46|Perdida.
Ya habían pasado más de 12 años desde la última vez que estuvo en Bellerose. Christopher no recordaba claramente el camino. Y en esa época, el adolescente de casi 14 años escoltado por su propio padre no necesitaba poner atención. Solo se guío por las reseñas que Dean le había dado alguna vez inmerso en esas historias que escucho, antes de Chérie y su séquito llegaran al castillo.
Cuando recibió esa encomienda urgente, casi a media noche no lo dudo ni por un segundo. Un camarada de Adam, junto al guardaespaldas de la reina se presentó frente a su puerta.
Su Alteza Christopher II Sworth:
Querido Amigo. Según lo acordado, le envío la noticia inmediata.
Chérie esta tarde a llegado al castillo de Bellerose.
La reina permanecerá bajo mi celosa custodia personal y de la guardia de Versalles.
Dejo comprometida mi palabra y a mi pueblo, cómo señal de la necesidad de restituir nuestro honor frente a la bella Eastland.
Espero su pronta respuesta.
Saludos cordiales.
Phillipe de Versalles.
Christopher pregunto de inmediato cuantos días se había tardado en hacer el camino. Y sin esperar apoyo ni seguridad de sus habituales compañeros salió de Cydonia al menos hora y media antes del amanecer.
-Hoy más que nunca te necesito en el castillo mi querido amigo... No hay alma, salvó, la de mi hermana, que lo pueda comprender y que cuide mis intereses como tu.- Le solicito a Cavendish, despertandolo cuando ya solo faltaba bajar las escaleras para ir por su caballo.
-No es un viaje seguro sin escolta- Objeto somnoliento, intentando procesar y pensar con algo de cordura.
-Para cuándo nuestros enemigos se enteren ya estaré en la próxima barcaza cruzando el estrecho.- Respondió con toda seguridad.
-Mi señor, tal vez solo esperar hasta el amanecer... Estoy seguro que podemos arreglar una mejor condición de viaje. - Insistió Mike ya algo más despierto.
-Es mi mujer Mike... Este es mi problema- Christopher respondió decidido.
Incluso podría haber argumentado que estaba ya consiente de que algo, había hecho mal. Su orgullo, su gallardía estaba en juego. Nunca imaginó que esa jovencita fuera capaz de dejarlo en jaque sin una pizca de respeto.
Pero de todos modos no fue necesario, esa mirada fue categórica, Mike lo vio alejarse por el pasillo secreto en dirección a la escalera y sabía que aunque diera alguna orden, la guardia completa del castillo no lo iba a detener, aunque lo intentarán.
Esa misma mañana, cuando la ausencia del Rey fue notoria frente al concejo que ya llevaba casi una hora reunido Dean termino por levantar un ceja y observo detenido a Mike en cuanto se hizo presente.
-Mi Señor Cavendish, alguna novedad de su Alteza.- Pregunto sin mucha paciencia, el Capitán no había pasado muy buena noche debido al delicado, casi efímero sueño del pequeño Dominic, quien demandaba constantemente los cuidados de su madre, porque al parecer, aun no se acostumbraba a su nueva habitación, adjunta a la de su padre.
Cosa que tampoco le agradaba del todo a Kathleen, si bien, contaba con todas las comodidades de la época, necesarias para su atención, no podía compararlas con las adorables habitaciones de su hermana ausente. Había empezado ya acostumbrarse al lugar e imaginaba que Dominic también lo había hecho. Pero por orden expresa del hombre de familia, se mudaron de vuelta al lugar que solían ocupar en el castillo y más radical aún fue que las doncellas desde la media noche y hasta el amanecer no podían hacerse presente, para auxiliar a la joven madre. Dean estaba empeñado en recuperar la privacidad de sus noches, pero el hijo del sol no parecía querer dar tregua, ni entender que cuando las estrellas comenzaban a aparecer, el tenía que descansar.
El capitán también se ajustaba a la nueva rutina, mientras Kathleen estaba lejos de calcular ese posible peligro invitado por el mismo rey. Ella inmersa en la aventura de la maternidad, solo tenía espacio en su pensar en la adoración misma sobre su hijo y jamás podría sospechar que alguien o algo podría intentar dañar a tan maravillosa criatura.
Como siempre Dean necesitaba mantener sus más apreciados tesoros protegidos.
-Su majestad a cancelado todos los compromisos hasta la luna de Marzo, probablemente. Ha decidido tomar un descanso de sus obligaciones por recomendación de los eruditos.- Informo inexpresivo. Casi. Casi. pero Steve y Dean lo observaron más de lo debido. Ahí Pietro y Leonidas si lo notaron. Ya sabían que algo más ocurría.
-¿Un descanso?- Repitió Leonidas desconfiado.
Sam dedico una mirada a Dean, buscando una explicación. Nada inusual había ocurrido durante la mañana en el castillo, salvo que. Nadie al parecer había visto al rey fuera de su habitación.
-En caso de novedades o si se siente de nuevo con ánimos para cumplir sus funciones se les comunicara a los miembros del consejo oportunamente - continuo Mike inmutable.
Status Quo. Todos seguirían su rutinas habituales, salvo que los asuntos de estado se postergarían y Mike, junto al Señor Hiddleston y el personal de servicio mantendrían en estricta confidencia el habitual paradero del Rey, hasta donde se pudiera.
Situación que no duro mucho, pues a medio día en la entrada posterior del palacio y justo cuando las autoridades comenzaban a dispersarse, un carruaje se detuvo seguido por esa carreta, convirtiéndose casi de inmediato en un nuevo motivo de discusión.
Tras un postergado permiso por el que Lady Medianu abogo durante casi un mes seguido, poder pasear a media mañana por los jardines del castillo, junto a sus pequeños y sus respectivas nodrizas y disfrutar ese cada vez mas cálido sol de primavera. El señor Cavendish autorizo la actividad, sin poder calcular que las conocidas Damas se harían presentes, en búsqueda de la buena voluntad del monarca.
Charlotte había bajado del transporte con un alentador humor que le brindaba ese toque casi luminoso. Mabelle de inmediato fue recibida por uno de los guardias.
-Mi señora... buenos días...- Le hablo con educación el hombre.
-¿Podría informar a Lord Cavendish que Lady Dove lo espera?- Solicito cumplida. En cuanto el hombre se alejo, Mabelle giro sobre si, observando ese maravilloso jardín floreciente y a contra luz diviso esa figura conocida, que logro distraerla. Lady Isabey cosechaba en una canasta algunas flores seleccionadas de los rosales para alegrar las habitaciones de sus señores.
Lo que no se imagino fue que esas carriolas se detendrían a esos pocos metros, las dos muchachas en silencio, La nueva "Dama" de la corte y esa mujer, desconcertante, que no había cruzado palabra con la favorita de la reina, pese a ser una mujer de Dios.
Lady Medianu enderezó su postura y con profundo desagrado observo a las mujeres recién llegadas. Mas atrás horrorizada, la Madre Calvario, esperaba por todo los medios no cruzar palabra alguna... ni ser vinculada, con esas perdidas. Prefería no recordar lo mucho que se conocían.
-Guardia seria tan amable de acercar a alguno de los señores de la casa... Para que se encargue de eliminar de los jardines de los príncipes a esta plaga indeseable...- Ordenó con voz clara, con esa entonación de dueña de casa observando a las dos recién llegadas. Fue tan clara la voz de Eliza, que de inmediato, Mila elevo los ojos al cielo.
Charlotte cerro los ojos por unos segundos, mas que rabia, fue dolor en su costado izquierdo. Solo respiro. No era posible. En algún recodo de su corazón, esperaba un comportamiento acorde a su nueva posición social. Pero claro que si, había sido exacto. El problema es que un buen vestido lo puedes pagar, pero la elegancia... eso no se compra.
-Lady Medianu, ya fue un guardia a informar a los señores la llegada de las Visitas.- Contesto intentando la máxima diplomacia. Holland, había sido sabio en mantener distancias, desde que llego al castillo escuchando el bien intencionado consejo del Señor Levine y Mike Cavendish.
-¿Algún Problema Eliza?- Mila interrumpió altiva observándola juiciosa.
-Estas carretas están entorpeciendo el tránsito de las carriolas de los príncipes- Respondió tomada de sorpresa.
-¿De cuales príncipes?- Pregunto sarcástica de inmediato. -El infante Dominic, por lo que yo se, se encuentra en sus habitaciones, al amoroso cuidado de nuestra Señora Lady Ackles-
-Christopher III... y Regina- Eliza respondió con las mandíbulas tensas.
-¿Entonces si usted se refiere a los niños Medianu invitados por nuestro Señor Christopher?. A caso no son las nodrizas las que tienen que encargarse de estos menesteres- Continuo Mila enfatizando que los niños no llevaban el apellido del rey y que solo eran unos invitados. Sintiendo a su costado las miradas complicadas De Aeval y Dove.
-Osadas palabras de la doncella abandonada por la Meretris que deshonró al Rey.- Objeto desde mas atrás la señora de habito gris y permanente expresión amarga.
-¿MERETRIS?- Cavendish alzó la voz más de lo debido rodeando el carruaje, tomándolas por sorpresa. Había alcanzado a escuchar más que suficiente.
-Como mujer de Dios esperaría mas respeto y educación para mi hermana y la Señora de Cydonia y Reina de Eastland "Madre" Calvario.- Llamo su atención Dean con esa expresión de piedra.
Mabelle tuvo que respirar profundo. Ahí estaba el hombre de brazos cruzados y ese ceño fruncido, que al 98% de los ciudadanos de la bella Eastland les causaba pavor.
-Lady Medianu, lo mas recomendable es que vuelva sus habitaciones... Probablemente el sol la esta afectando.- Mike le ordenó con mandíbulas tensas pero mucho mas contenido.
-Señor Holland, podría informar a nuestro Señor Edward que la monja esta tarde volverá al convento, por si fuera necesario arreglar algún asunto pendiente o enviar alguna encomienda. - Le solicito Mike, (sin informar directamente a la monja que ya no era bienvenida en el castillo aún siendo parte del séquito de los niños Medianu.) Pero no iba a hacer más esfuerzo. La mujer ya había escuchado.
-Como usted ordene mi señor- Asintió el nuevo aprendiz favorito de los caballeros del castillo.
-Señoras por favor- Cavendish les hablo con una entonación más dura a Eliza y la monja levantando una ceja a la espera que se retiraran.
No les quedo más que alejarse con prontitud.
-Lady Isabey...- La madre de Cavendish le hablo casi sin voz con una profunda sonrisa agradecida.
-Lady Charlotte, Lady Mabelle, por favor disculpen estas molestias. - Solicitó Mike sin distinción con un tono avergonzado. - Si son tan amables de acompañarme a las bodegas...- Continuó ahora, parecía mucho menos tenso, que la primera vez cuando llegó al orfanato acompañando a la reina y luego cuando volvieron a palacio a buscar la primera carga de alimentos recaudados en las Navidades.
.......................................
Dos días después, antes de que Cavendish lograra despertar del todo, esa mañana sus camaradas invadieron su habitación.
-¿Dónde esta?.- Dean formulo la pregunta, podría haberse conformado con la ausencia de Christopher, como los días posteriores al fallecimiento de rey padre. Pero a diferencia de esos días, ya lo había comprobado, ni siquiera habían subido una botella de vino, cuando se negaba aprobar bocado.
El rey no estaba. Todos, en sus mas profundas sospechas ya lo tenían mas que claro. Pero no iban a tolerar mas tiempo sin una explicación.
-Camino a Bellerose...- Suspiro ahora mas relajado. Después de todo habían aguantado más de lo esperado en discreción.
El rostro de Dean perdió todo el color. - Si es que ya no esta muerto- Sentencio amargo. Lo primero que le vino a la mente fue una emboscada.
-Sabes que no lo esta- Resto de inmediato peso a sus palabras -... Pero si lo estuviera...- Continuo con esa entonación ronca, del resiente despertar.
Dean de golpe tomo el cuello de la camisa de Cavendish y la apretó estrujándola muy fuerte, las costuras de la tela comenzaron a marcarse en su cuello, Mientras pretendía detener esa estúpida idea que no quería volver a escuchar. Negó con las mandíbulas apretadas clavando esa mirada asesina sobre los ojos de su amigo de toda la vida.
-Dean...- Steve llamo su atención luego de tragar saliva.
-¿No dejarías el reino en manos del hijo de puta verdad? - Mike lo miro con odio. De tan solo suponer. Eso jamás lo superaría. No lo iba a perdonar.
-Eso no va a suceder- Comento sin voz. Amargo. La mirada de Dean titilo. No sabia cual era el mal menor. Permitir a Cambridge, el hermano reconocido de Anna y Mike, subir al trono, era tan terrible como traicionar a Kathleen, Christopher o Chérie.
Pero intentar evitarlo, mancharía de rojo las praderas de todo Eastland. Era el peor de los augurios pensar que Dean tendría que llegar a sacrificar a su amigo y hermano por salvar el reino.
Steve empujo sus manos entre ambos. -Christopher volverá- Afirmo categórico con esa fe irrevocable separando sus manos sobre ambos para hacerlos tomar distancia.
Mike le dedico esa mirada descompuesta Steve. No es necesario comentar que sus ojos se volvían de cristal y amargo, aunque el no lo había afrontado dio un paso hacia atrás.
-Sam...- exhalo Dean con esa voz rasposa, el entrecejo fruncido y la tensión en el cuello, intentando comportarse racional.
Padalecki solo asintió, ni siquiera necesito escuchar la orden, ya imaginaba lo que el capitán había decidido.
Cuando el sol estaba en lo mas alto del cielo Eliza Medianu, desde esa alta ventana en el castillo reconoció las figuras de Sam, James y Adam saliendo a todo galope fuera del castillo. No tardó en entender, que algo importante estaba sucediendo...
..................................................
BELLEROSE
Cora de Isabey, dedico una ligera mirada a los dos guardias que custodiaban esa puerta con sus lanzas cruzadas negando el paso. Uno de ellos, asintió sin ningún agrado después de cruzar su mirada con la de la menuda mujer, tal vez 1.55 metro, dueña de una maravillosa cabellera rizada castaña con ese ligero matiz blanquecino. - Mi señora- balbuceo sin voz y retiro su lanza.
La puerta se abrió dando el mínimo espacio para ingresar, con un sigilo extremo, para no llamar la atención de nada, ni nadie... que pudiera poner en riesgo el encomendado de los señores que la custodiaban.
Cora avanzo unos pasos, respiro profundo, sintiendo como se le contraía la garganta. Su mirada titiló al ver a su pequeño retoño acomodada al costado del ventanal, sobre el frio piso marmolado en posición de loto con la mirada perdida en el infinito.
Chérie llevaba el cabello suelto y desprolijo y la misma enagua blanca que fue todo lo que le permitieron vestir, atada a un grillete, sujeto a una gruesa cadena de hierro empotrada a una de las patas a los pies de la cama.
La joven desertora suspiro sin mirar hacia atrás, sabia perfectamente quien era, pero no se animo a voltear.
La bandeja del almuerzo permanecía intacta. Así como encontró anteriormente la bandeja del desayuno y de la cena y el almuerzo anterior... como había ocurrido desde que el día que llego.
-Chérie por amor a los silfos...- Cora exhaló cuando pudo pronunciar palabras.
-Perdóname Ma'...- Sonrió con la mirada humedeciéndose - No debí volver- Exhaló sin voz -Pero Einarr insistió en que era lo correcto.- Chérie respiro profundo. Durante ese forzado confinamiento insistió en tratar de entender, por qué los Dioses a través de los signos la habían enviado a ese desafortunado resultado ¿Cómo era posible que en esas condiciones estuviera bien volver? ¿Por qué el Dios y la Diosa solicitaban esa clase de sufrimiento? -Espero que al menos a mi Maestro lo hayan tratado con respeto- Continuo con la garganta apretada obligándose a sonreír.
-El esta bien Chérie- Intento sonar serena -Hija debes comer...- Intento seguir en calma, aunque no pasó inadvertida esa expresión ¿Einarr? ¿Lo había nombrado su "Maestro"?. ¿Qué clase de aventura acaba a de vivir?
Ella negó en silencio agitando la cabeza.
-Niña, vas a enfermar.- Insistió, sin ceder en su afán de hacerla entrar en razón.
-¿Que mas da?- Suspiro sin intención alguna de intentar. No sentía que valiera la pena. Había escapado de una jaula, para entrar en otra por su propia voluntad.
Cuando llego al que suponía su hogar, ocurrió justo lo que no esperaba. En cuanto se presento frente a su madre, esa dolorosa bofetada no se hizo esperar, Cecile rompió la comisura de su labio. No le dio tiempo de explicar -Hubiera preferido que estuvieras muerta.- Escucho las duras palabras sin sentido de su progenitora. Tal vez la ira la sobrepaso. Tal vez solo estaba siendo honesta.
Einarr espantado observo a la mujer, con los brazos atados tras su espalda. Incrédulo e impotente, de que las palabras de Seren... esa historia, de cómo ella veía a su familia, al parecer era real.
Chérie digna aguanto la tristeza y el punzante ardor en la mejilla hasta después de que la metieron a su habitación por la fuerza, la despojaron de sus ropas, le quitaron los adornos de su cabello y deshicieron su peinado de salvaje.
No importaba quienes estuvieran ahí. La mirada alta. No les iba a complacer quebrándose frente a ellos...
-Las familias que yo conozco... no se entienden así.- Había suspirado frente a Einarr después de observar maravillada como se comportaba su gente al volver a su hogar. Había visto como brillaba la mujer del guerrero vikingo. Sus hijos, emocionados. La gente feliz alrededor... Ellos no habían abandonado sus hogares por una batalla. Solo era un viaje comercial. Y ese cariño se propago durante semanas, no solo por la alegría del regreso que terminaba con el recurrente temor a la perdida.
-Einarr tiene una familia numerosa que proteger Ma'... Su error, como el de todos mis amigos es insistir en salvar mi vida. - Le hablo con una entonación desgarrada al sentir abrir esa puerta. Ya no era una niña. Podía imaginar la lógica con que su familia iba a actuar.
Cora apretó fuerte sus párpados. Chérie estaba muy clara en esa realidad. El vikingo y sus compañeros, estaban encerrados aislados en las mazmorras del castillo. Solo se habían abstenido de quitarles la vida en espera de que la decisión viniera expresa del mismo rey de Eastland.
La adorada nodriza de la niña prohibida nunca imaginó que justo en ese instante, al intentar salir de la habitación, el destino se hiciera presente con semejante giro.
-¿Lady Cora?- Phillipe del otro lado llamo con brusquedad su atención. Ella no tenía autorización de entrar en la habitación...
Pero no fue necesario que el diera alguna explicación. Cora ni siquiera se giró para atender al futuro rey de su nación. Porque esa mirada azul, atravesó su corazón. La Doncella de Bellerose, tuvo que volver a respirar. Y luego, en un dulce gesto se inclinó frente al rey de Eastland. -Mi Señor Christopher... Es tiempo de que salve a la reina.- Le solicitó, con un dejo de ansiedad en su voz en cuanto volvió a levantar la mirada.
Christopher no la recordaba, pero Cora jamás iba a olvidar la mirada de Evangeline Pendragon. El había heredado la mirada de cielo de su madre, no importaban los años, algo de ella permanecía en su primogénito.
Cora empujó leve la puerta que aún no se cerraba. Christopher dio el paso para entrar y en el último segundo la mujer detuvo su paso sujetando firme el borde de la madera.
-Sea gentil mi señor...- Hablo de un modo muy dulce, pero su mirada se clavo en el rubio.
Christopher asintió, con solemnidad. Espero sin intentar ejercer algún tipo de presión a que ella le cediera el paso.
La puerta se cerró con Sworth ya en la habitación de Chérie. Por un segundo había cerrado los ojos, negándose incrédulo. Ahora entendía de dónde venía ese apabullante carácter de la Sanadora de Cydonia.
Del otro lado Phillipe observaba indignado el desplante de la nodriza de su prima desertora.
Entonces Cora enfrentó su mirada. Phillipe bajo de inmediato la vista. No la pudo sostener.
Ella no dijo ni una palabra. Pero él sintió que se merecía un par de azotes.
.....................
Christopher observó la habitación, que caía en una dulce penumbra ... Tras el ventanal, los rojizos y violáceos que antecedían a la oscuridad intentando iluminar el lugar.
Entonces la vio. En el mismo lugar en que Cora la encontró y la había dejado. La mirada de Chérie seguía perdida en el crepúsculo. Como si todo lo que habitaba en ella, se apagara junto con el.
Christopher dio esos pasos, sin saber lo que hacía. No lo podía creer. Durante esos tres días de viaje había imaginado con tanto cuidado su proceder. Tenía que ejercer su autoridad. Aleccionarla. Como fuera.
Pero ella estaba ahí. Incluso parecía que ni siquiera había notado su presencia...
-Chérie...- Le hablo casi sin voz cuando estuvo a solo un paso de ella.
La joya pérdida de Eastland, lo miro hacia arriba, en silencio. Ahí, sobre el piso...
Luciendo como una esclava.
_________________________
Always | Bon Jovi
_________________________
Owner & Lord continúa la próxima semana.
Espero sus valiosos votos y comentarios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro