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49|Sombras

Aunque estaba avanzada la noche, no era escusa valida. Los señores de la casa fueron avisados y cada uno en cuanto pudo bajo las escaleras de su torre presuroso al escuchar la noticia.

Pero para Dean no fue suficiente. Cuando llego a la entrada principal del castillo Mike ya había visto a Christopher ayudar a Chérie a bajar de su caballo.

-Su Alteza buenas noches- Mila saludo sin poder evitar la sonrisa iluminando su rostro. Luego dedico esa mirada relajada a Chérie...

-Mila...- La reina respondió nerviosa intentando contenerse. La abrazo cálida. Sincera -Gracias a la Diosa- suspiro la sanadora a su oído. La doncella acto seguido y sin reparos abrazo a Adam igual de emocionada y a James.

Dean y Mike saludaron efusivos a Christopher.

Luego algo extraño, que no previó.
Cavendish y Ackles solo se limitaron a esa reverencia cortés. Resultó algo más que forzada.
Esa desagradable sensación. Náuseas. Mientras sus mandíbulas se apretaban intentando respirar con normalidad. Pero su cuello comenzaba a protestar. Mike quería gritar y no podía.

Dean se limitó a lo mínimo y busco a Sam más atrás. Con curiosidad. Pues había algo más.

Chérie también hizo lo mismo, solo que se adelantó tomando a Mila del brazo, llevándola unos pasos más allá, avanzando, donde se encontraba el resto de los caballos.

-Mila, te presento a Lady Morgan, nueva doncella asistente a tu servicio.- Le sonrió. La recién llegada se inclinó con cortesía.

Mila la observó sorprendida y busco una respuesta más contundente en la mirada de Chérie.

Claro que su amiga lo sabía. Ya habría tiempo de hablar. Mucho tiempo para todo.

Entonces Sam se acercó a la muchacha.

-Lady Morgan.- Le hablo con su más deliciosa voz y de entre sus ropas, saco a esa criatura, que había viajado desde la costa, envuelta y segura en un gran paño amarrado al imponente torso del asistente del capitán.

Dean abrió mucho los ojos al ver a esa mujer recibiendo ¿Era a caso un bebé? ¿Sam lo había cargado? ¿Desde cuándo?

-... Y al precioso Amaro- Le explico Chérie a Mila señalando al retoño con una enternecedora voz.

-Lady Isabey- Sam la saludo, con esa expresión complicada. La sanadora le dedicó una sonrisa dulce y finalmente, lo abrazo, al igual que a los otros dos señores.

-Lady Morgan.- Le indico Mila. No eran horas para que un bebé estuviera a la interperie, incluso cobijado por el cálido Sam Padalecki.

Sin solicitar permiso para retirarse. Camino en dirección a las escaleras, cruzando el fastuoso salón principal.
Que débilmente se iluminaba con algunos candelabros.

-Christopher...- Le indico Chérie que se retiraba.

El rey asintió.

La joven francesa se encontró con la mirada curiosa del Señor Holland que la observaba asombrado. Había imaginado a la Reina parecida a la Princesa Scarlett, seguramente muy similar a Lady Ackles. Pero ahora descubría, ella, con ese cabello oscuro, menuda, como Lady Isabey y Lady Morgan, las tres parecían hermanas.

-Buenas noches Señor Hiddleston...- Sonrió.

Chérie le dedicó una mirada al nuevo guardia que encabezaba la vigilancia nocturna. -Señor Holland-
El muchacho abrió mucho los ojos. Luego asintió.

La reina ya había escuchado del muchacho. Pero de lo que no escucho, era de lo que la detuvo sus pasos en una extraña forma paralizante.
Chérie respiro profundo y agitada. Se quedo viendo a Mila, frente a la puerta de la doncella y no avanzo a su propia alcoba.
No podia. Esa habitación por muy rosa y dorada que pareciera. Era ahora un lugar que le provocaba náuseas y escalofríos.

-¿Mi querida amiga... Me perdonarás?- Pregunto temblando, mientras sus párpados se humedecian.

Mila levantó las tres llamas del candelabro y observó sus ojos. -Por supuesto.- Respondió reconociendo ese pavor repentino.

-Si tengo suerte, tal vez me cobije está noche en la habitación de mi Señor- Sonrió con la mirada ir desbordar en medio de un hilo de voz forzado.

-Eso es seguro- La ánimo.

-¿Puedes encargarte de Genevive?- Pregunto, mirando preocupada a su invitada.

Los labios de la sanadora se separaron lo suficiente como para revelar unos centímetros sus dientes y otra clase de mirada se posó sobre la recién llegada. Una sonrisa curiosa y animada. -¡Cuenta con eso,  yo me encargo!-

-Genevive- Terminó por despedirse.

-Mi Señora- Respondió con una entonación cordial.

Las dos mujeres observaron como llegaba a la entrada principal.

-Mila, por favor, puedes informar a Adam, si no lo encuentro. Debe estar agotado.- Dijo antes de salir.

La sanadora asintió. Algo estremeció su corazón, al verla alejarse. De inmediato entendió que había vuelto. Pero había algo más. A bosques de distancia se notaba. Ella no era la misma.

-Genevive, creo que por lo que resta de noche, podrás descansar con Amaro cómodamente por acá- Le señalo su propia habitación abriendo la puerta- Mañana organizaremos tu habitación y se dónde conseguir una bella cuna para tu bebé-

La joven cantinera levantó la mirada observando los detalles de la habitación de Mila. Y su cama. Nunca imaginó que podría descansar en semejante comodidad. -Gracias a la Diosa- Se le escapó un suspiro, cuando Mila se adelantaba a acomodar las mantas de la cama. Entonces esa expresión suspicaz. Había escuchado con claridad. Si. Genevive, en forma legítima había agradecido a la Diosa.

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Adam desató un atado de género sobre la mesa del comedor del rey.
Los caballeros del castillo se inclinaron a revisar esas evidencias recopiladas... diferentes trozos de tela ensangrentados, un par de mosquetes, dagas, navajas y oro español. -No sé cuál es la razón para esta clase de atentado. Pero me aterra suponer que la próxima vez mi Señora no vuelva con vida- les comento Adam.

-Eso no fue una advertencia- James inclinó buscando la mirada de Dean y dejo caer esas monedas, de un modo en que rebotaron sonoras y molestas en la mesa.

La mirada de Christopher se había perdido en la llama de su chimenea. Se mantenía de espaldas a la discusión con los brazos cruzados y el cuello hecho de piedra.

-Dean. Tienes que resolver esto. - Estuvo a punto de exigir el dueño de casa.

-Mi Señor Christopher- Los interrumpió Chérie haciéndose presente.

Todos se giraron a verla y Sworth se acercó de inmediato.

-¿Preciosa?- Le hablo buscando su mirada y descubrió sus ojos por desbordar.

Ella respiro muy profundo manteniendo el silencio. No con ellos. No en frente de ellos. No iba a hablar.
Entonces tomo su mano y rozo sus dedos sobre el vendaje de su herida.

-Señores buenas noches- Trono la voz del rey. Sin dar pie a cuestionamientos.

Chérie apoyo su frente en el pecho de Christopher y cerró sus párpados al notar el movimiento de los hombres.

-¿Que sucede?- Pregunto dulce.

Ella levantó la mirada mientras mordía su labio.

-Solo...- Forzó su garganta - ¿Me puedes abrazar?- Pregunto con lágrimas asomándose por sus párpados y la voz ya congestionada.

¿Cómo iba a explicar que le aterró entrar a su propia habitación?

Christopher ya la había rodeado con su cuerpo, beso su frente. Sin imaginar que podía ser, solo la guío a la habitación. Ella siempre podría quedarse si lo necesitaba.

-Sientate aquí- Le indico el borde de la cama y alcanzó un cofre de metal bajo su mesa de noche. Saco de la pomposa caja su alianza de matrimonio.
El destello de ese gran zafiro se reflejó en los ojos de la pequeña flor.
Sin preguntar. En medio de ese profundo silencio, Christopher volvió a acomodarlo en su dedo.

La mano de Chérie tembló.

-No te lo vuelvas a quitar- Solicitó con suavidad.

Ella estaba al borde de sollozar. El no objeto su emoción. Más importante era ese detalle. El lenguaje, su voz.
Tomo su mano lastimada. Sorprendido de que Mila no lo hubiera notado. Desató la amarra con cuidado, retirando la venda de su palma hasta descubrir su herida. A los segundos se levantó de las orillas de la cama, abrió una gaveta y un fuerte ruido quebró el silencio. Sin detenerse a pensar rasgo una camisa e improviso una nueva venda. -¿Sobrevivirás está noche?- le pregunto con un amago de sonrisa.

Ella exhaló todo el aire que retenía intentando contenerse, asintió con esos ojos tristes.

Frágil nuevamente. Dócil y sensible. Ahí estaba frente a él. Christopher la abrazo acomodándola en la cama. Chérie escondió su rostro en el torso del señor de la casa. Volvió a sollozar.
El no tenía idea que demonios había ocurrido. Solo resolvió acunarla en silencio, hasta que ella se durmió.

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Los trajines es matutinos comenzaron antes del alba. Christopher no había dormido ni un carajo. Dean tampoco. Y mejor ni mencionar a Mike.

Dean estaba entre la espada y la pared. La sospechas apuntaban nuevamente a Leonidas, su primo político. El lazo entre la casa Duncan y Barcelona lo ponía en jaque. Había pospuesto la acusación y la sentencia. Después de todo, aún no lograba una prueba contundente e incuestionable.

Mike simplemente golpeó esa muralla lleno de irá hasta que los nudillos de sus manos sangraron. De pronto y en forma brutal había recordado que ella existía. Que solo el saberla tan cerca le dolía. Volvió a la conciencia de todas esas noches desesperantes sin dormir. Preguntándose si aún estaba viva. Si necesitaría ayuda. Frustrado por no poder hacer más.

Y ahora ella aparecía. Indiferente. Insensible.

Oscuros sentimientos encontrados lo torturaban silenciosos. La odiaba. Hasta consumirlo en un llanto que lo empujaba al borde de la locura.

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Mila se hizo presente en el comedor del Capitán, el y Lady Ackles desayunaban. Mike se había sentado, tras la insistencia de Kathleen, para que los acompañará con esa tasa de té y un trozo de pie.

Pero fue Scarlett la que de verdad interrumpió abrupta, antes que la sanadora se dispusiera a saludar.

-¿Es verdad que mis hermanos han vuelto al castillo?- Pregunto acelerada. Con la única intención de verlos de inmediato.

Mila sonrió. -A es- Después de todo su actitud era bastante más agradable que la de los señores.

-¿Hermanos?- Saco la voz Kathleen y luego clavó su mirada sobre Dean.

-Llegaron pasada la media noche. No había motivo para despertarla, ni incomodar al infante Dominic- Mike le explicó tajante. Esa mañana no estaba de humor para berrinches de princesas.

-¿Chérie está aquí?- Kathleen pregunto a Dean irritada. Hubiera esperado esas mismas palabras, o la noticia, cuando había vuelto a la cama.

-Si. Chérie volvió anoche al castillo-
El capitán respondió sin ánimos.

-Su Alteza, Lord Hiddleston me informó a primera hora de la mañana que nuestro Señor no desea ser molestado.- Mila le aviso, en cuanto vio a la Princesa moverse en dirección a los pasillos. Scarlett giro a verla intuyendo. Buscando esa afirmación.

-Tal vez durante la tarde nuestra Señora, se encuentre disponible.- Agregó.

¿Acaso era posible? ¿Chérie "descansaba" en la habitación de Christopher?

-Lady Mila, si fuera posible me encantaría cenar junto a nuestros señores...- Terminó por solicitar Scarlett.

-Le infórmare en cuanto sea posible. - Mila volvió a sonreír. Scarlett no necesito mayor explicación. Sin más interés se alejó de la habitación.

-Señor Cavendish, necesito una cuna y una carriola por favor - Le indico la sanadora antes de retirarse.

La mirada de Kathleen se había vuelto tensa. ¿Una cuna?

Entonces Dean noto que Sam, aún no se había presentado.

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-Todo está perfecto - Respondió enternecedora por esa mirada preocupada -Descansamos muy bien en la habitación- Genevive estaba meciendo suave a Amaro, para hacerlo dormir. -Este lugar es maravilloso- Suspiró con la mirada llena de brillitos.

Sam la observó maravillado. No había en ese minuto, nada más perfecto.
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Mila volvió a quedarse un poco boquiabierta. No fue su intención interrumpir.

Todo estaba perfecto.

Chérie había despertado entre los brazos de Christopher. Y él no tuvo intenciones de abandonar la habitación hasta las horas del almuerzo.

Había sido un sueño profundo y reparador. Escondida en la bóveda azul, nada la iba a importunar.

-¿Mi Señora que vestido lucirá hoy?- pregunto Mila

-Alguno de los favoritos de mi señor.- Respondió, cuando el rey se había retirado al vestidor. Tom Hiddleston ya tenía todo dispuesto.

Y Mila la observó suspicaz. No eran sus palabras. Fue esa entonación.
¿Complacer a Christopher? Era una intención real, o más bien efímera.

Entonces cruzaron miradas y la sanadora descubrió ese escondido dolor. Evitó preguntar de inmediato. Los señores de encontraban aún en las habitaciones.

Mila le acercó un vestido azul, el que usaba con mayor regularidad y acomodó esa modesta diadema de perlas cuando se terminó de peinar.

Tom se sonrió emocionado, después de que su señor movió la silla de la reina para que se sentará a almorzar.

-¿Todo bien?- Le pregunto la do cariñoso su mano.

-Todo perfecto- Sonrió sutil.

Y si. Iba demasiado perfecto.
Y en la otra torre Kathleen se quedo viendo a su marido no sabía por cuánto. Esa indiferencia y silencio. No lo podía creer. Simplemente comía. Ajeno a su malestar. ¿Por qué no había hecho el esfuerzo de preguntar?

Hasta que la vio. El hizo ese gesto en silencio. Preparándose. Esa mirada por lo menos inquietante.

-¿La señora de la casa está indispuesta?-

-¿La Señora...?- Se pregunto y entonces abrió mucho los ojos. -¿Chérie?- Dean intento pasar por alto esa entonación molesta. Aunque la mirada de Kathleen se lo impidió.
-No se mas que tu, no vi a Christopher por la mañana-

-¿Entonces está bien?- i6nsistió inquisidora.

-Eso creo.- Respondió el Capitán.

-Sam no se ha presentado hoy- Comentó mientras pensaba en algo más.

Y ahí esa expresión, esa forma de mirar. Dean podría haber asegurado que Kathleen algo estaba planeando. Algo que debía atender.

-¿Cuál es el problema?- Pregunto algo cuidadoso.

El problema era que la dama de compañía de toda la vida de Kathleen había fallecido justo antes de dar a luz. Su parto se tornó complicado por esa horrible rabia que le había provocado la huida de su caprichosa hermana. Mila no estaba más pues, ahora, había llegado "la Señora de la casa" y seguramente Anna estaba ocupada atendiendo a Scarlett.

Pero más que todo, aunque no lo había analizado. Ese auto impuesto encierro maternal, la estaba poniendo muy irritable.

-Es tiempo de poner fin a la espera...- Suspiró, mientras la sola idea le sacudió el corazón. No iba a postponerlo un minuto más. Había algo urgente de lo que se debía encargar.

Después del almuerzo Kathleen invadió la oficina del capitán, buscando papelería, pluma, tinta, lacre y los sellos de la casa Ackles y Solaire. Laboriosa se sentó a escribir las notas con cuidada caligrafía, como merecía la ocasión.
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Adam sonrió a Genevive en cuanto ella le dedicó esa reverencia en las afueras de las habitaciones del rey.
-¿Mi señor Levine, su Alteza se encontrará disponible?- Le preguntó llena de alegría luego de acomodar la carriola apegada a la muralla para permitir el acceso libre por el pasillo.

Minutos más tarde un agudo chillido. De la reina al observar el fino cochesito de bebé y al pequeño muy cómodo -¡Esto es maravilloso!- comento llena de energía. -Lord Cavendish siempre tiene estos detalles increíbles- Continuo feliz bajando las escaleras junto a su nueva amiga, mientras Adam bajaba la carriola para dar su primer paseo por los jardines del castillo.

Adam negó casi imperceptible. El comentario había sonado más agudo de lo que acostumbraba. Parecía que la joven reina había vuelto a su adolescencia.

Genevieve se había acercado tan solo a agradecer, la carriola y la cuna. No esperaba esa clase de reacción. Apenada se giró a ver a Adam, lo complicado que se encontraba.
Pero al salir y respirar de la agradable brisa del atardecer, se sintió más tranquila y luego se asombro al ver esos cuidados y aromáticos rosales.

-Esto es un pequeño cielo- Sonrió la recién llegada acercándose a observar un pequeño botón de rosa Pink Dust.

Cherie elevó la mirada, los rosales trepaban por la muralla a los pies de su ventana.

-También debió ser un espectáculo los cerezos en flor.- Suspiró Chérie. En esos días, iba de camino a las tierras de Einarr. -Pronto habrán tartas, jalea y mermelada... Los días cada vez están más cálidos y luminosos- co8ntinuo sonriendo en dirección del sol. Ahí estaba lo podía sentir. Y se sentía más animada, los hielos parecían ahora lejanos. -Pronto podremos organizar una fiesta de te en el jardín- Afirmó alegre.

La viuda se sacudió las ideas. Ahí estaba la jovencita que entró en la taberna buscando una taza de té y un panecillo para aplacar el frío. Ahora hablaba de fiestas y días cálidos.
No le sorprendió entonces notar que desde otra ventana la imponente figura del señor de Eastland observará, mientras parecía inmerso en una conversación con los otros caballeros.

Pero un agobio, propio de una joven mujer de casi 22. Ella a diferencia de la reina solo poseía dos vestidos. ¿Una fiesta? Impensado. Ya tenía mucho, demasiado. Pero no para esa clase de nivel social. Muy por arriba de su alcance.

-Lady Morgan, ejerce una positiva influencia en Chérie.- Explicó Sworth a Dean. Quien mantenía su ceño fruncido y también miraba desde ese balcón.

El haberla encontrado de vuelta en el puerto había resultado una alegría para la reina y más aún, cuando descubrió esa adorable cercanía con el Señor Padalecki. Finalmente fue su idea, ofrecerle un puesto entre su gente de servicio personal dentro del castillo.

-Mila decidirá, cuales doncellas, se quedarán al servicio de Kathleen.- terminó la idea.

Sworth resopló y se giró a ver al capitán. -Necesito que encuentres al culpable de la emboscada - cambió la conversación abrupto.

Mike trago saliva. No era para nada difícil imaginar quien era el responsable. Pero no habían tomado ni un solo rehén. No había a quien enjuiciar o cómo averiguar.

-El motivo del viaje solo ustedes lo conocían.- Christopher clavo la mirada en Dean.

La afirmación había sonado más dura de lo que pudiera imaginar. Tan solo insinuar semejante vileza de su parte.
Dean sintió esa clavada en las sienes y sus tripas terminaron por retorcerse.

-Si tan solo hubieras planificado con detenimiento...- Contesto con las mandíbulas hechas piedra.

-Si Einarr Odd no hubieran estado ahí para protejer a Seren...- Sworth interrumpió objetado. Era casi seguro, tal vez ya no existiría para estar gobernando.

-¿Seren?- Preguntó Mike sin entender nada.

Christopher no explayo su argumento. Solo se encaminó apresurado a las escaleras. Tan solo hacia unos minutos había visto a la muchacha del vestido azul, alegre, junto a la doncella y su guardaespaldas. Pero al volver a ver pensando en explicar a Mike quien era Seren, descubrió esa sombra acercándose a unos cincuenta o más metros de distancia.

Mike vio por la ventana, se puso pálido y corrió tras su señor.

Pero aunque sé movieron como demonios.

La verdadera maldad, se hacía presente, en el jardín de los rosales sin ningún reparo.

-¿Y esta criada...?- La rubia levantó la voz altanera tal y cual acostumbraba.
Era un coche demasiado fino para una mujer vestida como lavandera.

Genevieve busco la mirada de Chérie. El comentario había llegado a sus espaldas. Noto, como su expresión se volvía fiera y luego dulce antes de voltear.

-Lady Morgan, permíteme presentarte a la amante del rey.- Comentó apacible, con una cálida entonación.

Eliza se quedo paralizada unos segundos.

-Lady Medianu, le agradecería cortesía y educación para dirigirse a mi séquito.- Solicitó la reina de un modo tan amable y dulce que la llego a asustar.
Por sobre todo, cuando, vio aparecer la figura imponente del rey. Que Chérie no alcanzo a vislumbrar.

-Si Alteza...- Exhaló torpe, nerviosa y sin voz.

-Con su permiso- Solicitó con esfuerzo. Solo por el hombre que la observaba con esa expresión de piedra.

No se había enterado de su regreso. Se suponía que ella jamás volvería. Leónidas se lo había jurado. Y ahora le hervia la sangre. Habían magulladuras en sus rostros, la reina tenía un vendaje en su mano. Estaba claro que había sobrevivido.
¿Como demonios?. Eliza dio un paso derecha, su orgullo impedía que se fuera apocar, pero sintió un tobillo doblar. Casi pierde el equilibrio.

Y ninguno de los hombres se acercó, amable a ayudar.

La nodriza que la acompañaba no se atrevió a levantar la mirada y solo se limitó a esperar a que avanzará.
Y Eliza doblando hacia la entrada casi atropella a Kathleen con el coche del pequeño Christopher III

-¡Por María Magdalena!- Kathleen exclamó indignada pero no le dio tanta vuelta. Ni si quiera se detuvo a mirar a Eliza y disfrutar de ese bochorno.

-¡Chérie!- Exclamó aguda, chillona y por sobretodo apresurada.

-Kath- Exhaló sin voz. Con esa expresión emocionada. Y su mirada se clavó en el vientre plano de su hermana. -....¿Quehhh?- Fue a preguntar mientras la abrazaba.
-¡Kath!- Gritó alterada.

Y Kathleen lo entendió. Pero no podía creer -¿No te dijeron?- pregunto. Girando con esa expresión juiciosa a ver al par de brutos.

-¿Quehhh...?- Chérie ni siquiera se atrevía a pronunciar la idea, de un mal logró. Los ojos se le llenaron de lágrimas. ¿Era eso lo que no la había dejado avanzar a su habitación? Y el miedo comenzó a apretar su garganta a penas podía respirar.

-Dominic nació en el día de los santos inocentes- Le informo radiante.

-...Por todos los ángeles en el cielo- Suspiró. Y una lágrima todo por su mejilla mientras la veía con ojos muy abiertos. La abrazo muy cálido.

Dean la observó de mucho más atrás.

-Capitán...- Lo invoco, aturdida de emoción. Y luego estaban sobre su frente esos ojos verdes rodeados de todas esas pecas.

Chérie respiro profundo con la nariz congestionada. Cerró los ojos por un segundo los volvió a abrir y se lanzó a los brazos del hombre más duro de toda Escocia. Dean con todos los músculos agarrotados la abrazo. Peleando contra esa bola de aire atascada en su garganta.

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Owner & Lord continuara pronto.

Gracias por sus votos y comentarios

















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