
12
El azabache estaba completamente inmóvil dentro del cuarto, con el chiquillo de melena rubia que lo miraba con gran molestia. Como si la presencia de Yeonjun molestara.
El infectado que había entrado a la habitación olfateaba todo como si ya supiera que dentro estaba la presa que tanto quería para despellejarlo con las manos y quitarle trozos de piel con los dientes. El olor que este emanaba era realmente repugnante que daba asco y ganas de vomitar, su piel podrida con heridas grotesca y repulsivas. Su cara cadavérica y una parte de la boca dejaba al descubierto los dientes de la mandíbula de arriba.
Justo en ese momento, entre el silencio mortal, se oyó la voz de Jaewook que llamaba a Yeonjun buscándolo.
—¡Yeonjun! —llamo a viva voz. El ser se lanzó contra la ventanilla de la bodega tratando de alcanzar al que había gritado.
En ese preciso instante de distracción del “caminante” el rubio aprovecho de lanzar a Yeonjun cerca de la puerta que daba hacia el pasillo. El chico cayó de bruces al suelo golpeándose los codos, ya que amortiguo la caída con ellos. Vio como el chico desconocido salió huyendo e hizo sonar la campanilla de la tienda. El ser se dio la vuelva y gruño para posteriormente lanzarse hacia Yeonjun, pero el menor lo esquivo con éxito. Tras ello, salió corriendo disparado hacia la salida, tropezando con el cadáver del caminante que había matado él.
Fuera la tienda, y las ventanas, Beomgyu lo logró ver y aterrado, por lo que veía abrió y ayudo a Yeonjun a salir. Ambos cerraron la puerta justo cuando el ser que corría desesperado choco contra el vidrio trizando este. El castaño volteo a Yeonjun para mirarlo.
—¡¿Qué te pasa?! ¡¿Cómo se ocurre moverte de donde estábamos?! —grito Beomgyu zarandeando a su amigo.
Junto a él aparecieron todos los demás para ver qué pasaba y porque tanto revuelo. Allí llego Jaewook que caminó hasta el menor y lo tomo el brazo para revisar si estaba bien.
—La primera regla era no alejarse. Se los recalque —dijo con molestia y preocupación. El menor guarda silencio debido al estado catatónico que estaba.
A él le explicaron que los caminantes —como la palabra lo dice— caminan, no corrían y menos, así como el que golpeaba el vidrio tratando de llegar a ellos. El hombre aparto a Beomgyu y a Yeonjun de la puerta y miro al infectado de la tienda frunciendo el ceño al verlo. Jamás vio uno de esos caminantes tan energéticos para atacar.
—Vámonos de aquí. Ahora.
Antes de que alguien hablara, unos gruñidos más se oyeron. Jaewook tomo a Beomgyu junto a Yeonjun y los coloco detrás de él. Las armas fueron sacadas listos para matar a quien fuera que se acercara, y así fue cuando se acercó el primer caminante vestido de camarero, Beomgyu, con valentía le enterró el cuchillo en el cráneo y lo alejo con una patada el cadáver.
Pero al ver como uno se aproximaba corriendo como animal desbocado. Era uno vestido de bombero y este no tenía el brazo derecho; la ropa despedazada, parte de la carne de la cara a la vista, los ojos rojos y ojerosos con la cara en clara desnutrición. Lee al ver que volvía corrieron disparo el arma, matándolo desde una distancia prudente. Yeonjun ataco a otro caminante, disparando una flecha y acertando.
Así fueron matando a los últimos dos caminantes que quedaban y preocupándose.
—Esos hijos de perra corrían... —Agrego Jaewook guardando su machete, revisando los cadáveres de los infectados que había llegado rápido a ellos.
—¿C-Cómo es posible? —Yeonjun agregó atónito.
—Ni idea, pero hay que irse ya —ordenó dejando la pistola en el cinturón. —Mientras antes volvamos es mejor.
Yeonjun oía la conversación de los mayores bastante lejana. Por un momento observo como el chico rubio apareció de nuevo y caminaba hacia el pueblo. El azabache apretó sus puños tratando de tranquilizarse, pero era imposible sabiendo que ese niño casi hace que se lo coman vivo. El menor corrió hacia él para atraparlo y hacerle pagar por lo que hizo. Se alejó nuevamente con grandes pasos a gran velocidad, que al mayor no le dio el tiempo para reaccionar y detener a Min que volvía a escaparse.
El adolescente al llegar por donde el chiquillo corrió lo perdió de vista. Miro el centro del pueblo y no vio ni un solo rastro del chico desconocido. Bufo, al ver que no lo logro atrapar, al parecer era más escurridizo de lo que pensaba. Al darse la media vuelta para regresar choco con el cuerpo de su padre que lo miraba serio. El azabache sabía lo que estaba por venir.
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Min estaba junto a su padre en la mesa del comedor, mientras que su madre y hermana hacían el inventario del mes. Junto a ellos, en el centro de la mesa, descansaba una buena botella de vino que su padre hizo, literalmente hace años. Estaba más que fermentado, mínimo cuatro años, Taehyung era el más feliz por la creación de su suegro, pues era fan del vino más que de otros licores como, por ejemplo, el soju o la cerveza.
—Listo. Este mes estamos bien hasta sobra. —Sonrió Ja-hyun mirando a Suran. —¿Cómo va la clínica? —Le pregunto a la mujer.
—En orden, Roy capacito a un chico para enfermero, nos hacía algo de falta. El clima está horrible y hay mucha deshidratación. —Le respondió algo apenada.
—Ya llegará esa bendita pieza... ¿No has sabido nada, hijo? —Jae-ik dejo una carta sobre la mesa.
—No. —Miraba atentamente las cartas sobre la mesa. Pendiente y preocupado de ganar. —Jaewook iría con Soo-hyuk, pero se echó para atrás, dejando a Lee solo con eso, Hae-soo no lo ha visto llegar. —Miro al reloj de reojo. —Ya es tarde... —Se sintió inquieto.
Ja-hyun mordió sus labios. Miro el sofá y allí se percató de una camisa de tono blanco, por el tamaño intuyo que era de Yeonjun. Recordando que no lo ha visto en todo ese tiempo que llego a la casa de su hijo mayor.
—¿Y Yeonie? ¿Dónde está que no viene a saludar?
—En casa de Mi-jin —respondió Taehyung. —Fue con Beomgyu luego de clases.
La mujer se sintió extrañada. Vio a Mi-jin paseando por las calles mientras venía de camino, no era normal si tenía visitas en su casa, la conocía y ella pasaba con Beomgyu y Yeonjun, juntos. No los dejaría solos en su casa, al menos que fuera por un encargo de su madre, que por cierto la vio en los cultivos todo el día. La madre tenía un raro presentimiento que no podía llegar a explicar.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos toques bruscos contra la puerta, sacando a todos de sus actividades. Yoongi fue el primero en ponerse de pie e ir a la puerta para ver de quién se trataba. Luego llego Taehyung detrás de él para acompañarlo.
Al ver de quién se trataba se quedaron dudosos de lo que ocurría.
—¿Mi-jin? ¿Q-Qué haces aquí? —pregunto Taehyung. —¿Paso algo con Yeonjun o Beomgyu?
La madre de la chica la miro furiosa.
—Vamos, responde y diles la verdad, hazte cargo señorita.
—¡Mamá! —Reclamo.
—Mi-jin, diles.
Min y Kim se estaban comenzando a preocupar de sobre manera. Aquellas voces captaron la total atención de Suran, Jae-ik y Ja-hyun que se aproximaron a la entrada para ver bien que ocurría.
—E-Es que... Es sobre Yeonjun y Gyu... —Apretó sus manos mirando a los mayores. —No fueron a mi casa, no están allí.
—E-Espera... ¿Qué dices? ¿Cómo que no están en tu casa? ¿Dónde están entonces? —Taehyung sentía una gran opresión en el pecho.
—Ellos salieron con el señor Lee Jaewook esta tarde.
—¡¿Cómo?! ¡¿O sea que mintieron?! —Suran miro a su madre. —¡¿A dónde demonios salieron?!
—Solo a acompañar... ¡Ah! —Exclamó cuando su madre la hizo inclinarse junto a ella.
—Pide perdón por mentir...
—¡Lo lamento mucho, en serio que lo siento! ¡Ya mamá!
Min estaba comenzando a enojarse, poco a poco la rabia recorría sus venas, sin embargo, aquella iría no era comparada con la enorme preocupación que estaba sintiendo. Era casi de noche, Yeonjun no estaba, y lo peor es que andaba allá afuera solo con Jaewook y su amigo. Se tomó la cabeza, a punto de colapsar, pero debía guardar la calma, por Yeonjun y por Taehyung, que su expresión demostraba que temía por el bienestar de su hijo. No le quedo más que irse a buscar lo que tanto dejo de usar.
—Debemos avisarle a Jungkook y Jimin, ahora. —Ja-hyun se adelantó y salió corriendo en dirección a la casa de ellos para avisar de lo que ocurría.
Mi-jin y su madre salieron detrás de ella para ser responsable y decir por ella misma la verdad de lo que había pasado.
Taehyung se quedó parado en la puerta, estático, sin saber qué hacer. Entre el miedo y la molestia, no sabía cómo reaccionar.
—Gracias por avisar, pero no debiste taparles esa mentira, Mi-jin. —Regaño Suran sin llegar a sonar molesta. La entendía y era la mejor amiga de los chicos, así que era predecible que se taparía lo que fuera con tal de que los padres no supieran nada. —Iré por Jackson para que vaya con ustedes, yo me encargo por si llegan antes. Papá, te quedas conmigo.
—Claro que sí, hija. —Jae-ik le tomo el hombro a Taehyung. —Tu tranquilo, que va a estar bien, si algo tiene Yeonjun es que no dejara que le pase nada para no preocuparlos.
Taehyung, ya solo, ve como su pareja llega con la katana a la espalda y la escopeta que le dio al rubio en caso de las cosas se volvieran a complicar, claro que jamás pensaron volver a usarlas por todo lo acontecido hace ya tiempo, sin embargo, ahora, se trata de su hijo quien andaba allá afuera en la intemperie poniendo su vida en riesgo, debía ir por él así que ameritaba usar las armas. Min antes de salir se tocó el hombro, ya había pasado años de la lesión de su hombro, recordando que un mal movimiento lo dejo meses en terapia de recuperación del movimiento normal de este.
Ya estaba más que recuperado, aun así, estaba el mal recuerdo.
El menor le miro, sabía que fue una etapa complicada. Entre la lesión y... la muerte de Seokjin le costó volver a ser como era. Con el tiempo logro sanar con bastante ayuda y retomar su vida, dejando de lado por completo el salir y exponerse, siendo así como se dedicaron netamente a Yeonjun y en su bienestar. La edad que tenía su hijo, era una edad difícil, muchos altos y bajos, estaba creciendo y era normal, por más errores que cometiera Yeonjun, debían estar ahí, pues era lo único que tenía y que los hacía anclar los pies a la tierra.
Irían juntos porque siempre fue así. Ellos dos por su hijo.
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Jaewook corrió y cerro la bodega de donde Yeonjun había escapado, la cantidad de corredores —como les apodaron momentáneamente— era de solo cinco, pero corrían y gruñían que llegaba a dar un terrible escalofrío por toda la espalda, dejándolos pasmados, siendo la única opción viable y razonable, esconderse. Lee cerró la puerta y tiro los estantes para bloquearla, aun así los golpes que daban eran horrible, casi que estaba embistiendo la puerta para echarla abajo. Saco la pistola, pero ya no había más balas que usar, el arco no atravesaba mental y Beomgyu no estaba listo para atacar a uno ahora, sentía que se le echarían todo encima para matarlo.
—Hay una ventana. —Beomgyu la señalo.
—Bien, los alzo y ustedes salen. Deben correr al auto, lo más rápido que puedan. ¿Oyeron? —Ambos asintieron, un poco asustados. —Beomgyu, tu primero. —Jaewook se puso en posición dejando que el chico pisara su pierna para alcanzar la ventanilla y romperla con el mango del cuchillo. Cuando los cristales cayeron este paso la pierna derecha, luego la izquierda. —Ven Yeonjun, apresúrate. —Lo ayudo a escalar rápidamente.
Al final, él se montó en unas cajas y se lanzó como pudo, pues los corredores ya habían echado abajo la puerta entrando a la bodega. Antes de ponerse a correr, uno de ellos se trepó, quedando pegado en la ventanilla, atrapado por los pocos cristales que rompían la piel. Yeonjun tomo su arco, algo tembloroso, puso la flecha, y... fue tarde, pues una cuchilla paso velo por delante, dejando que la cabeza cayera rebanada al piso. Tanto los menores fueron los más asustados, pues Jaewook se quedó inmóvil, reconocía a donde fuera ese filo y el largo del arma.
Era Yoongi el que había llegado. Yeonjun sintió su sangre helarse. Se venia el peor castigo de sus quince largos años.
—Pensé que había sido claro contigo —dijo su padre molesto. Un tono severo y frio con mirada de reproche.
—No vine solo, además el señor Lee nos cuidaba. —Explico. Yoongi soltó una risa nasal.
—¿Cuidarte? —Sacudió la katana para sacarle la sangre. —Se quedo sin arma, sin nada para “cuidarte”.
—No va a volver a pasar...
—Claro que no va a pasar de nuevo, porque estás castigado. —Sentencio. Comenzando a caminar hacia donde estaban los demás. —Te dije que no te quería ver fuera de Jirisan, te hablé creyendo que escucharía y lo primero que haces alejarte y meterte en problemas. ¿Acaso no viste como corría? —El padre, entre su preocupación, dejaba en claro que estaba enojado por la falta de comprensión de su hijo. Trataba de comprenderlo, pero ahora el peligro era el doble que el de años.
—¿Los viste?
—¡Por su puesto que lo hice! —respondió enojado. —De camino aquí se cruzaron algunos, pero ese no es el punto. Faltaste tu palabra, mentiste, te escapaste y casi... te pasa algo.
—No sabía que pasaría eso, solo quería salir y saber que era lo que estaba aquí. —Explicaba intentando convencer a su padre de que el castigo no fuera tan severo. Relamió sus labios resecos; buscó algún modo de convencerlo. —Además, vi a alguien... Había un chico, era rubio, media lo mismo que yo y...
—Yeonjun, ya fue suficiente —dijo exhausto frotándose la frente. —Solo responde esto, ¿casi te muerden, no es así?
El chico se quedo en silencio. Luego se atrevió a responder.
—Sí, pero estoy bien, appa.. —respondió.
—Con eso me basta.
—Pero appa, tenemos que ir a buscarlo, él debe saber sobre ellos —dijo alterado sobre los caminantes que aparecieron de la nada.
—¿Qué? —Lo miro. —Claro que no. No creas que buscaremos a alguien que no hemos visto.
Yeonjun se quedó en blanco. Era cierto, nadie más que el recuerda al rubio muchacho de contextura delgada, aura misteriosa y rudo a la vez. El menor miró a su amigo y este estaba junto a Jungkook quien tampoco lucia muy contento con la acción cometida por Beomgyu, ni hablar de Jimin, que le estaba diciendo las mil y una formas en las que pudo salir dañado por su incompetencia.
—Fue suficiente, hay que irse. —Yoongi camino primero y Yeonjun se quedó parado donde mismo, no dio ni un solo paso.
Los demás comenzaron a caminar en dirección al vehículo en el que vinieron. Fue la primera salida de los menores y acabo con terrible desenlace que se debía si o si comunicar en la comunidad. Nadie iba a estar listo para esa noticia, era algo nuevo y preocupante que ahora iban a tener que afrontar. Caminantes que corrían... Se oía a una novedad tenebrosa. Por otro lado, estaba el misterio de quien quemo el pueblo, porque por acto de la naturaleza no fue, el fuego no se extingue de una manera tan controlada como lo fue.
Yeonjun no podía dejar de pensar en ese chico que lo lanzo a la boca del lobo, casi muere allí adentro, pero aun así quería ir a buscarlo. Era el único que podía saber bien de esos infectados que corrían como leopardos y quien incendio el lugar. Miro en dirección donde perdió el rastro y suspiro pesado cuando dejo de oír los murmuró del grupo. Giro su cabeza hacia la dirección del vehículo y vio como todos se subían, menos Yoongi que estaba apoyado en el capo a espera de él.
Al caminar, llego con Taehyung quien estaba de brazos cruzados, una expresión molesta y casi al borde del llanto. No solo estaban sus padres y los de su amigo, igual estaba Namjoon, Jackson, Sunwoo y Hae-soo. Todos armados y con algunas salpicaduras de sangre, dando a entender que se enfrentaron a caminantes o corredores.
—Sube al auto, Yeonjun. —Le dijo Taehyung abriendo la puerta.
—Lo lamento... Yo solo quería salir... —Bajo la mirada.
—Casi te muerden... —dijo con dolor en su voz, ignorando todo lo que Yeonjun dijo antes. Pues ante todo estaba ese temor. —¿En algún momento vas a pensar en lo peligroso con tus arrebatos?
—No son arrebatos... —respondió entre dientes, cansado del regaño.
—Lo son. —Contradijo. —Una vez prometiste no volver a hacerlo y ahora esto... —Señalo a su alrededor. —¿En qué piensas? ¿Qué es lo que quieres, Yeonjun? Pueden hacerte daño, morderte... No entiendo tu afán de querer aprender, nos tienes a nosotros para cuidarte como siempre ha sido, Yeonie... —Preguntaba Taehyung deseando poder comprenderlo.
El menor ya harto levanto la mirada y arrugo la frente mostrándose enojado.
—¡Quiero que dejen de verme como un niñito que no puede hacer nada por si mismo! —Vocifero. Los del grupo se quedaron callados. Sunwoo lo miro y negó con la cabeza. Yeonjun no le tomo importancia. —¡No siempre los voy a necesitar! —Ataco de nuevo. Taehyung quedo contra el vehículo, Yoongi lo miraba sorprendido. —Dejen de sofocarme con su... su... ¡su maldita sobreprotección!
Jackson abrió los ojos y se percato de que Min estaba hirviendo de enojo. Más que nada por la falta de respeto de su hijo.
—Mocoso, bájate los niveles... —Regañó un poco.
—Déjalo... —Min guardo la katana. —Sube al auto. Cruzaste la línea, Yeonjun.
El chico se subió al auto y antes de cerrar la puerta de un portazo.
El viaje comenzó en un silencio sepulcral que nadie decía nada. Estaba tan tenso el ambiente que ni Jaewook se atrevió a hacer algún comentario al respecto. Entre la discusión de padre e hijo, la fallida búsqueda de las piezas para la bomba de agua y el atroz descubrimiento de infectados diferentes, hacía que todo fuera difícil.
El amigo del menor iba en otro vehículo, mirando de tanto en tanto a sus padres que estaban igual de molestos. En el auto iba Sunwoo y Namjoon. Sabía perfectamente que su compañero era complicado por sus ganas de salir y ver más allá de Jirisan.
En pocas palabras, no había sido un buen día.
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—Vamos, describan como eran si están tan seguros de lo que vieron —exigía una señora del fondo mirando al grupo.
Fue en ese momento donde Yeonjun puso un pie en la sala para poder dar testimonio, pues fue el quién tuvo uno a metros suyo hace horas.
—Eran como un caminante y a la vez no; lo vi comerse a una persona con más hambre de la normal, olía como si sabía que alguien estaba ahí y corrían... corrían muy rápido.
Todos los presentes miraron al menor que estaba sentado en la silla de la primera fila que daba la entrada a la sala de la casa de Ja-hyun. Algunos se corrieron para que los del concejo lo vieran mejor, haciendo una especie de círculo que rodeaba al menor, pero para Yeonjun demasiada atención era incómoda, aun así, podía ayudar en algo, al fin y al cabo.
—Es por tu culpa. ¿Lo sabes? —Uno de las madres de sus compañero de aula lo miro con despareció. Estaba sentada en la siguiente fila, así que Yeonjun lo oyó claro y fuerte. Los adultos y demás presentes se quedaron en silencio, algunos de acuerdo y otro no tanto. —Ahora debemos volver a ponernos en riesgo por creer mejor que nosotros y que podías ir a matar muertos.
—No fue esa mi intención señora... —Se defendió cabizbajo.
—Será mejor que cuide su boca, señora... —dijo Suran en un tono molesto. —Mi sobrino es un chico que tiene buenas intenciones, jamás buscaría el peligro para Jirisan...
—¡Claro que si! ¿Qué clase de crianza le dan en casa?
Yeonjun se sentía claramente fatal. Hizo sus manos puños y salió disparado por la puerta de lugar. No quería seguir oyendo como lo trataban menos como lo ponía de malo en la historia. Nunca, pero nunca, quiso dañar a la comunidad.
Lo que fue la familia del menor, quedo bastante molesta con la vena ingurgitada. Jae-ik tomó su bastón y salió en busca de su nieto. No iba a permitir algo como eso. Ja-hyun por su lado habló con el concejo y con los pocos que quedaban asentían ante sus palabras, muy a su pesar, desearía poder ir detrás de su nieto junto a su ex marido para calmar a Yeonjun, sabia que era un niño de emociones sensibles y que las situaciones tensas como esta solían afectarle más de lo normal, más cuándo tenia a media comunidad encima. Primero, debían calmar a la gente.
La mujer se paró en el medio de la sala. Trato de acallar a todos para que le pudieran atención, el silencio tardo un poco en regresar.
Cuando las voces comenzaron a ir bajando de intensidad comprendiendo un poco la seriedad del asunto con respecto a estos nuevos "caminantes", las pocas que criticaron a Yeonjun y las que lo culparon se fueron mordiendo por si solas la lengua.
El castaño se puso de pie, cansado de ver como la gente hablaba a espalda de su hijo, un chico con ni una mala intensión. Habían sido días difíciles, más cuando su vida corrió un gran riesgo a manos de los llamados corredores. Con solo imaginarse esa escena de su hijo escondido, aterrado y sine escapatoria generaba una gran presión inexpiable en su pecho que le generaba angustia. Min no se quedaba atrás, al enterarse que Yeonjun no estaba donde su ojos pudieran verlo, una remolino de emociones y preocupaciones lo hicieron levantar aquella casi oxidada katana que tenia guardada. No podía quedarse quieto sin ver y saber que su hijo estaba bien o no.
—Iré a buscar a Yeonie... —Aviso a su marido que estaba sentado a su lado. Este se puso de pie de inmediato.
—Yeonjun debe estar con papá, tranquilo. Ya hablaremos con él.
—No puedo dejar que esta... gente hable así de él, es un niño solamente, asustado y desesperado por querer saber más y ayudar... —dijo con pesar mirando a Yoongi que asintió a sus palabras.
—Es un chico fuerte, amor. Yeonie estará bien y de seguro tendrá un propósito en ese mundo.
Min le beso la mejilla luego de acaricio el cabello dejándolo un poco más tranquilo.
Taehyung asintió. Solo esperaba que los comentarios de aquella mujer no influenciaran tanto en su hijo, solo pensar en su expresión le partía el alma.
Fuera, en las calles de la comunidad, Yeonjun deambulaba de camino a su casa, sin más remedio ni nada que poder hacer.
Los búhos, los grillos y algunas ranas, creaban una relajante melodía que era acompañada por el leve silbido de las hojas de los árboles que mecían con la brisa veraniega nocturna. Sus pisadas sobre el césped fueron sigilosas y precavidas, hace tiempo que no iba a aquella zona y no sabía si estaba infectada o no. De hecho, siempre quiso mostrarle esa parte del bosque a sus amigos, era esa la razón de su escape de esta mañana.
No traía consigo una linterna ni un farol, solo la luz de la luna iluminaba su camino hacia la casa. Mientras caminaban juntos, Yeonjun miraba la casa de su abuela a lo lejos con las luces encendidas. Torció los labios y se los mordió.
—Debí verme débil, abuelo... —Pidió preocupado.
—Pulga, tu no eres débil por haber evitado las palabras crueles de esa mujer. Mañana me encargo. ¿Te parece?
—Bien...
—Te preparé algo para comer, fue un día largo y quiero saber que tal fue todo allí afuera —dijo emocionado por saber como le fue a Yeonjun en su primera salida de Jirisan con Jaewook.
—¿La verdad? —Jae-ik asintió. —Discutí con mis papás de nuevo y les grite horrible.
—Válgame... ¿Cuándo no discuten ustedes? —preguntó riendo.
—Admito que fue mi culpa, mentí cuando no debí hacerlo y les falte al respeto, no me gusta, pero... creí que tengo problemas de paciencia o appa Yoongi es muy exagerado. —Hablaba apenado. —De todos modos, me siento un mal hijo.
Jae-ik sonrió al oír a su nieto. Si bien era cierto que Taehyung era preocupado por el bienestar del menor, su propio hijo resultaba ser más estricto y se alarmaba con más facilidad cuando se trataba de Yeonjun o de alguno de sus escapes frustrados por Jackson, Sunwoo y Huening Kai, quienes eran los que mayormente lo atrapaban. Pero era solo un adolescente queriendo saber más.
¿Podían culpar a un chico querer expandirse de ese horizonte oxidado que lo rodeada desde que tiene memoria?
Sin embargo, por más a favor que este de su nieto, debía comprender a su yerno e hijo, sobre todo a su exmujer. Los tres cuidaban al chico de la maldad, tanto infectada como humana, que aún habitaba fuera de Jirisan. Las cosas eran manejadas de una manera más cruda afuera que dentro de la comunidad. Los cadáveres a la orden del día, sangre por todos lados, miembros humanos, grupo extremos que solo mataban por poder... Esas cosas así eran lo que aterraban a la familia.
Tampoco permitiría que Yeonjun, su pequeña pulga viva en ese mundo distópico.
—¿Puedo confesarte algo abuelo? —pregunto Yeonjun apretando sus manos. Jae-ik escapo de sus pensamientos al oír a su nieto.
—Por supuesto que sí, pulga. —Le removió sus cabellos azabaches.
—Siento que no encajo aquí, abuelo. —Se tomó el cabello. —Soy difícil. Siento que solo le doy problemas a mis papás y no quiero que discutan por mi culpa —dijo mirando al mayor.
—Tus padres, si hubieran escuchado, te negarían miles de veces que no es así, ellos te aman tanto que... que me hace feliz saber que mi pulga tiene una buena familia; tu tía Su, Hoseok, la revoltosa de Ji-Yool, tu abuela y yo... Bueno, todos los que te conocen desde que abriste esos ojos. —Jae-ik acaricio el cabello de su nieto con parsimonia. Yeonjun sorbió la nariz y sonrió al oír eso. —Es cuestión de tiempo, para que hayas tu verdadera función aquí, apenas tienes quince, no te exijas.
Yeonjun asintió.
—Gracias Abu, siempre me escuchas. —Jae-ik sonrió.
—Pulga, el Abu siempre te va a oír.
Caminaron por una especie de sendero decorado con pequeñas flores que pasaba entre el estanque y el quiosco de la comunidad. Al ir de camino, oyeron unos pasos cerca de ellos, Yeonjun se detuvo en seco y Jae-ik tomo su cuchillo.
Los pasos se intensificaron, giraron la cabeza hacia el mismo quisco.
—¿A-Abuelo...?
—Ven, ven aquí... No te alejes. —El anciano lo agarro de la mano y lo puso contra su cuerpo para protegerlo de cuál sea el peligro.
El pequeño azabache temía que fueran caminantes que pudo haber entrado por alguna abertura en los muros. En medio de la oscuridad era difícil ver más si no se contaba con luz artificial que iluminara el camino o el entorno.
El padre de Yoongi y Suran, antes de poder ir al árbol y ver de quien se trataba, vio una luz proveniente de detrás del quiosco. No era un caminante, así que estaba más que seguro que se trataba de una persona, si era buena o mala lo iba a descubrir, pero lo único seguro que tenía que cuidar de Yeonjun a toda costa. El menor agudizó su vista cuando vio unos mechones rubios asomarse.
—¿Tú? —Miro con escepticismo.
—Hola de nuevo, Robin Hood.
Era el mismo chiquillo rubio de la tienda en el pueblo. Este se veía igual de sucio y descuidado, esta vez un morral le acompañaba colgado en su hombro izquierdo.
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Comienza una nueva problemática y son los “Corredores”. Las cosas se complican más con esta nueva “especie” de caminantes que acechan aún más y el peligro es inminente.
Por otro lado, Yeonjun sacó la voz contra sus padres. ¿Es sobreprotección o es el querer cuidarlo del exterior?
Gracias por leer.
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