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VIII. Lifesaver; Part 1

Las noches están dejando de ser frescas. Mierda, el verano está a la vuelta de la esquina. Tratando de evitar el barullo de mis pensamientos inspiro con fuerza, pero el olor a meo del callejón me hace toser como si hubiera inhalado gas pimienta. Echo las manos a los bolsillos y doy unas vueltas. Mi espalda golpea el muro de ladrillos y vago entre la humedad del piso -que prefiero ignorar a qué se debe- y las estrellas en el pedazo de noche que se filtra por ahí.

Y me lleva algunos cuantos minutos admitir que soy un amigo de mierda. Le prometí que estaría aquí pero no fui capaz de escucharle soltar dos versos. Estoy cabreado conmigo mismo, y de pronto ese contenedor de basura me parece el blanco perfecto para mis broncas. El estruendo del golpe que le propino con mi pie hace eco en el callejón muerto, y luego otro golpe más. Pero esta vez no fui yo.

Es la puerta trasera del bar. Y es Jung, que me observa con los brazos a los lados bajo la única luz titilante que intenta alumbrar esta boca de lobo. Me ve fijo unos segundos y yo también. Su cabello castaño y corto brilla en un tono naranja por el reflejo de la lámpara sobre su cabeza. Y no puedo ver sus ojos, porque su fleco le hace sombra en la mitad de su rostro, así que no puedo deducir si está pensando «Este tipo está loco» o «¿Qué le sucede al buenorro y súper follable de Kim Taehyung?». Sí, deseo que sea lo segundo, pero me huele a que es lo primero. En realidad me huele a meo de borracho mega pedo, por Dios, debo salir de aquí.

Jung inhala con fuerza y luego suspira con necesidad -no la culpo-. Guarda las manos en los bolsillos de sus shorts negros y emprende el paso hacia mí. ¿Puede ser verano por siempre? Jung calzando esos pantaloncillos es la cosa más agradable que mis ojos han visto en meses. Su camisa blanca y holgada no delinea para nada su silueta, pero por la forma en que se desboca un poco en su cuello, se me hace difícil dejar de mirarle sus afiladas clavículas.

—¿A esto le llamas aire?

—No era la idea de "aire" que tenía.

Resopla fuerte, como renegando de sus pulmones, y concentra sus ojos pardos en mí de nuevo.

—¿Te ibas?

—Yo... no... Bueno, sí. —y ahí está su adorable mentón hundido y sus ojos de «¿Qué le sucede al buenorro y super follable de Kim Taehyung?». Ya, de nuevo mis deseos expresándose por mí—. Mejor vuelve adentro Jung. Antes que te pegues alguna peste por respirar este cloro.

Sonríe. Sus ojos también lo hacen. Joder, es tan bonita que mirarla es más efectivo para quitarme la ira que patear contenedores. Y de a poco, sus comisuras se suavizan.

—Ya han terminado... tú, no te ves bien... —me dice lo último en un susurro, como si me estuviera hablando de alguien más, o fuera menos hiriente así.

Seguro me veo como la mierda. Pero he de admitir que ahora, me siento un poco mejor. Parece que tuviera la capacidad de alivianarme la existencia sólo así: parándose frente a mí, viéndome raro, sonriendo. Es como un jodido salvavidas que me permite dejar de mover las piernas sin ahogarme.

Recalculando, no quiero que se vaya.

—Jung... ¿te gusta... el cine?

Sus ojos crecen, no de sorpresa. Simplemente le brillan, algo confundidos.

—¿El cine...? —repite con duda cuando desvío el tema sin prudencia ninguna—. Mucho, ¿por qué?

—¿Quieres... quieres ver una película gratis?

—Soy fan de las cosas gratis.

—Quién no, ¿Vamos?

—Oh... te refieres, ¿ahora?... —rápidamente mira sobre su hombro, en dirección a la puerta.

Es evidente, no quiere dejar a sus amigos, ni al rubito que, por cómo lo miraba más temprano, la trae loca.

—Bueno si no qui-

—No. —me mira de nuevo, me siento algo cohibido porque sus ojos me investigan sin disimulo—. Sí, sí quiero... sólo, dame un segundo.

Saca el móvil de su bolsillo trasero y teclea velozmente. Al parecer es muy buena con las manos... ¿por qué carajos estoy pensando en eso? Se ríe mirando la pantalla, teclea un poco más y se lo echa al bolsillo.

—Listo. Andando.

Pasa a mi lado lanzándome una mirada emocionada, y la sigo en dirección a la avenida, donde la luz de la calle contrasta con el callejón.

—Menos mal que no traes falda. —digo mirándole las piernas mientras por fin, salimos del cementerio de borrachos.

Me ve intentando comprender mis palabras y cuando aprieto una sonrisa, pone sus ojos en blanco.

—Uy, no me digas... —ruega.

—Sí te digo... ¿Cuál quieres? ¿El del pollo o el del logo?

—Lo preguntas como si "el logo" no fuera otro pollo.

—Te has ganado el del pollo.

—¡Que es lo mismo! Da igual...

Cuando alcanzamos mi scooter que descansa junto a una farola, le calzo el casco en la cabeza, y ella rebuzna como todo un asno mientras busco el otro.

—No entiendo. Todo esto de los pollos. ¿De qué vas? —dice intentando abrochar el seguro bajo su mentón.

La ayudo mientras me río. ¿De verdad cree que alguien tendría un vehículo así por puro gusto?

—Mi padre me la obsequió cuando vine a Seúl. Es... era, de una tienda de pollo frito. Estaba muy emocionado, no había forma de objetar su "oferta única e irrechazable", a pesar de los pollos.

—Y el rosa.—agrega, acomodando la tira bajo su cabeza que acabo de ajustarle. Mordisquea su mejilla y mira la scooter una vez más. Ahora, lo hace con cariño, como si la explicación la hubiera transformado en un BMW del año—. Estás sobrio ¿verdad?

—Solo una botella de cerveza light. —digo con la mano derecha en alto como juramento, y me subo a la motocicleta.

Jung se sube detrás de mí. Sus muslos desnudos se ajustan a los míos y sus dedos cortos se enredan tímidos en mi camiseta negra, a la altura de mi cintura. Me sorprende que sus manos sean tan pequeñas cuando de hecho, es bastante alta.

—No lees el horóscopo ¿cierto? —susurra en mi oído, y a pesar de que la pregunta es algo graciosa por su tono avergonzado, me emociono como si me hubiera soltado una guarrada. Su cercanía esta noche me esta matando de una manera que no esperaba. No es la cerveza. No es la proximidad. Creo que... es Jung.

Enciendo el motor queriendo lucir guay y relajado ante esa idea que de pronto ha hecho que se me encojan los huevos; y la miro sobre el hombro. Me encanta esta distancia, reducida, conduciría directo a la costa ahora, lo más lejos posible.

—Soy mejor creándolo que leyéndolo. —su risa golpea en mi rostro y no puedo evitar mirar su boca.

—Eres un mierdas.

—Confieso. —digo, y echo a andar la motocicleta.

La brisa se siente genial. Su cuerpo, todavía mejor. Afloja un poco sus dedos y termina sosteniéndose del pasa cinto de mis jeans. Y estoy siendo tan jodidamente consciente de cómo nuestros muslos rozan, su entrepierna y vientre se ajusta contra mi culo, y sus manos tocan mis caderas que... sí, joder, me estoy empalmando lentamente. ¿Qué pasa conmigo? ¿He vuelto a mis dieciséis?

No voy precisamente rápido pero bajo un poco la marcha, porque no estamos tan lejos y no quiero dejar la scooter con una semi-erección que lo arruine todo. Mi arma secreta para eso: los cachorritos. Solo un retorcido mental podría mantener una erección pensando en adorables cachorritos.

La luminosa marquesina del cinema coopera con las luces de la ciudad, y gracias a Dios logro controlar mi inoportuno e injustificable "despertar" para cuando llegamos, porque las noches en Seúl son tan claras como los días. Mientras acomodo los cascos, veo a Jung acercarse a la cartelera que exhibe el repertorio de películas. Se ve emocionada, o no ha venido en mucho tiempo o realmente adora el cine. ¿Me estoy medio-empalmando de nuevo solo por la idea de que adore el cine? Madre mía, esto es tan malo como si lo hiciera por los cachorros.

Acomodo con disimulo mi entre pierna.

Corgis, Pomeranias, Yorkies, Beagles.

—Entonces... —le digo parándome a su lado.

Deja salir unos sonidos por su garganta como si estuviera pensándolo en detalle, mientras sus ojos van de un banner a otro. Si elige Star Wars podría correrme aquí mismo.

—¿Qué te parece esta? —su dedo índice señala al nuevo Sith empuñando su refulgente espada roja de tres puntas.

—Cásate conmigo. —le digo sin ninguna sonrisa, pero la de ella es suficiente.

—¿Cine gratis? Acepto.

Se da la vuelta en dirección a la entrada pero antes de que logre dar un par de pasos la sostengo de su hombro.

—Eh, eh... esa es la entrada para los que pagan. La nuestra es por aquí. —le digo dirigiéndome a la imperceptible entrada de atrás, la que se funde en el mismo color beige de la pared.

Tecleo la clave en el panel que destraba la puerta de hierro al instante y con un gesto, la invito a pasar primero. Las cejas de Jung se eleva y mira hacia a los lados como si estuviera a punto de hacer algo ilegal y no quisiera testigos. Técnicamente es ilegal pero... meh.

—Quiero el divorcio. —dice bajito, pero de igual manera se adentra en el cinema.

La guío por el pasillo de luces blancas y cada tanto le echo una ojeada sobre mi hombro. Se ve nerviosa, como si estuviéramos asaltando un banco.

—Hoy está Teddy... —le digo, y se asusta. A pesar de que no sabe ni quién es Teddy, ni qué significa eso—. Mi supervisor, Teddy, me deja venir sin problemas cuando está él, y traer a alguien también, así que no te preocupes.

Me encanta la forma en que frunce su ceño. Quisiera vivir revelándole verdades confusas para que llevara ese gesto en su cara siempre.

—Entonces trabajas aquí... No sé si me perturba más el hecho de que alguien se llame Teddy o toda las personas qué haces entrar de in fraganti.

—Naah, solo Nam. Aparte de él, tú eres la primera. —allí están sus bonitas cejas elevándose de nuevo mientras absorbiendo sus propios labios, los aprieta en una línea—. Eh, eh... no te vayas sonrojar. No me estoy confesando.

—Pf, lo sé. Además, imagino que si lo hicieras, no sería de esta manera. —dice seriamente, como dando un diagnóstico.

—¿Por qué? ¿Cómo crees que me confesaría?

—Mmm no sé... pareces más del tipo de...

—¿Flores? ¿canciones?

—Para nada... —se ríe. No externamente pero puedo notar que sí lo está haciendo en su fuero interno—. No importa.

—No, no, quiero saber.

Suspira.

—Okay... te imagino haciendo algo extravagante. Como... desnudo y... —JO-DER. Acomoda su garganta, como si quisiera sonar solemne dando su punto de vista. Detengo mi paso a mitad del corredor, para verla mejor, Jung dando una explicación donde aparezco desnudo merece toda mi atención. Ella me imita—. ¿Con alguna confesión extraña pintada en tu cuerpo?

Está puto loca. No se me había ocurrido confesarme así jamás pero... de pronto me parece la idea más estupenda que he escuchado.

Con sus dedos intenta meter un mechón de su corto cabello detrás de su oreja, pero no alcanza y se suelta de nuevo sobre su pómulo. Luce seria, parece que hubiera dado su testimonio en un juzgado.

Y yo solo puedo pensar en una cosa: Jung me imagina desnudo.

De pronto mis erecciones inoportunas parecen burlarse de mí, porque se sienten justificadas. Me imagina desnudo. ¿Cuán grande verá mi polla? Ojalá no se esté quedando corta. ¿Sería muy raro si ahora le digo que estoy bien dotado? Jung me imagina desnudo.

—Es lo más extraño y bonito que me han dicho jamás. —suelto al final.

—Que no es un halago. Es una... apreciación.

—Es la apreciación más extraña y bonita que me han hecho jamás. —se ríe—. Lamento cortarte el rollo de tus fantasías conmigo, pero vamos a perdernos el comienzo. Y el comienzo es importantísimo.

—Ya la has visto ¿verdad?

—Unas siete veces. ¿Tú?

—Sólo tres.

Vale, decidido. Has caído Kim Taehyung.

¿Cómo están babies?
Hago este breve comunicado porque tengo algo muy importante que mostrarles. Algo que no lo logro superar...


Listo.
Espero sepan comprender.

Caris pa tóos 💕

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