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21. Las hormonas

📅 MÁS TARDE

Hace sólo media hora que llegamos del festival. Nunca me lo había pasado tan bien como esta noche. He sentido como si recuperara parte de mi adolescencia. Esa que madre me robó. Estar con gente de mi edad, haciendo esas cosas que debería haber hecho. Bailar. Pasarlo bien. Disfrutar. 

Acaricio mi cuello muy lentamente mientras miro por la ventana. De nuevo tengo las hormonas revolucionadas a causa de los bailes con Juancho. Su cercanía me afecta. Todo mi cuerpo responde a él y a lo que me hace sentir. 

-Hermosa. Eres jodidamente hermosa.

Me mojo los labios lentamente para fijar mi mirada con la suya. Juancho solo lleva puesto un pantalón corto de dormir, lo que acelera los latidos de mi corazón así como mi excitación. Llevo mis manos a la parte de atrás del sujetador, y de un rápido movimiento, me deshago de él. Veo como su garganta sube y baja, y como su mirada se oscurece a medida que me deshago de mí ropa. Mis pulgares se enganchan en el borde de mis braguitas. Su mirada me quema. Hace que mi cuerpo arda por su causa. Las arrojo a un lado y camino lentamente hasta tumbarme en la cama.

-Ven aquí.

Mi dedo índice le hace un gesto para reclamar su presencia a mi lado. Juancho tarda muy poco en hacer lo que le pido, y venir hacia la cama. Él se inclina hasta aprisionar su cuerpo con el mío. Su boca se estrella con mis labios, mientras mis manos buscan como quitarle sus bóxer.

-Estas muy ansiosa -él vuelve a ponerse en pie quitándose esa prenda que tanto me estorba.

-Juancho, tengo todo el cuerpo alterado por culpa de las hormonas. Me duele ahí abajo y necesito que me calmes el dolor. Ahora.

Una sonrisa de satisfacción sale de su cara cuando termino de decirle lo que quiero. Él lleva su mano a su pene, acariciándolo sin perder contacto con mis ojos. Bajo mi vista hacia él, hipnotizada por los movimientos de su mano. Juancho acorta la distancia que nos separa, y se arrodilla frente a mi. Las ganas y la anticipación me están matando, deseando esa satisfacción que sé que él me va a dar.

-Tienes las tetas más grandes -Juancho se inclina hasta casi tener mis pechos delante suya- una delicia para mi boca.

Su lengua ataca uno de mis pechos, chupándolo y succionándolo con bastante lentitud. Oleadas de placer recorren mi cuerpo, a causa de esa lengua. Arqueo mi espalda abriendo más mis piernas, mientras él se deleita con mis pechos, besándolos una y otra vez. Una de sus manos desciende hasta rozar mi centro. Recibo un pellizco suyo que me hace morderme los labios para no despertar a nadie a causa de mis gemidos. Aunque el resto de habitantes de esta casa, seguramente están haciendo lo mismo que nosotros.

Sus dedos se mueven ansiosos contra mí, haciendo fricción con ellos de una forma muy placentera. Pero no contento con eso, Juancho baja su cabeza y después de flexionar una de mis piernas, hunde su lengua entre mis pliegues.

-¡Ay, dios! -es lo único que se me ocurre decir cuando su lengua prueba y saborea cada centímetro de mi sexo.

Las acometidas de su lengua van acompañadas de uno de sus dedos, el cual mueve en círculos, arqueando este, una y otra vez.

-No te corras, Tali -el tono demandante de su voz me excita aún más. Mis dedos se agarran a sus hombros, incapaz de estarme quieta.

Los espasmos de placer atacan mi centro cada vez que mueve su lengua. Esto se está convirtiendo en algo insoportable. Una tortura tener que aguantarme cuando las ganas me dominan por completo. Juancho me muerde el clítoris y después se retira de mi. Me agarra las piernas, arrastrándome hasta estar debajo de él. Su boca, manchada con mis fluidos me provoca a besarlo, hundiendo mi lengua en ella.

Siento su pene adentrándose en mi interior y como me toma profundamente. Me agarro de nuevo a sus brazos, cuando comienza un ritmo lento y pausado que me hace jadear, escondiendo mi cabeza en su hombro. 

-No te contengas más, córrete y mójame entero.

Juancho presiona una y otra vez su pene dentro de mi. Su ritmo se vuelve frenético y sus embestidas son más profundas. Mis caderas se mueven con él. Mi cuerpo entero se mueve a su compás. Su boca busca mi cuello chupándolo y rozándolo con sus dientes. El calor invade mi cuerpo. El placer que siento viene en oleadas, haciéndome estallar cuando él llega casi hasta el fondo. Sigue golpeando dentro de mi, desatando una locura.

-Juancho, no pares. Ahora no, por favor. 

El orgasmo estalla en mi cuerpo. Me abandono a él hundiendo mis uñas en su espalda. Todo él me consume. Los espasmos descontrolados de Juancho, coinciden con los míos. Un gruñido sale de su garganta cuando él también se corre. Siento como su semen me llena por completo. Alzo mis caderas moviéndome un poco, provocándolo de esta manera. Él pega su frente con la mía, intentando recuperar el aliento. 

-Me encantan tus hormonas, Natalia. 

📅 AL DÍA SIGUIENTE

Abro mis ojos sintiendo como una mano presiona mi espalda. Levanto mi cabeza viendo como la claridad entra por la ventana. Me revuelvo en la cama, apartándome del cuerpo de Juancho, el cual duerme profundamente, o eso creía.

-¿Dónde vas? -apenas me mira y ni abre los ojos mientras me levanto. Apoyo mis pies en el suelo para deshacerme de su brazo que reclama de nuevo mi presencia a su lado.

-Tengo hambre. Y tengo que tomarme las pastillos de hierro. Sigue durmiendo.

Recibo un gruñido por su parte que me hace rodar mis ojos. Después de ponerme en pie, busco mi ropa y entro al baño para cambiarme. Me doy una rápida ducha dejando mi pelo sin secar. Salgo a la habitación y mi novio sigue en la misma postura en la que estaba. Lo dejo dormido y abandono el cuarto para bajar a la cocina. Apenas son las once de la mañana y aunque aquí en Estados Unidos los horarios no son iguales que los de España, el resto de las personas que están en la casa, también duermen.

Entro en la cocina y me sorprende ver a Willy sentado en un taburete, saboreando una taza de café. Le sonrío nada más verlo, entrando con algo de azoramiento en la estancia.

-Buenos días, ¿y tus novias? -le digo de forma burlona, ganándome una airada mirada por su parte. 

-Me abandonaron después de darles todo mi amor -me responde con una mueca de disgusto- ¿Qué quieres desayunar?

-Menos café, lo que sea -le contesto subiéndome la cremallera de la sudadera.

-Natalia, sírvete tú misma. Estás en tu casa.

Willy me hace un gesto abarcando toda la cocina. Asiento con mi barbilla y voy hacia la nevera, buscando zumo de naranja, que es lo que me apetece. Lo encuentro rápidamente, y decido acompañarlo con un sándwich vegetal.

-Andrea me ha dicho que estás estudiando Decoración, ¿te queda mucho para graduarte? -busco un vaso donde echar el zumo a la vez que fijo mi atención en él. Juancho siempre me ha dicho que su hermano es mucho más sociable que él, pero a mi me parece que por lo menos, conmigo, se comporta de otra manera.

-A finales de Enero, justo cuando termino las prácticas -le informo sentándome frente a él, acompañada de mi desayuno. Le doy un trago a mi zumo y después, saco una de las pastillas del blíster y me la llevo a la boca acompañándolas de otro trago- es hierro. Estoy un poco baja.

Willy me mira en silencio. Sin emitir palabra alguna. Y a mi todo esta situación no me gusta. Porque parece que quiere decirme algo y no se atreve.

-Pregunta lo que quieras -le doy pie a que hable, encontrándome con su mirada de sorpresa. Supongo que no se esperaba que fuera tan directa con él.

-Solo quiero saber que planes tienes. Para cuando nazca el bebé y todo eso...

-Si lo que quieres saber es si voy a aprovecharme de tu hermano... eso ya lo hemos hablado él y yo. No soy una cualquiera por haberme quedado embarazada de él.

-Yo no he dicho eso -Willy se justifica de alguna manera lo que yo creo que él piensa de mi. Apoya sus brazos en la encimera mirándome fijamente mientras le hablo.

-Pero lo piensas. Yo tengo dinero. Lo bastante como para vivir sola con mi hijo, toda la vida. Tu hermano no me deja aportar nada y ya me he peleado con él por eso -me muerdo el labio rememorando la conversación que tuvimos días después de que me fuera a vivir con él. Una que él ganó- solo quiere cuidar de nosotros y que yo sea feliz. Y como no tiene sentido discutir con él, por ahora lo dejo.

-Es típico de mi hermano, si. Él mataría por las personas que quiere -su afirmación coincide con lo que yo pienso de Juancho. Mi novio es la persona más desprendida que conozco y también tiene un instinto de protección con nosotros, bastante alto.

-Ahora mismo, en lo único que pienso es en que mi bebé esté bien -llevo mi mano a mi estómago para reafirmar mis palabras- he sufrido mucho en mi vida y no deseo que mi hijo pase por lo mismo que yo. Por suerte, él, va a tener unos padres que lo van a querer mucho y que están felices por tenerlo. Mi prioridad ahora mismo, es mi hijo, y estar al lado de tu hermano. No concibo estar ni un minuto separada de él.

Willy frunce sus labios mientras muerde su labio superior. Toma aire con fuerza y lo suelta segundos después, aún mirándome con curiosidad.

-Estáis los dos de la misma manera -me dice él al mismo momento que escucho pasos venir hacia la cocina.

-¿Y cómo estamos?

-Enamorados hasta las trancas.

Las palabras de Willy golpean en mi pecho con fuerza. Siento los latidos de mi corazón acelerarse pensando en esa posibilidad, en la de que él sienta lo mismo que siento yo. En que me quiera. Pero que sea de verdad, y no una estúpida obsesión. 

Pero cuando él aparece por la puerta y me regala una sonrisa. Cuando su mirada y la forma como me mira, hacen que todo mi cuerpo se estremezca. Entonces si, entonces confirmo que si, que puede que él esté enamorado de mi.

-¿Ya has desayunado? -Juancho pasa uno de sus brazos por mi pecho hasta deslizarlo por mi vientre. Lo deja ahí, mientras besa mi mejilla de una forma muy dulce.

-Estoy terminando  -trago saliva procurando que su mirada y su forma de tocarme no me alteren. Pero es imposible no sentirme nerviosa cuando sus dedos acarician mi vientre con tanto amor en sus ojos.

-¿Quieres que demos un paseo? y luego te llevo a comer por ahí. Te debo una cita -Juancho me atrae hacia su pecho rodeándome con sus brazos. Siento cada latido de mi corazón golpear en mi caja torácica de forma bastante nerviosa.

-Creí que habías dicho que me llevarías a cenar esta noche -le recuerdo su conversación de ayer, ladeando mi cabeza para mirarlo, pero lo que me encuentro, es su pícara sonrisa al compartir la misma mirada.

-La noche prefiero dejarla para otras cosas -.Juancho me guiña uno de sus ojos, refiriéndose a lo que pasó anoche. Siento mis mejillas arder recordándolo y también porque seguramente, Willy nos ha escuchado.

-¡Dios! ¡Estoy aquí delante! -la exclamación de Willy me hace refugiar mi cabeza en el pecho de mi novio y no mirarlo, pues sé que me pondré aún más avergonzada de lo que estoy.

-¡No me jodas! ¿en serio? -le contesta Juancho para, segundos después, separarse de mi para ir hacia la nevera- yo no tengo culpa de que no eches un buen polvo. Que parece que las gemelas de anoche te supieron a poco.

-¿Eran gemelas? -dirijo mi mirada a Willy recordando que las chicas que estaban con él, no se parecían en nada, como para ser gemelas.

-No, no lo eran, pero se movían como si lo fueran -.Willy me guiña un ojo soltando después una carcajada. Su hermano se acerca a él y le da una colleja, para retirarse después y volver a mi lado.

Le doy otro sorbo a mi zumo, mordiéndome los labios mientras lo hago. Hay una pregunta que quiero hacerle a Juancho pero me da algo de vergüenza porque es algo muy personal y a lo mejor le molesta.

-Nunca he hecho un trío, por si te lo estás preguntando -Juancho se sienta en el taburete que hay a mi lado. Coge mi mano izquierda y se lleva los dedos a su boca, besándolos uno a uno. Cuando levanto mi mirada, él me guiña un ojo, logrando que mis mejillas se ruboricen.

-Es bueno saberlo -mojo mis labios uno con otro, después de que un pequeño suspiro salga de mi garganta. Me quedo callada unos segundos en los cuales Juancho me mira de forma interrogativa. Aprieto mis labios y dejo que de nuevo, otro suspiro salga por mi garganta.

-Tali -su tono de voz es como si fuera un ruego de algo que quiere saber y yo no le cuento.

-No pienses cosas raras -le advierto con la mirada- pero una vez, me presenté en casa de mi madre sin avisar, y aunque ella no me vio, la pillé en la cocina dándolo todo con el concejal de Urbanismo y con el de movilidad. Y creedme, no fue agradable.

Tanto Juancho como su hermano se quedan callados mirándome ambos sin emitir palabra alguna. Llevo mi vaso de zumo de nuevo a los labios, dejándolo en la encimera segundos después.

-Joder con tu madre. Aunque no me sorprende nada de lo que hace, la verdad -Juancho mueve su nariz de un lado a otro intentando no opinar mucho sobre lo que le he contado.

-Ahí comprendí que ella siempre está dispuesta a todo por conseguir lo que quiere. Meses después, a su constructora le dieron la concesión para hacer más de 50 viviendas unifamiliares a las afueras del pueblo -miro a Juancho esperando alguna respuesta por su parte, pero es Willy quien habla, teniendo que contener mi risa tras sus palabras.

-Y yo follándome a dos dependientas de Wallmart. Joder, ni un bono de descuento me han dado las cabronas. 

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