81| Abstinencia sin sentido
[Un mes después de la batalla]
- Mi Lord Cavendish...- Gen reaccionó exaltada al encontrarse con Mike. Entonces la bandeja entre sus manos tembló. Los cubiertos golpearon el fino plato de loza.
No logro mostrarse indiferente.
El menú parecía intacto.
-Ella otra vez no ceno.- Suspiro, sin poderse contener.
La verdad, Genevive no sabía que Christopher la vio comer compota de frutas y algunas cucharadas de ensalada. Para ser más preciso, saco algunas hojas verdes del plato del rey y también un par de aceitunas.
Mike la observó por unos segundos antes de continuar su camino. Ya la había escuchado. También a Sam, que estaba preocupado, porque ahora no se animaba a dar ningún paseo por el jardín. Habían días completos a veces tres o cuatro en que ni siquiera salía de su habitación.
-Raíz de valeriana y amapola. - Le solicito a Mila en cuánto entro a su estudio.
-¿Que te quita el sueño?- Le pregunto distraída, estaba preparando una tintura de quién sabe que hierva. La habitación estaba más cálida de lo normal, la brisa al entrar sacudió los atados de las cosechas de flores colgados en casi todo el techo, el sonido de las hojas y el vapor le dieron un toque mágico al lugar.
Mike negó y respiro profundo antes de contestar.- La misma vieja dolencia -
La mirada de la sanadora se cruzó con los ojos de Cavendish. Asintió y tomo un pequeño frasquito de una alacena.
Puso una cucharada de hiervas en una taza, la lleno de agua hervida de una tetera, vacío unas gotas de la mezcla y acercó la bebida al secretario real.
Mike sonrió. Pero se negó a tomar la pócima.
Mila lo vio extrañada. El no dijo nada. Pero dirigió su mirada al pequeño frasco.
Entonces ella cerró los ojos con expresión adolorida. No era lo correcto. No iba a abusar de ese poder. Ya había cometido ese terrible error intentando decidir por los demás. Así como intento decidir Adam. Negandose a su voluntad. Negándole la palabra por esa nefasta idea. La de ayudar de esa forma innecesaria a Anna. Aunque no era su deber. Sin preveer que aquella tarde moriría tratando de proteger a su hermana. Estaba enojada consigo misma. Tan enojada. No quería sentir ya ese dolor.
- Isabey creo que debes descansar.- Le hablo dulce.
-No puedo.- Respondió con la garganta hecha un nudo.
Mike le ofreció esa misma tasa que ella había preparado con sabiduría.
- Déjame cuidar de las dos.- Suspiro sin voz.
Mila bajo la mirada. Intento esconder esa angustia. Era un interés genuino el de Mike. Lo sabía. Siempre estaba dispuesto a meterse en problemas por arreglar sus vidas.
La Sanadora observó la tizana de lavanda y luego de respirar bebió un trago largo.
- ¿Tal vez unos dulces?- Insistió en animarla sacando de algún bolsillo en su chaqueta aquel prolijo atado envuelto en papel mantequilla.
Las cocineras lo adoraban de eso no cabía duda.
Unos bocados de toffee con nueces.
- Llevalos a Anna- Le sugirió al darse cuenta del contenido.
- No son sus favoritos.-
-¿Eso que importa?- Contestó agria- Mientras cumpla el capricho de la princesa-
- Yo también preferiría un mejor destino-
- Tu puedes hacer que ella lo tenga- Insistió en su punto. Esa criatura por nacer tenía un padre vivo y cercano.
-Es tiempo que reclames y aceptes tu derecho-
-Sabes que aunque lo hiciera ya no sirve de nada- Respondió con las mandíbulas tensas. - La mujer de Steve es Scarlett- Recalcó. Y para que continuar con su propia situación.
Mila pensaba todo lo contrario. Ahora en sus manos estaba el cambio de que podía lograr algo nuevo y poderoso.
De pronto la Diosa había puesto todas sus cartas a su favor. Pero en la esencia del bastardo. Poco servía ese giro del destino.
- Tal vez, después de una buena noche de sueño de su majestad, pueda reconsiderar tu argumento...- Intento negociar, sin dejar de ver el frasco de gotas para dormir.
Mila volvió a negar casi imperceptible, había entendido el escondido sentido de su propósito. Después de respirar profundo puso la pócima en sus manos.
-Cinco gotas son suficientes...- Suspiro sabiendo que aunque se las entregaba, era muy difícil que el realmente lo considerara. Su obstinación, ahora le parecía más bien un horrible defecto, que antes, había admirado.
-Siete gotas.- Sonrió casi delicioso. De todos modos había atendido cuando ella preparo la tizana, y si, había puesto cinco, pensando en que era para él, para una mujer de la complexión de Mila o Chérie, solo bastaba tres -Gracias Mila- Después de un ademán se retiró de la habitación.
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La puerta se remeció y antes de que el Dueño de casa diera orden de abrirla, Cavendish había entrado en la habitación real.
- ¿Me acompañas? Necesito un consejo.- Le hablo con esa entonación indiferente, pese a que el hombre estaba medio recostado y la Reina de corazones entre sus brazos.
Posiblemente quien sabía cuántos besos y caricias Christopher le había robado.
Pero Mike alzó la botella e hizo sonar los vasos con intención de llamar su atención.
Hacia semanas, no se habían reunido como era habitual cuando alguien se suponía estaba en problemas.
El embarazo de Anna había complicado las cosas, cortado la comunicación entre los señores del castillo. Lejos estaban los días en que el peor problema que podían tener era haberse enfrentado Sworth y Padalecki por causa de Chérie y Eliza.
- Si mi pequeña me lo permite- Respondió con esa voz casi imperceptible y a la vez vibrante tan cerca.
-Adelante...- Respondió en medio de ese estado de sopor que la mantenía en una especie de limbo. La melancolía de verdad la había atrapado. No era un secreto para nadie, ya había transcurrido una luna desde la partida de Adam y no podía desechar esa tristeza de su corazón.
Tanto era el desánimo que incluso dulce y caballeresco se limitó a respetar su duelo sin intentar acercamiento alguno. Quien iba a sospechar que Christopher solo decidió esperar a que mejorará su humor.
-Y si su alteza me permite...- Camino a la gran cama del rey y alcanzo a Chérie un ramo de rosas miniaturas. - Los paisajistas imaginaron que nuestra señora querría apreciar por si misma la última adquisición para la renovación de su exclusivo jardín .-
Durante las últimas semanas todos los hombres disponibles se habían dedicado exclusivamente a reparar todo el castillo y la ciudadela tras el gran terremoto. Mike por su parte no escatimó en gastos para deleitar a su amada, si con ello lograba levantar su ánimo.
Las rosas eran tan pequeñas que parecían cosa de las hadas. La mirada de Chérie pareció cambiar a causa de esa caprichosa belleza. De inmediato descubrió que a pesar de su tamaño eran muy aromáticas.
-Gracias mi Señor Cavendish- Le hablo con un tono más despierto. Cómo volviendo a la realidad.
- Cómo siempre es un honor mi Señora- Contestó y vio a Christopher que ya había calzado sus zapatos.
Minutos más tarde Dean se enderezó en su silla al ver llegar a sus amigos.
Steve Lucía perplejo, ante la idea. Habían transcurrido días muy poco amenos para su costumbre.
- ¿Y cual es el problema?- No tardó en preguntar. Algo ansioso.
El capitán había estado deseando una reunión de camaradería.
Mike sonrió. Porque aún faltaba un miembro del club. Sam, por alguna razón extraña, había demorado.
Entonces antes de que Ackles siguiera
hablando Mike puso sobre la mesa los tres vasos y enseguida los lleno de coñac y se los ofreció a sus amigos.
- Principalmente. Aunque mi voluntad insiste en mantenerme ajeno. Es el futuro de Anna.- Comento con voz rasposa y Dean se atoro con este trago largo. De inmediato las miradas cayeron sobre Steve.
-Tenías que preguntar ¿verdad?- Le habló con marcada ironía el príncipe de Cydonia a su hermano.
-¿Que piensas hacer?- Pregunto Sworth luego de volver a dejar el vaso sobre la mesa.
-¿Que quieres que haga?- Contestó con esa seriedad habitual.
-Sabes el desprestigio que causaría...- Respondió El Rey...
-Sin tener que indicar, que el adulterio y el concubinato está penado por ley- Comento Dean. Que de verdad, no parecía estar enfocado en el conflicto o más bien, estaba ajeno a la verdadera intención de ayudar a su hermano.
-¿Adulterio?- Steve observó con ira a Dean. -De verdad tu vas a acusarme a mi....?-
Ya sabían de lo que hablaba. No era necesario repetirlo. Pues al tercer día después del funeral de Adam, durante el desayuno el comentario de la Señora de la casa los hizo poner los pies en la tierra. -Dios quiera que el orfanato haya resistido. Tal vez lo lograron o ya habríamos tenido noticias-
Dean y Mike cruzaron miradas, habían olvidado por completo esa responsabilidad que se quedaba siempre rezagada como si fuera posible prescindir de esas damas.
Después de dar las órdenes a los hombres para continuar a con la reconstrucción del castillo.
Una cuadrilla de hombres salió a todo galope en dirección al castillo de Aeval. Que quedaba a tal vez una hora de la casona de Lady Dove.
A Mabelle se le cayeron las lágrimas de ver en frente al capitán de ese modo inesperado, consciente de su posición, bien lo sabía, que ella no se encontraba en la lista de prioridades del reino. Aunque había escuchado rumores del triunfo en medio del terremoto. Nada iba a ser creíble mientras no lo comprobará por ella misma.
El no espero para abrazarla y besarla en medio de su sorpresa. Así como su manos demandantes la acercaban firmes hacia el.
Con esfuerzo llegaron a una de las pocas habitaciones que habían quedado intactas procurando el mínimo de privacidad. A tirones se deshizo del sencillo vestido de la Meretris. La pasión se desbordó entre ambos y agradeciendo a la obra divina de saberse vivos y uno del otro. Sin juicios ni reparos. Sin falsos protocolos. La espigada dama de cabello rizado solo cerró los ojos al contacto de sus dedos, esa dulce y cálida caricia sobre su pecho desnudo. Se permitió estremecer entre sus brazos. Mientras que Dean por fin, por un momento podía mandar todo al demonio, porque ya nada importaba más que ella.
- En hora buena...- Le hablo Mike a Sam quien venía entrando a la habitación.
El grandote levantó esa canasta algo avergonzado al descubrir todas las miradas sobre el.-Gen insistió en que trajera estos bocadillos. Creo que después de la última resaca ya no está de acuerdo con estas reuniones.-
Todos sin excepción se habían sobrepasado de copas honrando la memoria del irremplazable guardaespaldas de la Reina, después del servicio fúnebre.
Sam contrariado evitó comentar que su mujer, le había quitado una botella de las que había sacado de su propia alacena.
-Bendita mujer- Sonrió Mike pensando en Gen, lejos de hacerse problema. Comenzó a inspeccionar la canasta y no tardó en descubrir aquella tartaleta de aceitunas - ¿Tienes vasos verdad?- Pregunto acelerado indicándole la botella, que parecía estar esperándolo impaciente.
Padalecki le alcanzó un par vasos y termino de servir el resto de la primera botella, no sin antes rellenar los vasos de sus amigos.
-¿Me perdí de algo?- Preguntó llevándose el primer trago a la boca.
-Solo que acabamos de descubrir que el Capitán está pecando de adulterio y Steve convirtió a Anna en su concubina- Respondió Mike.
-Ambos actos penados por la ley de Cydonia. Así pues, si no me equivoco, ¿Anna y Mabelle deberían morir a pedreadas?- Continúo Sworth consultando a Cavendish con esa entonación sarcástica.
- Exactamente su majestad- Respondió Mike solemne, negándose a prestar atención a la repentina palidez del capitán y sus ojos desorbitados.
-Hace tan solo dos o tres lunas estabas dispuesto a morir quemado vivo defendiendo a Mila y Genevive de las acusaciones de brujería ¿y ahora quieres que Mabelle muera a pedreada?- Dean objeto de inmediato. Sin filtro alguno, ni siquiera imaginando su propia estupidez o el sopor del nulo entendimiento.
-Tu eres el que nos recordaste los términos de la Ley de Eastland...- Sworth respondió atajando esa sonrisa. Por muy ley de Eastland, estaba lejos de aprobar ese tipo de futuro para ambas queridas amigas.
-Eres un verdadero imbécil- Steve le hablo entendiendo sin atajar esa carcajada.
Sam negó incrédulo o negandose a aceptar lo obtuso que resultaba el capitán a veces, con esa obsesión de seguir las reglas.
- Si. Lo eres.- Mike le dio una cálida palmada en la espalda a Dean.
-Más bien yo creo que el hombre no está pensando con la cabeza- Objeto Christopher, desde ese punto de vista, claro últimamente, algo en el capitán había cambiado.
-Yo en su lugar tampoco lo haría- Aseguro Sam un poco más amable, imaginando que era Mabelle la situación a la que se refería.
La euforia con que había vuelto luego de ir a inspeccionar como había quedado el castillo de la Condesa, luego del terremoto era revelador por sí solo. Así como las inspecciones que realizó en las obras de reconstrucción cada viernes por esas últimas semanas.
-Yo creo que ninguno. Pero ese no es el problema en cuestión. Aunque de verdad, sea el hombre el encargado en hacer cumplir la ley.- Comento con un dejo de ironía Cavendish y volvió a llenar los vasos.
Christopher lo observó detenido.
Sam rebanó un trozo de tartaleta.
Cavendish había convocado la reunión y se estaba demorando muy poco en abordar el tema.
-¿Cual es la situación?- Pregunto el rey.
Mike cerró los ojos, trago aire de forma dolorosa. Sintió que se le revolvía el estómago.
-La casa Windsord está de luto. Jake falleció una semana después del terremoto.- Comento mirando su vaso.
Sam lo observó cómo si de verdad no hubiera tenido idea. Pero ya sabía más de lo que todos imaginaban.
-¿Y cual es el problema?- Pregunto Steve extrañado. A su entender era muy clara la situación entre el Duque de Cambridge y el secretario real.
- Mi Padre está dispuesto a brindar su patrocinio y protección a Anna en su condición si yo acepto públicamente llevar su apellido- Respondió mirando de reojo a Steve.
-¿Condición?- Pregunto el Benjamín de la familia Duncan.
-Es de total conocimiento que los guardias son muy poco discretos mi Señor Sworth- Continúo con un tono más mordaz dirigiéndose la mirada al marido de Scarlett- Y las damas, en esta clase de situaciones de peligro... Gritan más de lo necesario. Solo pueden estar aterradas.-
Alguien probablemente escucho a Scarlett o Anna histéricas, en medio de la sacudida tratando de ponerse a salvo. El estado de preñez de la dama de compañía. Había gente de Windsord en el castillo ese día.
-¿Y cual es el problema?- Le pregunto Christopher, dejando de lado todas las banalidades.
- Yo no le debo nada a ese hombre-
-Por el contrario, el te debe todo- Comento con esa voz llena de sabiduría.
- Voy a reconocer a ese niño. No te sientas obligado por mi- Interrumpió Steve. La mirada de Christopher se volvió dura sobre los ojos de su cuñado.
- Es lo correcto. Y lo que quiero.- Continuó.. Pero sus palabras de su cerebro a su boca se enredaron. Las gotas de la sanadora estaban haciendo efecto.
Tanto como la sedada reacción de Christopher.
Los tres primeros vasos estaban preparados con una doble ración de la receta secreta de la Sanadora.
Ninguno noto algo en particular cuando bebieron luego de que Mike ofreciera los tragos.
Por muy generoso que intentara ser, a Christopher aún le costaba aceptar que Scarlett fuera humillada públicamente, peor aún, sabiendo que los implicados eran los dos seres que adoraba con devoción. -¿Entonces que vas a hacer mi querido Mike?- Vibro bajo su voz mientras sus ojos revelaban la avergonzada esperanza de que una vez más su amigo optará por alguna clase de sacrificio, para el bien común de todos.
-¿Si aceptas en que clase de posición quedarás frente a la corte?- Le pregunto Dean intentando confirmar el supuesto que ya estaba en su cabeza.
- Creo que por fin todos seríamos iguales- Se adelantó en comentar Sam, quien había preferido hasta el minuto permanecer en silencio.
-Eso no es lo que me importa- Contesto después el Bastardo.
Pero no era un tema a menospreciar. La Casa Sworth permanecía como la más fuerte entre todas las familias del reino, gracias a sus poderosos aliados.
Empezando por los Príncipes Highlanders, la alianza Francesa, la lealtad de la casa Padalecki y Romanov, y por supuesto el hábil manejo de los asuntos de estados del secretario real.
Tan hábil, si decidiera reclamar los recursos de su padre, hasta podría poner en problemas al reino completo. La casa Windsord era tan poderosa económicamente, que Cavendish incluso podría reclamar la corona.
- Michael simplemente solicito mi ayuda porque el tiempo se le agota y no tiene otra solución. Sin herederos los Cambridge tendrán que dividir sus arcas entre todas las víboras de la corte y entregar un tercio de la fortuna a la corona, con lo que desaparecería por completo su linaje y poder- Mike forzó su garganta al hablar, recordando la desolada mirada que tenía su madre cuando llegó al orfanato. Para evaluar los daños que había sufrido y revisar de qué modo podrían los reyes ayudar a mejorar la situación.
Ella estaba devastada. Por causa de esa visita inesperada. Mike nunca imaginó. Que el mismo Michael esa mañana, una o dos horas antes ya había llegado a la casa que en otra época feliz perteneció a la madre de Christopher, cuando ellos eran tan o más jóvenes que las mismas damas y caballeros del castillo y solo sabían de días llenos de sol, vino y diversión.
La mirada de Mike se quebró al encontrarse con el hombre. Intento mantener el control. Sin ser su voluntad termino por escuchar la propuesta y la súplica de su madre quien lo cuestionó al enterarse del estado de su hermana.
Emma; Charlotte en otra época; rogó por su compasión. Negándose a que su hija sufriera el mismo final que ella vivía en esos días. -Es tu deber y tu derecho- Insistió en su argumento. Aún sabiendo el profundo dolor que estaba causando en su propio hijo.
- Cambridge entrego una generosa suma de dinero al orfanato para cubrir su total reparación, pronto ya no será un secreto las intenciones de Michael- Continuó amargo el príncipe bastardo.
- Reclama tu derecho mi querido Amigo- Le ordenó Christopher con esa voz llena de somnolencia, terminando en un profundo bostezo - Quien sabe, incluso encuentres una Dama que logré aguantar tus locuras y quiera acompañarte el resto de tus Días...-
- No quiero renunciar a mi apellido. Si hay alguien quién entiende de términos legales soy yo - Respondió Cavendish.
Christopher se quedó en silencio tras el último argumento. Intentando encontrar el equilibrio para la situación. Pero el alcohol ingerido nublaba su pensamiento. Estaban en un punto ciego. Sin salida aparente.
Mike miro de reojo a Sam cuando Steve terminó por cerrar los ojos y cabeceó como si su cuello ya no pudiera sostener su cansancio. -¿Algo más de Coñac?- De inmediato le pregunto a Christopher cuando ya estaba llenado el vaso de la tercera botella que acababa de destapar. Le alcanzó el vaso y también lleno el suyo. -Espero que pronto vuelva Pietro, la última recerva de vodka la escondió nuestra querida Mila alegando que es el alcohol perfecto para conservar sus brebajes. No entiendo cómo puede desperdiciarlo de esa manera-
-Así Isabey tendrá algo en que entretenerse y nos dejara tranquilos para atender nuestros asuntos- Dean comento al borde de una carcajada.
Christopher soltó la última carcajada apoyando a cabeza en el respaldo del sitial y de la carcajada paso directo a ese profundo y grueso ronquido, digno del rey de la sabana africana.
-Creo que ya es tiempo de volver a la cama- Comento en medio de un bostezo Dean haciendo un esfuerzo por mirar a sus amigos.
Dean se quedó viendo no muy convencido a Steve luego que Sam se dispusieran a hacer lo posible por levantar a Christopher.
- Es mejor que tú ayudes a tu hermano- Le indico Mike. En la experiencia, Steve era mucho menos problema después de pasarse de copas que Sworth.
Y salieron del salón de asambleas. Caminando a tientas, perdiendo el equilibrio y dirección. Aún faltaban muchas escaleras por subir. Y Steve sentía que el castillo se estiraba y retorcía, sin ningún respeto por las leyes de la física.
Pero los muchachos no estaban muy atentos al conocimiento médico, incluso Mila quien era la más apta para recetar pociones y brebajes, no sospechaba los efectos de la mezcla de Valeriana y Alcohol, jamás lo usaba de forma indiscriminada.
Christopher parecía un peso muerto.
Sam miro por un segundo desde el otro costado del Rey a Mike con el ceño fruncido y se pregunto como demonios era que siempre El Rey Bastardo lograba convencerlo de todas sus patrañas.
Después de ver a Dean desde el otro lado del pasillo empujar a Steve a la habitación de la princesa y la concubina, Mike y Sam parecieron sacarse un peso de encima. Minutos más tarde se cimbraba la puerta de la habitación del rey.
Chérie se despertó exaltada. Y vio a los guardias empujar la imponente madera permitiendo entrar a los caballeros cargando en sus hombros al rey.
Luego de acomodarlo en el catre Mike observó a Sam esperando la seña para asegurar que los guardias ya no estuvieran cerca de la habitación.
Cavendish entonces derramó sobre el rostro de Sworth medio vaso de agua.
No hubo señal de reacción.
Al levantar la vista se encontró con la mirada perpleja de Chérie. Se acercó de un modo muy peligroso, considerando a que el hombre estaba ahí a menos de un metro de ambos en la habitación.
-Creo que use mucha valeriana- Sonrió el bastardo a su Reina brillando como el sol. -¿Quieres tentar al diablo está noche?- Continúo, antes de salir de la habitación. Pero antes de dar los pasos para salir por la puerta Real, Chérie sintió esa rápida segura y clandestina caricia, empujando toda su palma bajando por sus nalgas, en dirección a su entrepierna.
El corazón la sacudió por completo. Pareció que de pronto había despertado de una larga hibernación.
Interminables minutos mas tarde cuando el sigilo volvió al castillo y la penumbra gentil cubrió la figura que se movía tan silenciosa como un gato.
La puerta secreta de la habitación del secretario real se movió lo suficiente y el delicado golpe cerró el muro de pared a pared.
Con el corazón haciéndose escuchar. La observó obligando a sus propios ojos a ver por sobre la penumbra.
Chérie respiro profundo. Nerviosa lo vio acercarse solo en calzoncillos. Descalzo, pero sin quitar su mirada de su ojos. Sonriendo determinado.
Ella sintió casi de inmediato sus grandes manos sujetarla y elevarla para brindarle un profundo y arrebatado beso. Las manos de la pequeña cereza se aferraron a sus hombros y espalda. Cómo lo necesitaba. Ese estado ausente hasta de ella misma, de pronto se volvía una suerte de abstinencia sin sentido. Se estremeció una y muchas veces y respiro profundo con verdadera fuerza. Porque ahora recobraba el sentido de vivir.
Mike la había devuelto otra vez a la vida. Mientras que Christopher la había abandonado en su propio dolor, respetando inútilmente el duelo, cuando, justamente necesitaba todo el amor, la dulzura, la compañía.
La llevo directo al catre.
La pequeña cereza sin pudor se quitó la liviana camisa de dormir antes de acomodar su cabeza en la almohada. Pero Mike no le permitió mantenerse por mucho recostada. Giro con ella en la cama y la cómodo sobre sus caderas.
-Ten piedad...- Ella reclamo en medio de un temblor.
- Preciosa ya sabes lo que tienes que hacer- Respondió cautivante.
-Por favor- Insistió.
Entonces la mano del Bastardo empujo lo suficiente su vientre para acomodarla justo sobre su deseo. Ella se estremeció un segundo. Ahí la bella niña de los oscuros cabellos y ojos atormentados implorando ser manejada a su voluntad.
Esa clase de oscuridad en su mirada de pronto lo hizo levantar. Busco sus labios y la envolvió con todo su cuerpo en ese hambriento beso, mientras buscaba encajarse en su cuerpo. Ambos se quejaron sin voz, ella cerró sus ojos mientras el la apretaba y mantenía inmóvil sintiéndose por completo.
Ajenos al movimiento por los pasillos que a esa hora debían estar vacíos.
Pero esa anima de cabellos rubios en un inesperado momento tras la media noche, abandono su lecho en busca de aquello que en algún momento olvidó merecer. La dama sin luz camino por los largos pasillos determinada a encontrar a ese hombre que había jurado la amaría hasta el momento de su muerte.
Como si no lo hubiera hecho.
En alguna clase de trance, como si todas las tinieblas se hubieran apoderado de su ser. Cómo si su cuerpo buscara luz y calor. Camino ajena de si misma con la mirada perdida, sin imaginar que ese hombre por el cual su alma penaba, había entrado en la habitación minutos después de que ella la había abandonado.
