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79| Cómo la espuma del mar.

Pese a que las horas ya habían avanzado al medio día, la luz se tornaba difusa tras esas gruesas nubes. El aire se sentía espeso entre el calor y la humedad que no querían desparecer en la espera de la señal del Capitán o del mismo Rey... Mientras las olas rugían de ese modo sin sentido el agua salpicaba como nunca. Aunque solo se tratara del plenilunio... La orgullosa tierra de Eastland, sus costas parecían especialmente furiosas con los intrusos.

El puerto permanecía bloqueado bajo la rigurosa guardia de Pietro Romanov quien se había anclado su barco en el punto mas estratégico. Los cañones estaban dispuestos para no permitir que los hombres de Vintril accedieran al poblado mas cercano a saquear y destruir como lo venían haciendo desde su salida de las costas del mediterráneo.

Aun así, en un desembarque alejado, los hombres sacros habían logrado atacar un buen número de villorrios. Saqueando, matando, incendiando y ultrajando a niños, mujeres y campesinos, todo en nombre de santidad divina.

Las tropas se habían reunido a tiempo, pero a precio de quitar el resguardo de la gente mas humilde.

Los hombres que pudieron, los granjeros que se salvaron, sobrevivieron a la tortura y la muerte de sus familias se unieron a las fuerzas de defensa buscando hacer justicia, buscando venganza por todo el dolor provocado.

Una cuadrilla precedida por un hombre de alto rango se acerco dejando sus tropas a tal vez unos 100 metros atrás.

-¡Por el poder concedido por Nuestro Señor Jesucristo y Siguiendo la Ley del apóstol San Pedro, nuestro señor Vintril envía la gentil última oportunidad para que el asesino de nuestro mártir de la Iglesia Leonidas de Mier de inmediato se rinda y someta a las leyes divinas!- Grito altanero cuando estuvo lo suficiente cerca de los Señores de Cydonia. -Evitando este innecesario derramamiento de sangre-

-¿Leyes Divinas?- Repitió Sam, de que demonios estaban hablando.

Christopher miro al hombre con cierta piedad. Pobre ciego. Lo seguro, no lograba pensar por si mismo. Sumergido en una verdad construida para el beneficio de unos pocos. Pero el Rey no se daba cuenta que estaba en ese minuto razonando, como si su mujer hubiera puesto sus propios pensamientos en su cabeza. La libertad, una utopía, efímera. Porque si no eres esclavo de una religión, tal vez lo seas del poder, la lujuria. O simplemente esclavo por el amor de una mujer. Vintril no tiene poder en estas tierras.!- Trono su voz gruesa. - ¡Sobre mi y el Pueblo de Eastland solo Dios.!-

Entregar a Cavendish era someter a todo su país al capricho de los inescrupulosos hombres que se escudaban en la santidad mal concebida. A las manipulaciones políticas y las condiciones que no eran mas que chantajes espirituales y a la conciencia en busca de la liberación de las almas. Pero por sobre todo no podía entregar a su familia. No después del terror que llego a sentir, la noche en que Chérie entro en labor. Lo había interiorizado de un modo instintivo.

El caballo de Steve relincho como si hubiera comprendido las palabras de su señor.

Mientras los hombres se alejaban para para comunicar la respuesta al invasor. Los catalejos de los señores se alzaron para observar el panorama más completo.

-Es una batalla perdida- Insistió el Capitán. Aunque el hombre de Dios movilizó a sus as fieles seguidores, no cálculo las fuerzas del Señor de Eastland, los duplicaban en número.

-¿La Soberbia no es un pecado capital?.- Pregunto Sam desarmado su instrumento.

-El hombre confía en que su Dios lo proteja- Respondió Cavendish. Mientras negaba por lo bajo. Vintril no se veía. No se había hecho presente en el campo a la espera de la batalla.
Seguramente orgulloso estaría de esa misma tarde enviar a muchos hombres al Santo Reino.

-Capitan General...- Sworth hizo la venia esperada a Ackles indicando que se preparara, luego dio un ligero golpe al lomo de su caballo con el talón de su nota para que se moviera.

¡Esta tarde alzaremos las espadas para reclamar nuestro derecho a elección de decidir en qué creer y como vivir.
Sin temor a represalias de los hombres por que en esta tierra solo nos ha de juzgar el Dios verdadero y no un puñado de bestias ponzoñosas de dudosas intenciones a las que no elegimos para representarnos ante el todo poderoso!

Gritó el Dueño y Señor de Eastland de extremo a extremo con esa gruesa y vibrante voz acegurandose que todos sus hombres escucharán mientras se desplazaba en su en ese ligero galope junto a su caballo.

Los señores de Cydonia se sintieron de pronto estremecer. Y pareció que las olas al escucharlo rujieron con más fuerza.

Entonces Mike dirigió su mirada al mar. Tal vez el hombre estaba alterado, pero aquel panorama era inusual. Pues vio que sus aguas se volvieron de plata y acero. No era un color habitual.

Dean sonrió al Rey luego de escuchar ese discurso. Por sobre todo por la convicción con la que había motivado a su gente.

¡Nuestra gente ya no será presa del temor y la vergüenza.
Cada hombre mujer y niño rendirá cuentas directas a su Dios en el momento de alcanzar la gloria en el Santo Reino!

La nueva Eastland estaba tan solo a un paso de surgir. Era una poderosa promesa. Incluso significaba para el mismo capitán la liberación de sus propios dogmas. Dejar de parecer. Para ser un hombre legítimo. Era una decisión radical.

Vieron entonces acercarse en una pesada y estruendosa marcha a sus invasores luego de unos incomprensibles gritos en latín, un idioma reservado solo para la gente educada.

- Flanco Norte ... Sur....- Gritó Dean buscando que sus hombres se posicionaran en sus lugares

-¡Despejado!- Gritó Steve alejándose a su derecha

-¡Despejado!- Contestó Sam a cargo del grupo más alejado a su izquierda.
Pero sin perder el objetivo de vista más importante. Sabía que su familia estaba a su izquierda.

-<...Cada hombre... Mujer y niño>- Balbuceo Mike lo suficiente cerca de Christopher levantando esa ceja y a medio sonreír.

-Ningún extranjero volverá a poner en riesgo a mi familia mientras yo siga en mi casa- Le indico categórico.

A Mike se le cerró la garganta. También se refería a él. Pudo notarlo.

-¡Flechas preparadas!- Ordeno Dean al ver a menos de cincuenta metros al batallón de Vintril.

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En el castillo un grupo de alarmadas doncellas corrieron en busca de la Reina y su hombre de confianza...

- Mi señora... Hay docenas hombres invadiendo de ciudadela... - Gritó una de las demás agitada.

-¿Hombres?... ¿Quienes? - Contestó alterada Kathleen mientras veía a su hermana levantarse de su silla justo antes de iniciar el almuerzo. -¡Señor Levine por la Santísima Trinidad!-
La hermana de la Reina exigía una respuesta concreta.

Chérie vio a Adam dar un paso y con un ligero movimiento desaprobó esa acción. No era prudente salir en ese momento. - ¡Guardias Cierren el castillo!- Gritó la Señora del Reino.
Y salió en dirección a las escaleras que conducían a lo más alto del muro- Es mejor que te quedes aquí con los niños- Le hablo a Kathleen sin saber el cómo ni el porque. Solo esperando el peor de los desenlaces.

-Mi señora...- Camino tras ella su guardián. Dejando abandonado el comedor

-¿Tienes idea?- Pregunto agitada.

Sin imaginar que de pronto se encontraría con ese rostro adorado.

- Mi Señora, El duque Windsor ha enviado unas escuadrillas para reforzar su seguridad...- El Señor Leto hablo tomándola por sorpresa.

-¿Windsord?- Objeto Adam.

Entonces Chérie pareció palidecer.
- Con que motivo- Respondió sorprendida del cambio de bando.

Un enemigo directo de Sworth y Cavendish enviando ayuda a Cydonia no tenía ningún sentido.

