48
Suran y tocó la puerta con fuerza, mientras que veía cómo Ji-yool sujetaba el pastel entre sus brazos. Sonrió al verla intentar no botarlo al suelo. Ambas estaban emocionadas, ya que a noche su madre la visitó rápidamente, gritando a todo pulmón que Yoongi y Yeonjun habían regresado junto a los demás. Sentía que era una broma o las alucinaciones colectivas ya eran un caso serio en Oedo. Solo fue consciente a la mañana siguiente cuando su hija la levantó a gritos y la llevó a comprar un pastel de bienvenida e ir al apartamento de Taehyung.
La hija de Suran se emocionó cuando la puerta fue abierta por su tío, que tenía algunas ojeras y una cara que expresaba bastante sueño.
Ambas se quedaron pasmadas al verlo de pie ante ella. El primer instinto de Suran fue gritar emocionada y lanzarse a los brazos de su hermano mayor; la mujer gritó con fuerza y daba brincos de alegría. Luego fue el turno de Ji-yool que, con cuidado de no botar el pastel, abrazó a Min, integrándose al grupo.
El ruido atrajo a Yeonjun que estaba detrás de su padre. Se preocupó creyendo que alguien estaba en peligro, solo que, después de ver a su tía llorando en el hombro del azabache, la preocupación se fue, se relajó aún más al tener a su prima revoltosa que alguna vez cuidó en Jirisan frente a sus ojos. Los alaridos de emoción aumentaron cuando Suran entró sin permiso previo y corrió hasta el muchacho para tomarle la cara y repetir besos desde la frente hasta arriba del cuero cabelludo, lo estrujó entre sus brazos robándole aire.
—¡No puedo creerlo, son ustedes! —alzó la voz más que contenta. —Pero, ¿cómo? Los veo y siento que me volví loca y que son unos fantasmas, han sido años, no puede ser... Están vivos y aquí. —Suran se calmó un poco y rodeó con sus brazos, dejando a su sobrino respirar.
A Suran aún le costaba creer que tenía a su hermano y sobrino ante sus narices. La emoción era enorme y estuvo a punto de desmayarse. Yoongi la sostuvo antes de que cediera ante la euforia del momento y le regaló una sonrisa más serena. Sentía que tenía suerte, de aquella que creen que nunca les tocaría, pero he ahí, a las dos personas más importantes dentro de su vida.
Min le dio paso para que entrara al apartamento antes de llamar la atención de gente que vivía cerca. La mujer entró junto a su hija quitándose los zapatos para acomodarse en el hogar. Ji-yool dejó la caja con el pastel dentro sobre la mesa con tal de que todos se sirvieran y comer un poco celebrando el regreso de su tío y primo. En eso ve que Jiho estaba mirando desde el pasillo algo temeroso, solo que al reconocer a la niña sale corriendo hacia ella, abrazándola con ternura.
Fue cuestión de segundos cuando aparece Taehyung, asustado por los gritos y llanto a todo pulmón proveniente de la puerta de su hogar. Cuando vio que eran Suran y el menor respiró tranquilo. Con una sonrisa forzada las saludó, secándose un poco las lágrimas que aún permanecían, humedeciendo las bolsas de los ojos y las mejillas.
—Es increíble —río secando sus lágrimas. —Mira lo grande que eres, Yeonjun. ¿Qué te hicieron? —Le tomó las mejillas acariciando con parsimonia. —Eres todo un muchacho, apuesto. —Le guiñó un ojo. —De seguro encontrarás una novia muy pronto.
El chico cabeceó enseguida con disgusto. Su corazón ya tenía espacio solo para alguien en específico, solo que nadie sabía, no todavía.
—Apenas llegó, dale un respiro, además estoy seguro de que tiene otro tipo de intereses antes que una novia. —Le habló Yoongi mirando a su hijo. Este estuvo de acuerdo, asintiendo con la cabeza.
—¡Hyung, tienes que venir a mi escuela y verla, debes ir a buscar todos los días! —Ji-yool se alejó de la mesa de centro en donde estaba jugando con algunos bloques con Jiho para integrarse en la conversación.
—Apenas llegué y ya me estás dando dolores de cabeza... —Se quejó.
—Da igual, debes ir. —Ordenó y se dirigió hacia el hijo de Taehyung.
Los más adultos quedaron viendo enternecidos la escena de la hija de Suran con el más pequeño de la casa jugando en silencio y ella riendo, casi hablando sola, como si Jiho la entendería, el niño solamente la observaba detenidamente.
Kim se les acerca para abrir la caja con el pastel dentro. Cuando la ve, el aroma a dulce invade su nariz, pero ni el olor más dulce que ha horneado era capaz de sacarle una sonrisa, menos teniendo al amor de vida centímetros que ni lo miraba. Lo ignoraba y el castaño se percató de esto.
—Sé que es muy dulce... —Observo el pastel.
—Ella dice que mientras más dulce, mejor. Solo que la alejó de papá, no vaya a ser que induzca un coma diabético un día de estos. —Habló mirando el pastel. —Deberíamos comer, estuvo media hora eligiendo. —Aludió.
—Iré por platos. —Avisó Yeonjun abriendo algunos cabetes buscando la loza.
Yoongi miró de reojo a Taehyung que tomaba un cuchillo para partir el bizcocho. Tragó duro y se alejó, yendo hacia su hermana que se sentaba en uno de los taburetes de las encimeras de la cocina.
—Fue increíble verte, Su, pero... iré a ver a mamá ahora.
El silencio gobernó la cocina. No le afectó a Ji-yoo que estaba absorta con el niño jugando y dibujando siluetas y formas, solo a Taehyung, Suran y Yeonjun. Su hermana menor lo quedó mirando con extrañeza, algo le pasaba y era cuestión de observar sus ojeras, sus ojos vacíos y oír el tono de voz apagado.
—Pero appa... No has desayunado. —Insistió Yeonjun dejando la vajilla en la encimera.
—No tengo mucha hambre, guárdame un trozo. —Min camino hacia la entrada del apartamento.
—Yeonjun tiene razón, nos ha comido desde anoche, solo será un momento... —Intervino Taehyung.
—No. Aprovecharé la mañana, nos vemos más tarde. —Interrumpió al castaño enseguida.
Min salió dando un portazo. El ambiente se había puesto más tenso de lo normal, hasta generar cierta incomodidad en ellos.
Suran se quedó mirando a Taehyung por algunos segundos, estaba con el mismo ánimo que su hermano, así que, pudo intuir el motivo de la actitud rara que adoptó su hermano. Ella se pone de pie, sin antes preguntarle a Taehyung.
—¿Sucedió algo?
El castaño bajó la mirada, dando así la respuesta que ella quería. Hizo mohín con sus labios, poniéndose de pie, y se dirigió hacia la puerta para seguirle los pasos al azabache antes de que se fuera más lejos.
—Yeonie, ¿puede vigilar a Ji-yool?
El chico, desconcertado por la actitud, asintió sin rechistar.
—Ya vengo...
La puerta fue abierta y cerrada en segundos, dejando solamente a Taehyung y Yeonjun preocupados. El menor frunció el ceño, arrugando su frente, pensando en todo lo ocurrido. De pronto se giró hacia su padre, mirándolo con seriedad, sin relajar el semblante que expresaba una pizca de molestia.
Durante la noche, el muchacho, tristemente, escuchó la conversación, o más bien, la discusión entre sus padres. Que fue sobre la verdadera paternidad de su hermano menor, de la traición y más que nada la mentira dicha por Kim que Yeonjun sí se creyó. Le costó reconciliar el sueño tras oír los gritos y fingir dormir, podía a haber intervenido, pero la pelea era algo de ellos que debían resolver como pareja. Sentía que no era adecuado que un hijo se entrometiera en discusiones de sus padres; sin embargo, al ver a Yoongi marcharse con la nube negra sobre él, le fue imposible no sentirse molesto y también engañado.
Este se acercó a Kim y se preocupó de que los menores siguieran en su propio mundo, solo ellos dos para poder conversar mejor en la cocina y a voz baja.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Debías mentirle de ese modo? —Inquirió el chico.
—Yeonie... ¿Oíste nuestra pelea?
—Digamos que no saben controlar los decibles. —Se refirió de manera sarcástica. —No debiste hacerlo, mentirle y estar con alguien más, es... es horrible. —Expresó enojado.
—Yeonjun, hijo... Tú no me hagas esto... —Le imploró.
—Se te hizo muy fácil mentirle, ¿cómo pudiste hacerlo algo así? Después de todo lo que ha sufrido allá afuera sin ti, él te ama...
—¿Crees que no lo sé? —Le afrontó. —Hice mal, estuvo terrible lo que hice y no me quiero justificar, y me duele que esto sea así cuando lo único que he querido es abrazar a tu padre y decirle todo lo que no he podido. —Habló frustrado. —No solo Yoongi sufrió, yo lo hice aquí, tú lo hiciste, ni un dolor en más que otro.
—Sí, pero a ti no te pusieron los cuernos y te intentaron meter un hijo a la fuerza.
Las palabras fueron como cuchillos afilados para Kim.
—¡Yeonjun, no me vuelvas a hablar de esa manera! —Le reprendió severamente.
Ji-yool alzo la mirada viendo como ambos discutían. Sin hacer tanto ruido tomo la mano del pequeño y lo llevo al cuarto de él para que no viera a Taehyung enojado.
—No me quería enojar contigo, pero es imposible. Ni siquiera sé si creer la mitad de lo que constaté ayer. Ese hombre nunca supo de Jiho y se murió sin saber nada, porque te acobardaste seguramente, y no fuiste capaz de asumir tus errores. —Caminó fuera de la cocina.
—¡Fue suficiente, Yeonjun, basta! ¡Soy tu padre, respétame! ¡¿Oíste?! —La voz de Taehyung se quebró por completo.
—Viví quince años en una mentira, y créeme que es espantoso saber que tu padre realmente no lo es, y que el verdadero es un desquiciado que solo te veía como un experimento, es terrible y debí asumirlo cuando era un niño aún. Para appa Yoongi debe ser igual, que tu hijo no sea tu hijo y que la persona que amas te mintió en tu cara con mucha facilidad.
Yeonjun dejó los platos y, sin más, se fue. Cerró la puerta, dejando a un padre destrozado con el corazón hecho añicos.
Su familia, a la cual esperó por mucho tiempo, se estaba desmoronando y el único culpable era nada más que él. Llevo la mentira muy lejos y se equivocó con las dos personas que menos debía hacerlo.
Mientras tanto, en el primer piso del edificio, una escena un tanto similar se estaba a punto de desarrollarse entre ambos hermanos; Suran queriendo saber que pasaba y Yoongi huyendo de lo que tanto le aquejaba.
Suran llegó en el momento exacto cuando Yoongi salía del edificio para seguir de frente por el camino al ayuntamiento. Solo que a su hermano pasaba un detalle que desconocía y es que su madre iba día por medio a trabajar y hoy no le tocaba.
La chica apresuró el paso y él tocó el hombro al mayor, este se giró enseguida y se quedó viendo a su hermana con algo de tristeza en sus ojos; las ojeras eran notorias, sus ojos hinchados por aparentemente haber llorado algunas horas y su piel era más pálida de lo que acostumbraba a ver. Ella suspiró y, sin saber que lo tenía mal, lo abrazó para darle algo de consuelo.
Yoongi se dejó, sin reclamos, ni apartando a Suran. Se quedó un minuto así con ella hasta que se alejaron.
—Ya dime, ¿por qué saliste como caballo de carrera? —preguntó.
—Quiero que me digas una cosa y necesito que seas sincera, no quiero más mentiras, Suran. —Pidió encarecidamente. Ella, un poco confundida, asintió sin dudarlo. —¿Sabías que el hijo de Taehyung es de Seo-Joon?
La pregunta la palideció. Suran mordió sus labios y después intento formular una respuesta.
—Sí, lo sabía. —Afirmó. Yoongi puso mala cara enseguida. —No pongas esa cara, porque te lo iba a decir, ni siquiera pasó por mi mente ocultarlo. Jamás estuve de acuerdo con lo que sucedió entre ellos dos.
—¿Papá y mamá lo sabían?
—Por supuesto, también Jimin. El resto cree que Jiho es tu hijo. —Replicó. Yoongi negó con la cabeza, estaba molesto, otra vez. —Hermano, imagino que te sientes muy mal, pero te doy mi palabra de que Taehyung nunca sintió algo por Seo-Joon. Yo le pregunté muchas veces por qué lo hizo y si algo se encendió por él y me lo negó miles de veces.
—¿Acaso él te dijo eso para convencerme por si me enteraba?
—Claro que no, lo digo yo como la que descubrió lo que pasaba entre ellos y la que estuvo junto a Taehyung durante su embarazo. No estoy defendiéndolo, menos lo justifico, solo digo que no fue una etapa fácil. —Alegó tajantemente.
—Me dijo en mi cara que era mío, Suran. Me lo creí por un momento hasta que le empecé a preguntar y fueron cosas de oír que los tiempos no calzaban. —Persistió. —Lo intentamos ante de irme, pero yo ya había aceptado que el proceso de poder darle un hijo iba a ser difícil como las veces pasadas. ¿Cómo iba yo a dejarlo en cinta a la semana de irme de aquí?
—Y estás en lo cierto, no coincide.
—¿Al cuánto tiempo se acostó con Seo-Joon? —preguntó.
—Solo sé que la segunda vez fue como cuando habían pasado siete meses desde que te fuiste. —Le respondió haciendo memoria. —Estaba pasando por una depresión atroz, sin ti ni Yeonie, Taehyung no era el mismo y él lo sabía.
—No quiero seguir oyendo nada más, Su. Fue suficiente.
La hermana la quedo mirando mientras apretaba sus manos. Quería decirle lo que de verdad pensaba. Sin morderse la lengua lo enfrentó otra vez.
—No seas necio y deja que te explique cómo pasaron las cosas, no fue sencillo...
—¡¿Y crees que para mí sí?! ¡Pasé tres años y medio buscando a Yeonjun y sin saber si estaba bien o si había muerto! —Explotó de impotencia. —¡Estuve allá sobreviviendo mientras mi esposo, ebrio, se acostaba con el tipo que desconfíe desde que llegue aquí!
—¡Yo también me enfadé! ¡Sentía que te traicionó, pero no pudimos darle la espalda, menos cuando no sabía qué carajos hacer él con el bebé!
Los hermanos se sumieron en un silencio incómodo mientras se miraban a sus ojos. Suran podía ver cómo a Yoongi los ojos brillaban lagrimosos, entre rabia y la tristeza que abundaban en ellos. Jamás tuvo la intensión de ocultarle la verdad, mentirle y seguirle el juego a Taehyung de que Jiho realmente era hijo de su propio hermano; sin embargo, era una mentira que ella ni sus padres podían soportar. Ja-hyun y Jae-ik fueron en lo único en desacuerdo, ya que, primero que nada, era hijo de ambos y segundo porque una mentira tan grande y que todos supieran sería una bomba para Min, tal como ahora.
Se sentía atada de manos sin saber qué hacer exactamente. Lo más complicado de todo es que había un niño de por medio. Jiho apenas era pequeño y no comprendía nada de lo que ocurría menos si tenía la condición auditiva. Suran pensaba mucho en el menor, para ella era su sobrino sin importar nada.
El de tez pálida, se peinó hacia atrás, algo frustrado.
—Lo amo. —Admitió con firmeza. —Es lo que más me duele porque no soy capaz de odiarlo. Lo miró y solo quiero abrazarlo y decirle cuánta falta me hizo estando lejos de casa. Pero me siento abrumado, no sé qué hacer ahora.
—El tiempo dirá.
—Tiempo es lo que más dejé pasar y estoy que no puedo más.
═══════ ● ════════
Min la quedó mirando sorprendido al verla vestida diferente, se veía bastante bien, de hecho era algo positivo, ya que había dejado atrás esas botas sucias, pantalón, tallas más grandes que ella misma, más la chaqueta estilo bómber negra, ya vieja con la que vestía.
—Nada mal, te ves muy bien, Eun-yoo. —Halagó el joven.
—¿Lo dices en serio o me quiere molestar? —Le preguntó cruzándose de brazos.
—Te estoy dando un cumplido sincero y te pones a la defensiva.
La chica sabía que lo decía de verdad, solo bromeaba, así que comenzó a reírse de Yeonjun cuando le vio la morisqueta de disgusto.
Los tres amigos comenzaron a caminar por la vereda, sin separarse para poder ir conversando sobre su nuevo día en Oedo. Contaron cómo fueron los reencuentros con sus padres, más que nada. Beomgyu fue quien contó detalle por detalle, incluyendo el hecho de que tenía una pequeña hermana que se llama Jeon Somi. Pasó un buen rato en el camino, hablando de lo adorable que era y que lucía tal como su padre Jungkook. También menciono que tenía pila de larga duración, ya que apenas a las once de la noche, Somi cayó rendida en el sofá rodeado de algunos peluches que los presentó ante su hermano como parte de su pandilla de amigos de felpa. Beomgyu se regocijaba en ese ambiente familiar.
Con respecto a Yeonjun, él prefirió guardase aquel detalle sobre la discusión entre Yoongi y Taehyung para no dar a entender que la bienvenida fue linda hasta pasado algunos minutos, antes de que se volviera una verdadera revelación por un tema que era sumamente delicado para la familia del muchacho. Solo prestó atención a su novio, a su amiga, que tampoco tenía mucho que contar, solo que vivía en una residencia algo incómoda. Para sorpresa de los dos, con quien se alojaba era Kang Taehyun, el viejo amigo de los chicos que deseaban ver como muchas ganas.
La caminata siguió hasta que los tres jóvenes llegaron a una pequeña tienda de conveniencia que, por la hora, estaba vacía, solo tenía a una mujer merodeando dentro con la cajera que aparentaba la edad de Eun-yoo. Afuera del local había dos mesas largas de pícnic en donde ellos se acomodaron a gusto. La joven cajera salió para recibirlos y les consultó qué querían beber o comer. La chica del grupo les ofreció unos refrescos que ella recordaba y su gusto era delicioso. En solo cuestión de minuto, la chica apreció con tres latas y bombillas, dejándolas frente a ellos. Min y Jeon sorprendidos por algo más que no fuera solo agua embotellada, agradecieron el gesto de su amiga.
—¿Qué piensas hacer aquí ahora? —Quería saber Yeonjun.
—Buscaré a mis viejos amigos... —Contesto sin apartar la mirada de la lata.
—Suena bien.
La chica miró sin querer el libro dentro de la bolsa de plástico transparente que su amigo azabache cargaba con cuidado. Ella leyó el título y quedó algo confusa, más la duda de saber para qué lo necesitaba.
—¿Por qué compraste un libro de lenguaje de señas con imágenes para niños? —Señaló el libro.
El joven tomó la bolsa y la sacó de la mesa, escondiéndola debajo de su pierna. Beomgyu tenía esa misma duda desde que lo acompañó esa mañana a comprarlo, solo que Min no ha sido capaz de decir ni una palabra sobre ello.
—Es algo personal... —Mascullo.
Eun-yoo bramó y Beomgyu rodó los ojos.
—Por favor, ¿qué es tan secreto es que no podemos saber? —Insistió la chica de cabello corto.
Tomó aire, profundo y luego volvió a dejar la bolsa sobre la mesa. Su novio presionó sus labios, dudando un poco si seguir persistiendo.
—Si no quieres decirnos...
—Tengo un hermano y no es de appa de Yoongi.
El silencio gobernó sobre la mesa.
—¿Cómo? —preguntó Beomgyu un poco patidifuso.
—Lo que oíste, appa Taehyung tuvo un hijo con alguien más. —Recalcó, pero esta vez, afloraba su desilusión. —Anoche appa Yoongi se dio cuenta de que le mintió y... y discutieron.
—Junie...
—No, no quiero que tengan lástima por mí. —Le respondió hostil a Beomgyu. Este frunció el ceño, y Yeonjun se mordió la lengua, algo arrepentido. —Perdóname, pero ya me cansé de oír "lo siento" o "lo siento mucho por ti".
Eun-yoo se aceró a su amigo, sentándose a su lado para abrazarlo con cariño, buscando alguna manera de darle ánimos sin emitir ni una sola palabra más que dice detestar. Beomgyu hizo lo mismo, solo que le sostuvo la mano con cierta templanza para acariciar con su dedo pulgar el dorso de la mano de su novio.
—¿Eso tiene que ver con el libro que compraste? —preguntó la chica.
—Más o menos... Mi hermano tiene problema para escuchar. —Explicó de forma breve. —De algún modo, es un alivio que no haya oído todo lo que se dijeron anoche, solo pensar en su reacción me recuerda a cómo me sentí yo cuando me enteré de que Bogum era mi padre.
Su mente regresó días atrás, más bien, anoche, en donde el día que oyó la verdad lo volvió a destruir. Era inevitable, puesto que lo había marcado de por vida aquel acontecimiento que sucedió de la peor manera. No deseaba lo mismo para Jiho, vivir en una mentira y descubrir por errores de los adultos su verdadera descendencia. Menos que era un niño pequeño que apenas conocía el mundo y de forma diferente, apenas si lo conocía, por eso mismo, buscó la manera más accesible para conocerlo y poder expresar lo que esperaba para él de un modo accesible, dentro de las posibilidades que había en Oedo, por ello el libro.
Jiho era su hermano, sin importar el que, lo iba a cuidar y proteger del mundo complicado que lo rodeaba, de las decisiones importunas y lo más probable de todo dolor que pudiera sentir.
El muchacho se enderezó en su lugar, sonriendo a su amiga y novio, demostrando que estaba más tranquilo.
—Será mejor que regresé, y tratar de hablar con mi padre, porque le grité y le dije cosas horribles. Me siento el peor hijo del mundo.
—No te tortures, cometemos errores y es bueno que quieras arreglar las cosas. —Le admiró Eun-yoo. —Tan solo tómate tu tiempo, piensa mejor las cosas antes de ir a hablar con tu padre, que quizás también quiere meditar a solas.
—Sí, quizás debía hacerlo. Hacer las cosas en frío es un poco mejor.
—Así se dice, ahora permítanme llevarlos a mi lugar secreto y, ultra, personal.
Se puso de pie animadamente.
—¿A dónde iremos? —quería saber Jeon.
—Ya verán. Solo esperen aquí y vamos.
La muchacha desapareció, entrando nuevamente a la tienda. Ambos jóvenes se miraron entre sí, confundidos por la idea de su mejor amiga que, al cabo de unos diez minutos, reapareció, vigorizante y algo agitada, con una sonrisa de oreja a oreja. En sus manos tenía una bolsa negra llena de cosas que parecían ser snack y botellas de vidrio. Se la arrebató de las manos, mientras que ella reía y miraba cada segundo hacia la tienda, esperando ver a alguien.
Yeonjun la abrió de par en par al darse cuenta de que el verdadero contenido de esta eran botellines de soju. Se opuso, y pensó que se volvió loca comprando alcohol, al igual que el castaño que se espantó.
—¿Quién compró qué cosa? —Ella se hizo la desentendida.
Ahí entendieron lo que hizo realmente.
En eso, la campanilla de la puerta de la tienda de conveniencia resuena hasta ellos, dejando ver a un señor mayor y detrás la cajera. El hombre los señala con el dedo y grita a todo pulmón.
—¡Vengan aquí, ladrones! —Vociferó mientras los comenzaba a perseguir a duras penas.
—¡Idiotas! ¡Acaban de robarnos!
Cuando el señor se quedó sin aire, la cajera le hizo relevos para perseguir a la ladrona de la chica, pues ella la vio metiendo las botellas en la bolsa como si nada ni nadie la viera. Corrió detrás de ellos queriendo agarrar el cabello de Eun-yoo que revoloteaba en el viento.
La gente que iba pasando por la calle los quedó mirando cada vez que ellos chocaban sin querer con las personas. Algunos molestos refunfuñando al ser pasados a llevar, más que nada, a las personas de más edad.
Eun-yoo reía de manera malévola y Yeonjun junto a Beomgyu corrían aterrados de ser atrapados. Más cuando la muchacha de la tienda le avisó a un policía que andaba haciendo una ronda rutinaria, este tocó el silbato y salió a toda velocidad detrás de Yeonjun que era el que más cerca tenía. El azabache lo esquivo agachándose, evitando que los brazos del policía lo rodearan, de manera escurridiza, retrocedió caminando la dirección cuando su amiga giro hacia la entrada, además de salida principal de Oedo que llevaba a una zona poco habitada, rodeaba de verdes árboles, arbustos y de fondo la playa de la isla.
—¡Eun-yoo te volviste loca! —alzó la voz Beomgyu corriendo rápidamente.
Los intentos de la policía por seguir dieron resultado a él riéndose y tomando aire, apoyándose en sus rodillas. Tocó otra vez el silbato avisando a la gente que estaba en su persecución, pero ni siquiera el silbato logró sonar fuerte, ya que, sus pulmones se quedaron con cero aires en ellos.
Ya a varios metros, lo suficiente como para perder de vista al policía más a la joven de la tienda, los tres dejaron de correr relajándose un poco, recuperando el aliento perdido. Beomgyu se apoyó en un poste de alumbrado, al igual que Yeonjun. Se tomaba un costado del tórax, sintiendo el dolor por haberse ejercitado en exceso y sin preparación previa. La muchacha rio al verlo tan acabados.
Al contrario de Jeon y Min que la miraron con su semblante fruncido, en muestra de disgusto por su broma.
—Espero que valga la pena haber corrido una maratón por tu culpa. —Farfullo Yeonjun caminando por una desviación del camino por el cual Eun-yoo se introdujo.
—Solo quiero animarte.
—De seguro hay mejores maneras que esta... —dijo entre dientes.
—Cuando lo veas, me agradecerás.
Los dos rodearon sus ojos.
El sendero se extendía hasta mucho más allá de donde ellos podían ver el final. Había árboles altos y verdes, con sus ojos haciendo sobra de los fuertes rayos de sol de ese día. Sus pasos se oían en la tierra del camino y las piedras de menor tamaño fueron chutadas por sus pies para distraerse mientras que admiraban el alrededor. El primero que sonreían ante la naturaleza que los envolvía fue el hijo de Jungkook y Jimin que pasaba junto a la valla del sendero.
—¿A dónde vamos? Ya me cansé... —Protestó.
—No soportas nada. Si no son capaces de aguantar, entonces les diré mi secreto.
—Ya solo dilo de una vez, no te queda hacerte la misteriosa.
Ella rodó los ojos ya sin más opciones, si no tendría al par molestando todo el camino.
—Bien, hace tiempo, antes de irme de Oedo, me refugiaba en una zona que fue dejada atrás por los habitantes de la isla. —Contó como preámbulo. —Hay un jardín botánico que es hermoso en verano y en primera, por razones obvias, la gente dejó de venir y quedó abandonado. Yo venía cuando me quería despejar, además la vista hacia el mar es preciosa. —Explicó emocionada. —Solo espero que les guste, y encuentren el mismo consuelo que yo encontraba aquí en mis peores momentos.
Se detuvieron frente a un cartel que decía "Oedo Botania". Estaba lleno de musgo y plantas enredadas que dificultaba su lectura. Eun-yoo los animó a entrar mientras subía unas escaleras de piedra hasta llegar a un puente del mismo material, por donde pasaba un riachuelo debajo de ellos. A su alrededor, la vegetación no daba evidencia de nada más que no fuera el verde brillante de sus hojas, el café de las raíces y los troncos más el cielo azul sobre ellos.
Había algunas bancas de madera con musgo que no apetencia sentarse en realidad. Solo se que sentaron en las piedras del puente para oír y ver cómo el agua corría debajo de ellos. La joven pareja cruzó miradas entre sí, asombrados por el paisaje.
—Esto no es nada. Vengan. —Le hizo un
gesto con su mano para animarlos a seguirle el paso.
El azabache y su novio caminaron rápidamente detrás deEun-yoo que los estaba llevando a un nuevo camino en el que, cada vez, los árboles se hacían menos y solo se podía apreciar el césped.
Los tres pisaron el pasto, sintiendo la suavidad de este debajo de la suela de los zapatos. La chica se quedó de pie en medio de todo un amplio espacio a modo de mirador para que todos llegaran a observar el paisaje que dejaba pensar que podía tcar el ciel con la punta de los dedos de la mano.
Eun-yoo cerró sus ojos por un momento, abrió sus brazos, dejando que el viento la abrazara. La brisa revoloteaba sus cabellos y agitaba su blusa y pantalón. Respiro hondo y sintiendo la serenidad llegar a ella.
Yeonjun y Beomgyu quedaron boquiabiertos al ver el océano abrirse ante sus ojos.
—Esto es...
—Asombroso.
Min estuvo de acuerdo.
—Les dije que les gustaría. —Eun-yoo se sentó en el césped. —Este será nuestro lugar seguro, secreto o como quieran, si algún día siente que... el mundo se les viene encima o los problemas los ahogan, suban y respiren. Dejen que la brisa se lleve sus estúpidos problemas.
El azabache se acercó a la orilla mirando hacia abajo, dejando que el vértigo lo aterrase lo suficiente como alejarse de golpe. Más cuando Beomgyu lo agarró del brazo para abrazarlo. Yeonjun se dejó llevar por el afecto mientras sentía la calidez de aquel abrazo. Hizo igual y ambos se quedaron mirando hacia la vista majestuosa que la naturaleza les daba.
—Todo estará bien, no te dejaré solo en esto.
—Yo... —Yeonjun mordisqueó sus labios. —Te amo.
Beomgyu sonrió levemente al oírlo. Siempre espero aquella frase por parte del azabache que le daba timidez decir. Que lo haya hecho ahora lo hacía un momento, el cual recordar siempre.
═══════ ● ════════
La situación en casa tras volver no parece dar chance de mejorar, Yoongi aún sigue dolido y afectado por descubrir la verdad y Taehyung tratando de no volver a perder a su familia teniendo un pequeño enfrentamiento con Yeonjun.
¿Creen que las cosas puedan mejorar?
No todo es malo, Yeonjun intenta buscar la manera para comunicarse con Jiho a pesar de las dificultades y así poder evitar de algún modo que pase lo mismo que él. También comenzando poco a poco a dejar que sentimientos por Beomgyu crezcan sin miedo ni timidez.
¿Qué les parece esta pareja?
Gracias por leer.
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