Mientras el traidor a la corona escondido en ese sagrado y pequeño rincón del amor olvidó esos pensamientos oscuros en esos días anteriores antes de volver a decir hacer algo por provocar ese postergado encuentro. Pero esa expresión, las sensaciones que provocaba sobre él a horcajadas en la cama, ese dulce vaivén. Esas adorables miradas. Buscándolo reclamándolo desesperandose a bocanadas de placer. Provocando esos movimientos que tanto le gustaban. Tenía que aceptar que esa clase de emoción no la podía igualar ni la reina de las meretrises. Era toda suya, lo sabia, lo sentía y se merecía todo de él.
Entonces en un movimiento salvaje, la tomo firme de sus caderas y arrastró su entrepierna hasta su cuello, la boca de Mike no tardó en acariciar y saborear ese valle secreto.
El quejido se volvió tan claro, impúdico. Chérie recostada apoyando su espalda sobre las piernas flectadas del dueño de su alma, no tardó en retorcerse, buscado con su ingle la boca de ese hombre que no quería saber de austeridad en su festín.
El súcubo, de piel lechosa y cabellos castaños resplandeciente de sudor, dejo aturdida al alma en pena que buscaba a su marido.
Sumergidos en su placer ninguno los dos noto la presencia de Kathleen, quien se había asomado a la habitación del secretario real, confundida porque ninguno de los caballeros se encontraba en ningún salón.
Ella se quejaba de un modo demoníaco y seductor. Tan inquietante como las sirenas que perdían a los hombres en la antigüedad. Sin duda el Bastardo estaba realizado verdaderas delicias.
Kathleen no se dio cuenta que su marido estaba a un par de pasos tras ella. Solo se dedicó a contemplar la voracidad de ese hombre. Sin poder controlar ese calor que comenzaba a condensarse bajo su ombligo. Los gruñidos entre mordiscos y lamidas del bastardo. Esa manera brutal de sujetarla.
Los latidos comenzaron a apoderarse de su cuerpo. Trago saliva, su respirar se hacía más pesado y acelerado, cómo los sonidos que emanaban de la garganta de la traidora.
Dean observaba a la reina idiotisado. Solo anticipándose, excitado sin pudor alguno. Esperando el gran final. Su hombría comenzó a tomar fuerza. Ya había escuchado a la Joya del reino detrás de las paredes. Tenía una vaga idea. Pero presenciar de ese modo directo, lo estaba llenando de morbo e impaciencia.
Las manos de Chérie se sujetaron de los musculos de Mike elevando su torso y empujando toda su entrepierna de ese modo salvaje anticipando solo unos cuantos segundos antes del estallido que sacudió a todo su cuerpo en medio de un gran gritó sordo que solo encontró sonido cuando logró recuperar el aire perdido tras ese grandioso orgasmo.
La mano de Kathleen en medio de la taquicardia tras la respuesta de la Reina a ese dedicado estímulo recogió y retorció la falda de la enagua de noche que llevaba puesta.
Pero lo más increíble, fue la reacción de Dean, cuando ni ella misma se dio cuenta de lo que hacía. Acercarse al bastardo era todo lo que quería de un modo insano. El deseo ahogándose queriendo sumarse a la lujuria.
Dean alcanzo a detenerla, pasando hábil una de sus manos por delante de su vientre y empujando su cuerpo hacia él apegando la espalda de ella a su torso.
- Que crees que estás haciendo Kathleen- Le hablo al oído con esa gruesa voz juiciosa. Ella se exaltó, luego noto la hombría crecida del Capitán apegada al final de sus vértebras.
Tras saborear sus jugos Mike cambio de posición acomodándose en la cama cuando aún no lograba respirar con normalidad. Ese fuerte quejido en el momento que Mike se hundía en su amante con severidad, hizo saltar a Kathleen quien fue a chillar sin control pero no lo logro porque el reclamo fue apagado por ese beso, que ya no recordaba, podía ser obra de Dean.
A los segundos un agudo jadeo llegó a los oídos de Mike, cuando Kath logro respirar tras ese arrebato. La princesa consiguió llamar su atención. Una de las manos del capitán estaba acariciando y resbalando por la entrepierna de su mujer, haciendo que sus piernas se volvieran de hilo. Sentía que a penas se podía sostener, apretó los muslos de manera negada pero al mismo tiempo sostuvo la muñeca de su marido negándole que la dejara de acariciar.
Dean la guió a la habitación sin despegarse de ella ni por un segundo. Solo basto el cerrar la puerta para empujarla y sin espera la poseyó aplastando su cuerpo, de pie sobre la madera.
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Owner & Lord Continuará.
Un gran abrazo a todas 💝
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