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09|Petalos de rosa y naranjo

Cherie vio a Christopher sentado al costado del gran colchón. Imagino que se estaba quitando los zapatos y terminaba de deshacerse del pantalón. Ella respiro muy profundo.

La penumbra intentaba esconder esa pálida camisa de lino a juego con su calzoncillo, tiro a los pies de la cama el edredón y luego se acerco a ella mas bien sigiloso. Busco sus ojos. Con dificultad lograba ver su rostro.
Sworth estiro su mano hasta llegar al ojal de la sabana, curioso lo examino. Que tanto espacio había. Verifico la textura de la tela y el bordado. Parecía suave.

Entonces se detuvo a ver a la princesa. Nada con ella era lo acostumbrado. Había entrado al lecho completamente vestida. Diferente a las cortesanas, las campesinas, e incluso alguna que otra historia con alguna chica de buena familia. Todas. Sin reservas siempre se entregaron por completo sin conocer el pudor.

Chérie nunca iba a imaginar que ese hombre frente a ella, en esa época; un chiquillo entrando en la adolescencia; después de conocer a su prometida, que con suerte había aprendido a caminar, de vuelta en Cydonia conoció por completo la anatomía femenina gracias a una jovencita, celosamente seleccionada por su padre.

Entonces se inclino frente a ella. -¿Nerviosa?- Susurro a su oído. Ella respiro profundo sin responder y apretó sus labios. La yema de su pulgar recorrió suave y lento los labios de Chérie -¿Crees que puedas hacer esto?- Insistió. Quería estar seguro. Ella solo asintió con una paralizante timidez.

El colchón se sacudió un poco. El se acomodo a su lado sentándose, estirando sus largas piernas sobre la sabana.

-¿Me das un beso?- Pregunto con esa profunda voz, mientras en su rostro se esbozaba una sonrisa.
Ella respiro y se acerco a el. Cerro sus ojos. Luego de humedecer su boca, Christopher volvió a sentir ese roce casi imperceptible. Tímido. El rubio apretó con levedad el labio inferior de su princesa con los suyos y comenzó a empujar su boca contra ella con calculada calma. Hasta que sola cedió ... y sus ojos se abrieron sorprendida sin separarse... su lengua. Estaba adentro. Y la sensación la conmovió sacudiéndola. Un debilitante cosquilleo que se volvía muy agradable. La distrajo tanto que no se dio cuenta como llego la mano de Sworth a enredarse en su cabello. Aquello para ambos había sido una pequeña delicia.

Chérie fue invadida por su pudor al darse cuenta que perdía el control de sus impulsos. Intentaba ser racional pero esto iba mas allá de su voluntad.

Christopher ahora estaba equilibrándose en medio de una delgada linea.. Ella estaba en sus manos. Caer rendida a sus pies o odiarlo de por vida.. Aunque Leonidas hubiera argumentado que eso no debería importarle al futuro Señor de toda Eastland. El seria el rey, sus palabras y deseos se debían respetar y ser cumplidos como Ley.

La siguiente caricia provocada por su lengua la estremeció. El estaba cuidando sus impulsos intentando comportarse como un caballero. Y no la iba a soltar, no la quería soltar. Apego su cuerpo contra el. Su brazo se movió por detrás de su espalda empujándola. Los besos de a poco se volvieron mojados, sonoros. Lento ella busco sus labios. Sentía que el pecho se le contraía. Fue necesario acomodarse. El Principe apoyo su peso sobre la palma de su mano. No logro estabilizarse. Y aunque Christopher ya lo estaba deseando. No la iba a forzar. Necesitaba esas pequeñas e inexpertas manos sobre su cuerpo. Seguramente no faltaba mucho para eso.

Chérie descubrió que algo apegado a ella se removía bajo su ombligo al tiempo que tomaba conciencia de su propio cuerpo... Él se fue inclinando hacia ella apoyandola contra las almohadas y con todo cuidado una de sus rodillas quedo entre sus piernas. Sonrió pleno de agrado. Pero de verdad le molestaba toda esa ropa que olia curiosa, entre rosas y flores de naranjo. No lo dejaba maniobrar.

La chica de ojos grises perdida entre esos deliciosos besos que ya comenzaba a responder sintió retirar lo suficiente la sabana y acariciar su pierna desde atrás por debajo de la rodilla. Ella respiro profundo. Otro estremecer. No tenia idea por que. El estaba provocando cosas. Era agradable. Era suave. Intento no pensar. Aplastada bajo las sabanas. Los dedos ya ansiosos de Sworth buscaron el borde de esa eterna camisa de dormir. Hasta que dieron con la pantorrilla de la jovencita. Estirada en la cama. Sin estar muy clara de nada. Se quedo quieta. Lento esforzándose por controlar su animo, la palma del príncipe provoco una estela de calor  hacia el norte por debajo de su rodilla. Entonces lo perdió de vista. Sus labios mojados bajaron por el cuello moviéndose a ese hombro descubierto que hasta había deseado morder cuando la vio volver a la celebración de sus nupcias la noche de la fiesta con ese descarado escote. La Francesa ya se sentía algo sofocada, de una manera extraña. Ese calor la debilitaba...

La nariz del príncipe llego al final de ese recatado escote. El rubio respiro profundo su aroma... la piel de Chérie olía dulce. Sin detenerse empujo el bretel de su camisón. Mezquina la tela le permitió a la fuerza encontrar ese pezón... que  tomaba fuerza. De golpe el aire se escapo e sus pulmones. Ella contrajo las costillas a causa de la presión que estaba ejerciendo sobre el saboreandolo. La inquietaba. Sintió inflamarse su pecho al mismo tiempo que una especie de escalofrió bajo hasta su vientre y parecía haberse transformado en otro corazón.

Mientras Christopher con asombro definía esa sensación que lo había confundido... miel. La joven princesa olía y sabia a miel.

Ya estaba la idea implícita empujando sus acciones. Reconocía ese aliento agitado en ella. Aquel confuso mirar ansioso. Sworth se pregunto si ya era tiempo. Decidió terminar con la espera. Su mano se movió pesada y segura por el interior de su muslo hasta llegar a su entrepierna.

La reacción no fue tan esperada, el cuerpo de la jovencita se remeció sobresaltado y de inmediato apretó como pudo fuerte las piernas. -Shhhhshhshs.....- Él le susurro al oído después de su sorpresa. Ella volvio a perder todo el aliento. Algo, la puso tensa otra vez. Sworth no pareció notar y menos habría llegado a sospechar. Porque el deseo ya nublaba su mente y tomando dominio de su cuerpo... solo queria esos dulces labios carnosos y deleitarse con cada estremecer de su pequeña mujer.
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Al rededor de la cama detrás de la forzada e inutil privacidad de las cortinas azules del dosel. Edward Dean, Mike y Scarlett esperaban la señal... para salir de la habitación.

Cada uno sumido en sus propios pensamientos intentando no prestar demasiada atención a esos detalles, era imposible. Edward ya había escuchado el ahogo previo. Sus oídos insistían en distinguir los sonidos de la princesa por sobre todos los que estaban en la habitación, manteniéndolo en ese auto flagelante estado de masoquismo contra el que ningún crucifijo sobre la tierra tenia poder.

Mike había descubierto ese dulzor en el aire, ese aroma que también se impregnaba en la habitación de la princesa y que lo había inquietado después de desmayarse entre sus brazos.
Mike prefirió dar la espalda a la cama cuando se cimbro. No tenia idea que estaba haciendo. Imaginaba lo que el mismo habría hecho si su suerte hubiera sido diferente. El hijo bastardo del duque de Cambridge, jamás iba a lograr acceder a la corona, aunque tuviera igual poder en la corte que el mismo heredero al trono. Podría estar ahora tomando el lugar del Príncipe. Si así lo quisiera tendría que matar a Christopher como objetivo final después de mucha gente que de verdad el creía que se lo merecía. ¿Pero matar a su mejor amigo?... ¿A Sworth?.

Dean observo con extrañeza a Scarlett. Tal ves era un problema de formación, educación. Ella era la que parecía mas apacible y cómoda con toda esa situación. Que para Dean era casi repulsiva. Porque desde que la conoció. Chérie se transformo en su propia hermana. Despertaba en el ese extraño tipo de devoción espiritual sin segundas intenciones. Aunque no sabia como expresarlo o si se atrevería hacerlo. Odiaba tener que ser testigo de esa humillante situación. Porque el hubiera jurado que ella era inocente, sin temer manchar su propia palabra. No tenia justificación tratar a la princesa de ese modo.
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Sus dedos con deliciosa habilidad se movieron por encima de la pequeña bombacha de seda de la princesa, recorriendo esa celosa linea en su entrepierna. Le provoco otro estremecer. Al mismo tiempo en que la mente de Chérie ahora se perdía en la oscuridad de un extraño recuerdo... en esa sofocante desesperación cuando aquella vez a penas lograba respirar. Ella confundió esa cuidada caricia del futuro rey en la que movió su pierna un poco para darse espacio con ese fuerte apretón que alguna vez la golpeo con violencia contra la cama. Finalmente se había despertado aquella pesadilla recurrente y no logro recordar que el magnifico príncipe de Cydonia la envolvía entre sus brazos.

Paralizada por el miedo se quedo inmóvil intentando procesar ese movimiento... Al mismo tiempo en que lento, con total calma Christopher comenzó a bajar por sus piernas la pequeña prenda de ropa interior hasta retirarla por completo. Luego sus manos se movieron seguras y dulces por debajo de la camisa... acaricio delicado su pecho. Ella permanecía con los ojos cerrados, quieta, silenciosa. Con cuidada atención el noto como su respirar cambiaba según el estimulo. Hasta que le quito el camisón. El rubio hubiera preferido mas luz. Mas intimidad y poder apreciar por completo su cuerpo despierto, deshacerse de la estúpida sabana.

Cualquier otra chica se hubiera estremecido con aquellas palabras dulces que Chérie no apreciaba guiándola con total paciencia. Propiciando ese esperado momento.
Chris finalmente resolvió envolverse con la tela después de quitarse la camisa de lino. Acomodo su sexo latente a la altura del maldito ojal bordado con devocion. Como si fuera una perversión que su cuerpo hiciera contacto con su piel. Como si ella no fuera merecedora de las caricias del futuro rey. Tal cual fuera la palabra de ese guardia borracho en la fiesta. Como si el oscuro parecer de la corte importara. El sabia que solo era un momento. Un desesperado y enfermizo momento. Intento volver a entregarle la atención requerida. Ella respiraba realmente agitada, asustada, negandole la vista. Ya era imposible intentar no aplastarla.

A ella le pareció que la acomodaba con ira. El solo se dio mas espacio tomando sus piernas por debajo de las rodillas. Se retorció al sentir sus dedos sobre su vulva palpitante. Incomoda. Atrapada. Sus parpados se apretaron mucho intentando respirar negándose al relajo... a disfrutar de esa debilitante caricia.

Los labios de Sworth volvieron a recorrer ese perfecto y deseable hombro. Se pregunto como era posible semejante clase de piel perfecta, suave como la seda, deliciosa como la miel. Christopher se detuvo a acariciar su inocente, casi infantil delta... casi. Solo por esos suaves y escasos vellos púbicos que mas se asemejaban al cabello de un bebé recién nacido. Alcanzo a contener ese gruñido. Pleno de excitación. Aquello era mejor de lo que esperaba. Intento mantenerse racional, con cuidado empujo su dedo medio e indice, separando, examinando, descubriendo. Un débil quejido. Su pierna pareció protestar. Ella levanto esas manos quietas que habían permanecido casi inertes con intencion de protestar... algo tenia que hacer sin pensarlo fue a quitar su mano sobre su vagina negándose. Forcejeo inútil. No logro moverla aunque lo intento.

La luz de ese candelabro tras la cortina. Se movió. Y Chérie recordó. Había gente ahí afuera. La frustración se transformo en un nudo en su garganta. Ya no quería pensar. No lo estaba logrando. Sintió ese pequeño roce en medio de todo. La estremeció. Se le escapo el aire. Eso la obligo a abrir los ojos e intentar respirar. Aunque estaba sobre ella su aliento sofocante. ¿Era posible? Cierta luz en su mirada. La sonrisa. Sus dedos repitieron el movimiento. Ella tembló. La mirada de la Princesa comenzó a oscurecerse. Eso era nuevo y se sentía mejor de lo que esperaba.

La lengua de Sworth entro en su boca, se movió de ese modo que la descontrolaba. Ahora se sentía muy parecido a esa perversa e inmoral caricia entre sus piernas. El solo se limito a repetirlo. Ahora se sentía mas sofocada. Una de sus manos acomodo sus almohadas. Y cuando menos lo esperaba, algo mucho mas grande y grueso se apoyo en medio de sus labios vaginales dividiendo ese descontrolado palpitar bajo su vientre. Las tablas del somier rechinaron, al tiempo de que se movió frotando su pene muy lento recorriendo por completo toda su pequeña e inexperta entrepierna que respondió casi instantánea resbalando. Ya era hora. Esa exquisita humedad era suficiente al menos para el. Christopher se dio un impulso para maniobrar. Ella alcanzo la raíz de su cabello, la que terminaba en su cuello. No quería despegarse ahora de su boca. Respiro profundo. Y escucho ese quejido, que sonó a disgusto. Ella no se atrevía a reclamar nada. Pero lo sujeto reteniéndolo. Ese gesto valió mas que mil palabras. Por fin por si sola se estaba expresando. Ya era suficiente la espera... El deseo por ella punzaba endurecido en su ingle. Una de sus manos bajo a guiar el movimiento de su pene y sin aviso. Con una estocada precisa se hundió hasta el fondo desgarrando todo a su paso. El fuerte y agudo grito fue inevitable. Chérie ya no podía pensar en quien estaba o no de testigo. Dolor. Aquello apretaba de un modo que no tenia idea podía ser posible. Con miedo abrió los ojos al escuchar ese gruñido casi animal desde la boca de su marido. Estaba quieto sobre ella y clavo sus ojos en los suyos viéndola de ese modo que jamas... nunca en su vida había visto en un hombre. -¿Estas bien?- le pregunto sin voz a su mujer. No supo que contestar. No sabia como estaba. Toda su cintura palpitaba. Dolía, apretaba afiebrada. Una sonrisa tímida y morbosa se apodero de su pequeña boca al minuto en que volvió a observar los labios mojados de Sworth que exhalaron algo de aire caliente y agitado.
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Afuera las mandíbulas de Edward rechinaron de rabia. Ya se estaba imaginando lo indecible.

Dean froto su rostro y su cabello repetidamente. Intento controlar respirar.

Scarlett trago la mitad de su copa recién servida y antes de que se lo imaginara golpeo el esternón de Cavendish con esa botella de Vodka dos tercios vacía. Mike la vio de reojo, ella igualo su mirada. Luego le subió la ceja. Ella ya lo sabia. Finalmente la princesa había gritado, el príncipe gruñido y toda la cama se había cimbrado... Estaba muy clara de lo que estaba pasando. Conocía mas de lo necesario a Cavendish. Había visto como miraba a la princesa. Mike tenia que aceptarlo.
Scarlett por su parte también sabia que no era el único que la veía de ese modo.
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Sworth luego de recibir por primera vez un beso desbordado de deseo de aquella jovencita se retiro con calma pero no por completo y sin aviso volvió a empujar. Ella se retorció bajo el en medio de otro quejido. Y la tela se enredo provocando un roce incomodo a ambos. No importaba que fuera el mas fino lino traído desde Egipto, a ambos los había lastimado. El príncipe ya no lo aguanto mas en medio de un rugido idiota lleno de ira se levanto de encima de Chérie y se quito esa estúpida tradición empapada de pétalos de rosa y naranjo. La mirada de la jovencita se lleno de asombro. Su boca se entreabrió algo incrédula buscando aire... las mejillas se le encendieron aun mas de rubor... nunca. Jamás había visto a un hombre por completo desnudo y de pronto vio a Christopher con toda su hombría crecida haciendo una bola la sabana y tirarla quien sabia a donde pero fuera del lecho. La cortina se movió un poco permitió un destello de luz que se dibujo una linea en ese adolescente y pequeño cuerpo...  sonrió observándola. Pero no demasiado. Al instante lo vio de nuevo sobre ella. Ahora piel contra piel. Ahí estaba acomodándola de nuevo. El cuerpo de Christopher se sentía cálido, pesado, algo pegajoso a causa de la transpiración. Pero muy agradable. Su piel olía a sudor mezclado con romero y bergamota gracias al jabón que le había escogido Lady Isabey. Un plus que le encanto a Chérie, nadie conocía mejor a la princesa.
Sin intención ya de detenerse. La siguiente clavada fue aun mas severa. Pero a la vez deliciosa.
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La sabana cayo a los pies de Dean. Intento permanecer indiferente. Fingir que ni lo había notado.

Las puntas del crucifijo en el bolsillo de Edward se clavaron de nuevo en la palma de su mano.

Mike y Scarlett brindaron, con cierta actitud cínica. Ninguno estaba claro de por que. A ambos algo mas los estaba inquietando. Escucharon un quejido mas fuerte de la princesa. El piso de madera rechino.

Tras el dosel Christopher dio paso a todo ese deseo que había contenido desde hacia ya mucho. Moviéndose vigoroso provocándose cada vez mas placer. Los quejidos de la jovencita se volvían mas claros y agudos, enroscada y sujeta por su piel ya era inútil protestar. Hasta que él se desato en un gran rugido. Chérie confusa noto ese movimiento, una especie de salto de su pene dentro de su cuerpo. Luego algo ardía quemante ¿Era acaso? ¿Liquido?... ¿Seria posible? Christopher temblaba sobre ella apretándola entre sus brazos, sin comprender mucho lo que había pasado.

Uno o mas minutos el príncipe se movió a su costado izquierdo. Acomodándose entre las almohadas. Permitiéndole descansar.

Cuando todo por fin estuvo en calma. Los testigos salieron sigilosos de la habitación. A Chérie le pareció escuchar cerrarse esa puerta. ¿Aun estaban? ¿Cómo era posible?. Christopher no le presto nada de atención. Ella fue consiente nuevamente de su desnudez, al notar una brisa fresca. Sin atreverse a preguntar. Sin saber que decir. Se dio el impulso para sentarse y buscar su camisón. Antes de que lograra moverse la pesada mano del príncipe la sujeto de algo mas arriba de la muñeca y la empujo de nuevo al colchón.
-Mi Señor- Objeto con un hilo de voz.
-No te vayas...-Susurro profundo. Paso por debajo de su cintura el brazo y apego la espalda de la Princesa contra su torso. Con un pie levanto el Edredón Azul digno de la realeza y lo estiro cubriéndola, tapándose también. Fue desconcertante. Después de todo esa complicada situación en que por un instante la invadió el miedo. Sintió esa misma agradable, cálida e inquietante sensación cuando la subió a su caballo y la apego a su cuerpo recorriendo los bosques de Cydonia. Chérie intento cerrar sus ojos con la cabeza de costado en la almohada. Christopher beso su hombro de modo estremecedor arrastrando sus labios, luego se movió lo suficiente inhalo sobre el cabello de su pequeña mujer llenando sus pulmones de su aroma y pausado fue aquietando su corazón, manteniéndola abrazada.

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Warm |SG LEWIS

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°Todo parece que volvió a su control en Owner & Lord. ¿O encontraron algo fuera de lugar en este capitulo?

Voten, comenten. Su opinion es importante.

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