tenía yo dieciséis años cuando me
regalaste la libertad en papeles de múltiples colores.
y por mucho tiempo no supe qué hacer con ella,

pero hace un par de semanas,
tan solo cruzando la esquina,
hubo un intento de secuestro

y aunque yo lo observara todo desde mi ventana
no me salió nada: ni un grito ni un llanto ni una sola muestra de emoción:
simplemente no podía evitar pensar que
el papel no es lo suficientemente resistente.

cuarenta y tres minutos pasaron para que
la calle volviera a adquirir su movilidad, con
todos los coches arrasando las ruedas. así,
lo de la chica y el secuestro quedó en el olvido.

ahora siento que todos los camiones que pasan
no pueden evitar arrebatarme pequeños trozos de mí

debo de tener cuidado:
podría terminar hecha trizas.