Historia V
Sinopsis: En la búsqueda por desmantelar uno de los grupos criminales más importantes de la Ciudad, Katsuki asume un riesgo que termina por estallarle en la cara.
Número de Palabras: 2892
[...]
Tres meses y Katsuki aún recordaba la conversación que había tenido con el contacto de su agencia.
"El grupo sospecha. No de ti, aún, pero ha llegado la hora de tomar una decisión. Te retiras, y evitamos el riesgo de que te descubran, o te quedas a sabiendas de que no podrás ponerte en contacto con nosotros. Estarás solo."
Katsuki no se lo había pensado. Había dicho que sí. Se quedaba, carajo, porque ese había sido su caso durante meses y se había pasado el último año escalando posiciones hasta conocer a uno de los integrantes de la familia Hashibe, dueños de media ciudad y criminales de noche. Se quedaba porque era absurdo tirar un año de trabajo encubierto a la basura por culpa de un estúpido subordinado que era incapaz de mantener la polla en sus pantalones.
Y durante los últimos tres meses su decisión había demostrado ser acertada. Estaba tan cerca de conseguir su objetivo que era cuestión de semanas –días tal vez– hasta que consiguiera su primera estrella, señal de que servía al círculo privado de los Hashibe.
—Antes de que eso suceda —había dicho Haru—, tienes que demostrar lo que vales.
Haru Hashibe era el tercer hijo de la familia que controlaba la mayoría de los bares de la ciudad y, por gracia del cielo, un gay enclosetado que disfrutaba rodearse de hombres apuestos. El subordinado, que ahora yacía tres metros bajo tierra, los había presentado una noche meses atrás y eventualmente eso había permitido que Katsuki consiguiera trabajo como uno de sus guardaespaldas.
Y aunque al principio había maldecido su suerte pues Haru era un juerguista de primera que vivía en la noche y parecía no tener control sobre los asuntos familiares, pronto había quedado en claro que tras su fachada pueril se escondía un tiburón feroz. Haru era, y esto era importante, el segundo pilar dentro de la familia y si Katsuki se ganaba su confianza estaba seguro de que lograría introducirse activamente en el grupo. Parecía inevitable.
La nota que recibió la mañana del miércoles decía todo lo contrario. Estaba metida en el sobre de una compañía de seguros y solo tenía tres frases.
"Peligro. Espera instrucciones. Aleph"
Quemó la nota y lanzó los trozos a la taza del baño, después tiró la correspondencia abierta –incluido el sobre y la hoja con las ofertas de la aseguradora– y saco la basura a sabiendas de que a veces la familia enviaba a alguien a husmear entre ella. Después se sentó a fumar.
Reconocía el nombre Aleph, era uno de los clubs de acompañamiento favoritos de Haru porque incluía un catalogo de hombres. Solían visitarlo una vez cada semana, usualmente en viernes. Por eso fue rarísimo cuando esa misma tarde Haru lo despidió de temprano.
—Vete. Ponte algo decente que nos vamos al Aleph.
Kasuki obedeció. Detestaba esas salidas porque en lugar de utilizar la ropa discreta que componía su uniforme durante el día, mientras acompañaba a Haru a sus eventos sociales y de negocios, su jefe lo obligaba a utilizar ropa incomodísima. De hecho, apenas fue contratado Katsuki se vio arrastrado hasta el centro comercial más cercano bajo la excusa de conocer el tipo de uniforme que Haru quería para sus eventos nocturnos el cual incluía pantalones de cuero apretadísimos que lo hacían sudar.
Y esa noche no fue la excepción. Con pantalones de cuero, sandalias de diseñador, y una chaqueta negra que le rozaba las costillas, Katsuki espero frente a su apartamento hasta que el coche de Haru se detuvo junto a la acera.
—¿No tienes curiosidad? —pregunto Haru cuando Katsuki aceptó el vaso con whisky que le ofrecía.
—¿Sobre qué?
—Sobre porque estamos yendo al Aleph.
—Vamos todos las semanas ahí.
—Esta vez es una ocasión especial —y al decirlo le ofreció una sonrisa aunque se negó a decirle más.
Al llegar entraron por la puerta lateral como hacían siempre y antes de que Katsuki se alejara para hacer su inspección de costumbre Haru se lo impidió.
—Te dije que es una ocasión especial, deja que los otros se encarguen de eso.
Así que Katsuki se quito la chaqueta revelando la camiseta de tirantes negra que llevaba debajo –la cual dejaba a la vista sus hombros trabajados y sus brazos torneados– antes de escoger un lugar en el acolchonado sofá con forma de semicírculo que ocupaba casi todo el espacio en la sección privada del club.
Las dos meseras –una rubia y otra morena, ambas en minivestidos y delantales blancos– trajeron bocadillos, una botella y cuatro vasos. Haru, Noel –su asistente–, Ikaru –amigo de Haru– y Katsuki, bebieron y charlaron hasta que la botella se acabo e hicieron traer otra.
Lo cierto es que Katsuki casi no habló, se limito a responder las preguntas que le hacían mientras intentaba rememorar las últimas semanas en busca de alguna señal que le indicara el peligro que aparentemente se le venía encima. No encontró ninguna. Y después no tuvo tiempo porque junto con la segunda botella Haru hizo llamar a las acompañantes.
Las primeras dos eran gemelas. El mismo cutis oliváceo, los grandes ojos negros y el asombroso pelo largo que se asemejaban a ríos de tinta sobre hombros desnudos. Olían a perfume y no tenían reparo alguno en deslizar sus estilizadas uñas sobre la tela de sus pantalones. Haru las hizo sentar a ambos lados de Katsuki y durante diez minutos las dejo apretar sus pechos contra la figura inmóvil del rubio.
Las siguientes dos eran absolutamente diferentes. Pelirroja y rubia, una de ellas con piernas tan largas que parecían interminables y la otra con unas caderas redondas tan exuberantes que apretaban los contornos de su vestido amenazando con destruirlo. Ambas se sentaron junto a él deslizando sus dedos por los brazos mientras Haru las veía.
Katsuki bebió con lentitud, haciendo durar cada trago y escuchando las promesas de las mujeres que venían a sentarse junto a él. Los rostros empezaron a confundirse, mujeres parecidas, diferentes, todas ellas bellísimas y envueltas en aromas tan diferentes que el pequeño espacio privado empezó a cargarse de ellos. Cuando las mujeres se acabaron comenzaron a llegar los hombres y después de un rato llego él.
Entre el humo del cigarro y la neblina del alcohol, Katsuki fue bastante consciente de una sola cosa: Nunca había visto a Denki así.
El muchacho vestía unos pantalones de piel que parecían envolverlo como una segunda piel. La pretina estaba tan baja que mostraba los delicados huesos de sus caderas, dejando a la vista del mundo su estómago ligeramente trabajado y su pequeño ombligo. La figura estatuaria de cintura y hombros angostos se componía además de un cuello delgado que hacían juego con sus muñecas esbeltas. Se había cortado el pelo y lo llevaba relamido hacia atrás dejando a la vista sus orejas, y con ellas el pendiente largo que tintineaba cada vez que se movía.
Para rematar el conjunto Denki había decidido utilizar delineador algo que hacía resaltar sus asombrosos ojos como dos gotas de oro fundido. Lo único que era igual en todo ese conjunto era la sonrisa, un gesto seductor que tiraba de su boca como si tratara de ocultar un secreto.
Cuando Haru le ordenó a Denki y a su acompañante que fueran a sentarse junto a Katsuki, el muchacho rubio le ofreció una sonrisa esplendorosa y en lugar de obedecer se paró frente a Haru para charlar con él.
Los ojos de Katsuki se posaron en su trasero, tomaron nota del trozo de piel visible entre la camiseta apretada y los pantalones y ascendieron finalmente hasta la tierna piel de la nuca.
Sus pantalones –de por si apretados– parecieron encogerse una talla.
Al final Denki obedeció y fue a sentarse junto a Katsuki, le pasó una mano por el cuello y uso la otra para delinear los músculos de sus brazos, pero sus ojos en cambio se mantuvieron sobre Haru, quien los observaba. Cuando el tiempo se acabó, Denki se inclinó hacia él para rozarle la mejilla con los labios húmedos y se marchó con su acompañante sin mirar atrás.
Tras ellos vinieron otros y luego más. Hasta que se acabaron y los acompañantes de Haru hicieron traer a sus favoritas junto con otra botella y más comida.
—Bien, Katsuki, este es el momento de la verdad —dijo Haru al sentarse junto a él—. ¿Aún sigues interesado en obtener la estrella de mi familia?
—¿Me la ofreces?
—Todavía no, te ofrezco la oportunidad de ganártela, pero debes saber que una vez que emprendes este camino no hay salida. O tienes éxito o fracasas. Si lo consigues serás parte de mi gente, sino te espera la muerte. ¿Quieres intentarlo?
Tras un suspiro tenso, la respuesta de Katsuki había sido definitiva. —Claro.
—Excelente. Eso es lo que quería oír. Entonces, ¿cuál de las bellezas que has visto hoy escoges tú?
—¿Para qué?
—Para que te haga compañía, por supuesto.
—Estoy bien así.
—Oh, no, no puedes estar solo. Esta es una noche especial. Es la primera noche en tu camino para obtener la estrella de los Hashibe. Tienes que escoger.
Katsuki no tenía que pensarlo.
—El rubio, con el pendiente y los ojos de oro.
—Oh, en cualquier otro día te diría que ese es mío, pero ya que estamos celebrando te dejare tenerlo. Vamos.
Haru lo arrastro por los pasillos hasta otro espacio privado, una vez ahí ordeno a uno de sus guardaespaldas que cuidara la entrada mientras Kastuki esperaba. Denki no tardo ni diez minutos en llegar quien pareció sorprendido de verlo.
—Hey —lo saludo con una jovialidad que no alcanzaba sus ojos, los cuales recorrieron la habitación en segundos—. He traído algo para beber.
Lo empujó para sentarlo en el cómodo diván y después se subió a su regazo.
—¿Qué? —murmuró Katsuki pero fue acallado por la boca de Denki.
Un beso cortísimo que solo tenía como finalidad poner sus caras a la misma altura.
—¿Sabías que te darán una estrella?
—Acabo de enterarme, ¿cómo lo sabes tú?
—Hace unos días nos informaron que habría un desfile de todos los acompañantes y la única persona que puede hacer eso es Haru. Usualmente lo hace cuando van a celebrar, y los rumores dicen que tiene pensado otorgarle la estrella a su invitado. Así que envíe mi informe y espere a que te advirtieran. ¿Sabías que la iniciación incluye un asesinato?
—Por supuesto, usualmente es la ejecución de uno de sus enemigos. Lo supe antes de unirme, ¿qué estás haciendo aquí?
—¿Eres el único que puede hacer trabajo encubierto? Me enviaron para ayudarte y reemplazar a tu viejo contacto. Llevo casi cinco meses trabajando aquí.
—No te había visto.
—Porque me he cuidado de no trabajar los viernes que es cuando ustedes vienen. El plan era cambiar mis horarios dentro de un par de semanas, de esa forma no resultaría sospecho que nos encontráramos de casualidad. ¿No sabías que estaría aquí?
—La única nota que he recibido decía algo sobre peligro e instrucciones. Además del nombre del club. ¿Qué hay sobre eso?
—Todo parece indicar que el Patriarca de la familia se retira. Es un secreto que ha ido tomando fuerza durante los últimos meses, y como ha sido imposible ponerte sobre aviso tuvimos que encontrar otra forma de comunicarnos contigo. Ahí entro yo. Se dice que la sucesión Hashibe no está definida. Todos creen que el hijo mayor se quedará con el imperio pero hay sospechas de que Haru decidirá lanzar un golpe para asumir el mando. Si lo hace serán tiempos difíciles para todos incluidos aquellos que le sirven. Ese es el peligro. Las instrucciones son utilizar su ataque contra la familia para neutralizar a todos los involucrados. Eso es todo. Por ahora tenemos que limitar nuestro contacto, no podemos vernos fuera del club porque Haru te vigila.
—¿No confía en mí?
—Lo hace con todos los que van a recibir una estrella así que evitemos meternos en problemas. Te veré la próxima semana cuando vengan.
Y antes de que Katsuki pudiera responderle, las manos Denki descendieron hasta su pantalón y en cuestión de segundos lo desabrocharon.
—¿Qué estás haciendo? —siseó Katsuki aferrando sus muñecas.
—Si sales de aquí sin la cara de alguien que se ha corrido harás que nos maten a ambos —fue la respuesta de Denki zafándose de él—. Esto tiene que ser rápido. Además, no voy a negar que siempre he sentido curiosidad por ver la cara de Katsuki Bakugou mientras se corre.
La mano de Denki lo envolvió sin dudar y comenzó a trabajarlo con una eficacia que en cualquier otra situación habría sorprendido a Katsuki pero que en ese momento lo hizo lanzar la cabeza hacia atrás y gemir. Sus manos aferraron las caderas que tenía frente a él –tibias y musculosas bajo ese pantalón apretado– y, cuando Denki se inclinó para besarlo, cobraron vida propia para deslizarse por la curva del trasero hasta la parte interior de los muslos.
El alcohol en su sangre y la burbuja de placer que iba creciendo en su estómago tomaron el control. Empujó sus caderas hacia arriba, intentando acoplarse al ritmo que Denki imponía mientras masajeaba con fuerza los muslos decepcionado por sentir simplemente la textura del cuerpo. Una de sus manos ascendió hasta el trozo de piel que había visto antes y se escabulló bajo la playera apretada notando la tersura de la piel que cubría la columna.
Denki gimió contra él y su mano aumento el ritmo con el que lo masturbaba.
Katsuki se corrió con un gruñido bajo, abandonando el beso y apoyando la cabeza contra el respaldo del diván. Estaba recuperándose de la laxitud cuando Denki se bajo de su regazo para después lanzarle la caja de pañuelos que estaba en la mesa.
—Ya sabía yo que tenías sangre en las venas —le dijo Denki guiñándole un ojo— espero verte pronto.
Se marchó contoneando su cuerpo atlético, cómodo en ese pantalón apretado, y tan flexible, pensó Katsuki recordando como se había acomodado en su regazo. Apartó el pensamiento y se limpió para volver a embutirse en sus pantalones apretados y ahora sudorosos. Al salir el guardaespaldas le indico que Haru lo esperaba en el coche.
—¿Te divertiste? —preguntó el hombre apenas Katsuki subió—. No, espera, no necesitas contestarme. Con verte la cara es suficiente.
—¿Dónde están los otros?
—Se han quedado a jugar, además no necesitamos testigos para nuestra charla.
—¿Ahora qué?
—¿Estás emocionado por la estrella?
—Es un honor.
—Lo sé. Uno que no concedemos con facilidad. Debes saber que se vienen tiempos difíciles, voy a necesitar hombres de confianza que me ayuden a mantener el orden en mi mundo.
—Ese soy yo.
—Me alegra oírlo, pero comprenderás que necesito más que solo tu palabra. Todos aquellos que reciben una estrella es porque han demostrado su lealtad, su compromiso para con la familia, y su devoción hacia nosotros.
—Lo entiendo. Sé sobre la iniciación, es lo primero que me dijeron cuando acepte trabajar para ustedes.
—Mi hermano la llama iniciación y para él es simplemente una prueba de aptitud. Un simple asesinato de un enemigo en turno, entre más peligroso mejor. En eso diferimos. A mi me gusta considerarla una prueba de sangre. La demostración de que la lealtad a la familia es más importante que nada en la vida, más importante incluso que el amor.
—Pensé que no creías en el amor.
—No, pero no cabe duda de que ese deseo ciega a los hombres así que necesito una garantía de que eso no pasará contigo.
—Nunca me he enamorado y no pienso hacerlo.
—Eso dicen todos, hasta que sucede.
—¿Qué sugieres?
—Si quieres tu estrella, si deseas unirte a mi grupo, deberás demostrar que el amor no te importa. Para eso escogerás a una persona a la que vas a cortejar durante las siguientes semanas. Debes hacer que se enamore de ti, por supuesto sin decirle nada sobre este trato. O de lo contrario se invalida, y eso, mi amigo, significa tu muerte. Aquí no puedes retroceder o negarte.
—¿Y después qué?
—Cuando se acabe el tiempo tendrás que haberme convencido de que esa persona te ama, sin restricciones y sin excusas. Entonces te pediré que renuncies a ella. Si lo haces, dejaré que te den la estrella.
—¿Solo tengo que dejarla?
Haru no contestó, se limitó a sonreírle como si guardara un secreto. Un secreto que Katsuki se tomó un momento para descubrir recordando todo lo que sabía del grupo.
—La llamas una prueba de sangre, tendré... ¿vas a querer que la mate?
—Eres inteligente, Katsuki, ya sabía yo que entenderías las cosas, pero no. Te pediré que renuncies a ella. Te pediré que me la des y entonces tendrás que sentarte a ver como la destrozo. Ese es el precio que tienes que pagar para alcanzar la cima.
La sangre latía en sus oídos como marejadas bravas, el sudor cubría su cuerpo y notaba los dedos helados.
—¿Cómo voy a escoger? —pregunto con la boca repentina seca.
—Ya lo has hecho —respondió Haru con calma ofreciéndole una sonrisa condescendiente—. Lo cual es una lástima porque me habría gustado probarlo, pero bueno, siempre puedo buscarme a otro que tenga los ojos del color del sol. Ciertamente, Katsuki, voy a divertirme viéndote trabajarlo durante estos días. Ya sabes que me gusta mirar.
Katsuki no respondió, se había quedado mudo.
[...]
N/A Esta idea estaba originalmente planeada para ser una historia larga, pero mi archivo con las notas y el bosquejo de capítulos se perdió escribí lo que conseguí recordar y lo acomode para darle sentido. Me gustaría escribir el fic con propiedad, pero como en este momento no creo poder dedicarle el tiempo que se requiere me limitaré a dejar la idea por si en un futuro puedo retomarla. En ese caso la añadiré a su propio libro. Gracias por leer y votar
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