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53|Un juego muy arriesgado

[Unas horas antes,
en el atardecer]

La oscuridad y el silencio pasada la media noche acusaron ese movimiento. Chérie aún no conciliaba el sueño después de una reveladora jornada en que no imagino descubrir tantas verdades ocultas.
Ahora la puerta secreta, escondida tras el enorme espejo comenzaba a rechinar. No podía esperar nada bueno de lo que fuera que significaba, porque las palabras de Lady Dove fueron casi chocantes.

Todo comenzó con la nula reacción de Dominic al estímulo de la sanadora por la tarde. El bebé languidecia pálido.

Las dos damas entraron en la habitación de la reina y Kathleen las observó irritada. -¿Qué hacen con mi bebé?-

-Este niño esta muy enfermo Lady Ackles.- Aseguro la madre de Cavendish

-Solo está dormido- negó Kath tozuda.

Mabelle se acerco a la criatura. Lo tomo de los brazos de Mila.

-Probablemente ahora enferme- Comentó Kath indignada. Al ver a Dominic en brazos de la meretriz

-¿Kathleen?- llamo su atención Chérie avergonzada.

-Por la Diosa- exhaló sin voz Aeval encontrándose con la atribulada mirada de Scarlett.

Dominic hacia muy poco había cumplido su primer año de vida, y sin alimentación , estaba propenso a morir deshidratado, en cuestión de horas.

Entonces Mabelle acerco a la criatura a su madre.

Y todo se volvió aterrador. Ese violento rechazo fue instantáneo.

-Santisimo Belén... ¿Que le hicieron a mi hijo? ...¡Nigromantes!- Las acuso Kathleen. Era imposible pensar que el niño la pudiera rechazar. Seguramente era obra de las brujas presentes Pero lo que no tenía conciencia, era que toda esa carga negativa, solo hacia espantar a la pobre criatura. Y la comenzaba a enfermar de forma silenciosa, porque su cuerpo ya empezaba a afiebrarse, debido a la inminente mastitis producto del negado del pequeño a alimentarse.

-¿Tal vez agua hervida con azúcar?- Mila se pregunto. A ver si Dominic lo aceptaba.

-Mi señora podemos intentar algo, Pero necesito la aprobación de Lady Ackles...- le comento Dove a Chérie.

Estaba claro, que no deseaba cooperar.

Chérie cerro los ojos angustiada. Jamás imaginó semejante situación. -Puedo arreglarlo.- respondió intentando sonar positiva y se dirigió a la salida de su torre.

-Sam, ve por el capitán. Es urgente. Tal vez sea necesario que Cavendish también se haga presente.- Le solicito.

El grandote asintió y se puso en camino.

Adam cruzo la mirada con su hermana. Encontró miedo. Ese miedo a lo que no se puede controlar ni solucionar.

Entonces Adam después de ver las reacciones de sus dos chicas. Comprendió que por ningún momento debería moverse de su puesto de vigilancia.

Cuando Dean se presentó. Kathleen estaba discutiendo, brava, con Cherie. Mientras Mila había logrado enfriar un poco de agua hervida hasta un punto aceptable, para agregar algo de azúcar.

Pero Dove y Aeval sabían que aquello era un mal menor. Solo aplazaría un momento el desenlace.

-Mi Señora...- Dean se inclinó en exquisita reverencia a Chérie.

-Dean por favor, necesito que saques a Kathleen de aquí-

-Dean estás mujeres macabras me quieren quitar a mi bebé-

-Dominic está enfermo, creemos que no se ha alimentado desde la tarde de ayer...- y eso era justo antes de que fueran por Kathleen, para que presenciará el macabro espectáculo de la corte.

-¿Kath?- Exhaló espantado. ¿Cómo es que ella no había pronunciado palabra al respecto?. Pero en esa época quien podía saber tanto a cerca de la "Depresión post parto". ¿Que era toda esa amargura que contenía la magnífica princesa de Duncan?. Solo devia mantenerse perfecta.

-Van a matar a mi bebé- Sollozo histérica, al entender que Dean la observaba con espanto.

-¿Dean?- Le hablo de más Atrás Mike, integrándose a la conversación.

Y a Mike se le revolvió el estómago.
No era perdonable que el Capitán le diera la razón a su mujer, después de esa terrible noche en que Dominic llegó al mundo. -Lady Kathleen. - Determinado se acerco a ella y la tomó de la cintura .-¿Mi señora por qué no descansa esta tarde y permite que su hermana se haga cargo de su bebé?- le hablo de un modo sereno, mientras daba los primeros pasos hacia la salida de la torre.

Si tan solo Chérie hubiera sido testigo, después de esa terrible discusión, no le quedó más a Lady Isabey que dormir al capitán y proceder, después de la desesperación, cuando casi la estrangula, cuando se suponía que ni Kath ni el niño vivirían en esa fatidica noche de su nacimiento..

-¿Vas a dejar morir a mi bebé?- Kath le hablo desesperada a Dean

-Kathleen necesitas descansar- Respondió comprendiendo que era inútil discutir y entonces noto que todo su busto estaba mojado con leche, pero la joven madre no parecía reaccionar.

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[Ahora]

Christopher inquieto, no lograba conciliar el sueño.

-Pese a mi deseo Lady Dove a insistido en que debe volver al orfanato. Mabelle pernoctara está noche en el castillo.- Le había dado comunicado Chérie luego de explicarle los pormenores de la delicada condición de salud de su sobrino. -Mabelle sabe cuidar a los más pequeños, será de mucha ayuda- insistió.

Christopher accedió sin objeciones. Si después de todo estaba dispuesta a ayudar a su hermana, sin prestar atención a sus propias dolencias, el rey simplemente la iba a apoyar.

Y los cuatro caballeros sabían que la conocida mujer alojaría en las dependencias de la reina.

Pero aquello no era lo que le estaba molestando, Christopher confiaba en el juicio de Chérie. Lo que ocurría, era que el vacío se hacía latente. Ella había comenzado a llenar un espacio importante en su vida.

Mike llegó a deshoras después de acompañarla de vuelta al orfanato por orden directa de Chérie

-Lo último que necesito es que mi querida Lady Dove sufra un ataque, de quien sabe que truan- le hablo de un modo categórico. Frente al señor de la casa, que solo se lo mito a asentir.

-Lo tiene de las bolas- fue el comentario de Steve, quien se ofreció a escoltar a la dama. Intentando salvar a su amigo de esa penosa situación.

Mike trago saliva y apretó las mandíbulas. Era amargo el entender cómo había cambiado la situación desde su vuelta.

De todos modos terminó sentándose a su derecha en el carruaje, mientras Steve se acomodo al frente de ella.

El viaje se tornó muy silencioso.

Dove durante el trayecto recordó a esos niños volviendo muy tarde cuando comenzaba a oscurecer del bosque, todos sucios, embarrados y felices.
Hambrientos y berrinchudos por no querer asearse antes de comer.

Incluso el rey, inocente de lo que ocurría en aquellas épocas, corrió por los pasillos de la casona que se convirtió en orfanato, apresurado, buscando el rincón más rebuscado, para esconderse y ser el ganador del juego.

Y ahora parecía que ella era lo peor que podría haberles pasado.

Cuando acunó a Steve tantas veces, en esos llantos nocturnos, cuando extrañaba a su madre.

Charlotte respiro profundo, se obligó a si misma a no ceder a esa melancolía que la acechaba.

Al bajar del carruaje, cuando ya había caído la noche. Dove se enterneció al sentir la mano de su hijo ayudándola a acomodarse ya sobre el piso.

Sus miradas se cruzaron, mientras uno de los vigilantes en la entrada había acercado una antorcha para iluminarlos.

Dove no estaba segura de lo que le ocurría a Mike, pero esa clase de tristeza escondida en su mirar, le resultaba desoladora. -Es ella- Pensó, quien si no. Hacia muchos años atrás ya había presenciado esa clase de dolor.

-¿Lady Dove?- solicito su atención Steve. Esperando despedirse con cortesía.

-Gracias mi pequeño caballero- contesto, con esa dulce manera como lo llamaba de pequeño.

A Steve le titiló la mirada.

-Mi señor- continuo la mujer más firme - Se acercan tiempos difíciles para Cydonia. Nuestra señora acumula demasiados retractores.. Es una luz que el mundo se niega a aceptar- Hizo una pausa para organizar sus ideas y sonrió esperanzada - Confío, en que recuerden aquello que los llevo a vivir incontables aventuras juntos.- Le comento a Steve. No sé atrevió directamente a hablar con Mike.

