XX
ESTÁ AQUÍ.
Para alguien que se encuentra en estado de pánico, este tipo de cosas la ponen aún peor. Mi mente comienza a crear cientos de escenarios donde ninguno termina bien.
"Está aquí."
¿Quién está aquí?, ¿Karla?
Solo de imaginármelo, mi corazón se acelera; su nombre causa sensaciones de estragos en mi ser, y me odio por eso. Tomo el papel y lo vuelvo a doblar, guardándolo en el bolsillo de mi pantalón.
Cayden se aparece ante Adler y mi persona, con una sonrisa radiante, aunque ésta no llega hacia sus ojos, los cuales, se encuentran vacíos, agonizantes en busca de un escape. Trato de sonreír también, aunque me cuesta tanto como a él. Adler, es la única con los ánimos en las nubes, abalanzándose a los brazos de su hermano.
—Basta de alejarte de mí. — Le reclama y puedo notar cómo el rostro de Cayden se contrae en tristeza; sabe que siempre de alguna u otra manera, se tienen que separar.
—¿Soy yo o estás mucho más alto? — Comento para aligerar el ambiente denso que se hace presente, causando una enorme sonrisa de orgullo en Cayden.
—¿Es eso posible? — Comenta Adler, observándolo de pies a cabeza— ¿Ya no medías 1,90? — Relamo mis labios, observándolo también de arriba abajo, contemplándolo sin ningún pudor.
—Al parecer sí estás más alto, y más... ejercitado. — Bromeo y sé que eso le aumenta el ego.
—Aunque me gustaría quedarme a que sigan hablando de lo mucho que he mejorado y de lo sexy y guapo que me veo, — comienza a hablar alzando el pecho más de lo debido— tengo que entregarles sus códigos de habitación. Nos vemos más tarde en el recorrido, y Adler...— Posa su vista en su hermana—, debes controlar tu pico, ya me informaron que arrasabas con todo lo que hubiera en el jet. — Adler se encoge de hombros.
—Ya te he dicho que eso no va a pasar nunca, comer es parte de mi vida y no romperé ciclos con la comida. — Se cruza de brazos, negando con un leve movimiento de cabeza; yo, en cambio, me limito a observar la pequeña discusión que se hace presente entre los dos, por cómo es importante comer pero a la vez es malo el exceso.
—Creo que iré a mi habitación, chicos. — Anuncio, aún sabiendo que no me escuchan.
Comienzo a caminar por los pasillos. Este lugar es algo diferente a otros que haya visto. Hay cientos de habitaciones, cada una con una pantalla en la parte superior que va indicando los números y algunas frases que puedo entender como: No molestar, Ocupado y Trabajando.
Aquí es cuando noto que ni la mayor tecnología del ferry se podría comparar a la que había en otros lugares como este.
El establecimiento está lleno de una combinación entre blanco y plateado, es una decoración sutil pero elegante y moderna a la vez. El techo es metálico, junto con las puertas, permitiendo que el lugar sea frío.
Camino por unos cuantos minutos más hasta llegar a una gran puerta de metal rojizo con una pantallita que indica el número 312. Me da un pequeño bloqueo mental al observar la puerta.
¿Dónde ingreso los códigos?
Antes de que pueda procesar algún movimiento, escucho detrás de mí cómo una de las puertas es abierta.
—Toca la pantalla. — Quedo paralizada al escuchar la voz de Barnett— La pantalla emitirá unos pequeños sonidos y solo tienes que dictarle los códigos.
—Era algo que podía descubrir por mí misma. — Respondo de manera tajante, y él frunce los labios sin saber qué decir.
—¡Stone! — Una voz masculina y gruesa, grita en el otro extremo del pasillo, y Barnett se yergue.
—¿Me solicita, Coronel? — Se aleja junto con la voz, dejándome de pie junto a mi puerta.
"—¿En serio creíste que en un mes ibas a ser parte de mi vida al nivel de amarte?, ¿de quererte?"
Cierro con fuerza mis ojos al recordar sus duras y frías palabras, el día en que más lo necesité y me cerró las puertas. No me interesa lo que tenga para decirme, no quiero ni saber qué hace aquí. No me interesa lo que es de él, desde el momento en que lo vi con esa arpía.
Respiro profundo, con el corazón acelerado, y tomo impulso para tocar la pequeña pantallita. Brilla y un una línea curva con dos puntitos por encima, aparece, mostrando una carita feliz.
—¡Hola! Sé bienvenida. Mi nombre es 312, y me encargaré de que tu estadía conmigo, sea lo mejor. Por favor, díctame los códigos para así, poder reconocerte. — Doy un respingo al escuchar la voz robótica y femenina a la vez, que emite la pantallita.
Una puerta que habla. Interesante.
Pensar en ello, me hace recordar con tristeza a Charles. No sé nada de él ni de mi flucky, desde mí... secuestro.
—Entonces, ¿puedo comunicarme contigo? — Los puntos titilan, simulando un pestañeo.
—Estoy programada para atender a mi huésped; existo para darle lo que necesite, eso incluye conversaciones. — Sonrío ante sus palabras, extrañando los momentos con Charles.
—¿Si dicto los números, alguien más no escuchará y podrá entrar a mi habitación?
—No, señorita. Estoy programada para un solo código; así que, solo podré reconocer a mi huésped, al menos que éste desee que otro entre.
¿Dónde estarás, Charles?
Río en mi mente ante el pensamiento tonto que se crea entre Charles y 312.
Observo hacia todos lados, desde un tiempo para acá me he convertido en una persona alerta, y si estoy hablando con una puerta, puede que aún más. No sé qué pasó por la cabeza de las personas que decidieron crear una puerta parlante.
—Si es así, entonces mi código es... — Le dicto cuatro dígitos que al final logran hacerla cambiar y sonreír más.
—Bienvenida, Kelly Alice Rider. — Me sobresalto al ver cómo la puerta se abre por sí sola—Espero hacer de tu estadía, el mejor momento.
Tímida, doy cuatro pasos hacia dentro, topándome con un cuarto hermoso pero simple. Los colores son los mismos que decoran las paredes afuera; blanco y plateado. Al fondo se haya un gran ventanal con vista hacia la pista de aterrizaje; En una esquina luce la cama tipo matrimonial con sábanas perfectamente arregladas y dobladas, son blancas como la nieve.
La puerta se cierra tras de mí, al ya estar completamente adentro, y avanzo admirando la calidez que transmite la pintura blanca con los contrastes plateados.
—¡Hola!, Kelly. — La voz robótica se escucha en ecos por todo el establecimiento. — Aquí podrás contar con una cama matrimonial, un pantalla plana en el cual podrás observar las noticias o lo que desees, un gran clóset de cinco compartimientos, un baño con tina y ducha, manejadas por mí misma, y un balcón que te permitirá observar tu área de trabajo.
Recorro un poco más y me lanzo en la cama, disfrutando la suavidad.
¿Desde cuándo no sentía la calidez de una cama de este tipo?
¿Desde cuándo no estuve envuelta en preciosas sábanas?
Cuando estuve en el internado, no tuve más que una camilla estrecha de metal, cubierta por una fina capa de seda, la cual no me cubría ni daba el calor necesario para las noches heladas.
Suspiro, disfrutando el aroma y cierro los ojos con fuerza; me duelen de tanto llorar y seguramente están hinchados y rojos, y aunque las ganas de continuar llorando siguen latentes, no suelto más.
Ya lloré lo suficiente, debo actuar.
Hay una misión qué cumplir y sé que dicha misión me presentará en bandeja de plata a Karla Smith, a quien destruiré yo misma. La amabilidad y gentileza de Kelly Rider se terminaron, esa mujer quebró una parte de mí, me destrozó y se burló en el proceso; pero ahora, yo le haré peor. La dejaré en el suelo, la haré sentir como yo me sentí estando atada a ella, atacaré su mente, la manejaré a mi antojo y al final me vengaré como he estado planeando en silencio desde el primer día que estuve encerrada.
La destruiré a ella, a su ejército de hombres, y no solo eso, también iré por aquellos que hace cinco años abusaron de mi mente, de mi cuerpo y de mi alma; ellos iniciaron el trabajo que posteriormente Karla iba a continuar; pero ya nadie podrá dominarme, ya nadie tomará mi cerebro, mis pensamientos, ni doblegarme; ahora ellos se doblegarán ante mí. Los haré caer para que así, dejen de atormentar a más personas como yo; para que dejen de usar sin consentimiento, la mente de personas que son diferentes. Por ellos, por mí.
—¿Baño de espumas? — 312 habla y río abiertamente. Una risa llena de algo que no sé explicar, es una mezcla entre alivio, alegría y ganas de, venganza. ¿Risa macabra?, sí, se podría decir que sí.
—Con aroma a rosas, 312, por favor. — Pido. Relajarse ayuda a pensar mejor, y yo necesito descanso después de tanta tragedia.
Me levanto de la cama, y comienzo a desvestirme. Me tomo mi tiempo, dejándome llevar por el tacto, percibiendo cómo la tela se desliza por mi cuerpo. No es algo que cualquiera tomaría su tiempo por disfrutar, pero yo lo necesitaba. Necesitaba el silencio acogedor, ese que me dice que estoy segura. Necesitaba poder quitarme la ropa sin miedo a que me estén observando. Necesitaba poder disfrutar de mí y la soledad que protege y consuela. Me necesitaba a mí. Y aquí estoy.
Después de unos minutos, 312 tiene lista la tina y no dudo en meterme, permitiendo que el calor del agua me toque. Suspiro ante la rica sensación de las burbujas. El olor a rosas inunda mis fosas nasales y me sumerjo completamente.
—312, ¿puedes reproducir música?
—¿Qué desea escuchar? — No tengo que pensarlo mucho, las canciones que siempre me han escuchado, son de años atrás. Mi madre me inculcó su gusto para la música.
—Part Goddes Part Gangster. — De inmediato, la canción comienza a reproducirse, y me dejo llevar por las notas musicales y con un ritmo fuerte que pone a mi cuerpo a vibrar.
See that girl
Halo on her head
Eyes that burn with a devilish stare
Pocketknife hidden in her smile Watch her move likes a best in the wild She flies with angels.
Disfruto cada palabra de la canción. Cantándola a todo pulmón.
That's the Price they pay
For continuously underestimating her
She flies with angels
She runs wolves
Part goddest, part gangster
Me preparo para mi parte favorita, aquella que me define, aquella con la que me identifico.
My alter ego
You know she's such a queen
Unapologetic and so much braver than me If only I knew in my heart That someday I could be.
Soy una reina, una diosa. Nadie me puede parar y nadie me va a parar. ¿Duele? Sí, no creo que deje de doler después de un largo tiempo, pero no me quedaré acostada en la cama llorando al pasado; avanzaré con mis cicatrices y tomaré lo que es mío y reinaré por encima de los que me hicieron daño, porque Karla no es la única que quiso destruirme.
Part goddest, part gangster
Part honest, part prankster
She flies with angels
She runs wolves
Diamonds and daggers
She's mercy and anger ...
That's the price they pay
For continuously underestimating her.
¿Arrogante?, tal vez. Pero yo no voy a negar lo poderosa que me siento en estos momentos. Siempre fui de valorar mis virtudes y dones. Sé muy bien que para perder, no nací. Y, aunque tuve una temporada de bajones en los cuales no sabía quién era ni qué hacer; creo que todos en algún momento de la vida pasamos por situaciones así, donde las situaciones adversas te orillan a la preocupación y la duda; el miedo y el pánico. Y no miento, siento temor; están aún reciente las cicatrices, no solo las físicas, sino las del alma; pero no me dejaré vencer por el miedo, porque más que miedo, tengo odio y rencor, quienes le superan en nivel, y haré lo que sea con tal de saciarlas.
Solo una vez perdí el control de mi vida y pensamientos, y no me va a volver a suceder.
**
A las dieciséis horas en punto, 312 me comunica que los soldados están en el establecimiento, para el recorrido. Así que, con un jogger de color gris, una camisa negra y un moño alto, salgo de la habitación. Prevenida doy algunos pasos, anteriormente vi a Barnett y no deseo volver a encontrármelo.
Al salir, quedo paralizada al observar a Terry entre el grupo de personas.
¿Cómo me pude haber olvidado de ella?
Sin pensarlo dos veces camino rápidamente hacia ella y la envuelvo en mis brazos.
—¡Kelly!, preciosa. ¿Estás bien? — La observo con nostalgia. Ella se llevó la peor parte y aun así, se preocupa por mi estado.
—Eso no importa. ¿Tú estás bien? — La reparo de arriba abajo, notando más marcas que la última vez que la vi. Su cuello se encuentra de un morado intenso y sus brazos no disimulan las líneas causadas por los cables y las descargas.
—La doctora dijo que estoy bien, solo algunas quemaduras por parte de la electricidad, me molestan algo, pero con tratamiento mejoraré. En cambio, mi estado emocional... — Bajo mi rostro en vergüenza. Nada de esto hubiera pasado si tan solo ella y yo no hubiéramos creado un lazo. La atacaron gracias a mí, y eso es lo que quiero evitar en el futuro, que más personas sigan sufriendo sin razón. No lo anularé, pero al menos espero disminuirlo.
—Lamento que hayas pasado por eso. Si yo no... — Me interrumpe, tomando mi rostro entre sus manos. En el tiempo que pude compartir con ella, hemos creado un lazo en el cual puedo observarla como si fuera una hermana mayor. Tiene aproximadamente unos veintiocho años.
—Esto no es tu culpa. Ellos me tenían incluso antes de que aparecieras. — Suelta una risa amarga, seca y llena de resentimiento, no hacia mí, sino a Karla y a aquellos que le hicieron daño obedeciendo sus reglas—. Es increíble cómo convirtieron a una experta en enfermedades y trastornos mentales; en alguien que padece de ellas. —Sus palabras me toman por sorpresa y no evito la pregunta que suelto.
—¿Experta en trastornos mentales? — Muerdo mis labios, sintiéndome apenada por la pregunta sin prudencia. Ella en cambio, aprieta fuertemente sus ojos, como si esas palabras le acusaran un enorme dolor, y eso solo aumenta mi pena.
—Una vez fui psiquiatra. No suena bonito, pero en realidad amaba mi trabajo. Ahora con esto, en lo que me he convertido, no estoy segura de volver a ejercer mi profesión; no estoy en mis facultades mentales para ello.
—No lo veo imposible. —Respondo, sabiendo muy bien que ella puede recuperarse.
—No puedo atender a personas con trastornos compulsivos, ansiosos ni mucho menos con estrés postraumáticos, si yo misma padezco de cada uno de esos trastornos. — Su vista se topa en las marcas de sogas en sus manos, observándolas con dolor y odio. Yo, en cambio, me limito a observarla, sin dejar de pensar en el daño que le ha causado todo esto, y con más odio hacia Karla.
—Si ya estamos todos, empecemos el recorrido. —Escucho a Jason a lo lejos, y Terry yo cortamos la conversación de manera abrupta.
Mi vista comienza a recorrer todo el lugar, evaluando a cada persona que se encuentra en el lugar, y aunque algo me dice que faltan algunas personas; Jason comienza a andar. En sus pasos se nota lo cansado y harto que se encuentra de este lugar. Está aquí por castigo, en contra de su voluntad. Debería estar en algún otro país librando batallas para que así, todo acabe. Es el mejor de los mejores, y aun así, se encuentra recluido en un centro que no hace más que ponerlo a hacer recorridos y trotar.
—¡Esperen! —Todos nos detenemos al escuchar al unísono voces femeninas, que en definitiva se me hacen conocidas.
Adler, Amaia, Mónica y ¿Jenny? , aparecen corriendo con afán para alcanzarnos. Sonrío abiertamente al contemplar la locura que acaban de cometer.
—¿Me explican la razón por la cual, las cuatros hayan llegado diez minutos tarde? — Recrimina el General y todas se encogen menos Jenny y Adler.
—Sí. No podíamos llegar al recorrido luciendo harapos. — Adler es quien respondo y sin control alguno río, logrando que Jason me lance una mirada asesina.
—Perdón señor, no volverá a pasar. —Amaia es quien se disculpa, caminando hacia el grupo de personas, deteniéndose cerca de mí para observarme con sutileza; las demás le siguen y noto la intención por parte de Amaia y Mónica de querer abrazarme, pero no lo hacen, gracias al regaño recibido.
—Bueno, sigamos. — Gira sobre sus talones, avanzando. Estamos rodeados por los capitanes de cada tropa, por ende, Cayden no se encuentra entre mostros.
Primero recorremos la cancha de entrenamiento, nada especial, ya que, solamente cuenta con pistas de trote y fuerza. Luego, paseamos frente a una gigante casa de color blanco tan chillón que no puede pasar desapercibida. Unas cuantas personas se pasean de un lado a otro con batas de laboratorio, carpetas y gafas.
—Este es el área de laboratorio bioquímico. Aquí, donde ustedes están, se están evaluando las posibilidades de una futura cura y erradicar el simbionte, de la tierra. — Todos hacemos un pequeño silencio, admirando el establecimiento que podría ser la salvación del mundo entero—. En este lugar se hallan los científicos y médicos más importantes del mundo. O al menos, una parte de ellos. — Jason me dedica una mirada fugaz, o es lo que percibo, ya que, fue tan rápida que no logro descifrar si fue real o solo una ilusión.
—¿Aquí también podremos participar? — Alguien pregunta con tanta fascinación en su voz, que incluso Jason sonríe feliz por la pregunta.
—Si pasan la prueba, sí. — Al momento de responder, la doctora Russo se aparece con tres más detrás de ella. Sus pasos son elegantes, persuasivos, hipnotizantes. No se parece en nada, a la mujer asustadiza y nerviosa, que hablaba con Karla, aquella noche en el ferry.
—¿Disfrutando el recorrido? —Pregunta con tranquilidad. Los nervios se esfumaron y ahora solo queda una mujer alegre y segura; tan segura de sí misma que me transmite la misma tranquilidad y paz; me hace sentir, por alguna razón, que puedo confiar en ella.
—Ya nos íbamos, doctora. — El General, le informa con seriedad, pero ella solo realiza un gesto despreocupado.
—Oh, no se enrolle, señor Smith; me encantaría que pasaran para que puedan conocer el laboratorio y a los científicos que nos acompañan. — Todos, volteamos a vernos los rostros. Unos se ven con duda, otros con emoción y otros, simplemente no muestran ninguna emoción.
—No creo que podamos rechazar la invitación, señorita. Muchas gracias.
Avanzamos con cautela y esta vez, el recorrido lo dirige la doctora Russo. Por lo que puedo notar, ni Jason había entrado a este lugar, jamás.
Al entrar, siento un choque emocional. La respiración se me acelera, mi cuerpo comienza a temblar y todo me da vueltas. El lugar produce una sensación tan conocida y aterradora en mí, que no encuentro la manera de estabilizarme.
Mesas de metal, computadoras de alta tecnología, camillas y centros de experimento.
Blanco, negro, azul celeste.
Él.
Y es cuando entiendo dicha nota de esta mañana.
Está aquí.
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