XXIII. Healing; Part 1
Ya no es de pringado. Y me siento un poco tonto al admitir que el dolor de mis comisuras es de una honesta y leve sonrisa de la que no puedo deshacerme.
Cuando tomé el tren camino a Daegu no imaginé que el regreso sería tan sereno, liviano. Sobre todo teniendo en cuenta la última cena de aniversario.
Pero la cosa es que, por pequeña que sea, parece haber una luz al final del túnel, y no un muro de mierda.
Y sí, mientras pienso en eso no puedo evitar ver hacia mi derecha, donde Jungsie duerme en mi hombro después de haberme cedido, sin reposición, el asiento de la ventanilla.
Vale, se supone que debo ser un tipo maduro, y no fantasear con idealidad a la chica que está prendada de mi brazo, babeando apenas mi camisa. Sobre todo porque aún hay muchos puntos sin aclararse entre nosotros. Normal, teniendo en cuenta lo vertiginoso que ha sido todo. Admito que nunca me había importado eso. Tengo la suficiente experiencia como para saber que a veces, la palabras sobran, las despedidas no siempre existen, no hay declaraciones ni explicaciones y lo juro, que hasta hace algunas semanas, estaba más que cómodo, más diría seguro, de como las relaciones podían ser un momento de coincidencia y desaparecer sin rencores.
El "Que pase lo que tenga que pasar" me calzaba mejor que a nadie.
Sí, hace unas semanas. Ahora, por alguna razón, estoy barajando la idea de que si esto no sale bien, voy a necesitar algo de tiempo.
Me gustaría escuchar lo que Tee me diría al respecto. Seguro algo como "Te tiene de las pelotas hermanito" y montaría un plan para sabotear a Yoongi, que terminaría olvidando.
Que guay, Taehyung, ¿no podías colarte por una chica más llana y sin ningún Min Yoongi?
Jungsie se remueve a mi lado, sus dedos se afirman en mi brazo y tira más hacia atrás su cabeza, sin despegarse de mi hombro; frunciendo su bonito cejo masculla entre sueños:
—No se dice así... —y espira.
No puedo evitar reirme, el siseo que escapa de mis labios parece despertarla y aunque automáticamente llevo mi mano a ellos para cubrirlos, es demasiado tarde ya.
El metro está en silencio, la mayoría de los viajeros parecen haber cedido ante la noche ya entrada. Los párpados de Jung se despegan despacio, primero uno, luego el otro, me busca acomodando más su sien en mi hombro y cuando sus empequeñecidos ojos hallan los míos, tuerce una suave sonrisa.
—¿Con quién peleabas, Hermione? —le susurro.
Después de unos segundos, se ríe, algo sedada y casi sin fuerzas suelta una risilla cálida y pestañea un poco más, acostumbrándose a llevar los ojos abiertos.
Dios, quiero comermela. También quiero comérsela, hombre, espero haya oportunidad para eso.
—"Es leviOsa no levioSA" —contesta con su voz tomada. Ya... es que es imposible no caer por ella—. ¿Qué... hacías? —Sus dedos sueltan mi brazo, endereza su cuerpo despegándose de mí, y restriega su pequeño puño sobre sus ojos, asumo, queriendo deshacerse de su pesadez.
—No mucho... estamos en un tren ¿sabes?
Adoro cuando me ve con su falso hastío, justo como ahora.
—Listillo.
Se acomoda de nuevo en su asiento, noto el despeinado cabello de su nuca cuando gira su cabeza en dirección al pasillo, curioseando perdida en el resto de los pasajeros y las ventanillas al otro lado, mientras deshace, con sus propios dedos, los nuevos restos de esmalte de sus uñas, esta vez color uva.
—Jungsie... gracias. —le digo, luego de que voltea hacia mí.
—Ya basta, que no he hecho caridad al venir aquí. —murmura, como si fuera un secreto.
Y despacio, veo sus gruesas cejas descender, confundidas, porque no le contesto palabra alguna. Quisiera pero me es difícil porque de pronto mi mente se pierde en una posibilidad; un escenario absurdo se despierta en mi cabeza y monto en segundos toda una realidad que no podrá ser jamás, por más que me hubiera gustado presenciarla.
Joonha entrando a mi casa en una sencilla visita, Tee mostrándole nuestro estudio. El aire ligero y las risas de las dos.
Trago grueso cuando la garganta me pesa.
—Ojalá... la hubieras conocido. Estoy seguro que se llevarían de maravilla.
Su gesto de confusión se funde lentamente en una sonrisa apenada.
—Estoy segura que sí. Y mira que yo no suelo estar segura de nada.
—¿No me digas?
Se ríe bajo, acercándose más a mí. La umbría del metro y el tono sereno de su voz tenue hace que nuestra pequeña conversación se sienta íntima y agradable.
—¿Fue... feliz? —pregunta, y me llena de sorpresa porque, generalmente las personas suelen destacar lo negativo. "¿La extrañas?" "¿Sufrió mucho?" "No sé que haría si me pasara", no los culpo, así somos los humanos, intrínsecamente pesimistas.
Pero le agradezco, porque a veces yo también lo olvido, que fue feliz.
—Lo fue, ni un día se permitió sufrir ¿sabes? Claro que la enfermedad la agobiaba a veces pero, al igual que cuando éramos pequeños, se ponía de pie, sacudía sus rodillas y vivía un día más. Fue valiente hasta que decidió que había sido suficiente.
Se acomoda de cara a mí, y sube sus piernas al asiento, acurrucándose todavía más cerca, abrazando sus rodillas.
—¿Puedo... decirte algo? —pregunta suave, y yo asiento—. Así es como te veo, Tae, valiente, fuerte. ¿No crees que es esa la mejor forma de honrarla?
Mis dedos acomodan su mechón rebelde y no dudo ni un segundo cuando me acerco y beso sus labios. Y que ella no dude en corresponderme me fascina.
A pesar de ser de pocas palabras, Jungsie siempre elige las correctas conmigo.
Fuerte y valiente, su forma de verme me llena de pena y vigor a la vez.
Sonríe, cuando aún no me he alejado del todo.
—Creo que hay algo más que podría hacer.
Y mientras me observa curiosa, me pongo de pie, inclinándome un poco sobre ella alcanzo mi bolsa del guarda bultos, y tomo de allí una libreta y un lápiz.
Mi mano tiembla un poco cuando, luego de encender la pequeña luz sobre mi cabeza, presiono la punta sobre la hoja en blanco. Mis ojos vuelven a los de Jungsie, que me sonríe confundida.
—Tengo... una melodía en mi cabeza hace días. —me explico, repiqueteando el grafo contra el papel.
Sus cejas se elevan, encuadra los hombros como envalentonándose en mi lugar. Y con un tono bajo y certero afirma:
—¡Guay! No pierdas tiempo.
Del bolsillo de sus pantalones cargo saca el móvil y sus auriculares, y los pone en sus oídos, lanzándome una última mirada antes de dejar caer su espalda contra el asiento y entornar de nuevo sus párpados, como si quisiera darme mi espacio.
Y vuelvo a mi hoja en blanco y los pequeños puntos que deje en ella. Apoyo una vez el grafo pero ahora comienzo a garabatear. Las palabras brotan de mi mano incesante, casi sin siquiera pronunciarse en mi cabeza, sin duda, siguen la melodía sin origen que aún retengo y tarareo. La siguen como una canción ya existente que solo está siendo transcrita.
Taeyeon. Lo que le diría ahora. Lo que me diría ella.
Frases sueltas caen en el papel envuelto de melodías, y a diferencia de lo que creía, no duele, sino que alivia.
«¿Por qué estás llorando?
Tú y yo somos los únicos aquí».
«Respiro el aire frío de la noche
Sí, estamos viviendo y muriendo
al mismo tiempo
Pero puedes abrir los ojos por ahora».
El movimiento a mi lado me aparta de mi tarea. Jung mira mis anotaciones con un gesto gracioso en sus labios, algo disgustados, y sus ojos vuelven fugaces al frente cuando notan que la observo.
—¿Qué? —le digo pero no me mira, cierra los ojos y se pierde en su música. Entonces quito su auricular izquierdo—. ¿Qué? —repito.
—¿Qué de qué? —dice rápido, despejando su otro oído también.
—Me veías como si estuviera escribiendo mierda.
Su ceño se marca a una nueva profundidad. Doble mentón, puchero de contrariedad. Me corrijo, ahora me ve como si YO fuera mierda.
Me río.
—De verdad que tienes algo con la mierda ¿eh? —murmura.
—Entonces ¿qué?
Mira mi hoja una vez más y vuelve a mis pupilas, infinitamente apenada. ¿Será que va decirme que lo que he escrito es pésimo?
—Es que... ¿por qué no usas los renglones?
¿En serio?
Mi boca se abre incrédula. Pensaba responderle pero sinceramente no hay una verdadera razón, por más ilógico que le parezca.
—¿Por qué eres tan cotillas?
—Es solo que... eso que haces... no sé, no me parece bien.
Al igual que no tengo respuesta, ella tampoco, solo frunce todavía más su rostro en profunda desaprobación. Eso me hace apretar los labios con fuerza en un intento de no sonreírme, porque planeo hostigarla un poco.
Girándome a penas hacia ella la miro serio y tomo su mano.
—¿Me crees si te digo que el mundo no se detiene por no respetar los renglones, señorita orgasmos?
Está a punto de increparme por el asunto de los renglones, pero veo el momento justo en que termina de procesar cómo la he llamado, y aunque ya llevaba su boca abierta lista para justificarse, el color en sus mejillas asciende velozmente, antes de que cualquier palabra salga de sus labios.
—¡Joder, calla la boca! —grita ahogado, y no tarda en girar su cuerpo, como si buscara cientos de ojos juzgándola. Claro que no hay ni un par.
Antes de que pueda reírme se vira hacia mí de nuevo y me mantengo imperturbable.
—Deja de husmear.
Me mira berrinchuda mientras dice bajo "Vale". Y yo vuelvo a escribir, pero sin perderla de vista de soslayo.
Se calza los auriculares con algo de mala gana e intenta volver al frente la mirada, pero sus bonitos ojos se distraen nuevamente, de tanto en tanto, con lo que va dejando mi lápiz.
Y porque nunca dejan de divertirme sus reacciones, escribo:
«Si lees esto debes pagarme con un beso»
Mi mano queda fija al final de la frase, y esta vez no la busco mientras espero su respuesta. No hasta que sus dedos toman mi mandíbula, giran mi rostro y hacen coincidir mis labios con los suyos.
Aprieta un poco más fuerte mi cara cuando la presión casta entre nuestras boca se alivia. Abro los ojos que no sé cuando cerré, pero ella no. Continúa con su nariz rozando inmóvil la mía, respirando junto a mi rostro y sus manos firmes en el mismo sitio. Como si estuviera buscando algo en sus adentros.
La observo a esta distancia, el lunar en su pómulo y sus pestañas trenzadas, y aprovechando su aparente obnubilación, suelto suave mi libreta y lápiz, y sostengo su nuca con ambas manos, devolviendo mis labios a los suyos pero ahora sin castidad ninguna.
Pasando en limpio mi lista de cosas que siento por Joonha, creo que mi incapacidad de saciarme de sus gruesos labios aspira a uno de los primeros puestos. En alguna posición cerca de esto, se encuentra el cómo me gusta su agresividad contenida.
Justo como la que está poniendo ahora, cuando sus dedos se sostienen de mi camisa y despega un poco nuestras bocas en un chasquido, alejando apenas su cabeza cuando yo la acerco y devorándome los labios cuando no lo espero.
Algo que no me gusta para nada de Jung, y que encabeza una lista justamente con ese nombre, es la facilidad que tiene para generarme una erección.
Vale, es mi culpa no la suya, pero es que... Dios. Es como si tuviera acceso directo a mi polla, es capaz de manejarla mejor que yo.
—¿Es muy pronto para un manoseo en público? —mascullo sobre sus labios antes de volver a besarla, mientras extiendo mi mano y apago la bombilla sobre mi cabeza. Ella sonríe en mi boca mientras bajo después la mano hacia su cintura.
—Ni pronto ni tarde —dice luego de romper el beso—, no va a pasar.
Lloriqueo fingidamente volviendo a comerme su boca, y la acerco más a mí. La rodilla que llevaba sobre el asiento se acomoda sobre mi muslo, y es ella quien trenza la pierna que cuelga entre las mías, casi lista para que le dé un impulso y pueda tenerla sobre mí a horcajadas.
—Vamos... ¿no que era valiente? ¿No admiras eso? —su risita me calienta la boca y aunque no soy nada gracioso sino más bien un gilipollas, termino por hacer lo mismo, pero solo como reflejo.
—No abuses Kim. —dice y me da un último beso antes de alejar todavía más su rostro.
Se sienta con ambas piernas al frente, de pronto cuadrando los hombros y viéndome de reojo. Mientras yo aún boqueo negado a la idea de cortar el rollo. Y cuando parece obvio que realmente le ha puesto un cierre al asunto, mi polla oprimida da un pequeño espasmo, reclamando que sigamos.
Suspiro rendido y trato de acomodarme en el asiento, me doy un momento para lo que sé que no pasará: bajar mi empalme. No, ya no hay vuelta atrás.
Su mirada me recorre un poco confundida cuando me pongo de pie y la esquivo.
—Tendré que... hacerme cargo de un asunto. —digo acomodándome la entrepierna, provocando que su rostro pueda verse enrojecido aún en la umbría del vagón.
Cuando cierro detrás de mí la puerta del reducido baño, suelto un suspiro más, aunque este último es de dolor. Escurro mis dedos en el elástico de mis deportivos y justo cuando logro alcanzar mi polla, un suave golpe a mis espaldas me detiene del primer movimiento.
—Tae... —escucho.
Y con la misma velocidad con que quito la mano de mi entrepierna, es con la que sonrío.
—¿Qué? —digo asomando un ojo por la rendija de la angosta puerta. Jungsie está del otro lado, mordiendo nerviosa el interior de su mejilla, con los brazos tensos y cruzados en su pecho, y echa un vistazo rápido hacia el vagón antes de verme de nuevo.
—Déjame pasar... —murmura tan bajo que no estoy seguro de haberle entendido. Pero parece que mi miembro sí porque, otra vez, se activa como si le hubiera dado a un interruptor.
Aunque no contesto me hago a un lado, dejándola escurrirse dentro. Espero que no haya venido hasta aquí solo para hablar, teniendo en cuenta lo jodidamente pequeño del sitio y lo muy puesto que estoy. Sus ojos se desvían hasta mi empalme aún mientras lleva su cabeza al frente, y ascienden después a los míos, volcándose un poco hacia atrás.
—Aquí... no hay público, ¿no? —farfulla, y con el mismo tinte rosa en su rostro humedece sus labios.
Me lo tomo como una provocación directa, y es por eso que no tardo ni un segundo en besarle la boca. Y al parecer he acertado porque sus brazos sueltan el enlace sobre su pecho y ascienden a mi cuello, sosteniéndose de allí como si debajo de sus pies se extendiera el vacío.
Aprieto su cintura y la acerco a mi cuerpo, y escuchó el aire atragantado en su cuello cuando mi erección se presiona contra su pelvis. Me lame la boca en cada nuevo movimiento del beso, su lengua impasiva y certera parece que supiera cómo y dónde encontrarse con la mía. Me vuelve loco. Sus dedos se entierran en mi cabello, mis manos bajan hasta su culo. Dios, por fin. Me lleno las palmas cuando sostengo sus nalgas por encima de esos pantalones de chico que tan bien le calzan, pego más nuestras entrepiernas, y ahora soy yo quien se atraganta al tratar de no gruñir por la corriente que me recorre, desde la nuca hasta los huevos.
Esto tiene muy buena pinta y mala a la vez.
Por impúlsame más contra ella chocamos contra el pequeño lavabo. Mi cabeza golpea contra una saliente incómoda que hay encima, y mientras me quejo sobre su boca ella se burla sobre la mía. Murmura algo de que soy tonto, cosa que llevo en claro, y corto su risilla comiendo otra vez sus labios, impulsándola ahora hacia arriba, y calzando su culo y mis manos en el borde del lavatorio. Su mueca se pierde cuando le doy un empujón a mi empalme sobre su coño, y en lugar de continuar burlándose gime bajo, haciéndome repetir la jugada.
Lo que daría porque desaparezcan nuestras ropas.
Me mira fijo un momento con nuestras narices unidas, mientras froto mi polla en su entrada, y ella me incita con su cadera, moviéndose hacia adelante, haciendo vibrar su garganta al contener sus sensaciones. Suspiro, más bien gruño, entre frustrado y complacido, y casi como si quisiera consolarme vuelve a besarme, mientras continuamos en bucle follando con ropa.
Su pecho se agita y de pronto tiene que hacer espacio entre nuestros labios, para no terminar ahogada. Ahora es ella quien lleva el mando de nuestro vaivén, se frota desesperada contra mi polla y yo siento que en cualquier momento voy a estallar.
—No te detengas, Jungsie. —le pido con la garganta partida, y ella jadea en respuesta, como si mi solicitud la hiciera arder todavía más—. Ojalá pudiera follarte aquí mismo.
Cuando digo eso me muerde los labios, y termina por succionarlos como pidiendo disculpas. Y mis huevos que parecen odiarme se comprimen desesperados, cuando el roce entre mi miembro y las costuras de sus pantalones comienzan ser suficientes para llevarme directo a un orgasmo. Dios, voy a venirme vestido, en el baño de un tren, esto es totalmente nuevo. Y estoy seguro que no soy el único, porque Jungsie comienza a mascullar en mis labios. Lanza un par de insultos muy pobres que me hacen sonreír mientras la beso y restregarme más fuerte.
Y entonces suelta mi cuello, su mano se apresura desesperada y termina por aferrarse de una barra de esas que hay por todos lados aquí. Y cuando lanza un último y profundo jadeo, siento su coño comprimirse atormentado contra mi entrepierna, corriéndose con tensos espasmos. Mi frente cae en el hueco de su cuello y doy un par de estocadas más que impulsan mi tronco impaciente, dejando salir un gruñido grave, mientras me vengo en mis interiores.
Su pecho y el mío se balancean desesperados, mi aliento calienta su clavícula y mientras tratamos los dos de reponernos, siento el cuerpo de Jungsie sacudirse apenas bajo el mío. Está riéndose, lo puedo ver cuando elevo un poco mi cabeza.
—Eso fue... —dice y hace una pausa, no sé si porque aún no se recupera o si es porque está buscando el termino.
—¿Sexy?
—Vergonzoso. —me corrige, pero aún así deja un suave beso en mis labios.
Me río con el poco aliento que encuentro.
—Vamos... no recordaba lo que era correrse con ropa desde mis años de pubertad... Pero no está nada mal ¿eh? —Me alejo un poco más y la ayudo a bajar del lavatorio, y cuando sus ojos se dirigen a mi entrepierna algo divertidos, alcanzo unas servilletas y hago espacio en el elástico de mis pantalones para limpiar el desastre que hay dentro—. Salvo las consecuencias. —digo haciendo una bola con el papel y arrojándolo al váter.
No me esperaba otro beso como el que me da luego de mirarme pensativa un momento.
Cada uno es mejor que el anterior.
De verdad que cada segundo estoy menos satisfecho.
Peino un poco su cabello alborotado, ella cierra los ojos y suspira bajo, esta vez, es un suspiro de alivio, cargado de bienestar. Mi pecho se entibia en una sensación desconocida mientras la observo.
—Joonie... ¿Qué querías decirme? —murmuro, como para no cortarle el rollo.
Despacio despega sus párpados. Sonríe suave y me dice:
—Yo... dame un momento más ¿si?
Asiento, y aunque no sé qué será, su adorable gesto no me permite ponerme nervioso.
¿Cómo dicen que les va?
Pos yo llorando mares porque extrañaba actualizar, pero aquí estoy, para inaugurar la semana santa. Y prometiendo cosas que no sé si cumpliré: actualizar de nuevo en algunos días.
Espero que disfruten del nuevo capítulo peques.
Quería hablar del comeback pero no me siento con fuerzas para pronunciar palabra al respecto, aún no he logrado levantarme.
Ah, algo más:
JEON JUNGKOOK DÉJAME EN PAZ QUE YO YA ESTOY CASADA
Me voy a llorar otro rato.
Lesquie♥️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro