46
Yeonjun le apunto con el arco haciendo que retrocediera. Yoongi no alcanza a detenerlo. Por otro lado Jungkook y Beomgyu vea escena con total tensión.
—¡Ya no más! —gritó. —¡No volveré contigo, ni muerto! ¡Te odio! ¡Te juro que te voy a odiar todo lo que me resta de vida!
A Park sus palabras no le hacían ni cosquillas.
—Deja el drama del adolescente incomprendido. Tú vuelves conmigo ahora si no quieres que me deshaga del padre suplente que tienes, porque lo haré, hijo.
—¡No soy tu hijo! ¡No soy nada tuyo, aunque tenga tu maldita sangre!
Bogum frunció el ceño. Llevó su mano hacia la muñeca de Yeonjun, y ambos forcejearon un poco hasta que el arco y la flecha cayeran al suelo, a los pies de Min y Park.
—Taehyung tuvo que haber pensado dos veces ante de meterse conmigo. Si hubiera esperado unos meses más, ¿quién sabe? —Se encogió de hombros. —Se hubiera abierto de piernas para Yoongi y serías su hijo, pero qué pena, soy yo y harás lo que te diga.
El menor trago duro y sacó un cuchillo de su cinturón, colocándolo en el cuello de Bogum. Este trago duro al sentir el filo cerca de la yugular.
Min se acercó por detrás de su hijo mientras los dos tipos que iban a espaldas de Park se ponían en posición para defenderlo en caso de que intentara atentar con el jefe. Jungkook levantó la pistola y Beomgyu al ver al tipo aun retorciéndose de dolor en el piso, le quito el arma para apuntar al otro, dejando a los tres de la RCMC en aprietos.
La expresión de Bogum cambió enseguida cuando Yeonjun lo miraba con frialdad en sus ojos, sin miedo, sin ni una lágrima a punto de caer. Yoongi se percata de esto, sujeta la katana, dejaría que su hijo se hiciera cargo, él solo lo cuidaría si las cosas se descontrolaban un poco. Quien debía cerrar la etapa y enterrar el mal recuerdo que Bogum le dio en su vida, era nada más que el chico.
—Gracias a mí, levantas un cuchillo y te impones. —Le aseguró tragando cuando la presión aumentó. —Gracias a mi eres quien está parado aquí y ahora, Yeonjun.
—No es verdad...
—Me odias, pero... ¿Por qué no odias a Taehyung que te mintió por quince años? ¿O a Yoongi por hacer el cuento de una falsa familia? —Le preguntaba mirándolo a los ojos. —Respeta al hombre que te cuidó y enseñó a sobrevivir, si no estarías muerto en ese pueblo de mierda.
El menor enterró un poco el cuchillo en la piel, viendo cómo un hilo de sangre comenzaba a caer por la tez del hombre. Este le agarró la muñeca para alejar el cuchillo, mientras los demás presenciaban la escena con la tensión en sus cuerpos. Al parecer, el joven ya tenía una de las decisiones más difíciles. Asesinar a una persona nunca era fácil, menos cuando esa hasta muerta te atormenta en tus sueños convirtiéndolos en feas pesadillas.
—Mátame, y veamos cuanto puedes vivir con la idea de machar tus manos con sangre de tu padre.
—Ese es el punto, no me dolerá, porque jamás te consideré mi padre, Park Bogum. Solo eres un psicópata que me alejó de mi familia por un capricho tuyo. No soy tu hijo, no soy nada tuyo...
El azabache deslizó el cuchillo por el cuello de Bogum viendo con la piel que se abría en una incisión delgada; sin embargo, la cantidad de sangre era suficiente como para provocarle un shock y una baja de volumen significativa en su sistema. Bogum se agarra del hombro de su hijo y le acerca al oído para murmurarle algunas palabras que nadie más oyó.
—Morirás siendo mi hijo, la sangre tira... —jadeó.
El tipo cayó arrodillado mientras presionaba el cuello con ambas manos. Sus hombres no abrieron fuego contra el grupo, ya que salvar a Park era lo primordial en ese instante. Como mejor podían, lo intentaron asistir, solamente con presión en la zona afectada, evitando que el regio de sangre siguiera afluyendo al exterior.
Yoongi se encontraba sin palabras al ver cómo Yeonjun observaba su mano con sangre de Bogum. Las manos de su hijo temblaban mientras que el cuchillo cayó al piso, generando un eco en su mente. De pronto palideció por completo. Min no deseó decir nada, solo recogió el arco y jaló al chico de la mano del para sacarlo de prisa de ese lugar. Lo llevó lejos del autobús con tal de que no pudiera ver a Park desangrarse en el suelo, mientras que Beomgyu y Jungkook iban detrás de ellos.
Lo quedó observando con detenimiento; estaba respirando, agitado, dando bocanadas de aire como si se ya no le quedase más aire que pudiera entrar a sus pulmones, estaba pálido y sudoroso, además de que sus manos temblaban. Min no hizo más que tomárselas, juntarlas con las suyas y buscarle la mirada que tenía perdida en el pavimento.
Antes de poder hacer algo, ve cómo Jackson aparece corriendo para guiarlos al bote que encontraron los demás.
—¡Tenemos que irnos ahora! ¡Vienen los hombres de Bogum! —Gritó con tal de que lo oyeran.
Yoongi titubeó un poco, ya que no sabía cómo hacer que su hijo reaccionara. Simplemente, lo agarró de la mano y lo llevó hasta donde Wang los estaba guiando por el puerto. Jeon y su hijo iba detrás de ellos sin perderles pisadas y no quedarse atrás.
Los cuatro legaron a un barco de la guardia costera, estaba algo en desuso, pero el motor sonaba listo para arrancar. Quien estaba en cabina era el sargento junto a Chan-Young.
—¡Rápido! —Les ordenó Jaewook.
Una vez subieron todos, solo quedaba desanclar el bote. Lee y Wang lo intentan con ayuda de Kim, pero este estaba atacado. A lo lejos ya se veían algunos vehículos de la RCMC que llegaban al puerto a toda velocidad, algunos se bajaron y comenzaron los disparos casi que al aire, esperando atinarle al grupo. Sus balas, el revuelo y, como no, el ruido también, hicieron que los corredores colapsaran los cristales de la terminal, generando una persecución hacia donde fuera que los atrajeran. Eran alrededor de cuarenta, entre los veloces y los caminantes, tropezando y cayendo al suelo, corriendo hacia el bote y otros hacia los autos, lanzando como bestias a los tipos uniformados que los despedazaban con los dientes.
Sang-wook vio que mucho intentaban llegar al bote, e incluso uno de los infectados logró meterse a cubierta. Jungkook, que le agarró de los hombros luchando para alejarlo y acabó con la cabeza del muerto, siendo azotada contra el barandal del bote. El sujeto miró al grupo y a los corredores que estaban cercándose. La desventaja que ahora complicaba al equipo era de la embarcación todavía anclada, y esa sujeción quedó atorada.
Sin muchas opciones, toma la decisión final.
—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —bramó Jungkook.
—¡Arranquen el motor! ¡Ahora mismo!
Intento desanclar desde fuera del bote viendo como los demás estaba preocupándose por él al no verlo arriba del bote.
—¡No te vamos a dejar aquí! —Contradijo Jaewook.
Pyeon hizo odios sordos y, en el momento en que logra desanclar las cadenas del bote, un corredor se lanza contra él por la espalda, dándole un mordisco grotesco en la cara. El alarido de dolor se oyó hasta la cabina, de donde Tak salió junto a Chan-Young, que se quedaron sin palabras al ver la escena de hombre siendo mordido por un corredor.
—¡Sang-Wook! —In-hwan lo ve desde la popa mientras que el bote comenzaba a alejar, por el oleaje, del puerto poco a poco.
El hombro, al ver al sargento, con su mano, débil, se despide con el gesto característico de los militares antes de tomar su pistola y darse un tiro desde la barbilla que atraviesa su cráneo. Siempre le dijo al sargento Tak que prefería mil veces morir, que convertirse en una de esas cosas podridas. Tak se apoyó en los barandales de la popa sin poder creer el acto cometido por su excompañero y amigos de todo un viaje. El resto del grupo no sabía cabida a lo que acaba de suceder.
Desde la lejanía se podía ver como los de RCMC eran atacados por corredores, a su vez, el bote se alejaba cada metro más del puerto hasta verse inmersos en la bruma marina. Perdiendo la vista la costa de Incheon.
El bote se sumió en un silencio sepulcral tras ver morir a un integrante de equipo, quien los ayudó a encontrar a los chicos y que jamás se dio por vencido, a pesar de no conocerlos del todo. Beomgyu que estaba sentado en el suelo de popa junto a Jungkook, miró sus manos que estaba temblando.
—Gracias... —Murmuro.
Le debía más que eso, aquel hombre acompaño a su padre en una verdadera odisea. Jeon al verlo apenado, rodeo con su brazo sus hombros y lo apega a su cuerpo para abrazarlo.
El sargento mayor se tragó sus lágrimas y se dirigió a la cabina fijando el curso, se dejó caer al piso mientras Eun-Yoo lo miraba con pesar. No sabía qué decir o, si era el momento, había tantas cosas que podía decirles; aun así, no quería interrumpir el duelo.
Por otro lado, Yoongi y Yeonjun estaban solos en la proa. Min no se apartó de su hijo en ni un momento, aunque haya oído los gritos de Tak y sus amigos por Sang-Wook, que se lanzó para ayudarlos. Miró a Yeonjun el rabillo del ojo que ya estaba un poco más calmado que miraba hacia el mar de fondo. Trató de buscar las palabras adecuadas, pero aún seguía algo impresionado por lo que le hizo a Bogum, no sabía qué decir.
El azabache se sentó junto a él. El menor escondió su rostro entre los brazos mientras sollozaba.
—Hijo, se acabó. —Le sobó la espalda.
Yeonjun no escuchó las palabras de su padre, solo pensaba en todo. No había algo en específico en su mente, solo eran flashback del tiempo que pasó y se alejó de su familia y hogar, en donde el culpable fue el hombre que dejó desangrándose en el puerto y que probablemente murió a manos suyas o de corredores.
Ahora iba a casa. Respiró profundo y sorbió su nariz mirando el oleaje del mar.
—Dije que lo quería matar, pero... se siente extraño. Me deshice del tipo que me arruino parte de mi vida.
Yeonjun apoyo su cabeza en el hombro de su padre que le dio consuelo.
—Si no lo hacías tú, probablemente, lo hubiera hecho yo. —Admitió.
—Solo sé que acabo.
—Sí, estaremos bien. Ya todo acabo.
El muchacho asintió aún con la mirada vidriosa por las lágrimas que arrebozaba sus ojos. Apoyo su cabeza en el hombro de su padre para poder quedarse a su lado. De este modo, sentía que ya estaba en casa sin siquiera llegar allí todavía. Tener a Yoongi a su lado era lo que más quiso. Estar con la persona que lo crio a pesar de todo, tener o no su sangre ya era algo que al chico no le generaba relevancia. Siempre estuvo para él y con ello, era suficiente.
El tiempo pasó morosamente y nadie estaba de ánimos, era raro, pues, estaban por volver a casa, quizás lo acontecido hizo que aquella alegría fuera pisoteada por la tristeza de haber perdido a Sang-Wook. Las primeras horas de viaje fueron en silencio, algunos comieron un poco y bebieron agua, y otros se dedicaron a descansar.
Yoongi fue el único que no pudo ni comer, beber algo o dormir. Yeonjun sí que cayó dormido, le colocó la mochila como almohada para que pudiera descansar mejor. El hombre se acercó a estribor, apoyándose en los barandales del bote, mirando cómo el mar los envolvía a cada metro que avanzaban. Suspiró dejando salir todo el aire contenido de en los pulmones, se frotó la frente intentando recapitular cada acontecimiento de los últimos tres años y medio lejos de su familia, lejos de Taehyung.
En eso siente algunos pasos y ve que era Jackson con algo en las manos. Parecían cigarrillos.
—No soy psicólogo, pero creo que Yeonjun tuvo una crisis de pánico. —Sacó un cigarro y lo encendió. Luego le extendió uno hacia Yoongi, este titubeó un poco y lo tomó entre los dedos. Han pasado años desde el último cigarrillo que llevó a sus labios. —¿Qué harás?
—Ayudarlo en lo que más pueda. —Miro el cigarro encendido llevándolo a sus labios.
—Suenas como todo un padre. —Sonrió orgulloso. —Siento que es un sueño el volver a casa con nuestros amigos.
—Tengo miedo de que las cosas cambien, entre yo y Taehyung.
—No seas idiota, Taehyung te ama más de lo que puedes crear.
Min sonrió y le dio la última calaba al cigarrillo.
Cada vez que se acercaban al destino, la embarcación se inquietaba aún más. El cielo se había nublado, seguía algo gris y algunas gotas finas cayeron sobre la proa, popa y estribores mojando el piso. Tras largas horas de viaje, Tak frunció su ceño al ver que estaban por llegar a Oedo.
El sargento salió de cabina tomando los binoculares, alerto a Jackson y Yoongi, además de Yeonjun que se había refugiado un poco de la llovizna. Coloco sus manos sobre sus cejas para poder enfocar la vista un poco mejor.
—¿Paso algo? —Wang preguntó acercándose al sargento. —¿Llegamos?
—No veo bien, supongo que sí... —Murmuró intentando ver a pesar de la dificultad.
El resto del grupo se comenzó a acercar a proa junto a los demás viendo el mismo panorama.
—Carajo...
—¿Qué? —Lo miró Namjoon.
—Llegamos.
Todos se pusieron ansiosos, y el nerviosismo los invadió cuando un punto de tierra con tono verde entremedio captó la atención de cada uno. Jackson abrió la boca, sorprendido, dejando caer la cajetilla al suelo.
—¿Estás seguro, hyung? ¿Es Oedo? —preguntaba Chan-Young.
—Sí, sí es Oedo. —Afirmó Namjoon sonriendo enormemente. —¡Llegamos!
El grupo se sintió eufórico ante el anuncio, afirmando que sí era Oedo. Yeonjun bloqueó el mal rato de hace unas horas, viendo cómo cada vez el destino se hacía más claro ante sus ojos. Entre nervios y emoción, rio de oreja a oreja mirando a su padre. Lo abrazó sin más rodeos y Yoongi le correspondió.
—Lo hiciste, appa. —Lo miró. —Gracias por buscarme a pesa de todo.
—Sabes que haría esto y más, Yeonie. —Le acarició el cabello.
Tak corrió a la cabina para poder apagar el motor cuando ya había visto tierra firme, o más bien la arena blanca tocar el bote. Algunos tuvieron un gran presentimiento. Namjoon estaba feliz de poder volver a ver a Jungwon que lo más probable es que estaba grande y solo imaginarlo corriendo hacia él para abrazarlo y darle la bienvenida.
Cuando el bote se detuvo, todos se bajaron con emoción, dejándolo anclado a un pequeño muelle, viendo que había otros dos más del tipo pesquero. Yeonjun cuando sintió hundirse en el su pequeño niño interior, se emocionó. Beomgyu se percata de esto y le lanza un poco de agua de la orilla para levantar su ánimo y sacarle una sonrisa.
—Es hermoso... —Comentó Eun-yoo. —Extrañaba esto. —Cerro sus ojos y respiró hondo, siendo el aroma a mar y la brisa salda chocar en sus mejillas.
—¿Están listos para ir a casa? —preguntó Jackson.
—Estoy nervioso... —Murmuró Yeonjun.
—¿No tienes ganas de ver a tu padre? —Le preguntó Wang. —¿A tus abuelos, Suran y la revoltosa de Ji-yol?
El azabache respiró hondo y emprendió viaje siguiendo un sendero de piedras en la arena que de seguro daba hacía más el interior de la famosa isla de Oedo. Tres años y medio fueron un largo tiempo, casi eterno para él, lejos de sus padres, familia y amigos, con quienes convivió quince años en Jirisan. Temía un poco de ver lo que les pasó en la ausencia. Dejó un poco atrás el miedo avanzado junto a Beomgyu.
Tras una cansadora caminata por el sendero, se detuvieron delante de una calle, la avenida principal de Oedo y en su centro una gran plaza, al fondo un edificio grande que asumía ser el ayuntamiento, del cual Yoongi le platicó. Para su gran sorpresa había gente, mucha más que el Jirisan en sus años de gloria. Casi anochecía y aún andaban personas con mucha calma caminando. Algunas de ellas se quedaban mirando a todos sin palabras y otras murmuraban a voz baja. Esto era el paraíso luego de vivir en un infierno allá afuera.
Algunos niños correteaban lejos de sus padres y se quedaban parados mirando a los "extraños" que estaban en la calle principal de Oedo.
—Se respira diferente, no sé por qué... —Wang se rascó la barbilla analizando el entorno.
Namjoon negó con una leve sonrisa.
—Concuerdo contigo, es raro que me perturba de cierto modo. —Concordó Lee.
Cuando avanzaban por la calle, sin rumbo, ya que ni uno sabía a dónde ir con exactitud. Entre ir a casa o ir al hospital para que los ayudaran con una que otra herida o posible deshidratación y malnutriciones tras comer conservas o fideos de antaño.
Tras una decisión unánime, iría al ayuntamiento, por idea de Tak para que dieran el aviso de que llegó la familia de Taehyung y Jimin. El sargento los condujo hasta que a su camino se le cruzó un viejo conocido.
El sargento Kim que venía saliendo del edificio.
—Vaya... Sargento mayor Tak. —Le saludo con respeto. —Esto... Esto no me lo puedo creer.
—Descanse, soldado. —Le indico. —Nos gustaría que diera el aviso a la familia de estos muchachos. —Señaló a Yeonjun y Beomgyu.
—Con que ustedes son los chicos perdidos, es un gusto. —Le extendió la mano a cada uno.
—¿No es muy tarde para molestar? —Jungkook se rascó la nuca algo dudosa.
—Appa, ¿acaso no quieres ir a casa? Nos espera, ya sabes quién.
Jeon asintió algo nervioso, con dolor de estómago. Sentía que llegó tarde, no sabía por qué, tenía una sensación agridulce con todo. El tiempo pasó para todos, pues era suficiente como para rehacer la vida, y con esto se refería a que tal vez y solo tal vez, Jimin ya tenía alguien más que lo cuidaba y protegía. Le aterraba el afrontar aquella dura realidad.
—Yo... Sí, quiero ir con tu padre.
Pero el amor que uno sentía y la añoranza eran más grande. Lo mismo pasaba con Yoongi que estaba inquieto, esperando a que en cualquier momento apareciera Taehyung por la puerta con una gran sonrisa.
—Les diré a las señoras Choo y Woo, ellas estarán feliz de verlos, a todos. —Les dijo.
El grupo asintió.
Yeonjun se quedó de pie analizando su alrededor.
—Esto es...
—Enorme. —Completo Beomgyu la oración. —Esto es mejor que todo lo de antes. Volveremos a empezar, de cero, Yeonjun.
Este asintió emocionado. La gente salía del ayuntamiento mientras se quedaba mirando cómo el grupo de gente con apariencia deplorable, desaliñado y de seguro con hambre se presentaron en el edificio. Era cierto, su apariencia no era la más impecable para donde estaban: la ropa sucia, húmeda por la llovizna, los zapatos y botas con barros.
Era incómodo estar así en un ambiente tan pulcro y de buena presencia.
Yeonjun ni podía sentarse y estar quieto, miraba por aquí y por allá el lobby del ayuntamiento, ordenado y limpio, amplio y con un gran mesón de recepción. No había nada de esto en Jirisan, y eso le sorprendía, de hecho esto no era nada comprado con su viejo hogar.
Mientras daba vistazos y la gente lo miraba intrigada, el ruido de los zapatos contra la cerámica del ayuntamiento resonó en todo el espacio. El joven se dio la vuelta viendo a una mujer con un vestido blanco hasta las rodillas, zapatos negros y un blazer del mismo tono que sus tacones. Su cabello lacio y castaño hasta la mitad de su espalda, bien peinado y ordenado.
Era su abuela, Ja-hyun. Su corazón se apretó con fuerza y no hizo más que chocar mirada con ella.
Yoongi se puso de pie y sonrió al ver a su madre.
—Mamá...
Ja-hyun que ya venía a pasos rápidos luego de oír a Kim decir que su hijo y nieto estaban en recepción, dejó la compostura y corrió hasta Min para abrazarlo. Yeonjun se acercó algo nervioso.
—Hola, abuela.
—No lo puedo creer, Yeonie... —Le tomó el rostro y acarició sus mejillas. Miró a los dos y luego los atrajo para darle un largo abrazo y comenzar a sollozar, dándole paso a las lágrimas espesas que corrían por sus mofletes. —¿Acaso estoy soñando?
—No, ya llegamos, mamá. Estamos aquí. —Le respondió Yoongi.
Ella estaba a más no poder de la alegría. Desvió su mirada hacia el resto encontrándose con Jackson, Namjoon, Jungkook y Beomgyu. Fue hasta ellos y los abrazo uno por uno. Incluso saludo al sargento, al chico que estaba con él, la muchacha e incluso a Jaewook, pero le dio la mano de manera educada.
La señora Woo también se dirigió a ellos con sonrisa vigorosa.
—Podemos decir que misión cumplida, sargento Tak. —Se dirigió a él.
—Hubiera querido lo mismo si mi hijo hubiera estado allá afuera, solo y perdido.
Ja-hyun se puso frente a ellos.
—Quiero saber todo, desde lo más mínimo. Deberían ir al hospital de seguro, necesitan ayuda. O tal vez tienen hambre, deberían ir a casa, les preparé algo...
—Necesito ir a ver a Taehyung, mamá. —Le interrumpió.
La mujer se quedó muda al oír el nombre de su yerno. Trago duro sin saber qué decirle exactamente.
Así como el tiempo paso para él, en Oedo hizo igual. Sin embargo, al ver sus ojos llenos de anhelo de verlo, así como Yeonjun estaba ansioso, no hizo más que asentir.
—Claro, lo entiendo. Hay tanto que quiero decirte, las cosas aquí han cambiado desde que te fuiste, pero para mejor. —Contó. —Antes que nada, pueden ir a casa, sé que hay gente que los espera.
—¿Qué pasará con Eun-yoo? —preguntó Beomgyu. —Es nuestra amiga, señora Choo.
—Puede ir a alojarse sin problemas, Woo le dará llaves y lo que ella necesite.
La mujer asintió y la chica, algo desconfiada, aceptó. Woo la guio hacia la salida, mientras que el resto se ponía en marcha para ir a casa con sus familias.
Jungkook y Beomgyu salieron a pasos rápidos, ya que Jeon esperaba creer que Jimin seguía viviendo donde llegaron el primer día. Su estómago dolía al imaginarse a Park con su hijo o hija de la mano, esperándolo para verlo pasar por aquella puerta, e imaginar su reacción al ver a su hijo mayor de vuelta en casa.
Solo quedaron Yoongi, Yeonjun y Ja-hyun.
La madre caminó con ellos por las calles iluminadas por los faroles; algunas personas ya acabaron su jornada e iban de regreso a sus hogares con sus familias. Los menores de la familia seguían viendo a la isla como lo más impresionante. No había cadáveres, ni sangre, olor a carne pudriéndose o el polvo en suspensión. Era limpio, el aire era hasta ligero y hasta podía creer haber sentido: era aroma a café y pasteles recién horneados.
Giro su café y vio una cafetería, no abandonada, más bien siendo cerrada por una muchacha.
—Abuela, esto es... increíble.
—Aún no vez todo. Falta que vayas al hospital, veas la escuela, las casas. Mañana te daré un recorrido. —Le hablaba con emoción. —O mejor, le diré a ti, abuelo, tengo mucho que hacer mañana, algunas reuniones.
—Espera, ¿acaso...?
—¿Acaso soy parte del concejo de Oedo?
Yoongi la miro con una sonrisa.
—Más bien, me nombraron gobernadora hace un tiempo. Dirijo a la gente de la isla, me eligieron luego de que Noh y su gente dejó la mesa de reuniones. —Explico brevemente.
—Sí que te fue bien mientras no estaba.
—No sabes cuanto quise que vieras como estábamos haciendo las cosas. A tu hermana la dejaron como jefa de enfermería en el hospital. Es muy buena.
—Ya quiero ver a la tía Su y a Ji-yool. —Intervino Yeonjun.
—Sigue igual de revoltosa. —Río.
—¡¿Y el abuelo?!
Choo suspiró y se detuvo frente a una pequeña plaza de juegos.
—Sabía que preguntarías por tu abuelo, así que te traje por aquí para que lo veas tú mismo. Él te ha extrañado, a los dos.
Se detuvieron frente a una pequeña plaza de juego a la salida de los apartamentos. Había personas allí aún, algunas más adultas que niños, y solo uno que otro con sus respectivos padres que seguían jugando en los juegos y correteando por todos lados.
Yoongi y Yeonjun vieron a metros una banca a una persona de espalda con un bastón apoyado junto a él. El menor apretó sus manos y dio algunos pasos hacia la persona. Por su cabello un poco más canoso asumió que podía ser Jae-ik.
El chico extendió su mano y tocó su hombro. El mayor se sobresaltó un poco y miró por su sobre su hombro, quedando perplejo.
—¿Yeonjun? —El hombre tomó su bastón y se puso de pie.
—A-Abuelo... —Yeonjun corrió hasta su cuerpo, rodeándolo con sus brazos.
Jae-ik dejó caer el bastón y solo abrazo a su nieto con todo ese cariño que quería darle en el tiempo que estuvo lejos de casa.
—Me alegra tanto que ya esté aquí, pulga.
Le acarició la cabeza, a su vez. Detrás veía a una persona más próxima a ellos, esa era su hijo mayor.
—Ha pasado tiempo, papá. ¿Cómo has estado? —preguntó Yoongi desde su lugar.
—Ven aquí, nunca se está demasiado viejo para abrazar a tu padre, muchacho.
Yoongi rodó los ojos y sintió cómo le jalaba el brazo para abrazarlo junto a su nieto.
Ja-hyun miraba la escena encantada, feliz y con el corazón rebosante de alegría. Era algo que veía lejano, el tener a su hijo y nieto en Oedo siempre fue el sueño que más quería cumplir y tras años de espera, se hizo realidad.
—De seguro quieren ver a Taehyung, vayan, debe estar en casa a esta hora. —Le dijo emocionado.
Ja-hyun se tomó el pecho, estaba preocupada.
—Jae-ik... —Murmuró y le hizo un gesto de que se calmara un poco.
El hijo de ambos no era ciego y se percató de esto.
—¿Taehyung está bien?
Min le tomó los hombros.
—Ve hijo. Sigue viviendo en el mismo piso. —Le indico.
Yeonjun sintió un extraño presentimiento. Ja-hyun y Jae-ik se despidieron de ellos dándoles el último abrazo luego de verlos tras la larga espera.
Los dos se dedicaron miradas para así caminar al interior del edificio. Padre e hijo subieron las escaleras hasta llegar al pasillo que Min recordaba a la perfección. Sus pasos resonaban y su corazón palpitaba a cada pisada que generaba eco. Su estómago se revolvió, pensaba lo peor, que quizás conocía a alguien nuevo y que hizo su vida, estaba aterrado, y el miedo lo estaba carcomiendo por dentro.
Min Yoongi se paró delante de la puerta que mostraba el número del apartamento. Respiro hondo y luego vacío sus pulmones para dejar atrás un poco el pánico.
—¿Appa, estás bien?
El padre levantó su mano para tocar el timbre junto a la puerta a punto de presionar el botón.
—Algo nervioso, la verdad. ¿Y tú?
—Appa, no te preocupes.
—Intento, pero esto me está matando.
Ya sin más rodeos toco la puerta alejándose un poco.
«¿Estará casado?»
«¿Tendrá familia?»
«¿Me veo mal? Quizás debía darme una ducha y cambiarme antes de haber venido.»
Los sonidos de las pisadas del piso flotante del apartamento no tardarían en llegar hasta los oídos de ambos. Yoongi y Yeonjun se miraron, sabía que Kim ya venía a abrir la puerta y que era el momento en que pasara lo que tanto han esperado todos.
—Ya voy.
Entonces la puerta se abrió.
Min sintió sus piernas flaquear cuando oyó y vio a la persona que más ha amado en su vida. Y con una pequeña persona escondida detrás de sus piernas.
═══════ ● ════════
El momento que todos esperamos al fin llegó, el reencuentro entre todos, a expensas de la vida de Sang-Wook que se sacrifico por ayudar al grupo a regresar a sus hogares en la isla.
Las cosas han cambiado en Oedo al igual que muchas vidas. Pero Yoongi se encuentro con Taehyung cara a cara, con la sorpresa de que hay alguien más en casa.
¿Qué creen pasará ahora con Taehyung y Yoongi?
Gracias por leer.
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