60|Weding Soup
Ahora, Palacio de BELLEROSE
Cora recibió la encomienda algo sorprendida. Al menos hacian cinco años que no veía ese escudo en el sello de lacre de una carta. Y de inmediato imagino, que era un documento de cuidado. Entonces cuando estuvo en su habitación, a la luz de su candelabro abrió el sobre.
Lady Isabey:
Desde lo profundo de mi alma espero que se encuentre muy bien al recibo de estas noticias.
En el orfanato todo esta tranquilo. Gracias al bondadoso corazón de nuestra querida Reina Chérie los niños están creciendo sanos y cada día más felices. Los días de hambre y frío que nos agobiaron desde el doloroso deseso de Eva, se hacen muy lejanos.
Y las buenas nuevas abundan. Estoy segura que esto solo será una confirmación, porque creo que tú al igual que yo, ya debes estar enterada, que nuevos brotes germinarán está primavera.
Mi querida Amiga. Concidero, es necesario, organices un viaje, a Cydonia cuando los almendros comiencen a florecer. Porqué las sombras ya entraron al castillo, Kathleen inocente de si misma les abrió la puerta.
Aunque Mila y Adam se mantienen en guardia. Y por el amor de la Diosa, Sam se ha convertido en un fiero protector de nuestra Señora. Creo que no serán capaces de detener la oscuridad que ha vuelto a cobrar víctimas en la Torre Norte.
Cariños.
E.D.
Cora respiro profundo al terminar de leer. Su seño se frunció. No recordaba comentario alguno, de desgracia en el castillo. A causa de la inesperada visita de Chérie, Christopher le había asegurado que Kathleen se estaba recuperando de su parto y que Dominic estaba creciendo saludable bajo el celoso cuidado de Mila. La nodriza de la reina, imagino que Emma no se refería a la penosa defunción de Monique.
Entonces la madre de Mila observó las llamas preguntándose que nuevo secreto de ocultaba en el castillo.
Finalmente la sanadora aventó la carta al fuego, en cuanto las llamas alcanzaron el papel, la hoguera crepitó Dos chispas encendidas de rubí se elevaron en espiral hasta desvanecerse en el aire y una brasa como el oro salto lejos del fuego a la losa apagándose en densas cenizas negras.
Cora entonces se preguntó si había entendido bien. ¿Rubí por Chérie, Oro por Kath? Emma al parecer, no se había equivocado. Ahora, debería averiguar qué era lo que su amiga, prefirió no mencionar en la carta a cerca de Kath. Probablemente, el rey no estaba enterado.
Solo resto obligar a las salamandras hablar rociando el fuego con aceite de rosas... El favorito de Chérie.
La madera comenzó a chirriar... Las llamas parecieron volver a rugir. Solo un pequeño tronco acomodado entre medio de toda la leña, pareció por un segundo apagar volviéndose un trozo de carbón blanco. Cora lo separó con la pala y el atizador, pero no duró mucho, pues se deshizo formando una corona de cenizas que se transformó en un ave deshaciéndose al instante.
-Por la Diosa- Exhalo sin voz la madre adoptiva de la reina.
¿Una corona y un ave?. Los Leones representaban a la casa Sworth... ¿Había otro rey en Cydonia? ¿Quien había dado alas a la pequeña rosa?
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[Una semana atrás,
CYDONIA]
El castillo se había teñido de naranjo y oro, los colores del otoño en todos los detalles preparados para la fiesta.
Esta vez, Christopher no cuestionó la decoración, pues fue su placer, que el azul distintivo contrastaba y destacaba de un modo imponente sobre todos los presentes.
Los comensales ya estaban en sus lugares esperando con ansias el inicio del festín.
En el centro de los mesones de roble se encontraban fabulosos ejemplares de ciervo, pato, conejos y codornices. Cada uno preparado con esmero como la ocasión lo ameritaba. Quesos, nueces almendras, frutas y bollos de pan. Todos los obsequios que el otoño pudiera ofrecer.
Chérie observó un plato que acomodaban frente a su lugar y el fuerte aroma de la grasa de pato le provocó náuseas que casi no logro resistir. -¿Preciosa?- le hablo Christopher al descubrirla descompuesta.
- Creo que debes dictar una ley so pena de muerte, esta gente necesita aprender a bañarse - Reclamó, luego vino otro espasmo que parecía que pronto terminaría en una explosión.
Todo lo que pudo hacer fue partir un limón en cuartos y llevo un trozo a su boca para beber su jugo.
Christopher arrugó el entrecejo y luego tomo su mano. Ella estaba tan pálida. El rey respiro profundo. Negándose a la idea. No. Ella no podía enfermar, ahora menos que nunca.
Solo quedaba intentar dominar esa impaciencia. ¿Donde demonios se habían metido Scarlett y Steve? La pareja de recién casados estaba retrasando el inicio de la comida con su ausencia.
Entre tanto el tema de conversación principal, era el nuevo escándalo de la Joya del reino tras la apasionada escena cuando oso dar por finalizada la reunión del concejo.
Will Camdridge observaba desde su ubicación al rey acomodado en su sitial, sin lograr dejar de pensar en esa inquietante sensación. La necesidad de descubrir los estragos que imaginaba el hombre más poderoso de Eastland podía llegar a realizar sobre su cierva.
Podía ser la ensoñación de una mente lujuriosa, pero el hombre podría haber asegurado. Algo sacudió su instinto ese atardecer. Que clase de placer era su favorito. Con esa estatura y el físico de un dios griego era imposible quedar indiferente.
Los caballeros de la casa real, eran todos de otra estirpe.
...Los gritos de los dos se exparcian por todo el castillo, se escuchaban como animales en celo.... Las doncellas de la reina encontraron todos sus vestidos desgarrados... Dicen los que los vieron, que la saco medio muerta casi desnuda envuelta únicamente en su propia camisa, cargándola entre sus brazos... El sátiro llevaba solo el pantalón puesto, iba descalzo y subió las escaleras como un demonio para esconderla en su habitación.
Mabelle escuchó a una mujer que comentaba con marcada morbosidad e indiscreción a unas señoras todas acomodadas en ese alejado lugar del mesón real. Negó ante los comentarios, atajando la sonrisa con la certeza de conocer a los reyes lo suficiente.
Porque Chérie y Christopher después del escándalo, se encaminaron a la habitación real, sin pudor alguno, completamente vestidos y tomados de la mano cual pareja de enamorados.
El rey era un salvaje, el rey se estaba volviendo un mito.
..."La concubina del diablo lo tiene bajo su hechizó"...
Comento otra "educada dama". Mabelle no pudo contener esa carcajada. Esa mujer no tenía idea de lo que significaba aquella afirmación llena de envidia. Porque como todas las damas presentes, en forma sagrada asistían a la misa dominical, comportándose con total pulcritud y castidad... Y luego, fuera del templo si podían se sacaban los ojos.
La meretriz, aunque no era su menester ni deseo, se preguntó, que proporciones llegaría a tener el escándalo, si es que alguna vez, se llegaba a saber de esa dulce cercanía entre la reina y el secretario del rey.
Emma se acomodó a la derecha de Mabelle y los murmullos cesaron de inmediato. Fue imposible quedar indiferente. Las señoras no podían concebir que "la querida" del Duque de Windsor tuviera la osadía de presentarse al banquete. Pero claro, ya había encontrado su lugar junto a la prostituta. Lady Aeval observo por un segundo la directora del orfanato. Reconoció esa inquietud en su mirada.
La Viuda Ackles se levantó abrupta, de su ubicación en el mesón real. Al parecer no había retirado la vista de la entrada principal y tan solo basto el movimiento de los guardias
Su Alteza Duque de Cydonia, Duque de Rothesay Highlander de Duncan. Príncipe de Escocia Steve Ackles
Su Alteza Real Duquesa de Cydonia, Duquesa de Rothesay, Princesa de Eastland Scarlett Sworth Pendragon!
Anuncio el pregonero. Marión abrió mucho los ojos sujetándose de la mesa, indignada. ¿La princesa de Eastland acababa de despreciar el apellido de su consorte? ¿Como una Cristiana de buena familia era capaz de semejante osadía? Los títulos nobiliarios quedaron casi intactos, casi, a Scarlett se le agrego más poder. Cuando se suponía sería lo contrario. Ya era un desafío, aclarar ahora en qué lugar quedaba Steve en la línea de sucesión al trono.
Pero fue el mismo Steve el que terminó por amargarle. Cuando todo galante se inclino ante su Reina.
-Hermano mío... esta noche no debes inclinarte- Suspiró. Y antes de que lograra componerse por la evidente emoción, el príncipe, con esa encantadora osadía tomo la mano de Chérie y beso su anillo de matrimonio.
El gesto era más que claro. Tubo más gallardía al recordarle a su familia materna que en ese lugar, eran sólo unos "invitados afortunados".
Steve sin duda tenía que agradecer. Había sido inesperada y oportuna esa conversación iniciada por la reina que lo solicito el atardecer anterior.
Chérie solo pretendia una pequeña y discreta intervención abogando por Scarlett, sin que la princesa lo hubiera solicitado.
-Quisiera que otras circunstancias más afortunadas los unieran. Pero mi querido Steve, si hay algún grado de lealtad hacia tu reina... En esta única ocasión y dejando mi palabra comprometida como prenda, debo solicitar que traiciones a tu señor... y sólo protejas a la Princesa, de la ley de Eastland y su pueblo.- La escucho mientras notaba su mirada por desbordar.
-Mi Señora- Intento llamar su atención con esa carrasposa voz que lo acusaba.
Chérie estaba abogando por Scarlett, sin medir consecuencia alguna. Era mucho más de lo que podía haber imaginado.
-Amo a Scarlett con toda mi alma. Se quién es. Se de todos esos "detalles" que la hacen única, que causan problemas a nuestro rey y podrían escandalizar a la corte completa - Steve intento sonreír - Ella es mi mejor amiga. Soy afortunado de poder comprometer mi vida con alguien a quien quiero de verdad. Agradezco su inquietud mi Señora. Le prometo cuidarla con mi alma- Afirmó el menor de los Ackles.
Chérie envidio por un momento la buena fortuna de Scarlett, estaba más tranquila al descubrir esa sinceridad y emoción. Un legítimo compromiso de una de las clases más pura de Amor, ¿Porque que otro interés puede surgir de una amistad verdadera?
Jorja; La madre de Leónidas; levantó las cejas en forma exagerada y luego miro a Marión.
Christopher abrazo alegre a Scarlett y la invitó a sentarse a su Izquierda en la mesa.
Tom Hiddleston lleno sus copas. Steve levantó la suya y todos junto a él. Dando inicio al brindis.
Jorja observó a las damas perfectamente vestidas como si fueran dueñas de cuantiosas fortunas, Mila, Anna y Genevive. Se ocuparon de acercar todo lo necesario a los príncipes del castillo. Dean, Kathleen, Pietro y Cavendish también fueron atendidos. Pero, las diligencias solo se extendieron a Levine, McAvoy y Padalecki. Otras sirvientas menos destacadas se acercaron a las señoras...
Christopher se quedó inmóvil por unos segundos, antes de solicitar cualquier tipo de explicación. Dos tazones de sopa habían llegado a la mesa al mismo tiempo, uno para Chérie y otro para Scarlett.
-Muchas gracias.- Escucho a Scarlett hablarle a Anna, antes de preguntar qué significaba eso. Era un banquete de matrimonio, no precisamente el momento de comportarse con humildad.
-Lady Isabey... Sopa por favor- Christopher alcanzo a solicitar antes de que la doncella de la reina se acomodaran en su lugar.
-Mi señora Anna si es tan amable por favor...- Agrego Steve, que de pronto, había tenido esa sensación, tal vez fuera la ubicación, la gente o la situación, algo le recordó lo desagradable que se sintió, durante la boda de Christopher.
¿Y como no hacerlo? Gracias al dedicado cuidado de Mila, se había salvado de la muerte.
-Preciosa yo también quiero- Pietro le hablo a Mila con esa encantadora voz de terciopelo.
Dean observó los tazones frente a los festejados... luego encontró la mirada de Kathleen buscando una explicación. ¿Sopa?... ¿Por qué los Sworth habían decidido tomar sopa?.
-Mi Capitán...- Lo sorprendió Genevive, había acomodado sobre la mesa una bandeja y cuatro tazones preparados, acomodo en frente de Dean una porción del alimento. Luego un plato también para Kathleen.
-¿A caso estamos enfermos?- Se pregunto en silencio, levantando esa ceja, disgustado. El no lo había solicitado. Dean estaba desde antes de la ceremonia religiosa soñando con las costillas de carnero...
Pero Genevieve imagino, que también hubiera sido motivo de discusión, si no le servían el platillo.
Sam se sonrió cuando Genevieve llegó a su lado. Adam y James agradecieron a Mila su servicio.
Los De Mier ya habían notado que los guardaespaldas y séquito de la reina no la perdían de vista ni a sol ni a sombra.
Scarlett observó a Chérie... El vapor del caldo se expandía tentador. -Mi Señora...- Finalmente llamo su atención. Ninguno había comenzado a comer por protocolo.
Chérie abrió mucho los ojos. -Pero si tu eres la festejada- La objeto risueña.
Steve negó sonriente. -Mi Señora...- Apoyo la decisión de su mujer.
La Señora del castillo y todo el reino se llevó la primera cucharada a la boca. Christopher la secundó.
Los demás comensales se sirvieron un bocado. La expresión de Dean fue de sorpresa y luego su rostro se llenó de placer. Sam lo miro de reojo, si. El asistente del capitán podía adivinar exactamente todo lo que había y estaba pensando.
Ahora Dean tendría que averiguar quien era la persona que había preparado esa maravilla.
Marión miró incrédula al mayor de los Ackles saborear la sopa... Aun podía recordar algunos de sus berrinches infantiles.
- Lady Isabey, me gustaría saber por qué no nos han servido el primer platillo.- Alzo la voz Leónidas, lo suficiente para incomodar, haciéndose notar.
-Señor De Mier, toda la comida está dispuesta en la mesa. - Respondió con delicadeza.
-Lady Isabey, creo que no me expresé bien... Me refiero a la Sopa.- Contesto con ese dejo irritable impaciente. Estaba seguro que la favorita de la reina había entendido.
Mila miró a Genevive. - Mi señor, lamentablemente el caldero está vacío- Continuo con calma.
-La organización de el menú podría haber sido mejorada. Los anfitriones dejan que desear.- Comento sin filtros Jorja, era imposible dejar pasar la oportunidad.
-Lady De Mier, no es de mi conocimiento cuáles son las normas en su tierra con respecto al protocolo de las cenas de celebración. Y aunque no es su menester, me gustaría comentarle, que fui yo, la que solicité a mi servicio personal que prepararán una receta liviana, últimamente algunos alimentos resienten mi digestión. Para mí es un orgullo que mi marido y mi gente, en un gesto galante me acompañe, aún habiendo suculentos manjares a su disposición.- Respondió directa sosteniendo la mirada a la madre de Leónidas. ¿Una indeseada cuestionando a su gente en su mesa bajo su propio techo?
Kathleen giro lentamente a ver a su hermana mientras la escuchaba casi sin respirar.
-Su Alteza si me permite coordinaré que en el almuerzo de mañana se incluya el platillo solicitado especialmente para Lady De Mier- Le hablo Cavendish desde un costado con una serenidad inamovible.
Después de la respuesta de la reina la mesa completa se detuvo.
Sam observó a su mujer. No era necesario que le expresará la negativa. Ella no iba a cocinar para la entrometida.
-Un plato maravilloso- Comento Dean intentando alivianar el ambiente. Kath lo miro de reojo.
-Yo creo que le falta un poco de sal.- Discutió a su marido. ¿Dean elogiando una sopa? Ella jamás había probado esa específica mezcla de ingredientes... ¿Quien la había preparado?
Marión le levantó las cejas, por la desvergonzada falta de educación de Kathleen para su marido.
Scarlett volvió a tomar color. Ella, no tenía intención alguna de divulgar su propio malestar nervioso, que la había hecho sufrir durante la semana previa al gran evento.
Jorja observó a Christopher indignada. Las costumbres eran más severas en Barcelona.
En raras ocasiones a las mujeres se les permitía hablar en la mesa.
Sin duda era un hombre débil y necio.
No tenía la fuerza para sostener esa corona. Pero los designios divinos habían sido truncados con magia oscura.
La misma que imagino que corría por las venas de la Flor de Cydonia. Al igual que la de su madre, la usurpadora, que hechizó a Juan Pablo Solaire, justo cuando ya se habían comprometido. El terrateniente francés, finalmente la desprecio por esa joven princesa de cabellos oscuros. La alianza entre Francia y España nunca se concretó. ¿Pero como Solaire podia despreciar semejante oportunidad, acceder a ser parte de la realeza casándose en segundas nupcias con la hermana del heredero de Versalles?... Bajo la influencia visionaria de su gran amigo Christopher I, que le aseguro que el fruto de esa alianza podía acceder al trono uniéndose a su casa... Y convertirse en parte de su familia.
La viva evidencia de su humillación más profunda ante toda la sociedad española, una vergüenza que jamás podría olvidar ahí permanecía, soberbia, perfecta, llevando esa corona de diamantes y zafiros que era imposible para su propia familia igualar. Pese a los esfuerzos de su más leal emisario. Leónidas no había conseguido arruinar la felicidad en la casa Sworth.
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Genevive veía boquiabierta apoyada en la espalda de su marido ese impresionante juego de pirotecnia para engalanar a la novia. En su vida jamás imaginó presenciar semejante espectáculo. Pero la celebración aún tenía mucho por continuar. A caso una hora de la media noche, cuando los fuegos artificiales terminaron, los mismos reyes invitaron a la corte a ingresar al salón principal para continuar la fiesta.
Cómo tradición, siendo el segundo mando militar de Eastland. La guardia completa se acomodó a los costados de casi toda la extensión de la sala dejando completamente vacío el centro. Steve fue informado por Mike y tomo la mano de su mujer llevándola al centro de la pista.
El secretario ya podía estar conforme con que al menos dos de los eventos planificados resultaron sin contratiempos.
Entonces se cruzó por su vista la mirada de Anna. La rubia, intento mantener la sonrisa, pero ese dejo de desolación le revolvió el estómago. Nadie mejor que el mismo Mike para imaginar y entender su sentir. Ese amor profundo, arrebatado injusto... Dolorida y compuesta. Aunque quisiera morir por dentro...
Scarlett se dejó abrazar por Steve, pero nerviosa, de una forma que no conocía le negó la mirada. Y aunque Cavendish nuevamente había trabajado arduamente para que toda la fiesta se realizará perfecta, tal vez si no hubiera sentido todas esas miradas sobre ella... Nunca se había sentido de ese modo.
Steve bajo la mirada buscando sus ojos. La hizo soltar esa tensión. La música era perfecta y desconocida. El juglar, jamás habían escuchado hablar de él.
El Señor Robbie Williams y su compañía fueron la contratación de último minuto. Un dato que había llegado de boca del Señor Leto. Asegurado que no podía fallar.
Y en medio de la pista cuando no había nadie más, Steve presto atención a la letra de esa canción acompañada de un grupo de músicos mucho más impresionante que la compañía del Señor Hutchense. Y el sentir que le provocó fue exacto al de la rubia que observaba a la Princesa y su Marido.
Yo era ella. Ella era yo.
Eramos uno. Eramos libres.
Y si hay alguien que me llama,
Ella es la única.
Si hay alguien que me llama,
Ella es la única.
Eramos jóvenes. Estábamos equivocados.
Estábamos bien todo el tiempo.
Si hay alguien que me llama,
Ella es la única.
Cuando llegas adonde quieres ir
Y sabes las cosas que quieres saber,
Sonríes.
Cuando dices lo que quieres decir
Y sabes la forma en que quieres jugar,
Estarás tan feliz que volarás.
A pesar de que el mar esté bravo
sé que seguiremos.
porque si hay alguien que me llama,
ella es la Única.
si hay alguien que me llama,
ella es la Única.
El nuevo cantante había sorprendido a los señores de Cydonia.
Will Cambridge observaba a lo lejos con ese vacío melancolíco.
Imagino sin equivocarse que era obra del Señor Leto. Entonces se cruzó por en frente, de nuevo la imponente figura del rey. Cosa extraña, el soberano tenía el poder de quitar de sus pensamientos al talentoso diseñador. Y ahora solo podía entender con la mente afiebrada. Sin duda, ella era demasiado afortunada, al ser exclusivamente poseída por ese "Dios griego".
La melodía cambio de acordes. Chérie sintió la mano de Christopher en la suya y guiarla al medio del salón. Cuando las primeras palabras se entonaron Kathleen busco la mirada de Dean. El capitán negó sonriendo y tomo su brazo para llevarla a bailar.
Adam galante llevo a Anna a la pista.
Cavendish polémico invito a Mabelle.
Emma cautelosa observaba a sus hijos. Pero aunque hubiera hecho lo indecible por intentar controlar su futuro y su entorno. El corazón era algo imposible de domar, ella mejor que nadie lo sabía. Si incluso Anna nació mucho después de que ese hombre la negara junto a su primogénito. El heredero de Cambridge jamás se iba a casar con la hija de Cavendish, Emma, aún siendo la mejor amiga de la reina, no poseía una gran dote para ofrecer. Su único camino fue de resignarse a convertirse en la querida de un hombre ambicioso y cobarde.
En medio de las habladurías y la insensatez de las jóvenes en la alta sociedad, que pretendían lograr algo muy parecido a su propio calvario. Comentando a cerca de cuál de todos esos hombres era el más gallardo y bien parecido... Perdió de vista a su adoración de ojos verdes. No alcanzo a divisar esa situación, o tal vez en lo profundo de su dolor se negó a ver.
Porque a pasos de distancia, Christopher le daba la espalda a Mike mientras mantenía tomada a Chérie de la mano y su cintura.
Mabelle le daba la espalda a Chérie en brazos de Mike cuando sus miradas se encontraron.
Ella le pareció juiciosa. La reina la verdad no lo quería creer ¿Otra vez Lady Aeval? No lo quería creer. El secretario alcanzo a notar esa expresión disgustada. La decepción. Perdida en la necesidad de controlar su sentir. Chérie entendía que sería cruel y sin sentido pretender que Mike no quisiera tener una vida fuera de sus obligaciones reales.
Aunque sonará hipócrita, era la decisión más noble que podía escoger. Porque no había futuro con una mujer de su clase. Solo era un momento de diversión y frivolidad, ojalá ella, si lo pudiera entender.
En un parpadeo, Chérie se perdía de su vista girando al compás de los pasos de Christopher, que sin recato alguno, en medio de esa emoción repentina hizo que su piel se erizara cuando rozo sensual sus labios por el cuello de su amada esposa. Cómo si de algún modo pudiera saber, e intentará reclamar su posición frente a ella. ¿Pero como iba a saber?.
Cuando Christopher encontró la mirada de Chérie, sus ojos volvieron a titílar -Christopher. - Intento hablar y no salió palabra alguna. Aterrada de lo que no era, pero podía llegar a suceder, incluso contuvo su respirar.
El la beso profundo y lleno de cariño, ajeno a todo eso. Otra vez lucía profundamente enamorado de ella frente a todo el reino.
Chérie volvió a respirar y continuo la fiesta. No era momento de sencibilidades ni cursilerías. Scarlett y Steve merecían que esa noche se recordará perfecta.
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-¡Jesucristo!- blasfemo Dean más alto de lo necesario, al mismo tiempo que su mandíbula se endurecía haciendo sobresaltar a Kathleen, interrumpiendo ese increíble momento, ya no recordaba haber disfrutado tanto de un festejo. De inmediato se giró a ver la razón que había detenido a su marido y había cambiado su ánimo de ese modo tan drástico. -¿Dean?- pregunto sin entender. Desde el otro lado del salón estaban los reyes en sus sitiales y al parecer unos caballeros de la corte se habían acercado. ¿Pero eso? ¿Que tan terrible podía ser?
Porque Mike se detuvo. Cuando vio a su gran amigo quedarse inmóvil y busco la razón paralizandose.
Will Cambridge, había aprovechado el momento en que los dueños de casa escogieron para descansar un momento y refrescarse. Mila acababa de llenar la copa de la reina de un exquisito y burbujeante Moscato proveniente de Brie.
-Su Magestad si me permite- El joven Cambridge se había inclinado poniendo esa rodilla en el piso al solicitar permiso para invitar a la Joya del reino a compartir una pieza de baile.
Chérie algo conocía a su marido. Y logró entre ver ese dejo de contrariedad.
-Su Alteza... Nuestra bella flor...- Continuo encantador el osado jovencito dirigiéndose a la reina, que ingenuo, solo había inventado el modo de acercarse al Magnífico hombre en frente. Sin calcular el entuerto que estaba provocando. Mimado inverve, acostumbrado a conseguir toda atención y capricho, una vez más había olvidado que aquella no era y jamás sería su casa.
Los párpados de Leto se habían abierto por un segundo pero logró componerse. Aunque la carcajada iba por dentro. Will era aún mas estúpido de lo que había creído.
-Insólito.- Balbuceo un aristócrata que no era simpatizante del gobierno de Sworth mientras conversaba con Leónidas.
-Insólito no. - Lo corrigió De Mier -Delicioso- sin esconder esa sonrisa llena de maldad.
-¿Mi Señor?- Pregunto al ver esa mano ofrecida, buscando una respuesta. ¿Cuando Chérie había solicitado su permiso? Pero ella bien intuía que algo no andaba bien.
-Sí lo deseas, adelante- Contesto en total control cómo si nada.
Chérie termino de beber de su copa y se levantó.
Desde el otro lado del salón, el señor Robbie Williams adquiría la misma expresión de Leto. Negó intentando detener la evidente expresión de burla. Cambridge no podía ser más estúpido.
No podía ser de otro modo. Christopher no estaba en posición de despreciar en ese minuto a ninguno de sus invitados. No iba a arruinar la celebración de su hermana.
Chérie camino hacia la pista sin que el mozo la llevará del brazo. No estaba muy segura de que estaba pasando. Una nueva melodía inicio. Y antes de que el juglar empezará a interpretar la primera estrofa, Anna se detuvo al notar al joven a su costado.
-Adam si me permites...- Solicitó casi sin voz al tiempo que su mirada se volvía de cristal.
-Por supuesto.- La apoyo sin objetar.
El encargo había sido comunicado por la misma reina. Que no perdiera de vista a su gran amiga. No era una situación fácil de llevar.
El siguiente en retirarse fue Mike, llevando del brazo a Mabelle quien intentó encontrar la mirada de Chérie como queriendo advertirle cuando paso por su lado. Incluso ofreciendo esa cumplida reverencia que la reina no llego a entender.
-Kathleen...- Llamo su atención Dean, Lady Ackles pretendia seguir bailando.
En cuanto Sam vio el movimiento del Capitán, también abandonó la pista.
-¿Me puedes explicar qué pasa?- Le solicito Genevive.
-Nuestra Señora está bailando con Will Cambridge, el heredero de Windsord, hijo del enemigo de nuestro rey padre.-
-¿Pero es correcto? Es nuestra señora- Pregunto y afirmó confusa.
-Nuestra lealtad nunca estará con Cambridge- Respondió paciente y resopló - Además, está fiesta es en honor a Scarlett y Steve. No hay desprecio ni afrenta para nuestros señores.-
Era todo un subterfugio diplomático.
-Lady Aeval.- Mabelle vio a Leónidas inclinarse frente a ella y ofrecer su mano para invitarla a bailar. A la condesa no le quedó más que asentir. Era una meretriz. No podía permitirse preferencias. -Cavendish.- Le hablo Leónidas, sin esconder esa expresión de burla. Levantar la ceja la sonrisa irritable y triunfal. Se encaminó justo entre medio de la reina y la princesa.
-Santísimo Belén.- Suspiro Scarlett y Steve vio a su primo sonreír al encontrar su mirada.
Steve asintió agradecido cuando vio a Pietro junto a Mila acomodarse a su lado para bailar
-¿Pero Lady Isabey y nuestro príncipe Romanov?- Volvió a preguntar Genevive a Sam.
-Es un gesto de lealtad a la reina.- Respondió Sam.
-Nosotros también lo somos...- Objetó Gen contrariada por haber abandonado la pista de baile.
-Te aseguro que ella nunca dudara de eso - Afirmó intentando calmar su angustia.
-La política es muy complicada.- Refunfuñó Lady Padalecki.
Sam se sonrió asintiendo apoyando esa idea y luego beso su labios.
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[Ahora,
CYDONIA]
Kathleen había insistido en que los Reyes participarán en la cena de despedida para la familia de Steve. Un adorable gesto teniendo en cuenta lo desagradables que las Señoras Jorja y Marión resultaron sin pudor alguno.
Algo apresurado, considerando, que la nueva integrate podria haber organizado dicha celebración. Según la objeción del mismo Capitán.
Pero a Scarlett le vino de maravilla la idea, no le incómodo para nada dejar en otras manos el esmero por las atenciones a los De Mier.
No después de la bochornosa cituacion en la que fue forzada a ceder...
Christopher se quedó inmóvil observando a la madre de Steve, ese lunes por la mañana cuando aún los altos mandos no terminaban su desayuno. La mujer, simplemente irrumpió en el comedor real como quien entra a su propia casa.
-¿Lady Ackles?...- Le había dedicado un saludo cortez incluso paciente.
-Su Magestad, disculpe la interrupción, pero es un tema lo suficiente urgente y delicado... - Le hablo con cierto apremio.
Dean, Steve, Mike y Christopher esperaron en silencio.
-Necesito la prueba de pureza de la Princesa Scarlett...- Soltó la idea en medio de ese silencio ensordecedor.
-Madre por favor- Objeto instantáneo Steve. Toda la fiesta había resultado perfecta, pero tanta maravilla, era imposible de sostener. Ya le estaba extrañando que no realizará algún escándalo a un día de su partida.
-Es un escándalo. Las habladurías de la corte en el paseo después de la misa Dominical. Fui el hazme reír de toda la corte ¿Cómo detener está farsa sin conocer la penosa fama de la princesa de Cydonia?- Reclamó casi histerica, de hecho ya lo estaba.
-¿Fama?- Pregunto intentando mantener una compostura civilizada aunque la mirada de Christopher se oscureció. Sus párpados enrojecieron. Su mandíbula se tenso.
-Cortesana...- Resopló sin bajar la mirada.
Sus amigos lo miraron esperando algún comentario.
-Es lo más cristiano que podría repetir...- Continuo Marion.
-Cuidado Señora, recuerde quien es la persona a la que está acusando.- Le advirtió en un tono muy grave y metálico el dueño de casa.
-¿Y el orgullo de la estirpe Ackles?... ¿El respeto al Clan Rothesay?- Respondió ofendida. Con esa aguda voz que evidenciaba su estado nervioso.
-Steve elige a un testigo, Mike por favor ve por Scarlett y comunica Mila que organice todo para esta noche...- Les hablo el señor de la casa. Mike asintió a la brevedad.
-¿Algún otro asunto Señora Ackles?- Pregunto al notar que todavía permanecía en el salón.
En Sworth había desaparecido todo rastro de cortesía, gracias a la atolondrada mujer que ahora no era ni rastro, de la magnífica Señora que fue el orgullo del temido Jhon Ackles.
-Su majestad espero que comprenda las implicancias...- Intentó continuar, desconcertada, ella esperaba una negativa... alguna evidencia, de descontrol. Porque, tenía que ser cierto. Había mucha gente dando fe de los hechos que jamás habían atestiguado.
-Es lo que corresponde...- La interrumpió el rey, hubiera deseado ahorrar a su hermana esa penosa situación. Aun podía recordar los ojos asustados de Chérie para ese momento de tanta presión. No importaba las circunstancias, ni que fueran tan diferentes al enfrentarse a la consumación de la unión carnal. Aun teniendo esa sería tendencia exhibicionista, lo consideraba una barbarie. La princesa no era merecedora de ese trato misógino. Era su hermana por el amor de Dios. De algún modo tendría que abolir esa repulsiva y arcaica tradición.
Horas más tarde Scarlett aterrada solicito a Genevive como testigo. Adam daría fe por Steve...
-No te preocupes, no hay temor que no pueda endulzar está poción, fabricada solo para enamorados...- Le aseguró Mila a Scarlett al final de la cena, llenando las copas de ese líquido misterioso que por primera vez tomo en la cena de Chérie.... Aquella vez.
Todo estaba listo. Se acercaba la media noche. La conversación había estado fluida y amena en la mesa de la Princesa.
-Creó qué ya es hora- Suspiro al descubrir su copa de cristal vacía. -Steve...- Continuo sin voz.
El menor de los Ackles asintio, Scarlett se dió el impulso para levantar.
-Mi Señora... Si me permite ir a revisar que "todo se encuentre en su lugar".- Solicito Marión antes de que se levantará.
-Por supuesto.- Contesto Scarlett.
Mila estuvo a punto de negar, cómo si no fuera suficiente tener que preparar la habitación para la seremonia, suponía que la señora, no descansaría en buscar el más mínimo detalle que pudiera evidenciar algún tipo de patraña, para asegurar la palabra del rey, que no había dudado en Apoyar la credibilidad de Scarlett.
En cuestión de minutos, todo iba a quedar desecho y las doncellas tendrían que restaurar el orden de la habitación... Era una idiotez.
-Todo está perfecto...- Comento Marión abandonando la habitación de la Princesa. Con esa sensación que de verdad no la dejaba proseguir. Si. Creía a ciegas en los cuentos que había escuchado a cerca de esa preciosa mujer, ahora la viva imagen de la Reina Madre. Si corría la sangre de Eva por sus venas, esa muchacha podía ser capaz de cualquier cosa.
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-Esto es tan extraño...- Suspiro Scarlett observando a su marido acomodada entre las almohadas, sentada a la derecha del colchón.
Ya habían extendido las cortinas del dosel, pretendiendo esa falsa privacidad.
Steve se encogió de hombros, la verdad no lo podía objetar. Pero entonces vio erguirse a la princesa, en el mismo momento en que su pantalón cayó al suelo.
Aún llevaba la camisa. Se quedaron viendo detenidos... En medio de esa escasa luz.
La princesa estiró su mano ofreciendola a su señor.
Steve respiro profundo, puso una rodilla sobre la cama y cedió su mano para ella. Luego una especie de escalofríos recorrió toda su espalda.
Las malas lenguas insistían que la Princesa era una amante exigente. ¿Pero como podían saber? Nadie en su sano juicio osaria dar fe como testigo de semejante escándalo... Su única certeza al respecto, era el cantante fallecido y la Doncella más sexy que podía existir.
El esa noche no se sentía precisamente como ellos.
Y al conocerla de toda la vida, más profundo se hacía ese vacío en el estómago. Casi una hermana. Un sueño infantil. Pero habían crecido, ¿Cómo demonios había llegado a eso?
Solo es un trámite... Ni siquiera pensaba intentar exigir hijos, Dean ese último año lo había pasado pésimo y Christopher insistía en esconder ese pavor de la idea inevitable; Kathleen con suerte había sobrevivido al nacimiento de Dominic.
Con el estómago revuelto y casi tiritando de la impotencia la princesa se acercó a su príncipe y beso sus labios con ternura. Tan dulce como en la iglesia, ahí si pudo ver esos intensos ojos azules.
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Christopher observó a Chérie caminando sin sentido por la habitación. No sabía por cuánto. Solo sabía que había logrado intranquilizarlo.
-Preciosa por favor- Soltó su voz gruesa.
Ella se detuvo frente al ventanal y sus manos apretaron firme el final de la muralla. Entonces pareció que el viento azotó con violencia las cortinas.
Quería entender, quería una hidilica respuesta, algo que sobrepasara la lógica y la política. ¿Por qué lo había permitido? ¿Por qué nuevamente insistía en ofrecer la satisfacción de la humillación de su familia para el placer de esas hienas... ?¿A caso no le bastaban azotes públicos, jamás cesarían en destruirlo todo?
-Mi Amor...- Llamo su atención. Con esas palabras sodomisadas... ¿Mi Amor? Se sonrió con ironía y volteo, encontrándolo sorpresivo a su espalda.
Scarlett estaba en peligro. En esa misma terrible situacion, ¿Cómo lograría probar su inocencia? Si ella misma la vio desnuda en brazos del señor Hutchense.
Sworth descubrió esos ojos desesperados. Ella se hizo hacia atrás Chérie no podía pronunciar palabra al respecto. Topo con el lindero de la ventana y le negó la mirada.
-Hay algo que pueda hacer...- Intento hablar con calma. Alterada no la quería ver. Había una criatura en su vientre. La tenía que proteger, como a ella misma.
-Ellos me odian. Christopher...- Saco voz forzada, sentía ese nudo en la garganta.
Christopher apretó las mandíbulas.
-Mi padre enfermo cuando recibieron a Leónidas de embajador en Cydonia. Yo no lo quería creer. Es su familia... Completa. No sé lo que sucedió antes. Pero me asusta.- Era culpa de los De Mier. No podía tolerar semejante poder de manipulación contra su familia. Era estúpido pensar que ellos tuvieran que sufrir esos bejamenes para mantener los acuerdos y tratados. -No debí tolerarlo desde el primer momento...- Su voz se quebró. -¡Juan Pablo Solaire murió sabiendo que un De Mier era favorito de tu casa!- Chérie ya no pudo controlar la angustia, rompió en llanto.
Christopher abrió mucho los ojos en medio de ese sollozo desesperado. De pronto cierto matiz de terror se apoderó de la reina, tan violento que casi se desvaneció en un vahido, que el rey alcanzo a sujetar.
-¿Chérie?- Rugió descontrolado. La tomo en brazos y la acomodo en la cama. -Hey... hey...- Intentó hacerla reaccionar.
Leónidas era un monstruo. ¿Es que a caso el hombre más poderoso del reino, El Capitán y El secretario jamás lo iban a aceptar?
La habitación azul completa giraba en su cabeza. Chérie sentía que el corazón le iba a estallar.
Los caballeros de Cydonia no pretendían enemistarse con Barcelona.
Mientras Christopher la abrazo y sintió temblar. Cómo si la oscuridad y el hielo la estuvieran envolviendo.
Habían tantos secretos guardados. Ahora su padre estaría revolcándose en su tumba de saber lo que nunca se atrevió a confesar. No podía explicar su sentir. Cómo volvía a torturar a la Reina la idea de la presencia de el odiado embajador.
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-¡Jesucristo!- Rugio Steve indignado. A caso no era suficiente todo ese embrollo para más agregar esa estúpida sábana con ese orificio.
Genevive busco espantada la mirada de Adam desde la otra esquina a los pies de la cama.
Jamás imaginó que debería acceder a asistir a semejante exigencia.
Ella había casi desesperado por sentir ese dulce amor de Sam sobre su piel... Todo había sido puro y perfecto. No imaginaba tampoco, lo afortunada que llegó a ser.
Steve se logró acomodar en medio del paño de la vergüenza.
El quejido de Scarlett no se tardó en escuchar.
Genevive sintió ese evidente simbrar y rechinar acompasado de la cama que pronto se volvió un remecer frenético...
-Por la Diosa.- Genevive intento respirar y mantener la calma al reconocer los sonidos del amor.
No logro evitar que sus mejillas se llegarán a ruborizar.
Hasta que de pronto un gruñido ahogado invadió por completo la habitación... Luego todo se aquieto y un par de minutos más tarde, la sábana cayo a los pies de la cama.
-Por la Diosa- La Doncella suspiro. Inclinandose a recoger la evidencia del acto consumado.
Pero Adam la alcanzo primero.
-Solo un pequeño corte... Algo que se pueda disimular-
Le había rogado Chérie antes de la cena. Solo bastaban unas cuantas gotas para manchar... Y sacarla de ese predicamento.
Pero la alba sábana de Algodón ya estaba manchada.
Adam le entrego el paño a Genevive,quien lo doblo prolija y ambos salieron de la alcoba.
Insólito. Marión y Jorja, habían insistido en esperar los inmediatos resultados.
-Lady Padalecki- Fue el llamado de atención.
Dean prefirió acompañar a las señoras, algo inquieto por las funestas posibilidades. - Mi Señora Genevive, la sábana debe ir directamente a manos de nuestro Rey- Le advirtió antes de que las mujeres intentarán tomarla.
No era del todo cierto. Pero Dean conocía la lealtad de la Doncella.
Entonces Gen solo desdobló el paño lo suficiente. La mezcla de fluidos era evidente sobe la tela... Tan fresca, cómo ese aroma particular. -La Princesa ha dejado de ser niña- Suspiro, con esa legítima emoción.
Jorja y Marión se acercaron de manera morbosa a revisar.
-Mi Capitán, será posible que ya me pueda retirar, las labores comienzan de madrugada...- Le pregunto Genevive con delicadeza.
-Por supuesto...- Asintió sonriendo - Marión, Lady De Mier...- Llamó la atención de las mujeres, luego les hizo una gesto a los guardias. Indicando que todos se retiraban.
¿Cómo había sido posible?. Habían guardias que habían asegurado todo esa calumnia por unas cuantas monedas de Oro. ¿Leónidas cómo se llegó a equivocar? Las hermanas caminaron indignadas; sin lograr vislumbrar el secreto de cómo se había resultado; Por ahora no habría una abultada indemnización debido a la afrenta y vergüenza inexistente. El Capitán las observaba pasos adelante en dirección la torre de la reina, donde se alojaban en una habitación de invitados adjunta a la de Kathleen... Ajeno a la clase de ponzoña que las consumía ir dentro.
Mila ansiosa esperaba a su gente... -¿Todo bien?- Les pregunto al asomarse por a puerta.
Adam y Gen sonrieron.
-Buenas noches- Se despidió la señora Padalecki y se perdió entrando en su habitación.
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She's the one | Robbie Williams
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Owner & Lord continuará muy pronto
Gracias por la espera
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