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22. Si, es mi novia


📅 UN MES DESPUÉS

📅 FINALES DE ENERO

Últimamente tengo una sensación bastante extraña. Cuando estoy en la calle, me siento observada como si hubiera alguien ahí fuera que me estuviera vigilando. He pensado que a lo mejor es porque estoy obsesionada conque mi madre o Hugo, o incluso su madre, sean ellos lo que lo hacen. No sé nada de ninguno desde hace tiempo, algo que me alivia, pero que a la vez me tiene en tensión, pues no sé si alguno de ellos será capaz de hacer algo más. 

No he querido decírselo a Juancho porque creo que se pondría aún más protector de lo que está conmigo, y quiero seguir disfrutando de la relación que poco a poco vamos creando los dos, y dejar por ahora, un poco de lado mis dramas. 

El Real Madrid juega hoy contra el Barcelona. Va a ser un partidazo. Y aquí estoy yo, junto a Andrea y mis suegros dispuesta a animar como loca a Juancho. 

- Ya salen.

Andrea coge su bufanda y la alza cuando el himno del Real Madrid resuena en los altavoces. Los jugadores van saliendo uno a uno y los van presentando. Cuando escucho el nombre de Juancho, yo también me pongo a aplaudir hasta que me duelen las manos. Él se va hacia el banquillo y antes de quitarse la sudadera alza sus ojos buscándome. Nuestras miradas se cruzan al instante y una pequeña sonrisa se forma en sus labios mientras nos miramos.

El partido comienza segundos después. En la cancha y en el público se nota la rivalidad Madrid-Barcelona, pues las canastas de nuestro equipo son muy aplaudidas y las de los catalanes, silbadas y gritadas.

- Oye, Andrea, ¿Por qué nunca viene Mario a ver partidos de tu hermano? -le pregunto porque siempre es ella la que viene a ver a Juancho, a veces con sus padres, y otra sola, pero nunca con su marido.  

- Por la rivalidad Madrid-Atlético. Estaría feo que él estuviera aquí en el campo animando al equipo rival. Por muy cuñado que sea de Juancho. De hecho, dejo de subir fotos a Instagram con mi hermano porque los atléticos lo criticaban -lo que ella me cuenta me deja un poco sorprendida, pues desconocía hasta que punto puede llegar la rivalidad de los equipos. 

- Pero es que eso es una gilipollez. Él y Juancho son familia. A veces las rivalidades son una tontería -le contesto, aún siendo yo algo inexperta en este tema. 

- Lo son. Pero es lo que hay. 

Presto toda mi atención al juego y me meto tanto en el partido que hasta me enfado con las decisiones arbitrales. Juancho está jugando realmente bien. Lleva tres triples, pero el equipo contrario le contesta de igual manera. Al descanso, ganamos de tres puntos y me temo que la segunda parte va a ser igual.

- Vamos a por algo de beber –nos dicen los padres de Juancho poniéndose en pie- ¿queréis algo?

Andrea y yo le pedimos un par de aquarius y una bolsa de patatas para mi. La gente se levanta de sus asientos para ir a la zona de restauración y prepararse para la segunda parte.

-¿Sabes una cosa? -me dice Andrea una vez que sus padres se han ido- eres la primera novia que viene a ver a mi hermano. Bueno, joder es que Juancho nunca ha tenido novia. Ha tenido sus líos, como todos, pero siempre decía que si se echaba novia era porque estaba enamorado y era la mujer de su vida.

Las palabras de Andrea me producen un pequeño escalofrío en todo mi cuerpo. Porque esa sensación yo también la tengo con él, la de sentir que Juancho es la única persona que va a haber en mi vida.

- Hemos empezado la casa por la ventana Andrea –me sincero con la que ahora es mi cuñada con un ligero tono de tristeza- ni siquiera nos conocíamos, y mira, embarazada. Me da miedo que nos conozcamos de verdad y que nos demos cuenta de que no somos lo que esperamos el uno del otro.

- ¿Cuánto lleváis viviendo juntos? ¿casi dos meses?

- Más o menos -le respondo echando las mismas cuentas que ella. 

- La primera vez que yo vi a Mario, sentí que me quedaba sin respiración y me entraron ganas de llorar porque con 20 años, pensé que él no se iba a fijar nunca en mi. El día que nos conocimos estuvimos toda la noche hablando y me invitó a cenar ese fin de semana. ¿Sabes que fue lo primero que me dijo el cabrón?

- Sorpréndeme –le contesto medio riéndome.

- Que acababa de salir de una mala relación y que no quería nada serio. Y yo le dije, tranquilo Hermoso ni que nos fuéramos a casar. El cabrón lo hacía para que no me hiciera ilusiones. Seis meses después me estaba pidiendo matrimonio en un viaje que hicimos a Londres, y seis meses después, nos casamos. Así que no me hables a mi de ir deprisa, porque en eso soy una experta.

- Es que Andrea, tengo miedo de que pase algo. Ahora todo es perfecto. Él, yo, el bebé, pero me da pánico volver atrás. La otra noche me desperté y creí que estaba en mi antigua casa. Me dio un pequeño ataque de ansiedad y me tuve que ir al comedor a ver reposiciones de Friends. Menos mal que tu hermano jugaba fuera... -le confieso aún pensando en ese momento y en como casi me da una ataque de ansiedad. 

- Pues cuéntaselo, Nat. Seguramente él también esté igual y le de miedo agobiarte.

Asiento ante sus palabras y ambas nos callamos cuando sus padres vuelven con los refrescos. Los jugadores vuelven a la cancha para jugar la segunda parte. Juancho vuelve a mirarme y me guiña un ojo antes de situarse en la banda para poner en juego el balón. Durante minutos, es un toma y daca entre los dos equipos, y a falta de 5 segundos para que termine el partido, el Barcelona va ganando de dos, aunque la pelota, la tenemos nosotros.

No hay tiempo para hacer casi de nada. Recuerdo a Joel, el chico de la discoteca, el cual le pasa el balón a Juancho y él no se lo piensa, lanza a canasta un tiro de tres, el cual entra limpio en el aro, quedando solo un segundo para terminar el partido. Nos ponemos en pie y Andrea y yo nos abrazamos emocionadas. Juancho alza sus brazos gritando y se da la vuelta para retomar su posición. Cuando pasa a nuestro lado, me señala con el dedo dedicándome la canasta, haciendo que una risa tonta se escape de mis labios.

El partido se reanuda, y el Barcelona, a la desesperada, lanza desde su propio campo a canasta, pero, no consigue encestar, con lo cual, el Real Madrid ha ganado el partido. Nos ponemos en pie para aplaudir a los jugadores, haciendo ellos lo mismo desde el centro del campo. Todos palmean a Juancho por haber metido la canasta del partido. Lo veo caminar hacia donde estamos nosotras y subir los dos escalones de nuestra fila.

Al llegar a nuestra posición, se acerca hacia mi y me planta un beso en los labios dejándome muy sorprendida. Me abraza mientras me besa y puedo sentir su sonrisa en mi boca. Al separarnos, me mira aún con los ojos brillantes, como la mirada que tenía cuando jugaba.

- Qué bonita eres, joder.

📅 MÁS TARDE

Estoy esperando a Juancho sentada en uno de los bancos que hay en los pasillos más cercanos a los vestuarios. Andrea se fue con sus padres porque Mario jugaba en Valencia y estaba a punto de llegar. Miro mi móvil y en varios videos de internet, sale el momento que Juancho me besa. Me da un poco igual que la gente sepa quien soy. No me gusta llamar la atención, pero, tampoco voy a esconderme. Estoy muy orgullosa de estar con Juancho.

- Hola -alzo mis ojos para encontrarme con aquel chico de la discoteca que intentó invitarme a la fuerza y que hizo que Juancho y yo volviéramos a encontrarnos.

- Hola –le respondo más que por educación que por otra cosa.

- ¿Esperas a alguien? –me pregunta recargando el peso de su cuerpo en un solo pie.

- Si estoy aquí es porque lo espero –le contesto con ironía. Él se acerca aún más hacia donde estoy tapándome la visión de por donde debe venir Juancho.

- Tu cara me suena de algo –me dice ladeando su cabeza- ¿Dónde nos hemos visto antes?

- Ni en tus sueños –le respondo. Me pongo en pie para dirigirme un poco más cerca de los vestuarios, pero, al pasar cerca de él, me agarra del brazo impidiéndome que siga mi camino.

- Pero no te vayas mujer, si aún no nos ha dado tiempo a hablar –su voz me produce algo de repulsión e intento zafarme algo asqueada.

- ¡Joel! O sueltas a mi novia o te hincho a hostias.

La voz de Juancho viniendo hacia nosotros me produce cierto alivio. El tal Joel me suelta del brazo y en cuanto lo hace, camino los pocos pasos que me quedan hasta refugiarme en el cuerpo de Juancho. Él me agarra de la cintura mirando a su compañero de equipo con bastante desagrado. 

- Perdona, tío –le dice Joel alzando sus brazos- no sabía que era tu novia.

- Si, es mi novia. Y no te quiero cerca de ella.

Juancho pone su mano detrás de mi espalda. Me gira para guiarme hacia un pasillo más pequeño que hay a la derecha. Mis manos se agarran a su cintura como si no quisiera despegarme de él.

- Es la tía de la discoteca, ¿verdad? –trago saliva y me quedo algo estática sin poder caminar. Creí que no se acordaría de mi, pero, se ve que si.

- Y mi novia, gilipollas, ya te lo he dicho -le recrimina él con dureza. 

Seguimos caminando por el pasillo sin prestar más atención al imbécil de su compañero. Me refugio en su pecho para seguir andando como últimamente hago cuando estoy cerca de él.

- ¿Se ha pasado contigo, Tali? -realiza su pregunta en un tono algo seco, a causa de lo que Joel le ha provocado. Ya lo voy conociendo y cuando se trata de mi, aflora su instinto de protección a las primeras de cambio.

- No, sólo quería conocerme mejor. Estaba a punto de darle una patada antes de que tú llegaras -le contesto intentando que se tranquilice. 

- Se la hubiera merecido.

Juancho deja un pequeño beso en mi cabeza y en cuestión de minutos, llegamos a su coche. Nos montamos en el y antes de ponerme el cinturón me acaricio la barriga.

- ¿Estás bien? –me pregunta él preocupado por el gesto que acabo de hacer.

- Si, si, no te preocupes...es solo que... -dudo un poco en lo que tengo que preguntarle, pues después de la conversación que he tenido con Andrea, las dudas se han instalado en mi cabeza. 

- ¿Qué te pasa? A ver, cuéntame -me pide él prestándome toda la atención. Sus ojos me miran con calma, y su boca se curva en una pequeña sonrisa. 

- Juancho...¿tú sientes algo por mi? ¿o estás solo conmigo por el bebé?

Juancho entrecierra sus ojos y toma un largo suspiro. Alza sus manos y pone ambas en mis mejillas. Se acerca poco a poco hasta casi rozar mis labios con los suyos. Sus ojos me miran con gran intensidad, como si quisiera desnudar mi alma y todo lo que soy.

- Siento algo por ti, Tali. Desde el primer momento que te vi en aquel café, sentí una conexión especial contigo. Y el destino ha querido que ambos estemos juntos. Es cierto que lo nuestro no ha empezado de la manera más convencional posible. Que vamos a ser padres y estamos aún conociéndonos –Juancho coge una de mis manos y la pone en su corazón. Siento sus acelerados latidos y como su mirada se torna aún más dulce mientras me mira- pero, mi corazón es tuyo. Te pertenece. Igual que todo lo que yo soy.

Su confesión me deja sin palabras. Solo puedo concentrarme en los latidos de su corazón y como golpetean en mi pecho los míos propios. Trago saliva y me mojo los labios aún emocionada por sus palabras. Alzo mi mano y acaricio su mejilla muy despacio consiguiendo que él deje de estar tan serio.

- Tenía miedo de que esto no saliera bien, Juancho. De que ambos nos diéramos cuenta de que es un error y que solo tuviéramos en común al bebé. Pero, ahora que me veo reflejada en tus ojos, que me miras de esa manera y que los latidos de tu corazón van tan acelerados, ahora sé que no debo temer nada, porque tú siempre, vas a estar a mi lado -contengo la emoción que sus palabras me han causado, apretando mis labios. 

Juancho permanece en silencio durante varios segundos, los que dedica a mirarme y a repasar mis mejillas con las yemas de sus dedos. Sonríe al mirarme, lo que consigue que de nuevo los latidos de mi corazón, se muestren algo acelerados.

-Enamorarse de ti es tan fácil, Tali. Ahora me toca convencerte de que creas que lo estoy de ti.

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