59| Caballero de Camelot.
[A cinco días para el matrimonio]
Genevive arropó a Amaro en su cuna, acomodada a la izquierda de su cama, a un par de horas del amanecer volvió a su lugar en el lecho, recostada también del lado izquierdo apegándose a su marido al que había visto de pronto aparecer después de haber sido requerido por el propio capitán a altas horas de la noche, sin espera busco su calidez como abrigo, no sin antes acomodar esos desordenados mechones de cabello que aveces lo hacían lucir como un niño. Ella sonrió, suspiro, le pareció dormido. Realmente era un hombre maravilloso. Agradeció a la Diosa por sus bendiciones, acomodo su cabeza en esa mullida y costosa almohada de plumas. Pero a segundos de cerrar los ojos aquel movimiento, la mano derecha de Sam se apego sobre su ingle por debajo de la falda el camisón buscando el vientre de su mujer.
Ella se acomodo girando su cuello lo suficiente para alcanzar a verlo de espaldas, descubrió esa mirada expectante y la dulce sonrisa, las manos del grandote la apegarón aun mas a el rodeándola con todo su cuerpo. Gen busco un beso y luego de eso la boca de Sam se movía dulce por su cuello en dirección a su hombro y lo que le permitió encontrar el mezquino camisón. Entonces su respirar se volvio profundo al sentir esa mano por el centro de su pierna, subiendo en dirección a su muslo, hasta descubrir por completo su bello trasero. No espero para buscar de nuevo el acomodo, ella apego su culo a la ingle de su hombre, el empujo certero haciéndose espacio. Su mujer se quejo dulce y pareció perder todo el aire, se mordió el labio, disfrutando esa urgencia para hacerse de su cuerpo que aún no se empezaba a encender. Ella honduló el culo sin retirarse solo por provocar. Las manos del grandote de aferraron a sus caderas y comenzó a maniobrar.
.........................................
[Esa misma mañana]
-Ya se que puede ser un inconveniente por que estamos a unos días de la fiesta, ¿Pero será posible que la cocina elabore confites para los niños de Cydonia?- Scarlett elevo la voz en cuanto vio a Cavendish, Le había estado dando vueltas. El hombre se presento, como era habitual en medio del desayuno de la reina, por si necesitaba hacer algún encargo.
-Maravillosa idea.- Comento de inmediato Chérie.
Mike elevo los ojos al cielo. Obviando la respuesta.-Creo que puedo solicitar elaborar una cantidad adecuada.- Respondió sabiendo claro que era imposible. -¿Sus favoritos?- Se detuvo a verificar.
Scarlett sonrió iluminada. Para Mike fue un respiro porque tal vez podría encargar elaborar raciones extras de Toffee a algunos miembros de la corte que vivían a un día de camino.
-¿Algún otro encargo mi señora?- Pregunto para retirarse, sin imaginar la abrupta interrupción. Anna entro al salón casi sin aire tiritando intentando sacar la voz.
Chérie, Scarlett, Genevive y Mila abrieron mucho los ojos.
-¿An...?- fue a preguntar la princesa Sworth. No fue difícil para ninguna descubrir el terror en su rostro.
-Lady Dove acaba de llegar con una terrible...- Intentó hablar pero las palabras se volvieron sollozos que se atascaron su garganta.
-¿ANNA?- Mila le hablo golpeado exigiendo la explicación.
-Mi Señora, noticias horribles en los límites del bosque...- Comentó Dove haciéndose presente en el salón.
...Las figuras se movieron sigilosas bajo el amparo de la media noche. El bosque se había tornado silencioso, confabulado... Sus criaturas se negaban a ser testigos de ese imperdonable comportamiento.
Las fuentes confiables ya habían informado de su ingreso a las tierras de Sworth, la compañía completa se había detenido a última hora bajo el "infortunio" que no fue más que una certera rama que se atravesó desestabilizando y rompiendo el eje de un par de ruedas de una las carretas.
Michael Hutchense y su gente descansaban esperando llegar a medio día, para participar en el gran evento que movilizaba a todo el reino.
Pero la rueda ya no volvería a girar, para ese clan nómada, porque la daga de Sam se movió letal por el cuello del cantante derramando en cosa de segundos la suficiente sangre para evitar cualquier clase de reacción. Tan certero que la víctima nunca vio el rostro de su sicario.
En menos de una hora habían caído más de 20 hombres y mujeres, el espectáculo más apetecido por toda Eastland, con la ayuda de Adam y James, por encargo directo de los Señores del castillo de Cydonia.
Destruyendo todo a su alrededor, retirando cuanto objeto de valor encontrarán. Prendiendo fuego con el alcohol barato de sus barricas. Desapareciendo en medio de la oscuridad, al amparo de los espíritus del bosque. Cual vil asalto...
La mirada de Scarlett se quebró al instante, observo Anna aterrada. Comprendiendo que no podía ser coincidencia... nadie se atrevería a asaltar a un amigo directo de la casa real tan conocido sin pretender enfrentarse a las consecuencias -Por Amor a la Diosa Chérie...- Sollozo sin voz, al tiempo que sus labios temblaron y su cuerpo pareció volverse de roca frente al miedo.
La reina se levanto de su asiento y se acerco a la princesa. - Todo va a estar bien.- Le hablo en un tono muy quieto. Haciendo un esfuerzo supremo. Sin saber como podría cumplir semejante promesa.
Emma se acerco a Anna con intención de abrazarla, desde que por accidente escucho los por menores cuando la encargada del orfanato se bajaba de su carreta, pero la doncella se negó a la muestra de cariño. Tiesa como la madera. Solo clavo su mirada en la de Mike buscando confirmar su sospecha. Pero le aterraba preguntar si ellos eran los culpables.
-Anna... Cariño...- La Reina le hablo tomando su mano. Solo eso pudo permitirlo. -Todo va a estar bien.- Insistió.
Las pupilas de Mike se dilataron frente a la verdad inminente ¿A caso ella ya lo sabia?¿Conocía la preferencia de su hermana y la princesa?. El ojiverde respiro profundo.
-Señor Cavendish, confió que nos informara de los resultados de las averiguaciones.- Comento intentando mantenerse serena evitando sonar sarcástica, consciente del eufemismo de sus palabras.
-Por supuesto Mi Señora...- Contesto sin voz, Y sin esconder esa entonación que cada día se hacia mas evidente frente a su madre. El la veía como a nadie más, Emma no podía ser tan indiferente
-¿Mi querida Emma?- Le hablo la francesa reaccionando cuando Mike se disponía a partir.
La Madre de Cavendish le dedico esa mirada sintiendo ese tremendo revoltijo dentro. Los niños del orfanato habían recolectado durante días las primeras frutas del otoño y la naturaleza había resultado tan generosa, que al inicio de la cosecha, habían llenado canastas con toda clase de berries -No quiero sonar insensible- Hablo con cuidado, tras la reciente noticia.-Pero la Diosa nos ha bendecido mi señora...-
Ahora gracias a las gestiones de la reina en el orfanato disponían recursos para conservar la fruta, elaborar galletas y pie. Pero había sobrepasado todas sus expectativas. Conociendo los verdaderos estragos que producía el hambre, no podía tolerar que toda esa fruta que no alcanzaría a elaborar se perdiera.
.........................................................
Edward, haciendo gala de su impecable educación insistió en acompañar a Marión y Kathleen tras esa inesperada visita a la catedral en día de semana. Los tiempos no estaban para desaprovechar la escusa, los reyes brillaban por su ausencia en las ceremonias dominicales. Solo se había enterado del próximo sacramento, con un escueto comunicado, encomendado por voz al secretario. Es más, lejos de imaginar, Phillipe, aun no se hacia presente en el castillo.
Marión se encontró con la carreta, algunos de los hombre de Levine estaban acomodando los últimos sacos de cereales.
Chérie, Mila y Dove conversaban. Amaro en brazos de la reina.
-Buenas tardes.- Interrumpió Lady Ackles.
-Lady Marión.- Saludo la reina y Emma se giro a ver porque le daba la espalda.
Las miradas de ambas señoras chocaron con violencia.
-Lady Dove- Exclamo sorprendida intentando parecer educada, aunque su entonación denotó cierta hipocresía.
-¿Marión?- Respondió sin ánimos de cortesías sobre valoradas. Ya había escuchado de su llegada.
-¿Donde esta Genevive?- Kathleen pregunto a la doncella de su hermana al observar a esa criatura entre sus brazos. Hasta le pareció que el bebé le sonreía e intentaba comunicarse con Chérie.
-Atendiendo al pequeño Sol- Aclaro lo obvio.
-Su Alteza- Edward llamó la atención de Chérie.
-Su eminencia- Respondió del mismo modo, pero subiendo una ceja. -Espero que todo esté dispuesto para el próximo Sábado.-
-Tal cual fue solicitado. - Contestó con ese malestar en su garganta. ¿Cuál era el fin de seguir con esa actitud infantil?
-Lady Dove, nuestro Capitán ha dispuesto que personalmente la acompañe de regreso- Sam interrumpió desde el otro costado, verificando que la carga estuviera lista para ser transportada.
-Mi querida Emma, creo que el señor McAvoy podrá realizar tu escolta junto a sus hombres. Tengo otros encargos que no puedo posponer para Sam...- Comento dando un giro a la decisión.
Edward cruzo una mirada con James.
Ya casi su buen amigo no visitaba la casa de Dios, ni a él. Se preguntó si a caso era una decisión intencionada.
-Estaré agradecida de los detalles del Capitán. Y el seguro resguardo del señor McAvoy- Respondió Emma sin objetar.
Mila recibió en brazos al pequeño, Chérie se dispuso a despedirse nada menos que con un abrazo de la institutriz. Bajo el repruebo de la Viuda Ackles.
-Cuidado con la maleza que le roba luz a los retoños nuevos- Emma le alcanzo a advertir en un movimiento rápido a su oído, y antes de que llegara a procesar sus palabras sintió una discreta y cálida caricia de la madre de Mike sobre su vientre.
Chérie se paralizó. Sintió su mirada humedecer.
Dove había conocido a docenas de muchachas aterradas que pretendían esconder su estado de preñez. La reina tenía el mismo semblante, solo que mejor vestida.
Chérie levantó la mirada y no tuvo idea como había aparecido Mike. Solo que de pronto estaba a espaldas de su madre. Ella solo busco ver el cielo azul. Contenerse y respirar. Y de un modo devastador sus miradas se cruzaron.
-Lady Isabey... Señor Padalecki.- Les hablo indicando que se retiraba para que la siguieran. -¿Lord Cavendish donde se encuentra el Capitán?- Crujió su garganta, delatando esa angustia que pretendía contener.
-En las planicies... Supervisando la seguridad en los campamentos de los invitados, Su Alteza- Respondió intentando sonar sereno. Preocupado otra vez. Había visto sus ojos titílar y volverse de cristal.
-En cuanto tenga un momento. Si pudiera comunicarle al Capitán que lo solicito en mis habitaciones...- Continuo casi sin aire, no sin antes darle la espalda a todos los presentes, estaba aguantando desesperada el desborde de sus lágrimas.
Mike asintió y de inmediato se encamino a otras labores, preguntándose que demonios le había dicho su madre para afectarla así. Sabia que no estaba bien y otra vez la frustración lo carcomía por dentro con la impotencia de no poder hacer algo mas para ayudar.
Kathleen miró indignada a Edward. ¿A caso era invisible? Ella perfectamente podría haber comunicado el recado a Dean.
Lady Dove se alejó en la carreta, en compañía de la escolta de James y su gente.
-¿Kathleen es que no vez a tu marido durante el día?- Pregunto la Madrastra de su marido sin omitir insidia. Ya había notado que solo llegaba a cenar y luego desaparecía, no resultaba difícil comprender que ambos no compartían el lecho.
Edward entendió que su prima no había exagerado al referirse a la situación. Pero tendría que enterarse de lo que pensaba Chérie para comprender todo.
..........................................
Dean abrió mucho los párpados al escuchar a la reina en un directo reclamo. -No quiero a Sam lejos de Genevive mientras tú madrastra se encuentre en el castillo. Dispuse cuatro doncellas adicionales de mi séquito para asistirlos en lo que necesiten durante las festividades-
"Madrastra". Escuchó. Luego apretó mucho más los párpados como negándose a ver. -Chérie... -. Estuvo a punto de objetar. Pero se contuvo. El capitán supuso que alguna razón tendría. Conocía lo suficiente a Chérie para abstenerse de objetar. Soltó ruidoso todo el aire que contenía imaginando los reclamos posteriores de Kathleen al respecto.
-Como usted ordene su Alteza- Respondió al verla detenida esperando alguna reacción.
-Muchas gracias- Sonrió.
-¿Algo más en que pueda ayudar?- Continuo mientras se preguntaba que demonios había ocurrido para que solicitara ese cambio de asistentes.
-Su Alteza, El Señor Jared Leto ya está en el salón para la prueba de vestuario de la Princesa Scarlett- Interrumpió apresurada Genevive.
-Por ahora, con eso es suficiente- Chérie se dirigió al Capitán y se encaminó en dirección al salón mencionado.
Dean también abandonó la antesala de las habitaciones de la Reina, no sin antes encontrarse con la mirada de Adam. -¿Hay algo más que debería saber?- Pregunto algo suspicaz.
-Creo que es solo la inevitable presencia de los De Mier mi señor.- Respondió franco.
Dean sintió que se le subían los jugos gástricos a la garganta.
Se preveía que asistieran los padres de Leonidas, padrinos de Steve. Eso era como dar techo y comida a su enemigo.
-Solo procura que siga descanzando en la habitación azul.- Sugirió el jefe de seguridad del castillo.
..........................................
Marión giro con esa expresión descompuesta cuando las puertas de esa sala se abrieron.
La intromisión era imperdonable, sobre todo, porque ella misma había hecho escuchar sus palabras como orden directa para los guardias designados.
-¿Su Alteza?- Se escucho algo agria, por decirlo de algún modo. De todas formas se inclinó en la debida reverencia, hacían dos días que no se encontraba con la reina en ninguna actividad planificada "o por error".
Kathleen curiosamente tampoco se había encontrado con su hermana.
-Gracias a los Querubines Chérie...- Scarlett le hablo a su hermana desde detrás de los biombos. Ansiosa porque Marión se había integrado sin invitación a esa prueba final de los atuendos que llevaría durante los días de fiesta.
-Mi adorada Reina de Corazones... Pero qué divino semblante- Saludo eufórico el diseñador dejando de lado los alfileres que estaba acomodando en el vestido de la novia.
-Por amor a Dios Jared- Lo reprendió algo apenada. Esos comentarios la solían incomodar y aún más ahora. Se encaminó al cubículo de tela en que permanecía la Princesa Sworth.
Leto ya tenía cierta sospecha a cerca de la nueva belleza de su querida amiga la Reina. Pero si aún no había mencionado buena nueva alguna, era mejor mantener el silencio necesario. Ya conocía todas las aventuras de primera fuente, por supuesto, solo lo que ella imaginaba prudente mencionar.
Mila se preguntó que clase de problemas podría generar la madre de Pietro, si es que algún día la llegara a casarse.
-¿Qué opinas?- Consulto Scarlett viéndola de frente. -Siento que me sobra tela por todos lados- Suspiró casi al borde de la histeria.
-Una semana y esta mujer está en los huesos - Comento Kathleen incrédula, había estado en la prueba anterior.
-Cariño te vez sublime- Sonrió Chérie.
Scarlett apenas lograba hidratarse por esos días entre la presión que significaba la seremonia de compromiso, y el abrupto desenlace de la compañía del Señor Hutchense, no lograba retener ningún alimento en su estómago. Era casi un milagro que se encontrará en pie, con ese severo ataque al Colón.
-Solo hay que agregar un par de puntadas- La alentó Chérie.
-Mi señora, sus encargos están todos listos - Le indico Leto.
-Muchas Gracias- Asintió.
El diseñador se detuvo al notar que no prestaba la atención requerida a su trabajo.
-Es una lastima, creo que los vestidos formales de fiesta habrían destacado mucho más en dorado- Menosprecio Marión.
-Por tradición solo la familia real lleva azul, y Scarlett es una Sworth- Chérie respondió serena.
-Pero tomara el apellido Ackles- Objetó la futura suegra.
-Por supuesto. Steve desde el próximo Sábado también podrá llevar azul si el lo estima conveniente.- Continuo emocionada. -Además, el oro siempre fue el color favorito de Kathleen desde niña, ¿Cómo arrebatarle esa bella distinción?- Agrego con cierta efervescencia.
Kathleen la miró descompuesta.
Chérie acababa de marcar un límite, básico y también podía entenderse como una banalidad. De alguna forma tendría que empezar a comprenderlo la viuda Ackles. No era Scarlett la que se unía al clan más poderoso de Duncan. Era Steve, quien era recibido en la familia real.
Y en ese castillo aún seguía existiendo una sola reina. Que ahora tenía más de un corazón para latir con toda su fuerza.
-Señor Leto...- Solicito Kathleen intentando acomodar los hombros de su vestido
Jared se acercó a revisar el nuevo vestido de la princesa. Su ceño se frunció agobiado.
-Hay preciosa, vas a tener que olvidarte del pie y de todas las masas dulces hasta después del evento.- Comento sin detenerse a pensar.
-Es propio que su busto este más inflamado por la maternidad- Objeto Marión disgustada al escuchar al diseñador.
-Lady Ackles, eso no lo discuto. De hecho yo personalmente trabaje en el corte para realzar todo el esplendor de mi querida Kathleen, pero, la semana pasada no tuve problemas con este botón...- Le explico cerrando el último que se situaba al final de la espalda de princesa.
Kathleen se sacudió indignada. Jared pudo apreciar su tensión. -¿O es que a caso podría estar nuevamente preñada?- Le pregunto apegado a ella a su costado apoyando su mentón en el hombro de la chica dorada, ambos se miraron en el reflejo del gran espejo.
-Aunque sin duda seria una noticia maravillosa para pretender "negarla con recelo", no lo creo mi querido Jared. Dios dispondrá de sus bendiciones, en el momento perfecto- Respondió con esa peligrosa luz en su mirada.
Chérie cruzo una aguda mirada con Mila. ¿A caso estaba comportándose muy susceptible en su entendimiento?
A Mila le pareció muy claro el mensaje para ignorarlo.
-Entonces, hasta la boda, olvida el pie de Manzana- Insistió en un tono insidioso y alegre. Luego se atrevió a darle un beso en la mejilla, recibiendo estoico esa mirada asesina de la rubia.
-Esa es la diferencia entre los Lords y los plebeyos... La buena vida no debería ser objeto de vergüenza.- Discutió Marión sin lograr detenerse a pensar.
Anna estaba ayudando a Scarlett a quitarse el vestido. Ambas abrieron mucho los párpados al escuchar las opiniones de la madre de Steve.
-Señor Leto, Señoras...- Les hablo la reina poniendo sobre aviso que se retiraba.
Genevive y Mila tomaron los vestidos encargados por la reina para ella y sus doncellas y se encaminaron a la salida para retirarse.
-Mi Señora Kathleen, su vestido estará listo esta tarde.- Le aseguro Leto. -Damas...- Índico que también se retiraba del salón.
Sin embargo el diseñador no logro alcanzar a la Reina.
Mila y Gen no emitieron palabra alguna. Ya sabían lo que Chérie pensaba a cerca de las diferencias entre ricos y pobres.
La reina de corazones no quería detenerse en absurdas discusiones. Tenía algo más importante que atender.
No sé imagino tampoco la relevancia del último carruaje que se había detenido frente a la entrada principal del castillo. Solo camino mientras la gente al rededor se detenía en reverencias que no se detuvo a atender y Adam seguia sus pasos a su derecha como en tiempos anteriores su adorado Príncipe Bastardo solía hacer. Siempre guardando las distancias adecuadas. Siempre como un caballero, con esa esencia amable. Remarcando la adorable sensación de que no importaba lo que ocurriera, el estaría en el momento justo y preciso siempre. Logró atrapar ese suspiro lleno de nostalgia. Ella se preguntó, cuál sería el color de su distinción. Si es que tuviera uno... Tal vez los bellos ojos verdes... Alegres. Respiro muy profundo.
-Ella es la Joya de Cydonia mi Señor...- Un paje advirtió al muchacho de rubio cabello desordenado que ingresaba al castillo.
El joven de no más de 21 años, alcanzo a inclinar la cabeza.
- Mi Señor, podría indicarnos donde podemos ubicar al Capitán Ackles- Le hablo su paje a Adam, reconociendo la insignia especial que llevaba sobre el corazón.
-En las planicies o los establos. Pero con toda seguridad en el concejo al atardecer.- Respondió apresurado sin perder de vista a la Reina.
-Muchas gracias - Respondió el hombre.
Pero el joven Duque no valoro para nada la respuesta que le dieron a su sirviente.
Ella, no se había detenido si quiera a observarlo.
No quería pensar que los Sworth no eran más que una manada de hienas carroñeras, cómo insistía su padre. Oportunistas les habían robado el trono por fuerza de artes oscuras.
El joven Príncipe aunque intentaba ser más civilizado, no podía dejar de estar acostumbrado que en su propio castillo, todo servicio girará en torno a él.
Y tal fue su descuido, que no previo semejante sorpresa, se encontró con esos terribles ojos azules, ese largo, sedoso cabello castaño y esa barba que le producía esas deliciosas sensaciones.
-Duque de Windsor- Jared Leto se inclino con deliciosa reverencia, como la costumbre. Al menos para el no fue sorpresa.
-Su Gracia- Respondió el muchacho enderezando su postura, haciendo caso omiso a esa emoción que se sacudía en su pecho. ¿A caso el diseñador había encontrado aún nuevo señor en Cydonia para servir? - ¿A que se debe el agradable encuentro?- Continuo sin lograr detener esa curiosidad.
-Estoy atendiendo unos encargos de Nuestra Reina de Corazones y a la Princesa Scarlett- Respondió.
-Maravilloso, entonces contaremos con su inigualable buen humor humor durante las fiestas- Comento sorprendido. ¿Entonces no era que su padre lo había echado de su casa por su desvirtuada reputación?¿A caso el dueño de esa insana obsesión había decidido unirse a las filas de su enemigo?
-Cuente con ello mi señor- Respondió haciéndole el ademán correspondiente. Cómo si tuviera algo urgente que atender se retiró.
La mirada de Leto se oscureció en cuanto le dió la espalda. Su rostro se volvió más duro y frío que los brillantes mármoles de la entrada principal.
Aveces ni siquiera el tiempo logra borrar ciertas sensaciones. Y Leto aún sentía esa necesidad de empuñar su espada.
..........................................
[Tres Días Para el matrimonio]
La mirada de Mike titiló inevitable, había evitado en lo posible ese momento desde que se enteró de su presencia en el castillo. Después de todo, el ducado de Windsor era tan importante como el mismo Duncan.
Y en esta había decidido hacerse participe, cómo nunca, el muchacho estaba interesado en los asuntos de la familia y quería descubrir con sus propios ojos, por qué los Sworth eran tan odiados y amados del mismo modo.
A Leónidas De Mier no le debió sorprender que se permitiera a Will Cambridge, pese a los constantes desprecios de su familia para los Sworth, que entre otras cosas, no asistieron al matrimonio de Christopher, ni a su coronación, se situara en primera fila y a solo cinco puestos del lugar del dueño de casa y sus hombres.
Pero más interesante fue el comportamiento de Cavendish frente al Lord que supusieron se escusaria nuevamente de algún modo. Porque aunque se había convertido en la mano derecha del rey y era reconocido como uno de los hombres más poderosos de su país, seguía siendo el hijo despreciado del Duque de Windsord. Y el preferido de su casa, se encontraba a unos pasos de distancia, en la misma sala.
El debate se inició con temas de Contraloría y hacienda.
El reclamo general se enardeció cuando alguien se atrevió a cuestionar el reciente impuesto de las Navidades. Que iba en directo beneficio del orfanato.
-Mi Señor Cavendish, creo que podemos cancelar las navidades y la vendimia, para con dichos recursos cubrir los gastos del orfanato. Después de todo, la austeridad, es señal de orden y buena educación...- Elevó la voz Christopher haciéndose escuchar.
El silencio sacudió a todos los señores.
Dos de las fiestas más esperadas por todos los más frívolos miembros de la corte.
Christopher sabía que ahora menos que nunca Chérie aceptaría dejar sin sustento a todos esos niños. Que por lo que sabía, eran, en su mayoría el fruto negado de la lujuria de los hombres con títulos. Pero no se espero haber hecho callar a todos los hombres en el momento preciso antes de que las puertas se abrieran de par en par.
Vio a su mujer caminar magnífica, sin importarle las miradas a su alrededor. Era sitio para hombres. Según ellos. Los mismos que no recordaban haber hecho delicias al acusarla y sentirse como basuras cuando consiguieron que la azotarán frente a toda la corte.
Leónidas abrió mucho los ojos cuando la dueña de casa lo invito directamente a abandonar el lugar debido a su marcada curiosidad que lo había mantenido en la sala.
Mike camino sin poder hacer más. No tenía idea de que pasaba, solo, que esa tarde se presentó con su diadema de rubí. Y su presencia milagrosa había logrado que Will Cambridge desapareciera de sus pensamientos.
