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17| Divertimento

Chérie abrió los ojos aturdida intentando enfocar la mirada. Entonces noto ese particular aroma romero, cuero y jengibre... y esa calidez. Las manos de Christopher sujetándola apegada a el. -Preciosa- Ronroneo casi imperceptible. Descubrió esa profunda alegría en su mirada. -¿Ya estas bien?- saco algo de voz.

Ella respiro. El estaba tan encima de ella. Sintió esa aguda punzada en el estomago, el reflujo subiendo a la garganta, quemando por dentro y fue consciente de las taquicardias. Las costillas comenzaron a comprimir el corazón. Lo vio a los ojos, tan cerca y recordó lo inevitable. Sí. Elisa llevaba su semilla en su vientre... De nuevo la invadió el mareo. Intento respirar. Tenía que respirar con fuerza y su cuerpo se sacudió en un temblor. No pudo hablar, solo negó con su cabeza y los ojos se le desbordaron de lágrimas. No había visto a su alrededor. No tenía idea donde se encontraba.

-¿Chérie...?- Sworth la sacudió temiendo que se volviera a desvanecer.

Ella lo miro a los ojos y con esa garganta anudada, se obligo a sacar voz - ...Es tu deber sacarla del castillo... aunque lleve a tu hijo en su vientre... - Exhalo sin aire.-Esta es mi casa.- Enfatizó.

La mirada de Christopher se volvió de cristal. No tenía idea de que demonios hablaba. Pero negándose a la parálisis interna la acomodo sentándola sobre el en la cama y busco sus ojos.

-¿Podrías... explicar?- Pregunto sigiloso. Sin saber. No se había enterado de nada.

-Lady Medianu...- Respondió ahogada. Aun así decidió  moverse de encima de el. Mareada se impulso intentando quedar de pie.

El Magnífico Señor de toda Eastland y Bellerose. Permanecía en silencio. Intentando procesar lo que acababa de escuchar. ¿Cómo demonios se había enterado? Elisa no había vuelto a entrar en su habitación desde que recibió esa encomienda encargada por Chérie avisando su llegada. Aquello había terminado. No era lo correcto.

Chérie miro el frío dormitorio azul del monarca. No sabía como había llegado ahí. Menos cuanto tiempo permaneció sin conocimiento. En la antesala a la habitación Mila, Dean, Mike y Kathleen la observaron con espanto, se desvaneció al dar ese paso hacia afuera.

Kathleen rompió en llanto. No imaginó que demonios le ocurría a su hermana. Pero no la reconocía. Le pareció que había perdido la vitalidad, la alegría.

El ataque de nervios a Chérie le estaba calando hasta los huesos.

Christopher y Mike cruzaron miradas paralizados. Sworth intentando lograr entender lo que estaba ocurriendo. Mike desesperado por no poder acercarse del modo en que su corazón insistía debía hacerlo.

Dean se inclino frente a Chérie, y la levanto entre sus brazos. Sin detenerse a pensar ni preguntar... La saco de las habitaciones del rey.

-¿Que demonios?- Le hablo Cavendish con esa mirada complicada. Sabiendo que todos habían salido tras la Reina.

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-No voy a volver a esa habitación... - Suspiro, luego de beber un trago de la tizana que había preparado Mila.

Isabey la observo con miedo -Es tu deber.- Comento angustiada.

-Si quiere tenerme va a tener que rogar por mi.- Insistió la reina.

-En unos meses ese niño, puede cambiar todo tu futuro - Obstinada, Mila sabia lo muy difícil que podía ponerse Chérie y eso era peligroso.

-Soy la alianza de Francia y Cydonia... Sin mi no habría entrada al continente. Eso hasta yo lo sé. - Contesto amarga.-Va a tener que cuidar mucho su carácter.-

La doncella solo pudo limitarse a confiar en que con el paso de los días su rencor se disipara. Pero ni siquiera Mila sabia lo que había ocurrido en los aposentos del rey, la noche de la coronación.

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A la mañana siguiente, el personal de servicio, se movía muy eficiente, anticipándose a todo lo que pudieran solicitar los monarcas. Era la comidilla de la gente que serbia en el palacio. La gente cercana, sabia que de nuevo habían desacuerdos entre ambos.

Phillipe y Edward, finalmente se retiraron tras ser invitados a desayunar con la reina, mientras a puertas cerradas Chérie, tomaba decisiones junto a sus mas leales colaboradores.

Christopher estaba desayunando con Mike y Dean discutiendo algunos asuntos urgentes en medio de las celebraciones de la coronación.

-Buenos días su majestad.- Interrumpió sin consentimiento al rey

-Señor Ackles... Nuestra reina solicita que realice los arreglos pertinentes, para poder presenciar el ultimo evento de las competencias y presidir la premiación de los ganadores de la justa.- Adam le hablo con cierta solemnidad y continuo - Señor Cavendish, Nuestra reina solicita su pronta presencia en la sala común de su torre...-

Mike miro de costado sin emitir palabras pero esperando el consentimiento. Una sutil venia. Sworth termino por asentir.

-¿que?...- Pregunto Sworth cuando desaparecieron de la habitación. Dean ya había arrugado el entrecejo y apretado las mandíbulas.

-No preguntaste por ella...- Explico exasperado

-Por lo que me entere esta excelente.- Contesto con ese tono agrio.

-Después no te quejes...- Le advirtió sin filtro. Dean estaba en lo absoluto indignado, de como había tratado a Chérie, luego que se despertara tras el desmayo.

-¿De lado de quien estas?- El rey cuestiono al capitán.

-Del tuyo. Por eso la defiendo.- el High Lander respondió tajante.

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Al medio día la expectación en el campo de juegos no se hizo esperar.

La realeza de Eastland estaba acomodada en el exclusivo palco techado. Chérie, esa mañana mas que nunca se había mostrado en publico elegante y sofisticada. Lo suficiente para que hasta Christopher se quedara sin aire unos segundos, cuando como la mañana anterior la fue a buscar a sus habitaciones. Incluso permitió que interpretara el cínico papel de educado caballero ante toda la corte. Dejando que sujetara su mano cuando subía los escalones en dirección a los sitiales.

-¿Su alteza, le puedo ofrecer algún tentenpie?- Le pregunto Tom Hiddles con esa generosa sonrisa y amabilidad a flor de piel.

-Me encantaría que Lady Medianu, me acercara de esos fabulosos higos que suele reservar para mi marido.- Contesto sin siquiera mirarlo. Tenia su mirada puesta mas allá del campo de batalla, en las tiendas donde los competidores se preparaban para los eventos que faltaban...

Con un recatado gesto busco la aprobación de su señor. Christopher empuño su mano muy irritado y apretó las mandíbulas tras tragar algo de saliva. No fue necesario que le explicaran por que su mujer había respondido de esa manera.

Cavendish y Mila fingieron no haber escuchado. Kathleen no pareció entender lo que pasaba. Aun no se enteraba de esa nefasta noticia y ahora estaba mas preocupada y ansiosa por ver a Dean, que se estaba preparando para la competencia.

-Cerezas Tom... yo prefiero algo de Latte Harvest.- Lo corrigió Sworth luego de respirar profundo. Eran dos de los favoritos de la reina. Bien lo sabia.

Chérie pareció inmutable. Contuvo esa reacción sorprendida. El lo había manejado bien. Había escogido dos de sus propios favoritos. Luego de unos segundos, el juego recién estaba empezando... -Su gracia...- Le hablo Chérie con esa entonación delicada, cuando ya se retiraba a buscar lo solicitado...- Tendría la amabilidad de traer unos Candy Rocks...-

Christopher no pareció atender la solicitud de la reina. En ese momento tronaron las trompetas.

El ultimo combate de espada. Ambos contrincantes se acercaron al palco real.

Chérie vio esa estremecedora reverencia. Dean y Pietro se inclinaron al mismo tiempo apegando la rodilla izquierda al suelo. Agachando la cabeza con solemnidad.

Dean levanto primero la mirada, buscando los ojos de Chérie -Mi Señora, solicito su permiso para iniciar esta batalla.- Le hablo con ese encanto que causaba estragos en una buena parte de las mas finas damas de la corte, doncellas... campesinas.

Kathleen prácticamente derretida. Lo observo con ese orgullo a flor de piel. Magnifico en su increíble armadura, Imponente. El Príncipe de Escocia, espero la respuesta.

-Capitán.- Chérie se sonrió con esa actitud infantil -Adelante.- se expreso con emoción e impaciencia. Sin llegar a vislumbrar cual seria el fin de esa competencia. Adoraba a Dean. Porque sabia que el amaba a su hermana por sobre todas las cosas. Confiaba. Dean aunque no estuviera de acuerdo en sus decisiones, jamás la traicionaría. Y eso era muy raro, para cualquiera en su posición.

-Su Alteza.- Pietro le hablo con esa suave y deliciosa voz. Levantando la mirada, ¿casi coqueto?. El magnífico Príncipe Ruso con ese traje de la guardia imperial, luciendo todas sus condecoraciones. Se levanto tras Dean encaminándose a su puesto de combate.

-Romanov...- Levanto la voz su cortejada con descaro. Sin mostrar ningún respeto a su orden social. Mila Isabey espero a que la observara.

-Mi pequeña flor...- respondió galante.

La doncella se acerco al borde del palco y acerco su pañuelo de cuello a su galán. -Suerte mi príncipe.- Suspiro.

Pietro asintió con sofisticada elegancia.

Minutos mas tarde Dean ya había asumido esa posición de ataque y no tuvo idea como llego la espada de Pietro a golpear su pechera de acero haciendo vibrar la armadura y estremecer a Kathleen con el sonido.

La princesa de Bellerose comenzó a respirar angustiada tratando de controlar su pánico.

-Son grandes amigos... No tienen, no hay motivos...- Balbuceo Mila algo espantada tomando su mano apretándola firme, mientras con todo su corazón imploraba a la Diosa que Pietro fuera el vencedor.

-¿Cuál es la idea de los hombres?¿Por que siempre tienen que demostrar quién es el macho mas cabrio?- Reclamo nerviosa Monique, Mientras Sam observaba atento en su lugar, dispuesto a correr en el minuto de ser necesario. Ya se sabia, un ambiente controlado, pero los accidentes ocurrían. Como el que hizo ponerse de pie a Steve. El filo de la espada de Pietro acababa de pasar peligrosamente cerca del cuello de su hermano.

Christopher cual arena romana grito de emoción.

La gente se unió en bufes apoyando a sus favoritos, el ambiente parecía dividido. Ya en el evento a caballo Mike había conseguido ser el vencedor, aun a costa del accidente del Primo de la Reina. Cydonia estaba en juego tenia que demostrar su fortaleza.

Pero Dean pareció perder el equilibrio una de sus rodillas fue a dar al suelo. Estuvo a punto de soltar su espada bajo el brillante sol de medio día.

-¿Que estas esperando Capitán?... ¡Levantate ya!.- Grito Chérie en su mente. Su mirada se perdió en la luz que reflejaba la armadura del High Lander.

Si alguien hubiera podido ver bajo el casco de protección obligatorio. Lo hubiera visto maldecir. Sacudirse y sonreír fascinado. Como todo su ser estaba disfrutando de ese combate.

Mientras el embajador Ruso. Observaba atento en guardia y flexiono sus piernas con unos increíbles movimientos que evocaban a los Samurai. Si tan solo los hubieran conocido.

Leonidas observo esa forma de moverse, desconcertado. Era como un gato... grande... hipnotico. Estaba impresionado. Aquello se estaba volviendo un espectáculo digno de la realeza.

Pero el heredero de Duncan, no se iba a dejar opacar. Era el escoces mas admirado y respetado en su tierra después de su padre. Y Escocia sabia de fiereza.

Los golpes entre las espadas se volvieron rápidos ligeros, como si no fueran de acero templado al fuego, si no plumas de avestruz... agitadas en la brisa.

Los bufes ya se habían transformado en gritos, la gente al rededor de verdad estaba conmocionada.

-...Acaben por el santísimo Belén antes de que me de un ataque....- Reclamo aguda angustiada, Kathleen al borde de la histeria.

Chérie mantuvo toda la compostura. Era la Reina. Era su deber. Aunque el Rey la hubiera usado una ves mas como escusa para ese estúpido jueguito.

Un giro inesperado termino por darle la ventaja a Dean, cuando Pietro pareció desestabilizarse luego de blandir su espada con rapidez. El general de la guardia militar de Eastland le dio un golpe en la cabeza. Pietro cayo aturdido al suelo mientras Christopher, Mike y Steve se levantaban entre gritos cavernarios celebrando el triunfo.

Mila observaba descolocada la escena, sin entender que había pasado. Ella había invocado a la Diosa. Ella le había entregado un talismán de protección y triunfo. Algo no había funcionado... un evento se movía en una dirección diferente a lo planeado.

Dean le ofreció su mano a Pietro y Romanov se dejo ayudar para levantar. El principie Ruso se quito su casco, agitado aun eufórico. Había sido un gran combate. La vida en el castillo, el trabajo burocrático... lo había alejado de las practicas y ahora notaba que le hacia falta. Ya buscaría el modo...

Kathleen por fin estaba respirando tranquila. Irradiando orgullo. No podía ser de otro modo. Observaba todo ese despliegue de testosterona a su alrededor sentada con ese encanto refinado implícito en su sangre francesa. Dean era maravilloso, Eso no estaba en discusión.

Mila y Chérie se retiraron por un momento en compañía de Sam. Toda esa tensión nerviosa estaba afectando su metabolismo. De nuevo fue necesario volver al baño especialmente instalado para la realeza, junto a las tiendas de los caballeros que se preparaban a competir.

Ya solo restaba el ultimo evento. Los contendientes se disponían a revelar sus destrezas en el campo de juego. Los encargados ya estaban instalando los blancos a 10, 30 y cincuenta metros correspondientes. De los 7 participantes que se sumaron a la competencia, tres eran muy cercanos a la realeza. Sam, Adam y James volvían a revisar maniáticos el estado de sus flechas, la tensión justa de sus arcos y las características del paisaje y clima otra vez. Habían dejado de lado a sus señores unos momentos.

-¿De verdad? ¡Pero si son simples pajes!- Leonidas le hablo lo suficiente fuerte a Steve buscando hacer polémica.

-Pajes que juraron su vida a nuestra Reina.- Le contesto subiendo una ceja. Era seguro. Leonidas no tenia idea. Steve... ya algo entendía de lo que estaba pasando. No eran simples pajes, Eran tres hombres entrenados directamente por los capitanes de Cydonia y Bellerose. Y la arqueria, solo era una de sus habilidades. Como la de Adam, cuando se adentro en el castillo de Cydonia sin ser atrapado por los guardias, hasta que el decidió que era tiempo de ser visto. Para entregarle la respuesta de la Princesa a el entonces heredero.

Steve no se percato de ese singular detalle. Chérie venia subiendo las escaleras y escucho la discusión a su espalda. Leonidas si la vio y continuo con ese estúpido ataque sin sentido.-¿Arquería?... ¡eso es para nenas!...- Se burlo muy sonoro. Buscando ser escuchado.

-Su Gracia... Señor De Mier...- Elevo la voz lo suficiente acomodándose en su sitial.- Puede que sea un deporte de Damas. Porque las damas no se acercan ni se ensucian las manos con criaturas rastreras ni ponzoñosas.- Comento con esa entonación alegre casi jocosa. Desconcertante para muchos. El embajador Español la miro de reojo. -Mi gente en lo posible siempre se comportara educada y gentil.- Termino de hablar en un suspiro.

-Su alteza- Interrumpio Tom a Chérie acercando una bandeja con los caramelos.

-Justo en el momento perfecto.- Le comento alegre la quinceañera. Ya era tiempo de endulzar el dia. Tomo un candyrock, las cercanas a la reina no se resistieron, dejando de prestar atención a su alrededor.

Christopher en cuanto Chérie se había retirado había ordenado a Sam que fuera por su armadura.-¡Quiero un duelo!- Había rugido. En cuanto bajo del palco a felicitar a sus amigos. Todos los cercanos lo observaron deteneniendose de golpe. Dean no podía. Ya acababa de pelear, estaba algo agitado. Pietro, sabia que no era el momento apropiado. Phillipe estaba fuera de la competencia.

-¿Nadie?- Les hablo confuso. ¿Era a caso su habilidad la que los hacia abstenerse o mas bien dudaban que el Rey lograra defenderse?

Después de pensarlo, sin otra solución Mike busco a su paje con la mirada -Jake trae mi armadura.- Ordeno. Sabia que ninguno de sus súbditos en su sano juicio se atrevería a desafiar ni poner en riesgo al rey. Y los invitados de otras tierras, no tenían intenciones de iniciar una refriega de Cydonia en su contra. El chico de cabello oscuro, mandíbula cuadrada y profundos ojos azules se encamino presuroso acatando la orden.

Chérie estaba retirando el papel encerado con el que estaba cubierto el caramelo y la cinta que lo amarraba...

-¡Por Maria Magdalena!- Escucho a Mila y levanto la vista, Ni idea de lo que estaba pasando.

-¡Hay por favor!- Exclamo Scarlett, poniéndose bizca. Ahí estaba el idiota de su hermano. Exponiéndose al ridículo publico.

Chérie se levanto de su asiento y se acerco al borde de la baranda del palco.

-Mi Señor... La competencia ya esta cerrada... ¿o yo estoy confundida?.- Le hablo con ojos muy abiertos viendo a Mike, a su derecha con su armadura lista, cargando su casco, con su espada enfundada. -A caso, no es nuestro Capitán el ganador en la justa de espada?- Intento escucharse serena incluso animada. Jamás los había visto pelear. Y por ningún motivo quería que Christopher y Mike se enfrentaran...

-Así es mi Pequeña Flor...- Se sonrió Sworth. Dean iba a conservar el titulo de ganador y su trofeo. Pero eso no era lo importante. ¿Ella a caso estaba nerviosa?¿Era posible que después de todo estuviera aun preocupada?¿Por el? -Esto es solo un divertimento...- Le aclaro con esa debilitante voz profunda

-Por amor a los querubines Christopher.- Reclamo aguda chillona. Desesperándose. No podía mirar a Mike. No podía reclamar.

-¿Mujer?....- Elevo la voz pedante.-¡...soy el Rey!- Continuo con una arrogancia a nivel del Dios guerrero vikingo. Como si una derrota fuera impensada. El jamás. Jamás seria humillado...

-¡Señor Cavendish no asesine a mi marido por favor!- Le hablo aguda, finalmente con ese temblor en la voz. Entonces solo por un segundo lo vio a los ojos, su mirada titilo y sin cruzar palabras intento que entendiera el pánico que estaba sintiendo por el hombre de confianza del Rey.

A Mike se le enterneció el corazón. Le sonrió cálido, ¿Que otra cosa podía hacer? -Voy a intentarlo mi Señora- Hablo luego de respirar profundo. Un palmetazo en el hombro retumbo en su armadura.

-Como si eso fuera posible.- Sworth contesto con esa sonrisa soberbia. -¿Preciosa no me vas a dar tu bendición?...- Le pregunto, recordando, justo antes de ponerse el casco. A Mike le había regalado ese pañuelo... Y el era su marido.

Chérie no se lo podía creer. Si que era el rey del teatro... Tal vez en vez de dirigir un pequeño imperio, será mejor que trabajara en una compañía de juglares. Se detuvo a pensar... ¿Qué prenda? algo propio. Único. Llevaba un sencillo vestido azul según la tradición de Cydonia, su tiara de coronación. El anillo de rubí la princesa de Bellerose, en su mano izquierda, no podía aunque quisiera cederlo, era como darle la espalda a su familia y su país.

Entonces llevo las manos a su cuello y se quito ese delicado collar que su padre le regalo cuando cumplió siete años, el primero que había recibido, sin ser herencia familiar. Tenia una piedra "rosa de Francia" y una perla en el centro de una flor con pétalos de oro. Era una joya de gran valor sentimental.

Si tenia que seguir el juego por el bien de las dos naciones. No importaba lo que ocurriera con ellos si mantenían la imagen de la grandeza de su unión.

Entonces se inclino sobre la baranda y estiro sus manos hacia el Soberano. buscando, hurgando por debajo de su reluciente pechera de acero. El se sonrió. Coqueto irresistible, mientras ella lo tironeaba y colgaba el collar en su cuello metiéndolo debajo de su camisa. Tan concentrada que no vio venir ese movimiento. Christopher al notar que ya había terminado y se estaba enderezando sujeto ambas mejillas con sus dos manos y beso sus labios intenso... profundo. Desatando ese deseo contenido. Chérie sintió su lengua haciendo delicias dentro de su boca. No tuvo idea como logro arrancarle un gemido ahogado que finalizo en un suspiro. El termino de besarla pero no soltó su rostro hasta que ella abrió los ojos y la vio intentando recuperar el aliento. Y su mirada brillo al verlo.

Mike, agradeció a Thor tener su casco ya puesto, apretó las mandíbulas y sus muelas con la presión crujieron. entonces empuño mas fuerte la espada. Quería rugir. Descargar esa rabia y no podía. No en medio de la vista de toda la corte. Intento respirar. Todo lo que podía, desde ahora era intentar actuar con inteligencia. Dominarse a si mismo. Pero ella estaba ahí, Ahora creía que Sworth jamás la tomaría enserio. Para ella era un engreído y todo no era mas que un juego. Mientras no perdiera su puesto en la realeza.

Chérie los vio frente a frente, desenvainar sus espadas. La que obsequio a su marido en su matrimonio, le pareció brillar especialmente intensa. Entonces recordó el conjuro que había puesto sobre la hoja, el filo y su empuñadura. Había invocado una de las fuerzas mas poderosas de la naturaleza luego de llegar a Cydonia. Cuando por fin conoció a Christopher y quedo embelesada con toda su magnificencia. Su deseo era que esa espada lo protegiera con fiereza de todo enemigo... que terminara con cualquier clase de traición.

Chérie escucho el golpe de los metales enfrentados y el arrastre de las armas. Ella en esa época no se había imaginado que tendría el corazón dividido ¿de verdad lo tenia?... Mike estaba prohibido. La jovencita había jurado su lealtad ante Dios a Christopher. Pero era el Dios de los cristianos... No el suyo. Cayo en su sitial tratando de controlar su espanto. Que ninguno saliera herido. Eso probablemente no lo iba a resistir.

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°Chérie esta en problemas. ¿Sera posible que sus propios deseos se volverán en su contra?

Gracias por sus votos y comentarios. Espero todas sus impresiones.

Owner & Lord continuara la próxima semana.

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