36|Para calmar mi espiritu
Siete días habían pasado tras la vuelta de Christopher y Dean al castillo, sin grandes novedades, salvo que Steve, había tomado otro rumbo, enviado por Christopher, al parecer a resolver alguna clase de asuntos diplomáticos.
Esa mañana había amanecido luminosa. Al medio día se encontraron con una gran multitud de gente en la catedral. Lady Kathleen había solicitado un servicio de misa especial, por el eterno descanso de Jhon Ackles para ese domingo. Y la acción tuvo una inesperada convocatoria. Aunque tal vez, Dean, esa mañana pecaba de humildad, frente a la leyenda en que se había convertido sus padre.
-... Es una soberana hipocresía...- Pensó Cherie observando su rostro en el gran espejo de todos los secretos, horas antes cuando se preparaba para salir de su habitación.
-Mi señora, ¿que tiara lucirá hoy?- Le pregunto Mila, tras ella, frente a su reflejo.
-La que mi hermana eligiria, es su evento social- respondió con hastió.
Christopher, el capitán y el secretario, las esperaban a la salida del castillo. Un carruaje.
-¿Es esto necesario?- Pregunto irritada, ¿Y la habitual caminata?
-Lady Ackles, no debe agitarse mi señora....- Escucho a Mike, esa apacible entonación, negandole la mirada un paso mas atrás del mismo rey, como era habitual.
Cherie cerro los ojos y respiro profundo. Kathleen y Monique, asomaron sus cabezas por la puerta. Sonrientes.
-Hermana...- exhalo sin voz. Mientras sus ojos querían llenarse de lagrimas -...Estas radiante.- Suspiro. Era evidente la felicidad de Kathleen, Dean estaba de nuevo a su lado.
-Chérie...- llamo su atención Christopher, extendiéndole su mano para ayudarla a subir.
-Gracias mi señor.- se tomo de su mano e impulso para subir los escalones, levantando las faldas de su vestido azul.
Era un corto viaje, al rededor de 15 minutos en carruaje.
-Mi querida Chérie, ¿todo bien?- Le pregunto Scarlett, luego de que Mila se acomodara a su izquierda compartiendo su asiento.
-Perfecta.- respondió desconcertada.
-Anna y Monique nos comentaban, que has tomando muchas infusiones en estos días .- insistió legítimamente preocupada.
-No he dormido muy bien estas ultimas noches.
-Tal vez una copa de brandy sea mas útil por las noches antes de dormir.- le aconsejo Scarlett
-Si por supuesto. Pero la falta de sueño me pone de mal humor. Las infusiones son buenas para calmar mi espíritu.-
-Y que la diosa nos ampare...- Pensó Mila, mirando por la ventana, simulando estar ajena a la discusión... "Si no se calmaba su espíritu", el reino completo se iba al carajo.
Por muy catolico que fuera Christopher, no iba a tolerar un hijo del Espiritu Santo.
Anna Monique y Kathleen lejos estaban de sospechar lo que acontecía. Ya habían transcurrido 10 días sin novedad.
Si Chérie estaba en estado de gravidez, seria por obra de la Diosa. ¿Pero como enfrentar lo que aquello provocaría?. Mila estaba segura que había utilizado las hiervas correctas en las proporciones adecuadas.
Si todo se arruinaba iban a terminar perdiendo la cabeza, por traición a la corona. No era un tema para dormir tranquilas en las noches.
Poco o mas bien nada de atención le dieron a la liturgia. Cherie obligándose a si misma se acerco al altar y negó por segunda vez la mirada al imponente Cristo crucificado, al entrar a la catedral y luego comulgar. Luego volviendo a su lugar, en actitud de penitencia sintió nauseas... Ahogo. Bochorno. Sentía que no podía respirar, angustia, las costillas parecía que le querían rebanar los pulmones. Y esa mano tras intentar compostura llego a su vientre. Entonces tembló. Alcanzo a atajar el sollozo. ¿Que iba a hacer?... ¿Que iba a hacer?
Edward retuvo al rey un momento a la salida de la ceremonia. Algun tema urgente al parecer.
-Mi Señor, debo informarle que la Madre Dolores me ha hecho saber que Lady Medianu, ya esta en etapa de termino de su embarazo... Es necesario que determine su destino y de su semilla...- comento procurando calma.
La doncella permanecía en una celda aislada en el claustro de Maria Auxilidora. La madre superiora había cumplido las ordenes del rey con especial devoción gracias a sus generosos donativos. Pero el tiempo se agotaba. Habían cosas que el destino se negaba a ocultar.
-Su eminencia. -respondio con la mirada tensa. -¿Puedo seguir confiando en que hara los arreglos pertinentes para lo que acontezca? Contando por supuesto con mi patrocinio...-
-¿si la labor llega a termino con exito...?- lo interrumpio
-Mantengame informado.- contesto tajante.
Edward miro complicado a Christopher. ¿No estaría pensando entregarle su apellido al vástago?... Eso seria escandaloso. Y una espantosa humillación para la casa Solaire...
Christopher no estaba muy esperanzado. Sabia que muchas mujeres no resistían su primer parto y que mas de la mitad de los recién nacidos huérfanos de madre no alcanzaban los primeros tres meses de vida.
Y aunque la realeza tenia algo mas de recursos. No queria crearse mejores expectativas al respecto. Lo mas sabio era dejar todo como obra del destino.
Ese mismo que parecia haberse desatado jugueton en los jardines de la catedral...
-¿Su Alteza se encuentra bien?, luce inquietamente pálida.- le hablo controlándose. Intentando la total compostura. Pero no podía estar muy tranquilo. Mike alcanzo a sostener a Chérie, en medio de un traicionero vahído que la tomo por sorpresa justo cuando bajaba ese escalón. Ella sentía las piernas de hilo. Y sentirlo así de cerca solo lo empeoro. Su cuerpo se estremeció en un sutil temblor.
-Mi señor...- exhalo sin voz -... Creo que es la falta de desayuno.- Suspiro. Apreciando esos bellos ojos verdes tan de cerca.
Mike noto como se le humedeció la mirada, sin embargo ella sonrió. -muchas gracias...- continuo bajando la mirada, buscando esas exquisitas manos que aun la sostenían.
Mike la soltó. No sabia como lo logro. No podía. No quería. Entonces cuando ella siguió en su dirección el entorno los ojos a ese maldito cielo cristiano y maldijo para dentro.
Las actividades dominicales se habían retomado tras esas dos semanas de ausencia de los señores. Iba a ser sin duda un día muy ajetreado.
Chérie se unió abriéndose paso al lugar en que se encontraban las damas del castillo ya repartiendo la limosna a los niños del pueblo. Acompañadas esta ves y ahora con mas frecuencia con las mujeres mas acomodadas de la corte, que intentaban acercare y tomar parte del hermético circulo real...
-¿Lady Aeval?- llamo su atención Christopher, mas bien desconcertado cuando la encontró a su paso bajo esa primorosa sombrilla de encaje protegiéndose del sol. Mientras observaba el alboroto que provocaba la reina cada vez que se acercaba a los campesinos y abría su bolsa de monedas.
-Su Alteza- La duquesa asintió sin controlar esa sonrisa coqueta, mientras le dedicaba esa fina reverencia.
Mike le dio un codazo en el costado a Dean quien esperaba paciente tras su mujer a que se acabaran las monedas para sacarla de una vez por todas de ahí. Y le indico a la mujer... Que no tenia idea que podía estar conversando con el rey.
-Mi querida hermana...- escucho Chérie a Scarlett con ese sutil dejo de advertencia.
La reina se giro buscando que era lo que estaba viendo. Y al ver a la Madamme dedico esa mirada de reojo a la princesa Sworth...
Kath estaba tan alegre y entretenida que no noto que su marido se alejaba.
-Dean... Sera mejor que no.- le advirtió Mike, indicándole que Cherie y Scarlett seguían observando al rey.
Una punzada en el costado izquierdo de su cerebro. Si Kathleen se enteraba... Por el Santísimo Belen, Kath se había enfermado "por haberse ido de putas" con el rey....
-Aeval es una mujer inteligente- le indico Mike. Invocando la prudencia.
-Mi Señora Chérie...- Escucho a su costado a esa hermosa y elegante mujer rubia. Con ese acento ingles que revelaba un dejo de su propia tierra.
Cherie la observo detenida.
-¿Su gracia?- pregunto intrigada. No recordaba haberla visto en las actividades de la corte.
-Charlotte Dove, su majestad- se presento la mujer madura, tal vez de la edad de la misma madre de Chérie o un poco más.
-Lady Dove- observo a la mujer, algo en ella. Curioso. Llamo su atencion. No sabia. Quiza esos ojos verdes que ya conocia...
-Se muy bien que es un acto muy irregular, pero deseo solicitar una audiencia, con usted mi señora. Es algo urgente. Que estoy segura sera de su interes.
Anna Cavendish rozo casi imperceptible la mano de Scarlett al observar a la mujer que osaba conversar con la reina. Anna estaba pálida.
Cherie ya estaba intrigada. Era inusual. La reina no concedía audiencias. ¿Que podía sinificar?. Lo esperable, una solicitud por medio de una carta. Lo mínimo avisando su presencia y los motivos a tratar. Pero ella no imaginaba que probablemente esa carta, pudo ser enviada, pero jamas llego a sus manos.
-Mi Señor, solo he acompañado a mi madre a solicitar indulgencia...- le hablo Aeval a Christopher indicándole el lugar en que se encontraba la mujer. Christopher vio a Cherie, a esa curiosa mujer... Y luego a Mike que ahora parecía haber sido contenido por Dean.
-...¿que necesitas preciosa?- vibro su voz aterciopelada mientras sentia que se le hacia un nudo en el estomago.
-Permitele hablar con la reina...
-¿Mabelle?- la objeto de esa manera tan cercana, como los íntimos y grandes amigos que solían ser.
-Christopher- suspiro con esa mirada titilante.
-Sabes que haría lo posible...- le iba a decir que siempre podría contar con el. Claro, si ella respetaba sus términos, empezando por la total confidencialidad y el anonimato.
-Pero ella es nuestra señora- le rebatió la meretriz conteniendo la emoción.
-Esto es muy irregular.- Objeto disgustado.
-Todos tus secretos y los de los príncipes... Van a mantenerse en su lugar.- Aseguro Lady Aeval. Determinada. Tenia que conseguir, lo que fuera que estaba intentando.
-Alguien les avisara el momento en que mi mujer las atenderá- contesto a la fuerza con las mandíbulas apretadas. Algo lo aprontaba a que la afirmación de la castaña no llegaría a ser posible.
-Gracias su Alteza...- suspiro aliviada. Había decidido no adelantar detalles, aunque sabia que la reina no dudaría en comunicarle el asunto. Pero también esperaba, que ella jugara a su favor.
-¿Que esta haciendo ella aquí?.- pregunto Anna a Mike angustiada. Su hermano no supo que responder. Tan solo se habia limitado a proceder como Dean se lo habia indicado, luego de su propio sobresalto.
Scarlett observo alejarse a las dos mujeres bajo sus sombrillas en otra dirección, cuando ya habían acabado de entregar la limosna.
La Princesa Sworth no quería caer en evidencia, pero sabia que algo importante estaba por acontecer. Sobre todo, porque su hermano. El rey, le había dedicado a la meretriz unos minutos de su exclusivo tiempo a vista y paciencia de toda la corte de Cydonia.
Christopher se acerco finalmente a Cherie y galante le ofreció su brazo. -¿Mi pequeña flor, caminarías conmigo?- le hablo con dulzura. Ella no pudo mas que asentir.
No importaba lo que decidiera tardar, el almuerzo no empezaría sin ellos.
Las princesas de Solaire habían permanecido ajenas a ese lado oscuro, o mas bien polémico. De los caballeros de Cydonia.
Kathleen avena al disgusto de su marido, subió al carruaje junto a la princesa Sworth y las doncellas reales.
Dean miro complicado a Mike, como pidiendo ayuda y sintió esa acidez subir hasta su garganta. -Ellas... Ellas no pueden saberlo ¿verdad?- le pregunto
-De lo poco que conozco a su Alteza; creo que si ella lo sabe ya nos habríamos enterado- contesto Mike diplomático aquietando a su amigo de toda la vida. Ya había pasado suficiente tiempo desde la visita al palacio de la meretriz y bien recordaba que Chérie no había mantenido mucho tiempo el silencio después de enterarse del estado de gravidez de Lady Medianu.
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Atardecía, las nubes se teñían de naranja y rosa, la luz engañaba con ese brillo cálido. Pero la brisa se tornaba fresca, sacudiendo las hojas doradas en las arboledas.
Las dos polémicas damas escoltadas por el guardaespaldas de la reina bajaron del carruaje dispuesto por el mismo señor de la casa para ir en su búsqueda. Christopher, había solicitado celosa diligencia y ser informado de la presencia de las mujeres en el castillo cuando estuviera avanzada la tertulia al enterarse que la adorada flor había decidido sin miramientos invitarlas a tomar el te.
Dean, Mike y el propio Christopher continuaban atendiendo los asuntos de los campesinos y señores que se acercaban como cada primer domingo del mes a solicitar audiencia.
-Ladys por favor si me pueden acompañar...- les pidió Adam con precaución, no sin antes observar el panorama. Fue imposible evitar, que muchos guardias reconocieran a la celebre Duquesa. Y el hombre de confianza de la reina, no sospecho, que justo en esa tarde Leonidas volvería desde Barcelona, luego de un periodo de ausencia a la espera de que la reina no se repondría, de ese terrible accidente.
La Señora de Cydonia se encontraba en el salón que daba a hacia el jardín de los rosales, y la luz teñía deliciosa el lugar.
-Mi Señora, Lady Dove y Lady Aeval.- Se anuncio, cumpliendo el protocolo.
Las mujeres vieron la hermosa sala y las demás damas listas para tomar el te. Pero nada iba a presagiar, que esa fina tetera de porcelana resbalara de las manos de Anna Cavendish al escuchar el nombre mientras aun le daba la espalda, el agua hirviendo cayo en sus faldas, sin dejarse esperar el grito angustiado y dolorido...
Lady Aeval tomo la mano de la rubia mujer a quien acompañaba y le dedico un gesto que invocaba a la prudencia.
-Santísimo Belén- Chillo Kathleen espantada. Y todo se puso peor cuando Mila derramo el lavatorio con agua y pétalos de rosa. Dispuesto para que las damas enjuagaran sus manos. intentando de inmediato bajar el ardor.
-Mila por favor.- tembló Cherie mientras levantaba las faldas de la doncella era necesario evitar el daño.
-¿Cariño te puedes levantar?- Le hablo dulce y preocupada Scarlett. Tanto, que en otra circunstancia podría haberse mal entendido.
Pero no alcanzo a responder. Sin que se lo solicitaran Sam Padalecki elevó entre sus brazos a la favorita de la princesa.
-Mi señora...- exhalo complicada Mila, sentía que debía quedarse.
-Ve Mila... ve- contesto del mismo modo contrariada.
Mila se encamino siguiendo a Sam por el pasillo que se movió sin intención de detenerse, aun así si tuviera que atropellar a quien fuera a cruzarse por su camino.
Monique negó tragándose la rabia ¿como es que había ocurrido eso? era como si hubiera estado esperando que pasara algo, desde que habían llegado desde escocia se había mostrado muy distante. Y justamente, ese domingo en la hora del te se había aparecido en el salón... ¿a caso, no era su deber con el capitán? Pero la favorita de Lady Ackles ignoraba que Leonidas había vuelto. Y había sido Mike el que había solicitado ese refuerzo de seguridad, para su "niña prohibida".
Las dos invitadas de la reina observaron con cierto temor a Scarlett, pero ambas se inclinaron en reverencia al acercarse, mientras una muchacha de servicio arreglaba todo ese desastre.
-Su Alteza...- saco voz Charlotte.
-Adelante.- Sonrió Cherie indicándoles que se acomodaran en sus asientos reservados a la izquierda.
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Mila desgarro con sus daga las faldas de Anna, sin darse el tiempo a esperar a quitar amarras para ayudar a desvestir a la accidentada. Presurosa. Había presenciado el reaccionar de su madre ante esa clase de accidentes. Y había aprendido mucho de ella. Solo estaba rogando, porque la tela de su ropa interior no se hubiera adherido a su piel. No estaba segura que clase de daño había provocado el agua, que tan caliente estaba. Ya sabia que las cicatrices por quemaduras eran muy difíciles de borrar.
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Charlotte no estaba segura, como continuar con el motivo de su solicitud y su visita, el accidente parecía haber quebrado sus ideas, su cabeza divagaba en medio de un una intranquilidad que solo una madre podía tener con una hija.
-...Su alteza, lo que mi querida Lady Dove ha sentido como inquietud desde hace unos meses, debido a que es un problema, en que usted podría interceder por nosotras, ante el mismo rey...- Intento explicarse Lady Aeval.
Cherie observo extrañada, era inusual ese divagar de la condesa, la recordaba mas elocuente y directa.
-Su alteza.- saco la voz Lady Dove- Lo que vengo a solicitar, después de una larga conversación con Lady Aeval, es su ayuda, porque pese a todos nuestros esfuerzos nuestro orfanato se encuentra en una situación precaria.-
-¿Orfanato?- interrumpió Kathleen mientras Scarlett levanto la mirada, buscando el rostro de Cherie.
-¿Orfanato?- repitió Chérie
-El Orfanato, de los Ángeles custodios.- Continuo Lady Dove
-Mi señora, ¿No estaba al tanto, que en los limites de Cydonia, se encuentra el orfanato?... en las afueras de la tierra de la mañana Aeval- Le pregunto con un dejo de incredulidad... Y Aeval se encontró con la mirada juiciosa de Scarlett. Entonces sus sospechas se confirmaron, era ella el mozo rubio que a simple vista, "pareció ser sodomizado" por el guarda espaldas de la reina, en su visita al burdel.
La mirada atribulada de la Reina fue la respuesta a esa pregunta insidiosa. -Orfanato- suspiro y sintió que los ojos se le llenaban de lagrimas. Kathleen también la veía contrariada. ¿Como era posible?. ¿Qué clase de hombres indolentes eran, los señores de Cydonia? No era su menester que ellos se encargarán. Pero no tenían que ocultarlo.
-Lady Dove, vela por alrededor de 60 niños. Desde el fallesimiento de nuestro Señor Christopher Primero, dejamos de percibir los donativos de los principales feudos y ducados de la zona, es como que los señores se hubieran olvidado de los vástagos de Cydonia abandonándolos a su suerte.-
-Con Lady Aeval hacemos todo lo posible por procurar vestuario y alimentos para todos nuestros niños pero la verdad es que la mitad de los pequeños, enfrentaran este invierno sin ropa de abrigo, ni zapatos.- Termino de comentar la cruda realidad de ese reino no tan glamuroso.
-Su gracia...- suspiro casi sin voz Cherie, observo a Kathleen y ese maravilloso vientre abultado. Sabiendo que el destino de ese bebé sería tan Diferente - Tenga por seguro, que me encargare personalmente de que mi casa resuelva esta urgencia.-
-Cuente con nosotras Lady Dove.- Kathleen confirmo con esa expresión descompuesta.
Lady Dove asintió emocionada. Respiro profundo y observo detenida a las princesas. No podía creer, el modo en que se convirtieron esas finas Damas, luego sintió que la nostalgia la socavaba, pues incluso, Lady Kathleen, le había parecido, le había dedicado, esa misma mirada solemne tan propia de Lord Solaire, su padre. La altruista mujer se enterneció al notar como Scarlett volvía a bajar su mirada entre el espanto y la tristeza.
-Su alteza... si me permite.- suspiro complicada la hermana de Christopher.
-Adelante...- Le asintió Cherie imaginando que querría ir a ver el estado de su dama de compañía.
-Su gracia...- Vibro la voz de Christopher tras el asiento de Cherie sorprendiéndola.
Dove y Aeval se inclinaron de inmediato en sus asientos.
-Preciosa...- continuo levantando la mano de su mujer, besando su alianza de bodas.
-¿Mi Señor?- Le hablo sobresaltada, con esa dulce sonrisa -¿Puedo ofrecerle algo que apetezca?- Miro la mesa, no había dulce de naranja, ni higos al coñac... Salvo esas exclusividades Christopher no era aficionado a los dulces...
Entonces, el rey se inclino a su costado acercando su boca a menos de un cm de su oído -A ti esta noche en mi alcoba- contesto por lo bajo. Pero no tanto. Lo suficiente para que todas las damas presentes escucharan la propuesta. Kathleen no podía creerlo, torneo los ojos, y apretó los labios conteniendo esa carcajada.
Aeval hizo un arco con sus cejas, luego intento no mirar de reojo al rubio. Se mordió la lengua por no decir nada que pudiera complicar el panorama.
"Ya sabia que estaba justo en medio del nido de los alacranes".
¿Quien sabia, si esta vez Christopher y Cherie se lograban entender en la cama?
-Espero que mi mujer pueda resolver sus urgencias mis distinguidas damas.- les hablo con esa encantadora entonación a las invitadas de la reina y se apronto a salir de la habitación.
-Gracias su majestad- Respondió Charlotte, Mabelle, solo asintió en esforzada humildad.
Christopher no sospechaba que la mujer más famosa de la corte, ya había tenido una entrevista muy privada con la misma reina con un inquietante resultado. Al final ese "controvertido beso" que había sobresaltado y confundido a su progresiva hermana.
-Lady Dove, si me permite...- le solicitó a la rubia, esperando que no objetara la interrupción de su conversación.
-Lady Aeval...- le indicó para que la siguiera.
La dama observó a la reina dirigirse al jardín.
-Su alteza...- escucho la voz de la fabulosa castaña de espigada figura.
-Mi querida Lady.- Chérie se giró a observarla y la mirada de la reina titiló.
-Es un hombre bueno- sonrío Mabelle abogando por el rey, dulce cálida. Tomó su mano. -Solo déjalo ser él-
-Yo no decidí...- reclamo angustiada la joven francesa.
-Pero puedes obtener ventajas de esos privilegios con los que muchas mujeres ni se atreven a soñar.- La encausó. Ya lo sabia. Solo se había limitado a seguir las órdenes de su padre y cumplir los compromisos con su pueblo. -Ten fe- insistió y la reina noto que la mirada de la condesa dejó de golpe esa dulzura.
Había reconocido esa figura a una mediana distancia. Leonidas de Mier, se dio vuelta a observar a las damas. Chérie lo vio alejarse.
-Mi señora, ese hombre no es digno de su patrocinio.- Exhalo preocupada.
-Es familiar del Capitán.- respondió complicada.- Cuenta con su respaldo- y sintió ese apretujo en su estómago
-Si hablas con Christopher, estoy segura te escuchará.-
De Mier de inmediato siguió su camino al ver a Levine, apoyado en el umbral del salón, observando detenido a la reina mientras rebanaba una manzana con su daga, que brilló en franca advertencia.
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Arriba en las habitaciones más altas de la torre del rey, Mila luego de evaluar el daño ordeno absoluto reposo a Anna, aun cuando no era una herida de gran extension pero sabia que corria de un gran peligro de infeccion... Acercandose asi de pronto el invierno, las fiebres podrian desatar un desenlace mortal.
Luego bajo a la cocina buscando algo que necesitaba para preparar un ungüento que ayudaria en la pronta recuperacion de la hermana de Mike.
-Sam, necesito que alguien me consiga ostras de Tsarskaya.- le solicito abrumada por no encontrar los ingredientes necesarios. Mila las habia conocido gracias a Pietro Romanov. Pero no podia enviar un emisario a Rusia en esas circunstancias, es más demoraría innecesariamente el tratamiento que comenzaba a idear. Y parecía que Mike simplemente no queria aparecer, o estaba muy ocupado por Christopher.
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Mike Cavendish abrió esa pequeña nota de manos de McAvoy en medio de las audiencias para los señores de Cydonia. -Su majestad.- solicitó con las mandíbulas tensas.
Christopher le dio el consentimiento.
Minutos más tarde, Mike se encaminó a la sofisticada sala donde las damas terminaban su te.
-Su Alteza- le hablo sin voz tras unos minutos luego de moverse diligente por el castillo.
Chérie lo observó extrañada. Era la primera vez que el caballero que habitaba en ese hombre que adoraba, no se detenía, con ese detalle elegante, brindando ese saludo cordial...
-Lord Cavendish, mis invitadas, Lady Charlotte Dove... Y Lady Mabelle de Aeval.- las presento ingenua, ajena al esfuerzo el que el príncipe bastardo estaba haciendo en ese instante.
-Ladys.- exhalo con la voz gruesa y la garganta apretada. Luego se inclinó ante Charlotte y con delicadeza levanto su mano, para besar sutil el centro de sus nudillos.
La elegante mujer de cabellera rubia, respiro profundo, intentó una sonrisa, mientras su mirada se humedecía.
-Su Alteza, mi Señor me requiere...- le hablo soltando la mano de la señora, a la que le negó la mirada, en un acto respetuoso.
-Por supuesto- Se sonrió la joven reina. -Gracias, por su tiempo para mí.- Los ojos de Chérie brillaron. Sus miradas se cruzaron.
-Es mi deber y un honor reina de corazones- contestó atribulado y solemne. Sobrecargado de emociones encontradas, tanto que no se detuvo a pensar lo que decía. Entonces sus dedos rozaron la mano de la reina al recibir esa bolsa de monedas.
No fue necesario nada más. El cándido contacto, sutil y desvaneciéndose en ese segundo imperfecto. Tan consciente de ella. Esperando que también lo sintiera así. Perdido en su mirada un segundo y todo a su alrededor pareció desaparecer. Incluso ese miedo que le había hecho resistiese a entrar en ese salón.
-Mi señor, anote las treinta monedas al orfanato... Como un obsequio de la casa Solaire por favor - le solicitó la Reina, y Kathleen sonrío tomando su mano emocionada y orgullosa.
-Lo que usted ordene su majestad- contestó y haciendo una venía se dispuso a volver a los asuntos del rey.
Aeval lo observó con discreción. Luego a la anfitriona de la reunión.
-Su Alteza... Su gracia... -Sonrío emocionada Lady Dove.
-Mi señora, estoy segura que encontraremos la forma de arreglar esta situación- Comentó Kathleen igualmente emocionada.
-Mike Cavendish es un hombre excepcional. No dudará en ayudarnos en esta tarea- Continúo segura la Reina.
-Muchas gracias su majestad- respondió Lady Dove, intentando aplacar esa sensacion. Había imaginado que algo ocurría alrededor de la reina y el secretario. Tal vez esa necesidad imperiosa de acercarce a la realeza, la habia llevado a confundir las señales, Christopher Primero, Juan Pablo Solaire y John Ackles habian fallecido. Comenzaba una nueva era, en las manos de sus vastagos estaba el futuro de la nacion.
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Scarlett lo ovservo ingresando a la habitacion.
-tal vez pueda hacer algo...- le contesto el hombre de confianza del capitan sin objetar.
-Como esta mi querida Anna- Scarlett pregunto con ese nudo en la garganta, justo despues de que Sam se retirara.
Mila cruzo su mirada con la de la princesa.
-¿Que es lo que ocurrio en el salon de los Rosales?- pregunto la sanadora. Le habia dado mil vueltas. Algo habia. Algo que aun se estaba negando.
Esas mujeres eran muy particulares. Ya sabia algo de Aeval. ¿Pero Lady Dove?
-Aeval, Anna y Mike fueron educados hasta los diez años por la misma institutriz... - suspiro ahogada -debido al oficio de la condesa, Anna no quiere ser vinculada...- continuo.
Mila había habierto mucho los ojos. ¿La Condesa y Mike?, había calculado edades similares, pero esa era una infidencia escandalosa. Y era imposible que Chérie ya estuviera enterada. -¿Y Lady Dove?- Pregunto despues de ese ligero raciocinio.
-Lady Dove es la madre de Anna y Mike...- Comento Scarlett casi sin voz a Mila cuando Sam ya terminaba de bajar las escaleras con la única misión de llegar a la Costa en busca del urgente encargo de la sanadora.
Fue como si a Mila se le quebrara la mirada al escuchar esa afirmación... Se detuvo a verla paralizada.
-No es un tema de conversación para la hora del té un domingo por la tarde- continuó Scarlett, entendiendo esa mirada inquisitiva.
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¿Que secretos esconderan estas dos mujeres para generar este nerviosismo entre los mas cercanos a los reyes de Cydonia?
Owner & Lord continua pronto.
Gracias por seguir leyendo votando y comentando.
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