45
A primera hora de la mañana, la gran mayoría del refugio ya estaba en pie. Solo que el grupo de Oedo que tenía planes de regresar se levantó más temprano para ver los detalles de cómo dirigirse al puerto de Incheon sin tantos traspiés que impidieran la llegada lo antes posible.
Hyun-Soo y el resto de su grupo de los Desertores les explicó a Yoongi y al resto que debía salir de la fábrica por la parte trasera, es decir, por la zona de estacionamiento y los contenedores viejos de basura, que era la zona menos infectada y segura de salir. A esto se le sumó Eun-yoo que los iba a guiar solamente ella por uno de los caminos medianamente seguros hasta el punto final que era el dichoso puerto. De una u otra forma debían atravesar la ciudad, pero ella, Beomgyu y Yeonjun tenían un buen método, rápido y algo seguro para atravesarla sin perder a alguien en el trayecto.
Por otro lado, quien apenas abrió sus ojos, poniéndose de pie casi que, de un brinco, fue Yeonjun. Hizo su mochila con las pocas pertenencias que tenía, más que nada, provisiones e insumos para curaciones. Apenas cerró el bolso, se despidió de su cuarto, si es que se le podía decir de ese modo a una bodega abandonada que con un par de telas armó una cama improvisada, nada comprada a lo que tuvo en Jirisan hace tiempo; una cama, sabanas y mantas que lo mantuvieran cálido hasta en las noches más frías.
El muchacho salió, cerrando con pestillo la puerta, dándole el significado de que aquella etapa de su vida estaba acabando, por fin. El huir, vivir con lo justo y temor por si algún día llegara Bogum por la puerta para llevárselo, solo eso lo hizo sentir mucho mejor. Dio un largo suspiro cuando su mano dejó la perilla de la puerta, para luego dejar que su rostro le diera paso a una sonrisa, prueba de la mezcolanza de emociones que tenía en ese instante, las cuales provocaban que su pecho se inflara y su corazón azotará contra su tórax. Todo esto se resumía en algo.
Estaba feliz de volver a casa. Para él, la "casa" significaba su familia, todos los que la componían, incluso viejos amigos.
Era felicidad y nostalgia, sabía que el tiempo pasó para ellos, quizás las cosas cambiaron, esperaba que, para bien, pues no sería capaz de soportar la idea de que todo comenzó a irse en picada por culpa de haber desaparecido por tanto tiempo.
Se acomodó la mochila, colgándola correctamente en su espalda. Después tomó el arco que tenía apoyada contra la pared con una docena de flechas que fue haciendo gracias al tiempo de ocio que tenía dentro de la fábrica textil en los días que no salía.
—¿Estás listo?
Oyó aquella voz, y levantó la mirada, encontrándose con Beomgyu que, como él, estaba con la mochila colgando de su espalda ya lista con lo necesario para el viaje.
—Sí, aunque tengo miedo... —Le dijo colgando el arco en su hombro izquierdo. —¿Qué pasó si las cosas cambiaron tanto desde que me fui? ¿Y si mis padres ya no se aman? ¿Si se distancian porque appa Yoongi vino por mí? —Murmuraba afligido.
El hijo de Jungkook y Jimin dio dos pasos hasta el frente, para que, de esa manera, pudiera ver a la cara al chico azabache mejor. Luego extendió sus brazos para envolverlo en ello como podía a pesar de la mochila tras sus espaldas.
—No me gusta cuando te culpas de cosas que no podemos controlar, Yeonjun, porque nada es tu culpa, menos que tus padres se dejen de querer. Ellos se adoran y los has visto desde que tienes memoria. —Le animó. —Verás que, cuando volamos, las cosas serán mucho mejor. Se acabarán las huidas, el miedo y la familia loca que anda por ahí.
Los dos rieron juntos entre dientes.
Min bajó la mirada un poco para ver al castaño a los ojos.
—¿Estaremos bien? ¿Cierto?
Jeon se apartó un poco, después tomó entre sus manos un poco frías el rostro cálido de Min para así acercarlo y posar sus labios contra los de Yeonjun, uniéndolo en un beso suave y delicado. Este último se sonrojó levemente ante la acción, pero luego, se tomó la confianza de seguirlo un poco tímido. Se separaron un poco y se sonrieron cómplices.
—Estaremos muy bien, Junie.
Unieron sus frentes.
La escena era íntima, digna de dos jovencitos que apenas entraban al complejo mundo y de las relaciones de pareja. Apenas se hicieron novio hace un par de meses y Yeonjun le costaba besarlo, no por no quererlo, porque le fascinaba lo terso que eran los labios de Beomgyu, más bien porque era tímido, se cohibía y se sentía pequeño ante las emociones relacionadas con el amor, la intimidad y el deseo por el otro. Quizás porque nunca nadie le dio una charla de cómo gestionar las emociones.
Lamentablemente, no eran solo ellos dos. Había un exportador en especial que dejó caer dos botellas de agua al suelo nada más ver a los hijos de sus mejores amigos besándose con tanto cariño, y ese era Jackson Wang. Este había salido de un cuarto de mantenimiento donde Hyun-Soo le indicó que ahí guardaban agua embotellada.
El ruido sorprendió al par de jóvenes que se alejaron de golpe. Aún no pensaba decirle a nadie de su noviazgo, más bien querían esperar a llegar a Oedo.
—Gané. —Fue lo único que dijo luego de levantar las dos botellas del suelo. Ni uno parecía entender a qué se refería. —Aposté con Kai y Sunwoo a que ya eran novios, ellos dijeron que no, creía que estaba loco, pero...
—¡No le digas a nadie! —Yeonjun lo interrumpió. —Lo que le digas a appa nada, yo... yo lo haré, pero aún no.
—¡Por favor! ¡No ser capaz de contener esto por mucho tiempo! —Se quejó.
—¡Hyung! —Vociferaron ambos muchachos.
Jackson chasqueó la lengua.
Si era sincero, estaba muy emocionado al verlos. Siempre escucho a Jungkook y Yoongi quejarse de sus bromas sobre que sus hijos acabarían siendo novios, ahora quería reírse en sus caras. En el buen sentido, claro.
En eso, aparece Namjoon en el pasillo que estaba con las cosas equipadas.
—Estamos listos para partir.
—Sí, ya vamos. ¿Cierto que ya íbamos? —Yeonjun miró al castaño.
—¡Sí! —Concordó Jeon vigorizante.
Jackson negó con la cabeza e hizo una mueca de disgusto al ver cómo Yeonjun y Beomgyu caminaban rápidamente hacia el comedor con el resto. Namjoon entrecerró los ojos analizando la situación, algo extrañado con el silencio y las miradas raras que se daban. Más no dijo nada, solo caminó de regreso a donde se reunieron anoche para comer, ya que todos hasta los Desertores estaban reunidos con el fin de ayudarlos a salir.
Kim y Wang se quedaron en el pasillo.
—¿Y eso?
—Son novios. —Le dijo para luego apretarse los labios.
El moreno abrió sus ojos de par en par.
—¡¿Qué?!
—No debí decirlo, pero no aguanté. —Confeso apenado.
—Jackson... —Lo miró severo. Luego sonrió con maldad. —Apuesto a que a Jungkook y Yoongi les dé un ataque.
Wang rio.
—Por eso me agradas, Kim Namjoon.
Los dos caminaron hasta el comedor, debatiendo el posible escenario de Jeon y Min desmayándose, enojándose o llorando al ver que sus hijos eran novios. Reían ante las muchas posibilidades.
Más que verlos juntos, era una especie de añoranza. Sentía que apenas ayer eran niños de seis años siendo amigos, corriendo y haciendo travesuras juntos, sacando un par de canas verdes a sus padres por revoltosos. Ahora, estaban grandes, eran chicos de dieciocho y diecinueve años que la vida les enseñó, de una manera cruel, con gente mala, a madurar apresuradamente; sin embargo, no dejaron de ser quienes eran.
Al llegar, poco después que Yeonjun y Beomgyu, vieron la cantidad de gente que en realidad eran los Desertores, no le sorprendía el porqué los buscaban tanto los de la RCMC. Ya todos reunidos, Hyun-Soo se paró delante de Yoongi entregando un papel que era un mapa doblado. Estaba marcado en los puntos que Eun-Yoo mejor conocía junto a los dos menores. Los Desertores se despedían de la chica, Beomgyu y Yeonjun de un abrazo cálido, deseándoles un buen viaje y que los tendrán siempre en sus mentes.
Esperaban de corazón que volvieran a su hogar a donde realmente pertenecían.
—Bien, Min Yoongi, fue un gusto tenerte bajo custodia una noche. —Bromeo Hyun-Soo entregando el mapa en sus manos. —Aunque lo lamento, de saber que eras el padre de Yeonjun te hubiera preparado una cena de bienvenida.
—No te preocupes. —Guardó el papel en el bolsillo de su pantalón. —Una vez casi fui la cena, fue peor que estar colgado toda una noche.
El hombre le sonrió. Miro la katana sobre la mesa y se la entrego.
—Suerte, lleguen sanos y salvo, se lo merecen, fue un largo camino hasta llegar con Yeonjun.
Min tomo su arma y le estrecho con fuerza la mano al tipo.
—Gracias por cuidarlo este tiempo, espero poder recompensarlo de algún modo. —Le dio sinceramente.
—Quizás algún día, cuando me den ganas de ir de vacaciones a la isla. —El grupo del sujeto rio en coro ante la idea algo lejana. —Bueno, suerte. Cuídense. —Miro a cada uno.
—Adiós, hyung. Gracias por todo —dijo Beomgyu.
—Ya largo, antes de que me dé más pena verlo irse.
Los de Oedo caminaron hacia donde les dijo que quedaba la salida para la parte trasera de la fábrica. Los Desertores se despidieron de ellos a medida que iban saliendo, y cuando Jaewook, que fue el último en cruzar la puerta, uno de ellos la cerró colocando la seguridad de la puerta. Lee miró hacia atrás, tenía un presentimiento para nada bueno, que le iba a ocurrir si se quedaban solos allí, o si seguía moviéndose, espera equivocarse. Realmente lo deseaba.
Alguna vez se topó con el enfermo de Bogum, es despido, no mide consecuencia, menos siente remordimiento; ataca sin dudarlo. A las Cobras las acabó, uno por uno, dejando solamente a Soo-hyuk y a él, por primera vez, sintió miedo. Entonces podía suponer que, el día que ellos se topen con Park, no sobrevivirían.
Desde el fondo de su corazón les deseaba buena suerte a los Desertores y a su grupo para llegar juntos, tal como salieron a buscar a los dos muchachos.
Se integró a su grupo viendo cómo la chica de cabello corto abría una puerta doble que daba hacia la parte que Hyun-Soo le explicó: el estacionamiento y a los contenedores de basura grandes de las afueras. La primera fue ella en salir con el objetivo de acerar una caja de madera hecha, casi que, a mano. De ella sacó algunas armas de fuego: una escopeta, dos rifles, y un par de pistolas, y cada una con sus respectivas municiones. Eun-Yoo entrego a quien quisieran.
—Es hora de movernos, no se alejen, no sabes cómo están las cosas aquí afuera.
A lo lejos un caminante vestido de overol azul se iba acercando, iba cojo y sin un brazo mientras que movía la mandíbula, hambriento de un poco de carne para saciar una parte de la infinita hambruna que pasaba. Yeonjun tomo su arco y lanzo una flecha, certero dejando a gran parte boquiabierto, mínimo estaba a unos cinco metros de ellos.
Min sonrió al verlo darle y asesinar al infectado dejándolo en el suelo sangrando. Era bueno con el arco y siempre fue así desde que tuvo el interés por el arma.
Avanzaron por el estacionamiento hasta salir de lo que era el terreno del edificio textil. Una vez acercándose más a la carretera que daba hacia la ciudad de Incheon. El sitio estaba alejado un poco de lo que era la civilización, era una fábrica grande con vario metros cuadrado de tierra y construcción. Por su suerte la menor los guio por una salida que daba hacia el epicentro de Incheon y luego tomar la ruta correcta hacia el puerto lo más rápido posible. Al ir paso a paso todos juntos, vieron que estaba algo desolada, eran solamente ellos sin una sola alma.
Solo auto abandonados, poco hierbajo rompiendo el cemento de las calles y las capas gruesas de tierra que cubría más automóviles militares, ambulancias, bomberos y policías. A metros se percataron de una barricada con material militar. Por el aspecto deteriorado y destruido, Jackson y Tak asumieron que este debió colapsar; gente huyendo desperada ante lo que estaba pasando.
Más allá, a lo lejos, edificios a punto de derrumbarse por el paso del tiempo, el oxido de sus pilares y el deterioro del material. Además de que algunos habían sido quemados por los incendios de los alrededores. Una ciudad muerta más del montón que había en el país, eran triste. Ya no quedaba gente, la mayoría muerta y convertida en seres putrefactos.
—Creí que estaría lleno. —Comento Chan-Young.
—De seguro se movieron, es mejor así podemos avanzar sin tantos problemas. —Le respondió Yeonjun caminando junto a su padre.
Min iba mirando el mapa viendo que había solo una ruta marcada con un lápiz rojo que iba desde su punto de partida hasta la terminal de ferry de Incheon.
—Según esto la ruta ciento diez nos acerca más. —Comentó mirando a la chica.
—Sí, debemos tomar la rotonda en algunos metros más y dirigirnos hacia oeste.
El grupo estuvo de acuerdo.
El camino continuaba hasta que poco a poco ingresaban a la carretera que contaba con aquella rotonda del mapa. Por fortuna era aún temprano, lo malo es que llegar a pie iba a ser cansador, mínimo dos días sin parar. Había propuesto hacerse de un vehículo, pero Eun-yoo e incluso los chicos negaron la idea debido al ruido que generaría, Incheon, en teoría estaba muerto, pero repleto de corredores que esperaban al más mínimo movimiento para lanzarse como bestias.
Yeonjun miro a su padre.
—Y dime una cosa, ¿Cómo estaba todo por allá antes de venir?
Min se encogió de hombros.
—Antes de ir a Oedo, nos quedamos en Jirisan para buscarlos y reconstruir lo poco y nada que dejo Bogum y su gente. A los días llego un tipo, Seo-Joon que vino a decirnos que buscaba sobreviviente para llevar a la isla y nos ofreció ayudarnos si íbamos con él, más cuando vio la situación en la que estábamos viviendo en casa. —Contó. —Nos fuimos, los que quedamos, dejando parte de lo tuvimos, a tu abuela sí que le dolió hacerlo, jamás pensó pender un lugar como era Jirisan.
—¿Y esa isla es cómo? ¿Pequeña? ¿Grande? ¿Tiene más gente?
Yoongi sonrió.
—Bastante gente y con decirte que tiene un hospital, escuela, tiendas y ayuntamiento... es una locura. Ni yo me la creía cuando llegue, solo pensaba en lo mucho que podría gustarte estar ahí, que vivirás la vida que era antes de... —Miro a su alrededor. —Antes de que el mundo se fuera al demonio.
—Suena como un sueño. —Sonrió emocionado. —Quiero llegar, tal vez pueda hacer algo para ayudar.
—Te tocara buscar trabajo.
—¡¿La gente trabaja?!
Todos rieron.
—Claro, tu padre estaba haciendo de repartidor, Taehyung es secretario de Seo-Joon, los chicos estudiaban, Suran estaba de enfermera, Jimin trabajaba en una biblioteca. —Contaba Jackson uno por una. —Yo creo que y están pagando impuestos. —Bromeo.
—Qué locura... —Murmuró. Luego miró a su padre nuevamente. —Se oye bien, pero yo me refería a... cómo estabas tú con appa Taehyung. ¿Estaban bien?
Min suspiró.
—Ya sabes, teníamos nuestro momento de tensión, pero verlo con un parche en su ojo, tragándose las lágrimas para que no le hiciera daño, me destruía más. No queríamos pelear, menos en ese momento. Cuando llegamos tratamos de hacer parte de la vida allá, pero siempre faltabas tú, era inevitable imaginarte ahí, hasta que aparto un cuarto para ti. —Le dijo con una sonrisa. —También estamos volviendo ver la posibilidad de... tener un hijo.
—Ya quiero ser hermano mayor como Beomgyu. Quiero volver, verlo, lo extraño mucho, sus brazos, pensé que olvidaría sus voces...
Yoongi se puso delante de él y luego lo abrazo.
—No permitiré que te vuelvan alejar de nosotros, hijo. Te lo prometo.
Min no sabía lo mucho que sus palabras calmaban a Yeonjun luego de vivir un infierno con su padre biológico.
Era cierto, por un momento él había sentido que olvidó las voces de todos, pero le dolía pesar que se olvidaría de la de Yoongi y Taehyung, de las personas que más ha querido en su vida, sus padres. Estar lejos de ellos no era una historia que quería volver a repetir, ahora le quedaba a él cuidarlos y ayudarlos a proteger sus espaldas.
Bogum no iba a arruinarlo, no otra vez. Primero debía pasar por sobre él.
═══════ ● ════════
Tres días después.
El grupo cambió de ruta por fuera de la carretera de la ruta ciento diez, pues los caminantes habían regresado en una horda más grande, además de uno que otro corredor que generaba más disturbio con sus gruñidos y chocando con vehículos, encendiendo las alarmas de estos. El puerto estaba apartado, por ello tardaron un día más en llegar.
Algunos corredores no tardaron en llegar a la salida de la calle que daba hacia la terminal. Yoongi desvainó la katana con agilidad, mientras que a su lado su hijo sacaba una flecha filosa lista para disparar. Min atacó al corredor que venía por la izquierda de su hijo, haciendo que la cabeza rodara lejos de ellos. Yeonjun lanzó la flecha dándole en un ojo, dejándolo en el suelo en un movimiento.
Más cuerpos pintaron la calle de rojo carmín gracias al grupo que pelaban contra ellos, más que nada cuerpo a cuerpo, evitando más ruidos que atrajeran a más corredores. Luchando espalda contra espalda, cubriéndose los unos a los otros para no ser atacados por los muertos.
En un momento, Eun-yoo quedó acorralada por tres caminantes y casi sin escape, aparece Jaewook degollando a los seres con su cuchillo, dejando a la chica libre de peligro. Este le extendió su mano para ponerla de pie y ayudarla a reaccionar.
—¿Todo bien, chica?
La menor alzó la mirada, estaba molesta, no con Lee por ayudarla, sino con ella por haber sido torpe.
—Sí, pensé que podría...
—No te pongas en riesgo por querer demostrar que no necesitas ayuda. —Le comentó y siguiendo el caminó hacia la próxima salida de la carretera.
El quipo continuo, viendo el clima varias veces a simple vista. Hacía algo de calor, pero las nubes estaban espesas y grises, indicando una lluvia muy pronto, además de que, la brisa era un poco tibia y soplaba cada vez más fuerte. Algo preocupado, el sargento Tak continuó su camino.
Al cabo de unos minutos había salido hacia la terminal de ferry de Incheon, estaba les dio el escenario más caótico de todos.
Autos varados, volteados y chocados contra otros. No había cadáveres, pocos caminantes encerrados en los autos. Lo peor era el fondo hacia él ojeando, había un ferry ladeado y hundido hasta al menos la popa; era apolítico en toda la expresión de la palabra. Oxidado y las olas chocando contra el corrido material; por otro lado, por culpa del viento, el acero cubría, dando una sinfonía tenebrosa que no nada ni el más mínimo ánimo de meterse al agua con un barco.
El grupo se quedó pasmado viendo lo destruido que estaba todo, preguntándose cómo demonios salieron de Incheon ahora.
—Esto es horrible... —Murmuró Sang-Wook guardando el cuchillo.
—Me preocupa el clima, la verdad. —In-hwan había opinado, colocándose a su lado. —El mar se ve agitado. Deberíamos esperar a mañana.
—Ya estamos aquí, sargento. No deberíamos seguir dilatando más el asunto. —Agrego la chica.
—No creo que sea mala idea —habló Beomgyu. —¿Y si nos quedamos dentro de la terminal? Hasta que el mar se calme un poco, la idea es volver vivos.
—Lo mejor es de ya buscar un bote o algo para irnos, deben tener los de la guardia costera por alguna zona de la terminal. —Aporto Yeonjun esta vez. —Revisar si tiene gasolina o si es que funciona realmente.
El grupo, esta vez sí, estuvo más de acuerdo. Comenzaron a caminar con debido cuidado de no alertar a los muertos o a personas que aún podían estar allí, grupos enemigos o incluso a algunos de la RCMC.
Algunos se dirigieron a la zona de embarque buscando algún bote del tipo rescate o de la guardia marina con tal de usarlo para emprender viaje hacia Oedo, el destino final tras casi cuatro años lejos de casa.
Luego de varias vueltas y de haberse separado en parejas o grupos de tres, Eun-Yoo junto al sargento, Jaewook y Namjoon había encontrado un bote pesquero anclado al muelle cercano. La menor fue corriendo a buscar al resto que estaba esparcido por la zona del puerto, cada uno, persona por persona. Mientras tanto, Jaewook intentaba revisarlo con los pocos conocimientos que tenía sobre barcos y botes pequeños.
Lee entra a la cabina y ve los controles para dirigir la nave, algo confundido, intenta entender cómo ponerlo andar, viendo una palanca junto a ella, una llave puesta.
«Alguien lo usó...»
Con el presentimiento, giró la llave, oyendo el motor arrancar, rugiendo de tal modo que captó la tensión de Namjoon y de los pocos que iban llegando. El hombre sonrió victorioso hasta que de pronto el motor se apagó.
—Mierda... No... —Lee vuelve a intentar darle potencia con la llave, pero el motor solo tira con pocas fuerzas. Del panel se ve si falta gasolina o si se encendía alguna luz que indicase un problema.
—¿Qué pasa? ¿No que lo habías echado andar? —preguntó Tak mirando al resto llegar.
—Sí, pero... no sé qué tiene, no soy experto en botes.
In-hwan asiente y va en busca de Sang-Wook o alguno del equipo que lo ayudase, dejando solo a Jaewook en la cabina, intentando arreglar el desperfecto abrupto del bote.
El grupo intentaba entender qué ocurría subiéndose al bote solo algunos. El resto, Jungkook, Beomgyu, Eun-yoo, Yeonjun y Yoongi se quedaron abajo cuidando.
Desde debajo de la nave, Min miraba cómo todos se amontonaron alrededor del panel de control para saber cómo echarlo, andar o saber qué sucedía. No quiso acercarse, el nunca en su vida navego y menos cuando había salido de Oedo. El que sabía era Tak, el sargento, pero hasta este no entendía qué falla estaba presentando, si era gasolina o problemas del motor. Si era eso, debía recorrer más perímetro en busca de otro bote.
Yeonjun, ignorando un poco la situación, hizo un mohín con labios, observando detenidamente su alrededor.
El menor se giró buscando si es que no andaba alguien, si el bote tenía llave y había funcionado, pues era porque alguien más andaba cerca. Con sus vellos de la nuca erizados, tomó una flecha y el arco y se apartó de su padre, que seguía mirando al grupo de dentro del bote.
Min da pasos sigilosos hasta que acercarse a la entrada principal de la terminal, ve a un tipo de negro entero apuntándolo con un rifle. Estaba con chaleco antibalas, casco, antiparas y botas militares, además del instintivo bordado en sus uniformes que indicaban ser de la RCMC.
Él mucho se ocultó enseguida en el lateral de una de las paredes de la terminal, quedándose allí sin que nadie lo pudiera ver.
Si andaban cerca, era porque lo estaban buscando, señal clara de que, probablemente, Bogum andaba con un equipo pequeño. Se sintió frustrado y tomó con decisión una flecha con la punta más afilada que tenía.
«No está vez...»
Min se asomó por el borde y disparó la flecha. El uniformado con éxito se la esquiva y le dispara enseguida. El azabache cae de espalda al suelo para esquivarla. El ruido alerta a algunos corredores que habían quedado encerrados dentro de la terminal que se iban contra los vidrios laterales, chocando con sus cuerpos o azotando las cabezas contra el cristal.
Al ponerse de pie para huir, otro disparo le roza el cuerpo, provocando que se agachara y luego se echara a correr. No era uno sino tres, solo que no sabía dónde estaban los otros dos.
Yoongi, Jungkook, Beomgyu y Eun-yoo se ponen en alerta ante los múltiples disparos que llegaron a sus oídos.
—¿Y eso?
—No solo somos nosotros.
Desvaina la katana y ve justo a su hijo que correría hacia ellos. Yeonjun choca contra su padre.
—¡¿Estás bien?! —preguntó alterado y lo tomó de los hombros, viendo si no estaba herido.
La pregunta no alcanzó ni a ser respondida, ya que un par de bala cayeron cerca de ellos. Los del bote no salieron y ellos corrieron hacia un refugio que lo cubriera de las balas que estaban cayendo a los lados de sus pies. Llegando así a un autobús de acercamiento con destino al puerto. Jungkook deja a Beomgyu y a Eun-yoo cubiertos, y saca su pistola para prepararse y disparar.
—¡Son ellos! —Vocifera la chica. —¡Están aquí y los van a matar si los ven!
Un disparo cae contra el autobús. Algunos caminantes de dentro del vehículo de transporte y un par de corredores los ven a través del vidrio, golpeándolo para llegar a ellos.
—Eso no va a pasar.
Jeon logra ver por el espejo del autobús a un tipo que se acercaba por detrás del vehículo. Carga el arma, apunta y dispara en seco contra la rodilla del tipo. Se dirige hacia él y le patea la mano para que soltara el arma. El sujeto gritaba adolorido mientras se tomaba la rodilla que dejaba un gran charco de sangre.
Yeonjun y Yoongi lo ve, el de tez pálida le quita las antiparas y el asco y le pone la katana cerca de uno de los ojos.
—¡Habla!
Los dos chicos se acercan mientras las balas habían cesado por un momento.
El tipo alzó sus manos aterrados al ver el filo del arma resplandeciente a centímetros de su ojo.
—No... No me mates... —Suplicó.
Jungkook lo tomó del chaleco y le dio un puñetazo directo en la nariz.
—¡Te dijo que hables! ¡¿Son ustedes ciertos?! ¡¿Ustedes se llevaron a mi hijo?!
—¡Son órdenes!
Jeon le apretó la herida en la rodilla, haciendo que gritase más fuerte.
—¡¿Órdenes de quién, imbécil?!
—¡De los señores Jeon y Park! ¡De Gong-yoo y Bogum!
El padre de Beomgyu suavizó la mirada. Yoongi se dio cuenta de esto y, por lo tanto, asumió el papel de Jeon.
—¿Están aquí? —No alejó la katana del rostro. —¡¿Están sí o no?!
El tipo asintió.
—¿Dónde? —preguntó Yeonjun.
El uniformado, con su mano temblando, señaló detrás de ellos. Yeonjun se dio la media vuelta junto a su padre, logrando ver solamente a Bogum caminando con las manos en los bolsillos, sin armas y con una sonrisa malévola en su rostro.
Eun-Yoo y Beomgyu se miran entre sí.
—Tienen que distraerlo... —Le susurró.
El castaño asintió. Después de todo, Park, a quien más buscaba, era a ellos dos; en ese punto ya no le importaba tanto Eun-yoo. La muchacha se logra escabullir antes de que llegaran, con el fin de ir por el resto y sacarlos el bote para buscar otro.
Dejando solo a los cuatro, Jungkook aferra a su mano la pistola y Yoongi debió tomar aire y contar casi hasta diez para no volverse loco e irse contra Bogum que lo miraba con sorpresa más la burla fija en su cara. Odio, era poco lo que sentía, le daba asco verlo.
Min Yoongi deseaba ver muerto a Bogum, tal como Park quería verlo muerto a él. Este último venía con las manos en el aire, demostrando que venían desarmadas. Sus hombres, por mandato de él, las dejaron en el suelo, incluidas las cuchillas.
—Vengo en paz.
Fue lo primero en decir.
—Vete al carajo... —Murmuró Jungkook y levantó la pistola.
Bogum se quedó quieto frente a Jeon.
—No es contigo, Jeon. O quizás sí, tu padre quiere verte.
—Dile que se vaya al infierno.
Park río entre dientes. Luego le da una mirada de desprecio para así cambiarla a una sonrisa victoriosa.
Yoongi aprieta la katana con fuerza entre su mano derecha y cubre a Yeonjun. El menor ya tenía una flecha lista en caso de que le diera por hacerle daño a su padre o amigo, e incluso a Jungkook.
Bogum y Yoongi quedan cara a cara. Mirándose de manera fija, trasmitiéndose aquel sentimiento que hervía desde el interior y recorría sus venas.
—Min Yoongi, ¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que te vi?
—El suficiente como para pensar en cómo matarte, Bogum. —Le coloco la katana en el cuello. Park ni siquiera se inmutó.
—No vengo a pelear, más bien, vengo a buscar algo que, biológicamente, es mío. No quería tocar el tema, sé que te duele saber que Yeonjun no es tu hijo. —Fingió un tono apenado burlándose de Yoongi.
—Primero deberás pasar sobre mí antes de poner un dedo sobre mi hijo.
═══════ ● ════════
Comienza el desarrollo de una nueva historia de amor juvenil, algo timida, sana y que esperamos se desarrolle con el tiempo dd la mejor manera. Yeonjun y Beomgyu son novios, pero apenas comienza a explotar en una relación.
A la vez, el viaje ha comenzando, pero sin antes despedirse de Bogum que apareció en el momento justo cuando iban a tomar el bote.
¿Qué sucederá en ese rencuentro? ¿Será hora de que Yeonjun enfrente a su padre biológico antes de irse?
Nos leemos la próxima semana.
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