64| Ya es tiempo
-¿Chérie... Todo bien?- Se escuchó débil dentro de la habitación el llamado de Adam... Ya había pasado bastante tiempo desde que se había dispuesto a seguir su indicaciones. La ansiedad era fuerte en todos. Pero casi insoportable en Mike.
De todos modos alcanzo a escuchar y se logró alejar lo suficiente de la boca de Christopher para respirar. Agitada. Muy agitada.
-¿Que sucede?- Le pregunto con voz profunda y ésa estremecedora expresión de deseo.
Ella intento enfocarse. Lo observó incrédula.
-Christopher estuviste casi dos días inconsciente.- Respondió alterada sin voz.
-¿Inconsciente?- Repitió escéptico.
-¿Dos días?- Eso era inverosímil.
-¡Christopher casi nos matas del susto!- Insistió, al procesar lo que ocurría su garganta se cerró y su voz se quebró.
-Hey... hey... hey...- Intento llamar su atención. Su mano libre retenerla y buscar volver a ese tentador momento.
Las piernas de la reina se apretaron mucho en protesta a esa sensual y debilitante intromisión. Chérie logró escabullirse. La vio levantarse de la cama, caminar intentando controlar su respirar.
La puerta se abrió de golpe.
Todos la vieron expectantes. Mila se acercó un paso y levantó una ceja esperando una respuesta.
-...¡El bello durmiente ha despertado!- Exclamo. Sin poner atajo a sus palabras. Sin saber que era lo que la estaba irritando de ese modo. Scarlett corrió al lecho de su hermano.
Christopher de pronto se vio abrazado -¡Maldito idiota no me vuelvas a asustar de esta manera!- Le hablo su hermana en medio del arrebato y sus palabras se convirtieron en sollozos.
Aunque aún se encontraba perdido sin entender lo que estaba ocurriendo, Christopher la abrazo rodeándola dulce y al instante descubrió que la mitad de su cuerpo protestaba en distintos grados de molestia.
Mike, Steve y Sam se acercaron.
-Luces terrible- Steve sonrió tras Scarlett.
-Pero Dean te gano esta vez...- continuo Mike- Mila le dió una docena de puntadas en la cabeza- Sonrió con esa entonación empapada en burla y un gran dejo de orgullo, cual trofeo.
-Pero tú hiciste llorar a las damas... Lady Virginia y Lady Veronica no salieron de la capilla llorando y rezando como Magdalenas por tí...- Sonrió feliz Sam -Sigues siendo el más popular entre las damas.-
-Suficiente... Don popular tiene que descansar.- Mila les llamo la atención de manos en las caderas.
Scarlett y los muchachos se retiraron sin chistar.
-¿Puedes levantarte Sworth?- Le pregunto Mila sin aparente emoción.
El rey se movió procurando dignidad. Pero se sentía como si lo hubieran apaleado.
La sanadora lo observó inmutable, comenzaba a evaluar el daño.
-¿Le darás permiso para que salga de la habitación mañana?- Chérie le pregunto expectante a su amiga.
-Luce patético... Pero no veo que tenga problemas en caminar mi señor...- La sanadora intento no sonreír, agradecida de haber exagerado en preparar mucho ungüento de árnica para borrar esos feos golpes en todo su costado.
-Intenta descansar Chérie...- Le aconsejo cuando se preparaba a salir - Aún no estás para agitarte... ese bebé ya ha tenido suficiente con el accidente- Le recordó muy seria.
-¿Que pasó?- Pregunto Sworth abriendo mucho los ojos, mirando a su mujer contrariado.
-Chérie estuvo a punto de entrar en labor... Cuando llegaste inconsciente- Le aclaro Mila y abandonó la habitación.
Christopher se puso más pálido que la nieve. La observó espantado.
-¿Chérie?- Iba a reprochar, pero como se lo pudo haber comentado si hacía un momento a penas le permitía respirar en medio de esos besos apasionados.
Ella guardo silencio, no sabía cómo explicar. Se encaminó a la cama que había estado ocupando Dean...
Christopher de pronto encontró a los pies de su lecho ropa de hombre que claramente no era suya.
