Historia IX
Sinopsis: Denki no sabe patinar, Katsuki se contrata como su entrenador.
Número de Palabras: 3497
Genero: Fluff.
[...]
Entre las muchas y variadas habilidades –y defectos– que Katsuki posee, existe una veta competitiva tan arraigada que incluso cuando era un mocoso de tres años intentaba ganarle a su madre en eso de los griteríos. El que su madre le contestara de vuelta con una potencia mayor –en lugar de llamarle la atención como se supone que hacen los adultos– solo provocó que Katsuki adquiriera unos pulmones excepcionales, también alimentó su avidez por vencer en cualquier competencia hasta que el muchacho adquirió la terrible actitud de querer sobresalir en todo. Su lema era disciplina, formalidad y constancia. Toda actividad que iniciaba debía ser llevada hasta sus últimas consecuencias pues perder no estaba en su vocabulario, y como podrás imaginarte eso lo convirtió en un muchacho proclive a la frustración y en alguien incapaz de rechazar un desafío; menos aun cuando se lo lanzan a la cara mientras almuerza.
—¡Repite eso, extra!
Monoma sonríe –ese gesto despreciativo y terrible que amenaza problemas– mientras su pandilla del grupo 3B se codea con emoción.
—¿Es que también estás sordo, Bakugou?
—No —repite Katsuki levantándose con lentitud asesina sin apartar sus ojos del estirado rubio que ha tenido la osadía de venir a interrumpirle su tranquila mañana—, pero quiero ver si te atreves a decir eso viéndome a los ojos. Hazlo, vamos. Repítelo.
—Chicos —dice Kirishima que se levanta con los brazos alzados para calmar las aguas—, no convirtamos esto en una pelea.
—No habrá pelea —interviene Kaminari, que pese a venir llegando no necesita que nadie le pida permiso para meter su cuchara—. Dale cinco minutos y Bakugou lo pondrá en el suelo.
Eso hace que Katsuki sonría porque sí –joder– cinco minutos y el bastardo de Neito Monoma estará tragando tierra. Tragará tanta tierra que la vomitará durante meses. Sin embargo, por regla general procura no seguirle la corriente a Kaminari que suele tomarse libertades que nadie más se atreve siquiera a considerar así que finge ofenderse.
—¡¿Cinco minutos, pikachu?!
—Sí, uno para que la partas la cara y el resto para que te rías sobre su cuerpo.
Un minuto, piensa y la idea hace que su sonrisa se agrande porque ese es un reto que le gustaría intentar. No sabe que es más satisfactorio, el disimulado cumplido de Kaminari o la idea de tumbarle los dientes al estirado de Monoma.
—Bueno —dice Kaminari dejándose caer en el banquillo de la cafetería y apoyando los codos sobre la mesa—, entonces qué, Monoma, ¿listo para tu cita con el médico?
Monoma lo ignora con los ojos fijos en Katsuki.
—Ustedes resuelven todo con violencia —dice—, típico de unos monos salvajes.
Un par de años atrás el comentario le habría ganado un estallido en la cara, un rugido de indignación y un ojo morado, todo cortesía de Katsuki. Por suerte en el presente el muchacho ha aprendido –a base de sacudidas y castigos– a controlar su temperamento por lo que alza el mentón y escupe:
—Puedo ganarte en cualquier cosa, copia barata. Cualquier cosa.
—¿De verdad? —pregunta Neito cuya sonrisa parece crecer—, entonces no te importará apostar. Si ganamos tú y tu grupo serán nuestros esclavos durante una semana y si-
—No si, cuando ganemos tú y los tuyos serán papilla en nuestras manos.
Un apretón de manos cierra el acuerdo y finalmente los intrusos se marchan al otro lado del comedor. Katsuki vuelve lentamente a su lugar sin dejar de mirar al grupo de estirados que murmuran al otro lado del comedor mientras Sero no deja de reírse.
—Es obvio que llego tarde —dice Kaminari desenvolviendo su paleta—, ¿qué pasó?
Katsuki lo ignora porque tiene más interés en acabarse su almuerzo y en su competición de miradas con Neito así que es Kirishima el encargado de explicarle la situación.
—¿Recuerdas a la chica con la que coqueteaste hace una semana?
—hmmm.... necesitas ser más específico, ¿la de estudios generales?
—No, la pequeña, de pelo rubio, venía con sus amigas para usar la pista de patinaje que instalaron en los terrenos de la escuela.
—¡Oh!, sí, me acuerdo, ¿qué con ella?
Resulta que la muchacha quedó predada de él, y al volver a casa lo primero que hizo fue contarle a toda su familia que había conocido a un chico guapísimo y carismático en la pista de hielo, "un patinador profesional" les dijo con emoción "y va a la misma escuela que mi hermano".
—¿Su hermano es Monoma? —dice Denki sosteniendo la paleta en el aire y con una expresión de susto autentica.
—Eso, y al parecer la cuestión de patinador profesional le dio en el orgullo porque él ha competido. En fin, que ha venido aquí a retarte a una carrera en la pista de hielo, pero como no estabas ha empezado a meterse con nosotros. Ya sabes como es. Nos ha retado a una carrera en el hielo, creo que lo llaman patinaje de velocidad, no sé pero tú has competido en eso, ¿no? En fin, Bakugou le dijo que se largara pero no hizo caso. Y al final ha empezado a decir que éramos unos perdedores cobardicas y que seguramente solo presumíamos frente de las chicas. Nadie le hacía caso, hasta que empezó a meterse con las habilidades del chico explosivo aquí presente, así que ya ves. Habrá competencia. Cinco de nosotros contra cinco de ellos, gana el equipo que consiga tres victorias.
—Y no serán victorias fáciles —dice Hanta—, los he visto patinar. A su grupo le gusta apropiarse de la pista y lucirse cada vez que tienen horas libres. Yo sé patinar pero lo hago solo como actividad recreativa, así que no cuenten conmigo para darles una victoria, aunque será divertido participar.
—Yo también me apunto —añadió Kirishima— aunque si lo que dice Hanta es cierto no estoy seguro de poder ganar.
—No te preocupes, Kaminari y Bakugou nos dan dos victorias, y traemos a Torodoki que sabe moverse por el hielo, listo. Nosotros participamos pero le dejamos el asunto a los profesionales.
—¿Qué opinas, Kami? —pregunta Kirishima girándose hacia él— ¿crees que Todoroki acepte unirse a nuestro equipo?
—¡No! —responde Kaminari con tal vehemencia que todos en la mesa lo miran— Quiero decir, ¿desde cuándo cedemos a las absurdas peticiones de Monoma?
—¿Qué? —pregunto Hanta
—¡Viene aquí, nos insulta y aún así aceptamos participar en su juego! ¡No!
—¿De qué estas hablando, Kaminari? —dice Kirishima
—No voy a dejar que me manipule de esta forma —dice el aludido levantándose de la mesa de un salto—. ¡Me niego a participar en esta farsa!
Y sin esperar el muchacho se aleja del comedor sin atender los gritos de 'espera' '¿qué mosca te ha picado?' que le gritan sus amigos. El único que no se ha molestado en llamarlo es Katsuki que está listo para volver a clase.
—Si el perdedor no quiere participar que no lo haga —dice.
—Ese perdedor —responde Hanta— es la razón de esta competencia. Monoma ha dejado en claro que quiere que él participe y si no lo hace lo considerara su victoria, ¿es lo que quieres?
Eso basta para que Katsuki lo mire.
—Yo no pierdo —exclama con una calma aterradora.
—Pues entonces averigua que se la ha metido a Kami —responde Kirishima emitiendo un suspiro cansado.
Así que tras rechinar los dientes y chasquear la lengua, Katsuki se levanta para buscar a su presa.
[...]
Entre las muchas cualidades –y desperfectos– que Denki posee, su carisma es, sin duda, lo más llamativo. Que su madre le riera todas sus ocurrencias –en lugar de pedirle que modulara su voz como se supone que hacen los adultos– desarrolló su cura contra la vergüenza y el bochorno, también alimentó su avidez por conseguir la atención del mundo. Lo suyo es un hambre por hacer que la gente lo mire como si fuera especial y por eso cuando la chica rubia –hermana de Monoma– le pregunta si sabe patinar, Denki le dice lo que obviamente ella quiere oír. La adoración que ve en su rostro ante un simple "sí" basta para que él se hunda solito y sin ayuda en ese pantano de mentiras. Lo cual es una muestra clara de que el mundo lo odia porque ni siquiera intentaba ligar con la chica, lo único que quería era matar el tiempo mientras sus amigos se entretenían patinando. Y como el mundo lo odia en lugar de dejar que el asunto se deslice hacia el olvido como tantos otros eventos en los que la realidad le toca la puerta, en esta ocasión todo parece indicar que le tocará humillarse; el mundo se asegurará de eso.
El mundo y Bakugou por lo que puede ver.
—¡Vete! —dice con un hombro contra la puerta de su habitación mientras la persona al otro lado empuja de vuelta—, ¡¿por qué carajos no te vas?!
—¡Vas a participar en esa estúpida competencia, Kaminari! ¡Lo harás aunque tenga que arrastrarte hasta allá personalmente!
—¡No! ¡Me niego y no puedes obligarme! ¡No puedes obligarme!
—¡Tan solo mira! —ruge Bakugou
En ese momento Denki lamenta no haber dedicado más horas a su entrenamiento de pesas, y cuando esa idea cuaja en su mente suelta la puerta y corre para sujetarse de la esquina de su cama mientras el muchacho al otro lado entra con intenciones homicidas.
—¡Suelta! —dice Bakugou sujetándolo de la pretina de sus pantalones y jalándolo hacia la puerta mientras Denki se aferra con fuerza a la que es su única salvación—. ¡Suéltate!
—¡¿Por qué?!
Esa pregunta consigue que Bakugou se detenga, su confusión dura exactamente un minuto entonces decide darle la vuelta para subirse a horcajadas encima de él.
—Muy bien, pikachu, arreglaremos esto aquí —dice colocando su índice sobre la nariz de Denki— por tu culpa tengo a Monoma tocándome los cojones...
—Vaya, no sabía que te llevabas así con él.
—¡Cállate! Vas a participar en esa competencia y vas a ganar así te cueste sangre, ¿lo entiendes? —silencio— ¡¿Lo entiendes?!
—Me has dicho que me calle, ¿no? Pues me he callado.
—¡No te hagas el gracioso conmigo!
—Ajá, te parezco gracioso, ahora no puedes negarlo.
—¡Aghhhh! Vas- ¡ahhhh! ¡¿acabas de lamerme el dedo?!
—O la quitas de mi cara o te voy a morder.
Forcejearon en el suelo, Bakugou intentando pellizcarlo y Denki intentando sacárselo de encima. Sus gritos eran variaciones de 'Quítate', 'Participarás', 'Me niego', todo aderezado con una buena tanda de gritos, maldiciones y pellizcos. Eventualmente Bakugou consiguió sujetarle las manos por encima de la cabeza inclinándose sobre él para mirarlo fijamente a la cara.
—Harás lo que te he dicho —dice en un tono bajo, completamente diferente a sus usuales gritos, lo que permitía apreciar el sonido grave y rico de su voz.
Denki procura tragarse el corazón que repentinamente sentía en la garganta y fue curioso cómo su mente idiota tomó nota de las espesas pestañas que Bakugou tenía o de la maravillosa forma de sus ojos. Y tal vez fuera por lo extraordinario de la situación pero la verdad se le escapó de la boca sin querer.
—No puedo —dice absolutamente hipnotizado por esos ojos escarlata que lo miraban fijamente.
—No me importa si no quieres-
—No, no es eso, es que no puedo. No puedo en sentido No puedo.
Bakugou parpadea, asombrosas pestañas tan clarísimas como la piel de su dueño. A Denki le asombra que nunca se haya dado cuenta, no de que Bakugou era guapo porque esa es una verdad que ha reconocido desde la primera vez que se conocieron, sino que el muchacho es la clase de guapo que hace a su corazón encogerse.
—¿Por qué no?
—Porque no sé patinar.
Y ahí estaba. La verdad que no había querido pronunciar, la verdad que no quería reconocer ante nadie. La razón por la que siempre se apartaba para coquetear con las chicas cuando sus amigos decidían ir a la pista de patinaje.
—¿Qué? ¡No! Siempre estás hablando de-
—Mentira.
—Pero dijiste-
—Mentira.
Bakugou parpadea, sigue frente a él, a tan corta distancia que Kaminari puede ver la textura de sus pupilas. Un rojo escarlata espectacular. En ese momento su estómago –el cual se ha ido encogiendo poquito a poquito con cada minuto que pasa– desaparece, lo hace dejando un hueco dentro de él; un hueco que ahora está lleno con lo que parecen ser mariposas.
—No sabes patinar —repite Bakugou con absoluta incredulidad.
—Nop
—Pero le dijiste a la chica que sabías hacerlo.
—Sip
—Le dijiste que habías competido.
—Y que estuve a punto de participar en las olimpiadas.
—¿Y te creyó?
—Estoy tan sorprendido como tú... erg, creo que se me están durmiendo las manos.
Eso hace que Bakugou reaccione y tome nota de la situación en la que están. Para absoluta sorpresa de Denki el muchacho lo suelta como si quemara y se endereza de inmediato aunque no se quita de encima.
—No sabes patinar —repite Bakugou cruzándose de brazos con lo que parece una ligera sombra rosada en las mejillas.
—Ya te dije que no —responde Denki apoyando su peso sobre sus codos olvidada su intención de quitarse al otro chico de encima—. Por eso no puedo competir.
—Vas a competir.
—Ya te dije que no sé patinar.
—Arreglaremos eso —dice Bakugou mirándolo con la expresión obstinada que Denki ya conoce. Su respuesta es dejarse caer al suelo gruñendo de frustración.
[...]
La única clase de patinaje que Denki ha tomado en su vida finalizó con su pierna en un yeso y desde entonces el muchacho ha encontrado excusas para no intentarlo de nuevo, pero Bakugou es la clase de persona que no acepta un 'no' por respuesta y se ha autonombrado su entrenador apareciéndose a primera hora del día para arrastrarlo hasta la pista de la escuela en una fría mañana de sábado.
—Te das cuenta de que aún si aprendo no hay garantías de que vaya a ganar, ¿verdad?
—Tu victoria no me importa —responde Bakugou con esa indolencia que a veces Denki quiere picar hasta que estalle—. Kirishima reclutó al Doble-Cara y a Pinky para que participen, ella nos dará la tercera victoria. Lo único que necesitamos es que consigas mantenerte en los patines durante tu competencia, es todo.
Denki asiente con lentitud; sopesa la posibilidad de darse a la fuga durante un momento y cuando se da cuenta que Bakugou lo mira como si estuviera leyéndole las intenciones toda capacidad combativa se desvanece entre suspiros cansados. Supone que no se hará daño en ponerse los patines.
Se equivoca, por supuesto.
Ha cometido el error de sentarse en el suelo de madera y cuando intenta pararse resulta obvio que no va a poder así que se gira hasta ponerse de rodillas y avanza a gatas hasta el borde de la pista, ahí utiliza el cerco para impulsarse hacia arriba. Con las rodillas temblorosas –de miedo y no frío– Denki ve a Bakugou deslizarse por el hielo con absurda e injusta elegancia. Absurda porque parece un modelo de la tele e injusta porque no es posible que el mismo Bakugou que grita sangre mientras ataca con violencia desmedida maneje también la habilidad para deslizarse por el hielo sin esfuerzo alguno.
—Presumido —gruñe cuando Bakugou se detiene frente a él sin aspaviento alguno. Se erige como una torre inclemente en sus pantalones de ejercicio y una sudadera gruesa, tan guapo que Denki quiere pegarle.
—Date prisa y entra.
Denki se arma de valor, mira el hielo y supone que no se hará daño si decide entrar. Se equivoca, por supuesto, porque apenas entra su patín derecho se desliza como un jabón en la tina hasta que él termina gimiendo con el trasero en el suelo y todos sus huesos intactos lo cual es una desgracia pues así no tiene excusa para volver a su cama que seguramente en ese momento se estará preguntando a dónde diablos se ha ido su dueño.
—Anda, levántate —gruñe Bakugou y Denki considera seriamente el electrocutarlo.
[...]
Katsuki no es una persona paciente y como ya hemos dicho tampoco entiende la palabra rendirse; sin embargo, en esa mañana de sábado el mundo lo está poniendo a prueba. O es paciente o se rinde, y por primera vez en su vida está considerando seriamente en abandonar.
—Suéltame —gruñe en voz baja en un tono que sus enemigos han aprendido a temer. Denki en cambio se aferra con mayor fuerza a su cuello.
—No —dice con la voz amortiguada en la tela de la sudadera—. Esta pista es una trampa mortal. Es una sádica bastarda. Te he contado de la vez que me rompí-
—Ya te escuché, no necesitas repetirte.
—Pues tal vez deba porque es obvio que no has entendido. Me fracturé el tobillo, ¡el tobillo!, y tuve que quedarme meses en cama sin otra cosa que mirar la tele. Te juro que pensé que iba a morirme de aburrimiento.
—No aprenderás si no te sueltas.
Pero Kaminari sacude la cabeza apretando los brazos que rodean su cuello y Bakugou está demasiado concentrado en ignorar los mechones de pelo rubio que le pican la barbilla como para perder los estribos y deshacerse de él.
—¡Suéltate! —repite tironeando la chaqueta de la lapa que tiene encima pensando que si la victoria requiere paciencia tal vez no valga la pena por mucho que el cuerpo de Kaminari se sienta calientito junto a él.
[...]
Denki había creído que el trasero era un cojín mullidito que servía para amortiguar los golpes, pero tras la enésima caída –mientras se congela de dolor con la mano en la cadera y luchando por ahogar ese latigazo de dolor que le sube desde el trasero hasta la cabeza– empieza a creer que necesita comer más hamburguesas si quiere que ese cojín tenga el suficiente relleno para ahorrarle el dolor de cualquier caída.
—Arriba —dice Bakugou deteniéndose lejos de su alcance y es que el bastardo ha aprendido que si se acerca Denki se aferrará a él con uñas.
—No —dice Denki en cuanto el dolor le permite hablar.
—Párate.
—Ayúdame.
Se asegura de mirarlo a la cara porque su expresión habla por sí misma: 'Si no vienes y me ayudas aquí me quedo'. Sorprendentemente Bakugou va, lo hace maldiciendo y chasqueando la lengua pero va, entonces Denki lo aferra con dedos rígidos negándose a soltarlo, indiferente a las maldiciones y todo lo demás porque cada vez que intenta mantener la vertical sin ayuda termina con el trasero en el suelo así que se agarra a él como poste salvador aferrándolo por el cuello mientras lucha por que sus pies encuentren el suelo y no se deslicen.
—No me sueltes —suplica Denki y Bakugou no lo hace, sin importar las amenazas no lo suelta.
[...]
Son horas y horas de estar practicando y lo único que consiguen es que Denki pueda mantenerse de pie sin que le tiemblen las rodillas.
—Ehhh —dice Denki con emoción cuando lleva tres minutos seguidos de permanecer en la misma posición sin terminar en el suelo—, creo que lo estoy consiguiendo.
Alza los ojos para mirar a Katsuki, el movimiento lo desbalancea y sus pies se deslizan por el hielo. La única razón por la que en esa ocasión no termina con el trasero en el suelo es porque Katsuki reacciona a tiempo para sujetarlo por los codos.
Se quedan así, sujetándose por los codos y mirándose a la cara, tan cerca que es imposible ignorar la presencia tibia que tienen enfrente o la sensación de ropa contra la punta de sus dedos. El frío de la pista ha coloreado sus mejillas y sus alientos se elevan en espirales grises, es delicado y revelador, un momento único que resulta imposible describir con palabras... aunque Denki lo intenta.
—Carajo, Katsuki, creo que soy gay.
Se espera un estallido, una maldición o incluso un golpe, pero no se espera que Katsuki abra los ojos con sorpresa y mucho menos que se sacuda provocando que ambos terminen en el suelo. Otra vez. Solo que en esa ocasión es Katsuki el que termina con la espalda en el hielo y con Denki encima suyo.
—Uhg —dice Denki apartándose de la sudadera— ¿podemos terminar la lección por hoy?
La respuesta que recibe es un gruñido simple, pero en lugar de quitarse Denki sigue mirando el rostro sonrojado que tiene debajo pues está absolutamente encantado con el color en las usualmente pálidas mejillas de Katsuki. Tan encantado que todo control y raciocinio se ha esfumado de su mente, es la única explicación a por qué de pronto decide inclinarse para besarlo.
Un contacto superficial, apenas un roce de labios.
—No cabe duda, soy gay —dice Denki apartándose por milímetros mientras su estómago se estremece de placer.
—Lo dudo —responde Katsuki con una mueca feral justo antes de ponerle la mano en el cuello para hacerlo bajar.
Ese segundo beso es muchísimo mejor, tanto que Denki decide que patinar no es tan mal mientras Katsuki se rinde a la idea de tenerle paciencia al desastre que le ha tocado besar.
[...]
.
Esta idea me la dio Hikari_Roadam en Twitter así que aquí esta.
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