Capítulo Único.
Era un extraño día sábado, un sábado posterior a la finalización del curso del raimon, vale decir que ese sábado marcaba curiosamente la fecha del inicio de las vacaciones de verano para los alumnos de la ciudad Inazuma.
Kirino Ranmaru lo tenía más claro que nadie, era la fecha en la que comenzaría a trabajar, a diferencia de su mejor amigo, Ranmaru no tenía la suerte de tener padres millonarios que le ofrecieran todo tipo de bienes sin inconveniente alguno.
Sabía que si quería algo debía conseguirlo a base de trabajo y esfuerzo...
¿Cual era su meta?
Quería juntar dinero para asistir al concierto de su banda favorita, la cual estaba de gira por Japón y pasaría por la ciudad en unas cuantas semanas.
Por lo que ya había ofrecido sus servicios con anticipación para no perder ni un solo segundo.
¿De que iba a trabajar?
Kirino siempre se considero un chico sensible y atento, pero como estudiante de secundaria no podía trabajar asalariado, debía optar por métodos alternativos, en este caso sería ayudar a las personas del pueblo con tareas necesarias, de todo tipo siempre y cuando el las pudiera cumplir.
Como su trabajo era ambiguo debía estar preparado, y preparar sus citas con días de espera para poder tener en cuenta que es lo que necesitaría.
Volviendo a la fecha... Este día sábado se convertiría en el debut del pelirosa, unos adultos lo habían llamado para pedirle que cuidara a uno de sus hijos que se encontraba enfermo. El joven acepto sin rechistar apenas nada.
Era temprano, casi las 12 del medio día y había preparado su mochila con ropa, mantas, agua y todo tipo de cosas que el enfermo pudiera necesitar, por lo visto sufría un resfriado grave por momentos, mareos y dolores de cabeza, nada que Kirino no pudiera manejar, de todas maneras ya tenía experiencia cuidando de sus hermanitos.
Ya con todo listo salió de su casa y se dirigió rápidamente hasta la ubicación acordada con anterioridad.
Fueron unas pocas cuadras antes de llegar, tocó el timbre esperando a ser recibido.
Un hombre de cabello corto y de tonalidades azuladas.
—¡Cariño, el chico llegó!
Gritó, para posteriormente ofrecerle un cálido saludo de mano a Ranmaru.
—Es un gusto.
Exclamó a este último. La mujer llegó y los tres estaban en la puerta de la casa.
—¿Tu eres Kirino?
Preguntó la señora.
—Asi es, para servirle.
Respondió el pelirosa.
—Pues bienvenido, entra porfavor, nosotros vamos tarde para una junta importante, nuestro hijo está en su habitación en el segundo piso.
Dijo el señor más alto.
—Cuidalo mucho por favor, regresaremos en la tarde.
Agregó la madre.
—Lo haré, no se preocupen.
Respondió seguro el chico pelirosado. Parecía que realmente estaban apurados pues más temprano que tarde ambos salieron de la casa.
Kirino se quedó pensativo, puso su mochila en la mesa y comenzó a darse vueltas por la casa, tenía que conocer el lugar en donde cuidaría de el chico enfermo ¿No es así?
Luego de dar una corto paseo para luego no perderse Kirino subió las escaleras, se esperaba que al cruzar la puerta se encontrará a un chico muy joven, mas o menos malcriado y mínimamente tierno.
Una especie de Masaki Kariya en miniatura, si es que eso era posible.
Tocó la puerta 3 veces esperando recibir la señal para entrar.
—¡Pase!
Escuchó un grito de la parte interna de la habitación, la voz de quien fuera que estuviera ahí adentro era grave, así que era medianamente tachable la posibilidad de que se tratase de un infante.
Kirino giró el picaporte para poder entrar y una vez dentro lo que vio no pudo sorprenderle más.
—¡Tsurugi!
—¡Kirino!
Ambos estaban comprensiblemente sorprendidos, o las coincidencias son muy habituales o el mundo es muy pequeño.
—¡¿Que haces aquí?!
Preguntó aún anonadado el menor, que tranquilamente reposaba en su cama.
—Eh... Vengo a cuidarte...?
Contesto casi como si fuese una pregunta, se veía inseguro aunque únicamente correspondía al hecho de que no se esperaba tal sorpresa.
—Agh, yo le dije a mis padres que no necesitaba una niñera... Puedes irte, no te preocupes por mi.
Comentó el de cabellos azulados.
—¿Que? No, eso jamás, si me puse a trabajar era para hacer lo que me pidieran, me rehusó a huir.
Renegó el más moreno.
—¿Para que necesitas trabajar?
—Eso no es importante, lo importante es que tú estás enfermo y yo debo cuidar de ti.
Reafirmó, parándose delante del enfermo.
Hubo un silencio incómodo entre ambos, acompañado de una mirada un tanto temas, esto duro un solo minuto, pero se sintió como una eternidad.
—Eh... Y ¿Que te duele?
Preguntó Kirino, intentando romper el hielo.
—Pues... Tengo las defensas bajas y pesqué un resfriado bastante feo, así que llevo unos días con dolor de cabeza y corporal.
Respondió sin tapujos el delantero.
—¿Por eso eres delantero?
Preguntó Kirino.
—¿Que?
Dijo Tsurugi claramente descolocado por la pregunta que poco o nada tenía que ver con el tema a tratar.
—Ya sabes... Por lo de las defensas bajas... Jeje.
Tsurugi no sabía que era peor, si su estado de salud, el hecho de que Kirino fuese su niñera o el chiste de este último.
Y fue entonces cuando el silencio incómodo que unos segundos atrás había desaparecido volvió a invadir el ambiente, pero está vez por menos tiempo pues Kirino tenía cosas que hacer.
—¿Necesitas algo?
"Que te vayas de aquí" habría sido la respuesta perfecta para Kyousuke Tsurugi en ese momento, pero no era la idea ser tan desagradable con su niñera.
—Eh... Un te estaría bien, supongo.
Respondió en un intento de ser amable.
—Bien, entonces te traeré un té.
Dijo Kirino, para inmediatamente ir a la cocina a hervir agua.
El menor seguía confundido, la actitud de el defensa aún con su comprensible estado de shock no solía ser tan nerviosa y errática, a los ojos de Tsurugi, Kirino era del tipo de persona que costaba molestar, siempre tranquilo y sereno, es algo que admiraba del defensa.
Por su lado Kirino bajo las escaleras para dirigirse a la cocina, tomar el hervidor y hervir un poco de agua por un rato, mientras buscaba en las bodegas alguna planta medicinal, busco en sus bolsillos la lista de medicamentos que los padres de Tsurugi previamente le habían entregado y ahí estaba, decía que había un poco de manzanilla en los muebles de abajo, fue ahí donde Kirino los encontró y comenzó a preparar el brebaje para su amigo.
Una vez de vuelta, Kirino llevó el te con una cuchara y un platillo abajo, para que Tsurugi pudiera tenerlo en reposo por si lo encontraba muy caliente.
—Gracias.
Agradeció el menor.
—No es nada, si necesitas algo avísame.
Correspondió el más moreno.
Otro mini silencio invadió la habitación, definitivamente ambos no tenían la mejor química en absoluto, pero Kirino comenzó a curiosear por la habitación de Tsurugi, se dio cuenta de que las paredes y el techo eran de un color morado oscuro, tenía posters en las paredes de bandas de rock y metal, por lo que parecía, además de tener uno que otro cuadro de su infancia.
—Que emo eres.
Comentó el pelirosa.
—No es emo idiota, es gótico.
Respondió de forma agresiva el emo.
—Para mi son lo mismo.
—Los emos son una mierda, son unos viles y depresivos idiotas.
—¿Entonces?...
El Rosita seguía confundido.
—Yo soy gótico, la gente ignorante no conoce la diferencia.
Respondió Tsurugi.
—¿Cual es la diferencia?
—Dios... Son totalmente diferentes.
—¿Cual es la diferencia?
—Ya sabes, uno es bueno y... Los emos son horribles, son falsos... Los emos me la chupan.
Kirino en ese momento estaba procesando la información, mientras a Tsurugi se le ocurría una mejor manera de plantearlo.
—Momento momento, piénsalo de este modo.
—¿Si?
—Un gótico piensa que en el fondo el mundo es una mierda, pero los emos piensan que en el fondo ellos son una mierda.
—Pues no es una diferencia muy grande.
—Es una puta diferencia enorme... Mira, los emos son más propensos a suicidarse, pero los góticos son más propensos a la depresión que al suicidio.
—¿Y tu tienes depresión?
—No, pero... La oscuridad gótica es nihilista, los emos son putos cínicos.
—¿Y por qué eres gótico?
—No lo entenderías...
—Como que no idiota, no me has presentado nada que me convenza.
—Tu no podrías ser gótico.
Reclamó el de pelo azul.
—Pff... ¿Y por qué no?
—Eres demasiado pinki y bonito, no encajas en este mundo.
Kirino se sonrojó un poco.
—¿Acabas de decir que soy bonito?
Esta vez el rubor fue en las mejillas del delantero.
—¡¿Que?¡ ¡No, no me refería a eso! Sabes que, olvídalo, ya no quiero hablar sobre- ¡Oye! ¿Que carajo haces?
—Se me vería bastante bien el estilo gótico ¿No?
Kirino había ignorado completamente las excusas de Tsurugi para dirigirse a su clóset y sacar algunas cosas como muñequeras con estoperoles, anillos, cadenas y maquillaje.
—Eh...
Tsurugi no sabía que responder, solo podía ver atentamente como el pelirosa se ponía los accesorios, era increíble pero... Le quedaban bien.
—Woah, se me ve genial.
Exclamó Ranmaru, mirándose a un espejo.
—Supongo...
—¿No te gusta?
Preguntó el pelirosa.
"Me encanta" era todo lo que quería contestar Tsurugi, en el fondo siempre había pensado que Kirino era muy atractivo, pero ahora lo era mucho más que nunca.
Por su lado, el más moreno de los dos seguía dando vueltas por la habitación, mirando los adornos y muebles, todo decorado de manera que combinara con el ambiente, realmente a Kirino jamás le había llamado la atención tener un estilo particular, el siempre iba en la suya, se vestía como quería, escuchaba la música que más le gustaba y nunca se había atascado en un estilo particular.
Y a pesar de tener sus gustos raros, como su amor por las telenovelas de señoras, los piercings o tener un aprecio particular por las zapatillas, nada le había llamado más la atención que el estilo de Tsurugi.
Por ese mismo motivo se sorprendió tanto al ver en uno de sus estantes una entrada ya comprada para el concierto que el tanto anhelaba.
—Tsurugi...
Llamó el rosado.
—Dime.
Kirino tomó la entrada y se acercó a Tsurugi mostrándosela.
—¿Te gusta three days grace?
Los ojos del mayor casi que formaban estrellas, estaba maravillado, mientras que al contrario no le parecía la gran cosa.
—Si... ¿Por?
—Porque es precisamente por esto que estoy trabajando.
—¿A ti también te gusta?
—Claro que me gusta.
—No me lo esperaba, sinceramente.
—Aveces la vida te sorprende, por ejemplo, yo no imaginé tener que venir a ser tu niñero.
—Ya cállate.
Y bueno, Kirino no podía dejar de mirar el ticket, leyó la fecha, el precio y todo para estar seguro, el corazón le latía con rapidez, se sentía emocionado no solo por la coincidencia, sino porque nunca antes había conocido a alguien que le gustara esa banda.
A Tsurugi se le pasó por la cabeza darle algo de felicidad a su querido pelirosa.
—¿Quieres hacer algo por mi?
Preguntó.
—¿El que?
—Abre ese cajón y saca el primer disco.
Kirino hizo caso, solo para encontrarse con un disco de la banda ya mencionada.
—¡Woaaah!
Kirino parecía un niño en una juguetería, o así era a los ojos de su amigo.
—Ahora ponlo en la radio.
Nuevamente accedió a las indicaciones, poniendo el disco en la bandeja de la radio y presionando para que la música comenzara a sonar.
—Puedes sentarte aquí si quieres.
Tsurugi hizo palmadas a su lado de la cama, haciéndole un espacio a su amigo.
Este se sentó, y sencillamente se pasaron toda la tarde escuchando disco tras disco.
Kirino y Tsurugi no necesitaban decir nada, el silencio existía entre ambos, pero ya no era incómodo no mucho menos, era agradable, tan agradable como la mirada entre ambos, que con cada canción se hacía más y más intensa, ambos estaban felices y tranquilos...
Demás está decir que la situación no paso a mayores, es decir, por ningún motivo se iban a besar, Tsurugi estaba enfermo y no quería contagiar a su querido rosadito, pero si vivieron una linda tarde que sería difícil de recordar.
Las semanas pasaron, al ritmo que Tsurugi se recuperaba de su mal estado de salud Kirino seguía trabajando, esperando tener el dinero suficiente para asistir a su anhelado concierto.
Y así fue, solo fue cosa de tiempo para que reuniera los fondos suficientes y comprara la entrada.
Una vez hecho eso, le mando una foto a Tsurugi de la entrada, invitándolo a asistir al concierto juntos, este último acepto encantado y ya con el tiempo fueron conociéndose más y más.
Ya en el concierto no es difícil imaginar lo mágico que fue para ambos...
Observando a la banda...
Deleitando su vista...
Sus corazones palpitaba al unísono, vivían la música...
Tomados de las manos...
En una noche que ninguno de los 2 olvidará jamás...
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