XIII. Following you; Part 1
—Sabes que eso es robar ¿verdad?
Teddy señala con sus pequeños ojos oscuros mis manos llenas paquetes de ositos gominola.
—No. Es decir... no.
Suspira.
—Si pasas los tres paquetes te lo descuento del sueldo. —dice y avanza hacia mí, pasando a mi lado con su planilla, haciendo su control diario.
—Hombre, si me descuentas más de tres paquetes al hilo tendré una deuda a fin de mes.
Los guardo en una bolsa, en la misma que llevo las latas de cerveza. Mi supervisor se ríe sin ganas, porque sabe que nuestro mísero sueldo es un chiste de mal gusto. Y mientras pasea sus ojos por las góndolas, termina alcanzando con ellos mi mano.
—¿Qué haces hoy? —dice mirando las cervezas y los ositos, su gesto confundido más que curioso.
—Oh, lo olvide. Voy a usar el cuarto de proyectores hoy.
Sus cejas se elevan. Sus pequeñitos ojos casi parecen de tamaño normal. Y al final da un suspiro, cerca de un sollozo.
—Un día me van a despedir por tu culpa. —dice como si retuviera un berrinche.
—Nah... nadie puede despedir a Teddy. Ha de haber algún apartado en la constitución o algo así. —abro una bolsa de ositos y me llevo un par a la boca—. Ya sabes... algo como: «Artículo 437: Quien contrata a Teddy hará uso de sus tareas hasta que Teddy lo indiqué».
No se ríe. De igual manera nunca lo hace. El único gesto que le he visto fuera de su cara de póker es el de "mátenme, mi vida es una mierda", el mismo que acaba de hacer hace un instante. Me mira con sus ojos ahora casi inexistentes, y los desciende de mi boca que mastica, hacia mi mano dentro de la bolsa.
—Es el cuarto paquete. ¿Qué te dije?
—Oh, ¿era a partir de hoy?
Suspira otra vez.
—Vete. —dice agitando su mano como si yo fuera una mosca. Me río, a mí sí me agrada, y sé que en el fondo yo lo hago también. Me vuelvo para marcharme, pero cuando alcanzo la puerta de la despensa me llama—. Nada de sexo en el cuarto de proyectores, Kim. No seré considerado con eso.
—Entendido.
Sexo en el cuarto de proyectores. Joder, que fantasía. Sexo con Jungsie en el cuarto de proyectores. Jungsie desnuda en el cuarto de proyectores. Vale, me estoy empalmando. Tiro de mi entrepierna para darle comodidad a mi imprudente amigo, mientras camino por el pasillo hacia esa olvidada habitación. Cachorritos en el cuarto de proyectores. Miles de cachorritos en el cuarto de proyectores.
Cada vez funcionan menos.
La bombilla tambalea cuando tiro de la cadena que la enciende. Prendo también una pequeña veladora junto al curtido sofá. Esta la traje yo, Seokjin la iba a desechar en lugar de cambiarle la lámpara. El sofá, por otro lado, ese fue sustituido por uno mejor en la pequeña oficina de recursos humanos que se encuentra un par de pisos arriba. Lo cierto es que a mi guarida no le falta nada, y si Jung ama el cine tanto como parece, sin dudas estará más que feliz con el objeto más importante de este polvoriento almacén. Un proyector portátil de 35 milímetros. Entre todas los demás aparatos que fueron cayendo en el olvido gracias al cine digital, este es mi favorito, y funciona a la perfección.
Dejo las cervezas en el baúl que oficia de mesa de té, y me dirijo a las cintas. Hay una ya preparada en el rollo para cargar en el proyector. Teddy la vio hace unos días al terminar su turno. Taxi Driver, espero que a Jung le gusten las prostitutas adolescentes y los psicóticos. Solo falta la pizza.
Desprendo mi chaleco y lo arrojo en el brazo del sofá, arranco mi camisa del interior de los pantalones y arrollando las mangas me dispongo a cargar la cinta. Me alegra que Teddy sea un cinéfilo de esos que saben mierdas que ya no se valoran, y me alegra todavía más que me haya enseñado este sitio y a utilizar el proyector. Ya en el asunto de preparar las cintas no le seguí mucho el hilo, pero no es problema, porque suele dejar alguna montada para mí cada que viene a este sitio. Lo sé, sí le agrado. Mientras la acomodo en su eje recuerdo con detalle que aquella vez, Teddy sí se veía feliz. En este cuchitril lleno de polvo y objetos en desuso. Cuando algo te hace sentir vivo da igual que te estés ahogando en la mierda, por ese instante lo olvidas.
Mi móvil repiquetea en el baúl, y cuando termino de pasar la cinta con cuidado por las bobinas correctas, lo alcanzo.
Jungsie Jungsie: Estoy en la puerta secreta.
Me río, casi la escucho diciéndolo bajo. Me dirijo a la salida mientras tecleo:
Yo: Palabra clave?
Teddy sigue en la despensa cuando pasó frente a su puerta. Seguro se alegre de haberme advertido sobre el no-sexo cuando vea que no es Namjoon.
Tomo el pestillo pero antes de abrirle vuelvo al móvil, estoy curioso por su respuesta.
Jungsie Jungsie: Sinomeabresmemarcho
Woah... no existe tal cosa como una palabra clave pero sin duda esta es eficiente.
El calor corre como una brisa hacia el frío pasillo cuando empujo la puerta hacia afuera. Jungsie está a un lado, con su espalda contra la pared, levanta los ojos de su teléfono al oír el pesado ruido del hierro.
—Has acertado Jungsie, bienvenida a mi guarida.
Da un paso adentro cuando la invito con un gesto, y me frunce el ceño con ojos analíticos al pasar frente a mí.
—¿Está es? Entonces no es la primera vez que vengo a tu guarida. —dice frenando a mitad del pasillo y volteando a verme, justo en el instante en que mis ojos se perdían en lo bien que le calzan esos pantalones de vestir negros.
Parecen los que lleva mi padre cuando se dirige descalzo a recorrer los plantíos. Genial, ahora hasta los pantalones de mi padre me ponen. Estoy perdiendo la cordura.
—No, no has estado en ella. Esta es como la mansión de Wayne, ya sabes, la baticueva está en-
—Ya, entendí. Deja de usar esa analogía, por favor. —aprieta sus labios y me da la espalda cuando me acerco a ella, no quiere cederme su sonrisa.
—Por aquí. —mi mano autónoma se apoya en su cintura cuando la impulsó un poco en dirección al cuarto.
Por el rabillo del ojo buscó su reacción, veo sus labios comprimirse en una línea y cómo me mira con disimulo al igual que yo a ella. Teddy me eleva una ceja cuando cruzamos miradas, en el instante en que paso frente al umbral del depósito, le guiño un ojo y él desliza el filo de su mano por su cuello antes de apuntarme amenazantemente. Me río. Jung no se entera de nada, solo me observa algo curiosa y voltea hacia donde va mi mirada, a la puerta que ha quedado tras nosotros, pero no llega a comprender qué sucede. De cualquier forma no pregunta.
Cuando se adentra a paso lento en la sala de proyectores, comienza a mover su cabeza en círculos. De izquierda a arriba, hacia la derecha y abajo, recorre todo mientras yo espero que termine con su inspección y me dispare algún comentario filoso que incluya la palabra "Baticueva". Confieso que tenerla aquí me emociona a niveles avergonzantes. Me siento igual de tonto que en el instituto.
El alto de su espalda va desnuda porque lleva una camiseta de tirantes finos, y lo corto de su cabello deja totalmente al descubierto la línea de su cuello y nuca. Me encanta. Trago grueso mientras la observo, nunca la había visto usar algo ceñido. La tela es como una lycra que contornea su cintura, allí justo donde es tragada por esos pantalones altos. Definitivamente tiene algo con los pantalones altos, y desde ahora yo también. Es pequeña en los lugares justos, lo que marca aún más sus pronunciadas caderas y muslos. Okay, ya no hay duda alguna, quiero echarle mil polvos.
—Sí, sólo faltan los murciélagos. —dice volteando de nuevo hacia mí, con ese gesto burlón en el rostro que la vuelve despreciablemente bonita. Sus ojos analizan un instante mis pantalones de vestir negros y mi camisa celeste cutre—. ¿Estabas trabajando?
—Hasta las nueve, sí. Pero ha llegado la hora de relajarse, lo prometido es deuda, Jungsie.
Se sonríe apenas pero mi humor se deslucen cuando noto que, al igual que ayer, no está tan animada hoy tampoco. Involuntariamente doy un paso hacia ella, y uno más. Sus cejas se elevan un segundo y lleva sus ojos al piso. Y mi móvil suena.
—La pizza. —digo al ver el número en pantalla—. No te muevas.
Cuando vuelvo al cuarto con la caja en mis manos Jung está de cara a la enorme góndola que lleva los rollos de películas.
—Doce hombres en pugna. —me dice al pararme a su lado, señalando una pila que recae bajo esa etiqueta.
—¿La conoces?
—Es de mis favoritas. ¿Te diste cuenta que toda la película es filmada en una pieza de este tamaño, y con los mismos doce tipos la hora y media? Y sin embargo es de las historias más atrapantes que he visto.
Sus ojos vuelven al frente. Los míos siguen en su perfil. Sí, coincido con todo lo que acaba de decir. Pero estoy tan estúpidamente deslumbrado que no puedo ni asentir.
Estás comenzando a complicarme la existencia.
—Y ¿qué vamos a ver hoy?
—Estaba esperando que preguntaras.
Sus filosas orbes oscuras viajan a las mías sorprendidos, al parecer sólo buscaba desafiarme y la he tomado por sorpresa. Le guiño un ojo y paso a su lado, directo al proyector. Reviso una vez más el recorrido de la cinta y enciendo la energía. Las poleas comienzan a sonar mientras aumentan su velocidad. Es algo ensordecedor, pero increíblemente relajante. Le echo un vistazo a la tensión de la película como Teddy me enseñó y por último, su proyección en la pared. Perfecta.
Busco a Jugsie que aún está de pie junto a las góndolas. Deja salir una risita en forma de suspiro incrédulo cuando me mira, y metiendo las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones, se acerca a mí.
—¿Es de... ?
—35 milímetros, sí. ¿Te gusta Taxi Driver?
—You talking to me? —dice con un tono forzadamente grueso y muy alejado al de Robert De Niro. Me río.
—Exacto. Comamos que se va enfriar.
Me dejo caer en el sofá, ella lo hace a mi lado, a una distancia que alguien más diría "prudente", para mí es molesta. Mientras abro la caja de pizza y los créditos iluminan la pared vacía frente a nosotros, Jung comienza a sacar las cervezas y los paquetes de ositos gominola de la bolsa, mirándome intermitente entre cada cosa que sostiene en su mano.
—¿Qué es todo esto? —dice leyendo las letras pequeñas de una de las latas.
Llevo un pedazo de pizza a mi boca, elevándolo un poco para atrapar primero el queso que escurre. Miro las latas sobre el baúl y elijo una al azar, la más pequeña y regordeta de colores rojinegros, me recuesto en el sofá poniéndola entre mis piernas.
—Dijiste que no tenías una favorita porque no eras una "pirsini di cirvizi". —hago las comillas con mi mano libre, Jung pone los ojos en blancos y abro la chapita con un chasquido—. Hoy encontraremos la indicada. Esta es... una Porter.
Le doy un sorbo. Sabe medianamente igual que todas.
—¿Qué significa eso?
—Ni puta idea, Jungsie. Pero alguna de estas tiene que gustarte ¿no? Ahora come, antes de que se enfríe.
Suspira, deja la cerveza cerrada que tiene en mano y quita la lata de la mía, dándole un largo sorbo.
—Agua sucia, aunque un poco menos amarga eh.
Toma una porción de pizza y se deja caer a mi lado. De la misma forma que lo hago yo, con el cuello algo mal apoyado en el respaldo y su torso resbalando por el asiento. Volteo mis ojos hacia ella cuando la lleva a su boca. Le da una mordida algo desmedida y luego de un par de masticadas, la observa con aflicción, y lanza un nuevo, aunque más pequeño, suspiro. Sí, acaba de ser consolada por una pizza.
Para cuando Travis maneja su taxi en la escena final de la peli, y da ese doble vistazo en su retrovisor en una toma en la que aún no comprendo la intención de Scorsese; las ocho latas vacías de cerveza pululan sobre la madera y por encima de la caja ya despejada.
—No lo entiendo. —digo llevando mis dedos a la bolsa de ositos que Jungsie sostiene sobre su regazo.
Aprovecho para recorrer una vez más su cuerpo con mis ojos. Nuevo kink a la lista: sus pechos pequeños.
Vale... tal vez me excedí con la cantidad de cervezas. Mi bolsillo y mi cabeza dicen que sí.
—¿Qué cosa? —pregunta moviendo apenas su rostro para verme, y me arrepiento porque estaba casi descansando en mi hombro.
Bajo la mirada hacia ella. Los ojos de párpados pesados le brillan con la tenue luz del proyector sobre ellos. Apuesto a que le ha encontrado el gusto a la cerveza. Sus orbes vidriadas me lo dicen. Humedezco mis labios cuando termino de masticar, para cerrar mi boca y no hostigarla con el tema. No puedo pasar por el alto como ella mira ese gesto en mí.
Vaya, esto ha sido una idea estupenda.
—No entiendo esa doble mirada, la que le lanza al retrovisor. ¿Qué es lo que ve?
Sus rasgos se contraen, impulsa un poco su prominente labio superior, baja sus ojos a la bolsa de golosinas y se mueve despacio metiendo su pequeña mano en ella. Está pensando con cuidado mi pregunta. Al final apoya su cabeza en mi hombro, mete los ositos gominola en su boca y me contesta con ella llena:
—Creo que es una forma de decir "Travis estará loco por siempre, así que duda de todo lo que viste". Me gusta su mohawk, ¿deberíamos hacernos uno?
Me río.
—¿Los dos? ¿Tú y yo con mohawk?
—No hay forma que me haga eso sola. Aunque mis orejas son ridículas. Me vería pésimo.
—Tus orejas están bien. La que perdería la cabeza sería tu madre. Dale tregua Jungsie.
Su carcajada desgana hace vibrar su pecho y la siento en mi propio cuerpo.
Los créditos finales siguen en la pantalla con esa música de Jazz que pasa de relajante a invasiva. Ahora que lo pienso, va muy bien con la mente del protagonista. Ninguno de los dos decimos nada mientras la imagen intermitente de las luces de Nueva York nos iluminan. Y entonces la cinta termina, el bobinado sigue con su suave ruidito de trabajo pero ya sin correr nada por ellos.
—¿Funcionó? —le pregunto bajo, luego de algunos segundos más. Ella eleva otra vez su rostro para observarme—. ¿Te sientes mejor que ayer?
Sonríe mientras sus negras esferas se mueven por mi cara.
—¿Por qué eres así conmigo? —me asombra que lo pregunte. Definitivamente las relaciones humanas no son lo suyo. Una inintencional risita incrédula se escapa de mi nariz—. Estoy... mucho mejor. Gracias.
—Me alegra, porque todavía estabas decaída cuando llegaste hoy.
—Eso no... —desciende por mi rostro y se pierde en algún lugar de mi pecho—. Ayer... te mentí.
Okay... eso definitivamente no lo esperaba.
Lo siento por cortarlo así 😈
Sorry not sorry
Hehehe
♥️
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