XXII. Butterflies;
No sé como ha pasado de llorar en mi hombro, a masturbarme. De confesar su dolor a arrancar todas mis dudas. Taehyung logra confundirme muchísimo, pero el nudo que genera termina desatándose en verdades que no había visto hasta entonces. Por ejemplo, todo lo que oculta su sonrisa despreocupada, o también... todo lo que escondo bajo mis propios complejos.
Diría que es como estar volado, colocado, súper colocado, aunque nunca lo he estado estoy segura que se acerca mucho a eso.
Un espiral de dulce fuego creciéndote dentro.
Felicidad pura, el mejor de los placeres.
Y definitivamente más relajante que cualquier clases de Yoga. Y solo con sus dedos, Dios.
La brisa del atardecer me sacude el cabello húmedo. La madera del bordillo en el que me encuentro está cálida, aunque el sol ha dejado de bañar el patio interior hace ya unos minutos. Muevo mis pies ligeros, rozando apenas las puntas de mis dedos descalzos en el resguardo de piedras y hormigón que rodea el bajo del escalón, las manos oprimidas con mis muslos, mi cabeza volcada atrás, y mis ojos cerrados. Me encuentro... en paz.
Tal vez suene ridícula, pero es increíble lo que puede hacer un orgasmo. El mundo entero se siente más ligero, y mi cabeza ha abandonado las cuestiones y sólo hace una única cosa: volver a él, una y otra vez. Tanto así que de pronto estoy ansiosa porque deje la ducha y se siente a mi lado, con sus conclusiones irrisorias y sus manos bondadosas. Ahora, de repente, sólo quiero que me toque.
Encontrar esa idea vagando en mi mente ligera, es como frenar al estrellarse el rostro contra una pared: brusco y confuso -sí, me ha sucedido-, y me arrastra a un momento en concreto. Su "confesión" es lo que comienza a dar vueltas en mi cabeza. Su inocuo "Me gustas Jungsie", que ha resultado más arrasador que una bomba atómica, se repite una y otra vez y en cada una de ellas sigo sin saber qué contestar, a pesar de mi evidente e indisimulable deseo de estar con él. Tal vez sea porque hay una pequeña luz que aún titila en la parte más profunda de mi cerebro: Yoongi. La posibilidad de saber si todo esto que he sentido por años, es realmente lo que creo que es... sí, la pregunta del millón: ¿Qué carajos siento?
La charla que mantuve con Sohee la primera vez que le confesé mi "noséqué" hacia Min Yoongi, regresa dando tumbos de mis memorias, trayéndome la -aún no comprobable- solución. Según mi amiga, si el chico llena «Las tres casillas» estás verdaderamente en problemas.
"Si te folla bien, quieres oírle hablar siempre, y hace que tu estómago se sienta a punto de salir volando por tu culo al pensar en él, no deberías dudar de nada, bebé"
Por supuesto, no puedo evitar aplicar el «Test de Sohee» a Taehyung, al igual que en su momento lo hice con Yoongi. Y para que mentir, mi lápiz mental ha tachado desde el primer momento la casilla dos: Quieres oírle hablar siempre. De todas formas, Yoongi también siempre ha tenido ese casillero lleno.
Genial, no estás avanzando en nada, reina.
Lo nuevo es que, a pesar de que apenas hemos llegado a tocarnos, estoy casi segura que Taehyung llenará bien la primera casilla también. Pero... ¿qué hay de Yoongi?
Oh, por Zeus, Sohee ha logrado que los ponga a competir en mi mente, voy a matarla.
El ruido de la puerta corrediza hace que al instante lleve a ella mis ojos, con un ineludible gesto de culpa por la comparación que mi cerebro estaba montando. Pero el competidor no es quien se encuentra del otro lado, aunque, joder, sí que se parecen.
Un hombre con rostro de sorpresa me observa, y su sonrisa cuadrada que amablemente comienza a torcer su gesto, me hace confirmar lo evidente.
—B-Buenas tardes, señor. —digo poniéndome recta, reverenciándome.
Veo los dedos de mis pies apretarse nerviosos al suelo de piedra. No sé porqué me he puesto tan alerta y ansiosa, pero cuando alzo la cabeza y él continúa sonriéndome gentilmente, me relajo un poco.
—Joonha ¿verdad? —dice saliendo al patio él también, y sentándose en el bordillo cerca de mí.
—S-Sí.
Sus ojos van ahora ocupados, como si mi presencia en su casa fuera lo más normal del mundo, a pesar de ser la primera vez que nos vemos. Recién entonces comienzo a observar lo que carga. Una bolsa plástica, que la abre a su lado, y una cacerola, la cual coloca entre sus piernas. Despacio, sin que los vestigios de su primer sonrisa desaparezcan, comienza a sacar fresas de la bolsa, a cortarlas con cuidado y dejarlas caer en el recipiente.
Lo observo en silencio. La situación se me hace un poco incómoda pero de alguna manera yo parezco ser la única que se siente así.
¿Es que todas las personas de esta casa se sienten tan cálidas?
—¿Tae? —pregunta, luego de un sereno silencio.
—En el... baño. —sus ojos encuentran los míos un momento, y comienzo a divagar en la idea de que SABE que ha pasado aquí. Mi rostro a arder como el infierno.
Pero él, de nuevo, baja la vista a sus fresas.
—Gracias por acompañarlo.
—No es nada, yo... estoy muy a gusto aquí, señor. —algo que me sorprende a mi misma.
—De todas formas: gracias. —sus ojos siguen en sus manos ocupadas, su leve sonrisa en sus labios—. Supongo que Tae ha estado pasándola mal, si te ha pedido que vengas con él. —aquel es el único instante en que su gesto se compunge.
—Él es... Taehyung es muy fuerte.
Desde que su realidad se abrió ante mis ojos, no he podido dejar de pensar lo imposible que ha de ser acarrear con eso.
—Sí, y muy apañado. Tanto que aunque esté en problemas, se encargará de todo él solo. —le sonrío, aunque no esté viéndome, aunque sus palabras y la veracidad de ellas hagan que se me reduzca el pecho. Le sonrío porque esa característica de Tae me parece admirable—. No te ha dicho nada de Taeyeon antes ¿cierto?
—No lo ha hecho, no hasta llegar aquí.
—Y tu eres su amiga ¿verdad? —En otra situación me hubiera costado muchísimo afirmar ante esa pregunta. Y aunque esté confundida por la repentina cuestión, asiento de inmediato—. ¿Puedo pedirte que le cuides?
Me sorprendo cuando lanza ese encargo viéndome a los ojos. Pero en realidad, por la forma en que Taehyung lloró en mis brazos más temprano, lo entiendo perfectamente.
Asiento de nuevo, despacio. Él sonríe, ahora por cortesía, y luego suspira. Y tras un silencio, continúa hablando pasivamente, como si quisiera explicar su afanosa y repentina petición.
—Mientras Tee estuvo enferma, él se volvió invisible. Aunque su madre y yo intentamos no perderle de vista nunca, él tomó el papel secundario por su cuenta. —por un momento sus manos se detienen, como si al recordar aquello lo asaltara la culpa—. Sus notas eran excelentes, mejores que antes. Ayudaba en la casa, en el trabajo, y cuando no estaba haciendo nada de eso, estaba con su hermana. Haciéndola reír, componiendo música, recordándole que aún estaba viva... incluso Taeyeon dejó de asistir a su terapeuta, nos dijo que no la necesitaba, que tenía a Tae. Supongo que nunca ha dejado de cargar con eso... es que él siempre ha tenido esa habilidad con las personas ¿sabes?... como un...
—Sexto sentido.
Sin elevar su cabeza, nuestros ojos se cruzan una vez más. Sus gestos son tan naturales, mientras habla de su hijo, casi con necesidad de presumir de él. No lo culpo.
—Exactamente así. Me alegra que lo hayas visto. —su sonrisa se acentúa un poco—. A veces tengo la impresión de que mi muchacho está algo perdido... que el chico empático, espontáneo e ingenioso que solía ser, se ha dañado demasiado.
—No lo creo, señor, porque... todo lo acaba de decir, es el mismo Taehyung que yo he conocido. —por alguna razón, cuando digo aquello, mi corazón palpita a una frecuencia más alta, se siente vibrar en mi garganta y en mi estómago, y me hace notar allí mismo una corriente extraña. La atención del señor Kim pasa de las fresas a mí, y el aleteo de mis entrañas se intensifican cuando, antes de que las pronuncie, mi cuerpo advierte mis siguientes palabras—. Taehyung es... una persona increíble.
Joder.
¿Estás de coña, Joonha?
Mierda.
Puta mierda.
"Si hace que tu estómago se sienta a punto de salir volando por tu culo al pensar en él, no deberías dudar de nada".
¿Es este mi estómago queriendo abandonar mi culo? Este es definitivamente el muro más grande contra el que he golpeado mi cabeza.
El señor Kim me observa, de pronto algo confundido. Asumo que solamente imita mi repentino gesto.
—Sí que lo es. —dice al final, volviendo a su tarea, dándome mi espacio para mi pequeña crisis. Una que olvido un poco cuando lo siento murmurar: —Ojalá pudiera superar ese mal trago...
—Cariño... —escuchó a un lado. Reconozco la voz de la madre de Tae y aunque la observo con la idea de que le hablaba a su esposo, es en mí en quien lleva los ojos. Cuando veo los suyos los noto húmedos. Tal vez ha estado allí más de lo que pensaba—. ¿Puedes... puedes ayudarme con algo? Creo que ya es hora.
El señor Kim la observa. La ve con la misma delicadeza con que Tae abrazó su pequeño cuerpo cuando llegamos hoy. Y aunque aún mi pecho está en crisis, lo noto, que el amor en esta casa se respira hasta en las miradas.
Cuando los ojos del hombre viajan de su mujer a mí, me pongo de pie.
—Por supuesto. —digo sonriendo, aceptando de a poco, de nuevo, otra verdad que despacio se acomoda en mí.
Ya no tanto en mi cabeza, sino en mi cuerpo.
Y después de lo que podría describir como la paja más simplona y placentera de mi vida, me toca atravesar, una vez más, la cena más dolorosa del año.
Los contrastes de la vida parecen una historia mal resumida. ¿Cómo pasas de sentirte el tipo más afortunado a querer desaparecer? Pero supongo que no tenerlos sería todavía más triste. Nada de felicidad, nada de dolor. No sé si sería un buen trato.
Suspiro cuando me acomodo la camisa azul a cuadros de la manera que a mi madre le gusta: hasta el penúltimo botón y con las mangas extendidas. Al fin y al cabo, todos sabemos que esta cena es para ella, no para conmemorar a Tee. Si fuera así la haríamos en su cumpleaños y no en el aniversario de su muerte.
Pero he decidido que no habrán discusiones esta noche. No frente a Jungsie, no la he traído hasta aquí para eso, aunque no tengo muy en claro para qué lo he hecho... o ¿tal vez si?
Hombre, me estoy volviendo débil.
Despeino una vez más mi cabello ya casi seco y evito echarme un último vistazo al espejo, además de porque estoy tardándome demasiado, lo evito porque todo esto me parece ya muy deprimente, así que emprendo el camino al comedor. Al menos sé que mi padre ya ha llegado para aflojar un poco el ambiente de funeral.
Pero lo que me encuentro antes de alcanzar la sala me confunde. No un poco, muchísimo. En el recibidor, mi madre y Joonha acomodan unas pequeñas flores en un mueble que no estaba ahí este medio día. No hay más ofrendas, nada de inciensos o cuencos con frutas, ni siquiera está el altar. La foto de Tee cuelga en la pared, junto algunas otras de nosotros que no había visto hace años. La hace lucir... viva.
¿Qué está pasando aquí?
Los ojos de mi padre encuentran los míos, y al igual que lo ha hecho siempre, me sonríe, con sus brazos cruzados sobre su pecho y su hombro apoyado en el umbral del comedor, admirando la misma escena que yo.
Mis dedos se mueven nerviosos, mis labios tiemblan un poco mientras mi cabeza ordena las preguntas que no puedo soltar, y antes de que lo intente, Jungsie voltea a verme. Sus ojos pardos lucen melancólicos, muerde su mejilla, lleva el mechón molesto tras su oreja, y con un culpable gesto de "¿Está esto bien?" Termina por sonreírme.
Joder, está más que bien.
—Bebé, ¿cenamos? No quiero que pierdan el último tren. —dice mamá, y aunque sonría, lleva sus ojos húmedos.
Aún no puedo contestar. Me debato entre qué debería decir, qué debería callar y cuál sería el desenlace de esas palabras que no logro soltar. Pero mientras mi boca sigue abierta y confundida, mi madre se acerca a mí, toma mi rostro con sus manos pequeñas y besa mis mejillas, igual que siempre, primero la derecha y luego la izquierda. Mi cuerpo se encorva sin que se lo indique, la tomo entre mis brazos mientras ella susurra en mi oído:
—Lamento haberlos atado así.
No puedo evitar presionarla contra mí más de lo que su cuerpo débil necesita. Mis dedos se afirman en sus cintura, y aunque mi garganta sea interrumpida por una bola de angustia que amenaza mis ojos también, me contengo. Sé que esto no será fácil, ni rápido, ni siquiera seguro, pero el hecho de que lo haya visto, me alcanza para tener esperanzas.
No quiero que la olvide, quiero que la recuerde como se merece.
—Vamos a cenar. —interrumpe papá—. Joonha, Taehyung me ha dicho que nunca has comido Gomguk. —su gesto de confusión al mirarla hace que Jungsie abra la boca y tartamudee un poco, y termine por clavar en mí sus filosos ojos, tan incrédulos como sorprendidos.
Mis padres se adelantan a la cocina, y cuando Joonha alcanza mi lado para seguirlos, me da un codazo en las costillas sin un poco de delicadeza.
—Sí ibas a hablarle tanto de mí a tus padres podrían haber sido cosas positivas. —susurra con hostilidad, con una falsa hostilidad—. Hombre, qué necesidad de inventar datos.
Me río. Le he acertado una vez más.
—Ahora tengo cosas muuuuy positivas para contar de ti. —sus mejillas se incendian de a poco y su gesto se vuelve un claro "¿Cómo te atreves?", lo que me causa otra risa, y enredando mis dedos en su cuello desnudo dejo un beso en su cabeza—. Baja la guardia Joonie, sólo bromeo.
La mesa ya está servida, Jungsie se sienta a mi lado, sus dedos pequeños y regordetes alcanzan su cuenco de arroz y ante la poca atención de mis padres me bisbea:
—Habrán mejores. —con su rostro sonrojado llena su boca de arroz.
Madre mía, estoy pensando demasiado ya.
¿Cómo han estado pequeeess?
Extraño las dobles actualizaciones semanales y todos sus comentarios 😭
Espero que estén disfrutando de la historia, ¿se les hace muy pesada? No tengo intensiones de caer en eso 🙅🏼♀️ Taehyung ya ha soltado su peso (mi pobrecito) así que el drama cesará... (al menos el drama familiar hehehehe)
¿Tienen alguna pregunta, sugerencia o comentario?
Yo tengo algo para decir sobre esto:
(Ampliemos)
(Ampliemos de nuevo)
Mireputísimavida
Gracias.
Amorpaustedes ♥️
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