- Solo el deseo de asegurar su protección y el de las damas del castillo.- Contesto diplomático. Evitando aún comunicar su trasfondo. - Mi Señora le aseguro que vienen por ayuda, no organice un desalojo. Es posible que Anna y Usted los lleguen a necesitar- Abogo a su buen juicio, enfatizando el nombre de la doncella.

Chérie fijo su mirada sobre la de Leto. Entonces el diseñador de la casa Real sé sintió estremecer. No pudo mantener su vista fija sobre la Reina.
-¿Que demonios pasa?-Quiso preguntar. Pero todos se veían muy afectados por la situación.

-¡No puedes admitir a los hombres de Windsord!- Objeto indignada Scarlett.
Era una idea imperdonable, hasta para ella.

Pero como explicar que ya había entendido que el padre de Anna y Mike, los había enviado para la exclusiva protección de la doncella.

¿Por que intentaría semejante cosa? Había renegado de ambos durante toda su existencia.

-Solo puede significar una cosa. Y no moveré mis fuerzas hasta que no sea seguro.- Respondió con esa mirada aguda dura como un diamante.

Mila observó a Adam.

-James Ordena a nuestros guardias que los hombres de Windsord solo se queden en las entradas a la ciudadela. Señor Leto NADIE INGRESARA AL CASTILLO- Trono la voz de Chérie.

- Cómo su alteza lo requiera- Asintió en una encantadora reverencia y se encaminó a dirigir los puestos de vigilancia. Jared de inmediato lo siguió. Así también se ahorraba el esfuerzo de intentar mantener la discreción en un momento tan complejo.

-¿Estás pensando lo mismo que yo Chérie?- Levine le hablo con esa entonación suspicaz, acomodándose a su derecha.

- Sería todo un giro en esta historia mi querido Adam...- Suspiro. -Cruel y amargo giro por cierto- Logro omitir el comentario.

-Y que la Diosa Ampare a la casa de los petirrojos mi señora- Respondió mirándola de costado.

-¿Petirrojos?- Pregunto Kathleen quien parecía haber respirado al notar más firme a su hermana.

Aunque no era posible explicar las condiciones especiales en que Chérie se salvó de la muerte, gracias al Señor Cavendish y la pequeña ave qué encontró aquella fatídica noche en el bosque.

-Dove.- Intento explicar - Se refiere a Lady Dove- Chérie afirmó observando a Adam..

- Paloma, es otra ave. No un petirrojo.- Sonrió.

Adam espero que las princesas se retiraran de la compañía de su señora. Luego sintió esa brisa fresca que sacudió algunos mechones de su cabello y refresco su rostro del cálido sol.

-Creo que encontré la forma de evitar la deshonra de Lady Anna...- Le comento sabiendo que Mila de estaba al otro lado del barandal a la izquierda de Chérie. Sus hermanas se giraron a observarlo.

Las pupilas de Lady Isabey se dilataron al escuchar semejante locura. -¿Chérie?- Solicito su opinión de inmediato. Negándose a la idea.

-Sinceramente no se si Anna valga el precio- Respondió con la garganta apretada. Por un momento había olvidado por completo el problema - Siempre están las hiervas amargas...-Continuo en retorica. Ya lo habían resuelto. Mila y Genevive sabían que no era una opción.

-¿De verdad vas a apoyar...?- Le pregunto Mila.

-¿Y que se supone que debería hacer?-

-Solo enfrentar la verdad.- Contesto tajante. ¿Qué mas daba que todos se enteraran que Anna esperaba un vástago de la casa Ackles?. Era una de las familias mas poderosas de toda Eastland. Pero su prestigio así como la de la familia Sworth no valía la vida de una criatura por nacer. Aunque significará su deshonra.

