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76| Piedad.


[2 Semanas Antes]

-Su Alteza- Vibro la voz de Cavendish tomándola por sorpresa en el umbral de la puerta. No se permitió dar un paso mas en la habitación azul. Ella intento enfocar la mirada, incorporándose, para sentarse en la cama. Las cortinas del dosel como siempre a media tarde estaban prolijamente recogidas y amarradas. No logro ver la figura del hombre de inmediato. No estaba segura de lo que le pareció algo impensado.

El informe matutino no había dado esperanza alguna. Mila le aseguro que no había reacción que evidenciase el cambio. Mientras así fuera, era poco o nada lo que lograba descansar, entre los pequeños, los caprichos de Christopher y la certeza de que al pasar los días Mike cada vez se alejaba de un resultado alentador. Mila incluso había omitido ese estado febril, las noches que lo escucho delirar tras curar esa grave herida. Por poco se le fríe el cerebro.

-Por la Diosa.- Balbuceo sin voz a unos tres pasos del secretario real. Su mirada se perdió en la de él. Fue tal la emoción que esa imagen se volvió difusa, sus ojos se llenaban de lagrimas y el ahogo la obligo a respirar profundo.

Aun cuando las indicaciones habían sido claras. Ciertas situaciones eran impensadas y no tenían cabida en la lógica de esa alma rebelde.

Era muy pronto para levantarse, tras casi dos semanas en reposo. Su rostro lucia muy pálido, También se veía mas anguloso. Era notoria la falta de alimentación, ahora incluso sin esos casi doce kilos menos se veía incluso mas alto y joven.

Ella se sintió temblar. La emoción la sacudió traicionera. Extendió su mano sin emitir palabra alguna. Como si hubiera sido un espejismo o tal vez un fantasma. No podía estar ahí.

-Mi Señora...- Exhaló sin voz con ese esbozo de sonrisa, con esa dulzura en la mirada.

-Vendita sea la Diosa- Chillo su voz y ya sin cautela alguna. La gran dama de Eastland se lanzo a los brazos del traidor del reino. La puerta se cerro de golpe y un estruendo cimbró la madera perfectamente labrada desde el otro lado de la habitación. El recato y la compostura desaparecieron despavoridos. Mientras ese sollozo desesperado se perdía en medio de ese beso hambriento. Necesitado. Ahí la puta, deshaciéndose por el desalmado. Sus manos aferrándose sin control a su espalda. Viéndolo con los ojos tan abiertos, mientras sus mejillas se empapaban, con esa incredulidad.

Ni Mila, ni Genevive se atrevieron a darle falsas esperanzas después de que cumplió esa primera semana inconsciente. ¿Como lo iban a sospechar?

Mike tomo un respiro, la observó perplejo. Dulce acarició sus mejillas quitando esas lágrimas. -Mi Amor...- Balbuceo bajito y delicioso. Clavando sus alegres ojos verdes en los de ella y la volvió a apegar contra el rodeándola por entero entre sus brazos. -¿Donde están todos?- Podía haber despertado recién esa mañana pero hasta el notaba que algo inusual estaba ocurriendo. Ni siquiera Adam, se encontraba cerca de las habitaciones se su majestad.
Entonces vio oscurecerse la mirada de la pequeña cereza. La sintió aferrarse a él. Ese miedo que la sacudía y la estremeció. Respirando profundo negándose a responder.
-No me dejes ahora... No- Fueron las palabras que no se atrevió a decir.

No era momento de referirse a esa decisión. Los Señores del castillo habían movido sus asuntos a las barracas de los militares, luego de que la Reina los hubiera interrumpido, cuando su hermano había despertado.
No era cosa de mujeres. Ella estaba muy frágil. Solo debía ocuparse de los niños. Era el deseo del Rey. En las oficinas de guerra no serían interrumpidos.-No es necesario- Respondió sin aire.-Solo debes estar bien-

Pero Mike sabía que no podía tentar al destino. Si los encontraban juntos. Nada bueno iba a suceder. Pudo también inferir por su reacción de que algo importante estaba pasando.

-Mi Dulce cereza- Insistió con esa actitud cálida. La besó sabroso perdiéndose en la suavidad de sus labios hasta volver a perder el aliento.
Mike abrió sus ojos y descubrió a Chérie con los suyos cerrados. -Dales todo mi amor a Magnus y Lena...- Susurro a su oído mientras buscaba la fuerza para soltarla.
Ella lo volvió a ver. Respiró profundo y mordiéndose el labio inferior asintió.