-¿Que demonios?- Maldijo, y una punzada entre las costillas lo atacó, al empuñar la mano izquierda lleno de ira, su muñeca protesto...
-Mientras creíamos que agonisabas, Dean durmió en mi cama y yo en la de Mike.- Respondió a quemarropa. -Sí no te gusta la idea, no te vuelvas a lastimar- Terminó la idea sin medir la gravedad de lo que decia y se abrigo con su cobertor en la cama del frente a dos metros de distancia que la Sworth le parecieron una eternidad.
No. Ellos... Ellos no serían capaces. Se sacudió esa endemoniada idea de la cabeza y se sintió marear. Dos días había pasado inconsciente. No podia ser cierto. Dean y Mike, no intentarán reemplazarlo en el Gobierno.... "ni en el lecho"....
"Eso" jamás podría pasar.
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A la mañana siguiente Cavendish aún no terminaba de abotonarse la chaqueta cuando esa sonrisa inquietante se le apareció por el espejo... -¿Su Alteza?- Le hablo sobresaltado frunciendo el entrecejo a la reina que se notaba algo agitada.
-Su gracia... Mañana es Navidad...- Comento de inmediato, con los resguardos adecuados, la gente de servicio estaba desconcertada. Se suponía que el debía acercarse a los aposentos reales a buscar las solicitudes del día... No al revés.
-Mi Señora, ya está todo arreglado para esta noche- Sonrió el secretario, su eficiencia, a prueba de lo que fuera. -Claro. Espero esté de acuerdo, una cena más íntima, debido a los acontecimientos...- Se explico, mientras alcanzaba esa pequeña botella de perfume. Froto el aplicador en sus muñecas y en el cuello. El cristal brillo entre sus manos, mientras las notas de romero, cuero y bergamota se esparcian por la habitación.
Ella respiro profundo en el umbral de la puerta. -Muchas Gracias- Sonrió entendiendo que lo mejor era salir de ahí lo antes posible.
-¿Nuestro Señor Christopher?- Alcanzo a preguntar cuando ella daba la vuelta.
-Mejor- Contesto y desapareció por el pasillo.
Pero en reposo. Mila insistió que al menos hasta la hora de la merienda descansara en su habitación. Fue Chérie la que logró escapar de la habitación azul, justo antes de que la sanadora llegará para su ronda matutina.
-¡Su Alteza!- Escucho a sus espaldas esa encantadora voz de terciopelo.
La carcajada se espandio por todo el corredor. Ahí el caballero dueño de la mirada más oscura cálida y dulce, como el chocolate.
Pietro Romanov había vuelto, justo como lo había prometido para la fiesta igual al año anterior.
Eso era un alivio para todo el castillo, a ver si Lady Isabey se relajaba un poco. Seguramente ya no le sobraría tiempo para andar observando tanto detalle.
-Maravilloso- Sonrió. Luego como una niña se colgó de su brazo, caminando otra vez en dirección a las habitaciones del rey, era seguro todos estaban ahí.
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-... Al parecer no todos recibieron el decreto y hay algunos señores que igual se acercaron al castillo...- Le comento Steve a Mike y Dean mientras desayunaban.
-Seguramente otros seguirán apareciendo, pero no es posible alojar a la gente en el castillo- comento Mike.
-Veré que habiliten un corredor de las barracas para los que deban pasar la noche-
Cada quien había vuelto a sus funciones habituales.
Leónidas recibió en su despacho las últimas encomiendas. Un fino sobre con ese temido sello de Lacre rojo. Sorprendido y a la vez algo espantado. Conocía la marca de su familia, pero está carta venía desde otra ubicación.
Y quién iba a imaginar que esa mañana de 24 de diciembre, sería el villano, quien recibiría el primer regalo de navidad.
Porque empezó a leer con cierta cautela y lentamente su rostro se volvió puro gozo.
...Bajo las circunstancias tales, que deberá, preparar la llegada del Cardenal y organizar las averiguaciones correspondientes en todo el Castillo, para lograr expulsar al demonio que está tentando el legítimo comportamiento cristiano en todos los habitantes de Cydonia...
La carcajada no se hizo esperar. No sé imaginaba como había ocurrido. Alguna indignada con el escandaloso comportamiento de las Damas del castillo quizá.
Ya no importaba. Si al final, la suerte giraba a su favor.
Entonces silencioso y diligente como cucaracha rastrera comenzó a realizar un listado de los acusados, calculando los posibles resultados... Ahora sí, el hombre dictaría las reglas.
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-Mi Señora, creo que sería una gran señal de su parte que acompañará a nuestro rey en los tributos... La navidad anterior...- Iba bien en su la sugerencia, pero de pronto a Mike se le cruzo por el pensamiento esa desagradable sensación, la ira, miedo e impotencia, cuando descubrieron que ella había desaparecido. Chérie levantó la mirada y enfrentó sus ojos, al mismo tiempo Christopher tomaba firme su mano.
-Por supuesto- Respondió sin objetar.
-Buenas noches- Mike se inclino en la habitual reverencia para retirarse luego de que terminara esa maravillosa cena de noche buena. Solo los más cercanos, la familia real y amigos, disfrutando de un verdadero momento de armonía. Las carcajadas se multiplicaron en esa extendida tertulia de sobremesa, todo marchaba perfecto en esa noche de paz.
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Chérie intento que la frustración no la llenará de mal humor la mañana de navidad, porque pese al deseo expreso de la reina, Dean y Mike se opusieron terminantemente a que la reina de corazones, pudiera liderar la caravana de ropa y alimentos recaudados para el orfanato, de hecho ni siquiera ella intento preguntar a Christoper qué opinaba al respecto.
Y aunque recién recobraban la calma después de unos días muy estresantes, las sorpresas no se hicieron esperar.
-Su Alteza, su Majestad, hay unos detalles que solucionar en el salón principal... Si me acompañan por favor- Solicito Cavendish cuando los monarcas terminaban su desayuno.
La francesa vio a su marido arrugar el entrecejo. Le pareció del todo extraño, sobre todo que Mike le indicará que también era requerida.
Lo que no imagino era que llegaría a esa fiesta a primera hora en la mañana. Una nueva tradición se instaurada o restauraba, ella no lo sabia bien.
El año anterior no todo había sido amargura, Peter Romanov había llegado con regalos para todos en las navidades. Ahora, para agradecer que se encontraban juntos y felices había una montaña de obsequios bajo el árbol que habían instalado en el salón principal.
-Ohhh.... Por..... Dios...- Estiró la frase boquiabierta y sin voz. Y si, no estaba pensando en el omnipotente del Cristianismo. Más bien el Consorte, de la gran Dama.
Entonces comprendió que ella no se había detenido a pensar en ninguno de sus amigos. No había preparado obsequios, ni lo sabía.
-¡Chérie preciosa es maravilloso!- Scarlett exclamó acercándose a la reina con esos mirada brillante algo conmocionada. Sobre sus manos un fino y delicado chal de ceda de china en ese azul pálido, perfecto, para acompañar cualquier a de sus vestidos más formales.
-Su Alteza muchas gracias.- Suspiro Genevive al acercarse a Christopher con la mirada al borde de humedecer. Había un hermoso vestido para ella y un caballo mecedor de madera gris con detalles en rojo para Amaro, igual diseño para Dominic salvó el color, blanco y azul.
Todos estaban rebosantes de alegría descubriendo los detalles.
De pronto encontró a varios pasos desde un costado a Mike intentando pasar desapercibido.
Sintió que el corazón se le deshacía. Sabía que Christopher no iba a reparar en un juguete para los bebés. Ni tendría idea de cuál era el color favorito de Genevive. Y lo peor de todo, no había modo de poder abrazarlo como quería por encargarse de cada detalle.
-¿Se lo vas a entregar tu?- Escucho la voz de terciopelo tan cerca de su oído que su cálido aliento rozó su cabello hasta la piel en su cuello. La reina se giró a ver a su marido. Tenía una pequeña caja de madera en su mano y estaba observando a Cavendish.
Intento respirar. Intento controlarse. -Adelante Mi señor.-
Ella no se había ocupado de aquello, no imaginaba que podía haber elegído.
-Mi querido hermano- Christopher llamo su atención y extendió su mano.
Mike lo observó sorprendido. Aquello no era habitual. Entonces desató la cinta que cerraba la caja y la abrió.