-Era más fácil cuando se iban de putas...- Chérie negó en un suspiro expulsando todo su aliento mirando hacia el horizonte... deseando verlos volver a la playa. Ver a sus caballeros a salvo. Que todo terminara ya.
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Y a las orillas de la costa la batalla ya había comenzado tras el estridente grito de los hombres de Vintril que se animaron va a correr furiosos sobre la arena, convencidos que eran el poder de Dios sobre la tierra. Mientras
las fuerzas del Capitán observaban confundidos la estupidez cometida por los extranjeros.
Cualquier hombre que viviera cerca del mar, sabía que la arena robaba su energía a cada paso errado. Y todo hombre con experiencia sabía el precio del desgaste al correr con esas aparatosas armaduras que llevaban para su protección. No importaba si era la más fina, forjada con acero templado. Como las que llevaban los señores de Cydonia. Ya era un milagro en si, que cualquiera, con todo ese peso, lograra luchar.

La espada de Sworth se movía rápida como un látigo en medio de los hombres a su alrededor. Había saltado de su caballo de una forma casi sobrehumana y al igual que sus camaradas se estaba concentrado en obsequiar estocadas rápidas y profundas atacando la parte baja del tronco de sus adversarios en el sector donde se encontraban los órganos más delicados. A diestra y siniestra. Sin piedad, sin evaluar el daño causado. Procurando siempre ser letal.

Aún así era inevitable. Los hombres de Eastland superaban en número a los enviados de Dios. Y sin cuestionarse, tanto Sam como Mike habían abandonado sus ubicaciones luego de los primeros minutos, más bien atentos a lo que ocurría con sus camaradas.

Sam porque al igual que todos los demás no estaba tan seguro cuanto aguantaría Cavendish, luego de todo ese tiempo inconsciente tras el atentado. Una semana despierto era un tiempo imposible para recuperarse por completo.

Mike insistía por su lado seguir siendo la mano izquierda del rey en batalla, no importaba de que el mismo Dean estuviera del otro lado y tan cerca como para apoyarlo.

Mientras tanto ya habían caído unos cuantos al intentar enfrentar al Capitán, quien a medida que la batalla fue avanzando comenzó a moverse cada vez más letal. Furioso como un perro rabioso frente a sus enemigos, pero más allá de todo enceguesido por el brillo del sol sobre las armas, sin entender como, inoportuno, ese recuerdo, en ese maldito minuto se apoderó de su mente.

Tal vez la sal en el aire, tal vez el frescor del mar. Ella se hizo presente. Ese sabor tan particular de su piel, la negación inicial. La frustración en su mirada, ese sentimiento desolado que no le permitía aceptar esa necesidad primaria. Porque de algún modo tendría que entender que él, más que nadie se merecía el castigo de su indiferencia.
Aún así, ahí estaba Mabelle, con ese cabello rizado, alborotado. Pudo volver a verla en sus pensamientos, desnuda, a horcajadas sobre él, brillante de sudor, empujando sus caderas, frotándose contra él, con esa mirada desesperada, buscando su satisfacción, su propio placer.
Y esos besos endemoniados, adictivos, voraces. Tan hembra. Que ya no recordaba nada parecido. No había nada igual. Porqué ella era toda para él, sin reservas. Como Dean quería ser amado. De una forma salvaje y sin escusas. De verdad.
Quien podía sospechar que después de toda esa parafernalia en la fiesta antes de la batalla, ella terminaría en sus brazos. Pasando por sobre la frustración y el orgullo.
Lejos de ser la despedida, tenía que ser el motivo para la pelea. Ahora sentía que no podría concebir el mundo sin ella. Pero el mundo en que vivía no legitimaria clase de relación.

Su espada se volvió más certera y más violenta que ninguna. Odiando la idea de la obligación moral. Porque sabía claramente cual era el reclamo de su propio Rey para su tierra. La imperiosa necesidad de acabar con el sínico puritanismo predicado por los altos clérigos que doblegan a las masas bajo el estricto y severo temor de Dios, mientras que a puertas cerradas, gozaban de los más repulsivos privilegios, disfrutando de la pedofilia, sodomía, concubinato e incesto. Sin ser juzgados, porque ellos eran los jueces de los hombres.