Mike desapareció tras la puerta. Alcanzando percibir la mirada impertinente de ese guardia. Prefirió no darle vueltas al asunto, ya era tiempo de averiguar que era lo que estaba ocurriendo.

-¡Por la Santísima Trinidad mi Señor Cavendish!- De pronto se enfrentó a ese asombrado rostro de la versión rubia de su amor secreto. Ella lucia extrañamente feliz.

La mirada de Cavendish se estremeció. La acompañaban las nodrizas empujando las carriolas de los Príncipes y el pequeño Sol de Duncan.

-Lady Ackles- Respondió algo confundido.

-En buena hora- Sonrió la esposa del Capitán. Asintió emocionada.

Mike reaccionó bastante similar al despertar de Sam. No podía confiar en la mujer que tenía en frente.

-Dios los bendiga- Suspiró al ver a sus hijos. Intento mantener la compostura, la frente en alto y continuar su camino para averiguar dónde estaban sus amigos.

Mike no se imaginó todo lo que había ocurrido en esa obligada ausencia. Tampoco pensó que Kathleen solicitaría a las nodrizas esperar, en vez de prepararse para amamantar a los pequeños una vez que volvieron a las habitaciones del rey.

-¿Estas bien?- Preguntó directamente a Chérie.

-¿Por que no iba a estarlo?- Respondió algo irritable.

-Por que vi a Cavendish...- Estuvo a punto de decir cuándo Magnus comenzó a llorar.

La Reina desató la cinta que amarraba el escote de su vestido y acercó al bebé a su pecho descubierto.

-Gracias Kathleen, si puedes encargarte de que las nodrizas estén listas por favor.- Le habló más dulce al tener al bebé en su regazo.

-Por supuesto- Respondió disponiéndose a salir, preguntándose si de verdad había visto al traidor o no. Al menos ahora aquella situación iba a distraerla un poco de la incertidumbre, de no saber dónde se encontraba Dean.

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Los días habían pasado más rápido de lo que podía imaginar. Ahora montado en su caballo precedido por cuatro escoltas que tanteaban terreno en ese camino que alguna vez representó un peligro hasta para el mismo Rey. El ejercito de guerreros, los hombre más fieros de Escocia. Cumpliendo y manteniendo su palabra se dirigían a los asentamientos en las planicies de Cydonia siguiendo al Señor de Duncan en el anticipo de la batalla.

Dean Ackles podía convencer solo con su palabra a diez mil hombres de seguirlo hacia la muerte y la gloria. Pero aún así no podía manejar esos entuertos familiares. El heredero de las tierras altas no podía pensar que su mujer se había asomado a ese balcón, con la intención de respirar profundo, mientras la inquietud le calaba los huesos. ¿Cómo demonios fue a decidir abandonar el castillo de ese modo sin aviso?

Kathleen ahora mas estable, después de diez días de ausencia, aun no se contentaba con la idea de esa partida y el futuro de su marido. Ahora intentando rescatar todo lo salvable, lo que restaba de ese desastre que había provocado su desequilibrio emocional, esperando solo que las cosas se superaran, nunca sospecho lo sencillo que había resultado para sus hermanos empujarlo a esa decisión.

-Armas. Arcas llenas... Contrabando. Alianzas...- Chérie lo tomo por sorpresa en un momento en que lo vio apartado del resto de sus amigos, durante la cena que ofreció en celebración del despertar de su querido Sam.

Aunque la pequeña flor había lucido especialmente animada, acercándose a la media noche alguien le acercó esa copa de coñac. La fuerza de su sabor, el calor apoderándose de ella, no tardo en recordar que esa habitación resultaba vacía porque Mike no estaba.

-Entonces Capitán, si yo no soy suficiente motivo para luchar, tal vez la bella Cydonia si sea digna de su protección- Le había dicho con esa voz quieta, pero revelando una perturbadora mirada acusadora. -Aun cuando esta tierra no sea su responsabilidad- Continuo luego de dejarlo sin habla.

Dean de inmediato comprendió que el reclamo venia de lo mas profundo de su ser. La Reina podía ser caprichosa, pero al menos tenía algo de sentido común para sacar sus propias conclusiones de los últimos acontecimientos y sus posibles resultados.

Ackles era diplomático. Ahora incluso le parecía frío. Incapaz de dejar sus intereses personales por un bien común. Dudosa sentía su lealtad. No podía esperar nada. Para Chérie solo había un hombre capaz de cuidar de ella y se estaba muriendo abandonado en esa habitación en una torre del castillo mientras todos intentaban seguir con sus vidas.

Las corrosivas palabras de la Dama de Eastland habían irritado su pensar. También fue el último empujón, antes de caer en esa ciénaga putrefacta repleta de culpa. Porque al finalizar la velada. Cuando ya las damas se habían retirado y antes de que lograrán ponerse en marcha en dirección a las habitaciones, esa lluvia de ideas, con la única intención de poner al día a Sam en todos los acontecimientos tras su recuperación, incluyendo los mas espeluznantes detalles de la arriesgada operación que la sanadora realizo para salvar su vida, terminaron en esa situación que a ninguno de los dos les acomodaba.

La mirada del Príncipe Solaire se mostró nerviosa. Resolvió hacer esa necesaria pausa con cuidado deteniéndose en el pasillo cuando iba camino a su habitación. Era inevitable, había escuchado bien y había tomado muy poco alcohol. No se sentía con las fuerzas para lo que Dean le estaba sugiriendo.
Respiró incómodo y negó al darse cuenta que Christopher había permanecido en silencio en busca de su opinión.

-Comprendo que Kathleen sintiera esa confusión mental. Incluso sé que debo hacer un esfuerzo porque llevó su misma sangre Dean. Pero eso no es una escusa.- Respondió con voz seca. Con el corazón contraído. - Ella invocó al desgraciado que acuso a Chérie de Traición. El mismo hombre que intentó violarla y después se aseguró que fuera azotada y humillada en público.- Su voz se tornó áspera porque su garganta se cerraba. - Hace unas semanas... Mi mujer casi murió quemada en una hoguera por lo que ahora tu calificas como un mal entendido- Se fue quedando sin voz. El capricho de la princesa pudo haber costado muy caro. Estuvo al borde de perder a Genevive y Chérie. Dean tendría que estar agradecido que no incluyo a los pequeños príncipes en su discurso.

Christopher observó a Sam a un par de pasos. Luego se encontró con la mirada quebrada de Dean.

El grandote trago saliva. -Es muy tarde- Balbuceó sin voz. Sam, con el estómago revuelto apuro los pasos a la habitación en que lo esperaba su mujer. Esta vez, el rastreador, no tenía fuerzas para apoyar la petición de su mejor amigo.

-Ya sabes lo que pienso de todo esto- Vibró la voz de Christopher que sacudió ese silencio en que se sumergió al ver a Padalecki perderse tras esas puertas.

El rey logro notar que Sam de verdad estaba cabreado. La carga que quería poner Dean sobre él era muy difícil de llevar. Solicitar el apoyo, para que los Ackles Solaire permanecieran en el castillo. Mientras el mismo rey le había indicado, evaluar su regreso a Duncan.

Christopher estaba muy consciente. El no hubiera logrado comportarse tan amable y educado.

Dean apretó las mandíbulas hasta que su cara se sacudió de dolor. -Buenas noches- Se despidió sin responder y buscando valor se encaminó hacia su habitación. Rogando por qué Kathleen ya estuviera dormida.

El futuro se mostraba muy poco auspicioso para la familia del Capitán. Era inminente que en cualquier momento, la corona les cobrará la cuenta.

Así, antes de detenerse a pensarlo fríamente, al enfrentarse a la oportunidad, se subió a su caballo tan pronto como pudo, con la única intención de salir del castillo. Respirar y ayudar en algo. Intentando de dejar sentirse como un imbécil. Buscando espacio para aclarar sus ideas y lograr decidir lo que fuera que resultara mas importante.

Unas horas más tarde en el camino de regreso al castillo esa figura a lo lejos unos treinta metros más adelante, consiguió llamar su atención. Sin pensarlo adelantando su caballo hasta alcanzar a la dama que su temor transitaba a pie por el sendero mas que conducía al castillo aún en lo más profundo del bosque.

Indiferente, seguía sin aunque cualquiera hubiera tomado sus resguardos, al sentir el mecánico sonido de la marcha de esos hombres.

-Mi Lady hay algo en que pueda servir- Le pregunto acercando su caballo y antes de llegar a ver si rostro.

Ella intentó negar. Intentó resistirse. Pero esa voz era algo tan característico y esa seguridad con la que se mostró ante ella, a sus espaldas, provocó esa carcajada, que la obligó a hacer un esfuerzo para contener.
La dama de piel lechosa y sedoso cabello castaño cubierto por la gorra de su capa de viaje se giró a verlo. Sus ojos irradiaron luz. Atajando la sonrisa para no comportarse obvia.

Mientras la mirada de ese Señor, que pretendía comportarse como caballero. Se perdió en ese escote y el cuello desnudo que ahora le parecía merecía la más primorosa joya.

-Sera posible mi señor que me acerque hasta el castillo...- Pregunto sin voz - Algún cretino dejo mal puesta esa trampa a medio del camino y mi caballo se hirió la pata derecha delantera...-

La retórica se volvió innecesaria. De hecho el ni siquiera escucho la explicación. Solo basto ese "Mi Señor" para que la moza se viera elevada como una pluma desde el suelo y terminará acomodada sentada en el caballo, adelante del hombre más temido de toda la fuerza militar de Eastland.

El corazón pareció desbocarse. Mareada de emoción solo se dejó manipular. Silencio. Para ella era lo más prudente. Pero el Capitán en esta situación, no quería serlo. Sin cuestionar, rodeo su cintura y la empujó contra si. Acercándola a su cuerpo. Obligándola a sentir su calidez.

-Ackles no empieces...- Le advirtió chillona, sin evitar sonreír mientras le daba la espalda.
Solo le valió un apretón más severo que hizo saltar su corazón y comenzó a inquietar su vientre.

-Aeval...- Respondió casi a su oído. Con ese vibrante tono que sonó a algo así como una advertencia. Que no empezara con reclamos y estupideces. Suficientes tenía de Kathleen. Dean respiró profundo, lleno sus pulmones con ese adorable aroma a flores de naranjo de la damisela en apuros.
Agradecido. Era lo más cercano a la paz que había experimentado en mucho tiempo.
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Era inevitable, Chérie tuvo que bajar a la cocina. Mike no se había ocupado durante semanas de todos sus deberes. Dean prefirió salir en una misión que cualquier hombre de su confianza hubiera logrado.
Steve estaba ahora a cargo de la seguridad del castillo. Sam había asumido el remplazo de las labores del secretario.

Aún así, ninguno recordó, ocuparse de enviar el cargamento mensual de víveres al orfanato. Tal vez Kathleen se los tendría que reprochar. Eran pésimos en sus labores. Si tan solo lo hubieran recordado.

El caballo se detuvo frente a las princesas de Solaire.
-Su Alteza...- Balbuceo la mosa al ver a las Damas observarla. La Reina sorprendida, la princesa juiciosa. La mirada de Kathleen pareció trisar.

Sin embargo Dean no mostró emoción alguna en respuesta de la situación, como si ni siquiera hubiera mirado.
El Capitán bajo de su caballo y luego ayudo a bajar a la Duquesa, con mucho más que caballerosidad.

Aeval se inclinó frente a Chérie, para Kath solo hubo un ademán.

-Encontre a la Duquesa en medio del sendero del bosque que llega hasta el castillo.- Le explicó Dean a la Joya. -¿En estas horas no están ocupadas con los niños?- Pregunto algo suspicaz. Y clavo de mirada en la Reina.

No era muy difícil imaginar cuál era la dirección que llevaban... Estaban ya cerca de las caballerizas. A medio camino de las barracas.

-Los niños están en su siesta mi señor- Chérie contestó sonriendo irónica. Pudo intuir esa incomodidad. Luego observó a Mabelle -¿Pero, su gracia que menester la trae al castillo en estas condiciones?- Cambio de inmediato la conversación.

-Mi Señora espero no resultar inoportuna- Susp6iro luego de notar el disgusto de Lady Ackles- Lady Dove me envió a solicitar los suministros prometidos de este mes.-

Chérie abrió mucho los ojos. Ofuscada. Miro a Dean intentando entender el por qué y luego cerro sus ojos dolorida. Claro. Sin Mike, esos detalles no eran considerados.

-Por supuesto. Si nos acompaña Lady Aeval y el Capitán es tan amable de ir por nuestro Señor Cavendish a las barracas...- Comento con cierta emoción contenida. Dean volvió a clavar su mirada en la Reina, de un modo que podría haber resultado irrespetuoso. Ella contuvo el aire, su mirada títilo.

-Como usted desee su Alteza- Cambio su entonación a un modo más amable. Dean intento enfocarse obviando ese estremecimiento en el corazón.
Tal vez era la razón secreta del abandono del castillo. ¿Cómo iba a cargar con la culpa de perder a su amigo por un tecnicismo político?.

En cuestión de un minuto el caballo se movió a todo galope. Aunque era algo impreciso. La Reina infirió de que ahí podía estar.

Incluso las Sanadoras y los asistentes del Rey habían asumido otras funciones. Nadie estaba a disposición.

No dio tiempo de ser anunciado. De todos modos ningún oficial se iba a atrever a detenerlo.

Mike estaba sentado en la silla a la derecha de Sworth revisando algunos documentos pese a la insistencia de la Sanadora, que había enfatizado que debía hacer muy poco esfuerzo. Después de la sorpresa y los abrazos.
Insistió de inmediato en ponerse al día en todo lo acontecido las últimas semanas.

Sam intentó no pensar en los seguros regaños de Genevive que escucharía al volver a su habitación. Por apoyar esa actitud irresponsable. Pero tampoco podía pelear contra el sentido común. De entender la necesidad de Mike de proteger a su familia.

El estruendo de las botas militares del Capitán se hizo escuchar. Seguido de ese abrazo firme, maravillado y orgulloso. -Gracias a San Miguel...- Había balbuceando al entrar y encontrarlo entre sus amigos.

-No quiero interrumpir la reunión. Pero una Damisela en apuros y Nuestra Reina requieren de sus urgentes servicios en el castillo.- Comento en cuanto volvieron a la compostura. Dean miro algo tenso a Christopher.

-¿Que demonios?- Vibró la voz de Sworth exigiendo una explicación.

Las cejas de Sam se volvieron un arco perplejo, después de escuchar las condiciones de su vuelta.

Christopher hizo esa mueca dolorida, antes de atajar la carcajada. Problemas de faldas. Entonces era eso lo que lo afligía. Solo, los más cercanos entendían ese conflicto que generaba la Reina de las Putas.

Asintiendo con la mirada dio el permiso a su mano derecha para que se retirará de las barracas. No era para nadie favorable que Kathleen se alterará nuevamente.

Pero lo que no sospechaba. Es que de algún modo, para su placer personal, Chérie otra vez había sacado la ventaja.
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-Su Alteza...- Escucho su voz a su espalda.

-Mi señor Cavendish, perdón si interrumpo sus deberes, pero es para mí muy urgente su presencia. Nuestros queridos caballeros aunque hicieron un gran esfuerzo cumpliendo sus tareas, jamás podrán reemplazar su dedicación a esos detalles especiales que le puedo encargar solo a usted.- No tardo en responder volteándose a observarle negando de inmediato cualquier clase de objeción.

Mike cerro los ojos por un minuto y agradeció que ninguno de sus camaradas estuviera cerca. Kathleen ya había abandonado la compañía de la Reina, descompuesta por la presencia de Aeval.

Mabelle no pudo evitar sonreír, al verlo en pie, ya lo suficiente repuesto como para no perder el aliento. Mientras palideció, gracias a las declaraciones de la más preciada joya del reino.

-¿Entonces, sería tan amable de ordenar a las bodegas los alimentos que acostumbra enviar al orfanato?- Mike escucho a su Cereza algo más en calma.

-Por supuesto su Alteza- Suspiro en medio de cierto estremecer. -Ahora si las damas me lo permiten- Indico que se retiraba con toda educación.

Ambas asintieron y lo observaron alejarse. Cuando estaba a almenos veinte pasos Aeval observó suspicaz a Chérie. Pero la Reina no le permitió hacer alguna observación al respecto adelantándose en su comentario -¿Y como estuvo ese paseo a caballo con Dean?- Preguntó directa.

-Justo como te lo imaginas- Respondió de inmediato sin pensar mucho.

Chérie a diferencia de lo que cualquiera podría haber imaginado, atajo esa mueca dolorida. Trago aire por no suspirar de ese modo que solo se traduciría en lastima. Bien sabía de amores prohibidos. -Al menos tu eres libre de elegir- pensó, intentando no ser víctima de su propia envidia.

-Kath no va a estar contenta- Comento como si fuera la última novedad.

-Fue un accidente. Cómo Demonios iba yo a averiguar el día y la hora de la llegada del capitán junto a sus tropas.- Se defendió.

-Eso no lo pongo en duda- Le habló con una voz más apacible. Invitándola a que se calmara.

Mabelle entrecerró la vista y arrugó la nariz. -¿Desde cuándo Lady Ackles sale a caminar junto a ti?- No era para nada algo esperable.

La Joya se encogió de hombros. No sabía que responder. -Ella... No lo sé...-

Aunque el cambio era evidente. Su hermana parecía que se estaba esforzando. Pero de verdad, ya Chérie estaba aprendiendo a ser un poco mas cauta, Kathleen era muy inestable.
Decidió no perderse en tratar de explicar lo que ella no entendía.
-Necesito tu ayuda para ordenar algunos asuntos-

De inmediato se encaminó en dirección al castillo. Aeval se acomodó en el sillón de la antesala a la alcoba del Rey y vio a Chérie sacando de su canasto de bordados un libro. La francesa busco entre sus páginas. -¿Cómo se hace esto?- Pregunto mientras las pestañas de la Duquesa tocaban prácticamente sus cejas. Luego apareció esa sonrisa maliciosa. Respiró profundo reconociendo su mas reciente manuscrito publicado y comenzó a dar detalles de aquella impensada idea de para cualquier dama bien educada.

-De verdad....- Pregunto con esa entonación aguda que revelaba una sorpresa y el prejuicio de imaginar que ella no sería capaz.

-Imagino que de los tres, ya sabes, es Christopher, el mas Difícil de complacer.- Contestó con agudeza y lejos de todo espanto.

Aeval no pudo contener la carcajada. Pero luego su mirada se clavó en la de Chérie buscando esa respuesta, mientras su semblante palideció.

-No Mabelle. Dean no es mi tipo - Le aclaro cómo si hubiera leído sus pensamientos.

Pero la imagen no correspondía a la historia inspirada en el Señor de Eastland. La puta se preguntó qué diablos estaba tramando la Reina.
-Mi Señora si tiene suerte en su aventura, sería muy satisfactorio que a parte de aprender la técnica consiguiera cera de abeja. Estoy segura que el caballero terminará muy agradecido- Le sugirió.

-¿Cera de abeja?- Pregunto confusa.

-Si. Tal vez Mila o Genevive la puedan asistir.- Se sonrió.
Había mucho por hacer.
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[AHORA]

La noche del solsticio de verano había caído. Y pese a que no era el mejor momento, pues los hombres estaban desde hace semanas preparándose en sus asuntos de armas y estrategias, Chérie Bellerose se las arregló, para lograr que su señor accediera a su capricho.

Muchas de las damas de la corte no estaban felices con esa vulgar decisión. Príncipes, militares, incluso los sirvientes del castillo cuchichiaban con la aparición al anochecer de las cortesanas de la casa Aeval.

-Mi Señora como permite semejante insulto- Preguntó Lady Alexander, la misma que alguna vez despellejo viva a la Reina con sus habladurías.

-Su gracia, no debería sentirse amenazada por las muchachas de Aeval. Después de todo usted es una mujer de familia. Con una interesante dote a su disposición. Cualquier hombre querría hacerse de su valiosa compañía mientras ellas solo prestan un servicio.- Respondió sin complicación.

Mila se esforzó por mantenerse seria, evitando el comentario. Ya imaginaba que la Dama, dada su baja comprensión jamás iba a entender semejante insulto. A las muchachas de Aeval les pagaban sus servicios, mientras que Alexander, con esa famosa fortuna aun no encontraba marido al que servir.

Kathleen la observó sin mucho gusto.

-Los hombres necesitan una motivación extra. La amenaza se hace cada vez más tangible, es inminente el inicio de un conflicto- Suspiro la Reina consiente de que habían muchas damas exigiendo una explicación.

-¿Putas? Si ellos necesitan de esto para motivarse, tal vez no defiendan del modo debido nuestro reino.- Objeto Alexander con la arrogancia de haber conseguido toda la atención de su Alteza frente a las otras Señoras. -Toda Dama de Cydonia tiene el derecho a sentirse ofendida con este sátiro comportamiento-

-Las mismas que jamás objetaron la tradicional celebración de los cumpleaños del príncipe antes que se convirtiera en Rey- Objeto de pronto Kath. -Claro, cuando era soltero y aún existía la esperanza de que podría contraer un compromiso con alguna inocente bien educada de buena familia de Cydonia...- Clavo los ojos en Alexander. Todas las mujeres calmaron su bochorno y malestar.

Mientras Alexander no parecía haber escuchado. - Algún encanto tendrá de especial la Reina de las cortesanas- Comento, con cierta perfidia. Disfrutando la escena que estaba robando su atención.

Aeval y el Rey conversado de ese modo tan íntimo alegre y cercano.

-Aeval es muy diestra en los asuntos de política.- Afirmo Chérie admirando la virtud. Y por otro lado, justamente en ese minuto, la Duquesa estaba inmersa en la misión de recolectar toda la información posible a cerca de los planes de esos hombres. Detalles que eran casi imposible de obtener de sus propias bocas sin contar con los persuasivos encantos de las meretrises. La Reina no iba a dar pie a berrinches histéricos de gente dispensable.

-¿Entonces no le incomoda que la Puta este con su Hombre?- Pregunto otra dama que Chérie no tenía idea como se llamaba.

-Es el Rey de Eastland. Que mujer en su sano juicio se atrevería a interponerse en sus decisiones- Llamo su atención Kathleen. La corte tenía una memoria muy selectiva. Al parecer las damas ya habían olvidado los terribles latigazos.

-¿Por que debería estar incomoda si nuestro Rey esta profundamente enamorado de nuestra Señora?- Pregunto Genevive con una encantadora entonación ingenua.

Las mujeres se giraron a verla sorprendidas. ¿La última doncella escogida por la reina sacando la voz?

-La Duquesa Padalecki tiene toda la razón.- Comento Scarlett al reconocer el desprecio de las mujeres a su alrededor.

-¿Duquesa?- Pregunto Alexander sorprendida a la hermana del rey observando a la aparecida que hacia algo mas de un año había llegado con un bebé en brazos para asistir a la sanadora.

-Lord Padalecki es el Duque del principado de Nassau en Francia- Explico Kathleen conservando la compostura.

Genevive observo contrariada a Chérie, hubiera preferido mantener en un conocimiento mas discreto su nueva posición ante las Ladys, que pese a todo su esfuerzo y codicia jamás llegarían a poseer un título tan alto de nobleza.

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Avanzada la velada, tal vez ya pasada la media noche, Sworth se encontró con esa mirada penitente tras la perfecta actitud de Lady Ackles. Haciendo gala de esa ensayada y bien lograda compostura. Una cualidad que podía resultar envidiable, y también peligrosa. Aunque pareciera mucho mas superficial y fribolo, Christopher podía apreciar ciertas sutilezas, la dama en cuestión lo estaba menospreciando.-Su alteza.- Le hablo con esa entonación quieta y simplemente rogó porque el dueño de casa dirigiera la mirada, a lo que a ella misma distraía su atención.

Los trovadores de Oz estaban interpretando este poderoso tema que sin hipocresía alguna estaba lejos de pretender congraciarse con los mas acomodados.

<<..Cuando vayan a pedirte Los diezmos a fin de mes
Y la santa inquisición Te "invite" a confesar

Por eso amigo tú alza la voz
Di que nunca pediste opinión
Si es verdad que existe un dios que trabaje de sol a sol

Ponte en pie, alza el puño y ven
A la fiesta pagana, en la hoguera hay de beber
De la misma condición no es el pueblo ni un señor
Ellos tienen el clero y nosotros nuestro sudor...>>

Mike soltó una de las manos de Chérie para hacer ese movimiento que la obligo a girar sobre si misma y la llevo a soltar esa carcajada. En la improvisada pista de baile, el cesped de la planicie, a unos cuantos metros de la hoguera, habían muchos disfrutando de la fiesta.

A su alrededor los mas cercanos, Adam bailaba con Scarlett, Steve y Anna, Sam y Gen. Incluso Dean y Mabelle... Se veían muy relajados para su gusto. Era casi escandaloso. Una tremenda falta de respeto para la mujer del Capitán. Pero las palabras de Genevive, apoyando como siempre a la Reina, defendiendo a la Meretris... Ninguna de las presentes se atrevió a seguir cuestionando. El hombre a todas luces parecía totalmente enamorado.

Era de conocimiento público, el Rey no había escatimado en el comunicar, la grave ofensa de los De Mier, contra la Reina y todo su séquito. Consiguió popularidad el argumento de que Cavendish había sido víctima de una represalia, luego de tomar justicia por todas las conspiraciones de la familia de Leónidas contra la casa Sworth y la Corona.

Christopher en medio del banquete se había levantado de su asiento.

" Quiero hacer un brindis, por la recuperación de mi gran amigo Lord Cavendish. Hoy es un momento de fiesta.
En esta tierra ya no se tolerarán a extranjeros que pretendan a venir a juzgar nuestras costumbres, ni impondrán sus leyes por sobre la Soberanía de nuestra Eastland .
Como Mike, nos pondremos de pie y defenderemos nuestra libertad de elegir dar cuentas directas a Dios y no a hombres miserables y codiciosos "

Kathleen debió haber terminado de aceptar como la devota esposa que pretendía ser y mantenerse en su lugar. Agotada por la hipocresía y la frustración, no se atrevió a interrumpir. La Dama, después de usar ese inesperado último recurso, esperando la misericordia del Amo de la casa, decidió retirarse a su habitación, digna. Antes de presenciar un mayor escándalo. Y ser objeto de una mayor humillación.
Sin imaginar que su propia impaciencia le había quitado el gusto de la victoria en esa batalla silenciosa.

Christopher hizo una pausa, al ver esos hombres que se aproximaban con intención de solicitar audiencia.

Solo levantó su mano a la altura de su hombro. Obligando a todos los que estaban al rededor, y Lord Hiddleston asintió con un leve movimiento de cabeza después de escuchar la petición casi al oído del Rey.

De pronto, en un segundo todo había cambiado. Ilusos. Mejor que nadie los cuatro lo sabían. Pero el calor de la hoguera la música y el buen vino, habían conseguido hacerlos olvidar, por un momento, maravilloso y efímero.

-Lady Aeval, es deseo de nuestro Rey que durante lo que quede de noche brinde su compañía y atención a Lord Cavendish...- Los interrumpió Hiddleston, en medio de esa alegre melodía.

-Como el ordene- Respondió con ese aliento agitado a causa del baile, pero ninguno de los dos llegó a notarlo. Dean aún tenía la mano en la cintura de la Meretris.
Él Capitán no necesito que repitiera la sentencia.
En cuanto Tom se alejó, él Highlander intento sacar la voz que se atascaba a causa de esa bola de aire en su garganta.

La mirada de Mabelle se humedeció. Pero aún así insistió en sonreír. -Ten piedad y no me veas de esa forma- Forzó la voz.

La ira frente a la injusticia, esa mirada que se oscurecía, esas mandíbulas se volvieron de piedra. Todo por dentro era un fruto desesperado que se ahogó, quitándole el aliento.

Mabelle de soltó suave, odiando su destino y su condición. Ahogada.

Intento mantenerse serena, continuar con la compostura requerida. No importaba cuanto doliera el tener que volver a aceptar que jamás en su vida lograría hacer lo que su corazón de verdad le pedía.

-Mi Señora, por deseo expresó de nuestro Rey, debo hacer compañía a Lord Cavendish por lo que reste de noche....- Le hablo a Chérie tomándola por sorpresa. Evitando la mirada de ambos. Presa de esa desagradable incomodidad.

La mirada de Mike se perdió en los grandes y sorprendidos ojos grises de Chérie. La Reina de Corazones respiró profundo. Tomo la mano de Mike y luego la de Mabelle. Las junto en silencio. No pudo alzar la voz y repetir una vez más cuanto lo amaba.

Chérie hizo un esfuerzo supremo por mantenerse serena. Odiando su destino. -Mike nada nos va a separar por favor recuérdalo. Nada nos va a separar.- Se repitió a si misma. Dandose valor para seguir avanzando.

Mientras inquieto Cavendish se preguntaba si Christopher estaba sospechando algo.

- Gracias por esta maravillosa noche mi Señor- Christopher la escucho cuando ella se acerco sin prudencia interrumpiendo a esos caballeros, quien sabía en qué clase de discusión se encontraban.

El magnífico Señor paso su brazo por sobre sus hombros, detrás del cuello acercándola firme, obligando ese movimiento, corrigiendo su postura, haciendo que se elevará en puntas de pies y levantará el rostro hacia él. En un principio la besó dulce pero pronto se volvió intenso. Robándole todo el aliento de ese modo maestro, tan masculino, por el que se deshacían las damas de la corte al observarlos. -Sabes que todo es por ti- Comento con esa voz pastosa.
Ordeno luego unos mechones de cabello que se habían soltado tras el baile. Christopher la giro apegándose a su espalda, acercando su rostro al oído de su mujer. -Mataría y Moriría por ti-

Chérie respiró. Intento mantener el sigilo. Sentía que las costillas le apretaban los pulmones y el corazón.
Frente a ella pero a una considerable distancia Mike y Mabelle conversaban al parecer alegremente.
La más preciada Joya sabía que su guardián también los observaba.
Una de las manos de la Reina se movió sin recato por detrás de su espalda buscando acariciar la cremallera por sobre el pantalón de Sworth cuando logro reaccionar al espanto.

El comentario había sido demasiado claro. Estaba observando a Mike. Ella sabía que lo estaba mirando. Como fuera. Iba a distraer la atención del Amo del reino sobre el traidor.

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Fiesta pagana|Mago de Oz

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Owner & Lord continuará.

Gracias por la espera, sus votos y comentarios 😘💕

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