con su cara-.
—Yo creo que tiene los labios muy delgados.
—¿Y? ¿Lo has visto fruncir la boca cuando algo no le parece? ¿Lo has visto sonreír? Tiene dos sonrisas, varias en realidad, pero hay dos que son automáticas. Una sonrisa burlona que tira su cara hacia un lado y te hace querer preguntarle qué no le parece, y la otra es una sonrisa satisfecha, que pone cuando el profesor le da la razón o consigue ganar un argumento. Y dios, vaya, si te mira y te sonríe, lo que quieres es sentarte primer y asegurarte de que aún te late el corazón.
—Yo creo que tiene los ojos muy separados.
—¿Y? En su cara son perfectos.
—También tiene las cejas raras.
—Enarcan perfectamente sus parpados.
—Y sus pestañas son muy cortas.
—Así es más fácil ver sus ojos. Su ojos, dios mío, alguien debería ponerle un aviso en la cara que diga, 'cuidado, una mirada puede matar'. Tiene los ojos más impresionante que te puedas imaginar. Brillan cuando se esta burlando y se oscurecen cuando se enfada, carajo, a veces solo te miran y sientes que la sangre se te sube a la cabeza.
Sus amigos nunca parecían convencidos.
—Tiene una cara más o menos agradable, pero nadie puede negar que su carácter es espantoso.
—¿Sí? No lo sé. Supongo. Tiene la manía de decirte las cosas de frente, no le gustan las estupideces y tampoco acepta las excusas, y siempre carga con esta intensidad que te hace pensar que todo es una cuestión de vida o muerte. Te hace pensar que estas ante un reto, que estas siendo evaluado y... carajo, vaya si la sensación no te hace querer saltar y reír y decir, 'sí, mírame, mírame porque voy a demostrarte que puedo'. Es querer su aprobación y al mismo tiempo demostrarle que no la necesitas y que te ha subestimado y todo. Es querer conocerlo, sumergirte en esa energía que desborda y averiguar hasta dónde llega. No sé.
Y la verdad es que no sabía qué más decirles para hacerlos entender. Habría dado todo por mostrarles la intensidad que veía en Katsuki, el misterio, el potencial, la poderosa presencia que se agitaba tras esa cara que para él parecía extraordinaria, pero a lo largo de toda su vida había tenido dificultad para explicarse y había aprendido que a veces no había explicaciones suficientes para hacer que la gente te entendiera así que se resignaba a que sus amigos lo miraran con pena y una ligera consternación pues todo sabían que a la larga ese enamoramiento terminaría, en el mejor de los casos, con Denki comiendo helado directamente desde un envase o, en el peor, con una nariz rota.
[...]
El momento de la verdad ocurrió un viernes, a menos de tres días de cerrar el ciclo y tras terminar con el periodo de exámenes. Denki se había pasado la clase viendo a Katsuki y recordando la primera vez que se había parado frente a un chico para decirle 'Me gustas'. En esa ocasión el rechazo no había dolido tanto como el golpe porque la realización de sus intenciones no había sido clara en ese momento, conforme fueron sucediéndose los rechazos el dolor de estos iba equiparándose con los ocasionales golpes que había recibido.
Su vida romántica no siempre había sido trágica, había tenido un par de novias y un novio a lo largo de su adolescencia, bonitos y candorosos que le habían enseñado mucho sobre sus anhelos y el mundo que lo rodeaba, pero ninguno de ellos había reverberado en él de la misma forma que lo hacía Katsuki. Y por ello Denki estaba considerando seriamente en confesarse. Suponía que era importante, la única forma en que iba a poder avanzar sin remordimientos; el problema era el explosivo carácter de Katsuki porque si resultaba que no apreciaba que los chicos le dijeran guapo Denki iba a terminar con algo más que una nariz rota.
Esta meditando seriamente si una confesión pública matizaría la posible reacción negativa de Katsuki o si tener espectadores lo obligarían a defender lo que muchos hombres consideraban "su honor", cuando una sombra se paró frente a él devolviéndolo a la realidad. Al alzar los ojos se encontró con su crush mirándolo desde toda su altura con esos ojos castigadores capaces de hacerte temblar.
Fue un momento único porque si bien Denki había pasado meses mirándolo de lejos –memorizando sus gestos y cada uno de los pequeños detalles de su cara– nunca lo había tenido a menos de un metro de distancia y la sensación lanzó a su cerebro a una pista cargada de electricidad sin frenos de ninguna clase. Sus sentidos sufrieron una descarga, podía oler la suave colonia, sentir su presencia al alcance de la mano y en apenas un vistazo su mirada tomó nota de su vestimenta impecable, la forma como resaltaba su cara asombrosa y la ligera mueca en su boca que parecía una mezcla entre enfado e impaciencia.
—Joder —dijo en voz alta pues su falta de filtro seguía siendo uno de sus peores defectos—. Me gusta tu cara.
Una declaración simple que no englobaba todo lo que Denki habría querido compartir con él y que resumía terriblemente la clase de interés que sentía, pero que resulto ser la única idea que su cerebro estúpido parecía capaz de elaborar. Al ver que Katsuki fruncía el entrecejo supo que había cometido un error y que iba a necesitar una bolsa de hielo para evitar la hinchazón, pero en lugar de indignarse o gritar Katsuki metió las manos en los bolsillos de su chaqueta mientras inclinaba la cabeza hacia un costado. Su boca seguía torcida en la misma mueca impaciente.
—¿Es todo? —preguntó con cierto tedio.
—¿Cómo?
—¿Es todo?
—¿Qué? —no, el cerebro de Denki seguía dando vueltas en la pista y los pensamientos complejos parecían estar fuera de su alcance.
Katsuki tomó aire con calma –las aletas de su delicada nariz se expandieron y al enderezar su cara los mechones que hacían de flecho volvieron a su lugar cubriendo parcialmente esos bellísimos ojos, Denki tuvo el buen tino de no abrir la boca y babear–, y después lo soltó en un suspiro harto.
—Le prometí a Mina que no iba a pegarte pero lo haces muy difícil cuando no dejas de poner esa cara de estúpido.
—¿Mina? ¿Hablaste con Mina?
—Y con Sero.
—¿Sero?
—¿Quieres dejar de repetir todo lo que yo te digo?
—¿Eh? Sí, lo siento. Espera —alzó las manos, sacudió la cabeza como si eso pudiera despertar a su cerebro y volvió a mirar a Katsuki—. Volvamos al principio, ¿quieres?
—Aún seguimos ahí.
—Lo que quiero decir es, ¿conoces a Mina?
—Va a una de mis clases.
—¿Y a Sero?
—Vino con ella hace unos días.
—¿Mina y Sero hablaron contigo?
—¿Qué es esto? ¿Por qué estás repitiendo una pregunta que ya respondí? Agh, olvídalo.
Se dio la vuelta y apenas vio el movimiento Denki saltó de su asiento casi subiéndose al pupitre para sujetarlo de la chaqueta.
—Espera, espera, espera, dame un momento.
Katsuki se detuvo y volvió a girarse hacia él, seguía teniendo el ceño fruncido y los ojos le chispeaban con los primeros destellos de enfado. Denki intentó no babear.
—¿De qué hablaron Mina y Sero contigo?
—Me dijeron que tú querías hablarme y que por favor aceptara escucharte, después fueron muy enfáticos en advertirme que no te pegara.
—¿Ibas a pegarme?
—Ellos parecían creerlo, por como lo dijeron me hicieron creer que ibas a ofenderme, y de haberlo hecho te hubiera pegado independientemente de lo que ellos me hubieran advertido.
—Pero no me pegaste.
—No has dicho nada que me haya ofendido.
—Te dije que me gustaba tu cara.
—¿Y?
—Me gusta tu cara.
—Ya lo dijiste y por eso te pregunte si eso era todo. Si es todo me voy, tengo cosas que hacer.
—¡No!, espera, lo que intento decir es que me gustas.
Katsuki no dio señales de ira o repudio; en cambio, ajustó la cinta de su mochila y lo miró.
—¿Es todo?
—¿Me has oído?
—Me has mirado todo el semestre, tu declaración no me sorprende. Además, si te gusta mi cara es lógico concluir que te gusto, tampoco hay nada novedoso ahí. Y como no has dicho nada más que una afirmación sobre mi apariencia, repito, ¿es todo?
Era una reacción completamente inesperada, en su sorpresa el cerebro de Denki se tropezó en la pista, dio una serie de volteretas y se estrelló contra las líneas de protección imaginarias que circundaban su cerebro. Al ver que el raciocinio y la lógica se encontraba fuera de combate, el corazón y el impulso se pusieron al volante.
—¿Todo? —dijo en voz alta desbordando incredulidad y asombro—. Si pudiera decirte exactamente todo lo que pienso de ti se me acabaría el año y el siglo. Joder. Decirte guapo es quedarse corto, quiero sentarme y mirarte no porque me gusten tus pestañas, que son bonitas, sino porque me gusta como tus ojos se entrecierran cuando estudian algo interesante. Me gusta tu boca, como se tuerce y como sonríe, he contado al menos cinco tipos de sonrisas, pero no he visto verte sonreír de felicidad. O de placer. No puedo imaginarme qué cara pondrás si te beso o si te tomo de la mano o si te sorprendo, y no puedo imaginármelo porque sé que no le haría justicia. Imaginármelo no es suficiente. Quiero ver el placer en tu cara y la felicidad en tu boca. Quiero conocerte a ti, no por tu cara, sino porque te miro y pienso, 'esta es una persona interesante que me gustaría conocer'. Eres guapo, guapísimo, pero cuando te miro lo único que puedo pensar es en ofrecerte todos los secretos que tengo para ver que impresión causan en ti. Quiero dejar una huella en ti de la misma manera que me has marcado a mí. Hay algo en ti que me hace querer buscarte y mirarte y tan solo adorarte. ¿Eso es suficiente? Porque puedo seguir.
Katsuki había vuelto a fruncir el entrecejo y su expresión era adorable, tan adorable que Denki sintió que el corazón le crecía tres tallas.
—¿Quieres hacer todo eso por mi cara?
—Y por tu voz y por tus manos y por la pequeña cicatriz que tienes en la ceja y por tu pelo y tus orejas. Por todo lo que eres.
—¿Quiénes te han pegado han recibido una declaración como esta?
Sacudido por una felicidad burbujeante, la sonrisa de Denki fue deslumbrante.
—Ninguno me a dejado pasar del 'Me gusta tu cara'.
—Uhm, no deberías decirles eso a las personas.
—¿Por qué no?
—Porque eso hace parecer que su único valor radica en la belleza de su cara y en nada más.
En ese momento Denki lo entendió por fin y no pudo evitar que su sonrisa se transformara en un gesto de adoración.
—Te juro que lo que me gusta de ti no es solo tu cara.
Desarmado ante su sonrisa Katsuki emitió un suspiro cansado.
—Ya veremos, ¿quieres ir a tomar un café?
Y Denki quería. Lo quería todo, pero con Katsuki aprendió que las cosas debían hacerse con calma.
[...]
N/A
Es canon que Denki le dice a la gente que es guapa, ¿verdad? Gracias por leer
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