XIV. Following you; Part 2
Sus ojos negros no se van de los míos. No pestañea, no tiene gesto alguno. Sólo espera que la cuestione y aunque intento saber de qué habla, no logro comprender.
—¿A qué te... refieres?
—Ayer... —comienza con rapidez, como si hubiera estado esperando el pie—. No era mi padre el problema. Cuando me frustre por la conversación sobre Soyoung. En un principio sí, y también es verdad todo lo que te dije, pero lo había olvidado luego de soltar groserías.
—Entonces, ¿fue por Soyoung?
—Fue porque me sentí... cuestionada. —no, aún no comprendo. Mi cabeza está algo volada y su cercanía, su voz baja y sus ojos un poco sedados, me hace todo más difícil—. Cuando dijiste que tal vez... le sucede algo. Yo... creo que a mí sí me sucede algo.
—Te refieres al... ¿sexo?
Su rostro alcanzan un nuevo tono, uno más elevado que el que la cerveza había dejado en él. Sus labios gruesos se pierden en una línea y entonces suspira, sostiene sus mejillas con sus dedos, baja la vista y al final, deja caer su cabeza hacia atrás, mientras larga un sonido que traduzco como "No quería llegar a este punto".
—Sí, mi vida... amorosa es una mierda. —suelta de golpe.
Sabía que algo no estaba bien. Okay, concentrate Kim Taehyung. Jungsie está hablándote de su vida... ¿sexual?, aunque haya tenido la delicadeza de usar la palabra "amorosa", algo que no me hace más sencilla la tarea.
Su vida sexual, una que, si me preguntaban rápidamente, hubiera dicho que no tenía. Pero al parecer sí, y es una mierda. ¿Quiere decir que la han follado mal? Madre mía, quiero ser un superhéroe ahora mismo y llevar justicia sobre esos ingratos. El héroe de los polvos. Mi símbolo sería un coño. Son mucho más bonitos que las pollas.
Vale, volvamos.
—¿Por eso estabas así hoy también?
No sé qué tan preparado me encuentre para escucharla hablar de otros tipos. Bastante trato de ahogar en mi subconsciente el hecho de que existe ya ese tal Min Yoongi. Es ridículo, porque justo en este instante, eso ha comenzado a preocuparme.
—Sí. Yo... la he cagado. —deja la bolsas de gomitas en mis piernas y suspira extenso.
—¿Quién es la víctima... o el villano? —le pregunto.
Me sonríe de vuelta y se acomoda en el sofá de cara a mí, apoyando el costado de su cabeza contra el respaldo, mientras un mechón de su fleco cae sobre su rostro por pura gravedad. Quiero correrlo pero ella le da una vuelta con sus pequeños dedos y lo calza tras su oreja.
—Soy yo... creo que yo soy mi víctima y mi villano.
—Wow, me gustaría tener un diván aquí.
Mientras sus comisuras se elevan tan lento como sus pestañeos, imito su posición, pero en vez de apoyar mi sien en el respaldo descanso mi brazo allí, y mi mentón en él. Mi pierna aplasta un poco la suya cuando la subo al sofá, pero Jungsie se mueve al instante, la quita y deja caer su rodilla en mi pantorrilla.
—Okay... ¿quieres saber mi extenso repertorio de fracasos? —me mira algo apenada, entre divertida y avergonzada. Y asiento, sólo porque así parece quererlo ella—. Vale entonces... —hace unos sonidos roncos con su garganta mientras asumo se piensa la siguiente historia. Está mucho menos... inhibida de lo normal. Eso me pone algo ansioso—. El primero: Kwon Jiyoung. Bastante atractivo, e infinitamente muy turbado.
—¿Te refieres al primer... ?
—Todo, el primer todo.
—Oh, okay... y ¿cómo fue?
—Lo conocí en una fiesta. Y duro solo esa noche... —aprieta sus labios mientras me observa unos segundos, como si esperará algún comentario al respecto pero por su gesto no entiendo de qué clase, y cuando parece notar que nada saldrá de mi boca, continúa—. Entonces... esa misma noche más temprano había cenado con mis padres, aquí en Seúl, habían venido para ver "que tal me había instalado" — dice acentuando las comillas con sus dedos, y me pierdo un instante en la forma en que se mueven esas pequeñeces—. Total, que me dieron una disertación de cuánto tenía que "hacerme valer", y cómo a los chicos no les gustaban las chicas "fáciles".
—Joder, y ¿esta charla cuándo dices que fue? ¿en el mil ochocientos?
—Eso los hubiera justificado un poco más.
—Y entonces esa misma noche, ¿terminaste enrollándote al tipo ese... cómo era?
—Kwon Jiyoung. —dice bajo, cuánta envidia te tengo hombre, y no te conozco—. Era una fiesta en la residencia donde él vivía. Sohee me arrastró allí. Entré a su habitación por error, porque al tipo ni siquiera le iban las fiestas, muy bohemio él. Estaba fumando maría en el piso de su alcoba. Me ofreció, le dije que no. Dijo que le gustaba mi cabello, y me invitó a pasar. Y... no sé, simplemente sucedió.
—¿Así sin más? ¿Esa fue... tu primera vez?
—Es que me molestaba muchísimo el valor que le daban ¿sabes? como si "mi primera vez" fuera un ente autónomo y más importante que yo. Me definía. Y no es cierto.
—No lo es.
—Entonces lo hice. Él fue muy amable, de hecho se espantó un poco cuando supo que no lo había hecho antes. Pero lo convencí de continuar.
—Y ¿Qué pasó?
—Bueno pues... nada, literal. Sólo mucha incomodidad y un poco de dolor.
—¿No te... corriste?
Traga grueso. Sé que es una charla muy íntima la que estamos teniendo, tal vez indagué demasiado.
—No. No lo hice.
Y entonces entiendo a que se refería. Lo entiendo cuando luce un gesto de vergüenza. Recuerdo cada una de mis palabras al contarle lo de Soyoung, y la acidez de la culpa me pesa en el estómago.
—Volvió a llamarme varias veces después pero... nunca me apeteció contestar. Y claro, se rindió.
—Bueno, la primeras veces de prácticamente todo, suelen ser una mierda, Jungsie.
—Ya... eso pensé yo. Pero entonces vino el candidato número dos: Dong algo, no recuerdo su nombre. Tenía un cuerpazo y una sonrisa algo aniñada. Estaba alojado en el mismo complejo al que había ido con mis padres. Era tonto como una piedra, pero al menos me distraía de mis nada gratas vacaciones. —hace una pausa y me mira, como si de pronto le incomodara estar soltando todo esto, o lo que sigue. La animo con un gesto de "¿y?" y suspira para luego continuar—. La última noche nos emborrachamos y lo hicimos. Él... él no fue tan amable. —su mirada esquiva a la mía, no sé si está avergonzada, incómoda, o simplemente le sienta mal recordar aquello.
Hay algo que si sé, y es que estoy molesto.
—¿Él te... ?
—Oh no, no. Pero no fue nada... considerado. Y por supuesto otra vez, no sentí nada. Nada cuando lo bese, nada cuando... ya sabes. Nada cuando me despedí de él tampoco. Nada. Vacío total. Ya, y ahí termina mi repertorio.
Me muestra una sonrisa burlesca y poco creíble y me sorprendo. No porque hayan sido dos, sino por lo poco agradable que ha sido todo. De verdad, no mentía al decirme que su vida sexual -y amorosa- es una mierda.
—Entonces... vale, sí, eso ha sido todo una mierda.
—Gracias.
El gesto de "me vale" que tenía se pierde de a poco mientras baja sus ojos. Como si bajara también la poca guardia que mantiene, y me veo obligado a soltar una tontería.
—Pero no necesitas de esos cabrones. No te preocupes, además, el universo nos ha dado dos manos, Jungsie. No ha todos pero estamos dentro de los afortunados. Si es que te alcanzan siendo tan pequeñas, claro.
—Ja ja, vale, ese es un asunto que dejaremos para otro día. —da unas sonoras palmadas en mi muslo a la altura de mi rodilla, evadiendo totalmente el tema, lo que me lleva a pensar que...—. Entonces ¿cuál es mi diagnóstico?
—Además de que te has cruzado con gilipollas, suena a que... no tenías muchas ganas de hacerlo ninguna de las dos veces.
Suelta una risa por su nariz.
—La verdad es que, no recuerdo estar precisamente... excitada, en ninguna de las dos ocasiones. De hecho, creo que no soy capaz de hacerlo.
—¿Cómo? ¿Que no eres capaz de estar cachonda? —el puente de su nariz se arruga apenas. Y por alguna razón vuelvo al asunto—. ¿Y qué hay de... Min Yoongi? Dijiste que él te gustaba.
No quería llegar a este tema, pero de verdad que trato de comprenderla.
—Por favor, no uses la palabra cachonda. Y sí, me gusta, él... bueno, con él es diferente, creo —muerde el interior de su mejilla. Okay, entonces el pequeño rubito sí le pone. Que difícil de tragar—, pero ese es mi tercer fracaso, lo arruine.
—¿Y eso?
—Ayer estuvo a punto de ¿besarme? y yo... —ouch, vale, concéntrate, ya te lamentarás después—. no lo sé, estaba aturdida y lo esquivé. Pensaba... pensaba que si nuevamente no siento nada, entonces, estaría confirmando el hecho de que algo no está bien conmigo. ¿Y si al final fuera más de lo mismo?
—Creo que estás pensando demasiado un asunto que es tan natural como el cagar.
Su entrecejo se ajusta y su mentón se presiona en un gesto de asco profundo.
—Eres desagradable.
—Soy realista. No deberías cuestionartelo tanto. Parece que te mueven las razones incorrectas. Creo que, otra vez, tienes que relajarte Joonie.
Me sonríe, sé que es porque le dije Joonie, nada intencional.
—No lo sé, todo este asunto me sabe extraño. La verdad... joder, no puedo creer que lo esté hablando contigo. —eso se escucha como un pequeño autoreclamo. Podría ofenderme pero la entiendo, no es como si nos conocieramos de siempre, lamentablemente. Como si lo hubiera olvidado, se sonroja de nuevo un poco y suspira—. Sabes, creo que soy algo asexuada, o estoy muerta por dentro. Es decir, sí, me gustan los hombres, pero ninguno... ya sabes. Es como una peli de domingo a la tarde que pillas en los canales abiertos. La miras completa pero no te cambia la vida.
—Pobres tipos, me han dicho de muchas formas pero «peli de domingo a la tarde» debe ser el peor mote del mundo. —se ríe y baja la vista a sus manos que reposan en sus pantalones negros. Nuestra conversación tiene una pequeña pausa pero mi cabeza no entiende de eso y continúa formulando preguntas que, joder, tengo que hacerlas—. ¿Puedo preguntar, cuándo fue la última vez?
—¿Te refieres a... ?
—Lo que sea. Me basta un besuqueo.
Su nariz se frunce como la de un bebé comiendo limón. ¿Le ha dado asco la palabra besuqueo también? ¿Y por qué aún me parece tan jodidamente atractiva?
—Casi un año.
—Madre mía. Eso... eso es mucho Jungsie. Entonces, ¿crees que no lo has intentado con... Min por temor a que no vuelva a funcionar?—se encoge de hombros—. Tal vez... tal vez las cosas sean distintas ahora, ya sabes, todo depende de las circunstancias. No creo que sea más de lo mismo.
Autotraición, no es que quiera arrojarla a sus brazos pero su incomodidad con todo este asunto me turba. De hecho, me estoy poniendo nervioso. ¿Por qué? No es como que fuera a ofrecerme de ayuda para darle unos orgasmos o algo así... ¿no?
Okay... tengo que pensar en algo más, porque lo único que puedo imaginarme ahora es a Jung teniendo un orgasmo. En mis manos, en mi cara. En mi...
Vale, estoy jodido.
Carraspeo. Revuelvo mi cabello. Jungsie me mira y tengo que esquivar sus ojos. Siento que si los ve fijamente podrá saber lo que pienso.
—Bueno... eso es verdad... tal vez la próxima vez sea distinto...
—Si quieres yo puedo... —oh no hombre, ¿en serio?— puedo... besarte.
Vale, bien hecho campeón. De seguro has retrocedido como una millonésima de casilleros con esas dos palabras. Al menos no dije "follarte".
Si fuera otra chica tal vez estaría dispuesto al riesgo. Prueba y error. Hostia o polvo. Pero no quiero arruinarlo, no con Jung.
Su rostro no muestra reacción alguna. Su cabeza continúa contra el sofá y sigue mirando mi expresión en silencio. ¿Estará tan ebria que no me entendió?
Han pasado como cinco segundos ya.
¿Será que no me escuchó?
¿Estará formulando una buena grosería que soltarme?
Deben ir como diez. Estoy perdiendo los nervios.
—Estás de broma ¿verdad? —dice enderezando su cuello.
—Puedes verlo como una prueba, dejar de lado las dudas... además, tengo una sincera curiosidad por conocer la atención que le echas a una «peli de domingo a la tarde».
Bien, se ha reído, al menos no está tensa.
—Es un mote muy largo para que lo uses tanto...
—Es perfectísimo. Si no me lo dicen a mí, claro...
—Entonces tú... ¿quieres besarme?
¿Está bromeando?
—Joder, sí. —mi voz sale más ronca de lo que hubiera querido.
La he hecho sonrojarse de nuevo pero esta vez en la forma correcta. Sus mejillas muestran unos leves pocitos cuando intenta no sonreír y baja unos segundos su cabeza, antes de verme otra vez. Su pelo corto se ha vuelto a soltar un poco en su rostro, me fascina.
—¿Estás ansioso por ganártelo? El mote.
—Me he puesto celoso de pronto, yo también lo quiero.
Se ríe de nuevo y cuando esperaba algo parecido al "cara culo gilipollas" de ayer, me contesta:
—Vale...
Me sorprende. Jungsie siempre me sorprende. "Vale"quiere decir "Sí" ¿verdad? Mi estómago se retuerce entre las ansias y los nervios.
—O-okay... —me acerco un poco más a su lado del sofá. Su pierna alcanza ahora mi muslo. Mi brazo derecho sigue firme en el respaldo y con la mano izquierda corro el mechón de su fleco al fin, aunque ya no esté invadiendo su rostro. Aprieta los labios e inspira como si todo el asunto le pareciera algo estresante, y yo trato de lucir guay, aunque me estoy tornando enormemente impaciente—. Entonces... voy a besarte Jungsie... —susurro cerca de su boca cuando vuelvo a acercarme más.
—Ya lo has dicho. —responde en mi mismo tono.
Una vez más intento bromear para que se relaje, y quitarle hierro al asunto.
—Verás que no hay un problema contigo. Confía en mí. Déjame... hacer uso de mi técnica. —susurro. Se sonríe, algo más débil que antes, y no pasó por alto como humedece apenas sus labios mientras mira los míos.
—¿Tu técnica es para causar cosquillas en bigotes ajenos? Es muy eficiente. —susurra ella también. Ahora soy yo quien sonríe. No sé a quién le estamos ocultando nuestra ridícula charla pero los murmullos y su respiración baja me están volviendo loco.
Mi mano se afianza más a su mandíbula y parte de su oreja. Tejo mis dedos en su cabello, que es tan suave como su piel. Joder, me encanta.
—Vale, ya, en serio... —digo mientras borro la sonrisa y automáticamente, provoco en ella la misma respuesta. Los últimos centímetros entre nuestras narices desaparecen, pero sigo sin besarla, solo las rozo suave y... madre mía, espero que mi técnica funcione y yo no sea el único cachondo aquí—. Ahí voy...
Y lo hago, con la misma delicadeza con que rocé nuestras narices, rozo nuestros labios. La beso solo con ellos, apacibles y húmedos. Trato de que sea un beso inocente, como de presentación y, mierda, se siente extremadamente suave, parece un algodón de azúcar capaz de fundirse en mi boca. Sabe a ositos gominola y cerveza. Desde ya, es mi mezcla favorita.
—¿Nada? —digo mirando inevitablemente su boca cuando separo nuestros labios. El brillo de mi saliva en ellos me pone como un tren.
No me contesta. Traga grueso, pasea casi con disimulo la lengua por su boca mientras con sus ojos pesados y confundidos, recorre mi cara.
¿No va a decir nada? Me está matando.
—Vale... último intento, por... fines científicos. —digo ante su silencio. Su única reacción es sonreír apenas en medio de nuestro nuevo beso.
Fines científicos y una mierda. Me estoy muriendo por sostener su cara entre mis manos y ahogarme en ella como si fuera un oasis en el desierto. Pero me contengo, porque al parecer después de que nuestras bocas se separen me tocará llamarme a mi mismo «peli de domingo a la tarde». Supongo que era un un riesgo que estuve dispuesto a correr desde el inicio, con tal de besarla.
Por más fuerte que me aferre al respaldo del sofá termino soltándolo cuando vuelvo a sentir su boca. La verdad, quisiera echarle mano por todo su cuerpo pero en lugar de eso me conformo hundiendo mis dedos en su corto cabello que, ¿he dicho ya que me vuelve loco?
Sus labios carnosos me siguen el juego despacio y, no quiero ser intenso pero no puedo evitar inclinar un poco más su cabeza y besarla más profundo que antes. Tal vez porque temo que no volverá a pasar, o tal vez porque me he descubierto adicto a sus labios a un nivel demencial.
Me sorprende que aún no haya roto el beso y me siga el paso, que de a poco acelero. Y frente a unas débiles esperanzas, termino por usar mi lengua también. Despacio la deslizo en la unión de sus labios, los acaricio pausadamente con ella y... ¿fue eso un... gemido? ¿Fue de aprobación o disgusto? Voy a morirme ya mismo. O no, mejor ahora, porque su lengua se asoma también por mis labios y roza la mía. La empuja en mi boca en igual medida que yo en la de ella. Besa tal y como es. Tímida pero impositiva. Y tengo un medio-empalme que aprueba totalmente eso.
Sus manos se sostienen de mis muñecas, sus pequeños dedos se aferran a mí y las dudas que tuve antes desaparecen. Su garganta se escucha respirar pesada aún con el sonido del proyector de fondo. Y yo comienzo a olvidar las reglas de mi lugar de trabajo, y la mierda esa de "prueba científica", e incluso cualquier atisbo de camaradería que podría (nunca) haber tenido con Min Yoongi.
Porque la quiero, mierda la quiero conmigo.
Vale, eso no es nada bueno.
Despacio, para que no se de cuenta de cuán loco me estoy volviendo en mi fuero interno, rompo por fin el beso. El sonido húmedo hace que mi medio-empalme pase a completo, y agradezco haber quitado mi camisa del interior de mis pantalones y la tenue luz de este sitio.
Lamo mis propios labios, no quiero perderme nada. Ella abre despacio sus ojos. Parece que acaba de despertarse luego de una eternidad. Su visión nublada me enfoca a duras penas.
Y una mierda me va a decir que no sintió nada.
—¿Entonces? —mi voz tomada me delata.
Su cuello se ajusta cuando traga duro observando mi boca de nuevo, y dice:
—N-nada.
Vale, ¿estoy cabreado? Por dios... sí, voy a morirme del cabreo que ha caído en mis hombros. Despacio suelto su rostro y me inclino hacia atrás. Jung acomoda su garganta y peina de nuevo su flequillo, que por cierto estaba en perfecto orden, pero sé que se ha cortado de pronto. Parece haber recuperado su sobriedad como si le hubiera llovido un baldazo de agua fría.
Suelto una risa. No hay ni una pizca de gracia en el asunto, y la verdad es que fue irónica pero eso no lo sabe ella.
—Nada ¿eh? —sacude su cabeza en negación lentamente. Sus mejillas encendidas. Pasa delicadamente sus dedos sobre sus labios, secándolos de mi saliva. Por favor, que esté mintiendo—. ¿Me lo he ganado oficialmente?
—¿D-de qué hablas?
Su voz sigue un poco ronca y me pone como el infierno. Y la presiono, porque no acepto ese «nada» ni de coña.
—¿Soy oficialmente una peli de domingo?
Se acomoda la garganta y me dice:
—Bueno, n-no, yo diría que ha sido... ¿una repetición del Episodio II? —Me río aunque de nuevo no me divierte. A pesar de que intenta decirlo en un tono que no suena tan malo, ¿por qué me siento tan molesto?—. N-no fue como Beethoven cinco...
La confusión se cierne en su gesto, muerde su carrillo, se ha puesto incómoda, y ya nada me parece gracioso. No quiero que me rechace, pensé que podría sacarle jugo a su rechazo si eso venía luego de un beso, pero acabo de descubrir que no me apetece para nada. Mi pecho se crispa de repente ante las posibles palabras de Jung, «no me gustas», «no fue la gran cosa». Da igual, lo corto de raíz.
—¿El Episodio II? Sabes que es la peor de todas ¿cierto? No importa, ha sido un placer contribuir a la causa. Lo digo en serio, un placer. —Le sacudo el fleco intentando borrar la pesadez de su rostro, y me levanto del sofá para encender la luz y apagar el proyector—. Te acompaño a casa, hoy no tengo la Scooter. —digo recogiendo las porquerías vacías.
La busco cuando no contesta, luce como la Jung que conocía hace una semana atrás. Tensa y algo esquiva. Las manos van firmes en sus rodillas y sus ojos de igual manera en el piso. Quién iba a decir hace siete días que esta chica estaría aquí conmigo, rechazándome después de un beso.
Hombre, quién iba decir que iba importarme tanto.
—¿Jungsie?
—¿Hm? Sí, vamos
¿Qué carajos le pasa? Quisiera entrar en esa cabeza suya y comprenderla de una buena vez.
O tal vez hubiera sido mejor no comenzar con lo que mierda sea esto.
¿Escucharon eso?
Fue mi corazón rompiéndose
¿Y saben quién es la culpable?
Yo misma
Y ahora ¿qué piensan que le pasa a Joonha?
Miamore ♥️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro