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Flores de fuego (Epílogo)

Seguramente jamás se lo espero. Pese a las circunstancias. Tal vez podría haber funcionado algo de humildad.

Los señores de Cydonia, solo podían habitar en la grandeza. Al memos eso es lo que creian. Todo lo demás era impensado.

Una emboscada dentro del castillo era una locura. Fue así como Christopher llegó a sentir la boca de ese mosquete apegada a su cabeza.
Y se encontraron con hombres que no tenían miedo a nada.

Sam logro evitar que asesinaran a Mike recibiendo aquella puñalada por el. La que por poco le cuesta la vida.

Pero Sam tampoco fue a sospechar la seguidilla de eventos que desataría. Desinteresado. Solo quería ver a su hermana sonreír.

A parte de todos los golpes y heridas que recibieron en la pelea. Mike, a causa de la valentía de defender a su familia, recibió ese disparo. Que le provoco a la fiebre y el sopor durante Días.

La fiebre lo llevo a alucinar.  También evitó los filtros con los que en general se resguardaba de todo posible conflicto interno.
Tan solo el recuerdo de Chérie abrazada a su espalda, montados en ese rugiente y poderoso animal de metal, escapando a toda velocidad por la Costanera, mientras el ocaso se negaba a terminar. La libertad. Esa sensación pura e improbable. Las manos de su adoración sujetándose de su abdomen apegada a él, era una sensación deliciosa y  estremecedora. La absoluta confianza de la pequeña flor lo empujaba a querer ser mucho más.  Mientras podía pensar en la osadía de que todo iba a cambiar. De una buena vez tenía el control sobre su vida. Nadie volvería a gobernar sobre sus decisiones. Juntos eran dueños del mundo.

Despertó con esa imagen en su mente. Algo tan increíble como imposible de llegar a hacer. Pero aunque no tuviera lugar. Ella siempre iba a estar con él.
Lo sabía. Chérie por sobre todo era su razón de ser. Entonces se dio a la tarea de al menos intentar hacer algo al respecto.

Un día antes de la despedida a los soldados, antes de la guerra y antes del amanecer, Mila entro en la habitación de la Reina aún cuando la noche se negaba a morir. - Chérie...- La sacudió en el lecho.

-Que ocurre- Pregunto en medio de un bostezo con la voz ronca por el sueño.

-El Rey te requiere ahora- Contesto apurada señalando el  jarro de agua fresca y el lavatorio.

-Demonios- Reclamó impulsandose sin ánimos para salir de la cama. Era ridículamente temprano para levantarse  o estúpidamente tarde si el dueño de casa pretendía coger. Aunque nunca había un horario definido para eso y en esos últimos días Christopher realmente había estado muy difícil, con la inminente partida hacia la guerra.

Sin ninguna emoción permitió que Mila le ayudará a acomodar el nuevo vestido blanco que más parecía una enagua de noche.

Camino a las dependencias de Sworth, Chérie se encontró con Sam. -Necesito que me acompañes- Le dijo y la tomo de su brazo rodeandola con el suyo.

-Christopher me está esperando-  Lo objeto en medio del sigilo del amanecer.

-Estoy seguro que puede esperar- Sonrió, sin dar pie a negativas. Su hermana frunció el seño. Conciente de que todos estaban más irritables que de costumbre por los preparativos para la batalla. Camino apresurada para seguir el ritmo de Sam, sus pasos solían ser ligeros y sus piernas eran largas.

-¿Que ocurre?- La reina le habl al encontrarse frente a esa puerta que de inmediato se abrió.

Tras la entrada a las habitaciones de Cavendish, Gen y Adam
los esperaban.

-Buenos días...- Estuvo a punto de saludar.

-Preciosa.- Le sonrió. Se acercó a ella y beso su frente en un adorable saludo.

Chérie suspiro. La Diosa sabía que estaba luchando con todas sus fuerzas contra su propio miedo a la inevitable confrontación. Cualquier minuto entonces iba a ser atesorado, aunque la sorprendiera aún antes de que saliera el sol.

-Mi madre me envió ayer, de vuelta, con las carretas de abastecimientos. Un ramo de flores de la reciente cosecha, son para ti...- Le explico Mike encamino a la mesa. En la que habían unas curiosas flores de colores intensos que jamás había visto. -Siempre vivas- Le acerco unas varas con flores.

-Lena les dejo unas semillas a Cora y Charlott- Le explicó Sam. -Dijo
que las necesitarías cuando llegaran a florecer.-

-Bellas- observo detenida las flores de tonos más intensos. Las más brillantes  le recordaban a las llamas rojas anaranjadas del fuego

-Las siempre vivas no se marchitan- Comento Mike mientras ella revisaba la textura de los pétalos, como un exquisito papel satinado. Parecía cosa de hadas. Mágico. Imposible.

-Mi amor por ti tampoco jamás se marchitara- Le hablo acercándose a ella, buscando su mirada.
Sus párpados se abrieron mucho por un segundo, luego un suspiro se le escapó y su mirada inevitable se humedecío. Intento sonreír. Pero con esa mirada triste ese rostro se volvió más dulce.

Ella respiro profundo. Quería suplicar que se resistiera. Que no fuera a la guerra. Pero eso no lo podía solicitar. Sería una cobardía para todo el ejército real, una traición por no apoyar las decisiones del Rey. Un desprecio a la Reina.

-¿Crees que pueda ser eterno?- Mike le hablo más de serca.

Claro que sí quería que lo fuera. Respiro profundo. Sentía la garganta apretada para contestar.

- Une tu vida a la mía - Continuo con voz más grave, sin dejar de verla a los ojos. Y un ligero temblor, lo acusó, de esa tensión, que le generaba la posibilidad de una respuesta que no quería escuchar.

Ella cerró sus párpados un segundo y volvió a respirar.  La mesa. Todo estaba en la mesa. Una copa de agua, la sal, las velas, las flores, un lazo de seda color oro.  Pero quién podía sospechar. Elementos habituales que en conjunto podían significar algo más.

-Mike...- Logro sacar voz en medio de un débil temblor.

-Pase lo que pase. La muerte no nos podrá separar. - Continuó convencido de su afirmación y atento a su mirada.

-Quiero unir nuestras vidas- Ella exhaló sin voz y conteniendose para no llorar. De pronto había vuelto esa imagen que vio entre las llamas en la fogata junto al altar. La arena. Sus pies descalzos, junto a el... Ese vestido blanco. Lo sabia. Algún día se volvería real.

Gen abrió las cortinas y las ventanas a la tenue luz  del fresco amanecer - Aunque no estamos en frente al altar esto debe ser suficiente. - Comento tras la respuesta de la reina.

Mila se acercó a Chérie. Desató el nudo de su capa y se la quito.  Mike observo agradado el bello escote y sus hombros descubiertos.

Luego acomodo una corona de flores confeccionada con siempre vivas sobre su cabeza.

Gen encendió las velas sobre la mesa.

Sam se acercó a ambos ofreciendo esa pequeña cajita que contenía un par de anillos. Mike respiro hondo, tomo la alianza de matrimonio que había elegido para su dulce cereza. Una  discreta argolla de oro  y diamantes engarzados.   Busco sus ojos y le hablo -Chérie este anillo es el símbolo de mi sagrado Amor hacia ti. Tu le das sentido a mi vida. Todo lo que soy es por ti.- Acomodo el delicado anillo que había escogido con detenimiento para ella en su anular izquierdo.

Chérie observo la caja y luego a Sam. No era el momento para objetar. Imagino que  el había escojido un anillo para su cuñado desde el arca de riquezas de la familia Solaire. Después habría tiempo de comentar. 

Era una joya maravillosa. -Mike este anillo es el símbolo de mi sagrado Amor hacia ti. Amo tu sonrisa y tu mirada llena de luz. Sin ellas no quiero vivir.-

A continuación Mike tomo del altar el cáliz de cristal y se lo ofreció a Chérie. Ella bebió un sorbo de agua y luego se lo entrego para que el bebiera, esta acción simbolizaba la forma en que cada uno de los esposos calmará y alimentará al otro.
Adam se preparo para tomar la cinta de seda dorada. Luego se dirigió a los presentes y afirmo -Como las alianzas, el amor verdadero no tiene principio ni fin y los nudos del lazo en el matrimonio, son indisolubles, este es un compromiso eterno.-

Chérie y Mike se miraron a los ojos, unieron sus manos, del mismo modo en que antes en el bosque lo habían hecho Sam y Gen. Formando la figura de un ocho, la cual representa la eternidad. El sacerdote coloco la cinta entre sus manos atándolos

Adam continuo -Incluso si los únicos asistentes a esta ceremonia fueran la Diosa y el Dios, gracias las promesas realizadas en su unión permanecerán eternamente unidos en el amor, reencontrándose en sus próximas vidas.-
Entonces Adam anudo firmemente la cinta, simbolizando una unión indisoluble.

La noche de despedida a los guerreros Chérie se dió a la idea de dejar a Mike en compañía de Mabelle confiando en su promesa.

Mike prefirió no escuchar los comentarios a su alrededor de lo que ocurrió entre ella y Christopher.

Christopher no imagino que ambos estaban lejos de incurrir en cualquier clase de pecado al intimar en la carpa real. Los reyes paganos habían cumplido con sus ritos sagrados.

Cuando Chérie recibió la puñalada de manos de Christopher llevaba su anillo de matrimonio.

Mike no desistió de defenderse en el último enfrentamiento con Christopher. Solo decidió partir en la búsqueda de su amada cereza. Todo estaba acordado. Sam y Gen amaban a Lena y Magnus y habían prometido cuidarlos como a sus propios hijos.

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Héroes - David Bowie

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