27| Eso ya no importa
Kathleen probablemente se había dormido a altas horas de la madrugada. Devota de su marido. Insistiendo en solicitar la protección de los cielos sobre el. San Jose tendría que entender. ¿Como seguiría sola? Con ese niño en camino. La idea estaba cavando hondo. Dean... Su Dean tenía que volver... sano. Integro.
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Scarlett entro en el comedor de la reina. Nadie lucia muy fresco esa mañana...-Lady Isabey ¿Nuestra señora?-
Mila le indico con la mirada que aun no abandonaba su alcoba.
-Lady Isabey... Lady Cavendish...- Les ordeno, acorde a su rango de princesa... Las damas no tardaron en seguirla.
Chérie giro hacia la puerta. Estaba. Intentando decidir que perfume usar esa mañana. Las pequeñas botellitas permanecían en la cómoda perfectamente organizadas, como todo.
-Seria mas recomendable que esta mañana usarás azul...- escucho a primera hora a Mila. La incertidumbre... No era algo a lo que estuviera acostumbrada a enfrentar. Chérie frunció el ceño. Si a Christopher le ocurría algún suceso indeseado, ese que ella misma no se atrevía a nombrar, debía estar preparada. Aunque no le gustara decidió finalmente llevar ese vestido azul, símbolo de su poder. Al fin, solo era un protocolo. Pero acomodo la tiara de diamantes de su matrimonio, la de zafiros tendría que esperar.
-¿Scarlett?- le hablo al verla adelantar el paso.
-Chérie - le hablo con esa expresión complicada. Como si tuviera un desagradable revoltijo en el estómago. La rubia respiro profundo. Anna Cavendish la miro de reojo. Ya imaginaba cual era el problema.
-¿Queh?- pregunto con curiosidad.
Scarlett ya había escuchado que Kathleen había amanecido indispuesta, sin ánimos de levantarse. Solicito a su dama de compañía rodajas de papa para ponérlas en las sienes. Las cortinas de su habitación no admitían luz. Mareos, nauseas y ese dolor de cabeza espantoso. Si la medicina actual la hubiera diagnosticado, hubiera descubierto que esa pobre mujer estaba desarrollando una preclamsia a causa de ese estado nervioso. ¿Pero como iban a imaginar algo así?. Solo podían vislumbrar que estando preñadas las mujeres se volvían frágiles. Un estado con un futuro incierto. Muchas... Demasiadas no sobrevivían los partos. Como la misma madre de Scarlett.
Y la princesa sentía el pecho contraído. Solo había una solución. Algo que no podía ignorar.
-Hay... Algo... ¡Dios!- hablo y chillo irritada. Todo el maldito personal del castillo lo sabia. Pero nadie se atrevió a cuestionar nada... Era el rey de Eastland. No debía ser de otro modo. Respiro profundo. Sostuvo un corto silencio.
-Christopher y los capitanes... No fueron en busca de los Noruegos... - por fin lo soltó.
Claro que,no imagino, que Adam y James estaban ingresando a los dominios de la reina, para escoltarla a la catedral.
-¿No?- pregunto confusa.
-Es tradición de Cydonia... Los capitanes celebran el cumpleaños del rey, visitando el palacio de la Duquesa de Aeval...- se explico.
-¿Duquesa?
-La reina de todas las meretrices.- se explico algo mas directa.
-Es tradición... Todos los cercanos al rey se unen a la fiesta por su cumpleaños...- continuo Anna. Descubriendo la ingenua incredulidad de la reina.
-¿De putas.?...- balbuceo indignada Mila. Su mirada se encendió en un brillo mas bien inquietante... Busco entonces el rostro de Chérie, esperando una reacción. Una explicación. Algo que decidir.
Sworth, Cavendish, los hermanos Ackles y Romanov.... Pietro.... También había salido en escolta...
El silencio entre las mujeres se volvió agudo en un momento.
-Scarlett, serias tan amable de no comunicarle a mi hermana esta noticia...- saco la voz a la fuerza.
-Como tu desees.- respondió reflejando esa misma frustración de la princesa.
-Esperemos que estén con las putas y los barcos noruegos no se hayan anclado en nuestras costas- comento con un dejo de ironía que brillo en sus ojos.
Mientras ese terror que aveces la paralizaba se desvaneció como un espejismo.... Sola y gobernar. Gobernar una tierra ajena.
-Por supuesto.- balbuceo la princesa de Cydonia confundida. Intentando no buscar conclusiones. ¿A caso ahora comenzaba a revelarse el temple que era necesario para cumplir sus obligaciones?
-Mila creo que voy a cambiar de vestido...- le solicito sin aparente angustia. Ira o lo que fuera. Aun cuando habían trabajado durante semanas preparando el cumpleaños del rey. Lo que se suponía debía ser frustrante para cualquiera.
-Con tu permiso...- resoplo mas tranquila Scarlett, preguntándose que demonios pasaba por la cabeza de Chérie.
-Gracias Scarlett- interrumpió su paso con voz quieta. La rubia se giro y sonrió antes de salir.
Ahora Chérie tenia algo claro. La princesa de Cydonia había, una vez mas, mostrado una insólita lealtad que ella no esperaba. Al parecer las mas poderosas mujeres del reino unían fuerzas... ¿Pero como utilizar ese poder?. ¿De que forma arreglarían ese desastre?.
-Lady Mila... Lady Kathleen la necesita en su habitación...- hablo de pronto Adam. Inmutable, aun así, provoco un sobresalto en esas cuatro mujeres.
Mila busco la mirada de su amiga y vio con un pequeño gesto que se podía retirar de inmediato. Todos salieron. Solo Adam se detuvo un momento antes de abandonar la habitación de la reina.
-¿Chérie?- Levine busco su mirada.
-Querido hermano...-exhalo sin voz. Entonces su mirada titilo. -¿Puedes crear un altar en el bosque de los cerezos?- su voz se quebró. Chérie respiro profundo y cerro los ojos como si algo le doliera.
Adam observo como pequeñas luces entraron por el ventanal abierto y comenzaron a rebotar en la tiara de rubíes que brillo sobre la cómoda, junto a los frasquitos de perfumes, esa que llevaba puesta, antes de convertirse en la mujer de Christopher.
-Como usted ordene mi Señora...- respondió sonriente. Aun cuando no recordaba haber visto cerezos en el bosque. Si la princesa de Bellerose lo había mencionado. Solo era cuestión de buscar. Chérie quería un altar... La tradición se estaba manifestando en ella o esta vez de verdad iba a necesitarla con toda su fuerza.
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Al anochecer, Chérie con esfuerzo probó bocado, un tercio de tarta de alcachofas que hizo bajar por su garganta gracias a una copa de Late Harvest.
Su hermana no se presentó a la cena. Orden explícita de Lady Isabey. Kathleen se encontraba indispuesta descansando en su habitación. Pese a la sugerencia de Chérie que prefería que se quedara en su propia alcoba. Eso hubiera facilitado enormemente su atención, Mila y Monique, podrían haberla asistido con rapidez en caso de cualquier inconveniente. Pero la princesa de Brie, no estaba de acuerdo, abandonar su habitación, renunciar a su privacidad, en la devota espera de su marido, que en algún momento, volvería buscándola y exigiendo su atención.
Mila se mantenía silenciosa. Intentando colaborar con su amiga. Tras la desconcertante revelación de medio día. Ambas comenzaban a llenarse de dudas. Ya había comenzado una segunda noche y los caballeros de Cydonia no aparecían. ¿Y si Scarlett se había equivocado?...
Finalmente cuando ya estaba acomodada en su lecho y por fin comenzaba a aquietar su espíritu, mas que somnolienta. Casi dormida. Ahí. La puerta de abrió de golpe. Sin previo aviso. Porque Mila, ya dormía en su habitación.
-¿mi pequeña flor por que abandonaste mi habitación?- la voz de Christopher retumbo pastosa, segura y demandante. Su rostro se definió a la luz de ese candelabro que de inmediato dejo sobre la cómoda, frente al enorme espejo.
Chérie se incorporo sentándose en la cama, enfoco su mirada y acomodo su cabello sorprendida.
-Aquí esta todo lo mio...- respondió sin voz intentando conectar ideas -Mis guardaespaldas... Kath...- continuo y le tembló la voz al nombrar a su hermana.
-Mi torre es la mas segura- refuto acercándose a la cama..
-Es probable...- trago seco. Respiro profundo. -¿Todo bien?- continuo, intentando alcanzar su bata. Con cierta aprensión. El se veía demasiado cerca de sus cobertores.
-Fue todo un error solo era una flota de barcos mercantiles...- resoplo y luego cerro los ojos con esa expresión dolorida. -No debí, no debí salir así a la ligera...- se apresuro a comunicar esa idea. No estaba tan seguro de que fuera lo correcto disculparse. Ni menos por que lo hacia.
-Eso ya no importa- intento sonreír, aunque ese dejo de tristeza impidió que su rostro se iluminara.
-¿No importa?- insistió dudando Sworth. ¿De verdad? ¿Ella no iba a hacer un berrinche?... todos los hombres que habitaban el castillo estaban de acuerdo en que las mujeres eran todas histéricas...
-Mike, Dean, Steve, Pietro, Phillipe, ¿Todos están bien?.- suspiro la reina.
-Perfectamente- respondió seguro. Y vio a Chérie intentar sonreír, aunque parecía que la angustia era mas fuerte. - ¿preciosa que pasa?-
Al mismo tiempo en que Christopher se hacia presente en la habitación de Chérie, Dean entro en la alcoba de su mujer imaginando que descansaba ya a las alturas de esa noche sin detenerse a encender alguna vela para iluminar su camino. Lo que no previo fue el susto que le hizo pasar a Monique. La doncella se halló desprevenida, (se había quedado dormida en la otra orilla de la cama, luego de una agotadora jornada atendiendo a su señora) y ese grito termino por espantar el sueño de Kathleen, aunque ningún guardia se hizo presente.
-¡Por Jesucristo!- rugió el capitán. Y que agradeciera que no llevaba su espada... Por menos cualquiera podría haber perdido la cabeza literalmente. ¿Que era esa locura de quedarse ahí?
Como era de esperarse Monique colapso en nervios y comenzó a llorar descontrolada...
Dean, de verdad se veía perturbado. Aunque había llegado de un muy buen humor al castillo. Intento razonar. Intento comportarse... Dio unos pasos atrás hacia la habitación en penumbras y abrió la puerta.
-¡LADY ISABEY!- se escucho el rugido en todo lo que abarcaba la torre de la reina.
Adam y James no tardaron en asomar de sus habitaciones. James cimbro la puerta de la favorita de la reina.
Mila se asomo algo mas que seria. Dean le obsequio esa mirada suplicante de ayuda, que con un marcado gesto le indico la exagerada reacción de la gran amiga de Kathleen.
-¿De verdad?- reclamo irritada. Ella no era la responsable de nada. Ni era su deber.
-Por... Favor...- resoplo haciendo un enorme esfuerzo.
Mila negó y con mandíbulas tensas saco a Monique. James se acerco a la mulata y la acompaño al comedor principal. Mientras Mila ordenaba agua caliente para preparar unas tizanas. A ver si lograba calmarse. Pero le pareció una sobre reacción, viniendo de la favorita de Kathleen, había algo mas urgente de que ocuparse que un estúpido mal entendido. Después de todo, la doncella... Ni se aproximaba si quiera a una relación estable con Sam Padalecki y mucho menos a un estado tan delicado como el de su señora, que cada día se volvía mas frágil, debido a su creciente preñez....
-¿Dean?- fue pobre casi inexistente la voz y reacción de Kath. Incluso su marido ni la noto. Intento incorporarse, pero el mareo fue mas fuerte y volvió a apoyar su cabeza en la almohada
-¿Kathleen?- interrumpió Mila y comenzó a encender todos los candelabros de la habitación...
-... El lavatorio... - hizo el esfuerzo por hablar y de inmediato contuvo la respiración, trago saliva, contuvo unos segundos el impulso... Mila alcanzo a ponerle el cazo en frente antes que volviera el vomito...
-Mierda...- Dean balbuceo espantado. Ni siquiera fue capaz de observar. Solo el sonido le causo repulsión.
Mila espero paciente. Hasta que recuperara el control de sus reflejos. Cuando parecía que ya se calmaba, lleno otro lavatorio con agua y le acerco una toalla. Incluso, la gentileza de acercarle esa pastilla de jabón.
Se aseo a penas, se refresco. Isabey observo su mirada vidriosa, sus manos temblorosas y su respiración agitada. -Por amor a la Diosa....- retuvo su pensamiento. Tal vez no debió hacerlo, puso la palma de la mano sobre la frente de la rubia. Era muy alta esa fiebre. -Dean puedes llamar a tu gente de servicio- le hablo Mila desde el borde de la cama.
-¿Queh?- fue a preguntar al notar ese dejo de aflicción en la voz de la castaña.
-Por Amor a la Diosa Kathleen- volvió a suplicar en su pensamiento. Se levanto de inmediato y comenzó a retirar las cobijas, solo dejo las sabanas...
-¿que ocurre?- pregunto alterado
Mila frunció el ceño. ¿Como expresar que de verdad estaba en problemas?
Mike se encontraba en la cocina principal, había bajado por un bocadillo antes de dormir. Un par de las más jóvenes doncellas en instrucción no pudieron evitar embelesarse con sus encantos desde que lo conocieron. Ahí estaban, cerca de la media noche, corriendo de aquí para allá, para servir al secretario real.
-Lord Cavendish ¿Sam Padalecki sobrevivió a la invasion noruega?- interrumpió Mila de golpe terminando de bajar las escaleras. Mike llegó a saltar de las sorpresa. Las muchachas reaccionaron. La observaron y soltaron una estridente carcajada. Era evidente, hasta ellas sabían la indigna verdad. Y de hecho estaban intentando descubrir algún detalle picante de la última aventura del rey y sus amigos en el palacio de Aeval.
-... Lady Mila...- Arrugo el entrecejo mientras la dama más importante de todo el castillo fulminaba con la mirada a las muchachas. -No son horas...- Balbuceo complicado.
-Mi señor, la realeza y sus demandas no descansan...- Lo corrigió con el último hálito de prudencia. No iba a discutir los pormenores que había provocado la estupidez del señor de la casa.
-¿Quehhh?- Iba a preguntar, justo cuando Mila sacó de una alacena un gran caldero y se encaminó rápida a las escaleras.
-Mi Lady....- le hablo sospechando, no sabía que. Pero tomo de sus manos la gran vasija en que se solía calentar agua. Y se encaminó siguiendo a Isabey.
Christopher salió de la habitación de Chérie y se quedó inmóvil observando a Monique sentada en el sitial de la reina.
-Lady Symone - Tronó su voz. Al escucharlo Adam se apareció de inmediato en la habitación.
-Mi Señor, Lady Mila ordenó que se quedara acá.- Le hablo con una sorprendente calma -Al parecer, Lady Monique acaba de sufrir un ataque de angustia...
Sworth la observo serio. -Sería posible que alguien de servicio vaya en busca de Lord Hiddleston...- Solicito calmo.
Adam asintió de inmediato. Pero Christopher ahora no estaba tan seguro de la orden, buscar el permiso de su mujer, para pasar esa noche en su alcoba, dejaba por mucho de ser lo más prudente.
-¿Dónde está Lady Mila?- preguntó y ella subió ese último escalón como si hubiera sido invocada.
La dama, con toda educación le dedico una refinada reverencia, aún cuando no seas a ese deseo de querer matarlo por imbécil. -Mi Lord, buenas noches...- lo saludo y se dirigió a la habitación de Kathleen. James acababa de abrir el ventanal.
Dean sostenía la mano de Kathleen acomodado a su derecha en el borde de la cama. Tenía la mirada descompuesta. La princesa de Brie había vuelto a temblar descontrolado por causa de la fiebre.
-Señor Levine, vaya por los cirujanos...- ordenó de inmediato Sworth, observando la escena desde el umbral de la puerta.
-Mi Lord... -resopló sin voz Mila -Estos son males femeninos...- Se intentó explicar. Solo conocía a una persona que podría ayudar...esa era su adorada madre y no había tiempo, un viaje de tres dias, una semana completa. Kathleen o se recuperaba antes o no lo resistía. Si Mila no lograba salvarla, ¿los eruditos?, menos.
Christopher se devolvió a la alcoba de su mujer -.. Creo que esta noche lo mas adecuado sea que vuelvas a mi habitación...- Le hablo serio. Con esa voz metalica. Tronante.
La reina se sento otra vez en la cama. -¿Quehhh?- le hablo confusa, por sobre todo, al verlo laborioso, acercarle su bata y tomar algunas cosas necesarias. Incluso le acerco sus zapatillas rosa de satin, que solía utilizar en las noches.
De pronto su mano se había enredado en la del rey. El la sujetaba firme y resuelto. Christopher tomo el candelabro para iluminar los pasillos camino a sus dominios. Pero el alboroto en la estancia fue mas interesante.
-Mi Lady- le hablo James al verla abrir mucho los ojos cuando cruzo pasos en frente de la puerta abierta de la habitación de Kath.
-¿Que sucede?- pregunto viendo a Mila encaminarse a la salida.
-Fiebre...- respondió a secas. Sworth abrió mucho los ojos al escuchar el diagnostico.
-CAVENDISH... ACKLES...- les ordeno de golpe ahora mucho mas áspero indicándoles con un gesto, que lo debían acompañar.
Dean se dio vuelta a ver a su amigo y señor con cierto dolor.
-No puedo reemplazarte Dean- La dura cruel y aterrizada idea de Christopher, sonó como lija.
-No sentencies aun a Kathleen...- Lo increpo Mila.
-Mi Lady... La dejo en sus sabias manos...- Respondió sin ánimos el rey.
Christopher camino sin darle pie a protestas ni berrinches. Aunque ella no estaba pensando con claridad. Los tres hombres se enfrentaban ahora a algo que estaba por completo fuera de su control.
La temida "fiebre sudatoria"...si era tal dolencia tal vez Kathleen no seria la única victima... El castillo podia estar sumido en la peste.
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Cherie cayo sentada en su sitial del comedor de Christopher.
-Mi señora ¿Una tizana?- Amable Tom Hiddleston comenzaba a verter agua en una jarra de vidrio que acababa de hervir en el caldero, colgado en la chimenea. Sobre pétalos de lavanda y hojas de naranjo, como lo había aprendido de Lady Mila. Acto seguido, agrego una cucharada de miel.
La reina observaba taciturna las llamas de la leña... y no pareció reaccionar. Salvo, hasta sentir esa caricia en su mano, Christopher se había acomodado a su derecha, en otro asiento, no el habitual... Luego observo a su gran amigo, Dean volvía a frotarse el rostro y la cabeza con las manos de forma maniática. Ya había perdido la cuenta.
-Mi señor, ya informe a Phillipe de Versalles y a Pietro Romanov.- Interrumpio Cavendish mientras se hacia presente junto a Steve y Sam Padalecki.
-Mi Señora...- Le hablo el mas cercano a Dean.
Chérie se giro a verlo aunque su expresión era mas bien lejana. -Adam Levine fue por los cirujanos... Lady Mila...-
-¡Por la Diosa Sam, es mi hermana!- Lo interrumpió sin medir palabras, ya sabia lo que iba a decir. Que no era seguro. Que nada garantizaba que su gran amiga no corriera el mismo riesgo atendiendo a la enferma...
Mike, al parecer, fue el único que atendió las palabras de la Joya de Eastland. -Steve, por que no acercas a Dean a tu dormitorio... Escaso bien, sera que se queden en vigilía...- Le solicito cortés y preocupado.
-Señor Cavendish...- Chérie saco la poca voz que pudo, mientras su mirar se humedecía incontrolable, pero no logro terminar la idea. Tuvo que respirar profundo y tragarse el desconsuelo.
Mike asintió serio. - Mi Señora todo lo que acontezca se lo informare a la brevedad...-
Chérie bebió un tercio del tazón de hiervas y luego se levanto.- Señores, si me permiten...- les indico que se retiraba a la habitación de Christopher.
-No debí...- exhalo al borde del llanto...- No debí...- insistió desesperado. Dean, esa maldita idea... haberse entregado a la lujuria de ese modo tan salvaje con su favorita del burdel.
Sworth levanto una ceja y se encamino hacia la alacena de licores. Le sirvió un vaso lleno de su mejor whisky, se lo puso en frente. -Insinuar, que fue por mi cumpleaños... seria, maldecir...- ronroneo la voz del Rey.
Cavendish y Steve lo observaron espantados. Era una afirmación mas que grave. Nunca. Nadie, había enfermado en el cumpleaños del rey... Mike tomo la botella y lleno un tercio de otro vaso.-Las mujeres son frágiles como las flores mi Capitán... Se admiran, se disfrutan, se gozan... Pero no son eternas... Bendito el que encuentra una que comparta gustosa su lecho por toda una vida... Bien aventurado el que captura el amor de alguna doncella.- Comento y bebió de su vaso.
-Muy poético... príncipe Bastardo...- Le hablo sorprendido Steve con ese caracteristico tono incorregible...-Si hasta se podría decir que estas enamorado.- Termino su idea, casi en una mofa, restando gravidez a todo lo ocurría en esa habitación.
-Yo también volvería enamorado cada vez que volvemos de palacio, si tuviera la suerte de Cavendish...- opino Sam desde el otro lado de la mesa recordando a Leona, la pelirroja era toda una belleza...
Christopher, se levanto de su silla. Al parecer las palabras del secretario, algo le hicieron sentido. Desapareció tras su puerta sin despedirse. Tal vez habían cosas a las que entregarles mas importancia, que a palabras vanas, producto de la incertidumbre.
Christopher observo a Chérie, acomodada ya en la otra cama, que había sido instalada para ella, cuando volvió herida por la flecha, sin detenerse a desvestir por completo, solo con la camisa y el bombacho se acomodo a su lado, El rey rodeo a su mujer entre sus brazos. Pese al cansancio tardo en conciliar el sueño, mientras su mirada se perdía en un rayo de luna que se filtraba entre las cortinas. Males femeninos... Le había discutido Mila. No sabia si eso era peor que la peste amenazando el castillo. ¿Que tan frágil podía ser su pequeña flor?. Sworth se abrazo con mas fuerza a la francesa. Ninguna de las opciones era buena. Pero no podía permitirse que el miedo lo invadiera.
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Owner & Lord Continua pronto.
Gracias por sus votos y comentarios.
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