Fue entonces cuando parecía que las fuerzas de Sworth se imponían sin problemas sobre los invasores, un cañón estruendoso quito la atención de los Señores de Cydonia sobre sus adversarios, la primera bala había dado justo en el mástil en barco del príncipe Ruso. Vintril había dado la orden de bombardeo sin reparos de saber que estaba desafiando al menor de los descendientes de la familia imperial. Sin embargo eso estaba lejos de importarles a los señores del castillo. Mila se impuso entre sus pensamientos. Habían cinco galeones rodeando al barco que les impedía apoderarse del puerto de Margate. Tal vez uno o dos minutos la respuesta se escucho con fuerza desde el fuerte en dirección del barco del Inquisidor buscando quitar la atención del barco de Pietro. Mientras el prometido de la Sanadora también ordenaba una respuesta contra sus atacantes.

Y solo basto ese momento para que uno de los invasores lograra dar una barrida a Sworth y logrando desestabilizarlo por poco llego esa espada a su cuello con la única intención de decapitarlo pero la espada de Mike logro detener el ataque interponiéndose entre ambos. Actuando de modo automático. Sin detenerse a razonar en lo que estaba haciendo. Seguramente otro hombre podría haber esperado tan solo un segundo y dejado que el destino se encargara de lo suyo. Sin el Rey su vida cambiaria de un modo drástico. Sin el Rey podría verse muy favorecido. Pero pese a todo, mas allá de todo Christopher era su hermano. Aun traidor. No podía hacer nada contra su corazón. Perdido o no. Embrujado. Como fuera que alguien lo quisiera justificar. No podía simplemente pensar en entregar a su amigo a sus enemigos. No importaba el precio. Si al final  Chérie estaba a su lado. Había profesado su amor. Aquel dulce secreto era justo el motor de todo su actuar. Todo por ella nada más.

De pronto Mike sintió un grito a su espalda. Sam había acabado con un sujeto que lo había intentado atacar y luego se vieron rodeados, los hombres de Vintril habían logrado reconocer al hereje que había osado acabar con la serpiente ponsoñosa. Su cabeza tenía un alto precio. No había soldado invasor que no quisiera adjudicarse el premio. Los golpes entre las armas se volvieron mas rápidos y violentos. Sin tregua. Un gruñido de Sam llamo la atención de los Príncipes de Duncan que se encontraban a varios metros. Steve el que estaba mas alejado, logro atravesar con su espada a un hombre de la inquisición, de inmediato inicio carrera para llegar a ayudar a sus amigos, pero los hombres de Dios se interponían a cada paso. El Capitán no logro deshacerse del contrincante que había logrado darle un par de golpes sobre el hombro y el costado sin llegar a herirlo, distraído por la necesidad de ayudar a sus amigos.

Intentando detener el ataque directo Sworth pateo a un hombre que se iba encima de Cavendish pero alguien intento atacarlo desde su costado, Christopher volvió a repeler el ataque levantando su espada con ambas manos por sobre su frente, evitando que le partiera la cabeza en dos. Nadie pudo prever que ese furioso y violento golpe desataría esa fuerza descomunal. Porque el hombre que intento acesinar al Rey al enfrentar su mosquete al arma que su mujer le había obsequiado en su matrimonio, defendió tal cual como la bruja se lo había ordenado. El hombre cayo gritando desesperado en la arena preso de un extraño calor que se apodero de su cuerpo, algo endiablado que jamás conoció. Si hubiera sido un hombre moderno, lo habría definido como un golpe de electricidad de alto voltaje. Tan intenso para hacer crepitar la arena a su alrededor fundiendola en pequeños cristales de vidrio que se adhirieron candentes a su piel mientras se calsinaba desde sus propias entrañas. Christopher soltó la espada al mismo tiempo sacudido por la fuerza del golpe. Ante la perplejidad de lo que ocurría enfrente dando un paso atrás, la hoja de la espada mandoble de mango de Azur se clavo dos tercios en la arena como si hubiera pesado casi una tonelada.
Sworth la empuñó con sus dos manos y la quito de la arena con toda su fuerza sin imaginar que al hacerlo desataría una onda de energía se expandiéndose por toda su tierra provocando una enorme sacudida tan fuerte y violenta como un látigo que obligo al ejercito de Eastland caer en la arena y mientras intentaban recuperarse vieron aterrados a los invasores comenzar a hundirse al rededor de Sworth, Cavendish y Padalecki, como si la arena los quisiera enterrar, mientras las olas atraparon a los que estaban mas cerca de la orilla haciéndolos desaparecer como la espuma del mar.

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Chérie fue de vuelta a sus habitaciones del castillo, sintió que todo giro a su alrededor por unos segundos y mas allá de ese mareo repentino, a sus pies todo comenzó a remecerse, como si estuviera caminando entre las olas. De inmediato los gritos aterrados de Kathleen se sintieron saliendo de una de las habitaciones que corrió despavorida, como toda la gente a su alrededor, que no sabia hacia donde dirigirse. A los pies del muro donde se apoyaba la cabecera de la cama del Capitán comenzó a elevarse una grieta zigzagueante que dividió la pared en dos. Desmoronando parte de la moldura del costado en que su mujer dormía.

La catedral que con dificultad había logrado resistir el rayo que había caído en el reciente invierno no pudo superar el movimiento bajo sus cimientos. la pared frontal al altar se deshizo por completo y los rayos de sol dieron de inmediato sobre la mesa y el sagrario como si la naturaleza quisiera imponerse sobre las ideas de los hombres. Las estatuas de los Santos se destruyeron dejando a la vista de todos la penosa verdad del vacío significado del inútil yeso.

Las celdas donde los poderosos escondían la vergüenza del adulterio en el convento se fueron abajo. Fueron pocas las habitaciones que aguantaron el terremoto. Las las monjas más severas terminaron aplastadas en los derrumbes.

Los hombres de Windsord se agazaparon intentando guarecerse de los posible escombros la gente alrededor clamaba la piedad de la divinidad histérica.

La orgullosa princesa de Brie, sin tener la voluntad termino cayendo a sus pies de su hermana. -¡Kath levantate- Le gritó indignada Chérie viéndola llorando angustiada en el suelo. Agarró firme su muñeca para que se sujetará. Intento ayudar a Kathleen pero está volvió a caer. La esposa del capitán sentía que las piernas no le respondían del terror. La Reina al momento desistió de seguír auxiliandola. No podía ocuparse más mientras lo único que había en su mente era recordar donde demonios estaban sus hijos.

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Pietro observo en la orilla a babor el agua recogerse hacia mar adentro. Algo así no podía se nada bueno. Utilizando su instinto ordeno a sus hombre de inmediato abandonar la nave para dirigiese a tierras altas.

Ante el inesperado panorama los hombres de Vintril comenzaron a huir despavoridos mientras los gritos de victoria de los hombres de Eastland se escuchaban a lo largo de toda la costa de Margate.

Sam vio unas enormes rocas caer al borde del acantilado -¡Genevive!- Exhaló preocupado sin saber la gravedad de la situación. Dean se giro a verlo, comenzó a gritar ordenes a diestra y siniestra para replegar a las tropas y lo mas pronto volver a Cydonia.

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Chérie entro corriendo a la habitación rosa buscando a Magnus y Lena era lo único que importaba y vio caer por completo los cristales de los ventanales sobre sus cunas pero los bebés ya no estaban. Adam logro sacarla a tiempo de la habitación antes que algo más se destruyera.

-Adam... Donde están mis niños - Le gritó desesperada y en ese momento cedió una viga que estaba sobre la gran puerta de roble... No pudo resistir la fuerza de la sacudida. La madera se fue sobre ellos. Adam cubrió a Chérie con su propio cuerpo apegándose contra la muralla y ambos fueron aplastados.

Justo en ese momento el mar volvió hacia la orilla de Margate con toda su furia arrasando todo a su paso.





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Canción para los Señores de Cydonia:
Duran Duran - Wild boys

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Owner & Lord Continuará

Gracias por la Paciencia.
Todo mi ❤️ para ustedes.

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