-Increible- Exhaló sin voz al tiempo que se le escapaba todo el aire de los pulmones.
Un reloj de bolsillo con el grabado de las casas Sworth y Bellerose en su tapa, adentro un mensaje
<Lord M. Cavendish
Nunca olvides
que está es tu casa.>
Inevitable la garganta se le apretó. El brillo de impresionante obra de joyería, (que incluso incluían pequeños rubí y zafiros como parte del engranaje) clavándose en sus ojos lo deslumbro por un segundo y recordó que se le acortaba el tiempo. Sintió un hielo en su espalda y algo así como taquicardias se apoderaron de todo su ser. Cuál reclamo anticipado de lealtad, como un ajuste de cuentas que aún no ocurría.
-Ya es tiempo de comenzar a atender a los señores- Escucho a Dean quien lo volvía a la realidad observando las manecillas del reloj.
-Voy... - Respondió sacudiéndose el mal presagió. -Su Alteza- le hablo sin voz a Chérie indicando que se retiraba. Entonces impensado recibió un cálido abrazo de parte del rey.
-No te pongas dramático- Mike susurro a su oído. Luego de responder la expresión de cariño golpeando cordial su espalda.
Christopher busco si mirada y en cosa de segundos soltó una carcajada.
El momento del macho sensible había desaparecido.
Todos los señores de Cydonia tenían en su bolsillo un nuevo reloj. Todas las damas tenían un vestido nuevo para año nuevo.
Los pequeños habían recibido juguetes.
Todo marchaba perfecto. Pero a Mike, esa sensación no se le pasaba.
Las contribuciones ya llenaban las bodegas, incluso hubieron muchos miembros de la corte que se negaron a excluirse de la fiesta y salieron de sus comodidades cruzando todo el reino después de la tormenta.
Las Damas no iban a desperdiciar la oportunidad de volver al castillo después de la inesperada invitación de la reina al cumpleaños de los infantes.
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Cuando el cielo se arrebolaba cubriendo toda Cydonia de magia, rosas naranjas oro, se reflejaban en la nieve, presagiando el púrpura del anochecer.
-Mi Señora, es urgente que se presente en el salón- Le aviso James luego de informar al Capitán lo que la querida del rey pretendía.
Chérie lo observó curiosa. Terminó de beber lo que restaba de su chocolate de la tarde.
-¿Que ocurre?- Pregunto Adam.
-Eliza viene en camino.- Le advirtió su amigo.
-¿Que significa esto? ¡Ya debería haber abandonado Cydonia!- Objeto más aguda de lo normal. Mientras el estómago se le contraía. Aquello de verdad no le gustaba. Ya era más que suficiente haber aceptado a la querida del rey para el cumpleaños de los gemelos. Si permitía una nueva intervención de la mujer frente a la corte, la dejarían de respetar. Christopher la había desterrado del reino por directa solicitud de la reina. Era momento de volver a recordar quién era la dueña de casa.
La mirada de Chérie se cruzó con la de Adam -... Yo esperaría al año nuevo- Le sugirió su guarda espalda, ambos estaban pensando lo mismo.
-Ya es momento.- Negó con esa expresión molesta.
El hombre de confianza bajo al salón en que toda la corte se encontraba en diferentes tertulias, mientras los obsequios seguían llegando. Y cada Lord media su valía en relación a sus condiscípulos, mediante el costo de los tributos a la corona. Como si de verdad le importará a los Sworth, Ackles o Cavendish, cómo para poder asegurar un puesto de cercanía y lograr comprar su amistad.
Algo más que normal en otros miembros de la corte como los Cambridge.
Kathleen al ver aparecer a Lady Alexander nada menos que tomada del brazo de Will, el "hermano legítimo" de Mike dejo de prestar atención a las señoras y fijo la mirada en su marido.
Los murmullos no se hicieron esperar. Era sin duda escandaloso, una mujer tan mayor que bien podía ser la madre del muchacho.
Pero a los señores de Cydonia les pareció más bien una burla, el diseñador de los vestidos de la realeza ya había divulgado las inclinaciones del joven usurpador de la fortuna de Anna y Mike.
-Su Magnificencia- Se inclino el rubio frente al rey. Dean no alcanzo a atajar ese gesto. Torneando los ojos al cielo, pidiendo más que paciencia.
¿Magnificencia? Steve frunció el ceño buscando la confirmación de Sam ¿Había escuchado bien? Su gran amigo negó algo incómodo. Hasta el amable Sam le había sonado ridículamente cursi.
Uno de sus sirvientes se acercó al muchacho y le entrego un cofre de madera.
-Permitame entregarle este pequeño aporte a la noble causa de Nuestra más Hermosa Flor-. Continuo irritante y modoso. Y cuando se disponía a acercar el cofre trono la voz de Adam un par de pasos más adelante que su protegida.
¡Su Alteza Real
Chérie Sworth Solaire Bellerose!
No era la presentación habitual la gente atestada despejó los pasillos, solo bastaron un par de pasos para que se callarán los murmullos y el silencio se apoderará de la gran habitación
-En hora buena, Cydonia ha sido bendecida- Una de las más antiguas cocineras suspiro emocionada con lágrimas en los ojos al ver ese vientre en formación cubierto de esa delicada tela.
Lady Alexander lejos de la buena educación y el decoro observó a la reina pasar por en frente suyo a un paso de distancia mientras Will le daba el espacio en una histérica reverencia y Christopher tomaba su mano para ayudarla a subir la escala y acomodarse en el sitial a su derecha.
Le dedico una mirada de reojo mientras se acomodaba. -Gracias por estar aquí- Le hablo lo suficientemente bajo para que solo ella escuchará. Ya había visto que llevaba su tiara de matrimonio. Luego sentado a su lado levantó la mano de su mujer y beso su anillo de compromiso.
-¿No está algo sencible? - Pregunto Anna a Scarlett. Temprano esa emoción desbordada después del desayuno sorprendiendolos con todos esos obsequios y ahora...
-Creo que de verdad le afectó ese golpe en la cabeza.- Se sonrió Mila bromeando y comentándole a Pietro. Pero las miradas de Mike y Dean revelaban mucha cautela.
Y Mike hubiera preferido que Chérie no hubiera hecho pública aún su condición de futura madre.
-¿Como es que no lo notamos?- Pregunto una de las cercanas a Kathleen.
-Creo que no se levantó de su silla durante toda la fiesta de té- Respondió otra.
-Esta trastornada si pretendió esconder ese avanzado estado de preñes-
-Christopher lo ordeno...- Se le salieron las palabras de la boca a Kathleen. Estaba tan atónita como las demás, de pronto y finalmente parecía que acababa de entender el significado de que Chérie estaba embarazada. -... Han atentado contra su vida- Pensó tras la reacción. Era verdad. Era cierto. Tal vez lo dudo, algo en ella se había negado a la posibilidad.
Entonces recordó el motivo que la transformó en esa desconocida que ninguno en el castillo había logrado entender.
Observó a toda esa plaga de parásitos... Los que se encontraban entregando tributo. Habían exigido que su hermana fuera azotada.
Kathleen comenzó a perder el aire, a marear se de forma descontrolada y la luz de los candelabro se hizo difusa presa del terror. Terror que no lograba controlar. Hasta que sin imaginar se desplomó, pero no alcanzo a caer al suelo, Steve, no tenían idea como, la había alcanzado a sostener y la sacaba del salón entre sus brazos.
Scarlett salió tras su marido y su cuñada. En busca de la habitación más cercana para que pudiera respirar con tranquilidad y recuperarse. Sam y Genevive se movieron con prontitud tras ellos, pero el hijo de puta, se detuvo de golpe paralizado al enfrentar esa intoxicante mirada.
Cuando Lady Eliza Medianu escoltada por la guardia real y acompañada de Edward se quitó el capuchón de su abrigo descubriendo su rostro en la entrada del pasillo principal, camino al salón general dónde la gran mayoría de los Los Lords se encontraban.
La figura de Lady Padalecki se perdió entre la gente. Eliza no logro conectar su presencia con la mano derecha del Capitán.
Edward giró al ver a Kathleen alejarse en brazos de Steve.
Dean a penas logró ver lo que estaba pasando
Eliza se escabulló en medio de toda esa conmoción.
-Su Majestad- Llamo su atención indiferente de lo que ocurría a su alrededor -Solicito su permiso para poder entregarle a mis bebés unos humildes obsequios...- Hablo de improviso, sin perder el tiempo tomandolos de sorpresa a varios pasos de los reyes.
Christopher miro a Chérie y ese detalle hizo hervir la sangre de Eliza. ¿Cómo era posible?. Nunca iba a aceptar que era la única y legítima dueña de su corazón.
Ella se acercó al rey, Will los observó esperando descubrir que pasaba. Chérie pese a todo se mostró en calma. -Sí es lo que deseas...- Suspiro. La reina de corazones lo vio asentir. -Lady Isabey por favor- Envío a su dama por los pequeños.
Luego los monarcas descubrieron al caballero que aún mantenía la caja de madera frente a ellos y Alexander observando a Eliza de ese modo tan impertinente.
-Lord Cambridge...- Sworth llamo su atención -Bien decía, la más hermosa flor.-
-Su Alteza- Will se dirigió a Chérie.
La reina miró a su marido y al muchacho enfrente. Ese algo familiar.
-Lord Will Cambridge, tiene un obsequio para tí- Vibró la voz deliciosa del rey.
En realidad el presente lo había pensado para acercarse a Christopher, pero fue sabio en no intentar corregir, de ningún modo hubiera sido bien visto.
-Mi Señora, para ayudar en su causa...- Acercó la caja a la Reina.
Chérie Asintió agradecida regalando una de sus mejores sonrisas. Entonces abrió el cofre y su expresión se convirtió en asombro. Con un matiz de frustración.
Christopher se mostró indiferente y con esfuerzo. La caja estaba repleta de monedas, perlas y piedras preciosas. Una grosera ostentación de fortuna. Con esa cantidad de riqueza podía vivir todo un feudo durante un año al menos.
-Muchas gracias Lord Cambridge- Le hablo en un tono muy cuidado. -Lord Cavendish....- Solicito de inmediato su atención y puso entre sus manos el cofre.
Mike evito la mirada de Will y se retiró en silencio.
Alexander y Medianu siguieron con la vista al secretario mientras se alejaba.
-¿Su Majestad, será posible que se envié a algún sirviente a ver por qué demoran tanto en traer a nuestros hijos.?- Alzo la voz en cuanto pudo Eliza exigiendo eficiencia en su solicitud.
-Imagino que deben estar por llegar Lady Medianu. Lamentablemente estamos en un momento algo complicado...- Chérie respondió antes de que Christopher hiciera algún comentario -¿... Señor Levine, mi hermana como se encuentra?- Pregunto con mayor preocupación.
-Mi Señora, Lady Padalecki se está encargando, la han llevado hasta sus habitación... En cuanto pueda vendrá a informarle-
¿Lady Padalecki? ¿Quien? Eliza miro intrigada a Adam. ¿La dama misteriosa estaba entre ellos?
-Alguien sería tan amable de servirle a las damas una taza de chocolate, facturas y algo de pan de pascuas...- Solicito Chérie esperando que sacarán a las dos mujeres de enfrente. De verdad se sentía sofocar con ellas presentes.
Mientras tanto Christopher Dean y Mike, calculaban el significado de semejante regalo. Una sofisticada ostentación de poder frente a las mismas narices del rey y delante de toda la corte. ¿Si Cambridge tenía toda esa riqueza para regalar?¿Cuánto poder estaba acumulando? Tal vez era tiempo de doblar todos los resguardos y comenzar a averiguar entre sus hombres de confianza. Los tres dudaron de que el muchacho solo llegara hasta ese lugar en el espíritu de celebración.
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Kathleen estaba recuperando la conciencia. Se encontró con los ojos atentos de Scarlett y Steve a su lado sentados en el borde de su cama.
-No te ajites- Le indico dulce la princesa de Cydonia.
Anna le acercó el frasco de miel a Genevive para endulzar esa tisana.
La doncella real llevo la bandeja hasta la cama -¿Mi señora como se siente?- Pregunto atenta.
Kathleen sentía que el cerebro se le apretaba con el cráneo, mareo y un agudo sonido en sus oídos.
La sanadora tomo su muñeca, reviso su pulso y observó cuánto tardaba en volver su piel enrojecida por la presión ejercida a la normalidad. Sus sospechas eran ciertas. flores de Lavanda, hojas de melissa, Oliva y naranjo, era lo más recomendado.
-Esto la reconfortara- La morena le acercó la taza sin detenerse a comentar la condición, tendría que discutirlo con Mila en su momento.
Inesperada sintió la mano de Lady Ackles buscando la suya. Luego se encontró con su mirada. -Genevive- Suspiro y luego sus ojos desbordaron esas lágrimas, de frustración y vergüenza. No logro expresar otra palabra.
La mujer de Sam solo se limito a rozar leve su palma con el índice en un movimiento muy discreto.
No era necesario apurar las palabras. Esa mirada fue más que reveladora. -Beba mi señora y se repondrá- Insistió.
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Confundido, la mano derecha del capitán vio ingresar al salón a las doncellas parte del séquito reina y asistentes del cuidado de los pequeños. Mila no había vuelto. Los niños no se habían presentado. Sam se movió silencioso manteniendo dos o tres pasos de distancia pero sin perderles de vista.
Christopher reconoció a las muchachas y aunque se inclinaron ante el, no fueron capaces de levantar la mirada. Paralizadas. Hasta que una de ellas intento ver a la reina.
-¿Paige, por qué se tardan Mila y los infantes?- Pregunto extrañada.
El silencio solo volvió más tensa la espera para la sirvienta. Que no encontraba el modo para responder. Toda la corte finalmente termino en silencio expectante...
-Su Alteza Chérie, esta mañana, el niño Christopher no despertó...- Crujió la voz de Paige tras el nervioso silencio, con las mejillas empapándose por completo, presa de la angustia y el terror.
La mirada de Sam se quebró en mil pedazos pero ni uno le presto atención.
-La niña Regina hierve en fiebre... No sabemos que hacer- Continúo la muchacha.
Las jóvenes asistentes no se habían atrevido a mencionar el desastre.. a penas se presentaba la mejoría de la Reina... No querían interrumpir.
Todos estaban atentos a la reacción del rey y el silencio fue desgarrado con ese grito desesperado de Eliza.
-¡Maldita seas Chérie Solaire tu mataste a mi bebé! Obligandome a separarme de ellos por tu capricho... -Sollozo histérica.
Tan histérica, al comprender que su plan maestro se volvía inútil. ¿Cómo iba a lograr a retener a Christopher?. Tan miserable que ni si quiera valoro que aún su hija se encontraba con vida. Tan inmersa en su frustración de que todo estaba perdido. Que en ese momento no noto de que el Rey busco la mano de su mujer y la apretó, manteniéndose en su sitial. Intentando recobrar el control. Respiro buscando la calma que solo ella le podía brindar.
-¡Jamás serás capaz de comprender en tu vientre solo habitan escorpiones!- Continuo presa de su ira.
Los murmullos no se hicieron esperar, sorprendidos de la reacción de los monarcas.
-Suficiente.- Sworth alzo la voz con ese tronante acento metálico -¡Guardias!- Ordenó sin esperar más.
-¿Acabamos de perder a nuestro hijo por culpa de esta desgraciada y la prefieres a ella?- Grito negándose a ser retenida por los mejores hombres del capitán.
-Yo no he perdido a ningún hijo- Rugió indignado. La rabia lo poseía de un modo que jamás imagino concebir. Ahora, justo en ese momento de dolor e incertidumbre Eliza era capaz de sacar provecho de la situación de ese modo imperdonable. Como es que durante todos esos años jamás llegó a ver quién era...
Y basto solo esa mirada terrible sobre los hombres para que sujetarán a la rubia más fuerte.
-Caballeros...- Se hizo escuchar el agudo llamado de la Señora de Cydonia. Ellos se detuvieron por esos segundos -Sean misericordiosos- Suspiro conteniendo con esfuerzo ese dolor de solo imaginar y no quería saber. La mano de Chérie se aferró a la de Christopher.
-Ya escucharon a la Reina- Ordenó más grave y controlado.
-Lord Cavendish...- Chérie busco su atención y desde más atrás vio a Adam, ese sutil gesto, que esperara un poco. Aunque de verdad se quería retirar. Prudencia y tezon. Era necesario mostrar entereza. Si ya había revelado su embarazo a la corte. Tendría que esperar.
-¿Su Alteza?- Mike intento no encontrarse con su mirada.
-Necesito saber cómo se encuentra mi hermana.- Pregunto con la garganta apretada. Poco esclarecedor para la corte. Muy revelador para Mike.
-No va a ocurrir nada preciosa. No voy a permitir...- Negó en su pensamiento cualquier sombra de amenaza. No la iba a perder, ni a su hijo. Prefería irse al infierno antes que eso.
-De inmediato.- Respondió intentando parecer coherente.
-Capitán- Le indico Christopher mientras se levantaba de su asiento. -Mi pequeña flor.- Continuo tomando su mano. Sin entregar explicación alguna galante la ayudo a bajar los peldaños y llevándola de la mano se retiro del salón.
Dean dió las instrucciones para que todos los visitantes se retiraran en cuanto los tributos fueran entregados.
Los pasos de los reyes se apresuraron subiendo escaleras y avanzando por los pasillos para llegar a la habitación de los pequeños. Pero ni el más fino reloj en sus bolsillos pudo detener el tiempo.
La imagen ya había sido desoladora para Mila cuando ingreso a esa habitación y se encontró con aquel desastre.
El pequeño pálido azulado como la nieve inmóvil estatua de mármol recostado en su cuna. Mientras la pequeña bramaba entre tos y sollozos desesperada por no lograr respirar.
Mila tenía a la pequeña entre sus brazos. Intentando calmar a la pequeña de cabellos de oro. Caminaba y la mesia. No los vio llegar.
-Mila- La sacudió la voz de su rey. Ella lo vio tan dolorida y frustrada, quebrada de impotencia.
Christopher tomo a la niña entre sus brazos y sintió sus manos temblar.
Chérie lo observó en silencio, la tensión comenzaba sentirse pesada sobre su cuerpo.
Esos ojos avellana de la bebé, irritados de llanto se encontraron con los del rey y el último doloroso intento de tomar algo de aire, todo su sistema respiratorio estaba colapsado. Un sollozo y ésa pequeña manito cayó laxa... Abandonando ese último aliento. La cabeza de la pequeña cayó, se apago sin vida.
Sam trago saliva. Había visto a la pequeña. Su desesperación y como ella sentía que no lograba respirar. Dio media vuelta. Se encontró con esa muchacha que lloraba espantada. Culpable de todo. Ella había permitido que los niños se enfermaran.
Pero ninguno se detuvo a preocuparse de los pequeños, la vida de los reyes y el Capitán estaban en riesgo.
Paige frunció el ceño, agobiada ... Fue el mismo Sam, quien le indico que no interrumpiera esa mañana cuando intento buscar ayuda. ¿Pero como iba a imaginar de que se trataba?
Chérie se estremeció. Atacada por esa corriente. Ese frío que no imaginaba de dónde surgía en la habitación. No llevaba capa de abrigo. Mientras Sam salió sofocado. Buscando aire se adentro en la nieve. Sin capa ni precaución. Camino sin sentido mientras sentía el corazón apretándose en su pecho en medio de la oscuridad.
Ninguno imagino semejante desenlace para esa jornada que había iniciado tan encantadora.
Pasada la media noche Dean lograba descansar después de que Kathleen, por fin se había dormido después de ese ataque de pánico. Por el momento sin enterarse de la última mala noticia por sugerencia expresa de Mila.
La puerta de Cavendish se estremeció justo cuando comenzaba a quitarse las botas. Buscando poder dormir después de ese funesto dia.
Descalzo caminó a atender agotado. Mientras al final del pasillo, Christopher se aferraba a Chérie en ese abrazo. Cómo si fuera lo único que pudiera devolverle la paz.
-Mi Señor Mike... ¿Sabe dónde está Sam?... por fin el castillo está en silencio, pero mi amado no ha vuelto- Lo sorprendió Genevive preguntando con ese matiz de angustia en su mirada. Preocupada. Con esa desagradable sensación. Algo estaba muy mal.
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Owner & Lord Continuará pronto
Gracias por la espera. Por sus comentarios y sus votos 💕
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