La razón de su infortunio se desvanecía, pero esa inquietud volvía. Ella estaba ahí y se veía maravillosa.
Mike desapareció tras las puertas intentando ordenar prioridades con los hombres que lo asediaron indignados debido a la caprichosa mujercita. Fijar una nueva reunión era necesario. Sobre todo cuando el monarca había amenazado con esa inaceptable idea.
Con esa aguda punzada camino en dirección a sus habitaciones. Inocente de todo pensamiento, solo requería un momento de paz. Necesitaba hacer una pausa, por esos días se levantaba antes de que saliera el sol y lograba llegar a su cama después de la media noche.
Mike se encontró con la mirada de Dean, vio como su rostro y su actitud cambiaba frente a las puertas del salón de asambleas.
No pudo negar el reconocer aquel sonido... Se le revolvió el estómago y luego fue conciente de esa inquietante sensación. La maldijo. La envío al mismo infierno.
Dean vio a Mike ordenando a la gente que se retirará del lugar. Era lo más sano a decir verdad.
..........................................
Sobre la cama, en las sillas... Las puertas de los closets abiertas de par en par. Vestidos en el piso y frente al espejo esa dura mirada. Sobre si misma.
Repulsiva. Se sentía repulsiva. Observó ese vientre que aún no parecía querer volver a su forma original después del parto. Sus pechos le parecieron caídos.
Respiro profundo tres veces o más repetidas pero con mucho apuro y solo consiguió estremecerse. Con esa bola de aire en la garganta. Tembló.
Y el sollozo se desató inevitable.
Jade nunca había tenido hijos. Jade era una muerta de hambre. La meretriz con figura de odalisca. Ella jamás iba a dudar de si misma. Los hombres caían a sus pies rendidos... Hombres... Su hombre.
Mabelle parecía envuelta en un conjuro que no dejaba a ningún hombre indiferente. Ya había notado como la veían Dean y Christopher. Y para que hablar de Mike. El hombre no había tenido ningún recato esa noche en el bosque. Poseía el cuerpo de una ninfa. Tan esbelta como una cierva.
..."Olvídate del pie de manzana"... Jared Leto no cálculo el daño que provocarían sus palabras. Pero no era más que el sacudir ese velo que había negado tantas cosas.
..."¿No ves a tu marido durante el día?"... La Viuda Ackles había resultado menos grata de lo que se podía soportar.
Chérie se esmeraba en defender a Scarlett, pero con ella no cruzaba palabra alguna. Kathleen no comprendía el motivo de esa dolorosa distancia.
Y Dean no estaba.
Nunca estaba.
Tan sumergida en ese desolador pensamiento. Tan desesperada por volver a retomar el control. Ella no noto esa figura apegada a la puerta. Observándola con detenimiento. Inesperada maravilla. La encontró de espalda a el llevando solo ese bombacho y las medias de ceda que desataron esa sonrisa. Encendiendo esos bellos ojos verdes.
Para cuándo noto su presencia ya era tarde. Las manos de Dean se aferraron a ella como todo su ser. Empujándola contra su cuerpo. Dejándola inmóvil. Negándole defensa alguna.
-¿Que haces?- Alcanzo a reclamar, mientras intento sacudirse. Molesta. Rabiosa. Sintiéndose humillada. Odiandose a si misma. Y la ira rebotó sobre él. Un grito categórico y desesperado. Cegada por todo. Porque le importaba demasiado lo que esperaba la corte de ella, lo que pensaba la gente que de verdad no tenía ninguna buena intención, como para detenerse a descubrir lo que ocurría enfrente suyo.
Y poco le importo a Dean ese grito. Simplemente la apretó más fuerte. Obligándola a erguir su figura frente al espejo. -¿Que haces?- La volvió a escuchar menos aguda, pero ahora parecía que los destellos de angustia intentaban aflorar.
Dean no respondió. Solo observó su mirada por un segundo y su mano izquierda se aferró como una copa a su pecho derecho sus dedos apretaron lo suficiente con esa determinación mientras sin cuidado la aplastaba contra él.
Ya eran suficientes las escusas. Había tolerado toda clase de evasivas, convirtiendo al pequeño sol en la más dolorosa y recurrente.
Dean ya había dejado por ella una dulce oportunidad. Se había esforzado. Mucho. Ahora necesitaba ese respiro... Si Kathleen no llegaba a sentir su necesidad. Tal vez de verdad todo iba a estar perdido.
Porque Dean usualmente podría haberse enfrentado a toda clase de alimañas con su espada. Y aunque el más grandioso Caballero de Camelot quisiera con toda su alma salvarla. Lograr que todo fuera como antes, aquella no era su batalla.
Cuando le abres la puerta de tu alma a los demonios y decides escuchar a la oscuridad, eres tú quien te haces daño. Tu eres tú peor enemiga.
Ahí estaba, la observó en el reflejo del espejo. Luego se perdió el rostro de su marido tras su cabellera, Sintió su cálido aliento, Dean se hizo espacio uniendo su nariz en esa sedosa cascada dorada cómo el trigo. Sus labios rosaron dulces el inicio de su cuello, bajando con una inquietante lentitud hasta la altura de sus hombros.
El hombre se tomó un minuto de respiro apoyando su frente sobre ella, preguntándose qué demonios estaba haciendo. Le pareció no haber logrado ninguna reacción en ella. Cruel y perfecta. Insensible. Tal vez sus propios latidos eran demaciado intensos y no lo dejaban escuchar o verdad estaba ocurriendo.
Quieta. Inmóvil permanecía frente al espejo. No sé sentía capaz de luchar contra esa fuerza. Escuchaba ese respirar profundo y pausado. Sentía el yugo de su abrazo sobre su pecho, aferrado sin ceder. Entonces esa caricia violento su espíritu sacudiendo su ser. Inevitable el cosquilleo aún cuando algo en ella se negaba a disfrutar. Esa mano de Dean se movió por debajo de su bombacha abriéndose paso entre sus piernas con determinación. Aunque solo encontró esa piel tan suave, sin señal alguna de aparente emocion se negó a desistir. Impacientes sus dedos se hicieron espacio moviéndose hasta encontrar ese pequeño lugar especial que no tardó en presionar.
El quejido fue instantáneo. La presión la hizo sacudir. Pero él no le permitió movimiento alguno. Ni el mínimo acomodo. Aunque ella no lo pudo ver, sus ojos se incendiaron al escuchar su reacción.
Luego comenzó a acariciar muy lento.
Con el paso de un par de minutos, Dean comenzó a notar como cambiaba el ritmo de su respiración y sus dedos comenzaron a resbalar mientras Kathleen se mantenía erguida, en silencio y negaba esas miradas furtivas del capitán que a minutos la buscaba tras su espalda en el reflejo del espejo.
Pero aún con todo ese esfuerzo. Empecinada a negarse a si misma. Obedeciendo tosuda esos oscuros pensamientos... Convencida de que ella no era digna de deseo alguno. Intentó evitar la vergüenza y la humillación.
Pues en su cabeza ya no valía el esfuerzo el intentar eso mismo que Dean estaba provocando tan deliciosamente.
Fue inevitable la respuesta de su cuerpo por dentro.... Esa cálida sensación se irradiaba expandiendo y volviendo cada vez más sensible su piel hasta que nublo su pensamiento, perdiendo el control de sus impulsos.
Cuando el Capitán noto que perdía esa desconcertante rigidez fue a soltarla para intentar algo más, pero ese quejido disgustado cuando su manos se retiraron de su cuerpo y el instintivo movimiento casi animal. Dean noto ese culo que lo volvía loco tan apegado a su cuerpo. La espalda de Kathleen buscando su torso. -Por favor... Por favor...- Balbuceando ahogada sin voz al borde del sollozo.
Resultaba demasiado cruel detenerse justo en ese momento.
Tan solo fue un momento. Porque la reacción fue inmediata y antes de que ella lo llegara a sospechar la había hecho girar hacia él y solo justo en ese momento descubrió ese agitado respirar y esa mirada oscura llena de deseo que a penas pudo observar porque se perdió en un profundo y hambriento beso desesperado mientras en medio de alguna clase de gruñido sus brazos nuevamente la convertían en su prisionera.
Dean la elevó entre sus brazos. Kathleen cayó rebotando en la cama.
El capitán empujó todos los vestidos desparramados al suelo. Su ropa también cayó entre ellos.
______________________________________
George Michael & Elton Jhon | Don't let the sun go down on me
______________________________________
Owner & Lord Continuará pronto.
Gracias por la paciencia en la espera.
Sus votos y comentarios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro