20|En el blanco.
La mañana luminosa, el rocío había regalado ese brillo encantador a los delicados botones de las exquisitas Rosas Pink-Dust, Cavendish las observó. Respiró profundo. Manteniendo la compostura. Pero era una magnífica mañana. Presuroso se encaminó a la torre norte, era hora de visitar a la reina.
Los pasos de Cavendish se sintieron seguros y marcados -Su Alteza- Le hablo altivo a la osada francesita.
-Su gracia- Respondió a penas levantando la mirada. Había interrumpido esa discusión con el capitán. Dean no estaba de acuerdo a cerca de la disciplina que había escogido premiar.
-Los competidores estarán listos para deleitarla con sus habilidades al medio día... Las cocinas ya están preparando el banquete en su nombre para los ganadores...- Continuó enérgico y se acercó al lado de la joven. -Y si me permite mi señora...- Le entregó un pequeño bombón prolijamente envuelto en un papel blanco -... Es parte de mi elección para la hora del té de esta tarde...- Resopló sonriente sin voz. Mirándola de reojo y hacia abajo.
Chérie saco del envoltorio esa pequeña trufa y la llevó a su boca.
-<<Mi señor Cavendish...>>- Balbuceo luego de saborear la mezcla de chocolate fuerte que llevaba en su centro esa cereza macerada en almíbar y coñac. - <<Está tan delicioso que podría transformarse en una herejía...>>- Exhalo casi sin voz. Mike, prestando atención al comentario. Intentando la discreción absoluta, observó su lengua relamiéndose los labios, de esa forma tan sugestiva. Instantáneo volvió a su mente ese momento maravilloso en la madrugada.
Mila la vio de reojo. Chérie, después de todo ese drama del día anterior había despertado con desconcertante increíble humor.
-¿De verdad pretende compartir estas delicias con los invitados?- Continuó la reina revelando esa veta caprichosa. -<<Porque yo lo quiero todo para mí>>.-
Mike intentó permanecer serio. Pero estaba haciendo un gran esfuerzo. ¿Estaba hablando de los chocolates o algo mas?
-Como usted desee su Alteza- contestó con voz vibrante.
-Pastas para él te, mi señor Cavendish, creo que sería lo adecuado, o si el rey desea algo más elaborado, mazapán.- continuó, volviendo a la compostura. Aunque lo veía improbable. A Sworth no le resultaban tan atractivos los dulces.
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Justo como lo había señalado. La Reina se encaminó a su sitial privilegiado junto a su marido a las 12 en punto.
-Mi señora...- Dean se inclinó frente a ella -Su permiso para iniciar la exhibición final...
-Adelante capitán- Se sonrió. Mientras el príncipe High Lander intentaba no mostrarse inquieto. Para él no era novedad lo que había ocurrido. James McAvoy, representando a Nassau, Adam Levine, defendiendo la Casa Solaire y Sam Padalecki auspiciado por la Casa Duncan (el virreinato Ackles) habían arrasado en destrezas durante los pre-eliminares. Los pajes favoritos de la corte habían ridiculizado a toda Europa. Y le preocupaba la reacción del rey... Sworth, jamás le iba a tener esa clase de paciencia que él le tenía a la reina.
Dean dio inicio a la competencia ordenando accionar ese caprichoso armatoste móvil diseñado por un joven y prodigioso inventor y artesano. Según su creador era imposible dar en el blanco con todos esos distractores móviles oscilando en diferentes direcciones. Ya era en si un divertimento ver a esos hombrecitos intentando mover rítmicas las piezas con la velocidad que requería el instrumento.
Phillipe de Versalles y Pietro Romanov estaban maravillados. Steve Ackles y Christopher observaban la máquina intentando entender.
-¿Y de dónde dices que viene este artefacto?- Le preguntó Sworth a Cavendish.
-DaVinzo... El chico tiene ideas revolucionarias.- Comentó asombrado al ver por fin en total movimiento a la máquina.
-Tiene unos bocetos de nuevas e interesantes armas...- Continuó Dean.
-¿Armas?...- Le hablo de pronto interesado Sworth.
Pero su atención se esfumó cuando el murmullo de la gente que presenciaba el espectáculo se hizo sonoro y los bufes dieron paso a la incredulidad.
Un par de los guardias voluntarios del rey habían intentado poder vencer a la máquina siendo expulsados con violencia sin lograr dar en los blancos posibles.
-Esto si va estar divertido.- Se sonrió Levine.
-Listo para la paliza McAvoy.?- Preguntó Padalecki revisando sus flechas.
-¿Sam?...-Le hablo Monique como si fuera posible que el hombre de confianza de Dean diera algún tipo de explicaciones a las mujeres, por muy importantes que fueran en el reino.
-Al menos no lo van a decapitar con una espada- Contestó Mila algo ácida. Era demasiado escándalo por algo tan pequeño.
Scarlett se quedó viendo a Chérie, algo, no estaba segura, no le estaba cuadrando. Se veía más relajada que de costumbre. Incluso después de la gran sorpresa de media noche.
La joven de vestido azul no pareció con intención de dedicarle atención alguna. Más bien centro su atención al momento en que Sam se montaba en el nuevo circuito de entrenamiento e intentaba mantener el equilibrio mientras las piezas de madera se movían y esquivaba otras preparándose para disparar su flecha en el blanco.
Sam fue derribado sin piedad por un gran trozo de tronco de al menos unos treinta kilos que lo tomo desprevenido. Tal vez le jugo en contra ese porte de señor. Era tan alto que jamás pasaba desapercibido.
Después de todo, no parecía tan sencilla la última disciplina.
Adam. Por su parte logró apuntar, pero se salió al menos unos diez centímetros del blanco.
McAvoy, luego de observar detenido el mecanismo en movimiento. Se encaminó seguro, moviéndose como un gato esquivando los obstáculos, avanzando con una seguridad casi demoníaca. Se movió tan rápido, cuando imagino estar en el lugar exacto para lazar la flecha, en cuestión de segundos y a contra viento había dado en el centro del círculo remarcado a almenos treinta metros.
La gente estaba boquiabierta. De pronto todo ese silencio se quebró en una ovación.
-Impresionada- Balbuceo aturdido Sworth y luego vio a Chérie observando lo ocurrido inexpresiva. -¿Florecita?- Hablo Christopher, sin entender esa actitud.
-¿Señor McAvoy puede repetir el tiro?- Saco la voz de pronto.
-Puedo intentarlo su Alteza-
-Adelante- Insistió.
James minutos más tarde volvía a acertar. El hombre de confianza de Edward la observo desde su lugar escogido para disparar esa flecha que partió en dos a la anterior que ya había dado en el centro del blanco.
-Impresionante- Le comento la joven Reina, sin imaginar, que su marido tuvo que recordar cerrar la boca.
-Gracias su majestad- Se inclino humilde, ante esa poderosa mujer, que sabia en el fondo jamas dejaría de ser esa amiga de toda la vida. Chérie sonrió.
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La premiación comenzó a minutos de las dos de la tarde. Steve Ackles. Por solicitud de Christopher se encargó de la ceremonia. Mike y Dean los las cércanos al Rey iban a ser galardonados. Aunque por tradición la Justa con espada era el Gran Premio y los honores se los llevaba Dean.
Christopher no tenía idea que había elegido como obsequio para los competidores. Ni si quiera se había ocupado de indagar si ella había tenido acceso a las arcas reales. Solo sabía, que una vez más y para variar Cavendish lo tenía todo bajo control.
-Por destreza al arco y flecha... El señor James McAvoy de Nassau. Por justa a caballo Lord Mike Cavedinsh archiduque de Norfolk y Windsor....- Se escucharon los bufes vítores aplausos y gritos.
-... Y finalmente, por la justa en espada Lord Dean Ackles Archiduque de Duncan, Príncipe de Escocia. - Tomo aire. -¡Mis Señores sus campeones!- Les hablo Steve solemne.
Christopher se levantó de su asiento aplaudiendo. -¿Mi Reina?- Le hablo esperando su participación de la premiación. La francesita lo observó y se encaminó a bajar del podio. Antes de que su pie pisara ese escalón. Adam había sujetado galante su mano. Intentó continuar indiferente pero le pareció francamente ridículo que toda esa gente se moviera a su alrededor intentando anticiparse a sus pasos. La joven reina se acercó a la mesa donde se exponían los premios para los campeones.
-Lady Scarlett- Le solicitó. La hermana de Sworth. Se acercó a la reina.
-Bellos instrumentos de muerte- La rubia comentó con esa sensualidad tan única.
-Fabulosas- Sonrió. Chérie.
Tres perfectas dagas para los tres favoritos. Pero ninguna llamo mas su atención que el arco y las flechas de James descansando junto al mesón.
La joven franca reviso el arco verificando la tensión de la cuerda. Sin que James lo pudiera evitar le dio unas vueltas consiguiendo que la tripa de animal se tensará un poco más. La Joya De Bellerose revisó entre las flechas, las plumas que daban a la base estabilidad. También observó las maderas, el color de cada una, las cortezas. Chérie se sonrió. De verdad no se lo esperaba. El corazón se le alboroto, sabiendo que eso no era coincidencia. Más bien un dulce detalle. James observó con una fingida indiferencia. No podía creer. Ya se los había advertido a sus tres arqueros, quien fuera, el ganador tendría que prestarle su arma. Pero imagino que solo era una jugarreta.
Scarlett abrió mucho los ojos cuando la vio acomodar esa flecha, con una seguridad que evidenciaba conocimiento.
Chérie observó el blanco al que había doblado el acierto James. -Su gracia, ¿Me permite?- le preguntó. Observando ese pedestal desde donde había disparado.
-Mi Señora...- fue a ofrecerle la mano.
-¿Alguien puede poner esta cosa en movimiento?- Pregunto la Joven monarca cuando estuvo en el mismo lugar que James escogió para realizar sus tiros. Entonces su mirada cayo juiciosa en medio de los hombres de Dean que se limitaron a esperar una orden directa del Capitán o del rey.-¿Señores?- Insistió algo ofendida. No era un lugar para chicas. Era peligroso y sin contar que esta a punto de hacer el ridículo.
-¿Chérie?- Llamo su atención Sworth.
-¡Christopher ayer nadie te detuvo de jugar con tu espada!- Continuo con una ácida entonación argumentando. Un sutil murmullo fue la reacción de los presentes al llamado de atención de la joven reina.
-Querida soy el Rey.- Objeto con algo de sarcasmo. Como si no fuera obvio que el era el que gobernaba. La corte se atrevió a revelar esa irreverente carcajada sobre la inexperta francesita.
-¿Y no confiaras en tu mujer?- Respondió desbordando encanto. Los murmullos se hicieron ahora mas notorios en la corte que no se esperaba esa arriesgada respuesta.
Christopher se detuvo a responder. Era necesario escoger muy bien las palabras.
-¿Que seria lo mas terrible?¿Que acertara a su blanco?- Intervino Scarlett mirando a su hermanito incrédula de lo que estaba ocurriendo y a la vez fascinada.
-A ver, inténtalo... pero si te haces daño, te doy una paliza- Le adivirtio de golpe en medio de una carcajada. Como tomándolo a la risa. Para amainar el animo de su pueblo. Como si solo fuera un divertimento mas.
-En tus sueños imbécil- Balbuceo para adentro Mike intentando mantenerse compuesto.
Mila negó agachando la mirada, tragándose la carcajada. Podía ser el emperador de toda Europa, pero sabia que Chérie no iba a dar pie a esa clase de maltratos.
A Kathleen se le cayo le boca con la respuesta y se pregunto como demonios ninguno de esos hombres osaba detenerla... entonces esa tensa expresión fue a poner nerviosa a su dama de compañía.
-Capitán por favor- Le hablo dulce. Dean cerro los ojos por un segundo, con algo de dolor. Sabiendo que no lo podía evitar, no con todo ese publico. Entonces dio la orden con una mano y solo le resto esperar a ver la cara de Christopher.
Los péndulos en la maquina que obstaculizaban el blanco frente a ella, y el movimiento vibrante del soporte en que se encontraba comenzaron a remecerla. Chérie en un momento estuvo a punto de soltar el arco y la flecha y sujetarse de una viga. Incluso alguien grito anticipándose a la esperada caída. Pero la jovencita estoica se estabilizo.
Phillipe, Pietro y Leonidas no le quitaron de encima la mirada, procurando captar absolutamente todos los detalles.
Chérie después de observar atenta por fin descubrió el compás de la maquina en movimiento... Y luego su atención se fue a lo mas alto de los arboles que rodeaban el castillo. Era tal el silencio de la gente, que el susurro de las hojas se hizo claro y arrullador. La brisa acaricio su cabello y levanto esa vaporosa tela de su vestido azul. La francesa sonrió, respiro profundo, tenso el arco miro al punto que quería conseguir, sintió sus propios latidos, contuvo la respiración, vio ese tronco tapar su objetivo y soltó la flecha.
-¡Oh mi Dios!- Kathleen balbuceo sacando la voz al mismo tiempo que los gritos y aplausos no se hicieron esperar. La flecha había pasado todos los obstáculos sin problemas llegando al centro del blanco.
-¡La hija de puta!.- Exclamo exaltado en su pensamiento Leonidas. Estaba paralizado del resultado.
Christopher salto de nuevo del palco hacia el jardín. Y sin esperar nada, si quiera acercarse a la joven reina se encamino apresurado hacia el lugar donde se había clavado la flecha. Las pupilas se le dilataron sin poder contener su asombro. La joven reina, había logrado su objetivo con inquietante perfección.
Chérie solo se limito a observarlo desde ese lugar en la maquina en que lanzo el tiro.
-¿Todavía crees que me merezco la paliza?- Se animo a preguntar sin contener la sonrisa cuando lo vio aproximarse a ella apresurado y sin quitarle la vista de encima. Con esa actitud intimidante que habría provocado pavor en Monique y envidia en Elisa.
Christopher no pronuncio palabra alguna. Sin embargo enérgico la saco del armatoste levantándola entre sus brazos. Abrazándola muy efusivo antes de poner sus pies en el pasto.
Fue inevitable, no pudo, aunque hubiera tenido tiempo de reaccionar y resistirse. Porque el había sujetado su nuca con esa enorme mano. Y la beso intenso. Tanto como para robarle todo el aliento. Y de nuevo consiguió que ella lo observara con esos ojos llenos de brillitos.
-¿Su Majestad me permite?- Chérie le hablo cuando pudo volver a sacar la voz. El rey la soltó de su abrazo y la jovencita volvió al mesón donde se exhibían los premios. Sworth no tardo en seguirla.
-Mi Lord Dean Ackles...- Le hablo tomando la Daga con empuñadura de oro y se la entrego en una improvisada y relajada ceremonia.
-Felicitaciones- Se sonrió radiante. Mientras el capitán ahora la veía mas relajado. Pero imaginaba que si su mujer no lo mataba de un ataque al corazón, probablemente su pequeña hermanita lo conseguiría.
-Su Alteza- Dean se inclino sonriendo entregado. Puso su rodilla izquierda en el suelo empuño su mano derecha y la puso sobre su corazón antes de recibir ese increíble cuchillo para el campeón, siempre la disciplina más prestigiosa era la espada.
-Mi Señor Cavendish- Solicito su atención Chérie. Mike observo solo un segundo su mirar. Otra vez estaba con los sentimientos revueltos a causa de ese escandaloso desplante en frente de toda la corte, que le volvía a recordar cual era su verdadero lugar.
-Su Alteza.- respondió antes de recibir el elegante cuchillo con detalles de grabados rúnicos, escogido para el por la reina. Mike se inclino y beso su anillo. Pero sin embargo no fue su mano derecha. El secretario real volvió a besar el anillo de la casa de Bellerose. Un error que pudo pasar desapercibido por muchos. Pero con un increíble significado para el mismo. En ese segundo. Tuvo el descaro de renegar de Eastland. Su lealtad comenzaba a revelarse abiertamente a la casa nacimiento de la princesa. ¿Y como ser desleal a su propio corazón?.
-Impresionante exhibición.- le hablo Sworth tronante de orgullo sacándolo se su propia ensoñación. Era un orgullo para Cydonia que dos de los tres ganadores pertenecieran al circulo mas cercano del monarca. Aunque eso no debia ponerse en duda. Todos fueron educados para serlo.
-Muchas gracias su majestad- Contesto con cierta humildad. Intentando permanecer sereno.
James sonrió con calidez a la reina esperando su turno. Chérie tomó el puñal rezagado. Que se veía muy diferente a los otros dos, pero guardaba un gran poder por sí mismo. Esa daga había sido forjada en terrenos druidas.
-Un honor y un privilegio mi bella dama- Suspiro James encantador.
-Gracias querido amigo- Respondió emocionada la jovencita.
Sworth sumó a la premiación treinta monedas de oro y veinte de plata para cada uno de los campeones.
Phillipe recibió de manos de Mila una copa de Late Harvest. La favorita de la reina observó la escena de premiación con indiferencia. Así como el Delfín de Francia y su primo Edward.
-¿Debo inferir que todo esto fue orquestado?- Les pregunto adorable Pietro luego de observar las caras de desconcierto de Kathleen y Monique.
-¿Qué?- Preguntó Monique.
-La exhibición de Arquería- Contestó agradable Sam a su lado y tomo otra copa de la exclusiva bandeja.
Monique lo vio confusa -¿Y para que?- ¿Qué fin practico si no más bien salvar majestuosamente de la vergüenza si hubiera errado?
-La reina acaba de poner en Jaque a Cydonia- Le explico con calma Sam sonriendo en el momento en que Chérie premiaba a James.
Los amigos de la princesa de Bellerose escucharon, pero nadie recordaría esas palabras. No era necesario.
-¿Entonces perdiste a propósito?- Le hablo cambiando abruptamente la dirección de la conversación, con esa entonación tan liviana y que a la vez sonó a agudo y fribolo reproche.
Sam la miró con paciencia. Y se negó a contestar.
Monique no podía creer que había desperdiciado la oportunidad de figurar y de ser reconocido, bajo el prestigio de la casa de Cydonia.
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-¿Entonces, me vas a explicar cómo ocurrió todo eso de esta mañana?- Le preguntó ahora más tranquilo Sworth a su mujer cuando el banquete ya había comenzado.
Chérie se sonrió. Claro, lo había profesado. No había sido una casualidad. -Escuche que el señor De Mier cuestionando la elección del evento de arquería. Creo que es una fantástica disciplina y no lo pude resistir- Suspiro con relajo, y luego se llevó coqueta a la boca unos gajos de uva. Christopher miró de reojo al final de la mesa.
-¿Y cómo fue que tú... -Le hablo sorprendido de esa banal respuesta. -...Aprendiste?-
-Quería aprender a usar Dagas como defensa personal. Pero mi madre insistió en que tenía que hacer lo posible por mantener mis manos y atuendos limpios... -Comentó divertida.
-¿Dagas?- Replicó incrédulo el rey. Como si no fuera arriesgado y peligroso.
-Nunca sabes qué tan cerca está la traición.- Contestó sin calcular sus palabras y de pronto el rey se atragantó con un trozo de carne mal masticado. Eso le sonó a un reclamo directo. Probablemente Chérie ya se había enterado que aún no sacaban del castillo a Lady Elisa Medianu. Y ahí estaba Sworth con la comida atascada y con todas esas ideas en su cabeza negándole reacción.
Cavendish fue el primero en reaccionar. Se acercó de inmediato a su amigo y le dio un par de buenos golpes en la espalda hasta que el bocado de ciervo salto volando hacia el piso a un par de metros sobre la mesa.
James, sentado al costado del rey, siendo parte de su premiación (el banquete final de las actividades de coronación fue ofrecido en su honor) sacó su nuevo cuchillo obsequiado por la reina y se lo ofreció a Sworth para que cortara su comida. Mila no pudo contener esa contagiosa carcajada.
-Mi señor.... Eso es lo que nos separa de las bestias... "La civilización" - Chérie le llamó la atención sonriéndose por el detalle, sin darle pie a berrinche alguno.
Sworth la miró indignado por la burla.
-Además... ¿Qué sería de estas tierras en tu ausencia?, ¿Yo sola?, ¿Sin la misericordia de tu sabiduría?- Continuó con esa actitud atribulada que era impensado fuera "algo fingida". Dejándole sin voz. Sworth la observó de frente, buscando sus ojos cuando aún se reponía del susto con la comida, trago algo de vino y descubrió ese dejo de miedo en la mirada de su mujer. Como si de tan solo pensar en su muerte se espantara. Aunque a Chérie más bien le aterraba tener que hacerse cargo de toda esa gente. No quería. No podía con esa clase de responsabilidad.
A Sworth pareció que se le enterneció el corazón ¿De verdad iba a sufrir así por el en su ausencia? Entonces se acercó a la joven a su lado, la beso suave y dulce.
-Hay por favor...- Pensó Leonidas sintiendo el reflujo subiendo por la garganta, conteniendo las ganas de vomitar en el plato del monarca.
No podía creer que la mocosa, una vez más estaba haciendo lo que quería con todos en la corte. Tampoco sospecho que sería tan mordaz en esa advertencia clara para todo su reino e invitados. La muchacha sabía poner la flecha en su objetivo. Eso ya había quedado claro. Ahora se revelaba menos indefensa de lo que se imaginaba. ¿Y quién sabía lo que era capaz contando con la lealtad de todos esos fieros hombres? ... No. El lo sabía. Esa niñita no era tan Inocente... y mucho menos eran las intenciones del embajador con la primorosa Flor del reino.
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-Mi señor Cavendish... -Sonrío al ver a la mano derecha del rey unirse a ella en su paseo, que post puso para el atardecer.
-Su Alteza- contestó pronto encaminándose a su lado.
-Lady Mila.... Por favor- le solicitó que se alejara a una distancia prudente en un tono muy cuidado que solo la mejor amiga de Chérie logró escuchar.
-Cuál es el problema- comentó casi risueño. Ya la conocía. No era habitual en la joven hacer a un lado a su dama de compañía.
Mila sin protesta se detuvo frente a unos pequeños arbustos de aromáticas violetas blancas y azules y comenzó a recoger algunas. -La reina quiere galletas de violetas- llamó la atención del séquito, que odiosamente la seguía a sol y sombra. Los logró detener por un momento.
-Señor Cavendish usted conoce todos los pasadizos del castillo, y quienes ocupan cada habitación de todas las torres ¿Verdad?.
Mike asintió de inmediato y una luz de curiosidad se apoderó de su mirada. Esa era una rebuscada pregunta. -¿Chérie?- su rostro se volvió serio al pronunciar su nombre.
-Torre Sur, segundo piso, junto a la escalera.- le preguntó.
Mike cerró los ojos intentando recordar en su mente ubicarse en los oscuros recovecos... -El embajador de España...- contestó con toda seguridad abriendo los ojos, encontrando el asombro de la reina sobre el mismo.
-¿Y la habitación, subiendo la escalera al tercer piso?- no tardó en preguntar.
Las pupilas del secretario del rey se dilataron y se le revolvió el estómago. -Lady Elisa Medianu- contestó sin voz.
El espanto de la joven se reveló en la palidez de su rostro.
-¿Mi Princesa?- le preguntó con cierto cuidado.
La mirada de Chérie al comprender lo que estaba ocurriendo se volvió peligrosa. Mientras Mike esperaba escuchar alguna locura, nada cercana a lo evidente.
-Entonces vi entrar a Leonidas en la habitación de la "querida" del rey...- comentó casi sin voz. El cráneo de Cavendish fue invadido por ese agudo punzante dolor.
-¿Preciosa te vieron?- preguntó, tratando de no caer en pánico.
-No. -le hablo tajante- Pero vas a tener que idear la forma...
La forma. No fue necesario terminar la idea. El príncipe bastardo ya lo había comprendido. Ya sabía que Chérie quería a Elisa fuera del castillo, porque era una innecesaria molestia. Pero Elisa, junto al polémico De Mier... Eso era más que peligroso.
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Gracias por sus votos y comentarios.
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