
13. Lo que él me escondía
📅 HORAS ANTES
La reforma de la cocina de Andrea va según lo planeado. El cronograma que hicimos entre Teresa y yo, por ahora se está cumpliendo. En cuanto empiecen a colocar los muebles, tendré que ir a su casa para empezar a decorarla. Me siento bastante útil en este proyecto porque Teresa me está dejando casi encargarme de él. Solo me quedan de prácticas tres meses, y según ella, esto cubre por entero esas semanas que me quedan. Estoy deseando terminar y tener por fin mi título en decoración. Aunque no se que haré después de que lo tenga.
Me toco el vientre por instinto. Saber que está bien. Que está creciendo y que es un bebé sano, me da fuerzas para todo. Mi decisión de dejar a Hugo es inamovible. He aceptado la oferta de mi hermana de irme a vivir con ella, y poco a poco, me he ido llevando algunas cosas a su casa para que él no note que falta nada. Así, cuando definitivamente me vaya, podré hacerlo sin dejarme nada atrás.
Miro la hora de mi reloj. Esta noche Juancho juega un partido de Euroliga y voy a ir a verlo. Llamé a Andrea para quedar con ella y voy a darle la sorpresa. Y si no pasa nada, este fin de semana, al fin, seré libre. Lo echo de menos. Prometió que no me agobiaría y lo está cumpliendo. Aunque todos los días me manda un mensaje preguntándome como estamos los dos. Y eso es lo que me hace sonreír. Él es quien me da más fuerza para soportar todo esto.
Mi teléfono suena y descuelgo al ver que es mi hermana.
- Te he mandado un correo electrónico, Nat -me dice ella sin apenas saludarme.
- Hola a ti también, querida hermana -oigo a Aroa bufar y mientras me río, le doy a la pestaña del correo electrónico.
Aparte de algún que otro mensaje de publicidad, está el email de mi hermana. En cuanto lo abro y empiezo a leer, mi sorpresa es cada vez mayor y no salgo de mi asombro.
- ¿Esto es verdad, Aroa? –le pregunto echándome hacia atrás en mi silla, releyendo de nuevo lo que ella me acaba de enviar.
- Yo misma lo he comprobado. He hecho un par de llamadas y hablado con alguna que otra persona. Y también he estado hablando un buen rato con un contacto que tengo en el ayuntamiento -me confirma ella mientras no salgo de mi asombro, ante lo que la pantalla me muestra.
- ¡Dios! Esto si que no me lo esperaba -llevo mis manos a la cabeza y siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Tengo hasta ganas de llorar de la impotencia.
- Nat, esos putos terrenos por los cuales mamá te tiene como te tiene, no son urbanizables, y en caso de que los recalificaran para hacerlos, podrían pasar años, si es que alguna vez lo hacen -me confirma ella, por si no he entendido bien lo que hay escrito en los documentos que Aroa me ha enviado.
- Pero mamá dijo...
- Mamá ha cabreado a alguien del ayuntamiento, y a no ser que haya elecciones y un nuevo partido político...ese puto centro comercial no será construido en la vida- me llevo las manos a la cabeza y una pequeña carcajada sale de mis labios.
- ¿Y eso lo saben ellos? -le pregunto temiéndome la respuesta, porque entonces, mi madre es más hija de puta de lo que pensaba.
- ¡Pues claro que lo saben! A veces eres muy inocentona, Natalia. Mientras tú estés con Hugo, no tienen que preocuparse de lo que tarden esos terrenos en volverse urbanizables.
Siento que me escuecen los ojos y una lágrima se escapa de mis ojos resbalando por mi mejilla. Me siento usada, traicionada y utilizada por mi madre. Hugo y ella han jugado conmigo, con mis sentimientos y me han manejado a su antojo. Y todo por el puto capricho de un hijo de puta que se encaprichó de una niña de 17 años.
- Este fin de semana me voy a tu casa -le digo cada vez más segura de lo que voy a hacer.
- ¡Aleluya! –exclama ella- ¿y cuando vas a decirle a ese cabrón que lo dejas?
- Pues... mañana cuando venga del estudio. Me faltan un par de cosas por llevarme y listo. Pero yo ya no paso ni un minuto más con ese hijo de puta.
El grito de júbilo de mi hermana me hace apartar el teléfono de mi oreja. Me río escuchando su risa de felicidad, algo que me contagia.
- ¿Y qué vas a hacer? ¿Qué le vas a decir? –me pregunta ella cada vez más entusiasmada con la idea.
- La verdad. Que yo no lo quiero y que no pienso estar con una persona que detesto. Y que no quiero que se acerque más a mi en la vida.
- Te adoro, Natalia. Todo va a salir bien, ya lo sabes. Y mi casa es tu casa, aunque, tú y yo sabemos que en la única cama en la que tú quieres estar empieza por J y termina UANCHO.
La mera mención de su nombre me hace sonreír como una idiota. Si, lo admito. Echo de menos sus besos. El estar cerca suya. Bueno, lo echo de menos a todo él. Y mis revolucionadas hormonas también echan de menos su cuerpo.
Termino de hablar con mi hermana y me quedo pensando unos segundos en la decisión que voy a tomar. Sé que mis madre me va a odiar y que me dirá de todo, pero, me da igual. Llevo mis manos a mi vientre y lo acaricio sonriendo.
- Me importa todo una puta mierda menos tú y tu padre, bebé mío.
📅 MÁS TARDE
Ver jugar a Juancho es hipnótico. La fuerza y coordinación que tiene es impresionante, y triple que tira, triple que encesta. Un par de veces nuestras miradas se han encontrado y ha hecho hasta que me sonroje.
He imaginado una vida a su lado. O por lo menos, he imaginado lo que sería estar juntos con nuestro bebé. Verlo crecer y que sus padres estén a su lado, amándolo y dejándolo ser él mismo. Algo más de lo que tuve yo. Y esos sueños aún reafirman más mi firme decisión de abandonar a Hugo. Sin importarme lo que mi madre piense o haga. A mi ya no me maneja más.
- ¿Cuándo vas a pasar una noche conmigo? -Juancho tira de mi besando de nuevo mis labios. Aún tengo su sabor en mi boca. Aún lo deseo.
-Pronto. Antes de lo que imaginas, Juan Alberto -le prometo siendo yo ahora la que beso sus labios. Su boca se mueve contra la mía, buscando mi lengua, la cual roza una y otra vez.
-Tengo que irme -le digo separándome a desgana de él.
-¿Desayunamos mañana?
-¿En tu coche? -le pregunto con algo de ironía en mi tono de voz.
-Nena, las mejores cosas que nos pasan siempre son en ese coche, no te burles.
Lo abrazo y lo beso de nuevo antes de irme. Me duele dejarlo, pero, sé que esta será de las últimas veces que lo haga.
Incapaz de aguantar los nervios, he decidido irme a casa antes. Le dije a Lola que saldría a cenar por un tema de trabajo y no me puso objeciones por quedarse un rato más. Pero, estoy un poco cansada y necesito terminar de recoger un par de cosas para que mañana no me quede casi nada en esta maldita casa, que abandonaré de una puta vez.
Salgo del ascensor y saco las llaves de casa. Abro la puerta despacio y camino por el pasillo. Todo está en silencio, algo que me extraña porque a estas horas, Lola debería estar preparándole a Hugo la comida. Avanzo un par de pasos, y unos gemidos me paralizan. Agudizo mi oído y esos jadeos suben en intensidad haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo.
Trago saliva y avanzo hacia lo que oigo. Llego hasta la puerta del comedor, y lo que veo me deja sin habla. Lola está de rodillas en el sofá mientras Hugo está detrás de ella agarrado a sus pechos desnudos. Bueno, los dos están desnudos gritando y jadeando como locos. Él la está embistiendo con los ojos cerrados y ninguno de los dos se ha dado cuenta de que estoy aquí.
Pero lo que me sorprende no es que ellos estén follando en el sofá, lo que me deja confundida es que Hugo, está moviéndose a un ritmo constante con sus pies en el suelo. Me siento engañada, utilizada de nuevo. Hugo me ha mentido. Y a saber si alguien más sabe que puede andar. El pedazo de cabrón puede andar y me ha estado engañando.
Con toda la frialdad que puedo y aún sintiendo mis dedos temblar, saco mi móvil. Tengo que grabarlo porque si no lo hago, no me van a creer. Siento repulsión de presenciar lo que tengo delante de mi. Pero logro aguantar más de un minuto, y después, guardo mi móvil aún alterada.
- Eres un hijo de puta –le grito harta ya de ver la desagradable imagen que sucede en el comedor.
- ¡Natalia!
Hugo se separa de Lola y le da un empujón que hace que ella caiga en el sofá soltando un pequeño grito. La cara desencajada del rubio y como camina hacia mi me confirman lo obvio, que es un pedazo de cabrón.
- No es lo que parece, Natalia –me dice Hugo viniendo hacia mi, a lo cual yo retrocedo.
- ¿Qué no es lo que parece? ¿Qué te estás follando a tu enfermera? ¿O que puedes andar, cabrón? -le grito sintiendo como el estómago se me revuelve al mirarlo.
- Natalia...yo... -intenta él excusarse caminando hacia mi.
- Ni se te ocurra acercarte -le advierto alzando mi barbilla de forma desafiante.
Me doy la vuelta caminando por el pasillo en dirección a la puerta. Tengo que salir de aquí ahora mismo o no sé de lo que seré capaz. Pero antes de hacerlo, uno de sus brazos me atrapa y tira de mi con bastante fuerza, hasta zarandearme y acercarme más a su cuerpo.
- Tú no vas a ningún sitio, zorra –me dice Hugo clavando sus dedos en mi brazo.
- ¡Suéltame! -le digo intentando zafarme de su agarre.
- Te vas a estar quieta y bien calladita si no quieres que...
Con toda la fuerza de que soy capaz, le doy un empujón que le hace trastabillar y chocar contra la pared, lo que me permite deshacerme de su brazo y salir corriendo. Alcanzo la puerta de la calle, y la abro con el corazón latiéndome muy deprisa. Lo estoy escuchando detrás de mí correr y gritar, pero, yo lo único que quiero es salir de aquí.
- ¡Ven aquí hija de puta! No huyas de mi.
Abro la puerta y siento como una de sus manos tira de mi pelo con fuerza. Me doy la vuelta y alzo mi rodilla dándole una patada en el estómago que le hace soltarme de nuevo. Benditas clases de defensa personal a las que Aroa se empeñó en que fuéramos.
Por fin puedo salir al pasillo y ni siquiera sopeso la idea de ir en el ascensor. Mientras bajo los escalones, aún oigo a Hugo gritar.
- ¡Si se lo dices a alguien te mato! ¿Me oyes! ¡Te mato, hija de puta!
Una de las vecinas de abajo que sube por la escalera, se me queda mirando y se hace a un lado para que pueda pasar. Cuando ve a Hugo, su cara de sorpresa es bastante evidente y no se priva de decirle algo.
-¡Te he escuchado perfectamente, Hugo! ¡Voy a llamar a la policía! ¡Has dicho que la ibas a matar!
Mi alterado corazón no me deja pensar con claridad, pero, me permite salir a la calle sin dejar de correr. Cuanto más me aleje de esa casa mejor. Fuera está lloviendo. Empezó a llover cuando salí del estudio y no ha parado hasta ahora. Pero, a mi no me importa.
Siento que todos se han aprovechado de mi. Que sólo he sido un peón de un juego en el que yo no participaba. Mi madre, Hugo, Gloria... Saco mi teléfono del bolso resguardándome debajo de un balcón. Me muerdo el labio y marco el teléfono de mi madre. A los pocos segundos ella me contesta.
- Natalia...me aleg..
- Corta el rollo. Hugo puede andar. Ve buscándote a otra a la que manejar porque conmigo no lo haces más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro