XXIX. "Can you forgive me?";
Cuando abro la puerta de nuestra habitación, dos cabezas giran hacia mí. Jungsie está sentada en la silla del escritorio de Nam; él, justo al frente, en la silla de mi escritorio. Sus rostros están sonrientes, como si hubiera pasado algo gracioso el momento antes de que yo llegara y la verdad, es que me jode un poco.
Hombre, ¿acaso yo soy el único desdichado? me he comido la cabeza en los quince minutos que separan la universidad de la resi, esperando encontrar una Jung de ojos tristes lista para mandarme a por churros, pero hasta parece estar pasándola bien.
Vale... pensándolo mejor, es un buen augurio, y aunque yo luzca tal y como si acabara de correr hacia aquí, algo que probablemente fue lo que pasó, su gesto me serena un poco.
Nam se pone de pie de inmediato, siento que se acerca a mí aunque no lo estoy mirando, porque no puedo despegar mis ojos de ella, quien poco a poco eleva sus cejas en mi dirección y cambia la mueca de su rostro de un «qué gracioso», a un «¿está bien que irrumpa aquí?». Ya no sé cómo decirle que sí, que siempre está bien que irrumpa. Tal vez, cuando note que no puedo dejar de verla, lo entienda.
¿Es posible que esté más bonita que nunca? Joder, quiero... quiero...
—Voy a por un café. —dice Nam, dejando una palmadita en mi hombro antes de girarse hacia Jungsie una vez más—. Entonces, me compras la entrada a mí ¿vale? —termina, apuntándola con su índice.
Jungsie le sonríe a pleno, sus filosos ojos desaparecen y el lunar bajo el izquierdo es tragado por las arruguitas de sus párpados, y aunque no tengo nada que ver en la conversación y seguro acaba de extorsionarla, yo sonrío también al verla. Es que estoy hecho un gili completo, macho.
—Prometo. —le contesta, alzando su mano derecha como juramento.
Y Namjoon sale de la habitación, cierra la puerta a mis espaldas porque aún no me muevo del sitio, y el lugar completo es tragado por el silencio.
De nuevo su gesto cambia de amigable a reflexivo. De nuevo sus ojos y los míos se encuentran con fijeza. Joonha humedece sus labios. Dios, sus labios. Yo trago grueso buscando valentía, deshaciéndome del nuevo cobarde que he descubierto ser. Y justo cuando parece va a ponerse de pie y decir algo. Me le adelanto, porque tengo miedo de que sea lo opuesto a lo que tengo que decirle yo.
—Lo siento. —me apresuro dando un paso, pero mi voz no es la única que pronuncia aquello. Porque Jungsie acaba de soltar atropelladamente lo mismo mientras se para de la silla.
Por un instante siento que uno de los dos está imitando al otro, mientras nos observamos desorientados. Sus espesas cejas están completamente descubiertas, las veo hacer toda clase de movimientos mientras me mira; lleva un broche rojo sosteniendo su fleco castaño hacia un lado, que deja su rostro despejado, y todas sus curvas van escondidas dentro de un overol de mezclilla que excede su talla. De verdad está preciosa aunque se pusiera una bolsa. Siguiéndome como un reflejo, su boca toma la misma mueca de benevolencia que la mía, cuando luego de un estático duelo de miradas, todo nos parece muy obvio.
Es que somos dos tontos.
—Jungsie... —suelto en un quejido más melancólico de lo que pretendía. Mis hombros se caen demostrando mi necesidad y doy un paso más hacia ella.
Pero en cuanto lo nota, retrocede. Su rostro pierde amabilidad, de pronto se tensa. Parece nerviosa, ¿qué coño?
—No... —dice, y el pecho se me vuelve una caja vacía cuando estira su mano para detenerme—. Espera. Tengo... no me lo arruines ¿vale? He preparado esto y no quiero salir de aquí sin haberlo hecho... me sentiría ridícula. Dios, ya me siento bastante ridícula, a decir verdad... —suspira mirando hacia los lados y quita el móvil de su bolsillo trasero—. Vale, ahí vamos.
¿Qué?
— Jungsie ¿Qué... ?... —digo cuando seria, rebusca en su teléfono.
—Hombre, calla un momento. —me interrumpe.
Y entonces sucede algo que no esperaría jamás. Algo que, si tuviera que predecir para continuar con vida, estaría ahora mismo muerto. De todas formas, creo que lo estaré.
Las notas iniciales de la canción de Jim Diamond comienzan a sonar, con su primer "I should have known better". Los ojos de Jungsie se levantan del teléfono directo a los míos, que aún han de lucir increíblemente confundidos, aunque no puedo negar que mis comisuras amenazan con elevarse al escuchar esa canción.
Sin quitarme la mirada de encima, estira su mano despacio y deja el móvil en el escritorio a su lado. Jim Diamond continúa cantando suave, ella luce nerviosa y yo... joder, yo no entiendo absolutamente nada. Al menos no hasta que, cerrando suave sus párpados, exhalando un suspiro y apretando una sonrisa, Jungsie lleva sus dedos al broche izquierdo de su overol.
Joder...
JODER.
¿No me digas que... ?
Su tirador se escurre sobre su hombro cuando lo desprende. Su pecho, que va cubierto por una camiseta negra de tirantes finos, queda a la vista cuando la solapa al frente se pliega. Sus dedos se escurren hacia el tirador derecho, sus ojos se abren regresando a los míos, se ven punzantes, algo brillosos y cómplices. El rostro se le incendia y yo, aún parado en el mismo sitio, trago duro, porque me doy cuenta que no puedo respirar bien; como si mi cuerpo no entendiera la forma de oxigenar mi cabeza.
"Jungsie" Quiero decir, pero solo logro humedecerme los labios cuando suelta el siguiente broche y su ropa cae al piso de golpe, dejando a la vista sus bragas azul eléctrico y sus piernas desnudas, que recorro atónito desde los talones hasta sus caderas. Doy un paso hacia ella, tan repentino que me sorprendo incluso a mí. Jungsie hace crecer sus ojos y vuelve a marcar la distancia.
—¡Joder, que me des un momento! —exige frustrada, y aunque sus puños se aprisionan a sus lados y sus talones repican en un corto berrinche contra el suelo, su boca está conteniéndose de soltar una carcajada de vergüenza.
Pero yo no me contengo, yo me río, en medio de un sollozo de ansiedad y felicidad. Es que tiene que ser un puto regalo de navidad o algo así ¿pasamos directo a diciembre?
—Me estas matando... —suelto bajo y como puedo. Sus mejillas se vuelven fuego.
—Aún falta lo importante... —responde, apenas sobre la canción que sigue sonando.
Sus dedos se enredan inquietos al borde de su camiseta, veo como mueve las piernas en el lugar, como si quisiera liberarse de sus ansias, y yo paso las palmas de mis manos sobre mis pantalones una y otra vez, con el mismo fin. ¿Pensara bailar para mí? Madre mía... ¿es posible empalmarse y correrse todo a la vez?; tengo que hacerme de todas mis fuerzas para darle el momento que me pide y no avanzar sobre ella de una vez.
Cuando Jim Diamond llena la habitación con su clásica nota alta, Jungsie parece envalentonarse y de un solo movimiento, quita su camiseta sobre su cabeza, quedando solo con su ropa interior frente mí. Sus pechos van apenas cubierto por un diminuto sujetador blanco que sería capaz de robarme el juicio, si no estuviera tan abstraído con lo demás.
Y cuando digo "lo demás" me refiero a lo que lleva... escrito en su pecho y abdomen.
Taehyung
Te quiero
Joder... ¿Esto es real? Estoy leyendo bien ¿verdad? Es un... "Te quiero" . De Joonha.
—Mierda, di algo... —murmura.
La he escuchado, pero no puedo. Mis labios se unen y despegan repetidas veces, estoy boqueando como un pez fuera del agua. Y a punto de morirme de la misma manera también. La que podría decir que está más viva que nunca, es mi entrepierna. Como si la declaración de Jungsie fuera el afrodisíaco más potente. Creí que nada sería capaz de empalmarme más rápido que su simple cercanía, aunque claro, nunca, ni por descaro, se me hubiera ocurrido este escenario. Por Dios... he alcanzado un nuevo nivel de kink.
—Vale, olvídalo... —Rápidamente se agacha para juntar sus prendas y entonces, solo entonces, reacciono.
—¡Espera, espera! —No sé cómo llego a ella tan rápido, pero la tomo de sus brazos enfrentándola a mí para detenerla—. Jungsie, yo solo... Joder... no me digas que es labial... —pienso en voz alta, mirando sus pequeños pechos ribeteados con mi nombre en un rojo furioso.
—¡Taehyung!
—¡Que yo también! —me corrijo volviendo al tema -y a sus ojos-. Luego de un momento de observarme, parece por fin creerme. Por puro alivio sus hombros descienden aún bajo mis manos, el gesto de su rostro pasa paulatinamente de pánico total, a antipatía, y yo no puedo evitar soltar una risa porque ahora mismo me mira como para darme una buena hostia por haberme tardado tanto—. Que sí, que yo también te quiero, Jungsie, Dios... claro que te quiero, es sólo que... joder, mi mente no es tan rápida para procesarlo todo ¿sabes? Me la has jugado. Creo que mi polla ha hecho cortocircuito con mi corazón.
Al final, logro robarle una corta risa aireada que termina por volverse un gracioso lamento. Sus manos muertas a los lados de su cuerpo se elevan suave hasta mis caderas. Siento sus dedos enredarse en la tela de mi camisa.
—No hables más. No hagas que me arrepienta. —Me encojo de hombros en un «Vale, pero es verdad», mientras bajo con caricias de sus brazos a su cintura desnuda, palpando cada lugar de su piel cálida. Jungsie vuelve a sonreír haciendo que el estómago se me ponga de cabezas. Madre mía, "el pozo Jungsie" es cada vez más hondo—. Eres... adorablemente pervertido ¿sabias?
—¿Eso sería un... ? —termino de preguntarle pegándome más a ella, uniendo nuestros estómagos, casi rozando nuestras narices.
—Halago.
Sus brazos van ahora trenzados en mi cintura. El tono rosa de su rostro y sus ojos chispeantes fijos en los míos me parecen fascinantes.
—Guay... aunque bueno, te comento que la que está confesándose en cuero eres tú. Además, ese debía ser mi movimiento ¿recuerdas? Es plagio. —digo, y la forma en que frunce su gesto y aleja su cabeza un poco me dice que está pronta para discrepar.
—¿Disculpa? Fue mi idea, no la tuya.
—Inspirada en mí.
—Lo cual significa que no es plagio, Kim.
—Aish... calla, bocazas.
—Cállame tú... —contraataca en un murmullo, crispando sus comisuras con pena.
Por supuesto no la contradigo y uno mis labios con los suyos, por fin. Aunque estoy desesperado por sentirla por completo y besarla hasta ahogarme, sigo esforzándome por ser discreto, porque el momento lo merece. Es decir... Joder, Jungsie me quiere, le gusto, y está desnuda frente a mí dejándolo más que claro. Pensar en eso me hace besarla más hondo y sostenerla más fuerte. Tal vez porque al final me excedo, es que separa nuestras bocas en un chasquido, respirando brusco sobre mis labios y bajando su mirada entre nosotros, donde mi erección se presiona contra la parte baja de su pelvis.
—No me culpes, es tu culpa. Igual a cuando nos echaron de la biblioteca. —respondo en defensa ante su mirada.
Sus ojos hambrientos y divertidos vuelven hacia los míos. ¿Dije hambrientos? Dios... no creo ser capaz de aburrirme de esto jamás. Me observa con firmeza varios segundos, mientras su semblante travieso decanta en un gesto de afecto y pesar.
—Siento lo de la otra noche... lo siento tanto, dime que me perdonas, por favor. —ruega, mientras sus dedos suben a mis mejillas, acariciando mi mandíbula y deteniéndose al enredarlos en el cabello de mi nuca, acercando de nuevo su rostro al mío tanto, que no hay oxígeno entre nuestras bocas.
—¿Pero qué dices? Fui un cabrón de primera. Yo debería disculparme por haber sido tan desconsiderado. —como si quisiera redimirme, vuelvo a besar sus labios—. No pienso eso de ti, Joonha, nada de lo que dije es cierto. Eres... tan jodidamente buena.
