Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIX. Holding you; Part 1

Así son las cosas: Simplemente NO-LO-SÉ.

Mi cabeza ha pasado de racionalizarlo todo -inclusive en exceso-, a dejar de funcionar, a cargarse de sensaciones sin formas e intentar comprenderlas. Y algo es seguro: todo eso se me da pésimo.

Tanto así que he decidido no tomar el autobús de regreso a casa cuando salí del museo, en lugar de eso llevo caminando unas quince calles. No es un castigo, sino un intento de pensar, uno muy ineficaz porque mi cerebro parece haberse idiotizado desde ayer. Sí, desde que Taehyung me beso en mi habitación, desde que sentí sus largas manos enredarse en mi cintura y mi boca actuó sola contra la suya, sin pena alguna. Desde que... joder, qué vergonzoso, hizo que me excitara como nunca.

Incluso de sólo pensarlo ahora, mi vientre bajo comienza a vibrar ansioso disparando una corriente a mi entrepierna. Los desconozco. Desconozco mi vagina y cualquier otra cosa que esté reaccionando así dentro de mí, sobre todo cuando no estamos hablando de Min Yoongi.

Un Min Yoongi que luego de haber sido visto con aquel chico, intentó besarme sin preámbulo alguno, y desapareció de mi vida después. Tiene ese talento, incluso viviendo bajo el mismo techo.

Pero además hay algo más. Algo que hace que esta vorágine de sensaciones sea todavía más confusa. Y es que sé que Taehyung no se encuentra bien. Lo he notado ayer sólo al verlo en la puerta de casa. Su porte despreocupado lucía más bien agotado. Sus palabras acotadas y esquivas, las oscuras aureolas bajo sus ojos y lo difícil que se le hacía mantener una sonrisa y como también, a pesar de todo eso, parecía no querer irse. Hoy no ha sido muy diferente: silencios prolongados, miradas perdidas y un par de llamadas en privado.

Y todo esto me ha sentado algo raro porque, normalmente tengo sentimientos encontrado con respecto a escuchar las penas ajenas, una percepción de que no haré un buen trabajo dándoles consuelo o incluso que mis palabras insustanciales e incómodas podrían ser más dañinas. Siempre le he huido un poco a esas charlas pero ayer, a pesar de que no sabía cómo, quería aliviarlo.

Y es por todo eso que ahora me encuentro caminando a casa, intentando comprender qué está pasando. Con él, conmigo, con todos. Mis muslos comienzan a irritarse del roce y el calor y lo que pareció una buena idea, suena totalmente estúpido, porque ahora además de continuar confundida, estoy agotada.

Saco el móvil del bolsillo para cambiar la canción que llega a mis auriculares, tal vez un tema que me aturda y me salve de mi misma, pero no lo logro, porque varios mensajes llenan mi salvapantalla.

Kwon Sohee: Como q vas a daegu?? me puto muero. Si no te contesto ya sabes xq es: me puto morí

Kwon Sohee: Tienes que llevarte muchas bragas. Tendrias q haberlo dicho ayer hoy ya no podemos ir d compras

Kwon Sohee: Espera... se van a un viaje d polvo o se estan fugando?

Kwon Sohee: NO ME DIGAS Q T VA A PRESENTAR A LA FLIA?!

Kwon Sohee: Ya, lo siento... no dejes de contarme x esto, ok?

Ayer, luego de que Taehyung se fuera, le solté algunos detalles a Sohee, pero no este. Esto del viajecito a Daegu acabo de revelárselo por mensaje porque ¿cómo sobrevivir a un interrogatorio de esta naturaleza en directo? Además de eso, la verdad es, que aún me parece poco creíble que mañana a la mañana faltaré a mis clases y voy a montarme en un metro, en dirección a una ciudad a la que nunca he ido, con Kim Taehyung, el mismo que hace un par de semanas veía como un chico extraño y ajeno a mi vida.

Yo: No es un viaje de polvo, voy a llevar las bragas que necesite para mi vida diaria y vuelvo en la noche. Y la verdad, no sé muy bien porqué me ha pedido que le acompañe, pero parece importante.

Sohee no es la única que me ha escrito. Hay un mensaje de Tae también.

Tae : Mañana te recojo a las 8. Gracias Jungsie

¿Por qué todo esto me da mala espina?

Le contesto el mensaje y guardo el móvil de nuevo, y cuando tomo la esquina para por fin llegar a casa, tengo un pequeño déjà vu por lo que veo. Yoongi en la puerta de los apartamentos, bajo las farolas que decoran la entrada, sentado en los escalones, aunque esta vez está sólo. Guarda su teléfono exasperado y restriega su cabeza.

Sin intención alguna mi andar se aminora, y como si hubiera estado esperándome aparecer por esta esquina, su rostro se eleva lento, sus oscuros ojos conectan con los míos. Se pone de pie, con la desidia que le caracteriza, e igual de pausado quita algo de su bolsillo. Algo blanco: un papel.

Cuando llego a su lado arranco los auriculares de mis oídos, mientras sin poder evitarlo, le sonrío nerviosa. Yoongi acomoda su garganta, da sus típicos bocados al aire con ese gesto desganado y me mira un instante, recorriendo mi rostro casi como si... necesitase verme. Y al final me medio sonríe, en esa pequeñísima mueca en que su bonita boca se vuelve una corta línea prologada por dos hoyuelos.

—Hey... —suelto bajito, evitando el silencio.

—Hey... —contesta él, llevando su vista al papel en sus manos, y yo también. El mismo que hace unos días filtré bajo su puerta—. Yo... he estado ocupado.

Sus ojos vuelven a los míos, más suaves que siempre; casi avergonzados. Su semblante nada habitual me coloca un poco ansiosa, y sin pensarlo humedezco mis labios cuando inevitablemente esta situación me lleva a recordar lo sucedido la última vez que estuvimos a solas, como si mi boca estuviera exigiéndole una segunda oportunidad.

Se supone que me corresponde decir algo, pero no lo logro, porque mirándolo como lo hago ahora, fijo y recibiendo también sus ojos, tengo la leve sensación de que el mogollón de mi cerebro se intensifica. Y es en ese silencio incómodo que los dos mantenemos, que cierto brío comienza a nacer en mí pecho mientras nos observamos. Dejo de pensar en todo lo acontecido en estas semanas y vuelvo de nuevo a perderme en él, y en ese bucle de ganas y arrepentimiento, y puede que suene fatal pero, me gustaría poder dar con él el mismo paso que con Taehyung.

Dios ¿qué pasa conmigo?

Nada, Yoongs, tranquilo.

—¿De qué querías... hablar? —dice viendo de nuevo el papel.

Muerdo mi labio prolongando la respuesta obvia, mientras intento una forma más esquiva de sacar a flote el tema de nuestro beso fallido, pero la verdad, no encuentro una manera muy sutil de decir esto.

—Yo... fui una tonta. —su entrecejo se ajusta un poco cuando vuelve a verme—. En tu estudio, la semana pasada...

—Joonha, no tienes que...

—Me arrepiento de lo que pasó. —la negación de su cabeza, que acompañaba sus anteriores palabras, se detiene. Me observa fijo pero, no encuentro definición en su gesto. No es como cuando le dije a Tae que el Episodio II molaba. No, ante mi leve confesión Yoongi no sonríe, no hace nada, más bien luce... asustado—. No fue... lo que hice yo... ya sabes, sí quería que tú... mierda.

Suelto lo último bajo y en dirección a mí misma. Porque aún no puedo creer que cuando se trata de cosas que realmente quiero, todo se vuelva tan difícil para mí. La visión de mis pies moviéndose ansiosos dentro de mis sandalias es interrumpida por el sonido de la respiración nasal y profunda de Yoongi, y elevó la cabeza sorprendida para encontrarle.

Él asiente suave, como siempre, mira hacia abajo mientras con sus pálidos dedos largos desordena los cabellos de su nuca, que mueve como muñequito de tablero de automóvil.

—¿Qué mierda estamos haciendo? —dice al final, y un gesto de vergüenza se camufla tras una comisura elevada.

Y yo espiro profundo porque, por los dioses, esto es jodidamente extraño.

—No lo sé... esto es ridículo.

Al final se ríe cuando mis hombros caen vencidos, se ríe con ese sonido ahogado que sale más bien de su garganta y pecho, y yo no puedo evitar reír un poco también. Pero el timbrar de su móvil interrumpe nuestras burlas, y aunque no lo saca de su bolsillo ni ve quién le ha escrito, su pequeña sonrisa desaparece en su rostro, y traga duro.

—¿Recuerdas tu idea de olvidar estas semanas? —dice lento y bajo, y yo asiento con mi cabeza—. Hagámoslo, y empecemos de nuevo.

Se supone que sus palabras deberían alegrarme, pero noto en su gesto un poco de rudeza y su tono cargado de animosidad. Aunque no puedo negarme, porque conociendo a Yoongi, sus decisiones suelen ser rotundas.

—Vale... —murmuro entonces.

—Ven aquí. —continúa, y mi pecho se paraliza un instante. Y frente a mi tardanza eleva un poco su brazo y agita lento y escueto su mano, exigiendo que deshaga esos pasos que nos distancian.

Y lo hago, extingo esa lejanía entre nosotros pero antes de que pueda ponerme nerviosa por lo que pretende, o que intente enlazar ese gesto con un "volver a empezar"; sus dedos se enredan en mi nuca desnuda y atrae mi cabeza a su pecho, mientras su otra mano rodea mi cintura con dificultad entre mi cuerpo y mi bolsa, pero sin indecisión alguna. Me sostiene con certeza, casi con desahogo.

Min Yoongi está prendido de mi cuerpo, otra vez, aunque ahora esa idea no tarda en hacerme enlazar mis brazos por sobre sus hombros. De alguna manera estos días, aún en mi confusión, todo me resulta más natural. Su apretón se ajusta, mis pechos se presionan contra sus pectorales y en respuesta, enredo mis dedos en su cabello, mientras siento su mejilla contra mi cabeza, mientras siento como lentamente la sangre comienzan a hervirme las entrañas de pronto insatisfechas, de pronto queriendo más.

Su respiración en mi oído y el exacto lugar de cada unos de sus dedos me hacen suspirar sobre su hombro, y él suave afloja el enlace, mientras desliza su cabeza sobre la mía para verme de nuevo.

—Qué puto lío he montado. —susurra bajito entre nuestros rostros. Algo me dice que yo no soy la única que lleva una madeja en lugar de cabeza. Antes de que pueda darle la razón y tomar también parte de la culpa, aprieta mis mejillas con una de sus manos, más juguetón que cariñoso, y suspira para decirme:—¿Quieres ver el estudio terminado? Mañana. Déjame intentar hacer bien las cosas. Esta vez podemos... cenar y...

—Sí. —respondo rápidamente, empuñando la tela de su camiseta que aún sostengo en sus hombros. Escupo sin pensar la respuesta porque algo me dice que meditarla un segundo, sería como encontrar un nuevo hueco en esas cosas que creo saber. Un barranco al que hallarle el fondo podría ser agotador. Pero de todas formas no puedo olvidar el viaje—. Ah, espera... puede que llegue un poco tarde mañana, tengo... un compromiso.

Sus cejas se contornean un poco bajo su claro fleco.

—Da igual, te espero. —responde al final.

—Guay. —digo, y aprieto mis labios en una línea para disimular mi nerviosismo.

Esto que acabamos de acordar es ¿una cita? ¿Una cita oficial? ¿A esto se refería con empezar de nuevo? Debería estar chillando internamente pero, aún no deja de saberme extraño. Y en lugar de pensar en él y en mí, y en el hecho de que está sucediendo lo que por dos años desee, hay dos nombres que vienen a mi mente. Jimin y Taehyung.

Tal vez Yoongi por su parte también lleva algo en su cabeza ahora mismo, porque a pesar de estarme viendo fijo, su mente no parece estar aquí conmigo.

Con un chasquido de su lengua hace desaparecer la nube de introspección en la que ambos nos sumergimos, y suelta mi cuerpo, haciendo que mis manos se escurran mientras da un paso a la puerta de entrada, y murmura algo de que Sohee ha estado esperando por mí y que por eso decidió atajarme en la entrada antes de que lo haga ella.

Me río algo fingido y lo sigo dentro.

Si he estado confundida en el camino a casa, esto que siento ahora mismo tambalea mi cordura.


###


El martes a la mañana estoy viendo el andén gris y vacío a través de la ventanilla. Supongo que no mucha gente viaja a Daegu entre semana y a estas horas. Taehyung deja caer su cuerpo en el asiento a mi lado, cuando termina de acomodar su bolsa y la mía en el guarda bulto sobre nuestras cabezas. Suspira tan prolongadamente que no puedo evitar observarlo por unos segundos, pero él no me devuelve el vistazo, lleva sus párpados cerrados y me debato al pensar si es que está adormilado, o lamentándose por algo.

Estos días parece haberse estado lamentando todo el tiempo.

Indecisa bajo la vista, me distraigo en la raya lateral de sus pantalones deportivos y en esa manía que tiene de calzar y descalzar sus sandalias. No ha dicho mucho hoy tampoco, tal vez menos que estos días, y comienzo a sentirme ansiosa porque, ni siquiera sé porqué estamos en este tren ahora mismo.

—A la vuelta me toca la ventana. —murmura, aún con sus ojos cerrados.

Le sonrío aunque no pueda verme, y ahora es su perfil el que me distrae. La silueta de sus labios, como escurre su cabello caramelo por sobre su frente dejando a la vista esas filosas y expresivas cejas. Creo que nunca lo he observado con tanto descaro, y no sé si es porque nuestra relación se ha vuelto algo íntima o por ese semblante que quiero borrar de él, pero tengo el impulso de acercarme, aunque no sé cómo.

Dejo caer mi cabeza en el respaldo, afuera el andén comienza a desplazarse con una velocidad creciente, y otra vez no puedo entender qué estoy haciendo aquí, con él, ni por qué estamos camino a su ciudad natal, en este silencio absoluto. Sea lo que sea es algo que, a diferencia de siempre, Taehyung no puede hablar con sinceridad y sin tapujos, y al igual que siempre, yo no me animo a preguntar. Y sin embargo estoy aquí. O soy muy tonta o... Kim Taehyung realmente me preocupa.

¿Qué clase de epifanía es esta?

Una pequeña y burlesca risa nasal se me escapa.

—¿Qué? —dice él a mi lado, con su cabeza despegada del asiento y sus penetrantes ojos en mí.

—Nada, es sólo que... ¿quién diría que estaría aquí contigo ahora, sin recibir ninguna explicación?

—No necesitas una explicación, no soy un asesino serial.

—¿No crees que eso es lo que dicen los asesinos seriales?

—Te mostré mi guarida.

—Uy... eso si que no suena para nada clandestino.

—Te compré ocho tipo de cervezas, ¿crees que haría esa inversión en alguien para acabar cortándola en trocitos?

Cool... que menciones la forma de deshacerte de mí lo vuelve todo más confiable.

Por lo menos sonríe, cuando vuelve a dejar caer su cabeza y suelta un resoplido mezcla de frustración y diversión. Otra vez cierra sus ojos, y aunque estoy al borde de realmente pedirle una explicación por este viaje imprevisto, él termina adelantándose.

—Gracias por no hacer preguntas, Jungsie... —susurra, como si estuviera hablando en sueños.

Quiero decirle que mi falta de cuestionamientos no es desinterés o consideración sino... cobardía. Pero no lo hago, dejo que continúe descansando sus ojos, o su cabeza, o lo que sea que le obligue a mantenerse así. Y en un pequeñísimo intento de confesárselo, apoyo mi mano sobre la suya en el posabrazos que nos separa, y tomo en mi puño su dedo índice.

Nunca abre sus ojos. De soslayo veo sus comisuras temblar un poco y elevarse al fin, mientras despacio su mano gira bajo la mía, enlazándolas completamente.

Dos horas después, y varios kilómetros de tonos verdes dorados y terrosos, el tren se detiene en la estación de Daegu, y sus dedos continúan enredados en los míos. Sospecho que es porque se ha quedado dormido, profundamente dormido, como si no lo hubiera hecho en días.


Bueno bueno, sé que están acostumbradas a capítulos un poquito más largos pero merecía un corte aquí, para que no les duela tanto el pecho y eso. ¡¿DESDE CUÁNDO ESTO SE CONVIRTIÓ EN UN DRAMÓN?! Lo siento pero me hacía falta, prometo que los momentos chuchis cachuchis ya vendrán.

Espero que nos leamos el próximo finde.

lesquie

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro