Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XII. Stunned;

Mientras camino sin tener muy en claro el rumbo, miro una vez más mi teléfono buscando la ubicación que Yoongi me envió más temprano, pero sigo sin dirección un poco, porque el mensaje de Taehyung me entretiene.

En serio, me arden los ojos y la punta de mis dedos cada que veo ese jodido emoji.

Tae : Jungsie

Nada más. Mi nombre y nada más. Como si fuera una conversación en vivo y directo.

Yo: ¿Taehyung?

Vale, vuelvo al chat con Yoongi para abrir el mapa.

Min Yoongi: 20:35 aquí.

20:35, Justo la hora en que me encuentro en la esquina que el punto rojo indica. Si fuera otro, creería que ha sido una casualidad el asunto del tiempo. Pero es Yoongi, seguro ha calculado cuánto me lleva salir del museo, coger un bus y llegar hasta aquí. Porque así es él, aunque no lo parezca, siempre se fija en todo.

El sitio es algo alejada de la zona céntrica, hay más bien dúplex, bloques de no más de cinco apartamentos y una que otra tienda. La señora del puesto de comida al frente me mira como si pensara que estoy perdida. La verdad, me hace dudar un poco. No hay nada que me indique una razón por la que Yoongi me citaría aquí.

Mi móvil vibra de nuevo.

Tae : Cuál es tu cerveza favorita?

¿Qué? ¿Por qué quiere saber eso?

Yo: Inesperado. No la tengo, no soy una persona de cerveza.

Está en línea. Mientras se marca «Escribiendo...» bajo su nombre, abro su foto de perfil. Es... Kim Namjoon.

La carcajada me raspa la garganta cuando la contengo. En serio, este tipo ha de tener una paciencia admirable para ser amigo de Taehyung. Eso, o no tiene agendado su contacto. Su expresión es ridícula, un gesto que sólo harías en la intimidad de tu casa, pero de alguna forma, hace que me agrade.

Tae : Challenge accepted. Pizza? Golosinas?

¿Qué mierda?

Yo: Ehh... Sí a todos. Mi turno: ¿Explicaciones?

Tae : Nah, mañana a las 9. Te espero en la puerta secreta

Ah ya... ¿La puerta secreta?

Yo: Estamos hablando del cine ¿verdad?

Tae : Por Dios Jungsieee, shhh, no puedo confiar en ti si no respetas los códigos. Alguna vez escuchaste a Bruce Wayne decirle sótano a su baticueva?

Yo: ¿Bruce Wayne? ¿Qué pasó con Tony Stark? Stan Lee no está nada feliz con esto.

—¿De que te ríes? —escucho y doy un salto.

—Joder, me asustaste.

Yoongi está de pie a mi lado, con sus manos en los bolsillos de sus jeans, mirándome con su entrecejo oprimido.

—Vamos. Cúbrete los ojos.

—¿Este es el momento en que, después de dos años conviviendo, descubro que eres un asesino en serie?

Hace sus soniditos de «Me estoy pensando tu pregunta».

—Si fuera así, ¿crees que te lo confesaría ahora?

—Touché. —suspiro, guardo el móvil en mi bolsa y cierro los ojos—. Recuerda que la cal viva es la que corroe. Si no la hidratas, pues nada, me encontraran.

A pesar de que mis párpados están cerrados, escucho su pequeña risa nasal. Casi puedo verlo sacudir su cabeza.

—Vamos... —dice, siento sus pisadas alejarse un poco, y entonces abro los ojos.

—¿En serio? —me mira a algo más de un metro, bajo una farola que ha de haberse encendido ahora. Soniditos otra vez. Sí, Min Yoongi es un genio en muchas cosas, e increíblemente tonto en otras—. No tengo un bastón para seguirte, ni los reflejos de un no vidente.

—No puedo confiar en ti. —se saca la bandana que lleva enrollada en su muñeca y se acerca a mí, obviando el hecho de que pretendía que caminara de ojos cerrados y haciéndome sonar como una tramposa.

Me sonrío incrédula mientras cubre mis ojos, de adelante hacia atrás, donde le lleva unos largos segundos hacer el nudo. Trato de evitar pensar en que está respirando a escasos centímetros de mis labios, y cuanto me gustaría verlo a esta distancia.

Qué injusto.

—Qué ridículo. —digo en cambio. Él acomoda bien el ajuste sobre el puente de mi nariz, y toma mi mano. Esperaba un jalón de muñeca o así, pero no, sus dedos se enredan despacio en los míos y tira de ellos. Y yo trago la creciente emoción aglutinándose en mi pecho. Tiene las manos ásperas, no puedo evitar pensar en su trabajo en el restaurante. No Joonha, si lo acaricias serías una perturbada—. ¿Cuán raro nos ve la gente? —pregunto.

—Oh... ¿crees que es por la bandana? Creí que así te miraba el mundo al caminar de tu mano.

—Ja, ja, ja.

—No hay nadie... tranquila, es una zona periférica.

—Mmmm sí, estás sonando precisamente como un depredador. ¿crees que alguien te denunciaría si me ve así, vendada y maniatada?

—¿Maniatada? Más que un secuestro parece una mierda romántica... joder, apura el paso. —Mierda romántica... ¿acaba de confirmarme que no lo es? Su reciente apuro me es algo hiriente. Ouch—. Escalón. —dice muy tarde, trastabillo.

—Hombre, ¿en serio? Avisa con tiempo.

—Escalón.

Esta vez, lo sorteo con éxito. Nos detenemos unos segundos y tira de mí de nuevo. No veo nada pero sí puedo notar un cambio en la iluminación, el aire y los sonidos: hemos entrado a algún sitio.

Unos pasos más y nos detenemos otra vez. Se escuchan algunas pisadas algo rastreras y lentas que se acercan. "No hay nadie" sí claro. Seguro quien sea, piensa que estamos locos. El silencio me incomoda ahora que sé que no somos los únicos aquí. Y entonces escucho un pitido. Un ascensor. Okay, estamos en un... edificio.

Me empuja dentro, asumo, apoyando su mano en mi cintura, y me detiene otra vez. Estiro mis dedos un poco, el acero frío alcanza mi mano. Vale, sí, un ascensor.

—Tiene una conjuntivitis horrible —lo escucho decir—, espantosa, en serio. Asusta.

Es que es un cabrón, no le cabe otro título. Suspiro porque la verdad, no voy a perder tiempo en dar explicaciones a extraños. Totalmente extraños, porque aún no sé quién más está aquí aparte de nosotros dos.

—Pobre niña. —dice la voz de una señora que suena bastante mayor—. Cuidala mucho.

Hablan de mí como si no estuviera aquí, sino muriendo en alguna cama de hospital, hasta que otro pitido del ascensor se lleva de nuevo esos pasos cansinos lejos.

—El único que asusta aquí eres tú.

Otra alerta más resonando con su desganada risa, y su mano en mi cintura empujándome fuera. Confesión: no me he quitado la venda porque es una excusa perfecta para sentir su toque.

Me guía por medio de nuestros dedos algunos pasos más, y nos detenemos. Ruido de teclado, puerta destrabada. Y otros pasos más.

—Vale, quitatela.

La luz me hace punzar un poco los ojos cuando por fin los descubro. Es... un apartamento vacío. Tiene un ventanal enorme en una pared, un piso de madera que no parece muy nuevo, y unas cajas apiladas en un rincón y después, absolutamente nada más. De todas formas lo recorro otra vez con un nuevo vistazo. Es pequeño, muy pequeño.

No me digas que...

Lo busco junto a la puerta donde se ha quedado de pie, con sus brazos cruzados en el pecho y su hombro descansando en la pared. Una sonrisa torcida marca sus delicados rasgos. Está muy feliz, lo sé. Y eso hace que la idea de no tenerlo cerca duela un poquito menos.

—¿Yoongs esto es...? ¿Tú te...?

—¿Qué dices de Lab Studio? No, es malísimo. Tal vez... Gloss... nah, vale, no sirvo ni de coña para eso... le preguntaré a Hope.

Dijo... ¿dijo estudio?

—¿Es tu estudio?

—FUTURO estudio. ¿Has visto mi vecina? debe rondar los ochenta. Tengo que poner unas mierdas anti ruido y eso.

Me río. O suspiro. O me alivio. O todo a la vez, ya no lo sé pero estoy feliz.

—¡Yoongi... woah... en serio! —ahora soy yo quien tira de su mano hacia el medio del salón. Parece que fuera yo la que está enseñándole el sitio—. ¡Esto es genial! Más que genial, ¿te das cuenta?

—Sí... mierda sí. —suspira y dejo caer su agarre, se ha puesto algo tenso de pronto.

Sus ojos me esquivan, y no puedo evitar imaginar que así se veía la otra noche, cuando no quería encender la luz.

A pesar de que no sea muy expresivo, conozco cada uno de los gestos en el rostro de Min Yoongi, y este, significa preocupación.

—Yoongi... estarás bien. Siempre lo logras, de alguna forma, siempre puedes.

Trato de darle mi mejor sonrisa cuando hace a un lado sus pensamientos y me devuelve su mirada. Aprieta sus labios en una fina línea y al final, asiente como siempre, despacio, pensativo.

—Entonces... —dice moviéndose a mi lado, a su paso sereno, a la vez que alborota los cabellos más oscuros de su nuca—. Planeo dejar aquel rincón para una cabina de sonido. Delante de la ventana montaré el ordenador, el MIDI y las pantallas... Tengo que conseguir una buena mesa para eso, y aquí tienen que caber los monitores también...

Lo escucho cuando con algo más de entusiasmo en su tono, comienza a darme indicaciones de cosas que no tengo idea de qué son. O tal vez sólo piensa en voz alta. Pero le atiendo y sonrío, porque de todas formas no puedo evitarlo.

—Hoy mismo me traen el micro, de hecho... —mira la hora en su móvil luego de quitarlo de sus jeans—. Deberían estar al caer.

Mi espalda descansa contra una de las paredes, cuando doy un par de pasos atrás. Dejo escurrir mi bolsa por el hombro hasta que aterriza en el suelo, y cruzo los brazos sobre mi pecho, sin quitarle los ojos de encima, mientras él continúa dando vueltas con sus soniditos, revisando unas tablas de un rincón en el piso que parecen comprometidas.

¿Qué tan tonto es que esté tan feliz por él? Incluso no puedo dejar de sonreír, cuando no es el gesto que acostumbro llevar a su lado.

Sus ojos me buscan luego de un momento, parece haberse rendido en su nulo intento de arreglar el problema con pisadas de la punta de su Converse. Me hace un pequeño gesto con su nariz, arrugándola para evitar sonreírme, y se dirige a las cajas.

—Entonces... este mi regalo de cumpleaños, barra agradecimiento, barra navidad, barra cumpleaños. —dice y le da una patadita a los cartones.

Y no puedo disimular la sorpresa cuando mi boca se abre y se me escapa una risa nasal.

—Wow... Min Yoongi... ¿para mí? ¿cómo sabías que quería un montón de... cajas para mi cumpleaños que fue hace unos dos meses? Valió la pena la ausencia de ellos por dos largos años...

—Sabes que no creo en los regalos.

—Mmmm no, lo que acabas de decir no tiene lógica alguna pero vale. Gracias. Entonces...

Me acerco cuando me hace un gesto con su cabeza en dirección a las cajas, dando un paso atrás. ¿Qué se trae ahora? Me siento en el suelo, frente a ellas, y elijo primero la que parece más pequeña de todas. Destrabo las solapas y dentro descansan un montón de libros. Muchos, muchísimos libros y lo más increíble, están intactos. Parecen haber sido impresos hoy mismos. Sus tapas duras y brillantes. Están apilados en la forma menos prudente posible. Seguro los guardó él.

Lo miro un segundo, hunde el bajo de sus mejillas en ese gesto de infante tan suyo, y asiente despacio. Entonces saco uno. Historia universal, tomo XXXII: El imperio bizantino. El lomo cruje cuando abro la tapa, podría apostar que soy la primera en hacerlo.

—Esto es... ¿Los has comprado tú? ¿Son para mí? ¿Cuántos... cómo?

Al final me muestra sus dientes pero con algo de burla. Supongo me veo increíblemente confundida.

—Quisiera decir que sí, pero... ¿sabes lo que debe salir esto? —dice tocando otra vez las cajas con su pie—. Me he preocupado por no averiguarlo, porque de otra manera dudo que te los estuviera obsequiando ahora. Lo ha dejado el dueño anterior. Quien asumo está puto loco.

No sé qué decir. Miro de nuevo el libro en mis manos. Sé cuánto batalla Yoongi con su presupuesto, seguro que ahora más, teniendo en cuenta los arreglos del estudio. Sin embargo...

—¿Por qué... ? —lo miro de nuevo—. ¿Por qué lo has hecho?

Se encoge de hombros. Hice la pregunta pero no sé qué espero de su respuesta. Su móvil suena, lo atiende y por las palabras que suelta y sus pasos hacia la puerta, asumo que es el micrófono.

El imperio bizantino.

Mientras él sale por el umbral, dejó caer mi espalda en el suelo y apoyo el libro en mi pecho, yendo a una página al azar.

No le lleva más de cinco minutos regresar, con una sonrisa enorme y una caja bajo su brazo. Vuelvo mis ojos al libro cuando él, después de observarme, pone los suyos en blanco.

—¿Sabías que el emperador de Bizancio elegía eunucos para los puestos importantes? Así nadie podía heredarlos. Pero adivina, los eunucos básicamente impulsaron el nepotismo. Bien jugado eunucos, bien jugado.

Luego de unos segundos lo escucho dejarse caer a mi lado.

—Qué rara eres Juan... ¿"Bien jugado eunucos"? Frase que nunca he oído ni volveré a oír en mi vida.

Mientras cierro el libro y le frunzo el ceño, me incorporo. Mi rodilla roza su muslo cuando me siento como indio. Él saca otro de la caja ignorando mi gesto, lee el rótulo y le da un par de vueltas en sus manos.

—¿Juan? Es el único nombre hispano que sabes ¿verdad? —se ríe aunque trata de ocultarlo mientras rasca su nariz. Me lo tomo como un sí—. Entonces... aunque no me has dicho porqué, gracias.

—Te lo he dicho, todos tus cumpleaños.

—Dijiste también algo de "agradecimiento".

Suspira, parece gritar internamente "No me hagas entrar en detalles". Y decido darle tregua, pretender que ahonde cuando yo no lo hago sería muy hipócrita.

—Estoy agradecido de haberlos encontrado... a Hoseok y a ti, incluso la bárbara de tu amiga me entretiene... nunca se lo digas.

Algo está cambiando en él, porque definitivamente nunca hubiera esperado esta clase de sinceridad de su parte. No puedo borrar el gesto de sorpresa en mi rostro, mis cejas parecen negadas a descender, y él continúa con sus ojos en la tapa del libro.

—No lo haré... —suelto bajo.

Yoongi deja el tomo, suspira y me mira a la cara. Sus ojos me recorren de una forma algo extraña, como analizarías un precipicio antes de lanzarte a él.

—Joonha, yo... —se humedece sus labios en la pausa, y de pronto me siento tan tensa que mis puños se comprimen un poco.

Entonces apoya sus manos en el piso, impulsándose delicada y lentamente más cerca de mí. Ahora mi muslo descansa casi por completo sobre el suyo. No estoy loca ¿cierto? El corazón ensordeciendo mis oídos me dice que no. Baja momentáneamente sus ojos a mis manos, y me siento algo expuesta. ¿Notará mi nerviosismo? ¿Pensará que es ridículo? ¿Por qué lo estoy siquiera? ¿Es que está avanzando conmigo o estoy malinterpretándolo todo?

Traga grueso.

No entiendo nada.

Sus manos aparecen en las mías, alivia mis puños colando en ellos sus largos dedos, y vuelve a verme a los ojos.

—Hace tiempo que he querido... —dice, y observa ahora mis labios.

Por todo los dioses, voy a estallar. Mi vientre bajo vibra, mi estómago me patea el pecho, mi corazón viaja a mi cabeza y cuando acerca su rostro al mío, abro la boca como una tonta.

Cada espacio que se extingue entre nosotros empuja más lejos mi confianza. ¿Por qué?

Está murmurando algo pero no logro dar con el sentido de sus palabras.

Tengo miedo que todo resulte... tan vacío como siempre. ¿Y si sólo es más de lo mismo?

Más y más, la pierdo.

Siento su aliento en mis labios, tengo mis ojos en los suyos y un pitido en mis oídos.

No... no puede ser.

Pero así es.

Su húmedo beso aterriza en mi mejilla cuando inclino apenas mi cabeza.

Incliné mi cabeza.

Debo estar loca.

DEBO ESTAR PUTO LOCA.

Una pequeña sonrisa suya se despliega contra mi comisura.

—Yoongi yo... —¿yo qué? ¿Soy una cabrona indecisa que no sabe lo que hace? ¿Estoy... asustada?

Seh... tal vez en otro momento. —me da un pequeño golpe con su frente en la mía, y se incorpora de un impulso—. Te doy cuarenta y ocho horas para quitarlos de aquí. De otra forma despídete de ellos. —dice apuntando las cajas y me tiende su mano—. Vamos, tengo hambre.

Me da mi bolsa y recoge el micro bajo su brazo, luego de ayudarme a ponerme de pie. Mientras yo sigo prácticamente congelada, aturdida y atontada. ¿Qué acaba de pasar?

¿Qué está mal conmigo? Después de todo, creo que definitivamente hay algo disfuncional en mí.

En el bus de camino a casa Yoongi se duerme con su frente contra la ventanilla. Yo observo su perfil como si en él pudiera hallar la respuesta de mis discordantes actos, y suspiro, porque no logro entenderme.

Tomo mi móvil del bolso. Aún tengo un mensaje de Taehyung.

Tae : Da igual, la que estará feliz mañana serás tú. Luego te digo que me debes

Tienes una tarea difícil, Kim Taehyung, espero sepas leerme mejor que yo.

No la odien. Juro que la van ir comprendiendo.

Si tienen conclusiones apresuradas siempre me gusta leerlas 😊

Por si se preguntaba cuál es la foto de perfil de Tae, es esta:

(He tenido que resubir el capítulo porque la había olvidado)

Gracias por estar aquí bebés

Tienen mi amor siempre

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro