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11

Siete años después.

El verano llegó sin previo aviso.

De un día a otro la temperatura aumento de tal modo que el calor era sofocante. La acera de la calle se calentó con el potente sol, generando que fuera peor. El viento era fresco bajo la sombra de los árboles de pino, roble y caoba que había en los alrededores de la comunidad, y quien lo tenía más que sabido era un chiquillo de mechones oscuros, tez media morena, escurridizo y de compleción media.

Alzo su cabeza y miro de izquierda a derecha, de forma precavida para evitar que lo encontrasen. Levanto su mano e hizo señas llamando a su compañero de excursión. Como cada mañana acostumbraba a salir cuando el alba tocaba los relieves de la gran montaña de Jirisan. Los pasos de su amigo se oyeron, por lo cual corrió el arbusto que tapaba el pequeño agujero que había en el muro oeste de la comunidad, espacio perfecto para un par de personas delgadas y estatura promedio pasaran sin problemas.

El primero en salir fue el azabache, que se sintió ansioso de ver un poco más en el exterior y un poco más allá de lo que siempre veía. Tenía la mala suerte que cada vez que salía de Jirisan, lo atrapaban y llegaba al mismo riachuelo de siempre, estaba vez salió temprano y esperaban cruzar el angosto río para encontrar algo interesante. Quizás uno de aquellos caminantes o infectados de las cuales las personas hablaban como un mal recuerdo de años atrás, que atacaron a Jirisan un día cualquiera.

Se acomodó su arco y comenzó a trepar el árbol con ramas que se extendían hasta el otro lado del muro que la comunidad. Yeonjun se afirmaba de las ramas que tenía hasta que llegó a la más gruesa y la que iba hacia el otro lado.

Desde que tiene poca memoria, ha deseado ver mucho más allá de los muros de la comunidad. Quería saber que tan terrible fue el fin del mundo, como le decía Sunwoo. Sonrió ampliamente al ver como la brisa mecía las hojas del árbol que había fuera del muro.

—Gyu, te toca. Apresúrate.

El castaño refunfuñó. El turno era ahora de Beomgyu, pero nada podía salir bien siempre. Apenas comenzó a sujetarse del viejo tronco del árbol.

—Creo que no es buena idea... —susurró Jeon. Trataba de trepar el árbol, pero ver las hormigas que pasaban porque a él le daban asco. —¡Ah! —gritó al ver un bicho más grande. —¡Yeonjun te juro que si me pica un bicho o me caigo te voy a matar!

—Deja de gritar... —regaño.

Apenas son las seis de la mañana y ya me están dando trabajo que hacer, mocosos.

Beomgyu se asustó y sin querer se soltó del árbol, de único que se alcanzó a agarrar fue del tobillo de Yeonjun. Ambos cayeron de bruces al césped, quedando en los pies de Jackson. El mejor amigo de sus padres. El hombre se cruzó de brazos y con la cara que traía, estaban seguro de que se venía un regaño. Los dos menores se pararon quejumbroso por la caída. Se sacudieron las rodillas para quitar césped.

—¿Por qué no pueden ser como Jungwon? —El mayor menciono al niño. —Es tranquilo y respetuoso... Ustedes son demonios y me perturban mi sueño.

—Primero; no todos somos Jungwon. Y por último; tiene seis años. Le ganamos por nueve —dijo Beomgyu cruzándose de brazos.

Jackson aplaudió en la cara de Beomgyu.

—¡Que bien, saben matemáticas! —Se burló. —Oigan, sus padres me van a colgar si saben que los deje salir de Jirisan, así que vamos regresando. Y lamentablemente, les tendré que decirles.

El castaño relajo su ceño y dejo caer sus brazos a sus lados. Sabía que ya se había excedido de sus oportunidades de pasar impune ante el regaño de Jimin o Jungkook, pero ya iban tres veces que lo hacía en una semana, era cuestión de tiempo que Wang fuera con ellos para hablarlo.

El azabache se quejó y caminó con mala disposición. El chico lo ignoró y siguió caminando de frente. Jackson salió detrás y los otros dos niños iba a salir disparados a sus casas para regresar y fingir que no paso nada, pero el hombre fue más rápido y lo tomo de sus poleras, sin tanta fuerza para lastimarlos.

—¿Le dirás a mis padres? —preguntó el azabache mirando con una ceja alzada.

—Es demasiado tu descaro, te enojas cuando eres tú quien comete errores. —Se quejó. —Y sí, Yeonjun, sabes las reglas, tus abuelos y tus padres fueron claros contigo, además pones en problemas a tu novio —dijo señalando a Beomgyu que ya iba de camino a su casa.

Min se colocó rojo como un tomate en temporada.

—¡No es mi novio! ¡Es mi mejor amigo, deja de decir eso haces que sienta terrible!

Jackson carcajeo. El chico respiro hondo para prepararse para el regaño de la semana y disparar el rojizo de sus mejillas. Odiaba cuando el mayor le hacia esas bromas tan... pesadas.

Como era costumbre, siempre había un pequeño castigo semana tras semana, en donde el único que resultaba perjudicado era Yeonjun.

Jackson tocó el timbre de la casa esperando a que le abrieran. Le revolvió los cabellos a Yeonjun y lo miró afligido. Sabía perfectamente que, desde que Yeonjun comenzó a crecer, tenía cierta curiosidad y afición por querer salir más allá del muro de Jirisan, de cierto modo lo entendía, pero igual se ponía en los zapatos de Taehyung y Yoongi, lo cuidaban bastante para que no viera los horrores que ellos vivieron años atrás.

Igual era cosa de tiempo que Yeonjun le diera un arrebato de llegar y salir, como el episodio del mes pasado, cuando llego al río cerca de la comunidad. Media villa buscándolo para encontrarlo arriba de un árbol mirando el paisaje, recuerda perfectamente la cara de espanto de la familia del niño. Abuelos y padres aterrorizados por no saber en dónde se metió.

Al minuto la puerta se abrió, dejando ver, al menos que Jackson quería toparse, a Yoongi. Tenía el cabello húmedo y estaba medio vestido; unos pantalones de mezclilla y una camiseta blanca. En su mano una toalla secando sus mechones.

—¿Jackson? —Lo miro algo confundido. —¿Tienes algo que hacer que andas dando vueltas tan temprano?

—No, nada, solo que... —Chasqueo la lengua. —No te vayas a enojar, por favor... Está creciendo.

Min cerró los ojos y se sobó la frente. Ya supo a donde iba Wang con lo que dijo.

—Déjame adivinar, ¿Yeonjun? —Se cruzó de brazos. Jackson asintió. —El niño salió de detrás de Jackson con cara de culpa. —¿Dónde andabas ahora? —preguntó serio.

—Estaba en el árbol junto al muro oeste, lo atrapé justo —contó Jackson. —Yoon, no lo regañes, mírale la carita que tiene —rogó apretándole un poco los mofletes a Yeonjun. Este se quejó y se apartó la mano.

—Jackson...

—Es solo un niño —insistió.

—Ya hablamos esto... La semana pasada —Le dedicó una mirada severa a su hijo que ya había entrado a la casa. Lo siguió con la mirada y se percató que iba derecho a las escaleras. —Vamos a hablar, así que no te hagas el ofendido porque te atraparon haciendo de lo tuyo, Yeonjun.

El adolescente puso mala cara y se fue a la sala de estar a esperar su reprimenda.

—Gracias por traerlo y deja de tratar de defenderlo, por favor... Necesito que comprenda.

Wang rodó los ojos.

—¡Tiene quince años, Yoongi! —exclamó. —¡No le puede pedir que se quedó quieto!

—Ya hablaré con él. Gracias por cuidarlo. Nos vemos más tarde.

—Okey, super papá...

El azabache rodó los ojos y cerró la puerta dejando que su amigo se fuera. Una vez en su espacio, camino hasta la sala y allí vio como Yeonjun estaba boca abajo con una almohada tapándose la cabeza. En ese momento Taehyung ya vestido y listo para empezar su día, su cara demostraba una clara preocupación por no ver a Yeonjun en su cuarto, pero cuando se dio cuenta de que estaba en esa posición en el sofá sintió calma y dudas de porque adopto la típica posición que hacía cuando lo iban a regañar.

—¿Por qué está así? ¿Paso algo malo?

—¿Tú qué crees? —Yoongi caminó hasta su hijo y le quito la almohada de la cabeza. —¿Algo que quieras confesar?

—¡No hice nada malo! —reclamó sentándose en el sofá.

—¡¿Cómo qué no?! —inquirió molesto. —Ibas a cruzar el muro, Yeonjun.

Taehyung miró al niño, este bajo la cabeza.

—¿De nuevo? —interrogó el rubio sentándose en el sofá junto a él. —Ya hablamos de eso, sabes las reglas de este lugar.

—No di ni tres pasos y hablan como si hubiera llegado a Seúl, que por cierto no sé dónde queda. —Tomó la almohada y ahogó sus reclamos contra la almohada.

—Deja el sarcasmo, que no te queda, hijo... —Le quito la almohada. —Te dije y te recalqué lo que pasa cuando sales.

—¡No me paso nada! ¡Siempre exageras todo! —exclamó. —Ya no soy un bebé, sé que es bueno y malo.

—Tienes quince años. No dieciocho, ni veinte... Quince, Yeonjun. —Afirmo. —Te he dicho de mil y una formas que no puedes salir, es peligroso allá afuera, hay caminantes, gente que te puede ver y hacer daño.

El niño gruño. El castaño se mordió el labio inferior. Le tomo la mano a su hijo y se acercó a él para mirarlo a la cara.

—Yeonie... —El menor lo miro fijamente. —Yeonjun. —Se corrigió Taehyung enseguida, sabía que a su hijo ya no le agradaba mucho su apodo diminutivo. —Sé que quieres salir, que quieres ver cosas que quizás aquí no hay, pero entiende que no se pueden llegar y hacerlo por tu cuenta, hijo. —Taehyung le tomó el rostro y lo miró. —No eres un bebé, pero tampoco un adulto para que llegues y salgas porque se te dio la gana. Tu padre y yo te cuidamos.

Yeonjun se apartó las manos de Taehyung de su cara con delicadeza.

—Me hacen sentir agobiado. —Confeso. Se levantó del sofá para dirigirse a las escaleras e ir a su cuarto.

—¡Yeonjun, aún no hemos terminado de hablar! —dijo Min con voz grave.

Cuando iba a llamarlo otra vez, ya era tarde. El menor ya había subido las escaleras bastante rápido para no hablar más del tema. Yoongi se pasó la mano por su cabello húmedo, vio como Taehyung se ponía de pie y caminaba hacia él.

—Solo es la edad... Solo es la edad. —Inhaló y exhaló tratando de relajarse, a su vez se frotaba la frente. —¿En qué momento creció?

—Nadie dijo que sería fácil —dijo abrazándolo por la espalda y apoyando su cabeza en el hombro.

—Dime la verdad. ¿Soy muy insistente con el tema? ¿Muy sobre protector?

—Yoongi, solo estás siendo lo que debes hacer —dijo encogiéndose de hombros.

—Dije la verdad... —sonrió débil.

—Bueno, sí... Un poco —Hizo con sus dedos índice y pulgar una pequeña distancia con ellos. —Amor, cumplió quince, es un adolescente inquieto, que le gusta hacer cosas. Quiero salir, estar con sus amigos... Debes darle un poco más de libertad.

—Tae, si hago eso, pero el problema que le das la mano y se toma el codo. Pestañeas y ya anda como a diez kilómetros de aquí. —Tomo su cinturón con un cuchillo y se lo amarro en la cintura. Quedando pensativo.

—¿Pasa algo? —preguntó Taehyung.

—Jaewook irá a buscar un motor para la bomba de agua. —Contó sentándose en la silla para desayunar con su familia.

—¿Es cerca?

—Sí, cerca. Regresara luego de almuerzo.

El castaño lo quedó mirando por unos segundos. Lo conocía tanto que sonrió un poco y le acarició la mejilla con parsimonia, Min lo miró y le besó la palma con cariño. Kim sabía que, en el fondo, deseaba ir a acompañarlos, para salir, aunque sea un poco, la última vez que lo hizo fue hace cuatro y... Yoongi no ha tomado la katana, ni una pistola, menos un cuchillo que no fuera para cocinar. Los acontecimientos lo marcaron significativamente.

—Amor. —Le llamó. —¿Quieres ir? —preguntó.

Yoongi miró fijamente a su esposo.

—No... Bueno, no la verdad no... —Afirmó. —Prefiero estar aquí, poniéndole ojos encima a ya sabes quién. Que no diré el nombre, pero anda arriba, siendo el adolescente incomprendido. —Bromeo señalando el segundo piso con su dedo, y sacándole una sonrisa a Taehyung.

—Esa vez que discutimos... Luego de una semana dijiste que saldrías cuando fuera muy necesario. Además, el accidente de tu hombro te limito a seguir.

—No quise salir, pero lo hice por Namjoon y Jungwon... Necesitaba ayuda, más que nadie, si esa vez salí fue por leche y cosas para su hijo. Y odio el discutir contigo, desde esa vez aprendí que enojado das miedo.

Taehyung rodo los ojos y le pellizco el dorso de la mano.

—Era difícil en ese entonces, tampoco me gusta discutir contigo, Min Yoongi. ¿La ultima vez fue hace cuánto? —pregunto para sacar cálculos.

—Cuando queríamos cenar y te tocaba cocinar a ti, pero no entrare en esa discusión de nuevo. —Se cruzo de brazos.

—¡Eres tramposo, si te tocaba a ti!

Min rio un poco.

—Me acuerdo cuando peleamos en el hospital... —Miro la pared. —Me di cuenta de que me gustabas y mucho. ¿Lo mejor? Fue que... acabó en una muy buena reconciliación. —Beso sus labios haciendo que Kim se sonrojara. —Podemos repetirlo en algún lugar, siempre te gusto hacerlo en otros lados. ¿Te acuerdas de esa vez en la farmacia o en las duchas en Ansan?

—¡Cierra la boca! —Le tapo los labios. —Va a bajar tu hijo...

Ambos carcajearon un poco. Jamás olvidaría aquellos momentos de su vida que fueron en si importantes, más allá de la intimidad, entre eso había momentos en donde se conocían cada vez más, sabían cosas del otro, el pasado del otro. Ahora con casi quince años juntos, se conocían los atributos y defectos del otro, aprendieron a comprenderse mejor, apoyarse de otro modo, más ahora que estaban criando a un adolescente activo que iba a de allá para acá, quería salir, se escapa y tenia sus arrebatos. Aun así era una familia feliz.

El tez pálida le tomó el rostro a su marido y le dio un beso voraz, dándole mordisco en los labios. El deseo ese pequeño momento, llego, solo basto ese acercamiento que fue la chispa para encender el incendio que tenían en sus cuerpos. Dejando de lado lo sentimental, se necesitan íntimamente, de hace un buen tiempo que solo eran roces silenciosos o ñoñería subidas de tono mientras de daban el mínimo placer.

Solo estaba ese balde de agua que apagaba todo de un solo grito.

—¡Dejen de besarse en mi cara aun soy menor de edad! —El gritó de Yeonjun los despego enseguida. El chico dejo su bolso con libro en la silla del comedor, mientras dejaba su cuenco con arroz y pollo que hizo Ja-hyun para la cena. —Estamos en horario familiar. —Bufó.

—Tú, jovencito, no te hagas el chistoso, vuelve a poner un pie en el muro y el que se va reír más fuerte seré yo. —Ataco Min tomando un cuenco.

—Para un hombre cuarentón, el sarcasmo te queda mejor, appa. Me voy.

—Acabas de sentarte a desayunar, Yeonie... Come o iré a dejarte algo a tus clases con tu maestra y hacerte pasar vergüenza. —Amenazó Taehyung.

Yeonjun rodó los ojos y se acabó el desayuno rápido.

—Me quedare en casa de Mi-jin hoy. Beomgyu va a ir, para que no se preocupen. Nos vemos mañana. —Tomó sus cosas para ir a clases.

—¡Min Yeonjun ven aquí, no te he dado permiso! —Le apuntó con la cuchara el azabache. —Pasas mucho tiempo con Beomgyu, céntrate en tus estudios mejor.

—Sí, fingiré que quiero entrar a la universidad de Seúl a estudiar medicina. —Abrió la puerta. —Los quiero, bye. —Se despidió con su característico tono que ha usado desde niño. Taehyung rio al ver la expresión de su esposo.

Amaba la relación que tenían ambos, aunque a veces había regaños por su comportamiento y falta a las reglas, pero todo era con el fin de cuidarlo y no exponerlo al mismo riesgo por los que pasaron antes. Yeonjun y Yoongi son inseparables. El más satisfecho con ello era Taehyung y esperaba que aquella hermosa relación durase toda la eternidad.

═══════ ● ════════

Beomgyu se sentó en el suelo junto a Yeonjun, mientras este afilaba una estaca.

—¿Seguro que quieres ir con el señor Lee? —preguntó curioso. —A tu padre aun no le agrada del todo.

—Appa Yoongi es rencoroso, y solo será cerca, además tu igual te uniste y a tus padres tampoco le es agradable.

—Olvídate que saldré contigo, casi muero en la mañana. —Se cruzó de brazos.

—Solo eran hormigas, cálmate...

En eso, logra divisar a Jaewook y Ha-soo juntos conversando. Yeonjun se pone de pie y corre hasta donde estaba él, claro que sin olvidar llevar su estaca y arco a sus espaldas que su mejor amigo escondió en su casa para la ocasión. Beomgyu al verlo emocionado se levantó y salió detrás de él al mismo ritmo. Si a su amigo se le ocurría salir con Lee Jaewook, su padre le daría el castigo del año. Aunque Jeon no se quedaba atrás, no sabia bien la indiferencia o porque esa relación extraña en donde eran medios amigos y luego lo miraban como un bicho raro. Le daba igual, Jaewook le agradaba y siempre los motivaba a aprender defensa personal y cosas que realmente servían para el día a día.

Antes de llegar donde el señor Lee, Beomgyu le detuvo tomándolo del hombro.

—Déjame adivinar... ¿Mi-jin te cubrirá la mentira y el señor Lee también? —Se cruzo de brazos y Yeonjun le respondió con un “sí” con su cabeza.

—Es por aquí Gyu, no te alteres. ¿Vienes? —Preguntó. —Deja de resistirte, se que en el fondo quieres venir... —Lo dijo en modo de reto.

El castaño miró a su amigo y rodo los ojos. Si era sincero, igual le llamaba la atención salir.

—Voy, pero... Hazte cargo de los castigos.

—No se darán cuenta.

—Espero que Mi-jin quiera cubrirme igual. —Se encogió de hombros.

—Tranquilo, se lo pedí.

Beomgyu rio y fue junto a Yeonjun hasta donde estaba Jaewook.

Lee se percató de la presencia de ambos adolescentes y sonrió gustoso al verlos. Le emocionaba poder ayudarlos y enseñarles un par de cosas. Las consecuencias las sabias perfectamente, y le daba igual, la relación con el grupo que conocía jamás fue la mejor, ni la peor, era algo intermedio y manejable. Sin embargo, Min era el que más ojo le tenía, se confesó ante él hace años, pero era más por Yeonjun que el chico era de esas almas oprimidas que buscaban más libertad de sus padres y Lee era el indicado para ayudarle, y pues, Yoongi le aterraba esa idea de que su hijo saliese al peligro de fuera.

—¿Está listos para las verdaderas clases? —preguntó colgándose la mochila en los hombros.

—La verdad, me preocupa —confesó Beomgyu—, pero ya que, estamos aquí y les mentí a mis padres. Espero que valga la pena.

—No estoy a favor de las mentiras, pero deben estar listos para lo que sea.

Ambos menores asintieron.

—¿El señor Soo-hyuk vendrá?

—No, se hecho para atrás y se quedara con Hae-soo viendo que el agua no desborde. Solo seremos los tres. —Camino hasta el vehículo que Do-il le había prestado para le viaje. —Arriba y cúbranse con las mantas, dejare mi mochila para que pasen desapercibidos. —Les guiño el ojo.

El azabache y el castaño se metieron en el auto acomodándose de manera discreta. Tanto Yeonjun como Beomgyu, estaba más que preparado. El menor practicaba algunas pocas cosas en la parte trasera de su casa, una que otra que le enseño su abuelo y el señor Park, quien era el experto de la ballesta y le dio sus conocimientos a Jungkook. Desde los nueve sintió fascinación por el arco, su abuelo lo entendió y el confeccionó uno de madera, con varias flechas para él, Yeonjun contento con el detalle ha cuidado el arco como lo más importante de su vida. Para él representaba la relación con su abuelo Jae-ik, una promesa de que aprendería a cuidarse de todo lo fuera a intervenir en su camino.

La mayoría de su familia no avalaba el que tuviera que aprender a defenderse, pues le decían que ellos lo harían por él en cualquier momento y como fuera, pero Yeonjun no le gustaba la idea. Queria aprender, defender así mismo y posteriormente a los demás.

Esta era su oportunidad de demostrar de que estaba listo para lo que fuera.

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Jaewook estacionó el vehículo al otro lado de la calle. A donde iban era un pequeño pueblo que estaba al paso, cerca de Jirisan. Eran pocos los lugares con casa o grande edificio, más bien toda la zona cercana a la montaña era rústica, lo que imposibilitada la aparición de caminantes. Por supuesto que tampoco se confiaban, con el paso de año estos aumentaban.

El mayor saco su machete y estuvo confirmando que estuviera despejado. Los dos muchachos miraban el ambiente bastante fascinado, pero el miedo igual estaba presente.

—¿Habrá caminantes, hyung? —preguntó Beomgyu asomándose por la ventana con sigilo.

—Puede ser, lo sabemos cuándo algo asqueroso se acerque —respondió Lee, a lo que Min y Jeon pusieron cara de disgustos—, pero no pasara nada si le atacan la cabeza. Recuerden eso.

Beomgyu y Yeonjun asintieron y regresaron a mirar por la ventana. De pronto, el movimiento del auto les aviso que Jaewook se había bajado para inspeccionar la zona con más seguridad. Ambos chicos lo miraban sorprendido, se notaba la costumbre, por la facilidad y confianza por la que caminaba.

Jaewook le hizo una seña con la mano para que bajasen del automóvil.

Sin más, lo hicieron. Con sus armas en mano comenzaron a avanzar entre el silencio y el ruido de los insectos que andaban por la zona. El grupo no tardo en oír un gruñido familiar. De lo poco que recordaba, era casi una primera vez que oía aquel sonido de ultratumba, a pesar del mal recuerdo lo reconocieron rápido.

El responsable de los sonidos fue apareciendo cada vez más. Era un hombre vestido con una jardinera de trabajo, estaba tan sucia y repleta de sangre que no se veía bien cuál era el color de la ropa. Caminaba mal, ladeado por culpa del brazo que le colgaba. Su cabeza con poco pelo y con aspecto casi en los huesos.

Yeonjun se asqueo un poco al verlo. Lo primero que hizo y para ver si era cierto, fue sacar su arco y una flecha, a punto fijamente y en solo respiro dejo que la flecha se clavara en el ojo del caminante. Sonrió satisfecho al ver que cayó como saco de piedras al suelo.

Jaewook lo miró y le sonrió.

—Bien hecho, Yeonjun.

Otro caminante más, de misma, aparecía, pero está una mujer vestida de traje, apareció detrás de un auto. La ropa de esta estaba destrozada, manchada y sucia tal como el otro caminante.

Esta vez, fue Beomgyu, que tomó su cuchillo y desde su posición, dando unos dos pasos, más atravesó el cráneo del caminante dejándolo caer al suelo. Yeonjun se asustó al ver la apariencia del infectado y a su asombrado por como su amigo manejo el arma sin titubear.

—Bien. Sigan alerta.

El grupo se adentró al pueblo. Mirando con cuidado que no aparecieran más caminantes. Por suerte, parecía que el lugar fue abandonado hace muchos años, quizás hasta las mismas personas que vivieron allí ya eran parte de la comunidad o simplemente corrieron a otras partes.

El grupo continúo avanzando sin toparse con más caminantes que implicará combata cuerpo a cuerpo, teniendo suerte en ello. Lo que no fue así, con lo que sus ojos se cruzaron al entrar al centro del pueblo. El local que buscaban y todo a su alrededor estaba quemado, calcinado y el olor a azufre aún estaba vigente, señalando que stock no fue hace mucho. A los más días hasta una semana como máximo.

Lee tomó de su cinturón una pistola con silenciador que traía en caso de emergencias. El lugar estaba vacío, lúgubre y sombrío

—¿Qué demonios...? —susurró Jaewook. —¿Qué paso aquí?

—Quemaron este lugar, pero solo está parte del centro del pueblo. —Habló Yeonjun, mirando rodó a su alrededor. —Parece haber sido controlado, y parece que fue hace muy pocos días.

—Lo que sea que haya pasado no nos quedaremos mucho tiempo. Demos una cuenta y si no encontramos lo que necesitamos volvemos. —Sugirió Jaewook mirando al par. —No me da buena espina.

El grupo comenzó a buscar en los alrededores de la ferretería las piezas necesarias para la bomba, pero era inútil, todo estaba quemado, derretido que ya no servía. Jaewook lanzó las piezas, enojado al ver que nada resultó como debía.

Por otro lado, Yeonjun se quedó sentado en la acera a espera que el mayor a cargo terminará. Miro a todos lados y debía confesar que las cosas no eran como quizás imagino.

Todo era horrible, el ambiente, el olor, nada era agradable. Claro que su abuelo Jae-ik le explicó que las cosas dejaron de ser hermosas cuando gran parte del país se marchitó y murió, convirtiendo a la gente en esos caminantes que devoraban sin mesura. El chico, mientras esperaba, miró la tienda de lado con curiosidad, camino hasta allí, limpió la ventana para ver el interior y solo era comida.

Al abrir la puerta, el tintineo de la campanilla sobre esta misma se oyó en todo el local de víveres hecho al natural. El niño entró asustado al haber tanto silencio.

Avanzo otro poco más y piso un trozo de vidrio. Se quedó inmóvil cuando un gruñido de su lado derecho llegó a sus oídos. Miró a aquella dirección y se percató que un caminante se arrastraba lento por el suelo, Yeonjun se asustó tanto qué chico con una estantería y cayó al suelo sentado. Se dio cuenta de que esté infectado, estaba sin piernas, dándole un asco enorme. Tomó otra flecha y la clavo con fuerza en el cráneo.

—Qué asco... qué asco —dijo cuando le salpicó sangre en el brazo. Se limpió con su ropa para ponerse de pie.

Antes de salir oyó otro ruido, aún más fuerte, proveniente del pasillo con el área restringida. Camino por los pasillos de la tienda mirando cada producto ya caducado. Al fondo vio un pasillo que decía Personal Autorizado. Claramente, iba a romper esa regla. Yeonjun entró al pasillo y miro puerta tras puerta, allí había cajas de varias mercaderías de la tienda, sin ver algo interesante. Escucho un gruñido.

Se aferró a su arco y coloco una flecha lista para disparar en cualquier caso de correr riesgo.

«Sé prudente y analiza tu entorno, Yeonjun. Analízalo.»

Se decía mentalmente recordando todo lo que su abuelo una vez le dijo como consejo. Para ponerlo en práctica, abrió puerta tras puerta revisando que estuvieran despejadas. Avanzo otro poco hasta que vio lo que tanto ruido provocaba.

Era un caminante devorando vorazmente un cadáver masculino de unos cuarenta años, no más. Al lado de él, una mujer de la misma edad, seguramente. El chico jamás vio como estos comían, pero particularmente, este comía más rápido, más hambriento...

Yeonjun tembló para lanzar la flecha, pero antes de que pudiera hacer algo. Sintió como le tapaban la boca y lo entraban de golpe a un cuarto oscuro. La mano no se apartaba de su boca y con la poca luz que entraba por la ventanilla vio que era un chico de su porte y de cabello rubio. Este le hizo una seña con su mano de que se calmara.

Shh... —Siseo finalmente.

Yeonjun no hizo más que quedarse inmóvil y ver como el ser caminaba y olía como loco cada parte. Sintió el terror cuando este entró al cuarto y gruñó más fuerte.

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Este salto en la historia marca gran parte de esta segunda temporada. Los dos menores crecieron convirtiéndose en adolescente con el afan de describir mucho allá. ¿Será bueno o malo privarnos de la realidad que rodea al mundo?

Y lo más importante. ¿Quién es esta persona desconocida con la que Yeonjun se topó?

Para acabar, quiero decirles que Yeonjun tomará una gran papel y protagonismo en esta historia junto a Beomgyu. Sólo esperen a leer los próximos capítulos. 👀

Gracias por leer.

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