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66| Primula.


Esas largas piernas agitadas recorrían los interminables pasillos de mármol, con esas innumerables filigranas en la decoración de sus muros se estiraban elásticos.... Desesperantes. Frustrantes sin control.

Si hacía tan solo unos segundos o tal vez horas, había encontrado ese dije de opalina tirada en el pasillo brillando como una luz de alerta, de inmediato reconoció la gota de luna, le pertenecía a su amada. El caballero de Cydonia miro por el ventanal y su rostro revelo sorpresa, porque no era primavera, todo se cubría de blanco.

Volvió a apretar la joya en su mano y girar en otras direcciones.

Reconocía el lugar, pero no era su hogar y no era el tiempo.

El muchacho de largo cabello castaño cerró los ojos. ¿Dónde estás?... ¿Mi princesa dónde estas?
Algo se estremeció en él, cómo si un susurro le indicará un camino. Apretó muy fuerte sus mandíbulas después de tragar mucho aire y apuro el paso.

Sin embargo la urgencia no rindió fruto alguno. Mas que la macabra y amarga imagen, el cuello de la doncella dueña de su corazón, ennegrecido por la presión, de esas mortíferas manos, sin respiración ... esos ojos apagados sin vida.

El mareo fue inmediato, sentía que no podía respirar y su cerebro iba colapsar por la presión... no era posible.. donde estaba el maldito ¡No Genevive! eso no iba a tolerarlo. Y se perdió entre gritos desesperados llamándola aunque era inútil. Cayo desplomado sobre el colchón, Sus piernas se negaban a sostenerlo más.

Sam no lo imagino, pero en otra habitación de ese eterno pasillo, otra jovencita de cabello oscuro, luchaba desesperada sin poder sacar voz intentando no ser estrangulada aferrándose a las muñecas de su captor, la cama se cimbró de forma violenta, ella no lograba respirar, tan solo en su nariz sentía ese maldito aroma, de whisky, incienso, pino y clavo mezclado con el sudor del maldito que le estaba quitando todo. Todo se volvía rojo. Ya no podía ver, ya no tenía fuerza.

Desdé el otro lado del espejo la preciosa castaña escucho su llamado. Genevive despertó espantada con los gritos y gruñidos de su marido. Hasta esa madrugada, no había mostrado reacción alguna.

Ella uso todo su peso sobre él para empujarlo hacia las almohadas cuando intento levantarse aún dormido. Atrapado en esa aterradora visión. De algún modo pensó que tal ves podía estar ciego. El seguía gritando su nombre con esos ojos furiosos y tan abiertos, desesperados, frente a ella y sin poder ver. -Estoy aquí Sam... Estoy aquí- Susurro suave lento. Tan cerca y dulce - Mi amor... Aquí...- Ella se acerco sus labios temiendo que ya no pudiera ver. Saboreo su boca de esa manera tan particular. Entonces el grandote se atrevió a respirar ambas manos sujetaron su rostro, ahora observándola detenido -...Gen- Suspiro, sus costillas se llenaron de aire hasta que ya no cupo más. Pero justo cuando parecía que entraba en razón el corazón se le desbocó y esa angustia se desbordo entre sollozos mientras la abrazaba con tanta fuerza, rodeándola entera.

Y al final del pasillo del otro lado del castillo, menos dulce, pero completamente decidido, Christopher sacudía a Chérie quien no lograba recobrar el aliento, producto de ese desesperante sueño.-Hey... hey... Hey...- Balbuceo asustado...-¡Chérie no me hagas esto!- Rugió ya sin control viendo cómo se ahogaba sin parecer poder hacer nada, hasta que la idea más estúpida, tal vez soplar... Empujar el viento en su boca. De cualquier modo obligarla a respirar. -¡Chérie!- Christopher la vio enfocar su mirada sobre la de él, una de sus manos llegó a su cabello -...Me va a matar. - Exhaló sin voz y por fin recupero el aire. Temblando se aferró al dueño de todo -No dejes que me mate - Suplico ahogada.

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BELLEROSE
[6 años atrás]

En el salón continuaba el festival, con esa efervescencia que no recordaba, las carcajadas por doquier, copas llenas de champagne, las más finas y hermosas damas en esos elegantes vestidos girando a la merced de gallardos caballeros, moviéndose por todo el salón principal al compás de Tales from the Vienna woods


Sus padres rebozando orgullo y alegría. Tan felices y ocupados en demostrar que la casa del Sol era la más esplendorosa de todo el reino. Tan importante era el evento que no repararon en dónde estaba y con quien se encontraba.

-¿Señorita?- Había escuchado esa objeción de su dama de compañía, esa era su tercera copa de Moscatto. Bien sabía que sus padres solo le permitían una. Nada más.

Pero que importaba, ese alto elegante bien parecido muchacho la sostenía de la cintura y antes de que pensara en defenderse giró entre sus brazos al compás de ese maravilloso vals, a penas pudo mantener la copa intacta ya y cuando se detuvo, sonrió, radiante. Respiro perdida en esos dramáticos ojos azules y volvió a mojar sus labios de vino.

Ella, no sabía, no estaba segura si de verdad lo estaba buscando. Solo sentía esa agitación por el baile y de pronto entendió que él la observaba. Observaba esa boca, esa deliciosa sonrisa aún infantil. Ese deseo fue tan evidente, que ella, jamás experimento. Algo la estremeció. Sus costillas se llenaron de aire. Sintió su propio latir. Entonces intento dar un paso hacia atrás. Torpe. El la sujetaba. Con esa expresión llena de maldad, con la promesa explícita de que nada bueno podía obrar. Algo hizo vibrar su piel. Ella necesitaba respirar. Y aún así no quería que dejara de verla, de ese modo intoxicante y perverso.

El levantó su mano, esa que sostenía la copa de cristal. La rodeo con su palma y la empujó hacia su propia boca, para beber algo de vino. Tal pareció una torpeza, pero era un movimiento bien calculado del cretino. Se derramó algo de líquido en el arco que se forma entre el índice y el pulgar. Antes que ella llegara a reaccionar para sacudirse o secarse en su vestido. El muchacho estaba lamiendo su mano de esa manera tan sátira. Que no pudo controlar, su cuerpo se inquieto a penas si pudo respirar.

-¡Señorita!- Escucho la molesta y aguda voz de esa mujercita que la seguía por el salón. Interrumpiendo. Desagradable.

-Mi bella Primula, ¿Es que a caso la criada no conoce su lugar?- Pregunto con esa actitud pedante y altanera, sin esconder su posición de hijo de buena familia.

Ella se sintió avergonzar. No era habitual escuchar objeciones.
Tal vez sería mejor escapar. Pensó sin cuestionarse. Pues sus sentidos cobraban, luego de esa extraña y arriesgada especie de caricia. La lengua lamiendo su mano se había sentido tan deliciosamente extraña.

El instinto triunfo por sobre la razón, la señorita se movió por los pasillos de servicio, evitando ser vista por sus guardianes que a esas alturas de la noche entre el cansancio y la necesidad de querer participar de la fiesta poco asunto ponían a los detalles.
El joven de buena familia, con Garbo y distinción se escabulló por los pasillos de la cocina tras la inocente prímula... que se las arreglo para encontrar un lugar más quieto.

El muchacho incrédulo de si mismo, vio como se abría la puerta a esa virginal y esplendorosa habitación de par en par, de ese modo tan ingenuo.
La sonrisa triunfal ese regocijo de maldad se apodero de su rostro a espaldas del pequeño tesoro de la casa. En cuanto noto que ella se giraba a verlo. El depredador hundió su nariz en ese sedoso y bien cuidado cabello.
La jovencita se sintió paralizar. Un efecto interesante, toda su piel se crispó a ese contacto inesperado mientras descubría en la parte más baja de su cuello en dirección a su hombro aquella delicia, el arrastraba sus labios por esa piel pura con sabor a duraznos y rosas de un modo tan debilitante.
De nuevo, todo comenzaba a vibrar. Quieta inmóvil solo pudo respirar cerrando los ojos. Perdiéndose en el respirar sobre su oído. Distanciándose del bullicio del festejo. Solo importaba aquello, mientras su corazón se aceleraba y todo comenzaba a palpitar.

Tan solo se dejó llevar, apego su espalda y su cuerpo al hombre tras ella, mientras el galán con cínica delicadeza descubría su hombro tras animarse a desatar las amarras de su vestido.
Entonces la carnosa y sensual boca de ese muchacho se movió por el centro de su espalda comenzando a recorrer su columna cuando escucho algo así como que a ella se le escapaba el aire. Se estremeció.

<< Kathleen era la más bonita. Ningún hombre de la región quedaba indiferente ante su belleza. Ella siempre desaparecía ante su presencia. Chérie se sentía como un ratón desnutrido a su alrededor.>>

Ese primer gemido de placer se lo robó el vil truhán. Que no podía ser, porque ante sus ojos era un encantador caballero. Galante desde que llegó al inicio de las celebraciones con su familia, hacia un par de días, solo tuvo ojos para ella. En la complicidad de esa habitación solo para ellos, las caricias se multiplicaron calculadas y persuasivas. Debilitando con destreza hasta la última pizca de buen juicio.
Pero cuando el joven se atrevió a meter su mano entre las piernas de la niña, algo se negó, como reflejo de si, apretó sus muslos lo mas fuerte que logro. Entonces supo que era el momento de la siguiente maniobra, con un rápido movimiento giro a la castaña y beso esos infantiles labios, tan determinado y demandante que ella no lo pudo resistir. Minutos mas tarde ya no había defensa posible, toda su ingle palpitaba mientras suspiraba agitada con cada caricia, sin saber que cada sonido salido de su boca era una plegaria por ser poseída, y el sátiro, no podía creer como estaba disfrutando de esa misión encargada, convertirla en la deshonra de la familia Bellerose y la burla para la casa Sworth.

-¿Señorita?- Se escuchó de pronto la aguda y espantada voz de su dama de compañía. Quien la encontró en imperdonable comportamiento. Sin saber si había logrado alcanzar a detener esa inmoralidad. Pero presa del escándalo no se imagino ese golpe instantáneo, la bofetada violenta que rasgo su labio y azotó su cabeza con el borde de la puerta, cayó desplomada sin poder hacer nada perdiendo la conciencia.
El muchacho no iba a dar marcha atrás, ella ya estaba a medio recostar en el lecho.

La brutalidad no era habitual para esa jovencita criada entre pétalos de flores, dulces frutos en verano y al cobijo cálidas y aromáticas chimeneas en invierno.

Tampoco pudo quedar indiferente. No importaba lo que estuviera pasando. Eso no era civilizado.

Inútil fue resistir, era una lucha de fuerzas muy opuestas. Ella era una princesa educada cual frágil flor, él recibió instrucción militar desde que pudo levantar una espada.
Tras esos gritos que parecieron inútiles la mano del maldito se aferró sobre la boca y nariz de la chica con una fuerza desmedida aplastando su cabeza contra el colchón mientras con su último aliento luchaba intentando sacarse de encima al desgraciado que al mismo tiempo comenzaba a desabotonar su pantalón para descubrir sus partes pudientes sobre ella.
El no se espero que ella se las arreglará para rasguñar dolorosamente su mejilla, eso le valió la bofetada que sacudió toda su cabeza y nublo sus sentidos volviendo todo negro.

El muchacho al fin se encontró solo ya sin freno. Todo funcionaba tal cual lo planeo. Sin espera comenzó a levantar las faldas de la dama. Sin tomar ningún resguardo. A esas horas todos los hombres del reino ya estaban muy cansados y lo suficiente ebrios.

La urgencia evitó que se detuviera a prestar atención a su alrededor.

La misma que aquel muchacho, mucho más amable. Ese alto, bien parecido galante caballero no tenía la urgencia, pues él, sí que distante y prudente había observado a la jovencita, también a su llegada mucho antes que el desalmado, en los días previos a las festividades. Tímido y gentil, ese joven de ojos salvajes, no se atrevió solicitar permiso a su padre para alguna pieza de vals durante la gran fiesta.
Ella lucía radiante con ese impresionante juego de joyería en piedras de granate.
Demasiado elevado el deseo para la cruel realidad, de su posición social de ayudante del Príncipe que se acababa de casar. Ni siquiera daba para la discusión.

Pero aun sin buscar recompensa alguna, más que devolver ese fino broche para el cabello que de inmediato reconoció al encontrarlo tirado en el pasillo.
Sam se encontró con la dama de compañía de la señorita tirada en la entrada de la puerta y ese acto de vileza. La reacción fue instantánea. El caballero de brillante armadura salvó a la princesa del monstruo golpeando su cabeza con un candelabro de bronce. Leónidas cayó de la cama aturdido sin conocimiento.

Y de pronto el estado del consentido ahijado de la señora Ackles paralizó al muchacho. ¿Porque como iba a justificar el desafortunado encuentro? Si De Mier fallecía, el sería responsable y sería castigado.

Sam retiro el cuerpo del canalla arrastrándolo por el ventanal dejándolo tirado entre medio de los arbustos que a penas lo sostenían y daba la impresión que ahí mismo se había caído de borracho.
Acomodo a la Señorita en su lecho y a su dama de compañía a su lado.

Olvidó entregar la horquilla, esa noche se quedó escondida en el bolsillo del pantalón.
Chérie nunca la reclamo, no tenía explicación para justificar esa pérdida.

Y ninguno de los cuatro se refirió más tarde a la situación.

La jovencita por suerte había salido airosa del problema. Cuando Cora, la madre de Mila y su nodriza se enteró, le hizo beber esas hierbas que quitaron gran parte de los recuerdos y evitaron posibles consecuencias, sin estar segura de lo que había ocurrido, pasaría mucho tiempo antes de confirmar o desmentir.
Porque tan solo era una niña, aún faltaban tres meses para que cumpliera 14 años.
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Tímido, se asomo por el lindero de la puerta. Sus ojos verdes titilaron, de inmediato respiro profundo. El pecoso corrigió su postura, ahora derecho, cómo si lo que ahora veía mágicamente hubiera quitado ese peso de la espalda, con el que camino por más de una semana. Entonces a cada paso que daba lento, se permitía sonreír cada vez más.

-Entonces... después de todo eres el ganador- Fue lo primero que dijo ya cerca del lecho dónde permanecía su amigo del alma. Dean ya se había enterado 15 puntadas en la cabeza.

-Es toda una hazaña - Comento Steve.

-Eso es discutible teniendo a tu servicio las mejores sanadoras de este planeta.- Objeto con esa entonación chispeante, esa voz grave se hacia destacar por si sola, Christopher se hizo presente en cuanto se entero que el hombre se encontraba en condiciones de recibir visitas.

-El problema es que esta mujer no me deja salir del colchón...-

-¿De verdad vas a reclamar por eso?- Pregunto con esa entonación sátira, levantando la ceja. Mike prácticamente había respondido desde el pasillo y antes que todos.

Sam y Mike aliviaron mucho de esa emoción escondida en fuertes carcajadas. Los caballeros de Cydonia mostrándose estúpidamente íntegros... cuando todos habían cargado con esa incertidumbre de no saber ni querer pensar.

Incluso Christopher, llego a estar confundido, por esa dedicación de su pequeña flor, para el moribundo, no había explicación lógica a sentir celos de un hombre que parecía no llegaría a sobrevivir. La misma sensación que desapareció abrupta en el momento en que ella se perdió en esa horrible pesadilla... no era sano ni lógico para muchos, reconfortarse con su fragilidad, pero de algún modo lo hacia, el espíritu dominante y dulce que habitaba en el, lo hacia ver y sentir de una forma muy particular.

-Mila y Genevive son asombrosas- Suspiro entregado a la idea, solo restaba agradecer.

-Y Chérie...- Owner & Lord objetaron en su pensamiento. Chris y Mike mantuvieron el silencio, estaba de mas comentarlo, sabían que Sam se enteraría y si era en ese momento sufriría un fuerte pudor, y las damas podrían alterarse si algo le pasaba por culpa de una indiscreción.

- Así es.- Aseguro Dean.

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-¿Gen que haces aquí?- Le había dicho sorprendida. Las buenas noticias ya habían llegado a sus oídos, pero Chérie no podía salir ese día de la cama. El miedo había alterado su corazón ese amanecer.

-Mi Señora le prepararé una infusión de hojas de azahar, melissa y olivo...- Respondió luego de tomar mucho aire. No sabia como explicarlo, pero esa mañana había sido mas intensa y difícil de lo que esperaba. Ella quería que Sam se recuperara con todo su corazón, pero, no estaba lista para esa clase de despertar. Porque el pánico del chico de mirada salvaje se le había traspasado hasta los huesos.

-Gen...- Mila objeto sin mirar. No quería invadir su pensar.

-Mi Señora...- Suspiro con la garganta contraída, no sabia como decirlo. No sabia lo que era.

-Ya lo se...- Respondió la reina antes de que lograra expresar palabras, esa sensación de peligro. No poder descansar. Ni siquiera había escuchado confidencia alguna de lo sucedido con Sam.

Chérie durante la mañana había compartido los pormenores de su despertar a Mila y Adam.

-Pase lo que pase mi Señora, yo la voy a proteger.- Adam comento a un costado de la puerta, sin imaginar que esa figura se presentaba, como nunca. Kathleen se giro a mirar al guardaespaldas exigiendo una explicación.

-¿Chérie que ocurre?- Pregunto más que curiosa, con cierto matiz alterado.

-Nada importante, solo una pesadilla.- Contestó sin vacilar.

-¿De verdad?- Kath camino hacia ella con esa expresión suspicaz. Empezando porque encontró a su hermana en cama. Algo más debería estar pasando.

-¿Que ocurre?- Insistió.

-Solo una mala noche- Explico con un amago de sonrisa en los labios.

-¿De verdad? Porque a mí me pareció que Adam se expresó de un modo muy "Shakespeareano" - Kath buscó su mirada acomodándose en el borde de la cama.

Chérie intento ser amable y no abrir mucho los ojos por esa sorpresa que le provocó el inesperado gesto de su hermana. Porque no se tragaba esa preocupación repentina. Imagino que verdad debía estar buscando algo de beneficio.

-Bueno si no quieres compartirlo conmigo espero que al menos Dean y Steve estén enterados por sus obligaciones al respecto- Sugirió sin imaginar que justo, eran ellos el inicio del problema. Sentir de nuevo las manos de ese maldito sobre su cuello fue aterrador. Y saberlo en el castillo, ahora no la iba a mantener tranquila.

-Por supuesto. Serán informados cuando la ocasión lo a merite.- Afirmo, cómo si ya fuera un hecho. -¿Ya fuiste a visitar a Sam?, Mila temprano me avisó de que por fin despertó y Gen ya le dio permiso de recibir visitas.- Pregunto animada restando importancia a lo anterior.

Kathleen torno los ojos al cielo. Molesta. No lo sentía como prioridad.

-Felicitaciones Genevive- Hablo intentando parecer educada.

-Muchas Gracias mi Señora- Respondió sin miramientos.

Kathleen intento sonreír sin más palabras -Ladys...- Comentó indicando que se retiraba. Las chicas hicieron esa venía amable y justo cuando iba a dar el paso para salir de la habitación escucho la voz de Adam
-¿Lady Ackles no va a preguntar por que la Reina se encuentra en reposo hoy?-

Mila y Gen cruzaron miradas incómodas al escuchar al guardaespaldas pero fue Kath la que no vio a Chérie negando y tomando aire.

Adam ya estaba cansado de ese trato egoísta y descortés. Y ciertamente preocupado por el último acontecimiento.

-Pero si dijo que no era nada importante- Contesto sarcástica.

-Es la segunda vez en menos de quince días que se descompensa por preocupaciones mi Señora.- Comento intentando sonar civilizado -Nuestra Reina está descansando, porque deseamos que su embarazo llegué a buen término-

-¿...Segunda vez?- Kathleen se pregunto intentando recordar. En qué momento antes de esa tarde había decaído... No recordó que el día del accidente de Dean, su hermana había colapsado. A su comprensión, la reina de corazones siempre estaba bien.

-Lo siento preciosa no lo voy a dejar pasar- pensó Adam mientras miraba a Chérie sintiendo que una tripa se le retorcía de la rabia.

-...Espero que te recuperes pronto Chérie - Comento desde la puerta, girando y se retiró de inmediato.

-¿Adam?- Minutos más tarde, con la prudencia de imaginar que Kath ya había abandonado todas las habitaciones del rey, Chérie llamo su atención.

-Ya es tiempo de que deje los cuentos de hadas...- Respondió con los brazos cruzados. Aún apoyado en la muralla.

-¿Adam?- Volvió a objetar aguda atajando esa expresión alegre que amenazaba en convertirse en carcajada.

-Me encantaría una taza de earlgray y un trozo de Pan de miel...- Adam le comento a Mila, ya se acercaba la hora de la merienda. No quería arruinar su apetito por esa discusión. Tampoco echar pie atrás.
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Aun así ninguno estaba preparado para lo que se avecinaba porque un jinete que se acercaba a todo galope casi no logra frenar a su caballo, a la salida del castillo... El señor Holland al divisar al hombre desde su puesto estratégico de vigilancia ya cuando el ocaso había oscurecido todo lo que se alcanzaba a divisar de la bella Cydonia, salió de inmediato a su encuentro. Ordeno agua y terrones de azúcar para el pura sangre que se veía exhausto y personalmente guió al hombre a las dependencias del castillo tras enterarse de que traía noticias del puerto.

Christopher y Chérie se encontraban a mitad de la cena cuando abruptos entraron Mike y Dean, que también habían sido interrumpidos.

-Su Alteza- Saludo Holland a Chérie con esa educada caravana.

-Señor Holland...- Sonrió y vio a ese desconocido.

-Su majestad.- Se dirigió después a Christopher.

-Tom- Vibro su voz expectante ¿A que se debía? Si hacia tan solo unos momentos se había despedido de sus amigos, cesando sus obligaciones por el día, además el no era el que recibía las visitas esa tarde.

-El Señor Sturgges trae noticias desde el puerto- Se explico luego de respirar.

Dean y Mike observaron impacientes ¿Era a caso necesaria tanta formalidad?

-Mi Señor al salir en dirección al castillo todavía se divisaba a varias millas mar dentro un barco extranjero que se acerca a nuestras costas-

-Un barco- Repitió Chérie, observo a Christopher, Los tributos habían terminado en las navidades, Pietro se encontraba en el castillo y su gente instalada en las barracas ¿A caso Einnar? ¿Quién más podía presentarse sin previo aviso saltándose protocolos?

-Los pescadores que volvían de mar adentro refirieron que lleva banderas blancas y oro y en una de sus velas un escudo con una rama de olivo una cruz y una espada alzada- Se explico. El sacerdote del lugar entendió de inmediato el emblema y les sugirió que dieran urgente aviso.

Dean al escucharlo apretó las mandíbulas y sintió esas agujas que atravesaban su cabeza. Mike miro de reojo a Dean y trato de enfocarse.

-Christopher... ¿Por que viene la inquisición a nuestras costas?- Le pregunto la pequeña flor y al tiempo que procesaba por si misma un fuerte mareo se apoderaba de ella y otra vez su vientre se endurecía, al mismo tiempo que el retumbar de su corazón ensordecía sus oídos... ¿Entonces no había sido solo una pesadilla? También una premonición.

Mike se froto la frente y el cabello hacia arriba repetidamente de ese modo apabullante. No podía decir palabra alguna y eso lo estaba alterando cada vez más de una forma muy peligrosa.

- Capitán cierre todas las entradas al castillo. Mike informa las noticias a Steve y Sam. Señor Sturgges gracias por su oportuna intervención quedamos en deuda. Señor Holland avísenos cualquier acontecimiento.- Trono la voz del Rey. Mike y Dean lo vieron apretar los parpados por unos segundos, solo unos segundos vasto para que se dispusieran a salir de la habitación.

No había exigido explicación alguna a Mike, por la calidad de embajador de España de Leonidas, Ni a Dean por ser su molesto familiar... Si ni sus más cercanos habían sido informados con anterioridad. Nada bueno podía esperar.

-No quiero ser descortés, pero no me siento bien... ¿Alguien puede ir por Mila?...- Le hablo Chérie a Christopher levantándose de su silla cuando los caballeros estaban por salir de la habitación. Pero no alcanzo a mantenerse en pie ni treinta segundos cuando se desvaneció y Christopher alcanzo a sostenerla para que no diera un golpe contra el piso.

Mike y Dean se voltearon a ver sin poder quedar indiferentes ante el ruido.

Ella estaba entre sus brazos, había vuelto a perder el conocimiento y mientras Christopher rugió de un modo bestial, el vientre de la reina se volvía a tensar en una fuerte contracción.

-Por amor a todas las ninfas del bosque... Criatura... No- Balbuceo sin voz Mike al ver a Chérie desvanecer y apuro el paso en busca de la sanadora.

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Owner & Lord Continuará muy pronto

Gracias por sus votos y comentarios 💖

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