Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XVIII

REALIDAD

Kelly. 

Pitidos que me atormentan son los que me llevan a despertar. Trato de abrir los ojos pero una fuerte jaqueca me lo impide. Los pitidos cada vez son más fuertes y el miedo me abarca al recordar ese tan familiar sonido. 

No más. 

No más, por favor. 

Intento levantarme pero lo que para mí son cientos de voces y brazos, me detienen. 

—Tienes que mantenerte en calma—me dicen pero yo no hago caso, intento soltarme. 

— ¡No van a seguir usándome! —grito y esta vez, logro ver el panorama completo. Es una sala de hospital. Temo lo peor y me encojo como puedo en la camilla donde estoy—. No soy un experimento—susurro lo último, metiendo mi cabeza entre las piernas. 

Estoy cansada, exhausta, adolorida. No quiero seguir. 

—Tranquila...— Intentan tomarme de las manos, pero no se los permito. 

—Basta. Basta, por favor. 

—Nadie te hará daño, Kelly. Solo déjanos atenderte. Ya estás a salvo— Alzo mi rostro y jadeo al observar a la mujer que me dirigía la palabra. 

Ojos esmeraldas. 

Tengo que apartar mi vista para que esos ojos dejen de traerme recuerdos. 

Barnett. 

Comienzo a observar a mí al rededor y solo dos personas más, se encuentran en la habitación. Una de ellas está hablando por teléfono sin despegar su vista de mí; un hombre alto con cabello castaño y ojos grises. La otra persona me hace jadear y lágrimas amenazan con invadirme. 

Rizos castaños, ojos miel tan claros que podrían ser amarillos, piel acaramelada y un brillo tan particular que siempre me hará sentir en paz. 

—Adler— pronuncio y ella, sin pensarlo dos veces, salta a abrazarme, lo cual correspondo con igual entusiasmo. Llora sin despejarse de mí. 

La extrañé. La extrañé demasiado. 

—Vuelves a asustarme de esa manera y te juro que seré yo quien me coma tu plato de pasta con queso brie—río y la aprieto más contra mí. 

—Tuve mucho miedo, Adler. Sigo teniendo miedo—confieso, no importándome la presencia de los dos extraños. 

—Lo sé, pequeña. Pero ya estás a salvo— El hombre se aproxima, colgando la llamada en su blips. 

—Kelly...— Adler se aparta, dando paso al extraño. Su cercanía causa una sensación de familiaridad en mí. 

—Señor Clarkson, no creo que sea adecuado en estos momentos. Ella aún no está apta para— La mujer de ojos esmeralda, es interrumpida por el señor.

—Iré a ver cómo están los demás. Luego, luego te veo, Kells— Mi corazón da un vuelco al escuchar el sobrenombre. Por alguna extraña razón, no quiero que se vaya, pero lo dejo ir. 

— ¿Deseas tomar algo? —la hermosa mujer se pasea por el recinto, buscando algún implemento que desconozco. 

—Lo que deseo es dejar de estar atada a camillas, sueros y máquinas que marcan mis latidos. Estoy cansada de esto— Me hago un ovillo en la camilla. La Kelly de hace meses se reiría de esta chica. La Kelly de hace semanas hubiera regañado a la mujer que está llorando en una esquina de una camilla de hospital. La Kelly de hoy..., ni siquiera sé si hay Kelly, solo hay una mujer quebrada, sin fuerzas ni ánimos. 

Todos tenemos un punto de quiebre en nuestras vidas. Todos decimos "Puedo", ante las situaciones desconocidas, sin habernos enfrentado directamente con ellas. Fui de quienes se creían invencibles, hasta que me quitaron la venda y me hicieron ver que no es así. ¿Lo podré superar? No sé, tal vez sí; pero la marca sigue ahí. 

Marca...

Por instinto llevo mi mano a mi pecho y con dedos temblorosos recorro la piel. 

Ahí están. 

Un ataque de rabia me abarca. 

La odio. 

La odio. 

La odio. 

— ¡Kelly, calma! —me piden pero no soy consciente de nada. Solo sé que mi cuerpo actúa en automático, lleno de cólera. Doy golpes a la camilla, a la almohada y a todo implemento que me encuentro.

Cada golpe es un recuerdo que me atormenta. 

Uno: Cables penetrando mi cuerpo, dejando marcas dolorosas. 

Dos: Karla interrogándome en salas que por alguna razón, causaban sensaciones traumantes en mí. Interrogatorios llenos de preguntas crueles, escarbando en lo más profundo de mi mente. 

Tres: Peleas cara a cara con contagiados. 

Cuatro: El rostro de Barnett a través del cristal de las celdas. 

Cinco: El simbionte intentando entrar a mí, quemando mi piel y causando esto que ahora me ha marcado de por vida. 

De ahora en adelante cada que me observe en el espejo, no podré verme de la misma manera, no podré disfrutar de mi reflejo; no seré la misma. Y no me va a importar lo que me digan, ni siquiera me importa lo que sé que yo misma me hubiera dicho; que me llamen débil, tonta o exagerada; yo sufrí mi dolor y yo solo sé, cuánto cala en mí; yo sola sé lo que me ha causado y lo doloroso que es. 

Al final, me toman por los brazos deteniendo mi ataque. 

—Es necesario que se calme, señorita—me zafo bruscamente del agarre. 

—Lo que es necesario es que me dejen tranquila. No quiero máquinas, no quiero médicos ni enfermeras— Adler intenta tocarme pero me aparto—. Por favor.

—Le pediré al Coronel que habilite una cabina para ti, entonces—La mujer se retira, dejándome a solas con Adler. 

— ¿Quieres algo de comer? —Me pregunta y no hago más que negar. Suspira y se sienta a mi lado. 

— ¿Cayden y Jason? —mis palabras denotan la angustia que siento por ellos. No tengo la menor idea de lo que pasó después de aquel día que nos enfrentamos a los contagiados. 

—El día que…, que te capturaron, hubo un ataque. Cientos de hombres con uniformes negros y rojos atacaron el lateral derecho del ferry, te dejaron en la sala de entrenamiento y salieron a responder el ataque. Todo fue una distracción para tomarte a ti y varios implementos de los laboratorios— Se detiene a verme con tristeza—. Después de eso, Jason fue llamado por el consejo general del FBI, con órdenes inmediatas de que él junto con sus tropas, fueran a la sede principal en Estados Unidos. Confinados a entrenar allí. Sancionados, sin derechos a salir ni atacar, hasta que el consejo lo ordene. 

—Un castigo—Respondo sin dejar de verla. 

—Jason falló, no logró dar buenas órdenes desde el momento en que los contagiados se escaparon. No logró impedir un ataque en su propio ferry, y cientos de implementos, financiados por el FBI, habían sido robados. El consejo salió furioso con sus actitudes— Frunzo el ceño. 

Sé que Jason no es perfecto, pero sus habilidades como soldado, como General, son indudables; no creo que hayan sido erróneas sus órdenes, y mucho menos creo que no haya podido con el ataque. Ha conquistado guerras más fuertes, donde el enemigo le dobla en número, ha llegado a donde está por sus estrategias, único General en el mundo con doble medalla en astucia y habilidad; nada de eso lo tuvo en vano, así que, todo me parece extraño. 

—Supongo que la liberación de los contagiados, también fue una distracción. Karla podía controlar todo desde dentro. 

—Esa mujer es una arpía— Mi mente vuelve a traer recuerdos en el confinamiento, así que, decido cambiar de tema. 

— ¿Dónde estamos? 

—Jet privado del Coronel Clarkson. Camino a la sede Americana. Pero supongo que yo no tengo más respuestas, las tiene otra persona, que aunque no te guste, te las tiene que dar— La observo en confusión. 

— ¿Cómo llegaste a acá? — Cambio de tema, no queriendo saber. Se encoge de hombros, con una expresión aburrida. 

—Me encontré con alguien que me brindó su mano—Se levanta y besa mi coronilla—. No te preocupes por Amaia; está a salvo, después del ataque, cientos de jets y helicópteros, ayudaron a los tripulantes del ferry, a llegar a lugares seguros. Amaia está en este. 

 
**

Después de conversar con Adler, me dieron de alta y me transfirieron a una pequeña habitación. Este jet es lo más extraño que alguna vez, pude haber llegado a ver. Es gigante, con pequeños compartimientos que si se puede, se llaman habitaciones. Un pequeño comedor y cientos de asientos. Parece una mini versión del ferry, y claramente todo es de alto lujo. 

— ¿Es posible que esto vuele tan alto y tan rápido?—Le pregunto a Adler, al sentarme a su lado en los asientos. Esta es la única parte en la que parece un Jet.

—Si no lo fuera, no estuviéramos aquí—bromea y recuesta su cabeza en el espaldar—. Sinceramente, admiro a las personas que construyeron esta máquina de vuelo. Quiero de lo que consumen—río con ella, y es algo que no pasa desapercibido—. Es bueno, ser la causante de una risa. Has pasado por tanto.

—Todo ha sido muy extraño—respondo, desvaneciendo mi sonrisa. 

—Con su permiso, señoritas— Me congelo, al escuchar la voz que se hace presente detrás de mí. 

—Ah, no te preocupes—Adler, realiza un gesto despreocupado, pero yo no puedo más, que verlo en shock y con rabia acumulada. 

— ¿Puedo sentarme por acá? —intenta sentarse pero mis palabras lo interrumpen. 

—Aléjate—Pido con temor. Mis manos comienzan a temblar y mi mente no para de reproducir el momento en que lo vi, con el uniforme rojo y ese logo perturbador; no para de reproducir cuando le supliqué que me ayudara y no hizo más que ignorarme y observar mi pelea con cientos de contagiados. 

—Kelly…—Pronuncia mi nombre, y solo ese acto rebosa el vaso de mi cólera y ansiedad. 

— ¡Cállate! —Adler toma mi mano y me mira con preocupación. 

—Calma, es Barnett—Aparto su mano de la mía, y lágrima de coraje comienzan a rodar por mis mejillas. 

—Permitió que me torturaran. ¡Estaba con ella! —Estallo y me levanto para enfrentarlo. 

—Kelly yo, no estaba allí porque quería—Una vibración desde muy dentro de mí, toma fuerza y junto con un impulso, me lleva a hacer lo que tanto quería hacer desde que lo vi en el confinamiento. Mi mano se estrella con su mejilla, con una velocidad que ni él pudo captar, no dándole chance de apartarse. 

— ¡¿Qué haces acá?! ¿Colectando información, para tu ama? ¿Vas a ir con información preciada para llevársela y lamerle los pies? —Soba el área afectada y sus ojos esmeraldas me observan con tristeza. 

—No hice nada de lo que hice porque quisiera. Tienes derecho a golpearme, a gritarme y a recriminarme. Mis actos son imperdonables. Pero todo fue por una razón, razón que no entenderás, ni tampoco espero que lo hagas— Fija su mirada en mí, una mirada intensa que solo por un pequeño segundo, me aliviana, pero solo eso, un segundo—. Cada acto ha sido por ti, cada enfrentamiento ha sido por ti, porque te quiero. Te has metido tanto en mi alma, que ahora no hay una razón que no seas tú. Y si me odias, lo aceptaré, yo puedo querer por ambos.

—No me importa nada de lo que digas. Sea verdad o no, ¡no hiciste nada para evitarlo! —Me le acerco más, dándole una mirada mordaz, dura y fría, tal y como la que me dio aquel día—. Vas a tener que querer por ambos, porque mi odio por ti apareció desde el momento que te vi con ese repugnante uniforme. Todo lo que significabas para mí, todo aquello que había calado en mí, con tu nombre, se desvaneció en el momento que te sentaste a ver cómo me torturaban y no hacías nada. 

Me aparto de los dos, observando a Barnett sobre mi hombro. 

—Ahórrate las explicaciones, que no las quiero—Termino, zanjando y retirándome. 

No presto atención a nadie, no me interesa prestarle atención a nadie. Solo quiero que esta tortura acabe; quiero despertar de esta pesadilla, llamada caos. 

Me encierro en mi pequeña habitación y suelto todo lo que tengo atorado. Lloro a gritos, torturándome a mí misma, autodestruyéndome. Todo ha sido muy fuerte en estos meses. Ha sido cansino, doloroso y todo tan rápido que no me ha dado tiempo de procesar nada. Tengo todo acumulado, amenazando con asfixiarme y aplastarme. Deseo matar este sentimiento, huir y estar tranquila. Extraño a mamá y a Magui. Siento que he acabado con todo lo único que importaba, lo que amaba. Incluso me destruí a mí misma. Quizás debí ser más fuerte, quizás fui débil y me dejé vencer muy rápidamente; pero ese Quizás, no me importa, no importa haber sido fuerte; a veces solo quiero dejarme caer, por estar cansada de tanto luchar. 

Se les informa que el jet aterrizará en poco menos de media hora, en Washington D.C. Por favor, mantenerse en sus asientos o compartimientos, con cinturón de seguridad— La voz, de quien supongo es el piloto del jet. 
 
Recuesto mi cabeza en la puerta del baño. No quiero más lugares, ni más cambios; estoy cansada de estar de un lado a otro. 

Un piqueteo en la puerta de mi compartimiento, me saca del ensimismamiento en el que me encontraba. 

—Kelly, querida necesitas tomarte un medicamento porque el descenso puede afectar tus defensas— Se trata de la misma mujer que me atendió hace unas horas. 

—No quiero nada que tenga que ver con medicina—respondo sin abrir la puerta. 

—Pero puedes decaer si no te tomas nada, aún sigues débil— Paso mis manos por mi cabello, hastiada de tanto. Mi vista recae en el espejo, observándome cara a cara por primera vez en un mes. Lo primero que noto son las manchas oscuras debajo de mis ojos; lo segundo son los pequeños moretones en brazos y rostro; en mi cuello se encuentran aún vigentes las marcas de los cables. Por último, observo la quemadura en mi pecho, es doloroso y asfixiante de solo verla. Más lágrimas amenazan con salir, pero me contengo. 

—Ya no hay nada que tumbar, señora. Ya todo está caído. Créame que un descenso no podrá conmigo, porque yo ya no estoy. 

Se hace presente un silencio por durante treinta segundos, hasta que decide romperlo.

—Si es así, yo estoy aquí si me necesita y no solo por medicamentos— Termina y se retira.

No tengo a nadie más que a mí misma en esto. Pueden haber mil a mí alrededor, pero sé que ninguno es capaz de afrontar mis demonios, conmigo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro