Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10. Ni un momento de paz

📅 DOS DÍAS DESPUÉS

📅 MARTES

Teresa me ha mandado hoy a casa de Andrea para que le enseñe algunas muestras de pintura. Dice que tiene que verla con la luz del día y que no es lo mismo lo que le muestro en el estudio que en la misma pared de la cocina. Mentiría si dijera que no estoy nerviosa, porque lo estoy. Solo de pensar que Juancho pudiera venir, y ya estoy medio atacada. Llevo sin saber de él desde el sábado. En algún momento tendremos que hablar. Y juro que como hoy no sepa nada de él, se lo cuento todo a Andrea y que me ayude. 

-¿A ti qué color te gusta más? -me pregunta ella pasando una y otra vez las páginas con las muestras.

-Depende del color del azulejo. Lo has escogido blanco mate y la cenefa en amarillo. Yo lo pondría en un tono beige clarito para que haga contraste -le respondo mirando la luz que entra en la cocina, y como quedaría la pintura en ella.

-No sé. Mi madre siempre dice que el color blanco casa con todo, y pienso que a lo mejor tendría que pintarla de ese color.

-Bueno, la pintura la podemos dejar para el final. Cuando estén los azulejos podemos hacer un par de pruebas y comprobar que queda mejor -le sugiero viendo su indecisión.

-¡Genial! porque estoy tan perdida -me admite haciendo una pequeña mueca. De pronto, se me queda mirando cambiando su expresión a otra más seria- ¿tú estás bien?

Encojo mis hombros y me muerdo el labio para reprimir las lágrimas. Tengo unas enormes ganas de llorar y si ella me sigue mirando así, voy a acabar haciéndolo. Es por las hormonas y por todo lo demás. 

-Lo sabes todo, ¿verdad? -Andrea asiente con su cabeza y nada más hacerlo busca mi mano para enlazarla con la mía.

-No sé ni que decirte, Natalia. El estúpido de mi hermano se cabreó porque no fuiste a verlo, y no ve más allá. Tú tienes un problema. Uno muy grave. Y el problema ya estaba ahí antes que él -le doy la razón a Andrea y me siento más aliviada de que alguien me comprenda cuando no me entiendo ni yo.

-Todo esto es por mi culpa. Porque no doy el paso y me largo. Estoy muy perdida, Andrea. 

-Cada uno sabe lo que tiene en su casa y lo que hace con su vida. Eso está claro, pero ahora, tienes un bebé y tienes que pensar por él -Andrea baja su mirada hasta mi estómago y suelta un pequeño suspiro.

-Es en lo único que hago, Andrea. Pero, todos me lo ponen muy difícil. Llevo toda mi vida siendo manejada por los demás, y decir basta, me cuesta.

-Pues ya va siendo hora de que des un golpe en la mesa y digas, aquí estoy yo, ¿no te parece?

Voy a contestarle cuando escuchamos la puerta de la calle. Andrea no suelta mi mano en ningún momento regalándome una cálida sonrisa. 

-Ese debe ser Mario. Se creerá que hemos terminado y por eso viene ahora.

Mientras Andrea va a recibir a su marido, cojo un par de muestras y las pongo en la pared frunciendo mis labios. Hasta que no veamos la cenefa del azulejo puesto, no podremos decidir que color queda mejor en las paredes. Escucho pasos entrando en la cocina, y al girar mi cabeza para hablarle a Andrea, me encuentro que no es ella quien está casi frente a mi, sino Juancho.

Trago saliva impresionada por su presencia. Hoy viste de manera casual. Un pantalón vaquero con una camiseta de manga larga gris por fuera, camiseta que le marca los antebrazos. Se ha cortado el pelo, y este luce aún más corto, sin restarle un ápice de atractivo. Porque lo es. Mira que es guapo el cabrón. Y mira que me gusta, joder.

-Hola -me saluda él manteniendo su mirada fija en la mía. Pasea su lengua por sus labios, provocándome de cierta manera. Algo que hace que mi vientre sufra una contracción a causa de esa intensa mirada sobre mí. 

-Oh, vaya, ¿es lo único que se te ocurre decir después de tres días sin hablarme? -decido atacar y no esperar a que él lo haga. Ya me estoy hartando de ser yo la culpable de todo lo que pasa a mi alrededor. 

-No. También podría decirte que estás preciosa con esa falda y que no he dejado de pensar en ti. Entre otras cosas. 

Reprimo un jadeo sorprendida por la sinceridad de sus palabras, porque sé que no me está mintiendo. Trago saliva al verlo caminar hasta a mi, y me muevo intentando poner distancia sobre nosotros, pero me olvido que detrás está la encimera, la cual ha sido pulida hace poco, pues es lo único que vamos a salvar de nuestra cocina.

-Juancho -le advierto levantando una de mis manos para que detenga su avance sobre mi.

-Lo siento. Me hacía ilusión que vinieras a verme jugar y me cabreé porque estabas con ese desgraciado. Reaccioné mal, perdóname -Juancho me aprisiona contra la encimera. Sus manos se desplazan hasta mis caderas y sin previo aviso me levanta hasta sentarme en ella y colocarse entre mis piernas.

-Tres días, Juancho. Me ha jodido que me ignoraras -intento mantenerme firme con él y parecer más enfadada de lo que estoy, pero es imposible cuando me mira de esa manera. Cuando su intensa mirada cargada de deseo me corta la respiración.

-Soy un idiota. Perdóname. Pero, es que ahora mismo odio tener que compartirte con ese cabrón. 

Su boca aprisiona la mía en un maldito beso que me hace jadear en su boca. Oleadas de placer invaden mi cuerpo en cuanto su lengua toca la mía. La acaricia repetidas veces hasta llegar incluso a morder mi labio. Llevo mi mano a sus hombros, subiéndolas lentamente hasta entrelazarlas detrás de su cuello. Una de las suyas está sobre mis muslos. Solo el roce de nuestras pieles me hace arder y sentir los acelerados latidos de mi corazón como golpean en mi pecho una y otra vez.

Su mano aprieta mi muslo y de pronto, el recuerdo de la otra noche, cuando Hugo me tocó sin mi permiso, se instala en mi cabeza, haciendo que todo mi cuerpo se tense y que incluso mi estómago sufra un vuelco.

-¿Qué te pasa, Tali? -Juancho se ha dado cuenta de que algo me ocurre cuando deja de besarme y se concentra ahora en los gestos de mi rostro.

-Nada, no es nada -le contesto intentando quitarle importancia a algo que sé que lo va a hacer enfadar.

-Si no fuera nada no estarías tan tiesa, ¿Qué pasa? –él me pregunta con voz calmada, toda la que yo no tengo. Aprieto mis labios mordiendo mi lengua y giro un poco mi cabeza hasta estar frente a él

- Es que...no sé si contártelo porque te vas a enfadar... -tomo aire sintiendo que en cuanto abra mi boca, voy a desatar el infierno- es Hugo...

- ¿Qué te ha hecho? –me pregunta apretando su mandíbula. Su gesto es calmado pero, está apretando el borde de la encimera y los nudillos se le están poniendo blancos.

- Estaba soñando...contigo...- los ojos me escuecen y tengo muchas ganas de llorar recordando el desagradable momento que viví con ese hijo de su puta madre. 

- ¿Era un sueño bonito? –me pregunta él con una media sonrisa pero, ni ganas de devolvérsela tengo. 

- Era un sueño...caliente...

- ¿Y porqué me da la sensación de que no ha sido un buen sueño? -de nuevo tomo aire para poder soltar todo lo que guardo. Lo que aún no le he contado a nadie, ni siquiera a Aroa. 

- Creí que estaba soñando...creí que eras tú quien me tocaba...y de pronto, me desperté y...Hugo tenía su mano dentro de...

No puedo seguir hablando. Pongo mis manos en la cara y empiezo a llorar desconsolada. Me siento tan sucia. Y tan cobarde. ¿Por qué no paro esto? ¿Por qué no lo hago y me enfrento a todos? Siento los brazos de Juancho como rodean mi cuerpo y sus manos en mi espalda intentando calmarme.

- ¿Ha intentado algo más, Tali? -Juancho mantiene el tono de su voz para hablar conmigo, pero, sé que no está calmado por la forma en como pronuncia mi nombre. 

- No, no lo he dejado...pero, no sé lo que hubiera pasado si no llego a despertar...

- Ha abusado de ti -me aparto de su pecho porque ponerle un nombre a lo que me ha hecho, suena peor de lo que pensaba- deberías denunciarlo.

- Oh, si, claro. Denunciarlo. Duermo con él en la misma habitación, cama con cama, y lo voy a denunciar porque me ha tocado sin mi consentimiento...no me creería nadie –le digo muy ofuscada.

- Te creo yo, ¿es que eso no es suficiente?

Me aparto de sus brazos y me limpio las lágrimas de mis mejillas. Me bajo de la encimera y me voy hacia la ventana intentando calmarme porque como me ponga a pensar en lo que ha pasado, lloraré de nuevo.

- Te juro que intento entenderte, Tali, te lo juro... pero no sé qué coño haces con ese animal. Estás embarazada joder. De mi bebé, ¿Qué más necesitas para dejarlo? -me doy la vuelta encarando a Juancho, porque no necesito que en este momento, él me juzgue. 

- ¡Tú te crees que es muy fácil! Te crees que lo sabes todo -le grito haciendo aspavientos con mi mano aunque sin moverme de mi sitio. 

- ¡Es que lo es! –Juancho pega un grito más fuerte de lo normal y cierra sus puños golpeando la encimera.

- ¿Y qué tengo que hacer según tú? Dejarlo y, ¿después qué? Ahora estoy embarazada y te preocupas por mi, ¿y si resulta que pasa algo y no hay bebé? ¿también te vas a preocupar?

- Siempre estás con lo mismo, joder –me dice pasando su lengua por sus labios. Está cabreado y le pasa como a mi, no está midiendo sus palabras.

- Porque yo soy realista -le recuerdo torciendo la boca en una irónica sonrisa. 

- Tan realista que vives una vida de mierda -pego un respingo dolida por sus palabras. Paseo mi lengua por mi labio superior intentando contener todo lo que quiero decirle. 

 Él me mira siendo consciente de lo que ha dicho. Se aparta de la encimera y viene hacia donde estoy alzando una de sus manos. Pero yo, le pongo la mía justo delante para que no avance más. Porque estoy muy cabreada. Furiosa. Conmigo y con todo el puto mundo. 

- Tú y yo sólo follamos. Y hemos tenido la mala suerte de que no tuvimos cuidado y me he quedado embarazada –le digo con toda la dureza que soy capaz- tú no me conoces a mí ni yo a ti.

- No estás dejando que lo haga -sus ojos ya no lucen esa intensa mirada que tenía sobre mi, sino que se muestran algo fríos y distantes. 

- Te equivocas, tú no quieres esta realidad, porque sí, mi vida es una mierda, pero es mía. Nadie te ha pedido que me salves -le suelto a bocajarro harta ya de que todos opinen de lo que debería o no hacer, pero de que ninguno me ayude a hacerlo. 

- Pues muy bien –me contesta él intentando hacerse el duro conmigo.

- Sólo eres el padre de mi bebé, nada más Juancho. Que por suerte, tenemos una prueba de ADN que lo dice.

Paso a su lado casi sin rozarlo y voy hacia la mesa. Me pongo mi abrigo y cojo todas mis cosas, dispuesta a irme pues en cualquier momento me voy a derrumbar y no habrá quien frene mis lágrimas. 

-La ecografía es en tres semanas. Si me pasa algo, te avisaré. Mientras tanto, no necesito que andes detrás de mí -me doy la vuelta para no tener que verle la cara después de lo que le he dicho.

Salgo de la cocina y me encuentro a Andrea y a Mario en la entrada del comedor. Ella me sonríe un poco con el gesto entristecido. Está claro que ambos lo han escuchado todo por la expresión que lucen en su rostro. 

-Mañana empiezan la obra -le digo a la castaña- cualquier problema, se lo dices a Teresa, ¿de acuerdo?

-Si, no te preocupes.

Le devuelvo la sonrisa y me giro para abrir la puerta de la calle. Juancho aparece con sus manos en los bolsillos mirándome sin quitar ese frío gesto de su rostro.

- ¿Esto es lo que quieres, Natalia? –asiento dándole una última mirada.  Él aprieta su mirada y se da la vuelta de nuevo para volver dentro de la cocina- perfecto. No necesito tus putos dramas.

Salgo de la casa cerrando la puerta tras de mi. Empiezo a caminar sintiendo de nuevo las lágrimas en mis mejillas. La única persona que me hacía sentir bien, y también me ha hecho daño. 

Está claro que yo no puedo tener ni un momento de paz. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro