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72|Cicatrices.

[AHORA]

Mike leyó esa pequeña nota que discretamente llegó a su escritorio de manos de Levine.

-Necesito verte antes del amanecer.-

Simple. De inmediato reconoció la letra de su dulce cereza. Intento no verse sorprendido. Cuando no había testigo alguno acerco el trozo de papel a la llama de ese candelabro y espero que la nota se hiciera cenizas. Ni siquiera se esforzó en responder.
Después de los últimos sucesos no era lo más sensato.

Por su propia causa se había reforzado la vigilancia en el castillo. Pero quién podía objetarlo.

Aún así. No podía negar que también quería verla. Esa luz insana, la libido brillando en su mirada. Tendría que arreglárselas como fuera.
Si su reina lo reclamaba. ¿Quien era para negarse?.

.............................

[ANTES]

-¡Maldito bastardo hijo de la gran p....!- Grito dejándose dominar por esa ira sin sentido al comprender que Mike no mentía. Dejándose gobernar por algo impuesto, programado por su madre. Steve estaba en medio del shock de no saber bien como enfrentar las consecuencias. No lograba pensar por si mismo.

-El bastardo tiene más bolas que ninguno de nosotros Steve- Sam hablo mucho más fuerte, interrumpiendo en el minuto preciso. El animo no era el mejor. Steve se estaba comportando como un estúpido niño rico. Sam categórico. Tajante. Ahora estaba decidido a de una vez por todas hacerse escuchar. Si Cavendish había tenido la valentía de tomar la justicia por si mismo. Era justo y necesario. Ahora Mike resultaba una gran inspiración para él y también se lo debía. Porque de algún modo lo había provocado.
Pues esa noche en que Sam salió en busca de Cavendish cuando decidió abandonar el castillo y lo encontró en la taberna, tuvieron una larga conversación en que entre otras cosas, el grandote, recordó avergonzado los sucesos en su primera visita a Bellerose.

Cuando Sam terminó de relatar la historia de fin de la fiesta en celebración de la Boda de Kathleen y Dean. La mirada de Christopher se había inyectado en sangre. Esa clase de ira era aterradora.

-Ningún hijo de la casa Ackles podía tomar parte.- Mike intento hacerlo reaccionar. Era lógico. El estar emparentados con el desgraciado los ponía en una situación muy complicada y vergonzosa. Por otro lado, Cavendish no iba a perdonar a nadie que intentara dañar a su mujer y amenazar a sus hijos.

Dean estaba sin vos. Tenía esa piedra atascada en su garganta.

-De Miér  es una alimaña... Hasta yo lo detesto. Pero es un hombre de Dios. No hay perdón. No es posible- Steve comento lleno de asco.

Dean se llevó la mano a la frente. No podía estar pasando. La noche de su matrimonio.

-Todo este tiempo permaneció en el castillo tan solo para arruinar a la casa Sworth.- Afirmo Sam.

-Steve ve por Mila- Trono de golpe la voz de Christopher cuando logró hablar, sentía el cráneo inflamado. Ese mareo, su corazón estaba bombeando más sangre de lo normal. Sin embargo no era ese el motivo. Poco importaba que intentara cualquier fechoría. El problema era solo pensar que Chérie, pudo ser ultrajada.
En cuanto reacciono solicito la presencia de la sanadora. Si las palabras de Sam eran correctas. Solo ella lo podía testificar.

Y entre la sorpresa, el sueño que no se alcanzo a disipar. Escucho esa pregunta en boca de Mike que la devolvió a ese oscuro momento. Sus ojos se quedaron estáticos viéndolo incrédula ¿Cómo era posible?¿Cómo es que lo sabía? Ella no podía recordarlo se suponía que no. Y la conocía, Chérie jamás confesaría algo como eso.
-¿Fuiste tu?- Pregunto sin voz sin responder y esa lágrima se escapó por su mejilla. -¿Tu nos salvaste?- Continuo temblando, más allá de la vergüenza. Con miedo. Terror.

Mike negó sacudiendo leve su cabeza -Sam- Suspiro y se acerco a abrazar a Mila. Cálido. Pero también con el estómago revuelto.

Era muy duro reconocer, había dado techo y comida al hombre que había intentado -Mancillarla...- Balbuceo Christopher y sintió que su cabeza iba a estallar.

-¿Por qué no lo dijiste antes?- Lo cuestiono Dean. Molesto hirviendo de rabia. Se sentía como un verdadero imbécil.
Era el Capitán de la guardia personal de la reina y no había sido capaz de ver. No. Más bien no quiso ver.

La mirada de Sam se mostró dolida. Esa pregunta estaba de más. Respiró hondo. Cansado de toda esa hipocresía, la falsa ilusión de igualdad.

-Porque la sangre de Sam como la mía, no vale lo mismo que la tuya o la de Christopher.- Mike contesto aún más duro de lo que Dean crítico a Sam.

Dean lo miro dolido, no había puesto suficiente atención,  la desagradable verdad nublaba sus pensamientos. Steve se había comportado de verdad ofensivo. Y habían cosas guardadas. Latentes, que no iban a desaparecer tan fácil.

De haberlo descubierto tal vez lo habrían acusado a él del infame ultraje, hubiera terminado en un calabozo, si es que no muerto. ¿Quien se atrevía a dudar y manchar a la familia del Papá?

-Mi Señor, que hará al respecto.- Pregunto Adam, procurando un estado de mas control.

-Convocar al concejo...- Christopher respondió después de respirar profundo. El rey mantuvo la mirada altiva aunque sabia muy bien que el Capitán lo veía de esa forma peligrosa. El orgullo, la vanidad, el ego... todo se había desatado con la aguda herida en el estómago ponzoñoso de Leonidas. Como si fuera posible derramar todos sus venenos sobre ellos. -...Y comportarme como un tirano.- Continuo con sarcasmo.

El rey sentía que la cabeza le iba a explotar. entonces se acerco a Sam.- ¿Puedes llamar a Genevive?. No quiero asustar a estas horas a Chérie.- Le solicito, necesitaba algo urgente para aplacar esa tensión. Fue un gesto amable, comprendiendo que Mila también necesitaba un descanso.

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-¿Destierro? Que clase de argumento es ese. En principio porque sabes que ella jamás lo permitiría- Genevive intento razonar con Sam. Luego de atender al Rey y preparar un par de tisanas dulces y relajantes. Había terminado de confesar toda la historia una vez más, ahora solo para ella. Ya en su habitación preparándose para volver a dormir. - Y si tengo que seguirte. Dónde sea. Sabes que lo voy a hacer. Podemos seguir adelante - Continuo a tras su gran espalda mientras masajeaba sus hombros. Se descubrió abrazado por ella. Con esa dulzura, giró su cabeza para verla.

Sam la beso dulce. Luego se acomodo en el catre. Era tiempo de descansar. Otra vez iba a intentarlo. Cerró los ojos pero la idea seguía dando vueltas. Gen cayó rendida ante el sueño. Tal vez ella tenía razón y había mucho menos que perder de lo que imaginaba. Pero Christopher había mencionado de convertirse en un tirano ¿Que significaba eso?

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-Lady Ackles, nuestra señora Cora la invita a usted y al Capitán a almorzar en el salón principal esta tarde.- Kath escucho de boca de Genevive, cuando esperaba la tasa de chocolate de la mañana.

-Por supuesto.- Respondió Dean antes de que ella alcanzara a pronunciar su parecer. - Muchas Gracias Genevive- Continuo algo parco. No había amanecido de buen humor. También noto esa inexistente emoción ante la invitación de su mujer. Para Kathleen no significaba mucho, ya había escuchado todo lo que importaba en la cena de bien venida que Chérie había organizado a su llegada. Probablemente se trataba de su despedida. Pero era extraño. Incluso, ahora, con la presencia de la madre de Mila, había sentido más profunda la ausencia de Cecile.

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-Preciosa.- Escucho esa suave y ronroneante voz. No estaba seguro durante cuanto la observo a contra luz del ventanal mesiendo la carreola. Dedicada inmersa en esa criatura.

Sintió apretarse la garganta. Tubo que respirar profundo. No quería imaginar el mundo sin ella. Aun seguía todo dando vueltas. Solo después de aclarar logro dormir y a media mañana se aboco a revisar documentos en su oficina. Sin desayuno. Ahora se hacia presente, solo porque el señor Hiddleston le había recordado el compromiso que la misma Cora le había solicitado hacia un par de días atrás.

Las doncellas habían desaparecido de la habitación esperando con propiedad en el pasillo.

-¿Christopher?- Se sonrió.

-¿Vamos a almorzar?- Hizo el esfuerzo para sonar animado - Cora, algo, dijo que iba a preparar tu platillo favorito o algo...-

Chérie lo observo curiosa y sorprendida.

Si. Ya era tiempo que saliera de su auto confinamiento.

Miro las carriolas de los niños y suspiro.

-Vamos.- Insistió.

-Mi señor.- Suspiro. Viéndolo extender su mano para tomarla.

Abajo, en el salón, el silencio era algo peculiar. Los muchachos no eran así en su estado natural. Cora observo detenida a Mila por un momento. Todos se estaban comportando como niños asustados después de haber hecho todo un desastre.

Y no fue la única que lo noto. Ese silencio. La inexistente algarabía. La comida estaba deliciosa. Pero no era escusa suficiente. Chérie se detuvo a observar a toda esa gente que amaba en la mesa.

-Christopher- Llamo su atención.
Espero a que levantará la mirada. Que la observará. Si la había sacado de la habitación y a los bebés, era lo mínimo que le debía.
Todos escucharon. Incluso llamo la atención de Kathleen.

-¿Que ocurre?- Le dijo viéndolo a los ojos podía sentir el peso invisible de la preocupación sobre los hombros de sus caballeros.

Christopher la observó adolorido. Cómo en el también estaba en la mente esos recuerdos, de ese ataque nervioso, de la pequeña flor antes de su matrimonio. Cuando se negó a ser examinada. El miedo en esa inocente mirada.
Mike sintió que las tripas se le volvían a revolver.

-Ayer por la noche Nuestro señor Cavendish asesino a Leónidas De Mier.- Respondió con voz quieta y vibrante.- Está mañana convocamos al concejo y es de esperarse que mañana en la tarde acordemos medidas especiales de ser necesario.-

Christopher no espero a que la Reina de corazones reaccionara. Tampoco sabía si su hermana o la de Mike estaban enteradas.

-Cielo Santo.- Kathleen poso una dura mirada sobre Cavendish. Estaba tan lejana y cerrada a cualquier explicación.
Entonces una vez más la precipitada conclusión le iba a jugar en contra. Indignada se levantó de su silla con la intención de abandonar el almuerzo. No podía creer que un bastardo que había atacado a un hombre de Dios estuviera compartiendo sus alimentos. Era imperdonable.

Anna y Scarlett miraron a sus hermanos preguntándose cómo había ocurrido semejante locura.

Dean sujeto la muñeca izquierda de su mujer y le dedicó esa dura mirada. No tenía animos para soportar berrinches.

La mirada de Chérie se perdió en su copa las burbujas en el moscatto. Mientras que con el dorado color intentaba iluminar sus pensamientos.
Ella se levantó de su asiento alzo su copa respirando profundo.

-Mi Señor Cavendish- Hablo con la garganta apretada pero obligandose a sacar la voz - Mi casa estará por siempre en deuda. Gracias a usted, mi padre puede descansar en paz.-

Mike sentía que no salía voz de si. Ella no tenía nada que agradecer.

Pero Kathleen al mismo tiempo de que Dean la sujeto, al escuchar a su hermana cayó en su asiento.
Algo punzo doloroso su corazón. El recuerdo de ese padre generoso, bravo y gallardo que paso sus últimos años confinado en sus habitaciones casi incomunicado debido a esa horrible parálisis. Que parecía una cruel maldición.

-Señor Cavendish- Exhaló sin voz. La copa tembló en su mano, su mirada sonrió al tiempo que bajaba esa lágrima por su mejilla, acto seguido, trago bebió.

A Dean se le apretó el corazón. Alzo también su copa -Por Mike-
Todos siguieron al Capitán.

Era un momento muy sencible. Cora siguió atenta observando a la nueva realeza. Podía reconocer lo mejor de cada uno de ellos, su intuición estaba muy bien afinada.

Después de ese desahogo pareció que a toda la familia real le volvió el alma al cuerpo. En medio de esa alegre conversación fluida evitaron referirse al tema. Chérie se veía más alegre, era lo único que importaba. No llego a sospechar de esa terrible conversación de los hombres de la casa a la media noche.

Avanzada la tarde, cuando llegó el momento de los postres. Los ojos de Christopher brillaron maravillados cuando la nodriza de la reina se dio el trabajo de abrir ese frasco de conservas y servir esa generosa porción de Higos en almíbar, acompañados de crema de leche para el señor de la casa.

-No sabes lo que te adoro Cora- Le comento luego de que degustará la primera cucharada.

Ahí estaba, la mujer mimando a sus niños.

Para Dean tenía tarta de manzanas.

Para Steve había preparado una de damascos.

Sam sonrió cuando una de las doncellas le puso en frente una tarta de nuez  y dulce de leche

A Kath se le humedeció la mirada cuando Cora le sirvió ese perfecto flan de vainilla con esa dorada capa de caramelo.

-Así vas a conseguir que te dejemos confinada en la cocina de este castillo permanentemente- Chérie sonrió emocionada. Esa canasta con panecillos preparados con la mezcla especial de pan de pascua. El aroma era tentador.

-Sabes que me encantaría quedarme, pero tengo deberes pendientes... - Suspiro Cora, pensando en Cecile y Bellerose. -No hay modo de posponer más la partida- Comento. La Madre de Mila hizo una pausa. Para dar finalidad a ese compromiso que mantuvo latente desde su llegada a Cydonia.

-Es por eso que solicité también a su Alteza la reunión. De esta tarde.- Lady Isabey hizo una seña para indicar el ingreso de esos señores que esperaban debidamente en otra habitación y eran parte de la caravana que había viajado como escoltas hasta Cydonia.

-Cuando recibí las nuevas de tu pronto alumbramiento, también llegó a mi conocimiento la dolorosa noticia del deceso de Edward.-
Se explico recibiendo de uno de los hombres un portafolios con documentos muy importantes.
-Tu primo dejo en mi poder sus últimas voluntades, antes de volver a Cydonia en su último viaje-

Cora se levantó de su asiento y se encamino hacia el lugar que ocupaba Chérie. -Está carta es de Edward para ti.- Le explico.

-¿Tiene que ver con el testamento?- Kathleen se quedó viendo a Cora confundida. ¿Por qué otro motivo Edward le habrían dejado una carta a Chérie?

-Mucho más que eso- Respondió.
Nassau el principado que pertenecía al Jesuita era esplendoroso. Una tierra rica y fértil. No era difícil sospechar que sus arcas estaban llenas. Si Edward no había dejado a la iglesia o a Versalles sus tierras y riquezas, no había otra opción sensata. Eran la familia más cercana. Seguro se dividiría para ellas.

-Esto es extraño- Comento Dean, más cercano a Edward era James, a parte de las dos princesas Solaire.

-Necesito que la leas en voz alta- Solicito Cora. Por sobre todo quería salir luego de ese trámite.

Chérie la miro complicada.

-O puedes elegir a alguien que lo haga en tu lugar- Sugirió al notar esa incomodidad.

Quién podía, quien debía. Observó de lado a Christopher, pero por su mirada se cruzó Kathleen y luego la de Mike. Y que importaba, después todos se iban a enterar igual.

Mi querida Prima Chérie:

Si estás leyendo esta carta seguramente ya he partido desde la tierra hacia el infierno o al paraíso.

Imagino que esto poco te debe importar debido a la forma de iniciar este mensaje.

Solicitaré el apoyo de Lady Cora, para que llegue a tus manos. Es probable que se convierta en todo un escándalo. Pero ese es nuestro estilo. Nosotros la familia Solaire nos caracterizamos por no pasar desapercibidos. Aún cuando dedicamos un gran esfuerzo por lograrlo, empeñados en mantener los cánones impuestos por nuestros antepasados y nuestra sociedad.

Y después de toda esta retórica, que la verdad parece todo un sin sentido, tal vez entiendas, todo lo que se esconde detrás de esta negada verdad.

Adorada Joya: La tarde anterior, antes de viajar a Cydonia, para que cumplieras la voluntad de tu padre y desposarte con el futuro rey de Eastland, fui convocado por mi querido Tío, Juan Pablo. Quien pretendía recibir el sacramento de la confección.
Acto al que accedí gustoso, sin imaginar la encrucijada en la que me vería involucrado.

Pues me llevo a ser testigo de este imperdonable acto de injusticia, obligado a la sumisión respetando la norma sagrada de secreto de confección.

La familia Solaire está en deuda con uno de sus miembros olvidados. Tal vez, si la soberbia no hubiera gobernado los corazones de nuestros mayores, nuestro destino hoy sería muy diferente.

Con esto debes saber que ha llegado la hora de que te enteres de que tú Padre tubo un hijo, producto de una relación amorosa antes de sus matrimonios.

El hombre del que te hablo es

Sam Padalecki,
hijo de Dawn Jones y Juan Pablo Solaire.

Chérie se quedó sin voz al mismo tiempo que ese zumbido se apoderaba de sus oídos, latidos estrepitosos tan fuertes que la ensordecían. La Luz a su alrededor se volvió intensa. Con esfuerzo su mirada se perdió en la de Sam y cuando logró volver a respirar luego de procesar el último párrafo se le escapó un sollozo, sus manos temblaron. A penas si pudo observar con la mirada por desbordar.

Mientras Kathleen a cada segundo se tornaba más pálida. Indignada. Con esa sensación de náuseas. El dulce e inocente caramelo de su flan parecía que querer huir despavorido de tan amarga reacción. No era posible. Eso era una estafa. Su padre jamás seria capaz de semejante escándalo. ¡Cielo Santo!. Ella pertenecía a las familias reales de Francia, Irlanda y Eastland. No podía ser hermana de un hijo de puta.

La mano de Sam apretó la de Genevive aferrándose. Era del único modo en que iba a salir a flote en medio de ese torrente inesperado de emociones e ideas, rencor, frustración, ahogo. Asombro. Por fin comenzaba a comprender, desde el otro lado de la mesa. Siempre estuvo ahí, desde que la encontró, ocupándose por instinto.
Y la esencia de la pequeña flor lo reconoció.

Era inesperado. Pero más sencillo de lo que se imaginaba. Genevive tenía ese nudo en la garganta. Ahora entendía la devoción. Esa misma que le dio problemas a Christopher y Mike. Que en algún momento llegaron a objetar.

Dean y Steve se quedaron viendo detenidos a su hermano adoptivo. Sin voz. Sin aire. Incrédulos.

Tras unos eternos minutos de silencio esperando que retomara la lectura. Christopher tomo con delicadeza de sus manos esos papeles algo más sereno que todos. Aún así muy impresionado y continuo.

Probablemente tu Hermano mayor por obra de Dios esté sentado compartiendo tu mesa. Siempre estuvo en tu camino
Probando que la Nobleza, no es sinónimo de arcas llenas.

Sé cuánto Amaste a Juan Pablo, es un hombre bueno. Nunca dejes de creerlo. No dejes que tu mente vague buscando explicaciones. Solo agradece, cómo siempre lo haces de que esto haya salido a la Luz.

Ahora bien. Solicito la expiación de mi propio pecado. La voluntad de ser cómplice de la cruel y caprichosa vanidad.
Espero que aun sea tiempo de reparación, aunque comprendo que nada puede recuperar el tiempo perdido.

Es mi voluntad es que Nassau en su totalidad quede en manos de Sam Padalecki, como único heredero.

Me he ocupado que todos los documentos queden en orden. Aún así seré honrado si su Alteza Christopher II, puede encargarse de dar fe de este testamento.

-Phillipe cuestiono la legitimidad de los encargos en la última voluntad de Edward. Cecile prefirió restarse de esta lectura de testamento al comprender que no estaba en su poder silenciar los acontecimientos- Saco voz Cora levantándose acercando el portafolios de documentos y los títulos de propiedades. -Los abogados insistieron en la legalidad de las escrituras.- Le explico a Christopher.

El rey antes de revisar todo, acerco los papeles a Mike, era el que más entendía de temas legales.

Sam solo se enfoco en seguir respirando. Sentía que todo le daba vueltas.

-¿Cómo puede ser verdad?- Discutió Kathleen - Mi padre jamás menciono... No sería capaz de esa clase de comportamiento. Es el hombre más correcto que llegue a conocer.- Reclamo angustiada -De ser cierto ¿Que pruebas tienen de que Padalecki sea quien Edward insiste en afirmar?-

A Cora le pareció escuchar a Cecile en la voz de Kathleen. El corazón se le recogió. -Hay mi querida niña. Mas de una, que en realidad se han encargado de dejar sus propias cicatrices -

Cora se detuvo como esperando algo. Pausada, Observó a Dean. Negando por lo bajo. - ¿Capitán recuerda que fue lo que ocurrió cuando Usted y sus amigos decidieron que eran ya lo suficientemente hombres para visitar solos un burdel?- Pregunto tomándolo por sorpresa.

Dean abrió mucho los ojos. No habían muchos detalles en su memoria. Pero si sabía que tuvieron que salir corriendo del lugar. Porque la Comadrona Insistió que Sam le había robado. ¿Cómo iba ser posible? A esa horrenda y hedionda mujer. Nadie era capaz de intentar seducirla, era un suicidio pensar entrar en su cuarto.

Mike se giró a ver a Sam. Incluso Christopher.

El rey no lo podía creer, que clase de bruja era que hasta de eso se había enterado. - Yo estaba por cumplir ¿14?... Sam aún ni alcanzaba los 11...- Objeto explicándose confuso. Chérie buscaba explicaciones al igual que Genevive.

-La maldita Puerca se había quedado con el relicario de mi madre- Padalecki comento con voz rasposa, como la lija. Su mirada perdida. Era uno de los pequeños caballeros. Pero no iba a dudar a seguir a sus grandes ejemplos. No estaba muy seguro de lo que estaban haciendo. Sam en su niñez más temprana vio tanta mujer que no le parecía placentero ni motivador, cómo a los más grandes. Y ni siquiera el mismo lo sospecho. Solo necesito entrar en ese oscuro y vicioso entorno para recordar... Ella se había quedado con su relicario. Cuando lo voto a la calle.
Era un precio justo para la mujer por esos escasos años de impaciencia y desnutrición con la criatura.

Pero Sam solo era un niño. Lejana estaba su comprensión del precio de una vida. Solo quería, en medio de ese desagradable ambiente, la verdadera calidez. El recuerdo efímero. La confirmación de ese primer legítimo y verdadero amor.

-¿Lo tienes Sam?- Pregunto Cora esperanzada.

Padalecki necesitó respirar. Sentía que de verdad se ahogaba. Era muy difícil hablar, enfrentar... Negó en silencio con la cabeza. Genevive acaricio su mano, solo de verlo en ese estado sentía su garganta hecha un nudo.

Dean no lo quería creer, pero ya su instinto lo sabía, de verdad el hijo de puta había logrado llevarse la joya mientras los jóvenes caballeros intentaban fines más frívolos con un vergonzoso resultado por lo demás. -¿Que ocurrió con el relicario? - Pregunto serio. Con esa actitud de hombre grande. El hermano mayor.

-Marion lo encontró "por accidente". Exigió saber de dónde lo había sacado y como no pude responder -Explico amargo.

-...Se quedó con él...- Suspiro Steve avergonzado una vez más de su madre.

-Jhon conocía la joya y su historia. Ese relicario perteneció a tu bisabuela. Era el único tesoro de Juan Pablo antes de su primera nupcia. Cuando Jhon lo vio en el cuello de la madre de Steve no escatimó en indagar. Gracias a la lujuria de "nuestros sementales", apareció el primer indicio. Que con el tiempo pudo corroborar - Les explico Cora. La mujer hizo una pausa al sentir esa indignada mirada de Kathleen sobre ella - Cecile decidio culpar a Christopher padre de su terrible enfermedad, cuestionando la bienvenida a los De Mier al castillo de Eastland, recordando que siempre fueron enemigos de la casa Bellerose.

Era una salida mucho más digna. La parálisis de Juan Pablo surgió de ese ataque de nervios ante la confirmación de las sospechas. La madre de Chérie se negó a aceptar al muchacho en su casa.

-A simple vista todo está en orden- Interrumpió Mike. Si Versalles no había encontrado un resquicio legal para cuestionar el traspaso de títulos y propiedades Eastland no tenía que objetar. -Señor Padalecki, Nuevo Duque de Nassau...-
Sonrió orgulloso acercándole la carpeta con todos esos documentos.

-¿Duque?- Kathleen objeto amarga. Aguda. Todo lo que conocía como orden jerarquico y social se desvanecía.

-No. Sam Padalecki, Príncipe de Solaire- Saco voz Chérie corrigiendo a Mike emocionada y se levantó para acercarse a el buscando ese abrazo.

Chérie se sintió rodear por el grandote. Fue natural apoyo su cabeza al costado izquierdo, quedaba muy cerca de la altura de su corazón. Entonces se le escapó un sollozo. El la sintió temblar.
-Toda la vida te he amado. Pero ahora se por que- Susurro casi sin voz con la garganta cerrada. Pero aún así el silencio intenso dentro de la habitación fue un altavoz de sus palabras.

Mila sonrió y trago aire sonoramente mientras ya no lograba contener las lágrimas.

Kathleen se levantó de su silla para retirarse de una vez por todas de esa desagradable reunión. Había olvidado incluso que en otro tiempo Padalecki fue su candidato ideal, para que se casara con su doncella y permaneciera eternamente a su servicio.

-Kathleen Solaire Brie- Cora llamo su atención con una entonación severa. -¡Para con tus berrinches infantiles de una buena vez!-

-Lady Cora, usted podrá ser querida por muchos de los presentes, pero le recuerdo, que solo es la nodriza de mi hermanastra y la doncella de mi madrastra. No es mi deber apoyar sus ideas. Es suficiente un civilizado respeto, del que usted parece no tener conocimiento.- Contesto enfática con esa mirada terrible.
Tal parecía, no lograba soportar ahora, la reina abrazaba al sirviente como si fuera la respuesta a todas sus añoranzas de familia en donde ella no tenía cabida. Porque Chérie nunca aceptó su manera de pensar, riéndose de las costumbres debidas y la compostura. Su malcriada hermanastra siempre quiso acomodar las cosas a su excéntrico capricho.

Cora respiro profundo, no podía objetar su posición social. Aún así algo la estremeció por dentro ese recuerdo difuso. Que Kathleen no sabía si algún día podría comprender.
Las interminables tardes de invierno, en que Chérie se escondía en las habitaciones de la sanadora, buscando esa ternura, que Cecile solo reservaba para Kathleen. Porque para su madre era la niña perfecta, dócil. Preciosa. Que en un futuro cercano llegaría a ser la gran Princesa que ella misma hubiese querido ser. Mientras que Chérie, se negaba a su estricta educación.

Aún en la mente de la nodriza se escuchaba ese llanto infantil. Recordaba, las tantas veces en que Chérie llegó a refugiarse tras sus faldas y las marcas de los varillazos en su trasero, espalda y piernas que debió curar con ungüentos y calculadas "gotas de olvidó", durante las largas ausencias de Juan Pablo, cuando salía a las campañas de guerra, junto a Christopher I y Jhon.

Cora observó a Sam. Tal vez el destino no había sido tan malo. Quien sabe que hubiera resultado si el muchacho hubiera sido educado por Lady Bellerose.

A pesar de todo el alma de Chérie se torno fuerte. Aprendió a escuchar su voz interior comportarse de ese modo auténtico por sobre el deber ser que le exigía su posición social. Construyendo sus propio filtro del bien y el mal. Cora pudo borrar en ella ese velo que deja en los niños el bautismo, que les sumergía en el olvido y les quita la magia, volviendo los temerosos, obligandolos a vivir con miedo y justificar la injusticia, esperando el sufrimiento y el castigo desde los poderosos. Para ser dignos del Santo Reino.

Christopher respiro fuerte. Pero contuvo su molestia. Mike también. Dean apretó las mandíbulas. Cerró los ojos por almenos treinta segundos. ¿No era suficiente que la mujer la hubiera educado para comportarse y como la realeza?

-Kathleen no es necesario que debas aceptar está verdad.-Vibró dulce la voz de Sam luego de que al escuchar la respuesta Chérie lo vio con dolor.
-Estoy más que agradecido que Dean y Steve me llamen hermano y que nuestro rey me considere su amigo. Siempre me han hecho sentir parte de su familia, aunque la verdadera mía, desde hace unos meses es Genevive. - Comento con serenidad - Puedes estar segura, que no me interesa el título. No pretendo usurpar tu lugar como primera. Ni robar el cariño de tu hermana, del cuál reniegas sin entender que al hacerlo no solo la dañas a ella como a toda la gente que vive a tu alrededor.- Sam respiro profundo. Sentía que se le cerraba la garganta.

A Steve se le desencajo la mandíbula. El ceño de Dean se arrugo aún más cuando parecía imposible.

-Y si su Alteza me lo permite y mi mujer me perdona- Sam soltó a Chérie y se acerco a Genevive. Ella lo miro sorprendida, pero no emitió palabras.

Mila lo vio acercarse a Kathleen y antes de que lo imaginará. Puso sobre su mano izquierda los anillos de matrimonio.

Ellos se habían amarrado de manos. Eso era lo importante. Sam imagino, que podría reemplazar esas joyas.

Kathleen palideció.

No le importaba. A él de verdad no le interesaba. Lo pudo ver en sus ojos. Al igual que su hermana menor no le interesaba gobernar. Solo quería paz. Ser feliz.

-Esos anillos representan el respaldo de nuestras casas.- Crujió la voz de Dean. -Solaire y Duncan. Es el anillo de mi madre y es para Genevive porque debe ser así.-
Le hablo dolido. No por la decisión del grandote. Si no por lo que empujó a tomarla.

La mirada de Chérie se volvió a nublar, aún más. Las lágrimas ya no eran de felicidad. Sus ojos se cruzaron con los de Mike por un par de segundos deseando ese prohibido abrazo. Congestionada, a penas lograba respirar.

La reina vio a Genevive llena de vergüenza, suplicando en silencio su perdón.

Vio a Christopher buscando una decisión.

