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XV. Recognizing;

No sé desde cuándo ha comenzado a molestarme el silencio. Pero mi estómago encogido me trae una sensación que reconozco. Me siento igual que hace algunos años, cuando de a poco fui dando con esas verdades que me hicieron repensarlo todo. Me siento... incómoda. Es como ese aire de que las cosas están jodidas, pero que es necesario que así sea.

Sus dedos largos rozan incesantes el ángulo de las hojas del libro que lleva bajo sus manos. Mientras sus ojos deslucidos se mueven por las páginas. Desde que llegamos a la biblioteca he querido prestarle atención a mi libro yo también, se supone que tengo que terminar este ensayo para el viernes, pero de nuevo ese desconcierto interior me ha hecho imposible la tarea de concentrarme. O tal vez sea Taehyung, sentado al otro lado de la mesa en ese silencio que no le va mucho. O tal vez sea Yoongi evitándome de la misma forma que yo lo hice cuando lo vi besando a aquel chico.

O tal vez sea yo, y esta repentina incomodidad conmigo misma.

Se supone que hay que destruir para crear ¿verdad? Bueno, definitivamente estoy en la etapa destructiva. Otra vez. Y eso es porque no es sencillo admitir que tienes un problema. Y menos lo es demostrárselo a los demás. Lo cierto es que es muy obvio ya: en los últimos días, no he hecho ni dicho lo que realmente sentía. La pregunta es ¿por qué?

Quise que Yoongi me besara. A pesar de que no comprenda su repentino deseo y sinceridad, se supone que es lo que he querido hacer hace tiempo pero lo arruine. Incluso yendo más atrás, nunca pude demostrarle que me gusta, que le quiero y no puedo dejar de preguntarme ¿por qué?

Cuando Taehyung y yo nos besamos, lo primero que debieron soltar mis labios fue "No te detengas". Pero tampoco lo hice. Mentí, use excusas ridículas y arruine una de las relaciones más honesta que he llegado a tener en tan poco tiempo, y de nuevo ¿por qué?

Tae chasquea suave su lengua y le sigue un "Aahh", como si hubiera encontrado en las páginas del libro que lee algo que responde una pregunta que se estaba haciendo. Y yo, que apenas he podido bajar la vista, vuelvo a mirarle de nuevo.

¿Qué pregunta se estaría haciendo?

No he podido dejar de pensar en él en estos días. En cada una de las palabras que dijo, en su forma de verme. He analizado una y otra vez en mi cabeza cada momento de esa noche. Y sigo haciéndolo mientras lo observo ahora.

He descubierto algunas cosas. Como que no hay mariposas cuando pienso en él, no hay nerviosismo o ansiedad, pero sí hay algo que no suelo encontrar seguido: calma. Estar con él es tan sencillo y natural que no tengo que pensar en mis palabras aunque mi cabeza le cueste evitar ese paso. Y su beso... digamos que tenía razón, no fue nada parecido a lo que he experimentado antes. No sé si de verdad fueron las circunstancias o si fue él. Dulce, ameno y algo adictivo y, capaz que hacerme llegar mucho más lejos de lo que lo he hecho jamás.

Filtra su índice entre su frente y su llovido cabello miel, y lo hace a un lado despacio, sin despegar su vista de las hojas. Luego humedece sus labios y deja su rostro en un gesto cómodo, que lo hace lucir un tonto.

¿"No fue como Beethoven cinco"?

¿En serio? ¿Qué mierda pasa conmigo?

Su rostro de desconcierto frente a mis palabras, me persigue. No quise incomodarlo, de hecho, me sorprende un poco que mi esquiva actitud la haya liado tanto. Pero lo ha hecho. Lo sé porque de camino aquí apenas hemos cruzado palabra. A pesar de que me tarde un poco al salir de clase y me ha esperado unos cuantos minutos, no me ha enviado ningún mensaje. Ni una sola broma o comentario filoso.

Sin embargo, cada vez que alza su cabeza y nuestros ojos se encuentran, me sonríe suave.

No me respondió por qué es así conmigo, cuando se lo cuestione la otra noche. Lo he pensado y la verdad, le temo a esa respuesta, porque no se qué hacer con ella.

Suspira cuando da vuelta la página y se escurre un poco en su asiento. Su boca hace un pequeño mohín, como si no estuviera dispuesto a continuar su lectura pero le estuvieran obligando. Y mientras miro por demasiado tiempo sus labios,  su lengua humedeciéndolos lento y sus dedos que se enredaban en mi cabello hace dos noches; mi cara arde, comenzando desde mi pecho.

Vale, tal vez es un hecho y Yoongi no es la única persona que me pone. Al parecer ya no.

Taehyung eleva sus ojos sin mover su cabeza. Dan con los míos de inmediato y sus cejas oscuras los aprisionan un poco mientras me mira. Al analizarme, su boca toma una mueca de burla mezclada con desconcierto. Sí, estoy jodidamente sonrojada y lo ha notado.

—¿Estás... bien? —me pregunta impulsándose un poco sobre la mesa y su libro.

—Sí... sólo, hace calor aquí. ¿No?

—No.

—¿No?

—No.

—Bueno, yo si tengo calor ¿vale?

Se sonríe. Al principio con ganas pero sus comisuras se desgracian rápidamente. Carraspea su garganta suave y trata de acopiarse para continuar leyendo. Y yo suspiro porque... no me gusta este Taehyung. No es ni siquiera como el de hace unos días cuando hablamos por primera vez. No es él. Y nunca lo había visto no siendo él.

—Tae... —Cuando recibo de nuevo sus ojos, no sé qué decirle. "¿Qué te sucede?" sería una pregunta un poco tonta.

—¿Qué pasa?

—¿Estás... bien? Digo ¿estamos... ?

Sshh silencio. —se escucha a lo lejos.

Por encima de mi hombro veo al tipo del mostrador, observándonos fijo por sobre sus anteojos pequeños y perfectamente circulares. Y tengo un escalofrío cuando recuerdo a la señora Shin. No creo que sea conveniente perder la entrada aquí también. Al menos no si quiero hacer menos de 50 kilómetros para encontrar un libro.

Mis ojos vuelven a Taehyung, quien engrandece los suyos en esa forma que lo hace siempre. Esa que no sabes si es que está asustado o sorprendido. Aprieta sus labios y me hace un gesto de "espera", mientras revisa su bolsa. Entonces saca el móvil, me sonríe apenas y teclea su pantalla, y la mía se enciende sobre la mesa.

Tae: Decias?

Me río. ¿En serio vamos a mensajearnos cara a cara? Vale, de verdad no quiero hacer 50 kilómetros por un libro.

Yo: Si estás b

No, esa no es una buena pregunta. Borrar.

Yo: Que no te dije que la pase bien en el cine.

¿En serio? Joder, reina, qué problema tienes con ser directa.

Veo sus cejas elevarse apenas y comienza a teclear, mientras me mira desviando un segundo sus bochas negras.

Tae: Te lo dije, mi guarida cumple su funcion a la perfeccion

La verdad, diría que la clave es él, no su guarida. ¿Tan difícil es escribir eso? Aún mantiene el teléfono en sus manos preparado para contestar, pero sus ojos están en mí. Y eso hace definitivamente todo más complicado.

Yo: Tu y yo

No. Borrar.

Yo: Nosotros

Tampoco.

Yo: Estamos bien ¿verdad?

Está vez no tiene gesto alguno al leer mi respuesta, apenas alcanza el borde de su labio inferior y lo mordisquea un poco.

Tae: Por que no ibamos a estarlo Jungsie?

Yo: Ya sabes. No quiero que se torne incómodo entre nosotros.

Sigue sin mirarme. Ha pasado a lucir como si de verdad estuviera escribiéndose con alguien que no está justo frente a él, al otro lado de la mesa.

Tae: Tranquila. Nada pasó.

¿Ha puesto un punto final? Él nunca pone puntos al final. Vale, estoy comenzando a exagerar, pero de verdad, esto no me sabe nada bien. Lo miro antes de contestar aunque parece que él no lo espera. Ha dejado su móvil en la mesa y ha vuelto a su libro, sin siquiera pasarse por mis ojos antes.

Yo: Eso no es

Mierda... borrar.

Yo: Tae.

Mira el mensaje sin tomar el teléfono y entonces por fin me ve de nuevo. Frunce su entrecejo con gracia y me contesta.

Tae: Jungsie?

Yo: Te mentí otra vez.

Leer lo que le envíe le toma más tiempo del que esperaba. O tal vez sea el apretar de mi estómago el que hace lucir a los segundos eternos. Otra vez muerde su labio, otra vez ajusta su ceño y otra vez me mira, y aunque se dispone a teclear, su respuesta nunca llega. O está escribiendo demasiado o no sabe qué contestar.

Yo: El episodio II es mi película favorita.

No me observa cuando, más marcadamente que antes, vuelve a morder su labio inferior. Más bien lo aprisiona entre sus dientes, prohibiéndole a sus comisuras elevarse. Tragándose una gran sonrisa. Su respuesta vuelve a tardarse pero ya no sé qué agregar.

Tae: Oh

Contesta. Nada más. No se marca «escribiendo...» bajo su nombre, ni sus dedos parecen moverse.

Yo: Sí.

Tae: Vaya...

Yo: Ajham

Su suave risa se escucha ahora y me hace despegar la vista de la pantalla. No he querido hacerlo porque seguro mi rostro luce del más furioso carmesí. Pero quiero verlo reí, ver si es verdadera de nuevo. En medio de esa sonrisa que no ha dejado su boca, humedece sus labios con la lentitud de siempre y me señala su móvil con los ojos, elevando sus oscuras cejas, como obligándome a atender nuestra charla.

Tae: Por que lo hiciste?

Esa es una pregunta más compleja de lo que parece.

Yo: No lo sé. Te dije que algo va mal conmigo.

Tae: Quiere saber mi opinion, paciente?

Yo: Lo escucho doc. Bueno, lo leo.

Levanto la cabeza otra vez cuando lo siento moverse. Se acomoda en la silla, me observa un instante llevando sus orbes hacia arriba, casi pegándolas a su entrecejo porque su rostro aún va dirigido al móvil. Esa forma de mirarme me altera un poco los nervios, porque de pronto luce más serio. Una seriedad que aún no tengo muy en claro lo qué provoca conmigo.

Tae: Creo que tienes mucho miedo de ti misma Jungsie, no se si es impuesto o propio. Pero si se que te retiene. Y en mi opinion, lo mejor para evitarlo es conocerse.

Conocerse...

Me molesto un poco apenas leer el mensaje. En parte agradezco que estemos escribiéndonos y no hablando, porque estoy casi segura de que mi respuesta sería algo rápido e hiriente, totalmente borde, como suelo responder cuando me siento cuestionada. Algo que él no merece.

Yo: ¿Cómo se sup

Mis dedos se estancan sobre la pantalla. Mis ojos se van de allí cuando, de manera algo brusca y decidida, Taehyung se pone de pie. ¿A dónde va?

Después de que los primeros pasos lo alejen de nuestra mesa, me lanza una mirada sobre hombro. Hace un gesto con su boca que no comprendo, la aprehende con fuerza, como si estuviera a punto de hacer algo que no debe. Y entonces alcanza el mostrador.

Se impulsa un poco hacia adelante por encima del alto escritorio, apoyándose en sus codos, como si quisiera decirle al hombre de recepción algún tipo de secreto. Juega con la zapatilla del pie que lleva más alejado, calzándola y dejándola caer mientras el bibliotecario logra contestarle luego de lucir algo desconcertado, y le da lo que parecen indicaciones.

Entonces me observa otra vez, por última vez, antes de perderse entre las grandes estanterías de este laberinto.

No, no lo entiendo. Pero de alguna forma me he puesto ansiosa. En este tiempo he aprendido que anticiparse a Kim Taehyung, es prácticamente imposible. Sería más fácil ganar un número pleno en la ruleta.

No sé cuánto tiempo se ausenta, y aunque intente continuar leyendo, mis ojos no dejan de despegarse de las hojas con intermitencia. Hasta que regresa.

Carga una cantidad de libros bajo su brazo izquierdo, embolsados en su amplia camisa bordeaux, y al parecer los retira porque el bibliotecario los pasa uno a uno por el escáner antes de devolvérselos, no sin antes mirarlo fascinado. Una mirada que lo sigue en todo su camino de vuelta a la mesa y que cuando se encuentra con la mía, la esquiva con apeno.

El estruendo en la superficie me hace abandonar mi análisis sobre el hombre de anteojos y su repentino pasme.

Taehyung me sonríe, pero no como siempre. Esta vez lo hace como un adulto a un niño que pretende consolar, contagiar con su calma. Y cuando da unos golpecitos orgullosos sobre la pila de libros que ha dejado caer en la madera, abandono por fin su rostro y bajo la vista a ellos.

El sexo en tus manos

Sexología y terapia

El ABC del sexo

Manual de exploración

Tienes que estarme jodiendo...

No sé que tan abismales se ven mis ojos cuando los elevo de nuevo hacia él. Siento que van a dejar mi rostro impulsados por el hervir de mi sangre que se aglutina allí.

Lo que sé es que Taehyung detecta de inmediato que estoy a punto de gritarle -tampoco sé qué-, porque sus ojos crecen tanto como lo míos cuando inspiro con fuerza, y rápidamente lleva su índice a sus labios y mira al bibliotecario.

Por supuesto se me escapa de todas maneras un gritillo ahogada, sin definición, ninguna palabra distinguible sino más bien un sonido de pena profunda. Lo que es definitivamente más avergonzante.

Los ojos de varios estudiantes caen sobre nosotros, y yo solo deseo que la distancia entre las mesas sea la suficiente como para que no se note la enciclopedia de sexo que Kim Taehyung a traído a nuestro lugar.

Después de buscar testigos rápidamente, regreso a él, quien de nuevo me señala su móvil con calma.

Y una mierda...

Yo: ¿QUÉ MIERDA

No. Borrar.

Yo: ¿QUÉ SE SUPONE QU

No... joder.

No sé si quiero entrar en detalles.

Yo: ¿Crees que yo

Vale, tranquilízate.

Inspirando profundo y soltando el aire en silencio, releo nuestra conversación. Lo observo apenas por sobre el teléfono mientras lo hago, él ha vuelto a su libro, con su cabeza apoyada en la palma, me ve unos segundos y esquiva mis ojos, tranquilo, como si quisiera quitarle hierro al asunto.

De todas formas ¿por qué todo esto me turba tanto? Tal vez, de verdad, necesito aflojar el peso excesivo que estoy cargándole al tema. Sí, es cierto, tengo un asunto con el sexo. Y si trato de pensarlo detenidamente, creo que el problema está, justamente, en que no puedo hacerlo. Como si algo en mí me hiciera sentir culpable por solo darle vueltas a la idea, incómoda... ¿indecente?

Una exhalación se me escapa, mezclada con risa, desconcierto, incluso vergüenza porque "Indecente" no es una palabra que use para nada. Esa palabra no es mía. Y me doy cuenta que no lo es porque la voz que escucho en mi cabeza al pronunciarla, es la de mi madre.

Joder, ¿en serio?

De pronto el salón de la biblioteca se siente extremadamente frío y ajeno. Me encuentro extraña, extraña e irreconocible a mis propios ojos. Como si hubiera despertado justo ahora en un cuerpo que no es el mío. Como si hubiera vuelto a mis dieciséis, y todas las verdades y severidades que me he formulado en este tiempo hubieran desaparecido. Puedo sentir mi cabello lacio y largo sobre mi espalda, puedo sentir la presión de mis padres sobre mis hombros.

Si es que ¿me he librado de ella alguna vez?

Cortarme el cabello y cambiar mi imagen, acostarme con desconocidos, no usar ni un céntimo de su cuenta bancaria o incluso alejarme, ¿será que todo ha sido siempre una falsa rebelión?

Porque al final, adentro mío, aún existen las trabas. Estas trabas.

Siento una angustia en mi garganta, una acidez pesada y molesta. Estoy tan afligida como enfadada.

Con mis dedos inmóviles sobre la pantalla del teléfono, lo observo de nuevo a él. Ha dejado de leer, sus bonitos ojos se pierden ahora en un grupo de chicos que ingresa a la biblioteca. Saluda a alguien de aquel montón con un leve movimiento de cabeza y una sonrisa. Todo en Taehyung es tan... franco.

Estiro mis manos a la pila de libros, me abochorna que me tiemblen un poco. Ahora sí, me mira a mí, mientras los deslizo despacio hacia mi lado de la mesa y los dejo junto a los de historia.

Su rostro sonríe, lentamente su gesto se pliega de esa forma contagiosa, y humedece sus labios en un intento de controlarlo mientras se irgue un poco en la silla, y abraza de nuevo su lectura, sin esperar mi mensaje.

¿Será que he terminado de destruir? Y parece que estoy necesitando de ayuda para crear.

Yo: Gilipollas.

Tae: Un placer Jungsie, lo digo en serio, un placer

¿Les pareció más pesadito de lo normal?  Pos era necesario.

Este es un tema que he querido tocar varias veces y pensé que hacerlo en este ff con un poco de humor sería mejor.

El sexo como algo tan mal visto que termina afectándonos.

Obviamente lo que le pasa a Joonha es un extremo, pero estoy segura que varios de nosotros, en algún punto, nos hemos sentido un poco así ¿no?

Espero estén disfrutando la historia.

Amoramoramor

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