—Un poco lo fue, Tae. Tenías razón es que, yo estaba asustada... Joder, siempre tuve miedo... Y ahora ni siquiera recuerdo a qué. —dice, sonriendo apenas y cerrando sus ojos. Como si estuviera... aliviada.
—Eso es bueno. Así está mucho mejor. —murmuro para no quitarla de su paz. La secuencia de su risa ligera, sus manos en mi cuello y sus labios otra vez impetuosos sobre los míos, me hacen sentir el cabrón más afortunado del planeta—. Me traes loco Jungsie, pensé que perdería el juicio si no solucionábamos esto.
—Estamos bien... estaremos bien... ¿verdad?
No le respondo con palabras, prefiero besarla y no perder más el tiempo con certezas que los dos llevamos en claro. Estaremos de puta madre.
—¿Has escuchado... hablar de los polvos de reconciliación? —murmuro cortando el nuevo beso.
Jungsie muerde su labio inferior aún mientras nuestras bocas se rozan. Sé que no se quiere reír para no darme la derecha, pero mis manos no se rinden; se encargan de tener alguna reacción de su parte cuando bajan palpándolo todo hasta su culo. La aprieto más contra mí y deshago el gesto de sus labios robándole otro beso, impulsándome tanto sobre ella que prácticamente se mantiene en pie sólo por sostener mi cuello.
—¿Y Namjoon? —pregunta algo jadeante.
—Namjoon demora muchísimo tomándose un café... créeme.
—¿Muchísimo?
—Más de lo que tardas en correrte, lo juro.
—He tardado dos años, Tae.
—Joder... Tenemos que recuperar el tiempo cari, ¡rápido, rápido! —bromeo y la beso con exagerada pasión.
Jungsie ríe en mi boca tratando de corresponderme. Una sonrisa que destella en el comienzo y que fácilmente termina en carcajada, ignorando mis besos que caen por cualquier lugar del perímetro de sus gruesos labios. Porque su boca está muy ocupada riendo, es que desciendo por su mentón. El hueco entre su mandíbula y su cuello huele a cítricos dulces y me hace aletear el pecho; los cortos mechones de su cabello me cosquillean el rostro cuando beso, consumo y saboreo cada pedacito de su piel. Siento su pulso aumentar bajo mi lengua, y su alegría no tarda mucho en mezclarse con un jadeo.
—Vale... —vibra su garganta contra mis labios.
Y sosteniendo más fuerte mi cabeza, vuelve a encontrar mi boca, ahora ya con una seriedad en su semblante que hace que mi erección palpite entusiasmada.
—Sube. —le pido, marcando mis dedos en sus muslos, impulsándola hacia arriba.
Sus piernas se enredan en mis caderas con la misma fuerza que lo hacen sus brazos en mi cuello. Está tan ensimismada liderando nuestro beso e imponiendo el ritmo de nuestras lenguas, que cuando descanso sus glúteos en mi escritorio y me acomodo entre sus piernas, su mirada confundida trata de ubicarse.
—¿Qué planeas? —pregunta, mientras escurro mis dedos al broche de su sujetador. Sus pechos se descubren, mi mano sigue el camino de sus costillas, firme hasta el límite de uno de ellos. Por un momento, una vez más, olvido que me ha hablado; porque sus pezones endurecidos me roban cualquier atisbo de consciencia que podría tener ahora—. No sé si es tu nombre lo que te distrae así o...
Trago grueso.
—Había olvidado que mi nombre estaba ahí. —digo y masajeo su pecho con mi palma. Jungsie suelta un jadeo bajo. Mi pulgar se extiende hasta el medio y sobre su piel pigmentada de rojo. Borroneo mi nombre pintando mi dedo—. Si que es labial... Dios, me pone muchísimo...
La brisa de su agitada risa me hace elevar la vista. Tiene las mejillas del mismo tono que su pecho. Su mano en mi nuca acerca mi rostro al suyo, como si quisiera esconderse en mí, evitar que la vea a la distancia y así avergonzarse menos.
Aún con su nariz y la mía trenzadas, limpio mi pulgar teñido en sus labios gruesos, que se abren rendidos a mis caricias y quedan de un tono aún más vivo, provocarme más.
—¿Estás cómoda? —pregunto, antes de borrar yo mismo el labial que acabo de aplicarle.
Jungsie asiente con su garganta en medio del beso.
—¿Vamos a hacerlo aquí? —su tono viaja entre la curiosidad, la desfachatez y la pena, y yo me río.
—No... YO voy a hacerlo aquí. —digo arrastrando con mi pie la silla que está a un lado, y dejándome caer en ella.
Al subir la vista su ceño me demuestra su confusión. Descanso mis manos en sus muslos, rodando en la silla me acerco más al espacio entre sus piernas, y cuando beso su vientre justo donde el "Te quiero" se mezcla un poco con los pliegues de su abdomen, vuelvo a mirar sus ojos para saber que lo entendió.
Jungsie traga duro y humedece sus labios, siento sus músculos tensarse bajo mis manos.
—¿Te parece bien? —pregunto masajeando sus piernas. De nuevo asiente sin hablar. Y tomándome su permiso, hundo mis dedos en el elástico de sus bragas, las desciendo por sus piernas con un poco de su ayuda hasta que caen al piso. Sostengo sus rodillas y las separo todavía más, dejando su coño pleno frente a mí, robándole un suspiro. Es la imagen más sensual que han presenciado mis condenados ojos. Mi polla está más que de acuerdo pero la ignoro cuando cabecea en mis pantalones, porque antes de prestarle atención, quiero hacer algo—. Hoy no voy a detenerme ¿vale?... ¿Estás lista para venirte, Joonie?
—No... puedo esperar. —suelta débil y con complicidad. Que me siga el juego es mi cosa favorita en la vida.
Dejo un camino de lentos y húmedos besos por la suave piel del interior de sus muslos, y aunque Jungsie me ha demostrado ser silenciosa, su respiración pesada no tarda en llenar el ambiente.
—Tendrás que hacerlo —murmuro contra ella, alcanzando por fin su intimidad—, porque planeo ir lento.
Al probarla por primera vez, sólo con un húmedo e inocente beso, siento su estómago encogerse inspirando sonoramente.
—Dioses... —suelta aireado.
—Me pone más cuando insultas. —respondo, con mis labios aún contra ella.
—No te pongas capullo, Kim.
—Ahí está, Perfecto.
Logro que ría suave y aprovecho su distracción para volver a besar su sexo. Siento sus músculos aliviar lento su tensión, a medida que recorro ligero el largo de sus pliegues, como un reconocimiento del terreno, como un "Hola ¿qué tal?" Entre mi lengua y su coño.
Cuando su respiración cada vez más pesada comienza a marcar el ritmo de mis lamidas, y sus piernas caen como gelatina a los lados de mi cabeza, sostengo sus tobillos y descanso sus pies en mis muslos, dándome más acceso, llegando ahora más hondo. El sonido de su aliento se rompe un poco cuando dejo de lamer a lo largo y me concentro en su clítoris, presionándolo en círculos, comiéndoselo más fuerte mientras sujeto su culo para que no se aleje por los pequeños espasmos que da su cuerpo. Dios... podría comerle el coño hasta la asfixia. Normalmente las chicas sonoras me ponen muchísimo, pero ahora mismo la exhalación densa de Jungsie se mete por mis oídos como una lava, haciéndome arder por dentro, y poniéndome la polla tan dura que comienza a dolerme.
Su garganta libera un bajo y corto gemido, sus dedos se enredan en mi cabello y cuando siento que se mueve miro hacia arriba, para encontrarla desplomada sobre uno sus codos, con su cabeza y cuello escurriendo sobre la pared tras el escrito. Lleva sus ojos fijos en mí, sus labios abiertos y secos a causa de su respiración tortuosa. Manteniéndole la mirada desciendo hasta su entrada húmeda, dándole unos segundos a su clítoris palpitante y penetrándola apenas con mi lengua. Joder, si tarda mucho en correrse voy hacerlo yo. Por la sola idea, aprieto mis glúteos en busca de aliviar el intenso cosquilleo.
—Oh por Dios... —masculla cerrando sus ojos, cuando vuelvo fuerte y lento sobre su centro.
Sus párpados se aprietan, su pecho sube y baja a un ritmo certero, suspirando solamente y sin llegar a aspirar siquiera. La satisfacción de su gesto me ciega. El impulso de sus caderas y la presión de sus dedos me dice que está a nada de correrse. Y yo hago de ello mi única tarea, manteniendo el golpe de mis caricias, siguiendo el vaivén de su movimiento. Hasta que, tras un segundo de tensarse por completo, termina por gemir profundo mientras su clítoris se bombea en un orgasmo sobre mi lengua. La beso allí un poco más, ahora delicadamente mientras se distiende de a poco.
—Enhorabuena... —digo, secándome la boca y enderezándome en la silla.
Está incómodamente acostada en mi pequeño escritorio, tratando de recuperar el aliento, pero por el gesto en su rostro luce como si fuera una reina en su puto trono. Es la cabrona más sexy del planeta. Mi mano independiente secunda mi pensamiento cuando masajea mi empalme por sobre los pantalones.
—Creo que deberías cambiar tu escritorio ya... —dice incorporándose lento.
—Ni de broma, lo guardo como trofeo.
Se ríe con dificultad y algo de repulsión, apoyando las manos al borde para ayudarse a bajar, pero cuando lleva su mirada al piso, esta topa primero con mi mano y el movimiento de ella en mi polla. Sus ojos chispean más, vuelve a verme con mesura, y despacio y dudosa, pasea uno de sus pies desnudos sobre mi muslo, y más arriba, en la caricia más caliente que he recibido nunca.
—Namjoon... —dice y carraspea su garganta rota—, debe ir como por la mitad de su café, ¿verdad? —pregunta con complicidad.
—Joonie, ni siquiera debe haberle dado sorbo aún, créeme. —se muerde el labio ante mi tono de chulo.
—Bien... pero esta vez... vamos a la cama, como las personas normales ¿si?
Antes de que termine de hablar, ya estoy de pie desprendiendo mis pantalones. Joonha estira su mano divertida y la enlaza al cuello de mi camisa, acercándome a ella mientras intento liberar mis piernas de mis bóxers también, y descendiendo con más calma que yo por lo botones al frente, deshaciéndolos uno a uno.
Debe estar algo agotada, los polvos mañaneros son cansadores, por eso trato de controlarme. Masajeo sus muslos e intento olvidar su coño húmedo y sus pezones rosa, y me concentro en seguir el movimiento de sus dedos, vagando entre ellos y el gesto relajado y paciente de su bonito rostro; porque venirse en vacío no suena nada divertido así que debo contenerme.
Sus mejillas teñidas de un rosa dulce, sus labios llenos. Sostengo el broche que apenas si se mantiene en su fleco, y lo quito de allí despeinando su corto cabello, besando su boca luego, cuando llega al final de mi camisa.
—¿Crees que pueda... tener dos al hilo? —pregunta sobre mis labios, mientras escurre las manos por mis hombros desnudándome por completo.
—¿Orgasmos? —respondo yo, y ella asiente con su cabeza—. Jungsie... ¿nunca has visto la peli de Will Smith?, "No permitas que nadie te diga que eres incapaz de tener dos orgasmos".
La risa que burbujea en su boca no coincide para nada con su entrecejo de «¿Qué carajos?».
—Estoy bastante segura que no dice eso...
—¿No? —pregunto haciéndome el tonto, robándole otro beso corto—. ¿La del tipo que corre con su hijo para todos lados?
—Esa... no hay ni un polvo en esa peli... —responde, enredando sus brazos en mi cuello, siguiéndome el tonteo.
—¿Segura?
Sus piernas se enlazan en mis caderas cuando la sostengo desde su culo, como si supieras que voy hacer con ella ya, y levantándola de allí me dirijo a mi cama. Se me escapa un siseo cuando mi miembro descubierto roza apenas con su coño empapado en el camino. Tengo que afirmar mis dedos a su carne para contenerme de dejarla caer en mi polla.
Su espalda se extiende en mi colchón, su cabeza en mi almohada. Anoche di vueltas aquí mismo por horas, no podía dormir por pensar en ella, y ahora está aquí, hundida en mi cama. Es imposible imaginar un desenlace mejor. Es que me he ganado la puta lotería.
—Estoy más que segura... —dice mientras me extiendo sobre ella.
Mi miembro se oprime sobre su vientre bajo, e interrumpo nuestra siempre disparatada conversación haciéndome con sus labios. La beso despacio, como volviendo a empezar, porque es su segundo round pero mi primero, y pretendo disfrutarlo. Arrastro mi mano desde sus caderas hasta la silueta de su pecho, masajeando mientras nuestras lenguas se acarician deliciosamente.
—Tócame, por favor... —le pido con aspereza.
Jungsie gime como respuesta y no sé si es porque pellizco sus tetas o porque mi pedido le pone a mil. Lo que sé con certeza es que el fogonazo que me recorre al oírla le da tiempo de caducidad a mi polla.
Una de sus manos deja mi nuca y baja hasta mi miembro, sus dedos se enredan en mi tronco; sube, baja, su pulgar frota mi capullo. Mala idea. Muy mala.
—Joder... cambio de planes —digo sosteniendo suave su muñeca—, voy a follarte. No aguanto más.
Sus ojos brillan con un dejo de malicia, como si saber que estoy al borde de reventar le causara cierto placer.
—Que indeciso, hombre. —reniega fingidamente mientras estirándome sobre ella alcanzo el condón.
Un segundo después, estoy de rodillas entre sus piernas. Noto la vergüenza transformando su rostro cuando las separo más; trató de masajearlas para que no esté tensa. Suspirando, se deja guiar. El coño húmedo y rosa de Jungsie me saluda. Con semejante imagen temo venirme solo frente al roce del látex. Por eso es que no tardo en empujarme dentro de ella, lento pero profundo. Arrancándonos un jadeo de satisfacción a los dos.
Joonha tiembla un poco bajo mi cuerpo. Su calidez me rodea, pestañea pausado y su rostro de placer me hace salir despacio, y volver a entrar, con tardanza y deliberación, su respiración se entrecorta cuando echo hacia atrás mis caderas y de nuevo golpeó las suyas. Despacio. Premeditado. Joder, me flipa estar dentro de ella.
Una de mis manos sostiene su rodilla, entre caricias descanso la otra en su vientre, que le vibra en cada nueva estocada. Cuando vuelvo a sus ojos dulces los lleva encadenados a los míos, sus puños a los lados aprisionan con fuerza las sábanas desordenadas de mi cama, y al hundirme con más firmeza en su interior, ella cierra los párpados y deja escapar por fin un gemido, que me arranca unas maldiciones y hace que me atraviese una corriente de estímulo.
Nuestros ojos conectan una vez más, vuelve a jadear frente al choque de mi pelvis sobre su centro y cubre su rostro, dejando caer su antebrazo sobre él. Lo mantiene allí unas cuantas estocadas más, hasta que yo lo sostengo.
—Déjame verte... —le pido ronco, tomando su muñeca.
Llevo su mano a mi boca y la beso entre jadeos, mientras entro y salgo de ella ahora un poco más rápido, haciéndola deshacerse en lamentos. Bajo su mano en caricias sobre mi pecho y estómago, Jungsie sigue con su mirada el camino de ellas, hasta que la detengo sobre su coño. Sus ojos algo confusos viajan veloces hacia los míos. Me inclino sobre ella, deteniendo un poco el ímpetu de mis choques, y beso sus labios profundamente.
—Quiero que te toques... —murmuro sobre su boca, devolviendo un poco de velocidad a mis caderas y apretando sus dedos sobre su clítoris.
Aún la estoy besando cuando gime profundo y muerde su labio. Su respuesta es algo torpe cuando intenta volver a conectar nuestras bocas en medio de los jadeos, mis estocadas y el movimiento de mis dedos guiando los suyos en su coño.
—Tae... por Dios... —dice casi tortuoso.
La sola idea que se venga con mi nombre en su boca me hace acercarme al límite.
—Mierda, creo que voy a correrme cari... —Suelto su mano. La dejo seguir a ella y cuando desciendo la vista y la veo estimularse así, sé que me he saboteado a mí mismo— Joder... mala idea... qué mala idea...
Su risa sale corta y mezclada con un gemido. Enreda su otra mano en mi cabello y me obliga a volver a sus labios con aturdimiento. Nuestros besos erráticos son interrumpidos por las respiraciones aceleradas y el vaivén más violento de mis caderas contra las suyas. Y cuando gime de nuevo, me contraigo por completo, corriéndome dentro de ella como un cohete; aprieto los cachetes soltando un jadeo poco común en mí, cegado completamente por el placer. A pesar de eso trato de continuar con unas estocadas más, aunque no tardo mucho en sentir su coño aprisionar mi polla en espasmos.
Su mano aumenta el ritmo, su respiración casi desaparece y cuando me hundo en ella con mis últimas fuerzas, por fin se libera, descargándose en un profundo gemido del que no me pierdo nada.
Dios, es perfecta.
—Te quiero, te quiero, te quiero... —susurro entre besos dispersos sobre su cuello, cuando cansado me dejo caer sobre ella. Sus brazos se ciernen aprisionando mi nuca, me sostiene con fuerza contra ella mientras su respiración agitada sobre mi oído trata de equilibrarse—. Quiero quedarme dentro por siempre...
—Muy poco higiénico... —responde con lo que le queda de voz.
—Seríamos siameses. Siameses de sexos.
Afirmándome en mis codos levanto mi cabeza para verla de nuevo, elevando repetidamente las cejas como si quisiera venderle la idea. Jungsie pone sus ojos en blanco y al final una risa corta la traiciona. Sube sus manos a mis mejillas, las sostiene con caricias, y me muevo un poco dentro de ella una vez más, por puro reflejo, haciéndola morderse el labio e inspirar profundo.
—Te cansarías de mí.
—¿Estás de broma? No es posible. Mi polla y tu coño nacieron para estar juntos, Jungsie, quienes somos nosotros para prohibírselos.
—¿Cómo logras que un divague tan extremo suene romántico? —se queja, pero levantando un poco su cabeza para dejar un beso en mi boca.
—Soy un artista.
Presionando un beso en su frente, me dejo caer a su lado saliendo de ella. Me siento luego en la cama para deshacerme del condón. Sus dedos perdidos pasean por mi espalda y cuando me vuelvo sobre mi hombro, la veo acostada ahora boca abajo, con su mejilla rosa sobre mi almohada, su corto cabello hecho un nido y su sonrisa cantarina. Parece feliz, pero no feliz como si hubiera tenido dos orgasmos al hilo, sino feliz como si acabara de recibir una noticia estupenda.
—¿Qué? —le pregunto, girándome más y tejiendo mis dedos en su cabello.
Sus ojos alegres suben a los míos.
—Me fui de casa, Tae... les... les dije todo. Lo hice.
No lo entiendo mucho. O sí, pero me cuesta procesarlo, supongo que mi semblante lo denota, porque cuando subo una pierna a la cama para girarme, ella se incorpora.
—Te... ¿Te fuiste? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Y tu... ?
Su risita me corta el momentáneo pánico.
—Tranquilo. Estoy bien. En realidad, nunca me he sentido mejor... Hobi está buscando un nuevo apartamento, mientras tanto estamos instalados en casa de Jungkook. —dice con entonación graciosa en la palabra casa.
—¿Te refieres al Unplugged? —afirma con seguridad y estira una mano hacia mi rostro.
—Te lo contaré todo... pero acuéstate un rato más conmigo ¿sí?... ¿cuantos sorbos le quedarán a Nam?
Me sonrío. Va a volverme loco.
—Seguro se ha comprado otro café. —nos miento antes volver a su lado.
Espero que a Namjoon se le ocurra enviarme un mensaje antes de regresar.
Ma babies ♥️
Bueno... lloremos junt@as porque se termina.
He querido traerles un capítulo largo, espero estén satisfechas y no haya sido demasiao
En realidad este sería el último, el siguiente es más bien un Epílogo, para redondear todo y eso.
¿Hay algo que les haya quedado en el tintero?
Recuerden que planeo continuar las historias de los demás niños en sus propios ff's
Para despedirme hoy, les dejo como se ve el Taehyung de OTB (que pobre excusa para spamear a mi niño, pero ya qué)
UUUUFFFFF
Ya, repto fuera de aquí
L@sQuieroInfinito ♥️
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