-Sam, es el anillo de Juan Pablo, es tu derecho.- Le recordó Cora.

-No estoy renegando de todo lo bueno...- Estuvo a punto de defenderse.

-¿Lady Ackles Sí le diera una prueba imposible de recrear...?- Interrumpió Mike esa esperada respuesta que no llegaba de la mujer del Capitán. Ella estaba sin voz. No concebía esa clase de altivez del hijo de puta.

-¿De que hablas?- Pregunto Christopher desconcertado.

-Mi madre me lo menciono. Chérie tiene una marca de nacimiento. Lo descubrió luego de su accidente.- Se explicó mareado. Preguntándose si sus ojos no lo engañaban. Tenso. Al borde de enfermar.

Chérie lo vio sorprendida. ¿Cómo era posible?

- Creo que Sam también la tiene- Agrego.

La mirada del rey se volvió aguda y peligrosa. No sabia de que estaba hablando y era discutible que Mike tuviera esa clase de información.

-Si me permites- Solicito. Parecía que el bastardo lograba leerle el pensamiento, o una explicación más aceptable, lo conocía lo suficiente.

-Adelante- respondió ya intrigado.

-Mi señora por favor- Le indico a Chérie que se acercará.

No tenía idea que se proponía. Solo lo vio acomodarse tras ella y hacer esa seña para que Christopher lo acompañará.
- Con su permiso- Insistió antes de tomar su cabello de acomodarse tan cerca que a ella le pareció que podía sentir su aliento, teniendo casi encima a Christopher, era algo imposible de pensar.
Mike se esforzó por parecer relajado. Aunque sus brazos al alzar las manos quisieron temblar. Luego esa presión sobre sus hombros, miedo de quedar en evidencia. No podía poner en peligro la vida de la madre de sus hijos. Mila dio un paso para acercarse a ellos, pero un gesto, esa mirada de Chérie se anticipo y la detuvo a tiempo.
Mike descubrió la nuca de la pequeña flor separando mechones de cabello, hasta que aprecio la cicatriz.
-¿Lo vez? Ese lunar sobre la cicatriz- Pregunto.

Christopher afirmo.

-Creo que Sam también lo tiene.- Explico.

Las pupilas de Mila se dilataron, fue brutal descubrir esa herida similar en la cabeza de Sam a la de Chérie, cuando se accidentó en el bosque, en la parte baja de la cabeza. Pero una marca. No lo logro relacionar. Nunca le puso atención.

-Sam, por favor... - Solicito el Rey poder revisar.

Gen lo vio tímido acercarse para dejarse observar.

-¡Jesucristo!- Se le salió la exclamación a Christopher luego de que Mike diera con la marca confirmando su teoría.

-No es algo que se pueda inventar- Aseguro el secretario real.

-¿Capitán ha visto algo así en su mujer?- Pregunto Sworth invitándolo a acercarse.

-¿Gen?- Sam busco a la doncella.

Mila le hizo un gesto para que se mantuviera en calma.

Dean estaba perplejo, le pareció que la cicatrices en sus cabezas subrayaban esa marca, como queriendo destacar. Cómo si el mismo destino insistirá en reunirlos.
Mareado. Intento respirar. Se acerco a Kathleen, quien desconfiada lo miro dudando de su actuar como si fuera posible fabricar semejante charada.

Tras unos minutos, luego de soltar el cabello que llevaba tomado en ese sofisticado peinado y cuando estuvo a punto de rendirse y solicitar a la misma Sanadora que buscará, arriba, tras su oreja derecha estaba esa pequeña mancha oscura que parecía algo así como una estrella o el mismo sol.

-Es tu hermano Kathleen, no hay duda- La princesa escucho vibrar su voz cerca de su oído, luego de acariciar con la yema de su dedo ese punto de cerca de cinco milimetros de tamaño. Insolitamente similar al de Chérie y Sam.

Kath lo miro de costado sintiéndose atribulada. Esa era una información muy difícil de entender y aceptar. ¿Cómo podía ser posible? Semejante farsa una burla. Su mirada de costado sobre Dean se volvió terrible. Más allá de la angustia. Odiando la idea y a él. Negándose aún a aceptar.

-Lady Cavendish sería posible que nos facilitará algunos, espejos por un momento?- Dean pregunto negándose a dejar en duda su palabra. Ella debía verlo por si misma. Y el lo iba a probar. -Al menos tres o cuatro...- Solicito.

El Capitán luciendo sus notables habilidades de ingeniería, resolvió el problema en cuestión de minutos. Luego de que sin agrado Kathleen observará las marcas de sus hermanos. Acomodando los reflejos, logró que su mujer descubriera su propia marca.

Su corazón no pudo con la presión y mientras sus pulmones se quedaban sin aliento, su cerebro, algo así como un corto circuito. Kathleen se desplomó. Los anillos rebotaron en el brillante piso de mármol. Un par de espejos se hicieron trizas, pero Dean alcanzo a evitar que se golpeara contra el suelo.

-Llevenla a su habitación por favor- Solicito la sanadora con una actitud contemplativa distante. Era demasiada información.

Chérie levantó los anillos del piso y se los extendió a Sam. - Si lo que dice mama'Cora es verdad. Y mi madre fue la razón de tu sufrir y la de mi padre, es lo mínimo que puedo hacer- Le hablo buscando su mirada.

Los labios de Sam se volvieron una fina línea. Su mirada estaba por desbordar. No la iba a culpar. Eso no era justicia.

Christopher lo observó acomodarse el anillo a unos pasos de distancia más atrás de Chérie. Luego vio a Scarlett encaminarse a salir de la habitación. Se pregunto que habría sido de ella en esa clase de situación. Empatisando con esa profunda emoción resto protagonismo y dejo ser lo que debía.

Dean subió las escaleras con Kathleen en brazos.

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[AHORA]

La puerta se movió casi imperceptible, solo esa sutil brisa evidenció el movimiento, al sacudir la única flama de ese candelabro. El silencio era reconfortante. Nadie podría sospechar esa intromisión. Pero ahí estaba en su propia habitación. Ella ahí recostada en su cama entre sus cobijas, sumergida en quien sabía que clase de sueño maravilloso. Y el sintiendo ese violento palpitar, la emoción apoderándose ya sin control.
-¿Su majestad en que puedo servirle?- Le hablo suave y dulce al oído.

Ella abrió sus ojos, emocionada, lo vio maravillosa en medio de esa penumbra. Intento levantar su espalda... Acercarse a él. Mike simplemente la vio, sintió su mano aferrarse a su cuello. Quiso decir que quería devorarlo a besos. Pero no tenía tiempo. Solo lo beso tan hambrienta y profundo. Sus manos se hicieron de él rodeando su espalda, acercándolo, invitándolo a la cama de ese modo tan único y natural.

Mike te amo tanto, pensó respiro y suspiro en cuanto pudo. Se aferró aún más cuando ya estaba acomodado sobre ella en la cama. La enagua se enroscaba sobre sus muslos y sus piernas se enredaban a su alrededor.
Un primer sabroso roce dulce. Comenzó a desatar ese botón, buscando despejar su cuerpo de toda esa maldita ropa.
Respirando fuerte, buscando más contacto. La enagua cayó a un costado del catre. Luego ella pateó su pantalón a los pies.
Entonces cuando estaba por llegar a ese ansiado momento de volverlo a sentir, vio erguirse a ese maravilloso hombre a un costado de la cama.
Curiosa lo observó buscando entre la camisa hecha un manojo en el piso.
Luego apareció en sus manos ese pequeño atado de algo que no recordaba haber visto.
-¿Que haces?- Pregunto ansiosa acercándose aunque el evitaba mostrarse en ese penoso procedimiento. -¿Mike?- Se asomo tras su espalda justo cuando el respiro profundo y se dispuso a deslizar ese trozo de fibra natural recubriendo su erguido sexo. -¿Que es...?- La sintió apoyada sobre su espalda, imagino que lo observaba. Solo decidió respirar.

-Esto es un Lambskin. Evitará que quedes preñada- Respondió algo serio. Era un asunto que le preocupaba. Era demasiado pronto para otro bebé y la Diosa sabía que no estaba preparado para otro peligroso parto ni pensar en perderle.

Chérie sabía que habían flores para eso. Estaba intentando entender. Pero iba más allá de lo practico. Ese sentido de protección.

-No pasará nada...- Afirmo buscando su confianza.

Ella no entendía como. Después lo iba a averiguar. Asintió al verlo acercarse de nuevo. Mientras que con un seguro y varonil movimiento separaba sus piernas acomodándola en la cama disponiéndose a retomar la faena. Esa calculada caricia en su entrepierna la hizo sacudir.

Finalmente empujó lento su virilidad en sus entrañas, después de todo aún punzada apretado como lo conocía. El parto no había cambiado nada en ella. Ahí estaba provocando ese dulce quejido. Las manos de Mike ejercieron presión sobre su piel reteniendola. Chérie sintió sus palmas y dedos arder sobre su piel. Podía imaginar lo que quería aunque no lo mencionara. Había pasado demasiado tiempo desde ese último y precioso encuentro. Entonces elevo las caderas provocandolo.
El se retiró lo suficiente y cuando volvió a empujar sobre ella la pequeña Cereza también lo volvió a buscar. Aquel contacto se sintió delicioso. Fuerte. Un quejido inevitable y una de las manos de la reina se deslizo arrastrando sus dedos sobre la espalda desnuda de su señor.
Mike la miro con esa insana oscuridad, sus labios se volvieron esa sonrisa lasciva.
-¿Que haces preciosa?- Pensó y no logro preguntar. Pues volvió a envestir y llegó otro delicioso roce tan duro como el anterior.
Entonces lo comprendió. Aquello era deseo puro. Una súplica de sus sentidos. Separo las piernas aún más y se apego a el con toda su fuerza. -Okey... Quieres que te coja rico.- Pensó. -Me vas a volver loco nena- Susurro a su oído y se clavo más fuerte. Ella soltó un chillido agudo y efímero. Sonriendo. Lo vio irradiando lujuria. Comenzó a moverse más mecánico y ella a desesperarse con su dulce presión.
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Canción para los Solaire:

Bitter Sweet Symphony| The Verve.
Subtitulos

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Owner & Lord Continuará muy pronto.

Grácias por sus votos y comentarios ❤️

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