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V

EXPLOSIÓN

Sus palabras y cercanía comienzan a desestabilizar mi pulso. No tengo la menor idea de cómo reaccionar ante esta situación; lo que me hace frustrar, me siento como una niña que no entiende aun los principios de la vida, me siento ignorante.

Para mi suerte, comienzo a escuchar pasos apresurados en nuestra dirección; suerte que nunca llega ya que se trata de Karla, con el ceño fruncido y el mismo aura aterrador que he percibido desde que la vi por primera vez.

¿A caso hay algo en lo que se parezca a su padre?

En todos los años que he venido investigando sobre Jason Smith, jamás había encontrado algún parentesco con Karla, y ahora que he interactuado un poco con él, he de notar que en lo único que pueda haber rasgos similares, es en el físico. Ella posee los mismos ojos oscuros y cabello rizado rubio que el General.

—No quiero sonar irrespetuosa ni hostil pero quisiera saber, ¿qué hacen en zona prohibida estorbando el paso?— Barnett hace ademán de contestar, pero no lo permito, lo menos que quiero es causar problemas que puedan perjudicarme.

—Disculpe señora, solo buscábamos el bar y nos perdimos, estábamos a punto de retirarnos— Comienza a repasarme de cuerpo completo, poniéndome aún más nerviosa de lo que ya me encontraba. Al terminar de escudriñarme, sus ojos recaen en los míos y su rostro hace que trague grueso. Me observa con asombro y furia a la vez.

—Les agradezco que ya se retiren, no quiero tomar medidas extremas—responde al final. Barnett y yo obedecemos, dejándola atrás.

Mis manos vuelven a temblar, acto que solo sucede cuando las situaciones van más allá de mi control. Las palabras de Barnett, el aura de Karla y su expresión al observarme; son actos que me hacen cuestionar de mi persona, que me hacen detestar la manera en la que conocí el mundo, ignorante ante los comportamientos humanos que tal vez sean normales, pero que para mí son tan desconocidos que mis reacciones son casi nulas.

A medio camino me veo casi en un ataque de nervios. Barnett, al notarlo, me toma de brazos encarándome.

— ¿Puedes calmarte?—niego, las palabras se rehúsan a salir de mi boca—. Mírame—vuelvo a negar. Ver sus ojos solo empeorarán mi estado—. Kelly, mírame—termino cediendo, confirmando lo que temía. El poco autocontrol que poseía se va en picada al observarlo.

¿Por qué no puedo reaccionar como una persona normal?

—Necesito que te calmes—toma mi rostro entre sus manos—, tu mamá necesita que te calmes, a ella no le hubiera gustado observarte de esta manera. Ella pidió que fueras fuerte, sé fuerte—palabras que me colman la paciencia, y que me llevan a empujarlo lejos de mí.

—No sabes lo que le hubiera gustado a ella. ¡No la conocías! No soy fuerte. Soy un ser extraño, ¿qué no ves?, no puedo actuar con normalidad, se me es imposible ¡Me detesto!—trata de acercarse pero se lo impido—. Solo... Aléjate de mí, que tú también eres algo que no puedo controlar— Aprieta sus labios en una fina línea que me confunde hasta que ríe. Su risa burlona me empeora.

—No me digas que ya te enamoraste— vuelvo mi vista a él con total confusión e indignidad.

— ¿Es eso lo que crees?— Mi postura se vuelve firme de un momento a otro, eliminando el ataque de nervios, dándole paso a la rabia— ¿Crees que con cinco palabras puedes tenerme comiendo de la palma de tu mano?— me sorprendo de la frialdad que me está tomando, pero ya no puedo parar—. Ni siquiera tienes idea de a lo que me refiero.  Ahora creo que solo te estás aprovechando de mi desestabilidad para confundirme. Un ser celestial que ha sido marcado aquí en la tierra, por el infierno, dos lados de una moneda que pagará lo que necesito. ¡Eso dijiste! Solo quieres sacar provecho de mi situación, pero ¿sabes qué?— Sus fosas nasales se abren y cierran exageradamente. A este punto ya no sé quién destila más rabia—; no soy la chica ingenua que crees. Sí, tal vez desconozca muchas cosas, pero sé bien cómo darme mi lugar— Doy media vuelta alejándome de él, permitiéndome respirar nuevamente. Él no me sigue y es lo mejor. Sin él cerca, puedo pensar más claramente.

Una montaña rusa de emociones desconocidas, en eso se ha convertido esta situación.

A paso apresurado me dirijo a la habitación. Se me fueron las ganas de todo.

Un suspiro pesado sueltan mis labios, al encontrarla vacía.

Son las nueve de la noche del segundo día en este ferry y ya todo se fue por la borda, jamás pensé verme en esta situación.

Me lanzo en mi cama, tratando de al menos descansar un poco pero no puedo, el sueño nunca llega y tengo miedo de que en esta soledad mis pensamientos tomen lugar, dominándome.

Mis manos vuelven a temblar, esta vez, llevándome a gritar con frustración. Tantas habilidades aprendidas, tantos años orgullosa por sentirme una mujer fuerte, para terminar en esto, siendo atacada por nervios, siendo vulnerable ante las emociones.

Soy mejor que esto.

Sé que lo soy, pero es frustrante verse en un estado de vulnerabilidad donde ni tu propio cuerpo se puede controlar.

Necesito hacer algo ya, sino me veré peor, porque presiento que esto es por mucho tiempo y no días.

Decido encaminarme al bar del nivel Cuda; a pesar de que nunca he entrado a uno anteriormente por mi cuenta, conozco el ambiente y aquí sé que podré defenderme.

Al llegar, encuentro a las chicas sentadas en una mesa al fondo con caras de decepción; una botella de vino blanco reposa en el centro. Jenny concentra su vista en su revista electrónica con sumo aburrimiento; Amaia vuelve a ser la misma, observando al vacío; Mónica analiza sus uñas, mientras que Adler se encuentra con el ceño fruncido.

— ¿Y esas caras?, pensé que estarían en la discoteca.

—El mismo ambiente que percibes aquí, lo encuentras allá—responde Jenny—. No se sabe dónde está más aburrido.

—Bueno, nos encontramos en una situación que a todos nos está afectando, es normal que la gente no quiera venir ni disfrutar—defiendo, porque así mismo me siento.

—Al tiempo difícil no se le puede hacer frente con cabeza gacha—habla Adler.

— ¿Y si lo animamos nosotras?—sugiere Mónica, algo más animada—. El ser humano es muy imitador, por ende, si nos ven animadas a nosotras, querrán unirse.

—Tiene razón, estadísticamente si lo hacemos, al menos cinco por ciento se nos unirán— Es Jenny la que interviene ahora y todas sonríen satisfechas, menos Amaia y yo.

Se deciden llegar a la pista, pero yo solo me quedo sentada bebiendo una copa de vino blanco.

Mi mente comienza a trabajar con más rapidez gracias al alcohol en mi sistema, el cual se encuentra en un grado muy bajo, pero que de igual manera, funciona para despabilarme un poco más.

El plan de Mónica parece funcionar, ya que, el ambiente está más alegre y ha llegado más gente; mientras que Adler parece ser la reina de la fiesta bailando en todo el centro.

Algunos de igual manera siguen en sus mundos, perdidos.

De un momento a otro, mi vista de manera inconsciente, se posa en mis manos, detallando las pequeñas llagas que mencionó el General Smith. Aprendí a disparar un arma, a los cinco años; mi madre nunca me lo prohibió, solo me alentó y apoyó, para que mis habilidades se desarrollaran como ella le decía, Para el bien. Desde entonces he analizado y estudiado cada técnica militar que pueda existir, he estudiado tanto ese mundo que hay veces que me siento parte de él; sin embargo, siento que algo me limita a poder irme de lleno a ello. A veces el simple hecho de pensar que eso me alejaría aún más de mamá, es mi limitante, pero el General Smith tiene razón en algo, y es que debo explotar mis conocimientos.

Llevo años frustrada por no saber cuál es mi propósito, sin saber que puedo tenerlo justo en mis narices; es de cobardes darse por vencidos sin comenzar, y yo, cobarde no soy.

Mis pies avanzan como si tuvieran control propio, y aunque no tengo la menor idea de a dónde me dirijo, no pierdo compostura. Solo sigo a mi instinto, el cual no falla cuando me encuentro frente a la puerta del General.

Mis manos no titubean al abrir y por suerte mi cerebro mantiene órdenes centradas cuando lo encuentro detallando un holograma que muestran perímetros que supongo está analizando.

-El ala izquierda se encuentra desolada, tengan mucho cuidado porque puede tratarse de una emboscada-habla por un intercomunicador, antes de posar su vista en mí.

-Kelly-el holograma se desvanece, y tengo que regular mi respiración cuando comienza a repasarme de pies a cabeza-. Entonces te gustó el vestido-habla, confundiéndome.

- ¿Fue usted?

-Fui solo un intermediario-a mi mente se viene el nombre de Cayden-. Dime Kelly, ¿qué necesitas?-Respiro profundo tratando de obtener las fuerzas necesarias. Al fin estoy tomando una decisión por mí y por mi futuro.

Me coloco en formación de soldado y con voz estruendosa, hablo.

-Sería un honor estar en su ejército, mi General-debo verme ridícula en esta posición, con un vestido de gala.

Jason sonríe de una manera que me perturba.

-Si decides ser un soldado más en mi ejército, necesitas tomar en cuenta las medidas que tomaré, las consecuencias que conllevará y el esfuerzo que tendrás que dar. Entonces dime, ¿aceptas ser soldado en la tropa cero cinco cuatro ocho nueve tres uno cero?-no pierdo la compostura, esta es mi decisión; si fallo, al menos tendré la satisfacción de haberlo intentado.

-Acepto, mi General.

-Mañana comienzas tu entrenamiento, pero antes, necesito tu expediente y evaluarte para poder definir si eres apta o no para estar en las tropas. Mañana a primera hora, te necesito justo aquí, en mi oficina-asiento comprendiendo-. Aún puedes llamarme Jason, eso cambiará, dependiendo de la decisión que tome mañana.

Salgo de su oficina con una enorme sonrisa. Lo único bueno que me ha traído esto, es el hecho de que no solo pude conocer a mi ídolo, sino también, que ahora voy a formar parte de sus tropas.

Mi sonrisa se desvanece al observar a Barnett y Jenny, hablando desde muy cerca. Mi estómago se revuelve, dando paso a una sensación que jamás en mi vida había experimentado

¿Qué te sucede?

Decido hacer caso omiso a la extraña sensación que surge en mí, mientras sigo de largo.

A veces cuestiono la decisión de mi mamá al enviarme a acá, sabiendo que mi experiencia tratando con personas por fuera de ella y Magui, es casi nula.

¿Lo hizo por qué? ¿Para salvarme?

Tal vez, también quería que conociera la realidad, antes de alguna tragedia; pero prefería vivir en mi burbuja, antes de vivir estas sensaciones extrañas que me abarcan.

He escuchado la palabra Celos, una infinidad de veces; en películas, series, y hasta en los libros, pero me rehúso a darle ese nombre a lo que estoy sintiendo.

Al llegar de nuevo al bar, se mes es inevitable reír al ver a Mónica y Adler con un alto contenido de alcohol, bailando pegadas en el centro y cantando a todo pulmón. Trato de buscar a Amaia, pero al parecer ya no se encuentra en el bar. La gente ya está animada y el sitio pinta como debería ser un bar según lo que he visto y oído.

Me encamino a la barra, esta vez, decidida a tomar todo lo que pueda y que tenga altos grados de alcohol. Para mi sorpresa, me encuentro a Cayden, vestido de civil, sentado en la barra.

-Pensé que un soldado, se acostaba temprano-hablo, haciéndolo girar en mi dirección.

-Patrañas, la noche es joven, Kelly-se inclina un poco-; además, mañana es mi día libre-sonrío, sentándome a su lado, mientras pido una copa de Vodka.

-Entonces, a vivirla-tomo un largo trago que quema mi garganta, pero que causa una gran sensación en mi sistema.

-Te ves preciosa. He comprobado lo que dije en la tarde. Tu cabello hace un gran contraste con ese vestido-mis mejillas se sienten calientes, supongo que sonrojándose por sus palabras.

-Deje de ser tan adulador, soldado Monaghan.

-Me disculpa señorita, pero a veces se me hace imposible, pasar desapercibida, la belleza humana-muerdo mis labios, sonriendo. Cayden es muy dulce y lindo, todo lo contrario a Barnett, quien es frío y sexy.

Pido esta vez, diez shots de ron, al cruzarse una gran idea en mi cabeza.

-Juguemos algo-sugiero, haciendo que se enderece, interesado en lo que diré-. Esto lo jugábamos mucho mi mamá y yo, ella decía que en su juventud, era casi que su pan de cada día. Nos realizaremos preguntas, si somos capaces de responder, no tomaremos, pero si no, entonces nos tomaremos un shot. Hay cinco para ti y cinco para mí.

- ¿A caso quieres emborracharnos?-pregunta divertido.

-Sí, ya tú lo dijiste, La noche es joven. Vamos a disfrutarla como se debe-sonríe asintiendo.

-Comienza tú, que fuiste la de la idea.

- ¿Alguna vez hiciste una travesura de la que te arrepientes?-frunce sus labios, aguantando una risa.

-No sé si me arrepiento o no, pero cuando tenía seis y Adler apenas tenía tres, la llevé conmigo a primer grado, en mi mochila. Ella era tan pequeña y mi mochila, tan grande, que no se me hizo difícil. La metí, dormida-lo observo con horror-. No me preguntes cómo, ni por qué. El punto es, que mientras veíamos clase, se escuchaban los sollozos de Adler; abrieron mi mochila y allí estaba, una niña de tres años, abrazando uno de mis cuadernos, mientras lloraba. Me castigaron por tres meses. Ella no lo recuerda y espero que nunca lo haga-termina y mi expresión, no cambia.

-Recuérdame tenerte a mínimo veinte metros lejos de mí.

-Calma, que nunca más hice algo parecido. Solo lo hice porque la quería siempre a mi lado. No era la manera pero, ¿qué podrías esperar de un niño de seis años que amaba con locura a su hermana y la sobreprotegía?

-Eh, no sé... ¿Tal vez, habértela llevado con su consentimiento?-bufa.

-Era un niño, y ya pasó-río mientras sacudo mi cabeza, negando- ¿Peor experiencia vivida?-pregunta, borrando mi sonrisa.

-La vulnerabilidad que estoy viviendo, al estar aquí, en este ferry-admito, tensando el ambiente. Él toma un shot- ¿Qué haces?

-Bebo, porque necesito alcohol para calmar ciertas sensaciones que surgen al recordar...-calla.

- ¿Al recordar qué?-su rostro ya no es alegre.

-Al recordar los momentos oscuros que he vivido-asiento, no dándole más largas al asunto.

- ¿Alguna experiencia en la guerra que te haya afectado?-no responde, solo bebe otro shot.

- ¿Algo de lo que dudes?-pregunta y repito lo mismo que él; bebo un shot, cohibiéndome de darle la respuesta.

- ¿Mayor miedo?-bebe otro, pero su vista se enfoca por segundos en Adler.

- ¿El tuyo?-bebo yo también, observando mi band, recordando a mi mamá. Decido tomar otros dos, tratando de apagar las llamas de tristeza que amenazan con consumirme, pero la voz de Charles, me interrumpe.

-Señorita Kelly, he dejado de obtener información de la señora Rider, toda comunicación con ella se ha cortado-anuncia, llevándome a la desesperación.

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