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Capítulo 14

La brisa nocturna, cada vez más fría, chocaba contra el rostro de Jimin, que observaba el océano con la mirada perdida. La ropa húmeda se pegaba a su cuerpo, y sus cabellos, todavía goteando, se agitaban desordenados. Sus ojos ardían con cada nuevo par de lágrimas que se deslizaba por sus frías mejillas, dejando una marca tras secarse. El dolor en su pecho no disminuía, la amargura de la traición no cedía y sus manos no dejaban de apretar con fuerza ambos celulares. Más de una ocasión se sorprendió observando las pantallas apagadas, pensando en qué hubiera pasado si no hubiese revisado los mensajes, si no hubiera contestado en ese momento. ¿Hasta cuándo había tenido pensado Jungkook mantener esa mentira? ¿Acaso pensó que podría ocultarlo para siempre? ¿Qué pensó que habría más allá de ese engaño?

Caminó un par de pasos hasta sentir la frialdad del agua rozar sus pies, cada vez que las olas llegaban hasta su posición. La opresión en su pecho era tan asfixiante. Sentía que lo más que podía hacer era tragar el nudo en su garganta una y otra vez hasta que el sabor amargo desapareciera.

Jungkook caminaba de regreso, a paso apresurado y con la manta entre sus brazos. Estaba feliz. ¿Cómo no estarlo? ¡Había besado a Jimin! ¡Había besado a Jimin, y había sido correspondido! Más que estar abrumado por el hecho de haber besado a otro chico, se sentía pleno y completo, como si las sensaciones desencadenadas por ese beso hubiesen sido las que había deseado sentir en toda su vida, y hoy las había experimentado por primera vez.

Observó a Jimin, de espaldas a él, con los pies dentro del agua y la mirada perdida en el horizonte. Estaba tan distraído, que ni siquiera parecía haber notado el sonido de sus pasos en la arena a medida que se acercaba. Desdobló la manta y terminó de acercarse.

—¿Qué haces aquí? —Dejó caer la manta sobre los hombros de Jimin, notando de inmediato como estos se tensaban—. Hace frío, podrías resfriarte.

Poco a poco fue dándole la vuelta para quedar frente a frente, pero grande fue su sorpresa al notar las marcas de lágrimas secas y los ojos enrojecidos, cuando sus miradas se encontraron.

—¡¿Qué pasa?! ¿Está todo bien? —preguntó alarmado.

—No lo sé... Dime tú —dijo, su voz desbordando ira contenida.

La expresión de Jungkook se volvía cada vez más confusa.

—Jimin, no entiendo...

El escritor le ofreció el celular y le dijo:

—¿No entiendes? —cuestionó con ironía—. Enciende la pantalla, seguro comprenderás.

Aún sin comprender demasiado, tomó el aparato en sus manos. Todo tuvo sentido cuando los mensajes de Mochi se iluminaron en la pantalla. El pánico se apoderó de la expresión del actor.

—Puedo explicarlo —aclaró con rapidez.

—No me interesa escuchar más mentiras.

—Jimin, por Dios, no es lo que parece.

—Pues para mí es exactamente lo que parece —rebatió, con aspereza en su voz.

—Iba a decírtelo, lo juro. —La desesperación lo embargaba, no le gustaba el curso que estaba tomando la conversación.

—¡¿Cuándo ibas a decírmelo?! ¡¿Cuándo te hubieras acostado conmigo?! —alzó la voz, incapaz de seguir conteniendo el enojo—. ¡¿Querías añadirme a tu lista de conquistas, International playboy?! ¡Debe haber sido divertido engañarme por tanto tiempo!

—No digas eso, por favor... —Su voz tembló. Acercó su mano al rostro del escritor—. Yo nunca...

—No me toques. —Rehuyó del contacto

Jungkook se alejó un par de pasos y se sintió desfallecer, todo lo que había ido construyendo por tanto tiempo y con sumo cuidado, se había desmoronado en segundos. Lo que tanto había tratado de evitar, estaba sucediendo frente a sus ojos. Con sus labios temblorosos, tratando de encontrar su voz entre la angustia que lo engullía, habló, con el tono más conciliador que pudo encontrar:

—Escucha. Sé cómo te sientes, pero, por favor... —Apretó los puños y cerró los ojos con fuerza, nuevamente intentando ordenar las palabras, que se habían escabullido de sus labios al notar la expresión cada vez más dolida de Jimin.

—¿Sabes cómo me siento? ¡No sabes nada! —Pisó con fuerza sobre la arena—. ¿Sabes lo difícil que fue, siquiera, abrir mi corazón de nuevo? ¿Sabes lo que se siente estar confundido por tus propios sentimientos, pensando que amas a dos personas a la vez?

—¿Qué? —El aire casi escapa de los pulmones de Jungkook.

—Durante demasiado tiempo no paré de preguntarme qué sentía por Nochu, un desconocido al que sentía más cercano que a muchos de los que se hacían llamar mis amigos. No sabía cómo era su rostro, o su voz. No podía poner un nombre a lo que crecía en mi interior hacia él, porque simplemente no sabía cómo. —Cierta luz de nostalgia cruzó su rostro—. Entonces apareció Jeon Jungkook... Comenzaste a provocar en mí, sensaciones similares a las que causaba Nochu, y me confundí; porque ambos tenían comportamientos muy parecidos, y tú eras todo lo que quería en una persona, pero, entonces, eso significaba que Nochu también lo era.

>>Cómo poder siquiera escoger, si antes de darme cuenta, los amaba a los dos. Mis sentimientos no hacían más que confundirme y hacerme sentir la peor persona del mundo, ¿y ahora resulta que son la misma persona? ¡No me jodas! —Las lágrimas, mezclando dolor y furia, volvieron a resbalar por su rostro.

—Lo lamento... —Sobrecogido por la revelación, Jungkook solo pudo pronunciar esas palabras.

Jimin inhaló profundo, buscando calma, después de poner todas las cartas sobre la mesa. Muy en el fondo, lo sabía: debía haber una explicación. Todo no podía ser un engaño, tantos años no podían ser una actuación, todo no podía ser una mentira. Ver a Jungkook tan afligido, con sus ojos pintados de pánico intentando que no se fuera, que lo escuchara. Recordar todos los momentos que habían pasado juntos, no solo hoy, sino desde que se conocieron, lo llevaban a una misma respuesta. Sin embargo, estaba dolido, aunque no hubiese sido intencional, se sentía engañado. Estaba enojado. Y cuando se enojaba, le era imposible escuchar razones. Necesitaba tiempo. Para pensar y calmarse. Para tomar una decisión.

—Jimin...

—Déjame solo, por favor.

—Al menos déjame explicarte, por lo que más quieras.

—Sé que debe haber una explicación para todo esto, Jungkook. Lo sé, pero ahora mismo no quiero escucharla. Quiero estar a solas, calmarme y pensar. —Suspiró—. Vamos a hablar, sí. Somos dos personas adultas y vamos a tratar de resolver esto de la mejor manera posible, pero no hoy... Vete.

Jungkook tragó grueso, resignado, y habló:

—Está bien. Esperaré a que estés listo para escucharme y te explicaré todo. —Tomó la manta del suelo y se la volvió a ofrecer—. Al menos quédate con ella, no quiero que enfermes estando mojado en esta frialdad.

—Gracias... Adiós. —Se envolvió y se dio la vuelta, listo para caminar sin rumbo por la orilla.

Jungkook, aun sabiendo que no estaba siendo observado, lo miró fijamente, desbordando sinceridad, y le dijo:

—Te quiero, Jimin. —Pero los pasos del escritor se siguieron alejando en silencio.

Pocos minutos después, cuando Jimin se volteó, todavía con las palabras flotando en su consciencia, notó que la figura del actor no estaba visible por todo el lugar. Se desplomó sobre sus rodillas, rompiendo en llanto una vez más mientras se cobijaba con el calor de la manta, que desprendía un olor muy similar al de Jungkook.

Tras varias horas caminando sin rumbo, enredado en sus propios pensamientos, intentando, sin éxito, organizar ideas coherentes, regresó al estacionamiento. Pidió un taxi e ignorando la mirada curiosa del conductor a su desaliñada figura, le indicó la dirección y se dispuso a regresar a casa.

Cuando el taxi dejó de ser visible, Jungkook salió de entre unas palmeras. Había sido cobijado por la oscuridad mientras observaba a Jimin sin perder detalle. Todo el tiempo había estado haciéndolo. Por más que el escritor le hubiera dicho que se marchara, no podía simplemente irse y dejarlo en ese estado de confusión. Debía estar cerca, en caso de que Jimin necesitara algo. Su ropa y sus cabellos ya estaban secos, había hasta perdido la cuenta del tiempo que había pasado, pero la noche parecía bastante avanzada. Un par de estornudos se le escaparon.

—Creo que es hora de que yo también vuelva. —Se dirigió a su auto, que había cambiado de lugar para no ser visto—. Espero me perdones y... todavía haya una oportunidad para nosotros.


¡Holiwis! Esta semana no me he sentido bien, el dengue me pegó fuerte. Esta vez solo pude escribir algo cortito y hasta aquí. Lo siento. Ya el siguiente debe quedar igual que siempre. 💜
Perdonen si hay muchos errores.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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