Su hijo la observó muy serio.

-De Mier tiene que abandonar el castillo.- Continuo clara, y con un dejo de miedo en la mirada. -No esperen a que las cosas empeoren-

Dove camino hacia la entrada de la casona preguntándose si Mike había terminado por entender el mensaje.¿Cómo pedile directamente que cuidara de Chérie, sin ponerlo en un aprieto y sonar entrometida.

Y luego si alguna vez volvería a reír a carcajadas, cómo lo hizo, en su niñez, antes de entender que era un bastardo.

Mike sabía que Chérie lo había hecho intencional, y ahora trataba de entender ese mensaje entre líneas ¿Que es lo que podía saber su madre? A parte de estar agradecido por esa inesperada acción que pareció devolverle las ganas de vivir al pequeño Dominic.

Después de abandonar las habitaciones de la reina, prácticamente arrastrando a Kathleen, conciente de esa amenazante mirada de Dean

-Si hay alguien que pueda salvar a ese niño, son esas mujeres- Mike abogó por Chérie y su séquito.
Si tan solo el capitán hubiera recordado lo que ocurrió, esa noche de tormenta, en la que Dominic nació no habría perdido el tiempo en esa desgastante discusión, pero imaginaba que para un hombre tan recto, defensor del orden y la ley como Dean, sería incomprensible.

Hizo lo posible por entender a Kathleen, tampoco la quería juzgar. Ella no era testigo de las maravillas que él había presenciado. En su corazón intuía que no podía estar bien. Solo elevó una plegaria silenciosa a la Diosa, para que se manifestará y la familia del capitán sanará. No imaginaba lo terrible que sería esa clase de perdida si es que llegaba a ocurrir.

Ahora de vuelta en el castillo, avanzada la noche esos pensamientos afiebraban su cabeza. En todos y cada uno, la niña prohibida aparecía como si lo hubiera embrujado.

Ya lo sabía, Chérie estaba en su habitación, había abandonado al rey por al menos está noche.

Y era un juego muy arriesgado. ¿Sola?, ¿Quien podía garantizar?, Si Christopher lo deseaba incluso podía invadir su habitación.

¿Sola? ¿Cuando se presentaría otra oportunidad? El rey parecía haberla convencido que ella era el motivo para ese reparador sueño que lo despertaba de inigualable humor.

Sola. Ella quería estarlo. Aunque día a día se hacía cada vez más fuerte el vínculo con su señor.

Sola.

De una vez y por todas. Mike, sentía que era necesario aclarar las cosas.

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-Mal de ojo- significaba envidia de parte de algún cercano. De la corte. Malas intenciones, brujería. Pero Lady Dove durante esa tarde después de asistir al pequeño sol, le explico a Chérie que dudaba que fuera Leónidas, el hombre responsable. No tenía la fuerza ni sabiduría necesaria. Además imagino que sí el hombre intentaba algo lo haría de un modo más directo. Aquello que estaba afectando a la Señora Ackles era de una incierta procedencia.

Pero a su saber, cada día había más pruebas en su contra, De Mier y Medianu, ocupando todas sus influencias para mal lograr la alianza entre la casa Sworth y Solaire

-¿por qué?- pregunto la reina pecando de toda ingenuidad.

-Porque tu padre ofreció una mejor dote, que la de De Mier, para asegurar tu compromiso con Christopher-

Claro, Chérie era prima directa del heredero de Francia, en el poder de Solaire estaban, la región de Brie y Bellerose y su propia comarca, sus tierras eran la entrada más directa de Eastland hacia el continente. Sin mencionar, que Sworth y Solaire eran grandes amigos.

Podía resultar caprichoso e incomprensible, pero, la soberbia es un pecado capital, porque ciega a las personas. Envenena las almas.

Seguramente, los padres de Leónidas, pese a ser parientes directos del Papa, no lograron hacer valer su posición social frente a los Sworth. Eso resultaba una enorme humillación frente a toda Europa.

Era una razón más que suficiente.

Y entonces ocurrió lo impensado.

Dove había acunado a Dominic, durante un buen tiempo. Acomodada en ese sitial. Lo había mecido incluso podrían haber asegurado que la mujer entonó un dulce y suave arrulló en alguna lengua que no conocían.
-¿Lady Mila, serías tan amable de acercarme un lavatorio, agua fresca y un puñado de sal?- Le solicito lenvantandose en su asiento.
-Claro...- Respondió y se movió de inmediato a buscar su pedido.
-Genevive por favor...- luego llamo la atención de la nueva asistente, elevando al bebé para que lo alcanzara.
La castaña levantó al niño. Lo fue a acomodar sobre su torso para cargarlo y de pronto Dominic comenzó a moverse desesperado en sus brazos.
Presa de su propio instinto lo reacomodo entre sus brazos y fue la criatura la que se las arregló para buscar ese cálido pecho.
Ella se sorprendió y paralizó por unos segundos, sin saber claramente su proceder. Porque su instinto le decía una cosa, pero, las tradiciones algo diferente.
Ni Dove, o Aeval, cuestionaron o chistaron en medio de su propia sabiduría.

Ese bebé con sus últimas energías reclamaba alimento.
Genevive, no espero esa respuesta. Solo descubrió su pecho, y Dominic se aferró a ella con todas sus fuerzas.
Gracias a Charlotte, había recuperado el hambre y sus ganas de vivir.

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El reflejo del espejo de la habitación rosa se movió de un modo antinatural. Incluso las llamas del candelabro danzaron de un modo inusual. Luego el rechinar de la puerta secreta reveló la evidencia de esa sutil y aterradora corriente de aire. Chérie metió su mano bajo el almohadón y empuñó ese cuchillo firme, moviéndose decidida y silenciosa. Mejor estar preparada. Seguro el agresor esperaba encontrarla dormida.
Y en vez de salir huyendo despavorida por la puerta de su habitación exigiendo la protección de sus guardias. Se encaminó ligera y silenciosa a esperar al desgraciado español.

Tan pronto estuvo la puerta abierta los centímetros necesarios para quien quisiera escabullirse, la daga de la reina estuvo en ese cuello, mientras la jovencita, aprovechaba el mismo espejo usándolo de escudo sin detenerse a verificar quien fuera el intruso.

Mike cerró los ojos al sentir la punta de ese cuchillo. Más allá del mortífero filo del que ya tenía reputación. Sintió cierto ardor. Cómo si fuera posible que hubiera estado sobre las brasas de una chimenea. ¿Podía ser posible? Mantener aún el calor del fuego con que Adam limpio y luego desinfecto la herida en la palma de Chérie. Porque aquella hacha, la del rey vikingo, no era un arma cualquiera.

Cavendish trago saliva. El corazón se le desbocó. Intento respirar. Solo bastaba un pequeño movimiento de muñeca. Ella no era cualquier mujer. Lo sabía. Tal vez era también esa luz inusual. Que no muchos podían apreciar con sabiduría. La que lo atraía como una polilla directa a quemarse en las llamas del candelabro.

Respiro y resolvió moverse muy lento, pero seguro. Levantando su mano, hasta alcanzar su muñeca. Tenía que lograr inmobilizarla y evitar al mismo tiempo cualquier clase de ruido. No iba a haber modo de justificar esa intromisión. No después de los últimos acontecimientos. Mike era más grande y más diestro en esa clase de situaciones. No podía equivocarse.

Chérie apegada al espejo sintió de pronto esa pesada y cálida mano sujetando su muñeca de un modo severo. Ejerciendo cierta fuerza, de una clase muy particular. Más allá de la pretención básica del ponerse a salvó. Ese hombre, la forzó a experimentar esa "obligación". Intentando doblegar su voluntad. Imponiéndose sobre su deseo.
Entonces, su brazo tembló. Cómo si perdiera fuerza. Cómo si estuviera listo para la rendición.
Su voz pareció perderse. Paralizada. No sabía porque. Algo ponía pausa a su instinto. Ni si quiera logró pensar en intentar quitarse esa mano de encima si a penas lograba sostener el lujoso mango de ese cuchillo.

Y en cuestión de segundos la figura de su sicario se reveló ante ella escabullendose, cerrando la puerta y aplastándola sobre el espejo. Confundiendose al enfrentar esos adorados ojos verdes presos de esa mirada llena de rabia.

Mike espero unos segundos. Sujetándola firme, casi desmedido.
-...Ssshhh....- siseó, invocando la calma -....soy yo....- Exhalo. - ...tranquila.-

"Tranquila". Tenía la osadía y el descaro. El maldito desgraciado. Se aparecía sin aviso. Cómo Dueño y Señor, esperando que aceptara lo incomprensible.

Sin aviso, la palma abierta de Chérie quedó marcada sobre la mejilla de Mike.

Y el agudo sollozo se escapó aterrado de todo ese dolor, angustia, desesperación, irá. Ella estaba temblando intentando respirar. Mordió tan fuerte su labio forzandose a si misma a retener esa frustración.

Egoísta. Porque el no se merecía ser testigo.
Solo era un embaucador, que la había seducido para su satisfacción. Perdiéndose en una promesa que ingenua llegó a creer.
Y lo odiaba. Odiaba todo lo que le había provocado.
No era posible. Pese a todo, ahí. Reteniendola. El infeliz, no debía tener ni un pedacito de corazón.

-Hey...- Exhaló contrariado. Conmovido, confundido - Mi dulce cereza...- Balbuceo inseguro. Pero el impulso fue más fuerte. La abrazo rodeando todo su cuerpo con dulzura intentando contener.

-¿De qué demonios hablas Cavendish?- Chillo desesperada. Tratando de liberarse. Quitárselo de encima -¡Tu maldito bastardo!- Grito con voz quebrada. Paralizandolo. -¡Sal de mi habitación ahora!-

Podría haber esperado de cualquiera esas palabras. Pero jamás nunca de Chérie. No de esa pequeña brisa de primavera que había insistido y se las había arreglado para que se acercara a su madre. No de la única criatura que apaciguaba ese dolor.

Ahí estaba repitiéndose todo. Ella había renunciado a todo por el.
Luego Christopher la devolvió a su centro. Y ahora ya no importaba el dolor que le causaron esos azotes que nunca debió recibir. Porque seguro, con los días pasaría. Pero ese corazón jamás volvería a latir del mismo modo.

-Preciosa...- Intento sacar la voz. Lograr comunicar. No llegaba a dimensionar lo que había provocado.
Los silencios en el castillo, eran el virus más mortífero.

-Chérie... Por favor.- Suplicó con humildad. Espantado lo que pudiera significar. -Por Favor- Insistió mientras sus débiles manotazos golpearon su pecho en medio de ese ataque de nervios y la dulce cereza volvió a temblar. Mientras sentía que perdía todas sus fuerzas. Porque el muy desgraciado le recordó todo aquello que sentía por el. Eso mismo que la llevo a dejarse cubrir por la nieve en esa tarde de tormenta.

Ella negó empujando con toda su fuerza y aunque no logro moverlo mucho más que medio paso hacia atrás. No podía. No había forma. Ya no.

Lo más sensato era no seguir insistiendo. No estaba preparado para esa clase de reacción

-No me obligues a llamar a los guardias...- Le advirtió temblando mientras sentía mil agujas clavando su corazón. Negando sus ojos, apretando los párpados con descontrol.

-Ten misericordia y termina ya con esto...- La desafió forzando la voz con esa piedra en la garganta y sintiendo como la sangre abombaba su cerebro, sonriendo de manera demencial.
Si tan solo su miseria valiera el precio de la felicidad de la niña prohibida. El sacrificio no sería en vano.

Chérie intento respirar negando y tornando sus ojos al cielo. ¿Cómo pudo ser tan siega? ¿Negarse a si misma el atestiguar esa clase de cobardía?. La salida más cómoda. Atreverse a poner su vida en sus manos. Podía odiarlo con todas sus fuerzas. Pero no cargaría en su conciencia la muerte de Cavendish.
-Maldito cobarde - Gruño entre dientes. Llena de rabia.

Mike negó sonriendo con ironía. Si ella creía que el era un cobarde, probablemente lo era.
Entonces se iba a comportar como uno. Antes de que Chérie lo llegara a imaginar, la sujeto fuerte de la nuca con su mano. Carente de toda sutileza apego sus labios contra su boca. De ese mismo modo salvaje y dominante en que inmovilizo su muñeca.
La cálida sabrosa y enviciante boca de Cavendish no tardó en doblegarla... Chérie comenzó a sentir como desaparecía la fuerza en sus piernas. Sucumbía Sin lógica ni cordura. Tan consciente de las abrasadoras manos de ese hombre sobre su cuerpo, sollozo en medio de ese beso y se aferró a sus hombros temblando de descontrol.


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Scorpions | Still loving you
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Owner & Lord vuelve en 15 días.
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