XIII
COLATERAL
-Creo que deberíamos volver mañana-le digo a Cayden, mientras nos dirigimos a las escaleras, para subir los niveles. Él me observa sorprendido.
- ¿Estás segura?, no quisiera que...-lo callo.
-El que logre mirar más de media hora, se gana un batido de oreo-ofrezco.
-Hecho.
De repente, a unos cuantos metros, comienzan a hacerse presente unos gritos desgarradores, que nos ponen alerta.
- ¡Otro contagio!-unos aproximadamente diez hombres, con uniformes médicos, salen tras los gritos. Y por instinto, Cayden y yo corremos en dirección a ellos.
Al llegar, mis piernas se congelan; mi respiración se desestabiliza y mi corazón da un vuelco, ante la vista que se cierne frente a nosotros.
- ¡No!-grito tratando de correr hacia ella- . Por favor no. No. No. No.
- ¡Kelly, aléjate!-no le hago caso a nadie, solo trato de tomar la mano de Magui, quien se retuerce en el suelo.
Un roce... Un solo roce que hizo que ella estallara. Primero un brillo intenso adornó su cuerpo; luego un grito aún más desgarrador dejó su garganta, y finalmente calló al suelo, inerte.
- ¡Magui!-me lanzo a ella con lágrimas en los ojos-. Por favor no me dejes. ¡No me dejes!-me niego... Me niego a perder lo único que tenía además de mamá- ¡Te lo prohíbo!-dos de los hombres toman mis hombros tratando de alejarme- ¡Suéltenme! ¡Suéltenme!-logro zafarme un momento; sin embargo, logran tomarme de nuevo.
-Señorita, tiene que calmarse-me piden, pero no puedo... Simplemente no me puedo calmar, al ver que yo... Que yo misma acabé con una de las personas que más he amado.
- ¡Magui! ¡Magui!, mira, atrapé una luciérnaga-mi yo, de seis años se le acerca, con entusiasmo. Mamá estaba en el trabajo, y Magui decidió mostrarme la cantidad de luciérnagas que yacían en nuestro patio.
- ¿Pero qué tenemos aquí?, una pequeña y hermosa luciérnaga-mi emoción era tan grande que su sonrisa sólo me hizo alegrarme más.
- ¿Puedo quedármela?-le pregunté, mientras abrazaba el frasco en el que tenía el insecto.
-No lo creo, mi amor. Éstas pequeñas están creadas para vivir en las afueras. Quedártela impide su propósito-la observé en confusión.
- ¿Cómo que propósito?
-Su razón de ser. La luciérnaga fue creada para vivir libre, volando a las afueras. Así como tú..., tienes un propósito el cuál debes descubrir, pero nunca lo harás si te quedas encerrada en un frasco; así como lo está la luciérnaga, justo ahora-explicó detenidamente, mientras me observaba con dulzura.
- ¿Mi propósito también es volar en las afueras?-pregunté, mientras observaba con fascinación el frasco. Ella rió.
-Supongo, que de más grande lo averiguarás-seguido de aquello, decidimos liberar a la luciérnaga. Viéndola volar y titilar en la oscuridad.
Lloro sin control, mientras los hombres me sacan a rastras del lugar. Cayden corre tras ellos, gritando mi nombre.
- ¡¿A dónde la llevan?!-pregunta, cuando logra estar un poco más cerca. Ninguno responde, solo siguen llevándome, mientras yo trato de soltarme.
No quiero que me hagan daño.
Uno de ellos, parece cansarse de mi forcejeo, ya que, me propina un golpe en el costado de mi cuello, que logra dejarme en blanco.
**
Mis párpados duelen, una jaqueca me toma fuertemente y quiero moverme pero se me hace imposible.
Abro con dificultad mis ojos y aunque no puedo escuchar nada, trago fuerte ante lo que se viernes frente a mí.
Una máquina cardíaca a mi lado, transmite mis latidos. Un vía intravenosa me suministra algún tipo de suero y un montón de médicos me observan desde una ventana como si fuera algún trozo de carne o algo que necesitan descifrar.
Mis oídos comienzan poco a poco a escuchar y son unos murmullos a mí lado lo que logro captar.
-Es imposible que con solo tocar a un contagiado, éste haya muerto-es la misma voz de aquella mujer, que escuché hablando en el comedor con la doctora Smith.
-Es aún más imposible que no contragiera el virus. Ya me habían mostrado sus análisis anteriormente y es como si... Entre más se expone al simbionte, más inmune se vuelve a él-mi pulso comienza a acelerarse ante la voz de Karla.
Nuevamente me sumo en oscuridad por un tiempo indeterminado, ya que, despierto y noto que han pasado unas cuantas horas.
Ya no hay doctores observando, solo se encuentran dos personas frente a mí, discutiendo.
-Necesito que la saques de este lugar, ya-es Jason con su hija.
-Tenemos los derechos de analizarla para descubrir-la corta con una mirada tan oscura y fría, que simplemente ese acto, la hace callar.
-No tienes el derecho de nada. Los derechos se implementan con consentimiento. Ella está aquí fuera de su voluntad. Así que te agradecería que la saques de este lugar, o me veré obligado a quitarte todo mérito y posición-ella lo observa estupefacta.
-Si descubrimos qué hay en ella, podemos salvarnos a todos-intenta convencer pero él solo suelta una risa amarga.
-Conozco tus métodos. No le preguntarás qué quiere y cómo quiere contribuir. La tomarás a la fuerza y la expondrás a métodos tortuosos-una sonrisa torcida y aterradora, decora el rostro de la doctora.
-Bien, les avisaré que le den de alta-sale, dejándonos solos a Jason y a mí.
-Pequeña chismosa-habla cuando se percata que estoy despierta.
-No puedo ser chismosa, si las discusiones son en frente de mí-ríe, sentándose a mi lado.
-No hay nada de malo en ti, ¿Okey?-se nota cansado-. Ni siquiera sé por qué estás con suero-observo la pequeña aguja que atraviesa mi vena.
-Quizás cuando aquel hombre me golpeó, mis defensas-me interrumpe.
- ¿Cómo que te golpearon?
-Ah, sí... Eso-frunce el ceño, molesto. Una pregunta surge y no puedo evitar soltarla-. Oye... ¿Por qué haces tanto por mí?-no se esperaba la pregunta. Traga grueso analizando qué decir.
-Hay que sacarte de aquí cuánto antes. Ese suero debe estar haciéndote mal-esquiva la pregunta.
- Haré de cuentas que no evitaste mi pregunta.
-Hay respuestas a preguntas, que tienen que darse en momentos adecuados, no al instante-relamo mis labios y decido cambiar el tema.
- ¿Magui está...?-ni siquiera puedo decir la palabra.
-Su cuerpo está siendo examinado en el nivel Pramadam-cierro los ojos con fuerza.
La maté. Yo fui quien acabó con su vida.
Las lágrimas vuelven a amenazar con salir y el molesto nudo en la garganta se hace presente.
Ella estuvo conmigo desde que tengo uso de razón, me crió, me ayudó, me apoyó; y yo... Yo...
¿Qué hay en mí?
Detesto la idea de tener algo en mí sistema que acabe con lo que amo.
-Sabes que no fue tu culpa-intenta consolarme-; de igual forma el virus había de acabar con ella-ya no hay lágrimas qué reprimir. Me dejo llevar por el dolor y en aquella camilla lloro sin control. Soltando todo.
**
-Tuve que mover mis influencias para que podamos desembarcar en Sidney, hoy a las mil seiscientas horas-anuncia el General a todos los soldados que nos encontramos empacando nuestro material militar-. Mandé órdenes de ser los primeros en salir, así evaluamos el perímetro y cuidamos a nuestra tripulación. Los necesito enfocados, activos y preparados.
Observo el reloj, el cuál marca las doce del mediodía.
Me siento demasiado incómoda entre mis compañeros; al parecer se corrió la voz de lo que pasó en los niveles inferiores y ahora todos me miran con suspicacia, temor y otros con molestia.
Me frustro cada que recuerdo lo sucedido, y el nudo se hace presente al recordar a Magui.
Yo no pedí esto, yo no quiero ser esto que soy. Sea lo que sea que yo soy. No lo pedí, yo solo quiero vivir normal. Pero ahora... Ahora tengo algo en mí que es perjudicial para el mundo y para los que amo.
-Tengo que avisar a Adler. Estará contenta con la noticia-Cayden quien se encuentra a mi costado, habla.
Me enteré que fue él quien avisó a Jason de mi paradero y de lo que había ocurrido. Si no fuera por él, yo seguiría allí, atada a sueros y máquinas extrañas, con un montón de doctores observandome como un pedazo de carne.
Cada que recuerdo sus miradas, me pongo a temblar.
Al salir, tengo que parpadear repetidas veces para espantar las lágrimas que quieren volver a salir.
Imbécil.
Tres mil veces imbécil.
Es Karla, estoy segura que ha sido Karla, quien ha divulgado el vídeo de lo sucedido con Magui.
En cada pasillo se está proyectando el vídeo que se repite una y otra y otra vez.
Aprieto mis puños presa de la rabia. No solo le basta con humillarme frente a los médicos sino...
Ash.
Sé cuál es su plan. Quiere que la gente se entere que en mí hay algo, algo peligroso y como se le fue prohibido bajo sus métodos, usarme para experimentos; quiere que sean las personas que me lleven a su zona.
Salgo corriendo escaleras abajo, buscando no sé qué. Pero antes de que pueda llegar a mi destino, ya tengo a varios encima de mí, impidiéndome el paso.
-Es una rarita-se burla un chico del nivel Cuda.
-Si ha sido así con aquella mujer, ¿qué nos espera a nosotros?-otro hombre protesta y lo que me impide el escape es la voz del General Smith, en las bocinas.
-Le agradecería a la tripulación que tomen control o cada nivel tendrá sus consecuencias. Así como las tendrá, la persona que ha divulgado información sin previo aviso. A quienes vea acosando a la señorita Kelly Rider, no me temblará la mano para llevarlos a los niveles inferiores-inmediatamente las personas se alejan, dejándome sola en las escaleras.
Corro, esta vez sí logro correr en dirección a Adler, quién se encuentra en el comedor con el ceño fruncido.
-Adler-la llamo y no pierde su expresión.
- ¿Quién ha sido el desgraciado que ha mostrado ese video?-acusa al aire. Sus cejas están tan fruncidas que da miedo.
-Adler-vuelvo a llamar.
- ¡La persona responsable, se las va a ver conmigo! Y créanme que no se las quieren ver conmigo.
- ¡Adler!-reacciona y gira a mí. Al notar mis ojos rojos, su expresión se suaviza.
-Dime a quién tengo que patearle el trasero-me abraza y yo solo me dejó llevar en sus brazos. Mis lágrimas no se resisten y salen sin control.
Necesitaba un abrazo así, uno de apoyo, uno de amor.
-La maté. Yo acabé con la vida de Magui-me calla, acariciando mi cabello.
-Hoy es un buen día. Desembarcaremos en Sidney. Haremos un tour por la ciudad, nos tomaremos fotos y haremos de este día, el mejor-logra sacarme una pequeña sonrisa.
Adler es tan única y maravillosa, que solo su presencia, puede subirme los ánimos.
**
-No hay movimientos al oeste-anunca Stevens en el auricular. Estamos todos posicionados en las afueras del ferry. Organizando el desembarque de la tripulación.
Estoy tan tensa por lo ocurrido que ni me detuve a observar el gran puerto. Solo salí y me coloqué en el puesto indicado.
Ninguno de mis compañeros desea hablarme. Es como si yo fuera una aberración que hay que evitar a toda costa. Lo cual me duele, porque estaba tan contenta de obtener amigos, compañeros y hasta familia.
-El nivel Experto, será el primero en salir-el General está a mi lado, fulminando con la mirada a todo el que me cuestione o me vea con asco.
-Yo no pedí ser esto que soy-hablo solo para él-. No soy yo quien eligió tener algo en sí misma, que destruya-la misma mirada helada que le dedicaba a la los demás, me la da en ese momento.
-En ti no hay nada malo. Es mi hija quien te quiere hacer ver como la salvación y la destrucción a la vez.
- ¿Qué soy? ¿Por qué a mí?-ahora me observa con dulzura.
-Mejor hazte preguntas con respuestas que te gusten-lo observo en confusión.
- ¿Cómo así?
-Solo digo, que a veces nos realizamos preguntas y preguntas, solo para hallar respuestas inconclusas. ¿Estás segura de querer saber por qué tú?
Me deja pensando y para cuando terminamos de desembarcar, no he logrado llegar a una conclusión final.
¿Quiero en verdad saber la razón?
Sí.
No.
Sí.
Jason consiguió darnos posadas cerca del puerto, a toda la tripulación. Aquí, aunque estemos al aire libre, también estamos algo alejados los unos a los otros.
En recepción me dan la llave de mi habitación y un mi estómago se revuelve.
¿Esta vez con quién me tocará?
No soy buena para las nuevas relaciones. Ya me había acostumbrado algo al círculo social que se limitaba a mis dos habitaciones anteriores y a las tropas, de las cuales sólo trataba con Cayden, Jason, Stevens y Maxwell.
Antes de colocar la llave, echo un vistazo al cielo de Sidney. Una pequeña sonrisa decora mi rostro. Está atardeciendo y es tan precioso... Tal como lo recuerdo.
Ingreso y suelto un suspiro de alivio al encontrarme a Amaia en la habitación.
Aquí solo son dos personas.
-Hola Amaia, ¿todo bien?-se encoge de hombros.
-Supongo que peor no me puede ir-la observo con tristeza. Desde que la vi por primera vez, noté que nada bueno había traído esto para ella.
-A veces no se necesitan palabras, cuando tienes buena compañía-me siento a su lado, con una debida distancia; respetando su espacio.
Esboza una pequeña sonrisa. Una de las pocas que ha soltado en todo lo que vengo conociéndola.
-Gracias-realiza el amago de hablar, pero le cuesta al principio-. Mi madre fue una de las primeras personas infectadas, en el laboratorio. Mi papá trabajó arduamente para conseguir boletos para este ferry-cierra sus ojos con fuerza-. Lo atropellaron tres días antes del embarque. Vine a acá porque le prometí que por los tres lucharía. Pero es difícil, ¿okey?-se le entrecorta la voz-; es difícil aceptar que los dos seres que más amabas, ya no están. Que ahora tienes que seguir sola, sin ayuda, sin nada.
El impulso es inevitable y la envuelvo en mis brazos.
Ahora todo explica su mirada perdida y sus pocas palabras. De cierta forma, la entiendo. Mi madre está lejos, Magui ya no está y mi padre despareció mucho antes de poder conocerlo.
También estoy sola, afrontando situaciones. Me veo reflejada en Amaia. No son las mismas situaciones, pero sí las mismas sensaciones.
Frustración.
Dolor.
Pérdida.
Confusión.
- ¿Quieres salir y despejar tu mente?-asiente, limpiándose las lágrimas.
Ambas salimos de la pequeña cabaña y nos encaminamos a la playa.
Hay pocas personas. Cuarentena radical es lo que se escucha en las noticias no solo de Sidney, sino del mundo.
La seguridad entre la población ha aumentado, con nuestra llegada; y los entiendo. No quieren ser expuestos al virus, quieren protegerse; y gracias a ese método de protección, no tienen registros de contagios.
Tengo entendido que solo desembarcamos los niveles Experto, Cuda y dos de los niveles inferiores. Los demás están encerrados en el ferry.
- ¿Crees que esté prohibido entrar al agua a estas horas?-pregunta, observando la playa con fascinación-. Tengo tiempo que no voy a la playa, y me encantaría un baño.
-Supongo que si nadie nos ve...-la observo con picardía, mientras me quito el vestido blanco de playa que tengo puesto. Obviamente debajo, tengo el bikini.
Amaia me imita y ambas nos miramos, sonrientes, antes de lanzarnos al agua.
-Extrañaba esto.
-Yo igual-las risas disminuyen, dando paso a un silencio algo incómodo.
-No eres un monstruo, Kelly-pareciera que hubiera leído mi mente-. ¿Sabes algo?, mi mamá solía decir, que a veces se nos otorgan cosas que creemos no merecer y muchos menos capaces de llevar. Pero que en realidad, se nos otorgaron porque somos los únicos que podemos con ello.
-Tu mamá, se oye muy sabia.
-Lo era...-otro silencio incómodo.
- ¡Ustedes no invitan!-Adler aparece, gritando como loca mientras se quita la ropa para quedar en traje de baño.
¿Cómo nos encontró? Ni idea.
-Las voy a denunciar por abuso-Amaia y yo intercambiamos miradas confusas.
- ¿Abuso?
-Sí, ¿cómo no me van a invitar a la playa? Saben que me encanta-suelto a reír, mientras que Amaia solo se limita a sonreír.
- ¿Has visto a Cayden?-esta vez, somos Adler y yo, quienes intercambiamos miradas, ante la pregunta inesperada de Amaia.
-Amm, sí. Estaba en la oficina de Jason. Creo que tendrá una habitación sola para él-lo último lo dice con una sonrisa pícara.
-Ah, y...-tose torpemente-ejem... ¿Cómo está?-sonrío ampliamente.
¿Cayden y Amaia?
Shipp creado.
Amyden.
No. Otro.
Caia.
Sí. Ese.
-Pues bien soltero, eso sí-bromea Adler, haciéndola sonrojar.
- ¿Tú, Kelly?-cambia de tema- ¿Qué tal con Barnett?-se borra mi sonrisa.
-Ah, eso... Pues, creo que bien-rasco mi nuca, sin saber qué decir-; no lo he visto en lo que ha restado de día. Nos besamos..., dos veces-las dos gritan.
- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Y por qué no me lo habías contado?-protesta Adler. Ahora soy yo, quien se sonroja.
- Pues..., el día de la fuga, y hoy antes de todo el caos-menos mal que las miradas no matan, porque yo ya estaría muerta, con la mirada que me lanza Adler.
-Hablando de... Miren quién viene hacia acá-Amaia anuncia, y mi corazón se acelera al ver a Barnett, con un short corte alto y sin..., y sin... camisa.
-Hola chicas-respingo ante su voz; aún no me acostumbro a esa voz tan...
-Hola. ¿Saben qué?, ahora que recuerdo... Amaia, necesito que me ayudes a escoger unas cosas que compré hoy para renovar mi armario, ¿vienes?-observo con molestia a Adler, cuando noto sus intenciones.
-Claro-responde ella.
Traidoras.
- ¿Cómo estás?-pregunta, una vez que nos quedamos solos. Mi respiración se entrecorta ante el ambiente que damos.
Ambos, en ropa menor, bajo el cielo nocturno de Sidney, entre las aguas de la playa.
-Bien..., creo-frunce sus labios.
-Supe lo que pasó-pasea su vista por mis lunares.
-Sí, yo...-me duele de solo recordarlo.
-No tienes que decirme nada-toma mi barbilla entre sus manos-. Aquí estoy, por si me necesitas-aparto la mirada. Sus ojos verdes, terminarán condenándome.
-Siento que soy un peligro. Maté a un ser que amaba con mi alma, Barnett. No creo merecer el aprecio de nadie-mantiene firme, su toque en mi barbilla.
- ¿Fue premeditado?-pregunta- ¿Deseaste haberlo hecho?-niego- No te recrimines por eso; el virus-lo corto.
- ¡Haya Sido premeditado o no, haya sido el virus o no. Fui yo quien dió paso a su muerte!-mi voz se entrecorta. Él, pase sus manos por mis brazos, con un toque que electrifica.
-Insultarte y acusarte, no hará que vuelva, Kelly; culparte no cambiará nada.
-Solo quiero paz-desliza su mano derecha, hasta posarla en mi labio inferior, acelerándome más.
-Me gustas, ¿lo sabes?-trago grueso.
¿En serio lo dijo?
-No sabía que un hombre rodeador, tuviera sentimientos-bromeo. Él frunce el ceño sin entender.
- ¿Rodeador?
-Siempre te andas con rodeos. ¿Crees que no te iba a poner un apodo-se carcajea... Barnett se está carcajeando. Y es ese sonido glorioso, el que me hace olvidar lo sucedido anteriormente- ¿Les gustará saber a tus amigos rodeadores que ahora tienes sentimientos?-relame sus labios.
-No me importa lo que piensen. Me importa lo que siento-acerca su rostro aún más-. En bikini, alteras mis sentidos-respingo, nuevamente.
Éste hombre...
- ¿Y qué harás, entonces?-da paso a una sonrisa ladeada.
- ¿Qué tú crees?-antes de que pueda pensar, ya tengo sus labios unidos a los míos.
Sabe a menta.
Me besa con pasión y amor. Este beso se diferencia a los otros dos.
El primero fue lleno de Deseo.
El segundo de curiosidad.
Y este..., de amor.
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