[Capítulo 12] - Infiltrados.
— ¡¿Que hiciste qué?! —exclamó Krul.
—Entré al Escuadrón del Demonio Lunar... —repitió Mikaela.
— ¿Estás consciente de que el objetivo de ése escuadrón es derrotar a todos los vampiros? —cuestionó, enfatizando el "todos".
— ¡No tuve otra opción! Y, ellos dos también se unieron —señaló a Lacus y René.
—Bien, esto tiene un lado bueno, al menos —suspiró la pelirrosa—. Irán allí y me conseguirán información. Pero, si los descubren, están acabados. Encajen con los demás, hagan amigos si es posible... El punto es que me comuniquen las cosas importantes. ¿Entendido?
— ¡Hai!
-°-°-°-
—Mikaela-san, ya es hora —canturreó Shinoa—. Te acompañaremos~
—Jamás pensé que Mika se uniría a nosotros, wow —murmuró Yūichirō.
—Entre más, mejor, ¿no? Yo creo que Mikaela-san puede ayudarnos mucho —sonrió la de ojos marrones.
Avanzaron hasta la biblioteca, y entraron por la puerta secreta que Yuu tanto conocía. En el nuevo lugar que Shindō apenas iba a conocer, había mucha gente a la que no había visto antes.
—Hola, Mika —saludó Lacus, con un poco de confianza, quien había llegado un poco antes.
—Por lo visto, tenemos nuevos miembros —comentó Kureto—. Oigan todos. Vengan aquí, novatos.
Los tres hicieron caso y se colocaron junto al peli-azul.
—Digan sus nombres —les ordenó.
—Lacus Welt~
—René Simm.
—M-Mikaela Shindō.
— ¡Ahora! ¡¿Juran lealtad?! —vociferó Kureto.
— ¡Sí, juramos lealtad! —contestaron los tres a la vez, obra de Mahiru.
—Ya que hicieron el juramento, quedan oficialmente admitidos en el Escuadrón Demonio Lunar. Felicidades. A partir de hoy podrán ayudarnos a exterminar a todos los vampiros.
-°-°-°-
—Waah, qué duro fue eso —suspiró Mika, mientras volvía a casa junto a Yuu.
—Así es todos los días —rió el azabache—. Espero que logres resistirlo, rubia tonta~
— ¡Eh!
—Está claro que yo soy más hombre que tú —dijo, e infló el pecho con orgullo.
—Sí, lo que digas.
Hace tiempo no regresaban juntos a casa, así que el rubio estaba feliz de hacerlo por fin. Se notaba en el brillo de sus ojos azules.
-°-°-°-
Al día siguiente, en la escuela, Mikaela se empeñaba por concentrarse en la clase. No era capaz, por pensar en todo lo que estaba sucediendo. Había descubierto el secreto de su amigo, pero no le había dicho el suyo. Pensó que era algo de verdad injusto. Aunque, también sabía que revelarlo le podía traer muchos problemas.
Decidió ir a ver a Krul en el descanso, para comentarle cómo era el "club de literatura". Aprovechó también para hablarle sobre sus sentimientos.
—Y, ¿qué pasó?
—Pues... Nos hicieron jurar lealtad y cosas así... Me prestaron una espada para practicar, y aprendí un poco de defensa personal. Fue divertido, aunque todos ahí son muy extraños —confesó.
—Vaya... ¿Tienes algo más que decirme? La campana está por sonar.
—Mmm... —Dudó un momento sobre si preguntarle aquello, pero finalmente lo hizo—. ¿Está bien... si le cuento mi secreto a Yuu-chan?
—No puedes hacer eso. Es un rotundo no. Te dije que podrías ponerlo en pelig— Lo sé, pero —interrumpió—, me atormenta saber que él sigue creyendo que soy el mejor amigo del mundo a pesar de que decidí no contarle mi secreto... ¡Agh! Todo esto hace que me duela la cabeza...
—Sé que son mejores amigos y... Espera. ¿Te duele la cabeza? Eso no es muy común... —susurró—. Hmm... De casualidad, ¿no has sentido... sed?
— ¿Sed? —tragó saliva de forma audible.
—Sed de sangre, duh.
—No, en realidad... —En ese momento, sonó la campana, eliminando todas y cada una de las posibilidades que había de preguntarle a Krul sobre porqué no había tenido sed.
-°-°-°-
Sin embargo, aquella conversación tuvo repercusiones más tarde, cuando era hora de ir al "club". Se dedicó a mirar de manera fija el cuello de Shinoa, y después el de Yuu. Trató de no observarlos, pero le fue imposible controlar ese impulso. Al menos, por ahora, podía abstenerse de morderlos.
Entraron a la biblioteca, y pasaron por la puerta camuflada una vez más. El entrenamiento comenzó casi de inmediato, puesto que esta vez no debían presentar a ningún nuevo miembro.
A Shindo le tocó entrenar con Kimizuki, mientras que Amane estuvo con Lacus. Durante ciertos momentos, se distraía con el cuello de alguna persona y perdía la noción del espacio, así que el de cabello rosado lo derrotaba. Fue divertido pero incómodo.
La hora que duraba su estadía en el club transcurrió muy rápido. Cuando pudieron por fin marcharse a casa, el rubio decidió ir al baño para despejarse un poco. A pesar de no verse en el espejo, mojó un poco su rostro y cerró los ojos. En verdad era muy difícil ser un vampiro entre tantos humanos.
Salió, y se encontró de vuelta con Yūichirō y Shinoa. Pero no contó con que había alguien más en el baño y vio su inexistente reflejo en el espejo.
-°-°-°-
Todo iba bien con el Escuadrón. Durante la semana y media que estuvo con ellos, aprendió muchas cosas y trucos que no estaba seguro de poder utilizar algún día.
Aun así, sus ganas de beber sangre no hicieron más que empeorar. Por esa razón, tuvo que recurrir a Krul.
—Bien. No quería, pero me veo obligada a hacer esto —suspiró.
Tomó su cartera y buscó algo entre sus cosas. Sacó una especie de frasco que contenía un líquido color carmesí, y se lo tendió al rubio.
—Bebe.
Hizo caso, empezando a beber con lentitud. Sin embargo, no se resistió y terminó acabándose toda la sangre de un trago. Sin saber con exactitud qué decir, la pelirrosa sólo se quedó con un gesto de sorpresa en su rostro.
—Vaya que tenías sed —sonrió—. Te advierto que la próxima vez no será fácil.
— ¿Por qué no puedo beber sangre humana...? Podría contarle a Yuu-chan mi secreto, y él me ayudaría con eso —propuso el chico.
—Es fácil. Una vez que bebas sangre humana, no podrás volver a la normalidad. Y, además, perderás tus hermosos ojos azules. Así que, más te vale no hacerlo —sentenció.
Tenía razón. Si Mikaela perdía sus ojos, perdía todas las oportunidades de ocultarle su secreto al mundo. Y el cambio repentino provocaría que la gente a su alrededor tuviera sospechas y, al final, consiguiera averiguar lo que tanto le estaba ocultando a todos.
No tenía otra opción. Debía guardar ese secreto aunque le costase la vida, y no había forma alguna de que pudiera contárselo a su amigo.
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No tengo nada que decir esta vez; sólo que se viene el salseo :p
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