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08|Algo excéntrico

-¿Mi señor... no cree que seria algo excesivo una justa?- Le hablo acelerada Cherie luego de saborear ese increíble bombón de chocolate. Todavía no terminaba la fiesta de matrimonio y a Christopher se le había ocurrido la genial idea de encargar a Cavendish que organizara una refriega en el siguiente fin de semana para celebrar con gallardía la unión entre Cydonia y Bellerose.


-Nada es excesivo en honor a mi princesa...-Respondió galante, sonriendo y con la lengua algo adormecida. Ya habían vaciado la segunda botella de vodka que junto con los deliciosos chocolates eran parte de los fastuosos regalos de la casa Romanov.

-¿Cual honor?- Pregunto un hombre, peligrosamente. cercano al grupo de gente que seguía festejando a un costado del mesón del banquete -...El de una francesa que tiene la osadía de prostituir los símbolos de la realeza de Eastland- Hablo fuerte. Demasiado fuerte envalentonado con el alcohol... pero no tanto alcohol para hacer incomprensible sus palabras.

Christopher abrió mucho los ojos incrédulo de lo que escuchaba de inmediato. Sin intentar racionalizar se levanto de su sitial y desenvaino la espada que su pequeña, inocente y frágil mujer le había obsequiado durante esa tarde. El filo de la punta de la espada en cuestión de segundos fue a dar al cuello del sujeto... que para su dolor era parte de la exclusiva guardia de palacio.
-Retira tus palabras...- Comentó embravecido. Su rostro se había endurecido como la piedra.

Kathleen petrificada. Espantada.

Chérie solo trago mucho aire largo y profundo. Mientras su cráneo era invadido por un dolor agudo y punzante.

Phillipe y Pietro fijaron su mirada en Sworth. Probablemente, si el príncipe no se levantaba a exigir una explicación, algún caballero francés hubiera buscado un castigo.

-Solo soy la voz del pueblo...- Respondió el sujeto con mirada desorbitada y sonrisa histérica.

El pueblo ama a la princesa... Pensó Christopher. No podía, ni debía ser de otro modo.

Dean no parecía tener la intensión de intentar auxiliar al ebrio que evidente no estaba en su sitio... aquello era un hecho muy grave. En cuestión de segundos toda la corte estaba en silencio y la música había cesado.

Sam miro preocupado a Monique que de nuevo estaba muy afectada.

Mila intento permanecer serena pero su pensamiento viajo de inmediato a la casa De Mier. Busco a Leonidas entre la gente y no le sorprendió que se encontrara distante.
El español en algo estaba muy claro. Las palabras podían ser mas peligrosas que los mas sofisticados venenos.

Habia un grupo de detractores, que no estaban conformes con la unión con la princesa francesa. Puristas que insistían en que Christopher debería haber desposado una de las doncellas de cuna noble de Eastland. Aunque probablemente esa clase de comentarios, tal vez no hubieran llegado a oídos del príncipe, sin la hábil retorica de Leonidas. Quien había insinuando ideas entre la gente. Abogando por los rumores que se habían vuelto la comidilla de la corte que al parecer, comenzaron con uno de los cirujanos disconformes con la púdica actitud de la princesa, habría mencionado que la joven había pasado por alto una orden directa del Rey. Desconociendo toda su autoridad. Se había negado a la revisión física antes del matrimonio... ¿Quién osaba reaccionar así ante la solicitud real, sin tener algo que esconder?.

-Los Cirujanos...- Exhaló el sujeto al sentir la clavada a un costado en su cuello, lo suficientemente profunda para que una gota de sangre comenzara a escurrir.

-Christopher- Chérie exhalo casi sin voz y con esa mirada espantada. Casi por desbordar.

Dean apretó las mandíbulas y negó con levedad. La princesa no debía haberse atrevido a llamar su atención o cuestionar su decisión.

Christopher solo vio a la jovencita que durante el banquete había hecho lo imposible por no desbordarse cuando se mancho su vestido de vino. Si empujaba ahora lo suficiente. El mismo mancharía la celebración para la tímida flor de Bellerose.

-Señor Ackles necesito nombres de los sujetos que se han atrevido a levantar calumnias sobre la princesa.- Retumbó su voz en el salón fuerte y clara. Christopher bajo la espada. -No voy a tolerar esta clase de insultos en mi casa- Rugió mas fuerte y dio una fugaz pero inquisitiva mirada a toda la corte, Preguntandose quienes eran los traidores.

-Lleven este hombre a las mazmorras...- Ordeno Dean y cuatro guardias se acercaron a apresar al sujeto. Inevitable, después de los festejos comenzarían los interrogatorios.

-Que maravillosa arma...- Sworth comento retraído. Absoluto indiferente del procedimiento de sus súbditos que ya se alejaban con el prisionero. Tomo una servilleta de tela. Limpio la hoja manchada de sangre. Entonces descubrió a Chérie que lo veía asustada y con ojos llorosos -Como nueva...- Alcanzó a decir mientras envainaba la espada antes de reaccionar al estado de su joven mujer. -Hey...- Le hablo complicado. -Ven acá...- Continuo casi sin voz. Se acerco a ella y la invito nuevamente a bailar...

-No mas espadas por hoy- Ella le solicito antes de levantarse. Respiró muy profundo y le pareció que sus ojos la iban a traicionar,  que se iban a desbordar. Christopher dejo la espada en su sitial.

A Leonidas literalmente se le callo la mandíbula luego de acercarse con actitud curiosa a la escena. ¿Sworth abandonando su nuevo juguete?

Phillipe le sirvió otro trago de licor a Dean. Luego le dedico esa mirada tensa a Edward. Ambos tragaron todo el contenido de sus vasos. Había intentado no caer en la suspicacia.
Algo no les parecía estar funcionando en Cydonia. O tal vez ellos estaban muy aprensivos con su pequneña prima.

Los juglares encargados de amenizar la fiesta de medianoche comenzaron ha interpretar unos abcordes muy alegres en cuanto vieron a los novios encaminarse al medio del salón. Christopher hizo una reverencia, de inmediato imitada por su mujer, medio giro y estiro el brazo para alcanzar su mano cinco pasos detenerse volver a girar... una de las mas tradicionales danzas de la época. Solo que, el sonido era mucho mas vivaz de lo conocido.

Y ahi estaba, la Joya, le había dedicado una brillante sonrisa, parecía que se había quitado de encima todo ese amargo contratiempo volvió a mecerse y girar y entonces se dio cuenta, Mila estaba en su linea a su derecha y Pietro en frente de ella imitando los pasos de Christopher.

-Excelente ritmo ¿de donde salieron estos músicos?- Le pregunto el ruso a Sworth.

-No tengo idea. Mike los contrato.- Contesto mientras se daba cuenta que dos espacios mas allá Scarlett bailaba al parecer había sido convencida por Steve. Ya no había duda.

Los juglares habían reservado una de sus mejores composiciones para la pareja real. Con The music sounds better with you En tan solo unos minutos prácticamente estaba toda la corte bailando.

...Oooooh baby
I feel right
The music sounds better with you
Love might
Bring us both together
I feel so good...

Le agregaron un par de versos pegajosos a la melodía. Chérie no tardo en escuchar al príncipe cantar repitiendo la estrofa mientras se acercaba a ella a centímetros de su cuerpo y cualquier chica de la realeza o este tiempo que hubiera estado en su lugar bailando u observando habría encontrado aquel movimiento ultra sensual. El Príncipe en lo absoluto encantador. La osada chica de vestido azul pálido con hombros descubiertos también entono el verso.

La fiesta ya no parecía, que podría mejorar mas y eso era un alivio para Cavendish. Todo volvía a estar perfecto. Hasta que en un paso equivocado, tras una caravana y un cambio de lugar con su pareja de baile, no estuvo claro de quien, todo estaba demasiado alborotado. Solo sintió de pronto, alguien, a su espalda, tenia que ser una de las damas presentes, ese suave y provocador movimiento contorneado, genero en el duque esa sensación cálida en cuestión de segundos. No pudo ser mas que eso y lleno de cosquillas su garganta, se le escapo un sutil carraspeo de placer. Un encantador accidente impensado y sensual. Fue necesario averiguar de inmediato. No iba a dejar pasar la oportunidad de saber. ¿Quien seria aquella mujer entre todas las damas de buena familia?. Las posibilidades se multiplicaban al imaginar que tan bien podía terminar la noche.
Sucedió lo inesperado. Al girar se encontró con esos maravillados ojos grises, la princesa sonriendo asombrada. De la misma forma en que el la veía. Chérie había apegado y rozado su espalda y su trasero contra el. Ahora dudaba de si mismo. ¿Podía ser posible? Tenia que ser un accidente.

-Mi Señor Cavendish... excelente elección- Comentó con voz agitada a causa del movimiento, sacándolo de su conflicto interno, ella sonría, feliz.-La música esta perfecta.-

-Me alegro mi Princesa...- Respondió casi sin voz. Intentando volver en si.

-Mike la celebración ha estado impecable...- Agregó con voz firme y pastosa Christopher llamando atención del Duque. Cavendish solo asintió con cierta humildad y elegancia.

Entonces la música tuvo un cambio de ritmo y todos en el salón se movieron de lugar. Chérie se perdió de la vista directa de Mike. Era lo mas sano. Mike tenia que alejarse.

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Medio día en Cydonia.

Chérie y sequito se encontraba en su relajada caminata por los jardines del castillo llevando esas maravillosas sombrillas cuando Lord Hiddleston se acerco a las damas de compañía -Lady Mila, Nuestro Señor la requiere en el despacho... Acompáñeme por favor.- Solicitó algo acelerado.

La confidente de la Princesa habia imaginado que en algún momento de la mañana podrían tener una conversación mas privada para comentar esos detalles sabrosos del final de la fiesta. Lady Isabey, se retiro a sus habitaciones algo mas tarde que la princesa debido a la insistencia de Romanov. Que seguía agasajandola por todos los cuidados que había tenido con su hermana.

Hiddleston luego se dio cuenta que no se había detenido a saludar. Entonces le regalo a la princesa una de sus generosas sonrisas -Mi Señora...-Le escucho solemne- Perdone esta imprudencia-
Chérie acababa de cortar una botón de rosa y la había observado detenidamente.
--No hay problema...- Respondió con un amago de sonrisa-¿Mi señor Christopher como ha amanecido hoy?-

-Fresco como el rocío de primavera- Respondió sin pensar.

Aunque la imagen mas real de la situación era que el príncipe había caído inconsciente, preso del alcohol en su sitial una o dos horas despues de que la princesa se retiro a su habitacion. Y que obviamente nadie se atrevió a mover de su lugar al señor.
No importaba que hubiera amanecido todo babeado y greñudo. Al menos dignamente. No perdio el control de ninguno de sus fluidos corporales.
Antes de los primeros rayos de sol volvió en si y se encamino a su habitacion con vértigo, sintiendo que su cabeza iba a explotar.
Era el heredero de Eastland. Por eso nadie testificaría esos detalles. El príncipe siempre tenia que estar bien.

Los ojos de la princesa parecieron iluminarse justo cuando el paje de su marido pretendía alejarse -Señor Hiddleston, seria tan amable- Le extendió una flor.

-Por supuesto- Comentó con relajo infiriendo que ella se la enviaba a Sworth. El paje real una ligera mirada a Mila que se encamino a atender, lo que fuera que necesitara el príncipe.

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Mas tarde Dean y Kathleen estaban terminando de almorzar en las habitaciones de los High Landers cuando Lord McAvoy solicito audiencia.

-Su Alteza. La Duquesa de Bellerose le envía esta encomienda.-

Dean lo vio extraño y se levanto a recibir la carta que venia con los sellos de las casas Sworth Solaire. Infirió que era una un documento importante.

Kathleen observo la carta. ¿Como? Estaba a 20 minutos de sus habitaciones. ¿Era necesaria tanta ceremonia?

Dean cayo en su silla. Su ceño al ir leyendo la misiva se fue volviendo una linea única. Su mandíbula se tenso. No podía creer lo que estaba leyendo.
Dean dirigió la mirada a James.

-Lord McAvoy... dígale a mi Señora que me honra al haberme elegido en esta hora tan delicada.- Saco voz. Obligando a su garganta a no apretarse, ni escucharse dolorida.

-¿Dean?- Se atrevió a preguntar después de que McAvoy se retiro del comedor... ¿Había dicho delicada? Ahora que podía estar pasando. El rostro de la duquesa de Brie se lleno de frustración cuando vio a su marido fijando su mirada en la copa de vino, sin intención de querer explicar.

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El agua estaba lista en la bañera. Chérie observo vaciar una jarra de liquido en el agua a Mila.

-¿Y esto que es?-

-Solo algo de buena suerte...- Respondió animada. O intentando parecer. Había escuchado crepitar al fuego esa tarde cuando preparaban el agua. Eso no estaba bien. Mila tiro un puñado de flores de lavanda y romero... hasta que se calmo. No quería ponerle atención, pero era inevitable, la doncella de descendencia húngara, estaba totalmente conectada con todos los elementos de la tierra.
La novia arrugo el entrecejo.

-Leche de almendras, avena y miel...- Contesto explicando lo que había en el agua ante esa mirada inquisitiva.

-Ellos creen que soy bruja...- Resopló con un nudo en la garganta.

La negativa de la princesa a desnudarse frente a los cirujanos había generado suspicacias en la corte de Cydonia.

-¡Son unos bárbaros!-

Chérie cerro los ojos. Solo había una explicación a su pesar. El miedo, nuevamente se apoderaba de su semblante. No fue necesario comunicarlo Mila, trago saliva y respiro profundo.

-Vamos... estar ahí...- Comentó sin voz. Hubiera preferido no. -Te aseguro. El sexo es mejor, mucho. Mucho mejor de lo que imaginas.- Intento animarla.- Imagino que el príncipe sabra como proceder-

Como si no fuera suficiente trauma enfrentarse a un hombre como Christopher Sworth por primera vez, tenían que ser acompañados por algunos miembros de ambos séquitos especialmente escogidos como testigos... que legitimaran la pureza en unión carnal.
Chérie no tenia muchas opciones. Ni se imagino que algo así pudiera ocurrir. Pero, el arrebato del príncipe a media noche en la fiesta, llego a oídos del rey por la mañana. Y para evitar las habladurías posteriores, decidió hacer cumplir la ley de un modo riguroso.

-Mañana... en cuanto despiertes vas a ser otra persona.- Sonrió Mila después de quitarle la bata de baño. La princesa no tardo en terminar de quitarse la enagua.

-¿Que va a pasar si las sabanas no se manchan?- Exhaló con un hilo de voz ahogada.

-Si...-Isabey respiro profundo.- No dudes que va a pasar.- Insistió.-  Si por algún motivo no llegara a suceder. Ya pensé en algo que podría funcionar. Nadie va a poner en duda tu honor. No existe ni habra, nunca encontraran argumento.- Mila la observo convencida. En lo absoluto.

-Por amor a las criaturas del bosque espero que no te equivoques- Respondió manteniendo serias dudas al respecto. Apoyo la cabeza en el borde de la bañera y sintió derramar en su cabello aceite de rosas y azahares. Cerro los ojos intentando relajarse. Era necesario el sol estaba cayendo en Cydonia.

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-¿Mi Señor esta seguro de esto?...- Pregunto Hiddleston cuando los hombres terminaron de vaciar el canto de agua hirviendo en la bañera.

-Lady Isabey sugirió que es una practica habitual francesa.

-Los cirujanos insisten en que no es recomendable...- El paje comento verificando el calor del agua.

Aunque Sworth durante el medio día ya había discutido con la doncella los beneficios de habituarse a los baños de tina. Algo fuera de todas las costumbres en Eastland.

Christopher recordó las numerables veces en que se burlo de Dean insistiendo que olía como una "Mademoiselle"... Preferentemente los lunes por la mañana. Y ahora se veía en los mismos predicamentos, luego de solicitarle una sugerencia a la dama de compañía de la princesa, para amenizar el momento del esperado encuentro.

-Es algo excéntrico sin duda...- Se sonrió Sworth caminando en bata ya listo para entrar al agua. Había comenzado a pensar que la idea de los cirujanos podía ser una idiotez. ¿Como un poco de agua caliente iba a matarlo?. Era ridículo.

Cuando se sumergió su rostro de la incertidumbre paso al agrado, Tomo una pastilla de jabón que estaba en una mesita adjunta. Se la había proporcionado la doncella Isabey. La mojo y comenzó a frotar entre sus manos, la pastilla empezó a deshacerse revelando un particular aroma.

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La mirada de Kathleen revelo lo maravillada. La invitación a cenar en el comedor del príncipe la tomo por sorpresa al atardecer. No tenia muy claro si era un evento del todo formal. Solo fue recibida junto a su marido con los honores habituales y de inmediato unos sabrosos aperitivos, que distrajeron su atención de que su hermana, para variar, era impuntual.

Phillipe, Pietro, Monique Sam, James, Edward, Scarlett, Steve, Mike, incluso Leonidas. Todos estaban ahi. Esta noche eran atendidos por Elisa y Tom como asistentes principales.

-Mi Señor Christopher... me permite verificar que las ordenes de la Princesa se hayan cumplido en la preparación de la alcoba.- Le solicito Mila cuando Hiddleston llenaba su copa de Champaña.

Elisa la vio de reojo. La doncella de la Princesa estaba solicitando permiso explicito para cuestionar su labor. Mas aun esa noche endemoniada en la que ya no quería ni pensar.

-Por supuesto. Después de cenar. Si mi Princesa lo considera aun necesario...- Respondió algo sorprendido.

-Mi Señor. No se imagina el tiempo dedicado al ajuar...- Comento en medio de un suspiro, las mejillas de Cherie se llenaron de color. Había bordado durante meses. Durante meses pensó en esa penosa situación.

-Owwww....- Estuvo a punto de responder con ese gesto, cuando te encuentras con un cachorro y te doblega de ternura. Sworth respiro profundo reaccionando - Lo que desees preciosa.- Respondió mucho mas compuesto.

Entonces se escucho un silbido desde la boca de Leonidas. El plato principal. Ostras sobre hielo. Hielo. No recordaba ninguna montaña cercana al castillo de Cydonia. Esos días de primavera habían estado especialmente sofocantes el hielo resultaba algo especialmente costoso.

La cena resulto muy amena. El circulo cercano de la princesa dio a la comida una conversación relajada y fluida. Con una distendida sobremesa que se dilato hasta que el ultimo trozo de Tiramisu desapareció de la bandeja.

Lady Isabey destapo una botella de un fino licor digestivo especialmente destinado para la ocasión. Repartió el liquido rojo oscuro en las pequeñas copas de cristal.

-¿Y esto seria?...-

-Una botella especialmente enviada por Lady Cecile de Bellerose.- le explico la doncella.

Kathleen reconoció el aroma del licor se sonrió y miro dichosa a su marido. Recordó ese momento en que llego la botella a su habitacion enviada por su madrastra, cuando se estaban preparando para su primera noche juntos.

Christopher saboreo el liquido dulce al mismo tiempo que Chérie lo degustaba en su boca.

-¿Que es este brebaje?- Pregunto desconcertado Romanov sin dar con el sabor exacto. Tenia notas muy confusas.
El rudo príncipe perteneciente a la región de Eurasia muy lejos de sospechar que estaba saboreando una prolija selección de pétalos de rosas rojas, azahares y frambuesas macerados en azúcar rubia y mezclados con el mas fino alcohol de uva entre otras cosas. Una celosa receta guardada por Cora De Isabey, nodriza de Chérie. Madre de Lady Mila.

-'Una poción para enamorados"-  Sonrió Mila a su derecha con cierto destello de coquetería.

-¿De verdad?- Insistió risueño buscando esos hechizantes ojos pardos.

-Mila por favor... Los caballeros de Cydonia ahora si van a creer que soy bruja.- Llamó su atención con esa entonación divertida, como si fuera broma. Si ahora estaba metida en ese problema debido a la mala intensión. Quien sabia que podría ocurrir después.

-Un espíritu del bosque,  una criatura alada. ¿Pero bruja?, ¿Tu? Mi pequeña flor-Christopher quebró el silencio con inquietante calma. Inocente del efecto del licor ya comenzaba tomar fuerza en el príncipe.

Un inocente licor que usado en su medida justa y mezclado con otros ingredientes como las ostras, y el pastel remojado en alcohol, con café y chocolate podía resultar en una suerte de afrodisíaco. Todo pensado para ayudar a la adolescente recién casada y que obviamente Christopher nunca requeriría. El Principe debía ser un inigualable garañon.

A Elisa casi se le caen los platos que había retirado de la mesa al escuchar esas ridículas y empalagosas palabras. Ya no parecía reconocer a ese hombre que la enloquecía. No podía ser verdad. Sworth era muy diferente.

Monique casi se derritió al escuchar al príncipe poniendo en discusión las palabras de Cherie.

Mila sonrió y observo a la princesa.

-Ya es hora...-Se dijo a si misma la novia. Una especie de mareo se apodero de su cabeza. Entonces se levanto afirmándose de los bordes de la mesa. La tensión se estaba a apoderando de ella.

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Lady Isabey se había visto en la obligación de desarmar la cama y someter las sabanas de la princesa a revisión de los testigos en la que verificaron que se encontraban perfectamente albas. Luego Mila se dispuso a asistir Chérie, mientras Hiddleston ordenaba el lecho nupcial.

Lord Cavendish pareció quedar sin aire cuando por fin la Princesa salio de la habitacion en que se mudaba de ropa. Su perfecto cabello recogido permitía apreciar su blanco camisón satinado perlado con esos finos detalles de encaje.

Ahora si parecía una criatura de los bosques... la pequeña joven francesa una bella era una visión cercana a las celebres elfas de la tradición mágica.

Chérie levanto ligeramente su falda que llegaba mas abajo de sus pies  al caminar.

-Maravillosa...- balbuceo Scarlett viéndola con asombro.

Steve vio por un segundo a Sworth. Esa manera en que la observaba... tan detenido. Incrédulo.

-Damas por favor...-  Índico Cavendish la salida. Era tiempo de que se retiraran.

Kathleen antes de partir abrazo cálida a su hermana. La observo a los ojos por un segundo sin voz y sonrió conteniendo la emoción. Quería decir mucho pero las palabras no eran adecuadas para ese momento.

Christopher abrió la puerta de la habitacion a Chérie. Ella aprecio el maravilloso trabajo del labrado de las puertas de roble reforzadas con bronce. Luego se encamino por la lustrosa madera a unos pasos de la enorme cama de dosel. Respiro profundo. Su mirada se perdió en la luz de uno de los candelabros a su derecha.

Christopher había escogido como testigos al Duque de Norfolk y a la Princesa de Cydonia.

Chérie solicito la palabra del heredero de la bella Escocia y la compañía espiritual del Duque de Nassau.

Edward observo con esa inquietante serenidad a los novios y les ofreció una bendición especial, antes de proceder. Chérie incomoda se persigno con las mejillas rosadas enfrentando al hombre de Dios.
Pero en cuanto ella se encamino al lecho, un dejo de dolor se apodero de su rostro. Edward intentó permanecer sereno. Indiferente como los demás testigos. Pero quien sabia si en su interior realmente era así.

Chérie se detuvo frente a la cama del costado izquierdo. Christopher del derecho. A no mas de un paso observo el edredón. Entonces se inclino a revisar,  tiro a los pies el cobertor y una frazada adicional. Su mirada se detuvo justo en el centro de la cama, observando ese ojal de la sabana nupcial. Sus mandíbulas se tensaron. Era una verdadera idiotez. ¿Como diablos iba a hacer eso?. Probablemente sus antecesores habían sido unos pervertidos... Intento respirar y controlar su mal humor. En un reflejo involuntario froto su mano por su rostro y luego con mucho vigor el pelo.

Ella no había quitado sus ojos de el. Aunque ya estaba su respirar algo acelerado. Sentía ese apretujo en el estomago y en las costillas.

Dejo caer su bata blanca perlada de saeten al suelo desde el otro lado de la cama.

Christopher vio como su cabello caía como una ola sobre sus hombros luego de que se quito las horquillas...
Sin prestarle mucha atención.
No supo como. Solo lo vio frente a ella a un paso de si. El sonrió dulce. No recordaba haber visto algo tan delicado.

Christopher levanto la sabana y en un gesto muy caballeroso espero a que ella se acomodara en la cama. El se fue al otro lado del lecho.

-Lord Hiddleston...- Solicitó y su paje comenzó a desatar las amarras de las cortinas del dosel. Una a una se fue estirando las telas hasta que la princesa desapareció de la vista de los testigos.

La luz se volvió mucho mas tenue dentro de la cama.

Chérie observo a Christopher detenida. El había llevado su mano hacia la amarra de su pantalón, del el
una ves por todas iba a desvestirse.

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°Las intrigas no paran. ¿Sera que la princesa esta escondiendo algo?

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